de Lector vidas
miercolees
La trágica vida de Poe
La isla del Hada
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No. 4 Octubre 2015
Santiago de Querétaro, Querétaro leer más allá escritores queretanos
Poe, un icono de la literatura
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Edgar Allan Poe
Ricardo P. Quezada
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Llegamos a este cuarto volumen de L de Lector presentando a uno de mis autores favoritos: Edgar Allan Poe. Escritor prolífero que llegó a nuestra lengua gracias a las deliciosas traducciones que Julio Cortázar hizo para la Universidad de Puerto Rico y consideradas como la mejor traducción (de la obra de Poe) de todos los tiempos. Muere el 7 de octubre de 1849. Ya lo dijo Borges en 1949: “En la neurosis, como en otras desdichas, podemos ver un artificio del individuo para lograr un fin. La neurosis de Poe le habría servido para renovar el cuento fantástico, para multiplicar las formas literarias del horror. También cabría decir que Poe sacrificó la vida a la obra, el destino mortal al destino póstumo. [...] Poe indisolublemente pertenece a la historia de las letras occidentales, que no se comprende sin él.”. En el MiercoLees tras un breve debate, se eligió La isla del hada, un relato poco conocido que muestra pensamientos placenteros en torno a la melancolía y la vida contemplativa, con un Poe admirado por la obra divina de la naturaleza, las ciencias, la soledad y la muerte. En Leer más allá, encontramos a Poe como un icono de la literatura y como el padre del género negro. En Escritores Queretanos, Ricardo P. Quezada, autor del libro Autumn Falls (Par Tres Editores, 2015), nos regala el cuento titulado El Terror Afelpado, del cual mantiene su estilo negro y tipo thriller. En Recomendaciones la librería Nuevos Horizontes ofrece un descuento en el libro de Jorge Zepeda Patterson: Los corruptores. Disfruta este número, espera el de Noviembre. PRT
Octubre 2015 Santiago de Querétaro, Querétaro Dirección editorial Patricio Rebollar Vidas LA TRÁGICA VIDA DE POE Mariana Zertuche MiercoLees LA isla del hada Edgar Allan Poe Leer más allá POE, UN ICONO DE LA LITERATURA Luis Erick Anaya Suirob Escritores Queretanos El terror afelpado Ricardo Pérez Quezada
Asistencia editorial Mariana Zertuche Circulación y promoción Librerías Nuevos Horizontes Relaciones Públicas Diana Pesquera Colaboradores Patricio Rebollar, Mariana Zertuche, Ricardo P. Quezada, Diana Pesquera, Aline Trejo García, Marcela Shelley, Librería Nuevos Horizontes, Luis Erick Anaya Suirob.
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Octubre 2015, año I. L de Lector es una publicación mensual editada por Par Tres Editores, S.A. de C.V. en asociación con Librerías Nuevos Horizontes. Editor Responsable: Patricio Rebollar. Impreso por Excellens en Santiago de Querétaro, Querétaro. Se permite la reproducción parcial de esta obra en lo concerniente al texto del Autor del Mes en virtud de encontrarse libre de Derechos de Autor, en cuanto a las demás secciones de la publicación, se prohíbe su reproducción parcial o total, por cualquier medio, sin la anuencia por escrito de los titulares de los derechos correspondientes.
