5 minute read

Haz todo lo que puedas

Por Bradford C. Newton

ISTOCK.COM/GEORGEMURESAN

Haz todo lo que puedas

En la actualidad la Iglesia Adventista del Séptimo Día está presente en 212 países del mundo, comunicándose en 535 idiomas con más de 21 millones de miembros bautizados.1 Es difícil imaginar que hubo un tiempo en nuestra historia en que nuestros pioneros adventistas debatieron si enviar misioneros al mundo era el plan de Dios. La joven Iglesia Adventista, con sede en Battle Creek, Michigan, con solo 3,500 miembros, no estaba segura de la aplicación del mandato de Jesús de «ir a todo el mundo». Una opinión era que compartir el mensaje con los inmigrantes recientes a los Estados Unidos cumpliría con el propósito de Jesús. El razonamiento era que esos recién llegados compartirían su fe con sus familiares y amistades en su país de origen. El concepto de enviar misioneros por todo el mundo todavía era una idea extraña. Pero eso pronto cambiaría.

Mi clase en college de historia denominacional me enseñó la historia de nuestro primer misionero en el extranjero, J. N. Andrews, quien partió hacia Suiza en 1874. Una clase sobre la biografía de Andrews reveló una historia de inspiradora valentía, servicio y sacrificio que perdura. ¡Es sorprendente saber que

Nuestra historia nos recuerda que el ADN de nuestra membresía y la labor de la Pacific Union se basa en la herencia del espíritu misionero.

la historia de las misiones adventistas comenzó 10 años antes, en 1864!

Michael Czechowski fue un sacerdote católico de ascendencia polaca que aceptó el mensaje adventista en Ohio. Sin el respaldo o el apoyo de la iglesia, partió hacia Europa para enseñar el mensaje adventista de un Jesús que pronto regresaría. Tuvo conversos en Suiza, Hungría, Italia y Rumanía. Muchos de ellos se sorprendieron gratamente al saber que había creyentes en los Estados Unidos que también aceptaban el mensaje de los tres ángeles. A través de los esfuerzos de Czechowski y Andrews, la actitud de los adventistas con respecto a un movimiento misionero global cambió de la incertidumbre al entusiasmo. Ellen White testificó en la Conferencia General de 1901: «La viña incluye al mundo entero y cada parte de ella debe ser trabajada».2 Desde entonces, nunca hemos dado marcha atrás. El lema misionero se convirtió en «De todas partes a todas partes», describiendo ese celo misionero.

No es coincidencia que el establecimiento de la Pacific Union Conference ocurriese el mismo año en que Ellen White respaldó la obra misionera mundial. Arizona, California, Hawaii, Nevada, Utah y todos los puntos al oeste comprendían el desafiante campo misionero dentro de los Estados Unidos. Nuestra misma historia nos recuerda que el ADN de nuestra membresía y trabajo de la Pacific Union se basa en la herencia de ese espíritu misionero.

Desde que fui elegido presidente de la Pacific Union, ocasionalmente leo los números anteriores del Recorder. Puede uno encontrar todos los números en línea, comenzando con el número inaugural del 1 de agosto de 1901. Cada una de esas ediciones coincide con un retrato presidencial exhibido en nuestra oficina. Reflexiono sobre los desafíos y oportunidades para nuestra misión y el servicio que cada uno de esos líderes consideró en su día. Cuando leo el Recorder, vislumbro sus pensamientos por lo que decidieron escribir.

El primer párrafo del primer número del Recorder es de la pluma de Ellen White. Escribiendo desde Elmshaven, California, sus palabras iniciales fueron: «Dios tiene una obra especial para que sus siervos hagan en la preparación de un pueblo para estar de pie en el gran día del Señor. Esa obra debe comenzar en nuestros propios corazones. Necesitamos la fe que obra por amor y purifica el alma».3 Cuán bellamente captura la misión de servicio en la que todavía nos involucramos. Hacia el final de ese artículo, nos recuerda: «La vida está llena de oportunidades para el misionero práctico. Cada hombre, mujer y niño puede sembrar cada día las semillas de palabras amables y hechos desinteresados».4 Capto un resplandor especial en la frase «misionero práctico». La gente necesita algo más que palabras. ¡Qué invitación atemporal para nosotros a ser misioneros prácticos comprometidos en una obra que ayuda, sana, eleva y restaura! No hay necesidad de ir a tierras lejanas cuando hay personas que necesitan misioneros prácticos a su alrededor.

Jesús reunió a sus discípulos en el Monte de los Olivos varias semanas después de su resurrección. Mientras se preparaba para partir al cielo,

había una cosa más importante que decirles: «Pero cuando venga sobre ustedes el Espíritu Santo recibirán poder, y serán mis testigos en Jerusalén, en Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra» (Hechos 1:8, RVC). El mandato de nuestro Señor en el primer siglo conserva su propósito singular para la Iglesia Adventista. Debemos planificar y actuar intencionalmente para la salvación de todas las diferentes personas en nuestras esferas de influencia. Personas que se parecen a nosotros culturalmente («Jerusalén y Judea»). Personas que son pasadas por alto y rechazadas («Samaria»). Incluso aquellos que se oponen a nuestros valores («y hasta el fin de la tierra»).

Estamos en el mejor momento como adventistas en la Pacific Union cuando elegimos individualmente ponernos el atuendo de un misionero práctico. Tal vez alguien lea estas palabras y se sienta atraído por el servicio en el extranjero. O alguien puede sentir la invitación de Dios a entrar en el servicio de tiempo completo como pastor o maestro. Sin importar nuestra edad, trabajo, educación, sexo o domicilio, todos somos llamados por Dios a prestar atención a las palabras de Jesús y ser sus testigos.

Las siguientes palabras han invitado a generaciones a una vida de propósito a través del servicio. ¿Qué te está llamando Jesús a hacer en su nombre hoy?

Haz todo el bien que puedas, por todos los medios que puedas, de todas las maneras que puedas, en todos los lugares que puedas, en todo momento que puedas, a todas las personas que puedas, siempre y cuando puedas.5

1Office of Archives, Statistics, and Research, General Conference of Seventh-day Adventists. 2 Ellen G. White, “Our Duty,” The General Conference Bulletin (1 de octubre de 1901), párrafo 17. 3Ellen G. White, “True Missionary Work,” Pacific Union Recorder (1 de agosto de 1901), párrafo 1. 4Ibíd., sin cursivas en el original. 5Atribuido a John Wesley.

_____________________________ Bradford C. Newton es el presidente de la Pacific Union Conference.

Estamos en el mejor momento como adventistas en la Pacific Union cuando elegimos individualmente ponernos el atuendo de un misionero práctico.

ISTOCK.COM/PAMELA_D_MCADAMS

This article is from: