Primera edición, 2019 © 2019, Norberto Pérez Arellano. © 2019, Par Tres Editores, S.A. de C.V. Fray José de la Coruña 243, colonia Quintas del Marqués, Código Postal 76047, Santiago de Querétaro, Querétaro. www.par-tres.com direccioneditorial@par-tres.com ISBN de la obra 978-607-8656-17-2 Diseño de portada © 2019, Diana Pesquera Sánchez. Ilustración de portada © 2019, Luis Heredia. Se prohíbe la reproducción parcial o total de esta obra, por cualquier medio, sin la anuencia por escrito de los titulares de los derechos correspondientes. Impreso en México • Printed in Mexico
Norberto Pérez Arellano es autor del libro de autoayuda Yo, mi mejor amigo. Es Licenciado en Psicología por la Universidad Nacional Autónoma de México, cuenta con una Maestría en Psicología Clínica por el Instituto de Psicología de Granada España. Diplomado para el Fortalecimiento Directivo de los Servicios de Salud en la Universidad Nacional Autónoma de México y un Diplomado en Desarrollo Directivo en la Universidad Loyola del Pacífico. Ocupó diversos cargos directivos en el Instituto Mexicano de Seguro Social Delegación Guerrero, dentro de los que se encuentran; Jefe de Selección de Personal, Jefe de Desarrollo Directivo y Jefe de Capacitación y Desarrollo de Personal. Fue catedrático en la Universidad Autónoma de Guerrero y ejerce la psicología clínica de manera privada. CROMO el monstruo gigante representa su segunda obra y la oportunidad de poner una herramienta útil en las manos de sus lectores.
Introducción Este cuento fantástico está inspirado en la historia de David contra Goliat, en la que se realiza un combate aparentemente disparejo debido a los casi tres metros de altura de Goliat, así como a la estatura y juventud del pequeño David, sin embargo, la estrategia en un combate es fundamental: aprovechar las debilidades del contrincante y explotar al máximo nuestro potencial nos llevará a obtener un resultado extraordinariamente favorable. La fortaleza física de un adversario como CROMO, el monstruo gigante, puede causar temor a cualquiera, sin embargo, cuando la lucha es por grandes ideales, bien vale la pena el riesgo. Debemos considerar que libramos diferentes batallas en la vida, algunas sencillas y otras que representan un verdadero desafío. Cuando salimos victoriosos de las batallas, nos llenamos de energía y seguridad en nosotros mismos, esto quiere decir que nos hacemos más fuertes y resistentes para batallas futuras. CROMO, el monstruo gigante, nos enseña que los desafíos nos obligan a plantear estrategias efectivas, a confiar en uno mismo y poner en práctica lo mejor de nosotros. Todos tenemos diversos talentos, pero no todos los ponemos en práctica, en ocasiones pareciera que somos perezosos para hacerlo o que estamos esperando un momento especial para mostrarlos, pero es importante reconocer estos talentos y saber que contamos con ellos, nos fueron otorgados y debemos usarlos. Las situaciones apremiantes nos obligan a improvisar o reaccionar de manera instintiva buscando sobrevivir o defendernos. 7
Bajo estas circunstancias, descubrimos muchas veces una parte de nosotros llena de valentía y determinación. Esta historia de lucha y coraje nos enseña que podemos librar batallas todo el tiempo y que saldremos victoriosos si enfrentamos las circunstancias adversas con decisión.
