Memoria Pedagógica: Líbano, Tolima. Parte 2

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Experiencia de la visita a la Institución Educativa Rural El Tesoro

El Líbano, Tolima, 15, 16 y 17 de junio de 2022

Memoria pedagógica

Edición

Jairo Ferney Angarita Ortiz - j.angaritao@uniandes.edu.co

Ketly Bautista - ks.bautista@uniandes.edu.co

Fotografías

Ketly Bautista - ks.bautista@uniandes.edu.co

Maria Fernanda Garcés Flórez - mf.garcesf@uniandes.edu.co

Pablo Andrés - pa.ortiz10@uniandes.edu.co

Curaduría y coordinación general

Ketly Bautista - ks.bautista@uniandes.edu.co

Curaduría y diseño editorial

Pablo Andrés - pa.ortiz10@uniandes.edu.co

Gracias a la compañía de

Irma Alicia Flores Hinojos Profesora Asociada

Nancy Palacios Mena Profesora Asociada - Directora de Licenciaturas

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Esta memoria pedagógica es más que un docmento, es un ejercicio formativo.

Actividades realizadas

Izquierda: Práctica de entrevista preparada por las estudiantes de la sede Pradera Baja. Derecha arriba: Conversación con Jhonatan en la sede principal. Derecha abajo: Taller de educación sexual con estudiantes de bachillerato.

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Dentro de las tres sedes, se llevaron a cabo diversas actividades que fueron diseñadas y ejecutadas por los estudiantes y maestros participantes de la salida de campo. Dichas actividades se hicieron con un propósito de intercambio con la comunidad en espacios académicos y recreativos, y de guía con estrategias de construcción de proyecto de vida. Solo por poner un ejemplo, con los estudiantes más pequeños -jardín, transición y primaria-, se privilegió el origami y la plastilina, puesto que la idea era invitarlos a explorar diferentes actividades sensoriales y motoras que conllevaran a pensar cuál era su entorno. Así, en las tres sedes, les preguntábamos por qué existían ciertos objetos dentro de lo que configuraba su cotidianidad y lo relacionábamos con cómo la materialidad de la plastilina puede llevarlos a pensar sobre quiénes son y lo que ven a diario.

Páginas anteriores: Taller de tejido de manillas. Actividad de modelado en plastilina.

Izquierda: Algunos resultados de la actividad de modelado en plastilina.

Derecha: Taller de modelado en arcilla preparado por estudiantes de último año y profesores en la sede principal.

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Aprendizajes y reflexiones

Durante la visita a la institución educativa El Tesoro

Durante la salida de campo, fuimos conscientes de la estrecha relación que hay entre la educación rural y el contexto geográfico y social en donde se desarrolla. Para empezar, vimos como el entorno de los estudiantes se empleaba como una herramienta clave en su proceso de aprendizaje al tomar ventaja de los elementos existentes, como la biodiversidad, la geografía, la historia de su territorio e incluso sus hogares, solo por nombrar algunos. Esto resalta ante la falta de recursos que se dan por hecho en las escuelas: computadoras, libros o cuadernos. Es digno de señalar que si bien estas herramientas están presentes (ojalá fuera en mayor medida) y son utilizadas, son solo una fracción de los métodos que se utilizan para desarrollar actividades, y aun así los estudiantes alcanzan niveles ejemplares. Aquí, también conviene agregar que la escuela rural que visitamos era centro de la comunidad y parte de ella, donde la participación de los padres en la educación y el apoyo brindado por la institución a la comunidad permitían una mejor experiencia para los estudiantes. El papel fundamental de la institución como fuente de desarrollo para la comunidad también puede explicar por qué los estudiantes suelen elegir carreras que satisfacen las necesidades locales.

Derecha: Originalmente el espacio para la vivienda del(a) profesor(a) de la sede Pradera Baja. Actualmente sirve como espacio para actibidades escolares de la sede.

