HISTORIA DE LA FILOSOFÍA PARA BACHILLERATO III. Platón
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PLATÓN 1.
VIDA DE PLATÓN
Su familia Platón nace en la primavera del año 427 a. C., justo cuando comenzaban las Guerras del Peloponeso, y en el seno de una familia ilustre de Atenas. Hijo de Aristón y Perictione, recibió como nombre de pila el de Aristocles (lo de “Platón” es un apodo que significa “el de anchos hombros” y que hace referencia al tamaño de sus espaldas) y desde pequeño emparentó con la flor y nata de las grandes familias de Grecia: Se decía que los antepasados de su padre se remontaban hasta el rey Codros y que los de su madre provenían de Solón, el primer gran legislador de Atenas. Tuvo tres hermanos: Adimanto, Glaucón (personajes de uno de sus diálogos más conocidos e importantes, La República) y Potona. Familiares suyos fueron los políticos Cármides y Critias, funestamente célebres por haber pertenecido al gobierno de los Treinta Tiranos (gobierno títere impuesto por Esparta tras su victoria en las Guerras del Peloponeso y que en su escaso año de existencia, 404 a 403 a. C., instauró un férreo régimen de terror en la polis ateniense)
Encuentro con Sócrates. El acontecimiento decisivo de su juventud y de su vida es el encuentro, en el año 407 a. C., con Sócrates. Ambos tenían, respectivamente, 20 y 63 años, y entre ellos surge pronto una profunda amistad. Parece que a raíz de su encuentro con el maestro, Platón destruyó unas comedias que había escrito, abandonando la que sin duda hubiese sido una brillante carrera literaria para dedicarse a la filosofía. Idealizó la figura de Sócrates, manifestando una gratitud y devoción por su memoria que quedan patentes en la casi totalidad de sus escritos. El trato entre ambos debió, por tanto, ser frecuente hasta el 399 a. C., fecha en la que Sócrates bebe la cicuta, hecho que marcó a Platón para siempre.
Relaciones con la política Como él mismo confiesa en una carta autobiográfica, tuvo desde joven una clara inclinación por la política. Sin embargo, todas las vicisitudes y desengaños por los que pasó le hicieron desistir casi al final de su vida de tan vano empeño: “mientras no llegue al poder la raza de los puros y auténticos filósofos o hasta que los jefes de las ciudades, por una especial gracia, no se pongan verdaderamente a filosofar, no acabarán los males de los hombres” (Carta VII). Toda su obra es una defensa de esta idea. Platón fue invitado por sus tíos Critias y Cármides a colaborar con el gobierno de los treinta tiranos. Al darse cuenta que todas sus actuaciones iban encaminadas a tomar venganza de sus rivales políticos, los demócratas, y que incluso quisieron involucrar a su maestro Sócrates en acciones criminales, abandonó toda relación con ellos.
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Si la tiranía se convirtió en el reino de la injusticia y la revancha, la democracia no le fue a la zaga. Platón contaba 28 años de edad (399 a. C.) cuando ve morir a Sócrates por una falsa acusación. Nunca perdonó a la democracia el haber matado al único hombre que él consideraba digno de admiración. Tras la muerte de Sócrates, Platón emprende una serie de viajes, durante más de diez años, por Egipto, Cirene y Sicilia. Es en este último lugar, concretamente en la polis de Siracusa, donde se incorpora a la corte de Dionisio I, el famoso tirano. En la corte de Dionisio intimó con Dión, cuñado del tirano y admirador de los socráticos. Acaso Platón, o ambos amigos, criticaron las costumbres de la corte o, por alguna otra razón, despertaron los recelos del tirano, conocedor, quizás, de sus ambiciones de reformas políticas. El hecho es que finalmente Platón fue obligado a embarcar en una nave que, según el plan previsto por Dionisio, le llevó a Egina donde fue vendido como esclavo y milagrosamente rescatado por un paisano, Anniceris, que pagó su rescate. En el año 387 a. C. , de vuelta a Atenas, funda cerca del gimnasio de Academos su escuela de Filosofía, llamada por eso “Academia”, la que ha sido considerada “primera universidad de Occidente”, centro de formación de filósofos, estadistas y científicos y donde nadie podía entrar sin saber matemáticas. Veinte años después, en el 367 a. C. , Platón vuelve a Siracusa en un nuevo intento de realizar su ideal político. Había muerto Dionisio el Viejo y Dionisio II, que ostentaba el poder, parecía abierto a la filosofía platónica. Pero sin que se sepa exactamente por qué, Dión es desterrado y Platón apresado. Vuelve a Atenas, Para Platón, la conversación viva era el mejor método donde permanecerá seis años; pero en el 361 a. para enseñar filosofía. En la imagen, mosaico que C. emprende un tercer viaje a Siracusa. Quizás representa a Platón con sus discípulos intervino imprudentemente en favor del desterrado Dión, pero el hecho es que, nuevamente acusado, es retenido hasta que el político ateniense Arquitas obtiene su liberación.1 C.)
2.
Definitivamente decepcionado, Platón ya no abandonará la Academia hasta el año de su muerte (347 a.
OBRAS DE PLATÓN
Nunca se llamará la atención suficientemente sobre el hecho de que la producción filosófica de Platón está escrita, en su inmensa mayoría, en forma de diálogos, es decir, no tratados sistemáticos sino conversaciones a menudo salpicadas de bromas, grandes cantidades de vino, paseos, encuentros por la calle, interrupciones y anécdotas… con Sócrates llevando siempre la voz cantante. Por primera vez en la historia de la filosofía – y nunca después tan brillantemente – la filosofía es dramatizada.
Los diálogos platónicos tienen importantes ventajas respecto a otras formas de expresión filosófica: Son fieles al gusto genuinamente griego por las charlas y las conversaciones; acercan la escritura al habla, con todo el dinamismo que ello conlleva; hacen más asequibles las áridas y abstractas ideas filosóficas; son una ventana 1
Dión acabaría por derrocar a Dionisio. Sin embargo, sería asesinado y sustituido por otro tirano, Calipo. A los amigos de Dión, desterrados y que preparan la reconquista de Siracusa, Platón les dirige la Carta VII, para ponerlos en antecedentes del proyecto de Dión. Si estos pretenden ser fieles a su memoria, les ayudará con sus consejos - nunca apoyará la violencia -, si no, les ruega que se olviden de él.
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abierta a una época de la Historia; y, lo más importante, son síntoma de una filosofía abierta, en constante proceso.
Cuadro con las etapas de producción filosófica y obras más importantes de Platón
TEMÁTICA COMÚN
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Defensa de la figura de Sócrates.
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Intentos de definición de los grandes conceptos morales.
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PERIODO SOCRÁTICO O DE JUVENTUD (393 a 388 a. C.) DIÁLOGOS
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• • • PERIODO DE MADUREZ ( 388 a 369 a. C.) • • • • • •
DIÁLOGOS
• • • PERIODO DE VEJEZ (361 a 347 a. C.)
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DIÁLOGOS
Gorgias. Menón. El Banquete. Fedón Fedro La República Son diálogos críticos. Platón somete a juicio sus propias teorías. El lenguaje se hace cada vez menos poético y más difícil. Los problemas lógicos ocupan cada vez más espacio. Sócrates deja de ser el personaje principal en muchos de ellos.
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TEMÁTICA COMÚN
Alcibíades
Es la época de los diálogos fundamentales. Platón diseña en ellos la Teoría de las Ideas. Elaboración de la teoría del estado y la Justicia Aparecen la mayor parte de los mitos platónicos, bellos relatos alegóricos que han configurado la mentalidad occidental
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TEMÁTICA COMÚN
Apología de Sócrates Critón Ión Lisis Protágoras. Laques. Cármides Eutifrón.
Políticamente su postura se hace más dura y conservadora. • • • •
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Parménides Teeteto El Sofista. El Político Las Leyes
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3. EL PROPÓSITO DE LA FILOSOFÍA PLATÓNICA. El objetivo de la filosofía platónica, como señala el mismo Platón en la Carta VII, es claramente político:
“…Se habían corrompido la legislación y la moral hasta el extremo de que yo, en un principio tan ardoroso en trabajar por el bien público, considerando esta situación y viendo cómo todo iba a la deriva, terminé por aturdirme. Con todo, no cesé de atisbar los signos posibles de que tales acontecimientos mejorasen y especialmente el régimen político, aunque para actuar esperaba siempre el momento propicio. Por último, comprendí que todos los Estados actuales están mal gobernados, ya que su legislación es poco menos que irremediable si no se toman medidas enérgicas con el concurso de circunstancias favorables. Así, me vi impulsado de modo irremediable a ensalzar la verdadera filosofía y a proclamar que únicamente bajo su luz se puede reconocer dónde se halla la verdadera justicia en la vida pública y en la privada. Por tanto, los males no terminarán para los humanos antes de que la raza de los auténticos y puros filósofos llegue al poder, o los jefes de las ciudades, por un favor divino, se entreguen verdaderamente a la filosofía” (Carta VII, 326 a/b). Organizar el Estado de acuerdo con la “verdadera filosofía” no es más que perseguir un orden social fundamentado en la “verdadera justicia” y no en la idea de justicia que los poderosos sean capaces de imponer a la mayoría por medio de todo tipo de artimañas (la persuasión, la fuerza, la amenaza, la manipulación…). Para Platón, si en lugar de la “verdad” los hombres valoran simplemente la “opinión” – que es lo que ocurría en su época como consecuencia de la educación relativista y escéptica de los sofistas –, el Estado se corrompe legal y moralmente y triunfa la ley del más fuerte. La convicción de que la verdad sólo puede ser una y la misma para todos, y de que ésta es necesaria para poder vivir en la ciudad al amparo de Según Platón, los sentidos no son un instrumento fiable para alcanzar a la justicia, lleva a Platón a conocer el verdadero ser de las cosas situarse frente a los sofistas y junto a su maestro Sócrates. Éste había afirmado que el hombre puede hacer ciencia – incluso en el terreno moral – y que la ciencia es un conjunto de principios universales, necesarios e inmutables. De ahí la necesidad que Platón tiene de plantearse desde un principio si (1) verdaderamente existe algo verdaderamente universal e inmutable; (2) cómo se puede alcanzar su conocimiento y (3) demostrar las enormes ventajas prácticas que tendría la aplicación de ese conocimiento en la vertebración de un Estado justo, próspero y feliz.