vidas La trágica vida de Poe Nació en Boston en 1809, fue un poeta, narrador y crítico estadounidense. Considerado uno de los mejores cuentistas de todos los tiempos, es famoso por utilizar temas mórbidos y recurrir al terror en sus narraciones. Además fue el impulsor del relato policial y de la ciencia ficción. Con tan sólo dos años de edad, los padres de Poe, actores de teatro, fallecen. Posteriormente fue adoptado por una familia acaudalada de Richmond, Virginia; John y Frances Allan, eran comerciantes de descendencia escocesa. Sin embargo nunca tuvo una relación estable con su padre adoptivo, hecho que lo traumatiza. Así mismo, la muerte de su madre, se convierte en una constante obsesión para el pequeño Poe. En 1815, junto con los Allan, se muda al Reino Unido donde comienza su educación. Muchas de las experiencias, los paisajes y la arquitectura de Gran Bretaña fue tomado como inspiración para diversos relatos que el autor escribiría en los años siguientes, como “William Wilson”. Después de cinco años regresa a Estados Unidos para estudiar en la Universidad de Virginia. Sin embargo, a causa de un fuerte alcoholismo es expulsado en 1827. Asimismo a su regreso a los Estados Unidos, el joven autor siempre tomaba como inspiración relatos e historias que escuchaba en las plantaciones de su padrastro. Aquí es cuando empieza a tomar como referencia leyendas sobre apariciones y sobre marineros. De todo esto nace la única novela del autor, “La narración de Arthur Gordon Pym” Por esta época, su padre adoptivo lo deshereda y Poe decide regresar a Boston don-
3 Por Mariana Zertuche
de publica su primer libro de forma anónima, Tamerlán y otros poemas (1827). Dos años más tarde, publica su segundo libro de poemas, Al Aaraaf (1829). Posteriormente, a causa de motivos económicos, escribe relatos y críticas literarias para algunos periódicos, lo cual lo llevan a adquirir reconocimiento por su estilo elegante y satírico. Gracias a su trabajo Poe vive en varias ciudades como Baltimore, Filadelfia y Nueva York. En 1832, mientras vivía en Baltimore publica su tercer libro, titulado Poemas. Posteriormente se casa con su prima de catorce años Virginia Clemm. Comienza a trabajar en el periódico Southern Baltimore Messenger, donde llega a publicar varios relatos y poemas, y que posteriormente dirigiría, convirtiéndose en uno de los periódicos más importantes del sur del país. Se muda a Filadelfia en 1840, donde publica Cuentos de lo grotesco y lo arabesco. Posteriormente publica varios trabajos como El escarabajo de oro (1843) y El cuervo y otros poemas (1845), obras que lo llevan a tener un alto reconocimiento en la literatura. Dos años más tarde, la esposa de Poe muere de tuberculosis, hecho que lleva al autor a caer nuevamente en el alcoholismo y al consumo de drogas. Muchos atribuyen sus adicciones como la causa de su muerte, cuando en 1849 fue encontrado inconsciente en una calle de Baltimore. Muere dos días más tarde, en un hospital, aparentemente de un ataque cerebral.
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La isla del hada La musique -dice Marmontel en esos Contes Moraux que en nuestras traducciones hemos insistido en llamar Cuentos morales como en remedio de su ingenio-, la musique est le seul des talents qui jouisse de lui même; tous les autres veulent des témoins. Aquí confunde el placer que brindan los sonidos agradables con la capacidad de crearlos. Como en cualquier otro talento, no es posible un goce completo de la música si no hay una segunda persona que aprecia su ejecución. Y tiene en común con los otros talentos la posibilidad de producir efectos que pueden ser plenamente disfrutados en soledad. La idea que el raconteur no ha sido capaz de elaborar claramente, o que ha sacrificado en aras de ese amor nacional por el dicho agudo, es, sin duda, la muy sostenible de que la música más elevada es la que mejor se estima cuando estamos exclusivamente solos. En esta forma pueden admitir la proposición tanto aquellos que aman la lira por sí misma como los que la aman por sus usos espirituales. Pero hay un placer al alcance de la humanidad caída, y quizá sólo uno, que debe aún más que la música a la accesoria sensación de aislamiento. Me refiero a la felicidad experimentada en la contemplación del paisaje natural. En verdad, el hombre que quiere contemplar plenamente la gloria de Dios en la tierra debe contemplarla en soledad. Para mí, al menos, la presencia, no sólo de vida humana, sino de cualquier otra clase que no sea la de los seres verdes que brotan del suelo y no tienen voz, es una mancha en el paisaje, está en pugna con su genio. Me gusta mirar los valles oscuros, las rocas grises, las aguas que sonríen silenciosas, los bosques que suspiran en sueños