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Luego, destaca el modelo multigrado en sí, una respuesta a los retos de la educación rural. En los grados de primaria, principalmente, la densidad de estudiantes es bastante baja, por lo que en un salón habrán alrededor de dos o tres estudiantes de cada grado, supervisados en varios casos por solo un maestro. El modelo multigrado tiene sus fortalezas y debilidades que deben ser reconocidos para dar una educación de calidad. Primero, el aprendizaje entre pares era común e incluso incentivado en las clases, pues, los estudiantes con más experiencia apoyaban a sus compañeros de grados menores. Segundo, se daban varias oportunidades para que los estudiantes aprendieran de forma vicaria y aportaran a las clases. A pesar de estos beneficios, puede resultar difícil para un maestro planear e investigar sobre todos los temas distintos que deben ver los estudiantes mientras los mantiene al día y a un ritmo estable. Por esto, es fundamental que los profesores diagnostiquen las capacidades de cada alumno antes de realizar cada intervención, pues solo así lograrán brindar una atención y proceso equitativos y eficaces, mientras que trabaja con todos a la vez.

Es necesario destacar que estas instituciones enfrentan retos y problemáticas que pueden resultar dañinos para los estudiantes y la educación en las regiones rurales. Se nos confió que es frecuente que maestros que van a la ruralidad no se encuentren preparados para la educación rural, entonces dimiten dejando clases sin alguien que las enseñe. Otras amenazas están en el gobierno y cómo manejan las instituciones y las relaciones técnicas, lo cual deja a un profesor con más de 20 estudiantes u obliga a cerrar sedes porque hay muy pocos estudiantes en una zona particular. Lo anterior es complicado por el contexto, porque, aunque cuenta con oportunidades, tal como se dijo anteriormente, la estrecha relación entre la educación rural y las problemáticas sociales, políticas y geográficas pueden convertirse en graves barreras contra la educación de los estudiantes.

Para finalizar, se puede decir que la experiencia en la salida de campo fue completamente enriquecedora en aspectos profesionales y culturales, y enfatiza la importancia que tienen el esfuerzo del maestro y de una comunidad en el desarrollo de la juventud. Así mismo, que es necesario asimilar una postura propositiva respecto a las complicaciones y retos que pueden presentarse cotidianamente para los estudiantes, docentes y planta administrativa.

Izquierda: Originalmente el espacio para la vivienda del(a) profesor(a) de la sede Pradera Baja. Actualmente sirve de espacios escolares para la sede.

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Aprendizajes y reflexiones

Gracias a la interacción con maestras y maestros rurales

La grandeza reconocida en la maestra y el maestro rural sería superficial si solamente la percibimos desde nuestros sentidos turistas. Durante la interacción, de no más de 3 horas, con cada maestra, resaltaba nuestra reacción de asombro por lo que han logrado con sus estudiantes a partir de recursos que nos parecen “tan poco”, insuficientes y, quizá, indignantes. Este asombro nace desde nuestro juicio sobre qué debe tener una institución educativa, qué debería ser provisto por el Estado, qué debería cambiar. Y, a veces, nos cuesta reconocer que ese juicio crece desde una realidad ajena a la realidad de la comunidad donde existe la escuela y su maestra. Opinamos sobre la tecnología a la que tienen acceso, opinamos sobre la distancia, los caminos y el trayecto, hasta opinamos sobre dónde se sientan y con qué y en dónde escriben. Es un juicio silencioso justificado por nuestros deseos de unas “mejores condiciones” para la educación rural.

Nuestro asombro viene de nuestro imaginario de “cualquier escuela”, y ese imaginario viene de nuestras experiencias en escuelas privilegiadas. Nos asombra cómo las maestras rurales crean materiales, guías y recursos sin usar las herramientas que usamos a diario en nuestras casas. Nos parece heroico, e interpretamos como un sacrificio, el trayecto diario a sus aulas en moto, en botas impermeables, en yegua, porque de pronto no hemos disfrutado las botas ni el trayecto. Y compartiendo con ellas nos damos cuenta de que no se preocupan tanto por esas “mejores condiciones” que creemos indispensables. Mientras buscamos qué hace falta, las maestras nos presentan y enseñan todo lo que ya tienen. Mientras nos preocupa la calidad del internet, del sonido o de la imagen, quizá ellas atienden al sonido del camino, de la montaña, de la lluvia y del barro. Mientras nos preocupamos por cómo interactuar con sus estudiantes, ellas ya les ayudaron a entender de dónde venimos y por qué estábamos ahí. Cuando nos escurríamos las medias o estirábamos las piernas, ellas sonreían por haber compartido ese día en la escuela con nosotras.

