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Salmo de la espigadora
Salmo de la espigadora Iria Biaño
Mi Señor ha confiado su gavilla en mi mano; yo escogeré la parte más valiosa del trigo, y mi alforja repleta con la ofrenda del grano será la dote eterna que llevaré conmigo.
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Me purificaré en las aguas de los manantiales; un tibio resplandor pondrá el sol en mis cabellos; arderán mis pupilas con reflejos astrales y llevaré en mi alma prendidos sus destellos.
Mis labios destilan la frescura de las fuentes y mis piernas son ágiles en las cimas del monte y recojo el espíritu vivo de las vertientes porque Jesús ha traído la aurora a mi horizonte.
La estación se aproxima y yo he sembrado; habrá espigas de luz en mi morada. Mi corazón será un trigal dorado en los valles de la Sion santificada.
Cosecharé para mi Redentor mis pensamientos y tendré mi solaz en tiempo de la trilla, cuando recoja el fruto de todos mis momentos y entregue el contenido total de mi gavilla.
Publicado originalmente en el número de mayo de 1952 de la revista El Mensajero Deseret. Una versión levemente diferente de este poema aparece en el libro El mundo y yo, también de 1952.