Por Edgar Allan Poe
intranquilos, las orgullosas montañas vigilantes que lo contemplan todo desde arriba; me gusta mirarlos como si fueran los miembros colosales de un vasto todo animado y sensible, un todo cuya forma (la de la esfera) es la más perfecta y la más amplia de todas, que prosigue su camino en compañía de otros planetas; cuya mansa sierva es la luna, su mediato soberano el sol, su vida la eternidad, su pensamiento el de un dios, su goce el conocimiento; cuyos destinos se pierden en la inmensidad; que nos conoce de manera análoga a como nosotros conocemos los animálculos que infestan el cerebro, un ser al que, en consecuencia, consideramos como puramente inanimado y material, de manera muy semejante a la de esos animálculos con respecto a nosotros. Nuestro telescopio y nuestras investigaciones matemáticas nos aseguran por doquiera -a pesar de la gazmoñería del más ignorante de los sacerdocios- que el espacio, y en consecuencia el volumen, es una consideración importante a los ojos del Todopoderoso. Los ciclos en los cuales se mueven las estrellas son los mejor adaptados para la evolución, sin choque, de la mayor cantidad posible de cuerpos. Las formas de esos cuerpos son las exactamente precisas para incluir, dentro de una superficie dada, la mayor cantidad posible de materia, al par que dichas superficies están dispuestas de manera de acomodar una población más densa de la que cabría en las mismas ordenadas de otra manera. Que el espacio sea infinito no es un argumento contra la idea de que el volumen es una finalidad de Dios, pues puede haber una infinidad de materia para llenarlo. Y puesto que vemos claramente que dotar a la materia de vitalidad
es un principio -en realidad, en la medida del alcance de nuestros juicios, el principio conductor de las operaciones de la Deidad-, no es muy lógico imaginarla reducida a las regiones de lo pequeño, donde diariamente la descubrimos, y no extendida a las de lo augusto. Así como encontramos un círculo dentro de otro, infinitamente, pero girando todos en torno a un centro lejano que es la divinidad, ¿no podemos suponer analógicamente, de la misma manera, la vida dentro de la vida, lo menor dentro de lo mayor y el todo dentro del Espíritu Divino? En una palabra, erramos grandemente por fatuidad al creer que el hombre, ya en su destino temporal, ya futuro, es más importante en el universo que ese vasto «terrón del valle» que labra y menosprecia, y al cual niega un alma sin ninguna razón profunda, como no sea porque no le contempla en acción. Estas fantasías y otras semejantes siempre conferían a mis meditaciones en las montañas y en los bosques, junto a los ríos y al océano, ese matiz que el común de las gentes llama fantástico. Mis vagabundeos por esos paisajes eran frecuentes, extraños, a menudo solitarios, y el interés con que me perdía por numerosos valles sombríos y profundos, o contemplaba el cielo reflejado de muchos lagos brillantes, era un interés acrecentado por la convicción de que me había perdido en una contemplación solitaria. ¿Quién fue el francés charlatán que dijo, aludiendo a la bien conocida obra de Zimmerman, que «la solitude est une belle chose; mais il faut quelqu’un pour vous dire que la solitude est une belle chose»? El epigrama es irrefutable; pero esa necesidad es una cosa que no existe. Durante uno de mis viajes solitarios, en una lejanísima región de montañas encerradas entre montañas, y tristes ríos y melancólicos lagos sinuosos o dormidos, hallé cierto arroyuelo con una isla. Llegué de improviso, en junio, el mes de la fronda, y me tendí en el césped, bajo las ramas de un