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El comienzo En un pueblo muy lejano de las grandes Ciudades, y en medio de las montañas se encontraba Fistea; un pequeño poblado de granjeros y agricultores de no más de dos mil habitantes. Los días en este lugar transcurrían tranquilos y apacibles, cada quien dedicado a sus labores, los hombres al campo y al cuidado de sus animales: vacas, cerdos, gallinas, ovejas, caballos, pavos y patos. Las mujeres, por su parte, se dedicaban en su mayoría a las labores del hogar, y algunas otras ayudaban a los hombres en los trabajos de la granja. En este hermoso pueblo, los días eran muy bellos, los amaneceres realmente fascinantes y los atardeceres dignos de una postal. Las montañas de alrededor, le daban un toque muy especial a los días y la gente vivía feliz en este lugar. Las casas se construían principalmente con madera y piedras. Por las tardes, cuando el sol se perdía en el horizonte, se podían ver las chimeneas humeantes que anunciaban la hora de la cena, momentos en que el pueblo lucía casi vacío, sin gente en la calle. A las orillas de Fistea había un río que dejaba escuchar su relajante correr de agua durante el día, era un bello lugar de recreación que también servía para atrapar algunos peces durante el verano. Este hermoso y apacible lugar abrigaba una de las leyendas más fascinantes y escalofriantes que se hayan contado. Se decía que muchos años atrás, Fistea era un lugar con más habitantes que en la actualidad, sin embargo, un ser mitológico apareció en el pueblo dejándolo casi deshabitado. Esta leyenda parecía un mito transmitido de generación en generación, sólo algunos de los ancianos del lugar conocían de9
talles de esta historia, las nuevas generaciones la desconocían o tenían muy poca información de ella. Botoniel era un chico muy inquieto, conocido en el pueblo por su interés por los cuentos e historias míticas. Era un joven como cualquiera del pueblo, trabajaba en la granja con Luis, su padre, y en las temporadas de cosecha le ayudaba en las labores del campo. Era el mayor de tres hermanos y se sentía feliz de vivir en Fistea. Gustaba de la caza en las montañas y la practicaba muy a menudo con gran habilidad, pues en la zona montañosa de Fistea, se podían encontrar: conejos, cabras montés, jabalíes e incluso venados. Luis, su padre, era un hombre muy trabajador que ocupaba todo el día en las labores para proveer alimento a su familia, provenía de familia agricultora acostumbrada a iniciar sus labores muy temprano y concluirlas al atardecer. La madre de Botoniel, Helen, se dedicaba al cuidado de la casa y los hijos. A Luis no le gustaba que Botoniel escuchara cuentos, pues veía la fascinación de su hijo por las historias; las consideraba una pérdida de tiempo y pensaba que podían generarle ideas equivocadas sobre la realidad. El padre de Luis, el abuelo Félix, era muy querido en el pueblo por su carácter bondadoso y amable. También era conocido por las numerosas historias que solía contar por la tarde en el jardín central de Fistea. El abuelo Félix tenía un cariño especial por Botoniel, pues además de ser su nieto favorito, le gustaba que el chico se apasionara por las historias que contaba; era el primero en llegar al jardín y acomodarse bien para escuchar las míticas narraciones. El abuelo narraba numerosos cuentos a los chicos que se reunían por la tarde, sin embargo, la historia que más gustaba y que repetía constantemente, cada vez con detalles diferentes, era la del monstruo CROMO, un ser mitológico que se decía visitó Fistea hacía muchos años y que un día, sin razón aparente, desapareció sin que se volviera a saber nada de él. 10
A Botoniel, esta historia en particular le atraía sobremanera, pues se figuraba los detalles contados por el abuelo Félix y se imaginaba también a CROMO caminando por las calles de Fistea. Era fascinante para Botoniel fantasear con esta historia. En cierta ocasión, después de que el abuelo terminó con la historia de la tarde, Botoniel le pidió a solas que le confesara si efectivamente era verdad que CROMO había existido. El abuelo hizo una larga pausa, miró a los ojos del chico y le comentó: –Mira Botoniel, esta historia tiene un significado muy especial para mí y lo que te voy a decir no se lo he dicho a nadie y debes prometerme que no le dirás a tu padre pues se enfadaría mucho conmigo. Fue hace muchos años, yo nunca vi a CROMO, pero pude ver