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA PARA BACHILLERATO III. Platón 4. LA CONCEPCIÓN PLATÓNICA CONOCIMIENTO: LA TEORÍA DE LAS IDEAS
DE
LA
REALIDAD
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Y
EL
El mundo de las ideas La respuesta a los dos primeros interrogantes anteriores es tajante: sí, podemos poseer conocimientos necesarios, universales e inmutables (respecto a la Naturaleza, a la moral, a la sociedad, etc.) porque existen “objetos reales” que son necesarios, universales e inmutables. Sin embargo, cuando observo el mundo que me rodea, constato que es tal como lo describe Heráclito: veo temporalidad, es decir, veo cosas que cambian y fluyen constantemente, cosas que no perduran. Pero, ¿qué pasa si miro con los ojos de la mente? Ver con los ojos de la mente quiere decir, por ejemplo, ver más allá de un aparente acto de valentía y descubrir lo que es propio del valor de los héroes. O también, con otro ejemplo, ver más allá de este bello rostro la perfecta belleza. En resumen, ver con los ojos de la mente es conocer los modelos, las formas, la esencia de las cosas, lo que tienen en común todos los objetos del mismo tipo; captar su Idea. El eje central del pensamiento platónico lo constituye su teoría de las Ideas. Dicha teoría sostiene que existen dos mundos o realidades distintas: el mundo inteligible o mundo de las Ideas (cosmos noetós) y el mundo sensible o mundo físico (cosmos aisthetós). El mundo inteligible está integrado por una pluralidad de Ideas o entidades inmutables, eternas, inmateriales, simples, indivisibles y universales, que son totalmente independientes del mundo físico y constituyen la esencia del mismo. Para Platón las Ideas no son representaciones subjetivas (frecuentemente utilizamos el término “idea” como sinónimo de “concepto”, entendiendo por tal una representación intelectual cuya existencia es meramente mental), sino que son consideradas como seres que existen fuera de la mente, es más, como los seres más auténticamente reales.
El triángulo perfecto es la Idea, el modelo, de los triángulos que vemos
Aunque cada Idea es única e independiente, hay una especie de comunicación o participación de unas en otras de modo que el mundo ideal no resulta inconexo o desordenado, sino que las Ideas aparecen estratificadas jerárquicamente. Platón, en efecto, establece una estructura jerárquica de las Ideas que va desde las de rango inferior (las esencias de los seres físicos, a saber, la Idea de Hombre, de Perro, de Árbol…) hasta las de rango supremo (las Ideas éticas y estéticas, a saber, la Idea de Belleza y la Idea de Justicia) en cuya cúspide se sitúa el Bien. El Bien, como Idea suprema, es la más alta expresión de realidad y perfección; todas las demás Ideas dependen de la Idea de Bien, que les comunica su realidad y su perfección. Los seres físicos no son sino reflejo e imitación de la auténtica realidad. Hay, pues, una participación de los seres del mundo físico en el mundo de las Ideas. Así, por ejemplo, los hombres y mujeres de distintos países, culturas épocas históricas, etc., participan todos ellos de la Idea de Hombre y tienen la misma esencia. De este modo las Ideas, de cuya realidad pueden participar múltiples seres sensibles, constituyen un principio unificador frente a la pluralidad y dispersión del mundo físico. La teoría de las Ideas es el punto referencial de toda la filosofía platónica. Por ello, aunque fue una de las doctrinas que más evolucionaron en el pensamiento de su autor, Platón no la abandona jamás, si bien la somete a constante revisión y autocrítica.
El mundo sensible
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En el mundo sensible se encuentra la pluralidad de los seres naturales, cuyas propiedades son distintas y hasta opuestas a las de las Ideas. Los seres del mundo físico se caracterizan, en efecto, por su mutabilidad, composición, divisibilidad, corruptibilidad, etc. Por consiguiente, el mundo sensible no es plenamente real sino mera apariencia de la verdadera realidad: toda su realidad la posee por participación o imitación de las Ideas. En La República describe Platón la consistencia de los seres físicos a través del famoso mito de la caverna. Imagina Platón a unos prisioneros, encerrados en una oscura cueva, en cuyo fondo se reflejan las sombras que proyectan determinados objetos: Dado que los prisioneros no conocen otra cosa que las sombras, las confunden con los seres reales. Pero si fuesen desencadenados y pudiesen salir al exterior, reconocerían su error. Pues bien, esto es lo que ocurre a los seres del mundo sensible: no son más que sombras de la realidad auténtica, las Ideas. Tienen realidad en cuanto participan de las Ideas, pero no son la realidad auténtica.
Representación del Mito de la Caverna
El origen del mundo sensible La Teoría platónica de las Ideas implica que el mundo sensible (universo físico) es algo participado, que toda su realidad deriva de algún modo de la realidad auténtica de la Ideas. Si esto es así, es necesario interrogarse por la causa del surgimiento del universo, ya que las Ideas por sí mismas no pueden explicar la existencia de ningún ser en concreto. El origen del mundo sensible es descrito por Platón, en forma una vez más alegórica, en su diálogo Timeo. En dicha narración Platón afirma que el Cosmos es una creación del Demiurgo, que modela los seres del universo a partir de la materia caótica y eterna, utilizando como modelos las Ideas. En la formación del universo intervienen pues, a juicio de Platón, las siguientes causas:
La causa material: es la materia prima eterna y caótica, agitada por una serie de movimientos desordenados, que se mueve eternamente en un espacio vacío donde irán situándose los distintos seres una vez creados.
La causa formal y ejemplar : son las Ideas, que actúan como paradigmas o modelos que servirán al Demiurgo para dar forma a la materia a imagen y semejanza de ellas. En otro sentido las Ideas pueden ser consideradas causas finales de las cosas del mundo físico: el Demiurgo imprimirá a la totalidad de las cosas una tendencia al fin que a cada una le es propio, es decir, hacia su bien; en otras palabras, hacia la perfección y acabamiento que representan las Ideas.
La causa eficiente: es el Demiurgo o Inteligencia Ordenadora del universo, una especie de “divino creador” que desea un mundo bello y perfecto semejante al modelo eterno.
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La materia informe y las Ideas son, por tanto, anteriores a la acción del Demiurgo, lo que muestra la distancia entre la concepción Platónica del origen del universo y la cristiana, la cual implica que Dios crea el mundo de la nada, sin materia ni formas algunas que coarten su poder. A pesar de todo el Demiurgo, igual que el Dios cristiano, tiene una dimensión providencial pues produce las cosas naturales introduciendo en ellas una finalidad, aspiración o apetito que les lleva siempre a buscar su propia perfección o bien. La materia prima y el Demiurgo deben considerarse como hipótesis lógicas imprescindibles para que, una vez demostrada la necesidad de la existencia de las Ideas, la teoría resulte coherente en su totalidad y explique sin fisuras lo que pretende explicar.
Saber es recordar: teoría de la reminiscencia El caballo marrón que veo trotar, va un poco cojo; el triángulo que he dibujado es bastante irregular; esa cara es preciosa, pero tiene una enorme espinilla en la nariz. Entre las cosas sensibles y su correspondiente Idea hay un abismo: la Idea de caballo, de triángulo, de belleza tiene “más”. ¿Cómo llegamos a estas Ideas tan diferentes y alejadas de las cosas? Platón va a afirmar que el conocimiento auténtico, el que tiene por objeto las Ideas, es recuerdo (“anámnesis”) y no conquista o adquisición. Por eso, aprender es sinónimo de recordar y enseñar equivale a “ayudar a recordar lo olvidado”. De ahí que su maestro Sócrates dijera que, con sus diálogos, ejercía el oficio de partera o comadrona intelectual, porque su tarea esencial consistía en “ayudar a parir en el interior de cada uno las ideas, las verdades”.
En el diálogo Menón, Platón nos presenta a un esclavo analfabeto al que Sócrates propone resolver un complicado problema de geometría: construir un cuadrado con doble de área del que Sócrates traza en esos momentos en el suelo. En un primer intento el esclavo multiplica por dos la longitud de un lado y, partiendo de éste, genera el nuevo cuadrado; pero muy pronto se da cuenta de que su cuadrado es de superficie cuádruple y no doble. Guiado por las preguntas de Sócrates, el esclavo acaba descubriendo que el cuadrado de superficie doble se genera a partir de la diagonal del primer cuadrado.
Esta extraña teoría aparece por primera vez en el Menón. El diálogo es una búsqueda de la definición de virtud, es decir, del carácter común (Eidos) a todos los actos que llamamos virtuosos. Pero toda la búsqueda se enfrenta a una dificultad que ponen de manifiesto los sofistas: si lo buscado es conocido, la búsqueda carecería de sentido; pero si es desconocido, no sabríamos qué estamos buscando ni cómo reconocerlo si por casualidad nos topamos con él. Por tanto, se debería abandonar la investigación y conformarnos como tomar como medida de la virtud al propio individuo que juzga (“El hombre es medida de todas las cosas”). Sócrates ofrece una alternativa: lo que se busca no es enteramente conocido ni enteramente desconocido; es algo conocido pero que, de algún modo, fue olvidado. El conocimiento de lo universal es, por tanto, recuerdo, y para corroborarlo demuestra a sus contertulios cómo un esclavo analfabeto alberga sabiduría matemática en su interior (aunque velada y confusamente) puesto que, con una pequeña guía, es capaz de resolver allí mismo un complicado problema de geometría. En el Fedón y el Fedro, el hecho se explica en los siguientes términos:
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El ser humano debió estar en contacto con las Ideas antes de vivir su actual existencia, momento en el cual dicho conocimiento fue olvidado.