oloroso arbusto desconocido, de manera de adormecerme mientras contemplaba la escena. Sentía que sólo así podría verla, tal era el carácter fantasmal que presentaba. En todas partes, salvo en occidente, donde el sol estaba por ponerse, se elevaban los verdes muros del bosque. El riacho, que formaba un brusco codo en su curso perdiéndose inmediatamente de vista, parecía no salir de su prisión, sino ser absorbido por el profundo follaje verde de los árboles hacia el este, mientras en el lado opuesto (así lo pensé, tendido en el suelo mirando hacia arriba) se derramaba en el valle, silenciosa y continua desde las crepusculares fuentes del cielo, una espléndida cascada oro y carmesí. Más o menos en el centro de la breve perspectiva que abarcaba mi visión soñadora, una pequeña isla circular, profusamente verde, reposaba en el seno de la corriente. Tan fundidas estaban la ribera y la sombra que todo parecía suspendido en el aire, tan semejante a un espejo era el agua transparente, que resultaba casi imposible decir en qué punto del inclinado césped esmeralda comenzaba su dominio de cristal. Mi posición me permitía abarcar de una sola mirada las dos extremidades, este y oeste, del islote, y observé una diferencia singularmente marcada en su aspecto. El último era un radiante harén de bellezas jardineras. Ardía y se ruborizaba bajo la mirada del sol poniente, y reía bellamente con sus flores. El césped era corto, muelle, suavemente perfumado y sembrado de asfódelos. Los árboles eran flexibles, alegres, erguidos, brillantes, esbeltos y graciosos, de línea y follaje orientales, con una corteza suave, lustrosa, multicolor. En todo parecía haber un profundo sentido de vida y de alegría, y, aunque no soplaba el aire de los cielos, todo parecía animado por el delicado ir y venir de innumerables mariposas que podían tomarse por tulipanes con alas. El otro lado, el lado este de la isla, estaba sumido en la más negra sombra. Una oscura
y sin embargo hermosa y apacible melancolía penetraba allí todas las cosas. Los árboles eran de color sombrío, lúgubres de forma y de actitud, retorcidos en figuras tristes, solemnes, espectrales, que expresaban pena letal y muerte prematura. El césped tenía el matiz profundo del ciprés y se inclinaba lánguido, y aquí y allá se veían numerosos montículos pequeños y feos, bajos y estrechos, no muy largos, que tenían el aspecto de tumbas, pero no lo eran, aunque alrededor y encima treparan la ruda y el romero. La sombra de los árboles caía densa sobre el agua y parecía sepultarse en ella, impregnando de oscuridad las profundidades del elemento. Imaginé que cada sombra, a medida que el sol descendía, se separaba tristemente del tronco donde había nacido y era absorbida por la corriente, mientras otras sombras brotaban por momentos de los árboles ocupando el lugar de sus predecesoras sepultas. Una vez que esta idea se hubo adueñado de mi fantasía, la excitó mucho y me perdí de inmediato en ensueños. «Si hubo alguna isla encantada —me dije—, hela aquí. Ésta es la morada de las pocas hadas graciosas que sobreviven a la ruina de la raza. ¿Son suyas esas verdes tumbas? ¿O entregan sus dulces vidas como el hombre? Para morir, ¿consumen su vida melancólicamente, ceden a Dios poco a poco su existencia, como esos árboles entregan sombra tras sombra, agotando sus sustancias hasta la disolución? Lo que el árbol agotado es para el agua que embebe su sombra, ennegreciéndose a medida que la devora, ¿no será la vida del hada para la muerte que la anega?» Mientras así meditaba, con los ojos entrecerrados, y el sol se hundía rápidamente en su lecho, y los remolinos corrían alrededor de la isla, arrastrando en su seno anchas, deslumbrantes, blancas cortezas de sicómoro, cortezas que, en sus múltiples posiciones sobre el agua, podían sugerir a una imaginación rápida lo que ésta gustara;
mientras así meditaba, me pareció que la forma de una de esas mismas hadas en las cuales había estado pensando se encaminaba lentamente hacia la oscuridad desde la luz de la parte oriental de la isla. Allí estaba, erguida en una canoa singularmente frágil, impulsándola con el simple fantasma de un remo. Mientras estuvo bajo la influencia del sol tardío, su actitud parecía indicar alegría, pero la pena la alteró al pasar al dominio de la sombra. Lentamente se deslizó por ella y, al fin, rodeando la isla, volvió a la región de la luz. «La revolución que acaba de cumplir el hada —continué soñador— es el ciclo de un breve año de su vida. Ha atravesado el invierno y el verano. Está un año más cerca de