de Lector vidas
miercolees
La minuciosa narración de Dickens
La historia de nadie
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No. 12 Junio 2016
Santiago de Querétaro, Querétaro leer más allá escritores queretanos
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Charles Dickens
Mónica Barrón
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¡Enhorabuena! Este número cumplimos el primer año de L de Lector, este ejemplar es de festejo para todos, desde nuestro lado por continuar la edición que sólo ha sido posible por esta travesía de que tú la leas con nosotros. L de Lector no se acaba, de hecho crecerá en el año II, espera más páginas y nuevas secciones, el éxito debe festejarse ¡Muchas gracias! Este mes celebramos con un autor sumamente famoso: Charles Dickens, lo conocemos por Oliver Twist, A tale of two cities o A Christmas Carrol (la de los fantasmas de Scrooge), lamentablemente este autor muere de apoplejía el 9 de junio de 1870, hoy festejamos 146 años de su muerte corporal pero vida eterna en la literatura. En el MiercoLees podrás disfrutar La historia de nadie, un excelente cuento que narra la llegada de la peste a un pueblo donde viven los Bigwig y muchos de los vecinos comienzan a morir; tras dicho suceso los vecinos intentan cambiar su forma de vivir para que no los vuelva a alcanzar una epidemia así, pero es inútil, lo dice Dickens “se sigue viviendo y muriendo de igual forma”. En Leer más allá, Luis Erick nos presenta un acercamiento a Charles desde Oliver Twist y diversas obras en el cine. En Escritores Queretanos presentamos a la cuentista Mónica Barrón con tres de sus cuentos Imaginario, Personas como cebras como rayas como rejas y Eco. En Recomendaciones la Librería Nuevos Horizontes ofrece un descuento en el libro de Elizabeth Taylor titulado La señorita Dashwood. Gracias por este año lleno de letras. PRT
Junio 2016 Santiago de Querétaro, Querétaro Dirección editorial Patricio Rebollar
Vidas la minuciosa narración de dickens Héctor Alejo Rodríguez
Asistencia editorial Aline Trejo García
MiercoLees La historia de nadie Charles Dickens
Leer más allá 500 palabras en 3 visitas a 2 ciudades Luis Erick Anaya Suirob
Escritores Queretanos Narraciones Mónica Barrón
Circulación y promoción
Librerías Nuevos Horizontes, Amadeus, Punta del Cielo, La Charamusca, elaboratorio, Dipac, Moser.
Relaciones Públicas Diana Pesquera Colaboradores Patricio Rebollar, Mónica Barrón, Héctor Alejo Rodríguez, Diana Pesquera, Aline Trejo García, Marcela Shelley, Librería Nuevos Horizontes, Luis Erick Anaya Suirob.
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blogpartres@gmail.com
L de Lector. Junio 2016, año I, No. 12. Publicación mensual editada por Par Tres Editores, S.A. de C.V., Fray José de la Coruña 243, colonia Quintas del Marqués, 76047, Santiago de Querétaro, Querétaro. Sitio web: www. par-tres.com, blogpartres@gmail.com. Editor Responsable: Patricio Rebollar. ISSN: 2448-5586 tramitado por el Instituto Nacional de Derechos de Autor. Impreso por Hear Industria Gráfica, ubicado en Calle 1, No. 101, Zona Industrial Benito Juárez, 76120, Santiago de Querétaro, Querétaro, este número se terminó de imprimir el 31 de Mayo de 2016 con un tiraje de 1000 ejemplares.
Se permite la reproducción parcial de esta obra en lo concerniente al texto del Autor del Mes en virtud de encontrarse libre de Derechos de Autor, en cuanto a las demás secciones de la publicación, se prohíbe su reproducción parcial o total, por cualquier medio, sin la anuencia por escrito de los titulares de los derechos correspondientes.