Las cosas del mundo sensible imitan las Ideas, son reflejos imperfectos de su infinita perfección. En tal caso, el contacto con las cosas del mundo sensible despierta en nosotros recuerdos dormidos. Así, cuando decimos, por ejemplo, que tal objeto es bello estamos recordando en realidad la existencia de la Belleza en sí (la Idea de Belleza) que inconscientemente nos sirve de modelo o patrón para emitir ese tipo de juicios sobre las cosas.
El recuerdo reduce a la unidad de la Idea la multiplicidad de las cosas particulares. Por eso, el conocimiento de las Ideas tuvo que ser previo a la actual percepción de las cosas concretas ya que si no fuese así sería imposible identificarlas.
Los grados de conocimiento: opinión vs ciencia. En La República Platón nos presenta su doctrina sobre el conocimiento en su formulación más elaborada. Allí, concretamente en el Libro VI, hace hincapié en la existencia de dos grandes tipos o grados de conocimiento: (1) por un lado, se encuentra el conocimiento sensible, el que obtenemos en este mundo a través de los órganos sensoriales. Dicho conocimiento, según Platón, resulta ser simple “doxa” u “opinión”, es decir, inexacto e inseguro por estar basado en la acumulación de experiencias sobre unos objetos (las cosas) individuales, contingentes y mudables. (2) Frente a él se sitúa el conocimiento intelectual (denominado por Platón “Ciencia” o “Episteme”). Este tipo de conocimiento – basado en razones y no en experiencias –, es exacto y seguro, puesto que sus objetos, las Ideas, son universales, necesarios e inmutables. No obstante, tanto dentro del conocimiento sensible como dentro del intelectual distingue Platón dos niveles o grados de conocimiento, que representa gráficamente en la conocida analogía de la línea de la siguiente manera:
Imágenes
Interior de la Caverna
Exterior de la caverna
Mundo sensible o visible
Mundo inteligible o de las Ideas
Animales, cosas
Objetos matemáticos
Ideas
Niveles de conocimiento
Línea
Niveles de realidad
Mito
Imaginación
Creencia Opinión (doxa)
Raciocinio
Intuición
Conocimiento o ciencia (episteme)
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1. El segmento AC representa el conocimiento sensible o conocimiento del mundo físico (mundo visible o sensible), y es propio de las personas que, careciendo de educación, se dejan llevar por la información de los sentidos. Proporciona opinión (doxa), y posee dos niveles:
El representado por el segmento AD es la imaginación (eikasía), aquel conocimiento que se obtiene a través de los sentidos, de las imágenes de las cosas. En este tipo de conocimiento reina la imprecisión, la confusión, pues confusos e imprecisos son esos objetos a los que llamamos imágenes, reflejos o sombras. Dentro del “mito de la caverna” corresponde al conocimiento que los prisioneros encadenados tienen de las sombras que el fuego y los objetos que pasan tras ellos proyectan sobre el fondo de la caverna. El representado por el segmento DC es la creencia (pistis), que es el conocimiento que se obtiene – también a través de los sentidos, de la percepción – de las cosas del mundo sensible propiamente dichas (animales, plantas, cosas fabricadas...). Por ser un conocimiento de realidades que están en continuo cambio, da origen a enunciados que carecen de exactitud. En el mito de la caverna este tipo de conocimiento corresponde al del prisionero liberado de las cadenas que percibe confusamente los objetos que proyectaban sombras en el fondo de la cueva. Es el conocimiento propio de las que hoy llamamos “ciencias empíricas”.
2. El segmento CB representa el conocimiento intelectual, o conocimiento de los objetos inteligibles sólo captables por medio de la razón. Es propio de las personas instruidas, de los filósofos, proporciona seguridad y exactitud, es decir, ciencia, y tiene también dos niveles:
El representado por el segmento CE es el denominado razón discursiva o conocimiento que se obtiene cuando se razona sobre axiomas o postulados y se deducen consecuencias lógicas de ellos. Es el conocimiento propio de los matemáticos. A veces se apoya en elementos sensibles (por ejemplo, las representaciones geométricas, las representaciones numéricas, etc. ). En el mito de la caverna corresponde al conocimiento que el prisionero liberado tiene de las cosas del mundo exterior a través de sus reflejos en las aguas o en la noche.
El representado por el segmento EB es el denominado razón intuitiva, o conocimiento que se obtiene cuando, tomando los axiomas y postulados como simples hipótesis y con el único apoyo de la razón, se va al principio o fundamento de los mismos, es decir, a las propias Ideas y sus relaciones. Para él se prepara el filósofo durante toda su vida.
La «dialéctica». Para llegar al verdadero conocimiento y salir de la ignorancia hay que seguir un método que Platón denomina dialéctica. Platón hace referencia en todas las etapas de su producción filosófica a la “ciencia” o el “arte” dialéctica. Sin embargo, y a pesar de la profusión de citas y comentarios sobre ella, el término no llega nunca a presentar un significado concreto. Tal indefinición hace que resulte difícil y controvertido decantarse por una de las acepciones de dialéctica. Por nuestra parte, nos conformaremos con hacer un breve repaso de las distintas aproximaciones que Platón hace al término en sus diálogos:
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Diálogos de juventud: La dialéctica es considerada al modo socrático: un método de discusión que pretende llegar al acuerdo entre los contrincantes sobre un tema respecto al que mantienen de partida posiciones contrarias.
Diálogos de madurez: El término adquiere un doble significado:
(1) Fundamentalmente en La República (Libros V, VI y VII), Platón define la dialéctica como una “peregrinación hacia el saber supremo” o como “el verdadero camino del conocimiento” . El dialéctico - el auténtico filósofo - es definido como “aquél que se vale de este arte para intentar dirigirse, con la ayuda de la razón y sin intervención de ningún sentido, hacia lo que cada cosa es en sí” . En otros pasajes se refiere a ella como “el liberarse de las cadenas” o como “el modo de sacar al alma del bárbaro lodazal en que se halla sumida”. Al margen de metáforas y licencias literarias, podemos deducir de dichos textos que lo que Platón entiende por dialéctica es el proceso intelectual que tomando como hipótesis (ayudas o peldaños) los saberes sensibles (artes, ciencias empíricas) logra, mediante un progresivo desapego de la experiencia, el conocimiento de la realidad de las cosas (de su esencia, de lo que son en sí más allá de lo que parecen ser, es decir, de las Ideas). En este sentido, cabría afirmar que la dialéctica es identificada por Platón con la verdadera ciencia, es decir, con la Filosofía. Dado lo anterior, el filósofo o dialéctico (el que, según Platón, tiene la enorme responsabilidad de gobernar el Estado) debe recibir una educación muy especial: será adiestrado paulatinamente en el conocimiento de las artes y saberes clásicos (Gimnasia, Música, Aritmética, Geometría y Astronomía). Dentro de este elenco de saberes que sirven como propedéutica (preparación o adiestramiento) para el saber supremo, ocupa una relevancia especial la matemática (aritmética y geometría) ya que ella es la ciencia más racional (en la que menos importancia tiene la experiencia), la que “más se acerca al verdadero ser” , aunque “sólo lo toque como en sueños”.
(2) En el Sofista, Parménides y Filebo. La dialéctica es entendida en un sentido más restringido que el anterior. Aquí se la considera como un tipo de ciencia no empírica o costoso método racional, a caballo entre la Lógica y la Definición Lingüística, que trata de deducir racionalmente las Ideas (cuántas y cuáles son, cómo están relacionadas entre sí) a partir de un número muy reducido de ellas. En este sentido, habría que entender que con la dialéctica aquí se refiere Platón al conocimiento que antes denominamos razón intuitiva
5. RELACIÓN ENTRE ÉTICA Y POLÍTICA. El origen y la naturaleza del alma. Platón establece una clarísima correlación entre alma y Estado, o lo que es lo mismo, entre ética y política. De ahí que antes de entrar en estas últimas nos ocupemos de su teoría sobre la constitución del ser humano, y más en concreto sobre el alma. La palabra “alma” ( psique) significa, en los poemas homéricos, vida. Vida como principio, como latido, como En el diálogo Fedro, Platón compara al alma con un carro tirado movimiento. Esta idea de que el cuerpo por dos caballos y conducido por un auriga. está recorrido por un soplo que lo alienta se encuentra ya en los primeros testimonios escritos de nuestra cultura. Para Platón, el alma es, pues, el principio de la vida del cuerpo y, a la vez, el elemento opuesto a éste, entre ambos no hay más que una sufrida unión accidental (concepción dualista: por un lado, el alma, por otro, el cuerpo, aunque “el hombre es su alma”) ¿Qué motivó que dos elementos tan distintos acabaran uniéndose? Esto es descrito en el Fedro en forma mítica. El alma reside desde toda la eternidad en el mundo inteligible, donde es completamente feliz
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contemplando las Ideas. Va en la procesión, que circula por los cielos, en un carro tirado por dos caballos alados, uno blanco (bueno y noble) y otro negro (rebelde e indómito). El carro es conducido por un auriga que intenta coordinar los movimientos de ambos caballos: el caballo blanco obedece dócilmente, pero el negro se desboca y el auriga pierde las riendas, despeándose el carro y cayendo al mundo sensible donde se entremezcla con la materia. Según esta narración, la encarnación del alma en un cuerpo material debe interpretarse en el sentido de un castigo impuesto al alma por una falta cometida. Si tenemos presente que el auriga representa lo racional, el caballo blanco la parte irascible, y el caballo negro la concupiscible (volveremos más adelante sobre estos conceptos), es patente que las pasiones se han rebelado contra la razón y, en consecuencia, el alma debe ser castigada a la purificación de su culpa por medio de la unión con el cuerpo (en realidad, siempre que la razón pierde las riendas, es el cuerpo quien domina y el alma la que sufre). Por otra parte, esta explicación del origen del alma supone la admisión de la preexistencia de las almas, creencia que, junto con la transmigración, había heredado Platón de los pitagóricos.