la muerte»; pues no dejé de ver que, al llegar a la tiniebla, su sombra se desprendía y era tragada por el agua oscura, tornando más negra su negrura. Y de nuevo aparecieron el bote y el hada; pero en la actitud de ésta había más preocupación e incertidumbre, menos dinámica alegría. Navegó de nuevo desde la luz hacia la tiniebla (que se ahondaba por momentos), y de nuevo se desprendió su sombra y cayó en el agua de ébano, que la absorbió en su negrura. Y una y otra vez repitió el circuito de la isla (mientras el sol se precipitaba hacia su lecho), y cada vez que surgía en la luz había más pesar en su figura, cada vez más débil, más abatida, más indistinta; y a cada paso hacia la tiniebla se desprendía de ella una sombra más oscura, que se hundía en una sombra más negra. Pero, al fin, cuando el sol hubo desaparecido totalmente, el hada, ahora simple espectro de sí misma, se dirigió desconsolada con su bote a la región de la corriente de ébano y, si salió de allí, no puedo decirlo, pues la oscuridad cayó sobre todas las cosas y nunca más contemplé su mágica figura.
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más de Poe
Por la editorial
Reconocido como uno de los maestros universales del relato corto, renovador de la novela gótica y recordado especialmente pos sus cuentos de terror. Esta edición de Selección de cuentos como El barril de Amontillado, que en plenos carnavales del siglo XIX en alguna ciudad italiana el señor Montresor busca a su “amigo” Fortunato con ánimo de vengarse de una humillación que le había hecho, al hallarlo ebrio le resulta fácil convencerlo de que lo acompañe a su palazzo con el pretexto de darle a probar un nuevo vino de cereza; lo conduce a las catacumbas y allí consuma su venganza. En El retrato oval, relato que narra la historia de un hombre herido y perdido que da un con castillo abandonado lleno de arte, encuentra un libro con la descripción y críticas de todas las obras y se encuentra con el retrato de una joven quien su esposo artista la retrató y le quitó la vida con cada pincelada. La máscara de la muerte roja es la historia del príncipe Próspero, quien se refugia en su abadía fortificada con un selecto número de personas para sobrepasar La muerte roja que circundaba la zona. Organizó un carnaval en sus siete salones en línea recta y allí, la Muerte roja, encarnada en un disfraz sin forma, dio muerte a todos los presentes. Esta edición de Par Tres Editores, publicada en 2014, muy cuidada y bonita, viene acompañada de una taza de cerámica con una frase del cuento El barril de Amon-
tillado impresa en una de sus caras: “Una injuria queda sin reparar cuando su justo castigo perjudica al vengador”, disfruta de la lectura de estos cuentos de Edgar Allan Poe acompañada de un buen café o un delicioso té.
Datos Curiosos I
Muchos lo consideran como el creador del relato detectivesco, y escribió varias obras de genero ciencia ficción.
II Su mayor sueño fue editar su propio periódico, The Stylus, que nunca llegó a cumplirlo.
IIISus trabajos han sido adaptados a obras literarias, la música, el cine, el cómic, la pintura y la televisión.
IV El poeta nicaragüense Rubén Darío le dedicó un ensayo en su libro Los raros.
V Era aficionado a la astronomía.
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CARTELERA CULTURAL
¿Ya lo leíste? Dinos de que obra literaria se trata y llévate un libro.
Las peripecias de un profesor demoníaco servido de un demonio profesional Las primeras dos personas que respondan correctamente * a partir del 15 de Octubre, ganarán un libro.**
Envía tu respuesta a blogpartres@gmail.com Felicitamos a Magdalena Rentería y a Mario Ramón Pérez Cureño, por contestar correctamente al ¿Ya lo leíste? de la edición 3; agradecemos a los demás lectores por su decidida participación. La obra del número anterior se trata de Los viajes de Gulliver, una novela de Jonathan Swift publicada en 1726. *Para obtener el premio y no ser descalificado, el concursante deberá enviar en el correo nombre completo, edad y su email. Limitado a un premio por participante cada número. ** El nombre de los ganadores y la respuesta se publicarán en el próximo número de L de Lector. El plazo para enviar sus respuestas es el 31 de Octubre. El plazo para recoger los premios vence el viernes 28 de Noviembre de 2015.
