Refugios de la carne

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Refugios de la carne

Pablo Romero



Refugios de la carne Pablo Romero Ilustraciones: Aurelio Salas A単o 2014



Los lĂ­mites de mi lenguaje son los lĂ­mites de mi mundo Ludwig Wittgenstei



1 El acto de morir Lloran los campanarios. Ella me dijo: Es hora de alzarse levemente para continuar siendo. Esto es breve, la luz recuerda el dolor que ocupamos. Nadie dice nada. La muerte es tan sagaz que ya aconteci贸.


2 Decir la creación Es cosa simple abrirse ante las ondulaciones de la piel. Uno lo hace con furia, con llanto, con ímpetu. El templo llora. Todos saben que el sexo es hipodérmico o no es nada. El hombre se acerca con la danza en las manos y en los huesos. La mujer va a tomar al hombre/niño contra sus pechos. A partir de acá el amor se dice de otra forma: los amantes han de jurar procrearse con los restos de latidos que extinguieron sus perfumes a jaula. Los amantes han de entender que su herencia, es ahora el inútil rumor a fuga partiéndose inenarrable frente a los cuerpos, sus cuerpos, que danzan diciendo las simbologías ocultas de las piedras. Ambos han de fijar los ojos en un punto para fundar el horizonte


3 Cómo fecundarse Había un cuerpo donde sucedió la vida. Había que tomarse con las manos como si fuera a acariciar lo más hondo de su pequeñez. Arrullarse como una pluma, y sentirse. Los espermas chocando contra el útero: colisión. El impacto de la vida ahora se abre paso. Comienzo a ser. Aprendo a escribirme. Susurro la hermosura de las ágatas y la pulo, despacito, me preparo para regalártela. Se crea el latido.


4 Parirse Me había parido con todas las garras: Jodí mi existencia con la fuerza de los animales feroces. Me fecundé como las madres que aman lo que aguardan en su vientre, y ya entendía cuando era un feto (es decir recién) que no iba a caber nunca el mundo en una mano y que las colonias terminaban yéndose como tantas otras cosas. Nada ha podido, todavía, saciar esta terrible vergüenza de existir y he gritado por la propia necesidad del grito en bruto. La preciosura de los flamencos sin lustre. Tanto desarraigo en la médula y cantos preciosos en la garganta no curan ningún vacío. Y hay miedo después


5 Metamorfosis: De insecto a nada Fecundo la voz. Quiero decir el bértigo. No me jusguen, no sé que es la gramática. No sé escribir mi nombre porque no tengo. Apenas respiro. Mi padre ha muerto en el parto. Se ha embarasado de ansias ocres porque no ubo mujer que lo envolviera en himen para crearme. Estoy en busca de la aucencia que me dejó uérfano.Pero antes de todo acontesimiento había aprender a decir padre sin esconder las manos, había que inaugurar la casa: El templo donde guarecer todo quehacer poético. Abía que tomar un puñado de nada y arrojarme acia la noche, de cabeza.


6 Amar Vas a volver a mĂ­ como el infortunio inmenso de hacer el otoĂąo Me acerco hasta vos para seguir diciendo el mar pronto la noche soporta la espuma


7 Escribir Alguien me dice: vos tenés que doblarte en estado de inercia. Y obedezco. Obedezco porque no tengo sangre que fluya como río. Caigo de cabeza con un ramillete de flores secas en la mano: me dejo inmóvil. Nada parece la hermosura. Yo aguanté a los cielos y sus miedos de profanación, ahora escribo. Siempre habita el anhelo de otras voces. Fantaseo que viene una sombra. Cuestiono si padece de oscuridad, si es tan siniestro que la trace. Escarbo en el pecho los latidos que nunca aprendieron a ser


8 El acto de morir Nadie dice nada. La muerte es tan sagaz que ya aconteci贸.




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