Platón sostenía que el alma consta de tres partes: una concupiscible que guía la búsqueda del placer (imagen derecha); otra irascible que da origen a nuestros sentimientos competitivos e instintos agresivos (imagen superior) ; y otra racional, responsable de nuestras capacidades cognoscitivas e intelectuales (imagen izquierda).
La experiencia enseña a Platón que ese “motor que se mueve a sí mismo” llamado alma está compuesto de tres fuerzas. Es curioso que llegase a esta conclusión al comparar el régimen político ideal con el individuo que debía formar parte de él (aclararemos este punto al estudiar la política). Estas funciones o partes, cuya traducción castellana no es fácil, se pueden describir de la siguiente forma:
a) La primera función o parte del alma es la que entiende (logistikón). b) La segunda es la que quiere, y que expresa lo que llamaríamos, de un modo muy general, voluntad (thymoeides), porque thymos significa también ánimo, esfuerzo, impulso, deseo. c) La tercera parte es la que tiene que ver con tendencias o deseos menos controlados que los anteriores (epithymetikón). La terminología tradicional ha llamado a estas tres “formas”, respectivamente, racional, irascible y concupiscible, pero esto supone, en buena parte, una interpretación muy restrictiva y anquilosada de ese principio vital. Platón se enfrenta a ese fenómeno del alma y sus manifestaciones, lejos aún de cualquier teoría de facultades psicológicas. Toda esta variedad de niveles en el alma no es sino el reconocimiento de lo que es realmente el ser humano: animal racional , con motivaciones, impulsos y deseos que a veces nos hacen perder la razón.
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Destino del alma. El alma está destinada a la inmortalidad. Una vez expiada su culpa (si fuese preciso, tras sucesivas reencarnaciones), el alma retornará a su origen primitivo: el mundo de las Ideas. Platón está profundamente convencido de la existencia de otra vida más allá de la muerte y busca insistentemente pruebas en las que fundamentar su convicción. A demostrar la inmortalidad del alma dedica el Fedón. Varios son los argumentos esgrimidos para la consecución de su objetivo, siendo de todos ellos el más conocido el argumento de la simplicidad del alma. Sólo se pueden disolver – y la muerte es disolución – aquellas cosas que por naturaleza son compuestas, dado que sus elementos se pueden disgregar de la misma forma que se compusieron. Lo simple, y el alma lo es – al ser espiritual – , no se puede disgregar y se encuentra siempre en el mismo estado. Sin estar sometido a cambios.
La ética platónica La ética de Platón es eudaimonista (edudaimonía, en griego, significa felicidad), es decir, Platón considera que el supremo bien del hombre es su felicidad, que todos los hombres aspiran a ser felices. Se plantea, pues, el problema siguiente: ¿en qué consiste ese bien? ¿Qué es capaz de hacer feliz al ser humano? Para explicar este problema se dieron dos soluciones extremas (representadas por los sofistas y Sócrates respectivamente). Platón las analiza y descubre sus fallos:
La felicidad se identifica con el placer (Sofistas)
Para Platón el placer, entendido exclusivamente como posesión y disfrute de cosas materiales, no puede ser el bien supremo para el ser humano: el hombre necesita de la inteligencia para saber qué cosas producen verdadero placer (y no dolores a la larga) y disfrutar conscientemente de ellas. Eso implica una tendencia natural al autocontrol.
La felicidad se identifica con la sabiduría (Sócrates)
En contra de los sofistas, Platón pensaba que una vida abundante en bienes materiales no es sinónimo de una vida feliz
Según Platón, una vida puramente contemplativa que careciese de todo placer corporal no puede ser lo que haga feliz al ser humano. El hombre no es pura inteligencia (también es pasión y deseo) y, por tanto, su bien no puede consistir solamente en la sabiduría. En conclusión: Platón rechaza ambas teorías por ser unilateralmente insuficientes. Una vida entregada por entero al disfrute sensual es una vida inestable e insuficiente. No es una vida verdaderamente humana (somos fundamentalmente seres racionales). Pero el bien del hombre no puede ser únicamente la sabiduría, la vida intelectual pura y contemplativa. Esa vida tampoco es humana (somos deseo y pasión). La solución platónica consistirá en una mezcla dosificada y adecuada de placer y conocimiento. Esa es la verdadera vida virtuosa y, por tanto, la auténtica vida feliz. Platón considera que el Bien (ley moral, norma suprema de nuestros actos, cuyo conocimiento y práctica lleva a la felicidad) es una Idea y, por tanto, algo universal y eterno. No depende de las circunstancias ni se puede confundir con las normas sociales. Este Bien es accesible al hombre : podemos contemplarlo imperfectamente y poseerlo fugazmente en este mundo a la espera de la felicidad eterna tras la muerte. Sin embargo, se plantea el problema de cómo acceder al Bien (su conocimiento y disfrute) en este mundo, es decir, cuáles son las claves de la felicidad durante la vida. Dos son los caminos que, según Platón, anticipan la felicidad en este mundo:
1. La filosofía. Entendida como largo proceso educativo (de purificación) que despierta en el hombre el amor por la verdadera sabiduría y lo encauza para que, despegándose progresivamente del uso de
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los sentidos, llegue a conocer lo que es auténticamente verdadero, bueno o valioso (la Idea del Bien) y lo pueda aplicar, posteriormente, en la dirección de su conducta.
2. La práctica de la virtud. La virtud es la fuerza anímica (algo propio del alma) que ayuda al hombre a superarse. Por tanto, hay tantas clases de virtud como partes del alma. Todas ellas son necesarias aunque en cada hombre predomine una sobre las otras: − Sabiduría o prudencia. Virtud propia del alma racional. Implica el conocimiento de los fines verdaderos de la conducta humana (lo que nos conviene) y, por tanto, la capacidad para decidir lo que se debe hacer en cada ocasión concreta. − Fortaleza. Virtud propia del alma irascible. Se define como la fuerza de ánimo o de voluntad para seguir la conducta más prudente en cada caso (la determinada por la razón). En ocasiones supone sobreponerse al sufrimiento y al dolor y sacrificar los placeres cuando se trata de cumplir con el deber. − Templanza o moderación. Virtud propia del alma concupiscible. Se considera como disposición moderada de los apetitos, regulación interna que nos impide ser Platón pensaba que la virtud fundamental del Estado y del individuo es arrastrados por deseos abundantes y excesivamente intensos. la Justicia. Sólo donde hay justicia resultan bien engranados elementos dispares que necesitan de colaboración mutua
La virtud fundamental es la justicia o armonía, una virtud que comprende a todas las demás: el hombre armónico, ajustado, es el hombre sabio, de carácter valeroso y apetitos moderados; es decir, sólo el hombre de pensamientos prudentes es capaz de saber lo que verdaderamente debe hacer (distinguir lo verdaderamente valioso de lo que parece serlo y no lo es), desearlo con fuerza (sin olvidar que las necesidades materiales necesitan ser satisfechas para vivir) y tener la suficiente fuerza de voluntad para perseguirlo superando todas las adversidades, renunciando a placeres y beneficios inmediatos que, aún no siendo adecuados para una vida feliz, resultan sumamente atractivos. Se puede apreciar que filosofía y virtud están muy relacionadas: la virtud tiene su función en reprimir las pasiones inferiores y preparar al alma (a su parte más elevada, la razón) para la contemplación de la Idea del Bien. La filosofía (educación) favorece la virtud: el filósofo es, a la postre, el hombre plenamente virtuoso.
La política platónica La ética conduce a la política (ya adelantábamos anteriormente que entre alma y Estado hay una estrecha relación) porque sólo en una sociedad justa es posible educar hombres justos, la estructura de ésta se encuentra reflejada en el alma. Pero vayamos por partes. El fin de la filosofía platónica es, indudablemente, la política. Es la honda preocupación por los temas políticos la que lleva a Platón a la formulación teórica de un orden social ideal capaz de procurar la felicidad a todos los ciudadanos; un régimen político universal e intemporal, fundado sobre firmes bases racionales, que evitará las luchas entre clases. Frente al relativismo sofista, Platón asegura que ninguno de los regímenes políticos conocidos cumple con dichos requisitos.