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leer más allá
Poe, un icono de la literatura
Por Luis Erick Anaya Suirob
Nunca más señor Poe, nerver more, vuelva a lo oscuro de la noche plutónica y no deje pluma alguna prueba de la porfía, o porfía alguna prueba de su prolija pluma. Cuando hablamos de Edgar Allan Poe es hablar de un icono, definitivo, y es también pertinente decir que no todos lo vemos de la misma manera. Poeta, maestro del misterio, padre de la novela negra, dramaturgo, en fin un total ecléctico. Le entraba a todo (literal) o todo lo que se imaginaban en esa época. La mayoría lo conoce en su fase de poeta, que es bastante buena, la verdad es que varios de sus trabajos que han sido catalogados como poemas, en lo personal si estén bien ahí o son una narrativa tímida e hipereducida. Y entrados en narrativa la genialidad del inquieto autor gringo se avienta la puntada de innovar en un género nuevo, digo nuevo para entonces, ahora un poquito usado pero sin duda best seller, la novela negra (en español la novela policiaca de misterio e intriga) con la trilogía Dupin, donde el simpático y siempre críptico Auguste Dupin, va desentramando los hechos por medio de las pistas que se le presentan, la obra compuesta por “Los crímenes de la Rue Morge” título sin duda clave hasta nuestros días, “carta robada” y “el misterio de Marie Rogêt” para los que ya han leído a los más avanzados como Holmes o Poirot se les hará un misterio más groso, como que le falta pulir, mas hay que recordar que antes de él no había nada y que el mismo Sir Arthur Conan Doyle decía que “si cada autor de una historia en algo deudora de Poe pagase una décima parte de los honorarios que recibe por ella para un monumento al maestro, se podría hacer una pirámide
tan alta como la de Keops”, en fin para los amantes del género negro esta obra es piedra angular, más si se consiguen la versión que tradujo el nunca bien ponderado Julio Cortázar, una versión sólo para coleccionistas. No me quiero despedir sin recomendarles un poco más de este autor no sólo en la lectura de grafía (ósea el libro), en la televisión existen excelentes parodias y adaptaciones de las obras más clásicas de este autor, yo en lo personal les recomiendo los Simpson en la casita del horror 2 donde parodian de manera bastante fiel al cuervo, con un homero bastante diferente a lo que nos tienen acostumbrados y un manejo del lenguaje poético, en fin muy buen resultado, también capítulos adelante parodiarán al corazón delator con una Lisa afrontada a sus demonios escolares. Me despido esperando que disfruten de su lectura de las letras y el mundo.
