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Tú me encontraste a mí

me encontraste a mí

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María de la Luz Limón Tú me encontraste a mí, no te buscaba; pero tu amor, Señor, estaba en vela y mientras entre sombras mi alma erraba, era tu amor despierto centinela.

Largo camino recorriste un día siempre yendo, Señor, tras de mis huellas; y Tú fuiste seguro y firme Guía en medio de la noche sin estrellas.

Fue por buscarme a mí que te hermanaste con la miseria y el dolor humanos; y por ir tras de mi te fatigaste, y sangraste, Señor, de pies y manos.

Tú me buscaste a mí; frente a mi puerta llamaste con paciencia inagotable hasta que al fin, Señor, la dejé abierta y entraste Tú con tu sonrisa amable.

Y entonces mi morada silenciosa se llenó de tu música divina; y en mi desierto floreció una rosa y hubo corrientes de agua cristalina.

Publicado originalmente en el número de julio de 1961 de la revista Liahona

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