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Para una comprensión adecuada del pensamiento político de Platón es necesario tener en cuenta la dimensión social que el autor concede a la naturaleza humana: el hombre no es un ser aislado, independiente, capaz de realizarse en solitario, sino un ser inmerso en la vida del Estado. Dicho de otro modo, el hombre necesita de los demás para realizarse plenamente tanto en el orden material como en el moral. La sociabilidad es, según Platón, connatural al hombre y éste sólo alcanza su perfección en el seno de la ciudad. Lejos de la opinión de los sofistas, Platón afirma que la sociedad es un bien para el ser humano y no algo hostil al mismo. Se plantea el problema de cuál es la característica fundamental de semejante Estado ideal. Por encima de todas hay una que lo define: la Justicia. Para Platón, la Justicia es la virtud principal del Estado perfecto. Justicia es sinónimo de armonía y orden social y ésta es el resultado de la aceptación voluntaria del papel social que a cada ciudadano debe corresponder según sus propias cualidades naturales y su estricto cumplimiento en favor del bien común. Sólo un Estado armónico, es decir, justo, puede producir felicidad para el individuo y para el colectivo de los ciudadanos. Según Platón, el Estado brota espontáneamente de la división del trabajo, imprescindible para dar satisfacción a las múltiples necesidades que van surgiendo. Se trata de que cada ciudadano desempeñe una función que contribuya al bien común, meta a la que deben supeditarse todos los intereses particulares.
Para Platón, el Estado perfecto tiene una estructura piramidal constituida por tres clases sociales. En la base se situarían los productores, por encima de ellos los guerreros y, en la cúspide, los gobernantes. Cuando cada clase social realiza el cometido para el que mejor está dotada, sometiéndose a los designios racionales de los gobernantes, en el Estado reina la Justicia, la armonía y la felicidad.
Las diferentes funciones o papeles sociales deben estar en estrecha relación con las capacidades naturales de cada individuo. Es por eso que Platón señala tres estamentos o clases sociales, en paralelismo con las tres funciones del alma:
La clase de los artesanos
−
Está integrada por todos aquellos ciudadanos en los que predomina el alma concupiscible.
−
Si se dan las condiciones adecuadas, presentarán la virtud de la moderación.
−
Tiene por misión producir los bienes materiales necesarios para la subsistencia del Estado.
−
Tiene derecho a la propiedad privada, a elegir esposa y a criar a sus hijos.
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La clase de los guardianes o guerreros
− Está integrada por todos aquellos ciudadanos en los que predomina el alma irascible. (Platón considera que pueden ser tanto varones como mujeres) − Deben presentar la virtud del valor (que lleva a acometer resueltamente grandes empresas y a arrostrar con firmeza los peligros sin caer en la temeridad) − Su misión es defender al Estado de los ataques exteriores y mantener el orden y la seguridad públicas. − No tienen derecho a la propiedad privada. La asignación de cónyuges y la educación de los hijos es potestad del Estado. Una educación larga y adecuada los lleva a admitir esta situación de buen grado.
La clase de los gobernantes
1. Está integrada por aquellos ciudadanos en los que predomina el alma racional (Platón considera que pueden ser tanto varones como mujeres) 2. Su virtud es la prudencia o la sabiduría (sensatez, buen juicio, capacidad para discernir entre lo que es bueno y lo que es malo) 3. Su misión es la más importante de todas: legislar y velar por el cumplimiento de las leyes, que serán siempre justas porque emanan de un profundo conocimiento de lo que es la Justicia. 4. No aspiran ni a honores ni a riquezas puesto que, desde el primer momento, son desposeídos de ellas (no tienen derecho a ningún tipo de propiedad privada) y educados desde pequeños para ser consecuentes con su condición de máximos servidores públicos. Son elegidos de entre los mejores de la clase de los guardianes y su entrenamiento dura hasta que han cumplido cerca de sesenta años.
6. GLOSARIO DE TÉRMINOS Fuente: Javier Echegoyen Olleta. Historia de la Filosofía (Vocabulario y ejercicios). Vol. I. Madrid, Edinumen, 1997 CIENCIA (O EPISTEME) Platón distingue dos géneros fundamentales de conocimiento: la Ciencia (episteme) y la Opinión (doxa). A su vez, el tipo de conocimiento que denomina Ciencia se divide en inteligencia (noûs) o dialéctica o filosofía y pensamiento discursivo, y la Opinión en creencia y conjetura. La noción actual de ciencia no coincide totalmente con la platónica: para este filósofo la ciencia era el conocimiento estricto (universal y necesario ) de lo absoluto, de lo eterno (que identificaba con las Ideas) y una tarea eminentemente racional. Solo la ciencia que llamamos matemática coincide casi totalmente con esta forma de entender la ciencia, pero muchos conocimientos que ahora llamamos científicos caerían en lo que Platón denomina mera opinión: por ejemplo, los que apenas son algo más que meras generalizaciones empíricas, como la sociología, la psicología, la economía… Por el contrario, la física teórica estaría a medio camino entre la opinión y la ciencia, dado su carácter eminentemente matemático y racional.
DUALISMO ANTROPOLÓGICO Doctrina filosófica según la cual en el ser humano encontramos dos principios con características y destinos distintos, el alma y el cuerpo
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En correspondencia con su dualismo ontológico, Platón defiende un claro dualismo antropológico: creerá que en el ser humano encontramos dos principios opuestos: el cuerpo que nos vincula con la realidad material y pertenece al Mundo Sensible, y el alma que es el principio inmaterial, divino e inmortal y que nos vincula con el Mundo de las Ideas. Para Platón el ser humano se identifica más con el alma que con el compuesto de alma y cuerpo por lo que creyó en la encarnación del alma en una situación transitoria y contraria a su destino. La idea de cuerpo como el origen del mal y la ignorancia, y del alma como lo bueno y dimensión positiva del hombre se concreta en su concepción del cuerpo como cárcel del alma DUALISMO ONTOLÓGICO Platón defiende un claro dualismo ontológico al afirmar que la realidad está dividida en ámbitos totalmente distintos: el conjunto de las cosas espacio-temporales, mutables y abocadas a la muerte, al que da el nombre de Mundo Sensible, y el conjunto de entidades no espaciales ni temporales, inmutables y eternas, al que da el nombre de Mundo Inteligible o Mundo de las Ideas. Aunque los dos mundos tienen existencia y realidad, es el Mundo Inteligible el fundamental y primero, mientras que el Mundo Sensible tiene ser y se puede conocer en la medida en que participa o imita al Mundo de Las Ideas. Platón utiliza en ocasiones la expresión “Mundo visible” para referirse al Mundo Sensible.
OPINIÓN La “opinión” o “doxa” es el nombre que Platón da a una de las formas de conocimiento. Este conocimiento se fundamenta en la percepción, se refiere al Mundo Sensible, es decir, a las cosas espacio-temporales, a las entidades corporales, y, en la escala de los conocimientos, es el género de conocimiento inferior La opinión se divide a su vez en dos especies o tipos de conocimiento: la conjetura, que es el conocimiento que tenemos de las cosas cuando vemos sus sombras o reflejos, y la creencia, que es el conocimiento que tenemos de las cosas cuando las percibimos directamente y nos formamos un juicio de ellas.
PARTICIPACIÓN Modo de vincularse el Mundo Sensible con el Mundo de las Ideas gracias al cual las cosas físicas gozan de cierto grado de realidad y cognoscibilidad
Platón considera que la verdadera realidad pertenece a las Ideas. Sin embargo, no niega toda la realidad a las cosas física o perceptibles. Las cosas visibles tienen ser pero no perfecto ni genuino: son como sombras de la auténtica realidad. Las cosas físicas tienen realidad en la medida en que en ellas de alguna manera se concretan o materializan las Ideas. Platón emplea dos expresiones para indicar este vínculo entre ambos mundos: “participación” e “imitación”.
PURIFICACIÓN Práctica moral encaminada al cuidado del alma a partir del rechazo de los deseos y necesidades corporales.
Influido por la religión órfica, Platón defendió una concepción pesimista de la realidad humana: en este mundo el alma vive prisionera del cuerpo y sus urgencias o necesidades. En la medida en que el destino del
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alma no es el mundo corporal y sus valores sino el mundo espiritual, y que ambos mundos están enfrentados, la tarea moral e intelectual del ser humano consistirá en intentar liberarse de las exigencias del cuerpo y de sus limitaciones. La purificación o ascesis, es precisamente este proceso de liberación. Desde un punto de vista moral consiste en intentar eliminar o moderar los apetitos sensibles (apetito sexual, deseo de bienes materiales, gula…); desde un punto de vista intelectual consiste en intentar llevar una vida de conocimiento, de ejercicio de la razón. Esto es lo que parece indicar la extraña afirmación platónica según la cual filosofar es aprender a morir y ensayar la muerte : la auténtica filosofía nos obliga a dirigir los ojos del alma fuera del mundo corporal, hacia el mundo de las Ideas, separándose en cierta medida del cuerpo, “muriendo” en un cierto sentido. VIRTUD Perfección del alma El tema de la virtud en Platón incluye dos cuestiones fundamentales: la relativa al modo en que se puede poseer la virtud y la relativa a su esencia o naturaleza. En cuanto a la primera cuestión vemos en este filósofo la huella de su maestro Sócrates: quien posee una virtud posee un cierto conocimiento: no se puede hacer el bien y la justicia si no se sabe qué es el bien o la justicia, del mismo modo que no se puede levantar un puente sin tener conocimientos de ingeniería. En cuanto a la segunda cuestión, el tema de la esencia de la virtud, Platón la concibe como un estado que concierne al alma en función de su propia naturaleza. Como el alma humana tiene varias partes, a cada una de ellas le corresponderá una virtud: así, la virtud de la parte racional es la prudencia que consiste en el conocimiento de los fines verdaderos de la conducta humana, en el conocimiento de lo que se debe hacer en cada ocasión particular; a la parte irascible le corresponderá la virtud de la fortaleza, disposición de la voluntad gracias a la cual podemos realizar la conducta que la prudencia enseña en cada momento, realización que muchas veces pasa por renunciar a muchos placeres y beneficios propios; finalmente, a la parte concupiscible le corresponderá la virtud de la templanza: disposición moderada de los apetitos que le permite al alma no ser perturbada continuamente con deseos abundantes y excesivamente intensos.