Derecha: Profesora de la sede La Plata mostrándonos los dispositivos didácticos hechos por ella, uno para facilitar el aprendizaje de lectoescritura y otro para habilidades de conteo y algebra básica.

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En cada visita, las maestras y maestros nos hicieron ver lo valioso de sus escuelas por encima de lo que juzgábamos que carecían. Cuando les preguntábamos qué era lo más difícil de su trabajo, ellas respondían con las razones que las motivaban a estar allí. En cada intervención nos compartieron sus logros, reconociendo los retos no como grandes duelos, sino como importantes oportunidades. Por empatía y reciprocidad, llevábamos la preocupación sobre qué podríamos dejarles y cómo podríamos ayudarles, pero ellas nos demostraban vez tras vez que su labor no está limitada a lo que esperan tener de nosotras o del Estado, sino que su labor tiene tanto alcance como ellas lo decidan, y que no están dispuesta a esperar para fortalecer y contribuir a la comunidad (de la que hacen parte) con ayuda de sus estudiantes y de sus escuelas.

Nuestro asombro se fue transformando de desconcierto y duda a respeto y admiración. Gracias a las maestras y maestros rurales, nuestro juicio sobre la escuela rural también se transformó: desde una percepción de carencia y dificultad a una percepción de valor, fortaleza y resiliencia. Sin duda, cada respuesta a nuestras preguntas tenía la intención de demostrarnos que, aunque no es fácil, es un esfuerzo recompensado por la comunidad y sus estudiantes. Al reconocer nuestra visita como eso: una visita, sus respuestas lograron mucho más. Las y los maestros rurales nos convencieron de su grandeza, profunda y poderosa, mientras nos enseñaron que la educación rural no necesita del pesar, lástima o fobia de quienes no la han experimentado, y que, en cambio, sí necesita el reconocimiento de su potencial para el desarrollo de los territorios y del país.

Izquierda: Conversación con la profesora de la sede La Marina. Páginas siguientes: Conversación con Jhonatan y vista desde la sede Pradera Baja. Obelisco en el parque principal de Líbano, cubierto por tejido de lana.

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Aprendizajes y reflexiones

Gracias a la interacción con estudiantes

Con las actividades que fueron realizadas por y para los estudiantes, nos dimos cuenta de que varios de ellos tenían un conocimiento/saber integral que, en comparación con el modelo urbano, en las ciudades no se tiene, lo cual causó una muy buena impresión en nosotros en relación con la educación que reciben. Adicionalmente, el talento o el potencial que tienen muchos es muy alto, y en el espacio que tuvimos con ellos nos percatamos de la importancia de potencializar las virtudes, habilidades, gustos e intereses de cada estudiante para que su proyecto de vida incluya un desarrollo profesional en el que puedan desempeñarse de manera satisfactoria en lo que deseen (ingeniería, ciencia, investigación, entre otros) de acuerdo con sus propias metas y sueños. Otra parte que fue muy llamativa para nosotros fue la humanidad que se percibía en la mayoría, hablar con ellos involucraba sentir honestidad, humildad, buen trato, cosas que no siempre se encuentran en la educación a la que estamos acostumbrados. Cabe destacar que estar con ellos nos permitió reflexionar y valorar cada cosa que tenemos como estudiantes privilegiados en la ciudad. Al mismo tiempo, y ya estando inmersos en el rol docente, debemos aprender de los niños y jóvenes de la ruralidad un detalle muy importante: a pesar de no tener tantos recursos, es posible construir con aquellos que hay a la mano.

Derecha: Conversación con profesores y exestudiantes de la IER El Tesoro en su sede principal.