vidas La minuciosa narración de Dickens Charles John Huffman Dickens nació el 7 de Febrero de 1812, en Landport, un suburbio de Portsmouth, sobre la costa sur de Inglaterra. Sus padres fueron John Dickens, oficinista naval, y Elizabeth Barrow, dedicada a la enseñanza. Fue el segundo de ocho hijos. Pese al empleo de sus padres, la situación en casa del pequeño Dickens era precaria, lo que motivó a constantes cambios de residencia: en 1814 a Londres, en 1816 a Chatham, Kent, donde Charles asistió por primera vez a la escuela iniciándose como un ávido lector, jugó en los extensos prados del campo y exploró el viejo castillo de Rochester. A partir de 1822 reside en Camden Town, un desolado y pobre vecindario de Londres que lo impactaría profundamente. Debido al declive económico de la familia, John Dickens adquirió deudas que no pudo solventar y fue enviado a la prisión de Marshalsea en 1824, cuando Charles tenía 12 años de edad. Obligado por la reclusión paterna, abandonó sus estudios y trabajó como mozo en una fábrica de crema para calzado. Liberado su padre, recibió una pequeña herencia que ayudó al chico Dickens a reanudar sus estudios, ingresando a una escuela en Hampstead Road, Londres, en la cual permanecería por dos años. Durante 1827 consiguió emplearse con un abogado, trabajando como escribiente, y la experiencia de conocer procesos obsoletos lo impulsa a convertirse en periodista. Participó como reportero independiente en el Doctor´s Common Courts y en 1831, ya como reportero parlamentario, cubrió la agitación que propició en la comunidad británica las acciones de la Reforma Bill. El Monthly Magazine publicó su primer relato
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Por Héctor Alejo Rodríguez
Dinner at Poplar Walk en 1833. Colaboró en revistas y periódicos con notas sobre la vida londinense bajo el seudónimo de Boz, las cuales recopiló y dio vida a su primer libro Sketches by Boz que le otorgó éxito en 1836. Ese mismo año comenzó por entregas la publicación de The Posthumous Papers of the Pickwick Club, el cual fue muy popular entre los lectores gracias a las ilustraciones de Robert Seymour que daban notoriedad a los capítulos. Se convierte en editor de la revista Bentley´s Micellany en donde comienza a publicar su primera novela Oliver Twist por entregas mensuales durante 1837, la cual sería muy bien recibida en Inglaterra y América. Entre 1838 y 1841 escribe The Life and Adventures of Nicholas Nickleby, The Old Curiosity Shop y Barnaby Rudge. Viajó a Estados Unidos donde permaneció 5 meses en 1842, y en 1843 escribió The Life and Adventures of Martin Chuzzlewit. En diciembre aparecería el cuento A Christmas Carrol. Es autor también de The Chimes (1844), Dealings with the Firm of Dombey and Son (1845), The Haunted Man (1848), David Copperfield (1849), Bleak House (1852), Hard Times (1854), Little Dorrit (1855), A Tale of Two Cities (1859), Great Expectations (1860), Our Mutual friend (1864). Dickens retrató los tipos y escenas de la vida de su época. Conoció a fondo los sentimientos de los pobres, de los oprimidos y abandonados, lo inhumano de la explotación y el torpe engranaje de la administración de justicia. Sufrió un grave accidente de tren en 1865 que le dejó mermada la salud. Murió a causa de una apoplejía el 9 de Junio de 1870 dejando inconclusa su obra Mystery of Edwin Drood. Sus restos descansan en Westminter Abbey.
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La historia de nadie Vivía en la orilla de un enorme río, ancho y profundo, que se deslizaba silencioso y constante hasta un vasto océano desconocido. Fluía así, desde el Génesis. Su curso se alteró algunas veces, al volcarse sobre nuevos canales, dejando el antiguo lecho, seco y estéril; pero jamás sobrepasó su cauce, y seguirá siempre fluyendo hasta la eternidad. Nada podía progresar, dado su corriente impetuosa e insondable. Ningún ser viviente, ni flores, ni hojas, ni la menor partícula de cosa animada o sin vida volvía jamás del océano desconocido. La corriente del río oponía enérgica resistencia, y el curso de un río jamás se detiene, aun cuando la tierra cese en sus revoluciones alrededor del sol. Vivía en un paraje bullicioso, y trabajaba intensamente para poder subsistir. No tenía esperanza de ser alguna vez lo suficientemente rico como para descansar durante un mes, pero aun así, estaba contento, tenía a Dios por testigo y no le faltaba voluntad para cumplir sus pesadas tareas. Pertenecía a una inmensa familia, cuyos miembros debían ganarse el sustento por sí mismos con la diaria tarea, prolongada desde el amanecer hasta entrada la noche. No tenía otra perspectiva ni jamás había pensado en ella. En la vecindad donde residía se oían constantes ruidos de trompetas y tambores, pero no le concernían en absoluto. Esos golpes y tumultos procedían de la familia Bigwig, cuya extraña conducta no dejaba de admirar. Ellos exponían ante la puerta de su vivienda las más raras estatuas de hierro, mármol y bronce y oscurecían la casa con las patas y colas de toscas imágenes de caballos. Si se les preguntaba el significado de todo eso, sonreían con su rudeza habitual y continuaban su ardua tarea. La familia Bigwig (compuesta por los personajes más importantes de los alrededores, y los más turbulentos también)