7. TEXTOS DE PLATÓN. República, libro VI 504e –511e y libro VII 5614 a-521a Fuente: J. Manuel Navarro Cordón/Tomás Calvo Martínez. Historia de la filosofía. Madrid, Anaya, 1996 LA OBRA
El tema central del diálogo La República es la justicia. Como en otros diálogos platónicos, los adversarios de Platón son los sofistas, más concretamente las dos tesis sofísticas según las cuales (1) la justicia, de acuerdo con la naturaleza, es el dominio del más fuerte y (2) el injusto es siempre más feliz que el justo (entendiendo por “justo” lo que convencionalmente se entiende). Frente a la primera tesis, Platón tratará de definir qué es realmente la justicia y contra la segunda tratará de demostrar que la felicidad sólo es posible donde reina la justicia. La República está compuesta por diez libros, cuya temática es la siguiente: a) Los libros II, III y IV están dedicados a definir qué es la justicia. Para ello Platón examina las clases o grupos sociales de que se compone un Estado (productores, guardianes y gobernantes), descubriendo que la justicia en dicho Estado consiste en la armonización de las tres clases cuando cada una de ellas se dedica al cumplimiento adecuado de su función propia. b) Los libros V, VI y VII están dedicados a estudiar bajo qué condiciones puede realizarse un Estado justo. Platón propone tres medidas a adoptar: (1) la igualdad entre los hombres y las mujeres, (2) la supresión de la familia y de la propiedad privada para guardianes y gobernantes y (3) encomendar el gobierno a los verdaderos filósofos.
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c) Tras ocuparse del programa educativo que debe seguir el futuro filósofo, los
últimos libros de La República (VIII, IX y X) se ocupan de la injusticia, de la educación y del tema de la felicidad TEMÁTICA DE LOS FRAGMENTOS SELECCIONADOS
Al referirse a la educación del filósofo-gobernante, Sócrates (personaje principal del diálogo junto con los hermanos del propio Platón, Adimanto y Glaucón) ha afirmado que éstos han de realizar “un largo recorrido” hasta alcanzar “el estudio supremo” u “objeto supremo” de conocimiento, que no es otra cosa que la Idea del Bien. El análisis que ofrece Sócrates al respecto se ayuda de tres metáforas muy conocidas:
a) El símil del sol. Sócrates no define en qué consiste la Idea suprema. En lugar de dar una definición exacta, establece una comparación entre el Bien y el Sol. Así, mientras el Sol es el rey del mundo físico y la causa tanto de la existencia de todas las cosas visibles como de la posibilidad de su percepción, el Bien es “El Sol de las Ideas” y, por tanto, causa de su existencia e inteligibilidad.
b) La analogía de la línea. El símil del sol explica, por analogía, el lugar y la función en relación con las Ideas y nuestro conocimiento de ellas. Por su parte, el ejemplo de la línea expone tanto las realidades existentes como los tipos de conocimiento que podemos obtener de cada una de ellas. Asimismo, la analogía expone el proceso de conocimiento que el filósofo debe seguir hasta alcanzar la ciencia suprema: la dialéctica 2
c) El Mito de la Caverna. La ascensión de los filósofos hacia el verdadero conocimiento es explicada también a través de esta alegoría 3. Mención especial atención las implicaciones morales, políticas y educativas de este pasaje de La República. Allí afirmará Platón que “educar” no consiste en introducir conocimientos en la mente del educando (así lo concebían lo sofistas), sino en dirigir su mirada a donde merece la pena mirar
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FRAGMENTOS
El símil del Sol
Y de aquellas cosas decimos que son vistas pero no pensadas, mientras que, por su parte, las ideas son pensadas, mas no vistas.
Indudablemente
Ahora bien, ¿por medio de qué vemos las cosas visibles?
Por medio de la vista
Pero, al poder de ver y de ser visto, ¿no piensas que le falta algo?
¿Qué cosa?
Si la vista está presente en los ojos y lista para que se use de ella, y el color está presente en los objetos, pero no se añade u tercer género que hay por naturaleza específicamente para ello, bien sabes que la vista no verá nada y los colores serán invisibles.
¿A qué te refieres?
A lo que tú llamas “luz”
Dices la verdad
Pues bien, ¿a cuál de los dioses que hay en el cielo atribuyes la autoría de aquello por lo cual hace que la vista vea y que las más hermosas cosas visibles sean vistas?
Sócrates no define el bien, sino que se apoya en una comparación
Al mismo que tú y cualquiera de los demás, ya que es evidente que preguntas por el Sol.
Pero dejemos por ahora, dichosos amigos, lo que es en sí mismo el bien; pues me parece demasiado como para que el presente impulso permita en este momento alcanzar lo que juzgo de él. En cuanto a lo que parece un hijo del bien y lo que más se le asemeja, estoy dispuesto a hablar si os place a vosotros; si no, dejamos la cuestión (...) Para ello debo estar de acuerdo con vosotros y recordaros lo que he dicho antes y a menudo hemos hablado en otras oportunidades (a saber) que hay muchas cosas bellas, muchas buenas, y así con cada multiplicidad, decimos que existe y la distinguimos con el lenguaje. También afirmamos que hay algo Bello en sí y, análogamente, respecto a todas aquellas cosas que postulábamos como múltiples; a la inversa, a su vez postulamos cada multiplicidad como siendo una unidad, de acuerdo con una idea única, y denominamos a cada uno “lo que es”
Entonces ya podéis decir qué entendía yo por el hijo del bien, al que el bien ha engendrado análogo a sí mismo. De este modo, lo que en el ámbito de lo inteligible es el bien respecto de la inteligencia y de lo que se intelige, esto es el Sol en el ámbito visible respecto de la vista y de lo que se ve.
¿Cómo? Explícate.
Bien sabes que los ojos, cuando se los vuelve sobre objetos cuyos colores no están ya iluminados por la luz del día sino por el resplandor de la Luna, ven débilmente, como si no tuvieran claridad en la vista. Pero cuando el Sol brilla sobre ellos, ven nítidamente y parece como si estos mismos ojos tuvieran claridad.
Sin duda.
Del mismo modo piensa así lo que corresponde al alma: cuando fija su mirada en objetos sobre los cuales brilla la verdad y lo que es, intelige, conoce y parece tener inteligencia; pero cuando se vuelve hacia lo sumergido en la oscuridad, que nace y crece, entonces opina y percibe débilmente con
¿Qué es el Bien?
Pero tú, Sócrates ¿qué dices que es el bien? ¿Ciencia, placer o alguna otra cosa?
¡Hombre! Ya veo que no te contentarás con lo que opinen otros acerca de eso.
Es que no me parece correcto, Sócrates, que haya que atenerse a las opiniones de otros y no a las de uno, tras haberse ocupado tanto tiempo de esas cosas.
¿Quieres acaso contemplar cosas lamentables, ciegas y tortuosas en lugar de oírlas de otras claras y bellas?
¡Por Zeus! – exclamó Glaucón – . No te retires, Sócrates, como si ya estuvieras al final. Pues nosotros estaremos satisfechos si, del modo en que discurriste acerca de la justicia, la moderación y lo demás, así discurres acerca del bien.
Así es
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA PARA BACHILLERATO III. Platón opiniones que la hacen ir de aquí para allá, y da la impresión de no tener inteligencia.
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crece, y también el género íntegro de las cosas fabricadas por el hombre.
Eso parece, en efecto.
Pongámoslo
Entonces, lo que aporta la verdad a las cosas cognoscibles y otorga al que conoce el poder de conocer, puedes decir que es la idea del bien. Y por ser causa de la ciencia y de la verdad, concíbela como cognoscible; y aun siendo bellos tanto el conocimiento como la verdad, si estimamos correctamente el asunto, tendremos a la idea del bien por algo distinto y más bello que ellas. Y así como dijimos que tomar la luz y la vista por afines al Sol, pero que sería erróneo creer que son el Sol, análogamente ahora es correcto pensar que ambas cosas, la verdad y la ciencia, son afines al bien, pero sería equivocado creer que una y la otra fueran el bien, ya que la condición del bien es mucho más digna de estima.
¿Estás dispuesto a declarar que la línea ha quedado dividida, en cuanto a su verdad y no verdad, de tal modo que lo opinable es a lo cognoscible como la copia es a aquello de lo que es copiado?
Estoy muy dispuesto
Ahora examina si no hay que dividir también la sección de lo inteligible.
¿De qué modo?
Por un lado, en la primera parte de ella, el alma, sirviéndose de las cosas antes imitadas como si fueran imágenes, se ve forzada a indagar a partir de supuestos, marchando no hasta un principio sino hacia una conclusión. Por otro lado, en la segunda parte, avanza hasta un principio no supuesto, partiendo de un supuesto y sin recurrir a imágenes – a diferencia del otro caso – , efectuando el camino con ideas mismas y por medio de ideas
Hablas de una belleza extraordinaria, pero que produce la ciencia y la verdad, y además está por encima de ellas en cuanto a la hermosura. Sin duda, no te refieres al placer.
¡Dios nos libre! Pienso que puedes decir que el Sol no sólo aporta a lo que se ve la propiedad de ser visto, sino también la génesis, el crecimiento y la nutrición, sin ser él mismo génesis. Y así dirás que a las cosas cognoscibles les viene del bien no sólo el ser conocidas, sino también de él les llega el existir y la esencia, aunque el bien no sea esencia, sino algo que se eleva más allá de la esencia en cuanto a dignidad y a potencia. Y Glaucón se echó a reír:
¡Por Apolo!, demoníaca!
exclamó.