vestigios de su existencia; sus huellas, residuos de comida, pelo, pedazos de uña y un sendero que conducía hasta su guarida en la parte superior de la montaña más alta. Botoniel, con la boca abierta por el asombro escuchaba con mucha atención al abuelo mientras continuaba con su narración: –Lo más fascinante de esta historia es el hecho de que la leyenda cuenta que CROMO puede vivir cientos de años, lo que implicaría que… –Qué abuelo, sigue contando por favor… ¿qué implicaría? El abuelo Félix, un poco titubeante, continuó su relato: –Implicaría que CROMO aún vive y que se encuentra en las montañas. Botoniel estaba asombrado con lo que escuchaba, esta historia, fascinante para él, tomaba otra dimensión pues se abría la posibilidad de conocer a ese ser mitológico del que escuchó muchas veces en las historias del abuelo. Durante los días siguientes, la vida transcurrió como siempre en Fistea; Botoniel ayudando a su padre en las labores de la granja y practicando la caza por las tardes, no obstante algo había cambiado en él, pues el último relato del abuelo le sembró la idea de subir a la montaña más alta y ver a CROMO. 11
Una tarde, antes de que el abuelo Félix acudiera al jardín a contar una de sus grandes historias, el muchacho lo esperaba fuera de su casa. Cuando salió su abuelo le comentó: –Abuelo, he tomado una decisión, acudiré a la montaña más alta y buscaré a CROMO. El abuelo, con visible desconcierto expresó: –Pero Botoniel, ¿qué dices? ¡Eso no es posible! La montaña más alta está muy lejos, además es muy peligroso para ti. ¿Cuál es la razón para querer acudir allá? El muchacho le contestó: –¡Es la oportunidad de conocer a ese ser de las historias que tanto me asombran! El abuelo Félix se tomó unos segundos para decirle: –Mira muchacho, algo que tú no sabes es que CROMO es un ser peligroso, malvado y muy agresivo. Ese monstruo visitaba el pueblo hace mucho tiempo y hacía destrozos por todos lados, lastimó a mucha gente y destruyó muchas casas, sin embargo, un día sin motivo aparente dejó de venir. La leyenda cuenta que CROMO aparece y desaparece sin razón, por ello, si esta bestia existe y tú lo buscas, todos corremos el riesgo de que regrese al pueblo. Botoniel pensó por un momento en lo que decía el abuelo y le respondió con firmeza: –Abuelo, ahora más que antes creo que es necesario que acuda a la montaña, necesito conocer a CROMO. ¿¡Cómo es posible que nunca nadie haya hecho nada!? ¡Destruyó el pueblo!, y ¿nadie lo enfrentó? ¿¡Qué clase de gente vive en este pueblo que permitió que ese monstruo hiciera tantos destrozos!? Si yo hubiera estado en esa época lo habría enfrentado y destruido. El abuelo Félix pasó del asombro a la preocupación al ver al muchacho muy decidido para acudir a la montaña. –Botoniel, lo que piensas es muy peligroso, pues aunque ese monstruo es una leyenda y yo solo vi vestigios de su existencia, es posible que aún viva, y si es así, tu visita lo va a enfurecer. A esa montaña no sube nadie, en primera por ser un lugar naturalmente peligroso y segunda por la leyenda de CROMO. Te pido 12
por favor que abandones la idea de visitar la montaña, porque si tu padre se llegara a enterar la pasarías muy mal. Botoniel no quiso discutir más con su abuelo y decidió dejar la charla en ese punto. El muchacho comentó con su padre esa noche parte de su plan de visitar la montaña más alta, Luis se enfadó mucho y le recordó a su hijo los peligros que encerraba ese lugar. Su padre sentía alguna molestia con Botoniel pues aunque era un buen chico en general, tenía ciertas características negativas que preocupaban a sus padres, era muy testarudo, discutía en ocasiones con sus padres y les guardaba algún resentimiento si las discusiones no le favorecían. De igual modo, Botoniel mostraba mala actitud ante aquello que no le gustaba, como trabajos adicionales en la granja o la convivencia con personas de ideas diferentes a las suyas. En ocasiones, se encelaba si percibía alguna preferencia de sus padres por sus hermanos. Luis pensó en ese momento que si su hijo se obsesionaba por cuentos e historias irreales, llenaría su mente de fantasía e influiría en él de manera negativa. La discusión con su padre disgustó un poco a Botoniel pero no le quitó de la mente la idea de buscar a CROMO. Esa noche no pudo dormir bien pensando en algún plan para subir a la montaña más alta y lograr su propósito.
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