Por Charles Dickens
tomó a su cargo la misión de evitar que pensara por sí mismo, manejándolo y dirigiendo sus asuntos. “Porque, verdaderamente –decía él–, carezco del tiempo suficiente, y si son tan buenos al cuidarme, a cambio del dinero que les pagaré –pues la situación monetaria de dicha familia no estaba por encima de la suya–, estaré aliviado y muy agradecido al considerar que ustedes entienden más que yo.” Aquí continuaban los golpes y tumultos, y las extrañas imágenes de caballos ante las cuales se esperaba debía arrodillarse y adorar. –No comprendo nada de eso –dijo, frotándose confuso la frente arrugada–. Debe tener un significado seguramente, que yo no alcanzo a descubrirlo. –Eso significa –contestó la familia, sospechando lo que quería decir– honor y gloria en lo más alto, para el mayor mérito. –¡Oh! –respondió él, y quedó satisfecho. Pero cuando miró hacia las imágenes de hierro, mármol y bronce, no encontró ningún compatriota suyo de valor. No pudo descubrir ni uno de los hombres cuyo saber lo rescató a él y a sus hijos de una enfermedad terrible, cuyo arrojo elevó a sus antepasados de la condición de siervos, cuya sabia imaginación abrió una existencia nueva y elevada a los más humildes, cuya habilidad llenó de infinitas maravillas el mundo del hombre trabajador. En cambio descubrió a otros acerca de los cuales no había escuchado jamás nada bueno, y otros más, aún, sobre quienes sabía que pesaban muchas maldades. –¡Jum! –se dijo para sí–. No lo entiendo del todo. De modo que se fue a su casa y se sentó junto a la lumbre, para no pensar más en ello. En este tiempo no había lumbre en su chimenea, cruzada por surcos ennegrecidos; a pesar de ello, era su lugar favorito. Su mujer tenía las manos endurecidas por el trabajo constante, y había envejecido antes de tiempo, pero aun así la amaba mu-
cho. Sus hijos, detenidos en el crecimiento, exhibían señales de una alimentación deficiente; pero se notaba belleza en sus ojos. Por sobre todas las cosas, existía en el alma de ese hombre el ardiente deseo de instruir a sus hijos. “Si algunas veces resulté engañado –decía– por falta de saber, al menos que ellos aprendan para evitar mis errores. Si es duro para mí recoger la cosecha de placer y sabiduría acumulada en los libros, que a ellos les resulte fácil.” Pero la familia Bigwig estalló en violentas discusiones acerca de lo que era legítimo enseñar a los hijos de ese hombre. Algunos miembros insistían en que determinados asuntos eran primordiales e indispensables, y la familia se separó en distintas facciones, escribió panfletos, convocó a sesiones, pronunció discursos, se acorralaron unos a otros en tribunales laicos y cortes eclesiásticas, se arrojaron barro, cruzaron las espaldas y cayeron en abierta pugna e incomprensible rencor. Mientras tanto, este hombre contempló al demonio de la ignorancia irguiéndose y arrastrando consigo a sus hijos. Vio a su hija convertida en una prostituta andrajosa, a su hijo embrutecerse en los senderos de baja sensualidad, hasta llegar a la brutalidad y al crimen; la naciente luz de la inteligencia en los ojos de sus hijos pequeños cambiaba hasta convertirse en astucia y sospechas, a tal punto que los hubiera preferido imbéciles. –Tampoco soy capaz de entenderlo –dijo entonces–; pero creo que no puede justificarse. ¡No! ¡Por el cielo nublado que me ampara, protesto y me reconozco culpable! Tranquilizado nuevamente (porque sus pasiones eran por lo común de escasa duración y su natural bondadoso), miró a su alrededor, en los domingos y feriados, y notó cuánta monotonía y fastidio existía por doquier; cuánta embriaguez surgía de allí, con su séquito de ruindades. Entonces recurrió a la familia Bigwig, diciendo: –Somos gente trabajadora, y sospecho que la gente trabajadora, de cualquier condición, necesita refrigerio mental y distracciones. Vean las condiciones en que caemos cuando descansamos sin ellas. ¡Vengan! ¡Distráiganme inocentemente, muéstrenme alguna cosa, denme una escapatoria! Pero la familia Bigwig se alborotó.