¡Qué
elevación
tan
Tú eres el culpable – repliqué –, pues me has forzado a decir lo que pensaba sobre ello
Las matemáticas
No he entendido suficientemente esto que me dices
Pues veamos nuevamente; será más fácil que entiendas si te digo esto antes. Creo que sabes que los que se ocupan de geometría y de cálculo suponen lo impar y lo par, las figuras y tres clases de ángulos y cosas afines, según lo que investiguen en cada caso. Como si las conocieran, las adoptan como supuestos, y de ahí en adelante no estiman que deban dar cuenta de ella ni a sí mismos ni a
La analogía de la línea Niveles de realidad y de conocimiento
Toma ahora una línea dividida en dos partes desiguales; divide nuevamente cada sección según la misma proporción, la del género de lo que se ve y otra la de lo que se intelige, y tendrás distinta oscuridad y claridad relativas; así tenemos primeramente, en el género de lo que se ve, una sección de imágenes. Llamo “imágenes” en primer lugar a las sombras, luego a los reflejos en el agua y en todas las cosas que, por su constitución, son densas, lisas y brillantes, y a todo lo de esa índole (...) Pon ahora la otra sección de la que ésta ofrece imágenes, a la que corresponden los animales que viven en nuestro derredor, así como todo lo que
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA PARA BACHILLERATO III. Platón otros, como si fueran evidentes a cualquiera; antes bien, partiendo de ellas atraviesan el resto de modo consecuente, para concluir en aquello que proponían a examen.
Sí, esto lo sé.
Sabes, por consiguiente, que se sirven de figuras visibles y hacen discursos acerca de ellas, aunque no pensando en éstas sino en aquellas cosas a las cuáles éstas se parecen, discurriendo en vista al Cuadrado en sí y a la Diagonal en sí, y no en vista de la que dibujan, y así con lo demás. De las cosas mismas que configuran y dibujan hay sombras e imágenes en el agua, y de estas cosas que dibujan se sirven como imágenes, buscando divisar aquellas cosas en sí que no podrían divisar de otro modo que con el pensamiento.
Dices la verdad.
A esto me refería como la especie inteligible. Pero en esta su primera sección, el alma se ve forzada a servirse de supuestos en su búsqueda, sin avanzar hacia un principio, por no poder remontarse más allá de los supuestos. Y para eso usa como imágenes a los objetos que abajo eran imitados, y que habían sido conjeturados y estimados como claros respecto de los que eran sus imitaciones.
Comprendo que te refieres a la geometría y a las artes afines
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geómetras y similares, pero no “inteligencia!; como si el “pensamiento discursivo” fuera algo entre la opinión y la inteligencia.
Entendiste perfectamente. Y ahora aplica a las cuatro secciones estas cuatro afecciones que se generan en el alma; inteligencia, a la suprema; pensamiento discursivo, a la segunda; a la tercera asigna la creencia y a la cuarta, la conjetura; y ordénalas proporcionadamente considerando que cuanto más participen de la verdad tanto más participan de la claridad.
El Mito de la Caverna Descripción de la caverna y de los prisioneros en ella
Después de eso – proseguí – compara nuestra naturaleza respecto a la educación o a la falta de ella con una experiencia como ésta. Imagina unos hombres en una morada subterránea en forma de caverna, que tiene la entrada abierta, en toda su extensión, a la luz. En ella están desde niños con las piernas y el cuello encadenados, de modo que deben
La dialéctica
Comprende entonces la otra sección de lo inteligible, cuando afirmo que en ella la razón misma aprehende, por medio de la facultad dialéctica, y hace de los supuestos no principios sino realmente supuestos, que son como peldaños y trampolines hasta el principio del todo, que es no supuesto, y, tras aferrarse a él, ateniéndose a las cosas que de él dependen, desciende hasta una conclusión, sin servirse para nada de lo sensible, sino de ideas, a través de ideas y en dirección a ideas, hasta concluir en ideas. Comprendo, aunque no suficientemente, ya que creo que tienes en mente una tarea enorme: quieres distinguir lo que de lo real e inteligible es estudiado por la ciencia dialéctica, estableciendo que es más claro que lo estudiado por las llamadas “artes”, para las cuales los supuestos son principios. Y los que estudian se ven forzados a estudiarlos por medio del pensamiento discursivo, aunque no por los sentidos. Pero a raíz de no hacer el examen avanzado hacia un principio sino a partir de supuestos, te parece que no poseen inteligencia acerca de ellos, aunque sean inteligibles junto a un principio. Y creo que llamas “pensamiento discursivo” al estado mental de los
permanecer allí y mirar sólo delante de ellos, porque las cadenas les impiden mirar en derredor la cabeza. Más arriba y más lejos se halla la luz de un fuego que brilla detrás de ellos; y entre el fuego y los prisioneros hay un camino más alto, junto al cuál imagínate un tabique construido de lado a lado, como el biombo que los titiriteros levantan delante del público para mostrar, por encima del biombo, los muñecos.
Me lo imagino
Imagínate ahora que del otro lado del tabique pasan hombres que llevan toda clase de utensilios y figurillas de hombres y otros animales, hechos en piedra y madera y de diversas clases; y entre los que pasan, unos hablan y otros callan.
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA PARA BACHILLERATO III. Platón Qué extraña escena describes, y qué extraños son esos prisioneros.
Pero son como nosotros. Pues, en primer lugar, ¿crees que han visto de sí mismos, o unos de los otros, otra cosa que las sombras proyectadas por el fuego en la parte de la caverna que tienen frente a sí?
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a mal el ser arrastrado y que, una vez llegado a la luz, tendría los ojos tan llenos de ella que nos sería capaz de ver ni una sola de las cosas a las que ahora llamamos verdaderas?
No, no sería capaz - dijo -, al menos por el momento.
Necesitaría acostumbrarse, creo yo, para poder llegar a ver las cosas de arriba. Lo que vería más fácilmente serían, ante todo, las sombras; luego, las imágenes de hombres y de otros objetos reflejados en las aguas, y más tarde, los objetos mismos. Y después de esto le sería más fácil el contemplar de noche las cosas del cielo y el cielo mismo, fijando su vista en la luz de las estrellas y la luna, que ver de día el sol y lo que le es propio.
Claro que no, si toda su vida están forzados a no mover las cabezas.
¿Y no sucede lo mismo con los objetos que llevan los que pasan del otro lado del tabique?
Indudablemente.
Pues entonces, si dialogan entre sí, ¿no te parece que entenderían estar nombrando a los objetos que pasan y que ellos ven?
¿Cómo no?
Necesariamente
Y si la prisión contara con un eco desde la pared que tienen frente a sí, y alguno de los que pasan del otro lado del tabique hablara, ¿no piensas que creerían que lo que oyen proviene de la sombra que pasa delante de ellos?
¿Y por último, creo yo, sería el sol, pero no sus imágenes reflejadas en las aguas ni en otro lugar ajeno a él, sino el propio sol en su propio dominio y tal cual es en sí mismo, lo que él estaría en condiciones de mirar y contemplar?
Necesariamente - dijo.
¡Por Zeus que sí!
¿Y que los prisioneros no tendrían por real otra cosa que las sombras de los objetos artificiales transportados?
Y después de esto, colegiría ya con respecto al sol que es él quien produce las estaciones y los años y gobierna todo lo de la región visible, y que es, en cierto modo, el autor de todas aquellas cosas que ellos veían.
Es de toda necesidad
Es evidente que después de aquello vendría a pensar en eso otro.
¿Y qué? Cuando se acordara de su anterior habitación y de la ciencia de allí y de sus antiguos compañeros de cárcel, ¿no crees que se consideraría feliz por haber cambiado y que les compadecería a ellos?
Efectivamente.
Reacción del prisionero liberado y salido de la caverna
Examina, pues - dije -, que pasaría si fueran liberados de sus cadenas y curados de su ignorancia, y si, conforme a la naturaleza, les ocurriera lo siguiente. Cuando uno de ellos fuera desatado y obligado a levantarse súbitamente y a volver el cuello y a andar y mirar a la luz, y cuando, al hacer todo eso, sintiera dolor y, por causa de las chiribitas, no fuera capaz de ver aquellos objetos cuyas sombras veía antes, ¿qué crees que contestaría si le dijera alguien que antes no veía más que sombras inanes y que es ahora cuando, hallándose más cerca de la realidad y vuelto de cara a los objetos más reales, goza de una visión más verdadera, ¿no crees que estaría perplejo y que lo que antes había contemplado le parecería más verdadero que lo que entonces se le mostraba? Mucho más - dijo Y si se lo llevaran de allí a la fuerza - dije -, obligándole a recorrer la áspera y escarpada subida, y no le dejaran antes de haberle arrastrado hasta la luz del sol, ¿no crees que sufriría y llevaría
Situación del liberado al volver de nuevo a la caverna
Y si hubiese habido entre ellos algunos honores o alabanzas o recompensas que concedieran los unos a aquellos otros que, por discernir con mayor penetración las sombras que pasaban y acordase mejor de cuáles de entre ellas eran las que solían pasar por delante o detrás o junto con otras, fuesen más capaces que nadie de profetizar, basados en ello, lo que iba a suceder, ¿crees que sentiría aquél nostalgia de estas cosas o que envidiaría a quienes gozaran de honores y poderes entre aquellos, o bien que le ocurriría lo de Homero, es decir, que preferiría decididamente “trabajar la tierra al servicio de otro hombre sin patrimonio” o sufrir cualquier otro destino antes que vivir en aquel mundo de lo opinable?
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA PARA BACHILLERATO III. Platón
Eso es lo que creo yo - dijo.