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Además, las expectativas que teníamos en un principio frente a las interacciones con los estudiantes de diferentes edades y grados escolares en cursos multigrado se cumplieron satisfactoriamente, en el sentido de que los estudiantes siempre mostraron interés, atención y compromiso en cada una de las actividades propuestas. Estas interacciones con los estudiantes nos permitieron conocer de una forma mucho más cercana sus condiciones y estilos de aprendizaje, ya que, como se anticipó, estudiantes de diferentes edades compartían la misma clase aun cuando pertenecían a diferentes niveles académicos. A su vez, en actividades que los involucraran como grupo fuera del aula, seguían manejando un mismo trato y apoyo entre todos ellos, sin discriminación alguna. Conviene agregar que, pese a las condiciones climáticas, ambientales y del contexto en el que viven, la cercanía que hay entre ellos permite que todos los estudiantes se traten como iguales y estén pendientes de sus compañeros, en caso de que alguno falte al colegio, no cuente con materiales para la clase, etc. Por último, nuestro interés en la cotidianidad de los estudiantes nos permitió aprender que no solo la educación está ligada a formar personas con vastos conocimientos académicos e intelectuales, sino también a formar personas con valores y cualidades cruciales para la vida misma y la de su comunidad.

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Izquierda: Actividad con estudiantes en la sede principal.

El papel de las comunidades en la educación rural

El distanciamiento al que se ven obligados(as) a vivir los(as) niños(as) y adolescentes campesinos(as) en las montañas parecía implicar que fuera menos probable que se relacionaran con otras personas y disfrutaran de experiencias sociales enriquecedoras. Sin embargo, reconocimos que, en el campo libanés, existen redes comunitarias fuertes, los vecinos son como familiares y los profesores son figuras que inspiran confianza. De igual forma, los colegios son espacios para compartir relatos, para crear amistades y formar vínculos duraderos.

Derecha: Estudiantes de la sede La Marina.

Página siguiente: Obras expuestas como parte del ejercicio de musografía de cerámica en la sede principal.

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Impactos y retos para la política pública en la educación rural

Si hay algo cierto en lo concerniente a la política pública colombiana es que esta está completamente alejada de la periferia. Hombres bogotanos o estadounidenses, con corbatas y diplomas de los Andes o del Rosario, son quienes más se encargan de definir rutas de acción, necesidades de los territorios y de manejar los recursos. Esto es un total desacierto por razones que pudimos vivenciar de primera mano a lo largo de la salida pedagógica.

La primera de estas razones es que las políticas públicas que parten desde el centro no reconocen las particularidades locales. Cada territorio tiene necesidades, recorridos históricos y liderazgos diferentes, de manera que es inconcebible pensarse una medida común que sirva para todos. Si bien es entendible pensar en estándares mínimos comunes, algunas medidas pueden ser tan totalizantes, que vuelven inoperantes muchas de las políticas que se proponen. Sin duda, la periferia, en sus múltiples riquezas, no le puede caber a una sola persona en la cabeza. Por ello, uno de los mayores retos que tiene la política pública es pensar en generar o localizar la capacidad de gestión en los territorios para que puedan encargarse de identificar sus propias necesidades y manejar sus propios recursos. Un ejemplo de este desfase: el cierre de los colegios en donde hay pocos estudiantes. Si bien eso sería normal en una ciudad o centro urbano, cerrar un colegio en la ruralidad puede tener implicaciones mucho más graves. Independientemente de que se reconozca que mantener los centros educativos es costoso, alegar que no hay dinero para ellos es condenar a niños y niñas a caminar horas para llegar a otro colegio o incluso negarles de por vida su continuidad escolar. Esas dinámicas solo se entienden si se está en el territorio.

La segunda de las razones, la cual se liga a la anterior, es que no hay docentes que estén liderando la política pública. Es usual que quienes realicen las políticas sean economistas, abogados o de cualquier otra profesión. Los docentes son, por naturaleza y experiencia, quienes más saben del campo educativo. Por lo mismo, la desconexión entre políticas públicas y necesidades en el campo es sumamente evidente y grave. Quien no conoce un aula no puede entender sus retos e importancia. Quien no ha visto a un niño, se imagina otra cosa, pero jamás reconoce la complejidad de su persona.