Cuando varias voces pudieron escucharse, se le propuso enseñar las maravillas del mundo, las grandezas de la creación, los notables cambios del tiempo, la obra de la naturaleza y las bellezas del arte en cualquier período de su vida y cuanto pudiera contemplarlas. Esto originó entre los miembros de la familia Bigwig tanto desorden y desvarío, tantos tribunales y peticiones, tantos reclamos y memoriales, tantas mutuas ofensas, una ráfaga tan intensa de debates parlamentarios donde el “no me atrevo” seguía al “lo haría si pudiera”, que dejaron al pobre hombre estupefacto, mirando extraviado a su alrededor. –Yo he provocado esto –se dijo, y se tapó aterrorizado los oídos–. Sólo intento hacer una pregunta inocente, surgida de mi experiencia familiar y del saber común de todo hombre que desea abrir los ojos. No lo entiendo y no soy comprendido. ¿Qué surgiría de semejante estado de cosas? Inclinado sobre su trabajo, se repetía con frecuencia esta pregunta cuando comenzó a extenderse la noticia de una peste que había aparecido entre los trabajadores, provocando muertes a millares. Al mirar a su alrededor, pronto descubrió que la noticia era cierta. Los moribundos y los muertos se mezclaban en las casas estrechas y sucias en que vivieron. Nuevos venenos se filtraban en la atmósfera siempre triste, siempre nauseabunda. Los fuertes y los débiles, la ancianidad y la infancia, el padre y la madre, todos eran derribados a la par. ¿Qué medios de escape poseía? Quedose allí y vio morir a aquellos a quienes más amaba. Un benévolo predicador vino hacia él, tratando de decir algunas plegarias con las cuales calmar su corazón entristecido, pero él replicó: –¡Bah! ¿Qué eficacia posees, misionero, al acercarte a mí, a un hombre condenado a vivir en este lugar hediondo, donde cada sentimiento que se demuestra se convierte en un tormento y donde cada minuto de mis días contados es una nueva palada de lodo agregada a la pila que me oprime? Pero denme el fugaz resplandor del cielo por medio del aire y la luz; denme agua pura, ayúdenme a mantenerme aseado; iluminen esta atmósfera pesada y esta vida oscura en la que nuestros espíritus se hunden y que nos convierten en las criaturas indiferentes y endurecidas que tan a menu-
do contemplan; gentil y bondadosamente lleven los cadáveres de aquellos que murieron fuera de esta mísera habitación, donde ya nos hemos familiarizado en tal forma con el terrible cambio que, para nosotros, hasta ha perdido su santidad, y, maestro, oiré entonces, nadie mejor que tú lo sabes cuán voluntariamente, a Aquel cuyo pensamiento estaba siempre con los pobres y que compadecía todas las miserias humanas. Estaba ya de nuevo en su trabajo, triste y solitario, cuando el amo apareció y permaneció a su lado, vestido de negro. También él había sufrido mucho. Su joven esposa, su esposa tan bella y tan buena, había muerto, llevando consigo su único hijo. –¡Señor! Es muy duro de sobrellevar, lo sé, pero consuélate. Yo trataré de aliviarte en lo posible. El patrón le agradeció desde el fondo de su corazón, pero contestó: –¡Oh, trabajadores! La calamidad comenzó entre ustedes. Si hubieran vivido en forma más saludable yo no sería el viudo desconsolado del presente. –Señor –replicó el trabajador, moviendo la cabeza–, he comenzado a comprender hasta cierto punto que la mayor parte de las calamidades provendrán de nosotros, como provino esta, y que nada se detendrá ante nuestras pobres puertas mientras no nos unamos a aquella gran familia pendenciera, para hacer las cosas que deben hacerse. No podemos vivir sana y decentemente hasta que aquellos que se comprometieron a dirigirnos nos proporcionen los medios. No podemos ser instruidos hasta que no nos enseñen; no podremos divertirnos razonablemente hasta que ellos no nos procuren diversiones; sólo podremos creer en falsos dioses, en nuestros hogares, mientras ellos ensalzan a muchos de los suyos en todos los lugares públicos. Las malas consecuencias de una educación imperfecta, de una indiferencia peligrosa, de inhumanas restricciones; y el rechazo absoluto de cualquier goce, todo procederá de nosotros y nada se detendrá. Se extenderán en todas direcciones. Siempre sucede así, al igual que con la peste. Esto entiendo yo, al menos. Pero el amo respondió: –¡Oh, ustedes, trabajadores! ¡Cuán rara-
