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Cuestión de principios

17/04/2013 Los resultados electorales en Venezuela, traen a colación de nuevo los principios éticos e ideológicos que ha definido a la izquierda a lo largo de la historia como una corriente de pensamiento humanista y progresista

Nadie duda, del carácter marcadamente progresista de la Revolución francesa, que llevó a la burguesía y al pueblo francés, a la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Nadie ignora que la izquierda está indisolublemente unida a la obra de Karl Marx y Federico Engels, padres del Socialismo científico. Casi nadie desconoce, que la revolución proletaria que convirtió a Rusia en el primer país comunista del planeta hizo suyos los postulados de la Revolución francesa y del marxismo, gracias al triunfo de los consejos de obreros, soldados y campesinos, conocidos como soviets. Estas son la marcas de origen de la izquierda y de ellas se alimenta la tradición revolucionaria, que señala como sus principios la igualdad, la a confesionalidad o el laicismo, la solidaridad, el internacionalismo, la diversidad racial, cultural y sexual.

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La izquierda es rica en corrientes y tendencias, que van desde el anarquismo a la socialdemocracia, y que propugna distintas formas de lucha, que van desde la huelga a la lucha armada. Nada tienen que ver con la izquierda, los mesías o enviados de Dios, las creencias religiosas, las monarquías, o los llamamientos a los espíritus. La izquierda no cree en paraísos, ni en dioses, la izquierda no proclama reyes ni proclama santidades. La izquierda parte del principio de la realidad para resolver las contradicciones y busca aliados interesados en la resolución de las mismas. No se puede considerar de izquierdas a aquellos que confunden burguesía liberal con fascismo, no se puede considerar de izquierdas, a aquellos que confunden a las masas con mensajes religiosos, de esperanza de una vida mejor en el más allá.

El culto a la personalidad y la propaganda no sustituyen a la eficacia del gobierno

No se puede considerar de izquierdas, a quienes usando el leguaje de la izquierda, practican una política de tierra quemada contra una parte del pueblo, que lejos de ser un enemigo de clase, pertenece al sector de los oprimidos. No se puede considerar de izquierdas, a aquellos que se ocupan de congraciarse con sus vecinos a base de favores, mientras

mantienen a sus ciudadanos en precarias condiciones, por mucho que estas hayan mejorado con relación a tiempos pasados. No se puede considerar de izquierdas, a un gobierno que mantiene al pueblo en condiciones de indigencia y precariedad, culpando de ellas a los enemigos internos y externos, justificándose y escudándose en consignas propagandísticas, con el único fin de mantenerse en el Poder. No puede considerarse de izquierdas, a dirigentes que fomentan la homofobia, intentando descalificar públicamente a sus adversarios por su condición de homosexuales. No se puede considerar de izquierdas, a quien pierde casi un millón de votos, aumenta la abstención en un 10%, mientras la oposición incrementa sus votantes en casi un millón de votos en tan sólo 5 meses y se atreve a califica eso de "La victoria heroica, hermosa, justa e impecable" La honradez y la coherencia, son valores envidiables de la izquierda y de cualquier político que se precie de serlo. Quien no es capaz de sustentar esos principios, no es merecedor del reconocimiento de la izquierda. Aquellos que apoyan y hacen coro a estos desatinos se descalifican a sí mismos y se restriegan en la misma pocilga, en la que se confunden con la derecha, los reaccionarios y los

enemigos de la clase obrera, los trabajadores, los oprimidos, los marginados… No todo vale y menos en nombre del socialismo

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