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Derecha: Corredor cubierto de la sede principal que es adaptado como comedor.

Otro aspecto a considerar es la integración de las políticas sociales con las políticas educativas. Al pensarnos “la educación” como un fenómeno social, es claro que está integrada con muchas otras estructuras: salud, cultura, deporte. Aislarla solo le hace mal y encierra los fenómenos de enseñanzaaprendizaje en las aulas; no obstante, la educación tiene que ser para todas las personas, de forma que se entiendan los territorios como comunidades de aprendizaje. A manera de ejemplo, habría que hablar de los sistemas de producción agrícola. Hay una gran desconexión entre la forma en que se está entendiendo la alimentación en el territorio y lo que se pretende impulsar desde el PAE. ¿Cómo es posible que, en una tierra tan rica y próspera, la alimentación de los y las niñas consista en un sencillo refrigerio? Si bien se entiende su facilidad, hay que pensar de forma profunda y compleja sobre las implicaciones que tienen las decisiones de política pública en los colegios y la forma como afectan, por ejemplo, la soberanía alimentaria.

Finalmente, hay que hacer hincapié en un reto fundamental, el cual expresó uno de los profesores en nuestros recorridos: “Los docentes deberían enseñar en su comunidad y en su territorio”. No hay nada más cierto. Uno de los grandes problemas en Colombia es que la formación es sumamente costosa y está sumamente alejada de las montañas y de los ríos. Por lo mismo, las personas deben migrar para formarse y, quizá, nunca retornan. Esto le ha hecho muchísimo daño al país, porque quienes más aman y entienden sus territorios se van de estos. A esta movilidad se suma la ausencia de oportunidades de formación interna que permitan mejorar los procesos sin descuidar las labores de docencia o liderazgo comunitario.

Izquierda: Estudiantes tomando su almuerzo en la sede principal.

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El principal reto es, entonces, pensar en formas de empoderar los procesos de educación propios de las comunidades, sea a través de autoformación o de formación rural, que permitan que las personas se preparen para preservar y proteger sus territorios, sin tener que descuidarlos o dejarlos de lado. En últimas, el verdadero reto para la política pública es hacer de la educación un instrumento que consolide la capacidad instalada en los territorios, para que estos puedan tomar sus propias decisiones, enfocarse en sus propias falencias y atender a sus necesidades más apremiantes.

Por último, no está demás agregar que El Líbano, al igual que muchos otros municipios del país, se ve afectados por la negligencia de inversión del gobierno local y nacional. Aquí es donde se ve realmente cuánto le importa la educación rural al Ministerio de Educación Nacional. Una muestra de esto es que la planta física de las instituciones también se veía en gran parte marcada por su deterioro y no contaba con espacios ni herramientas para el buen desarrollo de las múltiples clases, tales como escenarios deportivos y balones, entre otros.

Derecha: Ventana entre el pasillo cubierto (comedor) y el salón más grande de la sede principal.

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Importancia y pertinencia de la experiencia para la formación de maestros y maestras

Para ser funcionales, todos los profesionales necesitan afrontar la realidad, comparar lo que saben con las dinámicas de los territorios. El contexto y las particularidades de cada estudiante determinan la forma en la que aprenden, sus intereses y sus motivaciones, de igual forma, determinan la forma de enseñanza de sus profesores(as). Si los docentes no se adaptan a estas condiciones o no tienen una mentalidad dispuesta a la adaptación, perderán su tiempo enseñando. Por esta razón, los(as) profesores(as) deben practicar su capacidad de adaptación al cambio, y afrontar experiencias educativas nuevas en todo momento, pues, precisamente, esta habilidad les permitirá enseñar en contextos reales, en donde siempre se encontrarán con situaciones extrañas y difíciles de controlar.

Derecha: Mural en la fachada del edificio nuevo de la sede principal. Ubicado junto al acceso principal a la sede es donde estudiantes que llegan en moto dejan sus botas enlodadas.

Página siguiente: yegua en que la profesora de la sede La Plata se movilizó hasta la sede La Marina para nuestro encuentro.

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