mente se dirigen a nosotros, si no es por algún motivo de queja! –Señor –replicó–. No soy nadie y tengo escasas posibilidades de ser escuchado, o tal vez no desee ser oído, excepto cuando existe alguna queja. Pero ella nunca tiene origen en mí, y nunca puede terminar conmigo. Tan seguro como la muerte que desciende hasta mí para hundirme. Había tanta razón en lo que decía, que la familia Bigwig llegó a notificarse y, terriblemente asustada por la reciente catástrofe, resolvió unirse a él para hacer las cosas con más justicia, en todo caso, hasta donde esas mismas cosas estuvieran asociadas con la inmediata prevención, humanamente hablando, de una nueva peste. Pero en cuanto desapareció el temor, cosa que sucedió muy pronto, se reanudaron las mutuas querellas y no se hizo nada. En consecuencia, la desdicha volvió a reaparecer, rugió como antes, se extendió como antes, vengativamente hacia arriba, arrastrando un gran número de descontentos. Pero ni un solo hombre entre ellos quiso admitir, aun en el más ínfimo grado, ser uno de los culpables. Por consiguiente, se sigue viviendo y muriendo en igual forma, y esto es lo primordial en la Historia de Nadie. ¿No tiene nombre?, preguntarán. Tal vez se llama Legión. Importa poco cuál sea su nombre verdadero. Si han estado en los pueblos belgas, cerca del campo de Waterloo, habrán visto en alguna iglesia pequeña y silenciosa el monumento erigido por fieles compañeros de armas a la memoria del coronel A., del mayor B., de los capitanes C, D y E, de los subtenientes F y G, alféreces H, 1 y J, de siete oficiales y ciento treinta soldados que cayeron en el cumplimiento de su deber en un día memorable. La Historia de Nadie es la historia de los soldados anónimos de la tierra. Ellos tomaron parte en la batalla, les corresponde parte de la victoria; cayeron y no dejaron su nombre más que en conjunto. La marcha del más orgulloso de nosotros se encauza en el sendero polvoriento que ellos atravesaron. ¡Oh! Pensemos en ellos este año, ante el fuego de Navidad, y no los olvidemos después que este se haya extinguido.
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más de DICKENS
Por la editorial
OLIVER T WIST
CHARLES DICKENS Oliver es un niño huérfano que pasa sus primeros años en el asilo de la señora Mann. Al igual que el resto de niños en el orfanato, Oliver sufre hambre continuamente. Los niños deciden entonces jugar a quién de ellos pedirá más comida y Oliver resulta ser el elegido. En la cena de esa noche, después de su ración normal, se dirige al director del orfanato y le pide más comida. Debido a este episodio es tachado de problemático por el Sr. Bumble, el bedel y el director, quien lo ofrece como aprendiz a cualquiera que lo quiera contratar. Así, Oliver se convierte en aprendiz del enterrador Sowerberry; sin embargo, se pelea con un empleado del enterrador y decide escapar a Londres.
Datos Curiosos
I
Se casó con Catherine Hogarth en 1836, hija de su amigo George Hogarth, editor de Sketches by Boz, con quien procreó diez hijos.
Escribió American Notes después de su primer viaje al nuevo continente, donII de criticó sarcásticamente el estilo de vida y materialismo de América, lo que causó un exacerbado furor en Estados Unidos y Canadá. Además de editar el Bentley´s Micellany, también editó los semanarios House IIIHold Words en 1850 y All the Year Round en 1859, en los cuales publicaría sus obras por entregas. Fue un entusiasta del teatro, llegando a consolidar una pequeña compañía IV amateur que lograría poner en escena obras como The Frozen Deep for the Queen en 1857. Descarga la versión gratuita del ebook en www.amazon.com.mx ASIN: B00F41OWHW
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Debido a la precisión narrativa de sus cuentos y novelas, se lograron cambios en la legislación del país y se influyó acertadamente para corregir males e injusticias sociales.