Y si tuviese que competir de nuevo con los que habían permanecido encadenados, opinando acerca de las sombras aquellas que, por no habérsele asentado todavía los ojos, ve con dificultad - y no sería muy corto el tiempo que necesitara para acostumbrarse -, ¿no daría que reír y no se diría de él que, por haber subido arriba, ha vuelto con los ojos estropeados, y que no vale la pena ni aún de intentar una semejante ascensión? ¿Y no matarían, si encontraban la manera de echarle mano y matarle, a quien intentara desatarles y hacerles subir?
¿Y qué? ¿Crees - dije yo - que haya que extrañarse de que, al pasar un hombre de las contemplaciones divinas a las miserias humanas, se muestre torpe y sumamente ridículo cuando, viendo todavía mal y no hallándose aún suficientemente acostumbrado a las tinieblas que le rodean, se ve obligado a discutir, en los tribunales o en otro lugar cualquiera, acerca de las sombras de lo justo, y a contender acerca del modo en que interpretan estas cosas los que nunca han visto la justicia en sí?
No es nada extraño - dijo.
Antes bien - dije -, toda persona razonable debe recordar que son dos las causas por las cuales se ofuscan los ojos: al pasar de la luz a las tinieblas y al pasar de las tinieblas a la luz. Y una vez haya pensado que también le ocurre lo mismo al alma, no se reirá insensatamente cuando vea a alguna que, por estar ofuscada, no es capaz de discernir correctamente, sino que averiguará si es que, viniendo de una vida más luminosa, está cegada por falta de costumbre, o si, al pasar e una mayor ignorancia a una mayor luz, se ha deslumbrado por el exceso de esta; y así, considerará dichosa a la primera alma, que de tal manera se comporta y vive, y compadecerá a la otra.
Lo que dices es razonable
La caverna, la línea y el símil del Sol
Pues bien - dije -, esta alegoría hay que aplicarla toda ella, ¡oh amigo Glaucón!, a lo que se ha dicho antes; hay que comparar a región revelada por medio de la vista con la vivienda-prisión, y la luz del fuego que hay en ella, con el poder del sol. En cuanto a la subida al mundo de arriba y a la contemplación de las cosas de éste, si las comparas con la ascensión del alma hasta la región inteligible no errará con respecto a mi vislumbre, que es lo que tú deseas conocer, y que sólo la divinidad sabe si por acaso está en lo cierto. En fin, he aquí lo que a mí me parece: en el mundo inteligible lo ultimo que se percibe, y con trabajo, es la idea del bien, pero, una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas; que, mientras en el mundo visible ha engendrado la luz y al soberano de ésta, en el inteligible es ella la soberana y productora de verdad y conocimiento, y que tiene por fuerza que verla quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública.”
La educación
Es necesario, por tanto - dije - que, si esto es verdad, nosotros consideremos lo siguiente acerca de ello: que la educación no es tal como proclaman algunos que es. En efecto, dicen, según creo, que ellos proporcionan ciencia al alma que no la tiene del mismo modo que si infundieran vista a unos ojos ciegos.
En efecto, así lo dicen - convino.
Ahora bien, la discusión de ahora - dije - muestra que esta facultad, existente en el alma de cada uno, debe volverse hacia la luz, apartándose de lo que nace, hasta que se halle en condiciones de afrontar la contemplación de aquello a lo que llamamos bien. ¿No es eso?.
Eso es.
Por consiguiente - dije -, puede haber un arte de descubrir cuál será la manera más fácil y eficaz para que este órgano se vuelva; pero no de infundirle visión, sino de procurar que se corrija lo que, teniéndola ya, no esté vuelto a donde debe ni mira adonde es menester.
Tal parece - dijo.
¿O es que no has observado con cuanta agudeza percibe el alma de aquellos de quienes se dice que
El filósofo ante los asuntos humanos
“Pues bien - dije -, dame también la razón en esto otro: no te extrañes de que los que han llegado a este punto no quieran ocuparse en asuntos humanos; antes bien, sus almas tienden siempre a permanecer en las alturas, y es natural, creo yo, que así ocurra. Es natural, desde luego - dijo.
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA PARA BACHILLERATO III. Platón son malos, pero inteligentes, y con qué penetración sirve a la maldad, porque no tiene mala vista, de manera que, cuanto mayor sea la agudeza de su mirada, tantos más serán los males que cometa el alma?
En efecto - dijo.
Ciertamente, las otras denominadas “excelencias” del alma parecen estar cerca de las del cuerpo, ya que, si no se hallan presentes previamente, pueden después ser implantadas por el hábito y el ejercicio; pero la excelencia de comprender da la impresión de corresponder más bien a algo más divino, que nunca pierde su poder, y que según hacia dónde sea dirigida es útil y provechosa, o bien inútil y perjudicial. ¿O acaso no te has percatado de que esos que son considerados malvados, aunque en realidad son astutos, poseen un alma que mira penetrantemente y ve con agudeza aquellas cosas a las que se dirige, porque no tiene la vista débil sino que está forzada a servir al mal, de modo que, cuanto más agudamente mira, tanto más mal produce?
¡Claro que sí!
No obstante, si desde la infancia se trabajara podando en tal naturaleza lo que, con su peso plomífero y su afinidad con lo que tiene génesis y adherido por medio de la glotonería, lujuria y placeres de esa índole, inclina hacia abajo la vista del alma; entonces, desembarazada ésta de ese peso, se volvería hacia lo verdadero, y con este mismo poder en los mismos hombres vería del modo penetrante con que ve las cosas a las cuales está ahora vuelta.
Es probable
El filósofo y la tarea de gobernar
¿Y qué? ¿No es natural y no se sigue forzosamente de lo dicho que ni los ineducados y apartados de la verdad son jamás aptos para gobernar una ciudad, ni tampoco aquellos a los que se permite seguir estudiando hasta el fin de sus días; los unos porque no tienen el objetivo, apuntando al cual deberían de obrar en todo cuanto hiciesen en su vida pública y privada, y los otros, porque, teniéndose por transportados a las islas de los bienaventurados, no consentirían en actuar?Es cierto - dijo.
Es, pues, labor nuestra, la de los fundadores, el obligar a las mejores naturalezas a que lleguen al conocimiento más excelso, a que vean el bien y realicen la ascensión aquella; y una vez que, después de haber subido, hayan gozado de una visión suficiente, no permitirles lo que ahora les está permitido.
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¿Y qué es ello?
Que se queden allí - dije - y no accedan a bajar de nuevo junto a aquellos prisioneros ni a participar en sus trabajos.
Pero entonces – dijo Glaucón – ¿no les perjudicaremos y haremos que vivan peor siéndoles posible el vivir mejor?
Te has vuelto a olvidar, querido amigo - dije -, de que a la ley no le interesa nada que haya en la ciudad una clase que goce de particular felicidad, sino que se esfuerza en que eso le suceda a una ciudad entera, y por eso introduce armonía (justicia) entre los ciudadanos por medio de la persuasión (educación) o de la fuerza, haciendo que cada cual haga a otros partícipes de los beneficios con que cada cual pueda ser útil a la comunidad y ella misma forma en la ciudad hombres de esa clase, pero no para dejarles que cada uno se vuelva hacia donde quiera, sino para usar ella misma de ellos con miras a la unificación del Estado.
Es verdad - dijo -. Me olvidé de ello.
Pues bien - dije - observa, ¡oh, Glaucón!, que tampoco vamos a perjudicar a los filósofos que haya entre nosotros, sino a obligarles, con palabras razonables, a que se cuiden de los demás y los protejan. Les diremos que es natural que gentes así que haya en otras ciudades no participen de los trabajos de ellas, porque se forman solos, contra la voluntad de sus respectivos gobiernos, y cuando alguien se forma solo y no debe a nadie su crianza, es justo que tampoco se preocupe de reintegrar a nadie el importe de ella, Pero a vosotros os hemos engendrado nosotros, para vosotros mismos y para el resto de la ciudad, en calidad de jefes y reyes, como los de las colmenas, mejor y más completamente educados que aquellos y más capaces, por tanto, de participar de ambos aspectos. Tenéis, pues, que ir bajando uno tras otro a la vivienda de los demás y acostumbraros a ver en la oscuridad. Una vez acostumbrados, veréis infinitamente mejor que los de allí y conoceréis lo que es cada imagen y de qué lo es, porque habréis visto ya la verdad con respecto a lo bello y a lo justo y a lo bueno. Y así, la ciudad nuestra y vuestra vivirá a la luz del día, y no entre sueños, como viven ahora la mayor parte de ellas por obra de quienes luchan unos con otros por vanas sombras o se disputan el mando como si este fuera algún bien. Más la verdad es, creo yo, lo siguiente: la ciudad en que estén menos ansiosos por ser gobernantes quienes hayan de serlo, ésa será forzosamente la que viva mejor y con menos disensiones que ninguna; y la que tenga otra clase de gobernantes, de modo distinto.
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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA PARA BACHILLERATO III. Platón Efectivamente - dijo.
¿Crees, pues, que nos desobedecerán los pupilos cuando oigan esto?
Imposible - dijo -. Pues son hombres justos a quienes ordenaremos cosas justas. Pero no hay duda de que cada uno de ellos irá al gobierno como algo inevitable, al revés de quienes ahora gobiernan en las distintas ciudades.
Así es, compañero - dije yo -. Si encuentras para los que van a gobernar un modo de vida mejor que el gobernar, es posible que llegues a tener una ciudad bien gobernada, pues ésta será la única en la que manden los verdaderos ricos, que no lo son en oro, sino en lo que hay que poseer en abundancia para ser feliz; una vida buena y juiciosa. Pero donde son mendigos y hambrientos de bienes personales los que van a la política creyendo que es de ahí de donde hay que sacar las riquezas, allí no ocurrirá así. Porque cuando el mando se convierte en objeto de luchas, esa misma guerra doméstica e intestina los pierde tanto a ellos como al resto de la ciudad.
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