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CARTELERA CULTURAL
¿Ya lo leíste? Dinos de que obra literaria se trata y llévate un libro.
Resulta que Mersault , un ser indiferente a la realidad por resultarle absurda e inabordable, asesina a un sujeto porque tenía calor. Todo derivado de recibir un telegrama con la noticia de la muerte de su madre. Las primeras dos personas que respondan correctamente * a partir del 15 de Junio ganarán un libro.**
Envía tu respuesta a blogpartres@gmail.com Felicitamos a Sebastián Herrera Osornio y Emiliano Torres, por contestar correctamente al ¿Ya lo leíste? de la edición 11; agradecemos a los demás lectores por su decidida participación. La obra del número anterior se trata de Hamlet, obra posiblemente se compuesta entre 1599 y 1601, su autor es el dramaturgo inglés William Shakespeare. *Para obtener el premio y no ser descalificado, el concursante deberá enviar en el correo nombre completo, edad y su email. Limitado a un premio por participante cada número. ** El nombre de los ganadores y la respuesta se publicarán en el próximo número de L de Lector. El plazo para enviar sus respuestas es el 30 de Junio. El plazo para recoger los premios vence el viernes 29 de Julio de 2016.
leer más allá
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500 palabras en 3 visitas a 2 ciudades Mientras escribo la presente debo admitir que en mi cabeza resuena una y otra vez un rítmico Jingle bells, el cual más de una ocasión tarareo y da métrica hasta la melodía de mi teclear, y bueno, como no hacerlo al escribir sobre el autor que hoy día nos atañe, en este caso, como primer punto debo ser confeso y decir que de la obra de este autor si estoy en bastante familiarizado, mas, no por la lectura, ya que solo Oliver Twist ha llegado a mis manos, la obra de la que aun asi me digno a hacer crítica llegó por el medio más desautorizado por los amantes de la literatura, el cine y televisión. Lo siento, pero también siendo franco y claro, puedo decir que fueron muy disfrutados, comenzaré por platicarles de una película del año de la canaria talla de los 30’s, era basada en el libro de historia de dos ciudades, donde vi con otros ojos las diferencias de la Europa pre-revolución industrial, con una realidad continental y otra tan distinta en las islas bretonas. Con Nicholas Nickleby, me pasó por primera vez en la vida por la cabeza como es ##$%&@(/&% para disfrutar con las tragedias interminables, dejen de lado los enormes complejos sociales de la época, la infortuna, y la pésima situación económica, parece que la pluma del autor tiene sangre de las espaldas de los personajes para escribir lo que hoy vi en una librería son más de 800 páginas (porque si hice la investigación detrás del presente escrito) que bien pudieron ser maquinadas por Torquemada, y sin embargo entretienen. En grandes esperanzas me topé con una realización multipremiada de no hace
Por Luis Erick Anaya Suirob
mucho tiempo, más si toman el consejo de este servidor no iguala a la versión noventera. Na’mas les diré, tiene la dupla de oro de los últimos tiempos, de director Alfonzo Cuarón, y en la fotografía Emmanuel Lubezki, con una Gwyneth Paltrow que derrite hasta el mas pintado, y rematan con un muy experimentado Robert De Niro, primerísimo actor que es garantía de bien hechura. Sobre Oliver Twist, hablaré con la doble moral que me permite además de ver la película, como dije, leer el libro, de arranque les expresaré una gran coincidencia, ¿han visto, oído, leído o sabido de esos cuentos donde narran la miseria de un pobre huerfanito?, bueno pues este bien puede ser el origen de todo este argumento, las penurias del pobre niño cuyas congojas no cesan, la gran diferencia entre el libro y la película es la crueldad del remate final en la lección aprendida. Finalizaré con el motivo de mi reiterada obsesión por la melodía que les mencioné, la más conocida de las obras del británico tortuoso, Dickens, “A Christmas Caroll” (cuento de navidad o los fantasmas de Scrooge) esa linda historia de redención que todos los años nos fumamos bajo adaptaciones de todo programa que este al aire con variaciones tan multisabores como multicolores, es más alguna vez hasta en el espacio lo llego a ver su servidor con viaje a las estrellas. En fin como siempre lo dejo mi estimado lector recomendándole que se acerque a su librería favorita y lea alguna de las obras aquí expuestas, a su servidor no le queda mas que desearle felices letras.
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escritores Queretanos Narraciones
Por Mónica Barrón Mónica Barrón nació en la Ciudad de México en 1976 y cambió su lugar de residencia a la Ciudad de Santiago de Querétaro en el año de 1987. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación por el Tecnológico de Monterrey, Campus Querétaro (1998). Se diplomó en la Escuela de Escritores (SOGEM) de Querétaro con El libro de las transformaciones (2005). Estudió la maestría en Psicoterapia Gestalt (2009) y también está diplomada en Semiología en Arte y Educación (2009). Cursó el taller Periodismo en la era digital, por el ITESM, CCM. Ha participado en el Taller de Poesía Luis Cernuda, impartido por Miguel Aguilar Carrillo y en el Taller de Creación Literaria impartido por Luis Alberto Arellano. Imaginario Me imaginé tibia, menguante como la luz de una estrella, apaciguada como las ráfagas últimas de la tormenta, desbocada como una yegua liberada. Me imaginé entera, sembrada entre los pliegues de la tierra, entrelazada al ego del planeta, unida a la suerte del convicto, clavada a la humedad de su cueva. Me imaginé afortunada, preñada de alegrías pasajeras, gestante de amores venideros, llena de hatos de conciencia. Me imaginé perfeccionada, casada, separada y enviudada; amada, odiada y olvidada; elevada, ultrajada, malherida... Me imaginé diosa, alabada, abusada y sobreexpuesta; exigida, vituperada y perdurable; oculta, tótem, niña... Me imaginé castigada, culpable, tolerante, asfixiada; comprendida, conocida, saludada; mujer, mujer, mujer. Me imaginé temida. Oh, qué sensación la de temérsele a una misma, la elevación de la pelvis invitante, y no seder... y no caer en el deseable abrazo de la niebla, en las manos satinadas de un amante, y querer tanto al aire, y querer tanto la penetración, y abandonarlo todo para huir de la pasión, y tanto huye el corazón en alas que olvida... y la pasión... se olvida. Me imaginé preñada, inconclusa y espectante; exhibida, inhabitable, idealizada; útera,
etérea, efervecente. Me imaginé dragón, volátil, poderosa y elevada; mitológica, feroz, embriagante: hambrienta de una piel. Me imaginé tanto y tantas veces cómo; y daría a luz a mí misma, y sería tantas veces yo misma, y tanto tiempo desperdiciado, y tantas décadas preparando el día, y tanto dolor tratando de emerger, y tanto deseo suplicando ser saciado, y tanta duda por todas partes de mi cuerpo caprichoso de miradas, culpable y visible; visible: culpable. Esta tarde, cuando se vayan las horas, me quedaré como de costumbre: un momento, volando; y mi mente, libre de madrugadas, por fin quedará silenciosa. Personas como cebras como rayas como rejas Me gusta visitar a los excompañeros de celda; sus caras ocupadas y nunca serenas. sonrisas que prometen bajar la guardia. cada cual con su juicio. condenas. Personas como cebras, con rayas en la mirada. miradas embotadas, compulsivas, intranquilas. Rayas inclinadas. Una sucesión de amigos invisibles y temas sintomáticos. Excluida, ahora, mi ánimo viaja. Palabras externas, ramilletes de ocultamientos. Nada nuevo, Nada. Todo es igual: pasa nada.
Intenso el día, abraza; el tiempo se desliza quemándose las patas, cebras como celdas. Tiempo, Tiempo, tiempo. Rejas, rayas, miradas. Allá, nada. hoy. febrero. nada. mañana, marzo, nada. Igualnada. Igualtampoco. Patrones repitiéndose como las ondas en el agua. Rayas cumplidoras de condenas enfrascadas. Rejas inventivas de horizontes imposibles. Límites precisos, cotizados, vibrantes. Horas que arrinconan los rayos de la luna. Formas en la almohada, cebras que se mueven: bailan, vuelan, cantan. Rejas que terminan donde el muro las levanta. Síntomas compartidos como se comparte la locura. Líneas en el piso, ritmos centrífugos que el alma encona. Lemas, lexemas y connotaciones. Símbolos estrictos sin límites concordantes. Integrales divididas, reglas, pautas, patrones, animales trirrayados. Manos mordidas. Agua compilada, resolución abstracta. Verdades periféricas, calladas como esferas. Esferas, esferas, Esfedoras. Salir para entrar. Dentro, los órganos; fuera, el universo. Piel rayada como cebras enrejadas. Rejas libres como letras enojadas. Morder, mmmmorder, morder. El terciopelo miente al tacto. Si viajo soy sola, si me quedo soy nada. El muro que me acoge, me separa. Eco Si la mirada oculta tras el empeñado espejo buscara signos encallados en corazón de niña estrella, ella, a quien las palabras le ocurrieron temprano, sin aviso, ocultas y brillantes, la que ha crecido con la verdad del espejo empañado por el vaho del aliento paternal, por el dolor que corre en las raíces del árbol de donde se descolgaron sus labios de manzana y sus ojos de avellana; si buscara la resolución del mal contenido en el recipiente almado, de cabellos largos e ideas insensatas, entonces las palabras, las hechas de tinta, delatarán, infames, la materia espiritual del lado oscuro. El árbol crece bajo sus plantas blancas, fruto del conjuro lanzado por la mujer
serena de voz salvaje que se levanta contra paradigmas y tormentas espirituales. Las que callan, hacen silencio, poderosa esfinge, arma mortal contra el necio; los sabios callan, los intelectuales escriben, los necios hablan con palabras tan secas como el vientre de la anciana. Pero tú, niña, brillas en lo alto del silencio, como luz entre la niebla de la mente loca; velados los auténticos intentos, se tropiezan con espejos que tachonan el cielo sobre las cabezas de la duda, que espera ser decapitada para dar a luz cinco nuevas cabezas. Las lágrimas hacen sendero en donde era la alcoba de la risa. Las interrupciones son un milagro que ejecutamos todos, una vez cada rato. Me toma de la mano, fría. Ya quiero ser larga, pero me ando pequeña, no tengo tacón tan alto para volverme mujer, y mi inocensia me asesina. De puntas, las narices andan por lo bajo; arriba es abajo, y por lo bajo, silencio; cabellos cenicientos atizados por el viento de otro tiempo; el tiempo se sabe impaciente cuando se le vigila; crecer es cuestión de empaque; mujer, trama de flores, espinas, savia: sabia. Mujer, somos tus manos y mejillas, tus muelas fracturadas, tu corazón aserbo de fatigas. videntes las manos con sus líneas, no hace falta hablar. La vida corretea por entre las plantas, la costilla es más elocuente que mil hombres. una columna que sobrevie de las ruinas; un cántico que sube como un salmo hasta el oído del dios ciego en el que nos adoramos. Punto ciego, el destino al que llegamos. Abierto frente al mar que nunca cesa de arribar. Biblioteca Digital de Escritores Queretanos Más textos de Mónica El mar a causa de su arribo La realidad se desliza La cena [A mí, con Caarl]
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Recomendaciones
Si alguien te preguntara ¿cuáles son los mejores regalos que quieres recibir en tu vida?, sin duda, responderías aquello que te proporciona felicidad económica o profesional, que en sí, van implícitos en la condición humana, por ser ineludibles. El deseo de Anna es intangible, pide vehemente un Ángel que la ayude a salir de su infortunio, por haber perdido el amor de su vida. Thaddeus es el regalo que Dios le envía y viajará con él a escenarios maravillosos que la llevarán a profundizar en su ser... El amor y su trascendencia, son los regalos especiales que hay que dar y recibir.
LA SEÑORITA DASHWOOD Elizabeth Taylor
Incluso antesde verle o de hablar con él, Cassandra había decidido amarle, como una institutriz en una novela. Conocerle simplemente había confirmado su intención, había hecho posibles sus esperanzas». La joven Cassandra está sola en el mundo después de la muerte de su padre. Cuando llega a Cropthorne Manor como institutriz de la pequeña Sophy, la desgastada mansión y las decadentes estatuas de la propiedad son exactamente como esperaba. Y Marion Vanbrugh es el dueño ideal: viudo, austero, distante, y aficionado a la literatura griega. Marion y Cassandra se sienten atraídos el uno por el otro, pero esta no es una novela del siglo XIX y Marion no es el único inquilino de la mansión. Está Tom, irascible y descontento; Margaret, embarazada y voraz; la inepta tía Tinty y la excéntrica y dominante Nanny. Elizabeth Taylor explora con sutileza las realidades de la vida de una Jane Eyre de la posguerra en esta obra repleta de matices, publicada por primera vez en 1946. Librerías Nuevos Horizontes te regala un 10%
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