“Este es el movimiento de quienes nos gusta leer, porque nos hace sentir bien”
www.queretarolector.com
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escritores Queretanos El terror afelpado
Por Ricardo P. Quezada
Ricardo Pérez Quezada (Santiago de Querétaro, Querétaro, diciembre de 1988). Estudió Ciencias de la Comunicación en la UVM, se dedica a la publicidad, producción audiovisual, escritura creativa y guionismo. Sus inicios en la escritura fueron torpes y lentos, pero gracias a la influencia de autores como Neil Gaiman, Grant Morrison y Chuck Palahniuk, fue puliendo poco a poco su técnica y retándose cada vez con trabajos más complejos. Lo que en principio era un pasatiempo se convirtió en una necesidad latente por inventar historias y plasmarlas en papel. Autumn Falls (Par Tres Editores, 2015) es su primera novela. Amamos a las estrellas de cine por lo que supone que deben representar, pero al igual que las luces de las ciudades, todo es menos brillante cuando lo ves fuera del lente de las cámaras. En mi caso, la resaca de la desilusión vino acompañada de una mujer tendida en el suelo, una diva cuya admiración desapareció cuando manché la suela de mis zapatos con su sangre. A Olivia Woolridge la conocí gracias a su agente. Si bien la mitad de los actores con los que trabajaban eran mis pacientes, me pidió tener especial cuidado con ésta. Durante su mejor temporada apareció en un par de éxitos de la Columbia; participó con Tippi Herden y Rock Hudson en Culpa al amor y en Barton Hollow con Sal Merino. Aunque su carrera estaba siendo acuñada de manera sólida, la resonancia de las explosiones atómicas en el pacífico y los terrores soviéticos no le permitían a las audiencias darse el lujo de buscar historias cálidas e inspiradoras. Esta determinación obligó a Olivia a convertirse en una estrella fugaz trabada a mitad del firmamento; entre el glamour de las bal-
dosas estrelladas de en la calle Vine y el lodazal del denominado serie B; el tipo de películas por las que la gente no paga y aparecen en la parte baja de la doble cartelera. La Masacre de las islas rosas, El clan de Sicilia, Criaturas del abismo y Horror de 50,000 pies de altura, son algunos de los títulos que recuerdo haber visto donde mi paciente era la protagonista. Aunque el panorama era sombrío y con la corriente en contra, su agente creía que Olivia estaba destinada a convertirse en la primera estrella para la firma de Marsh. Era una chica regular, nada que pudiera considerarse una dama, pero tampoco era obscena como lo proyectaban algunas películas, en general me atrevería a decir que Olivia era una mujer de gustos bastante escuetos: el Mountain Dew, los Stones, las fiestas de alberca, los tragos gratis y la cocaína. Nunca intenté disuadirla, al contrario: la animaba a disfrutar lo que fuera que estaba obteniendo. A mi parecer Olivia tenía una cualidad bastante encantadora además de ser una chica agradable, son-
riente y con la figura bien delineada. Era una mujer con una conversación bastante interesante; le gustaba leer cualquier objeto que llegara a sus manos, envases de conservas, periódicos, libros, biblias de Tijuana, publicidades, cualquier cosa con letras. Eso la convertía en una mujer deseable. Se casó joven pero abandonó a su familia y esposo en Nuevo México para probar suerte en la Costa Oeste. Cuando huyó, sólo cargó su maleta y una criatura pequeña y afelpada, un juguete. Ahora verás, las proyecciones que tenemos sobre los objetos que son nuestros, nos convierten en sujetos interesantes, como los detalles más pequeños en las esculturas más ambiciosas, en el caso de Olivia, el señor Tummuns se convirtió en una especie de conciencia arquetípica, algo así como el pepe grillo de un pinocho bastante bien tallado. Cuando pudo hacerse de un departamento el juguete presenció todo lo que tu imaginación pueda permitirte sin la incomodidad de la ropa, así consiguió sus papeles en Las magnolias y La cabeza de los demonios. Ella nunca se sintió incómoda hasta que una tarde de fiestas en su departamento notó dos esferas oscuras observándola desde un rincón en su habitación, intentó negarlo y continuó compartiendo el horno de mantas hasta que el brillo como de obsidiana en el rostro del oso se volvió insoportable. Pronto desarrolló un sentido de culpa arquetípico con la figura de felpa y su terrible semblante, lo veía en las grabaciones, dentro en el reflejo de los espejos, al tomarse fotografías y besar a cualquiera de sus amantes. Una tarde tuvo un colapso en mi consultorio, cosa que es muy común entre actores y mú-
sicos, pensé en prescribir algún medicamento, pero decidí aconsejarle algo más dramático, le dije que se deshiciera del juguete y ella contestó inmediatamente que era su único lazo con su origen. Le recomendé entonces hacer algo simbólico: arrancarle los ojos al animal de peluche y cambiarlos por algo nuevo, un nuevo par que compartiera su vida y su nueva forma de ver el mundo, le sugerí usar un par de botones. Se imaginará mi sorpresa cuando recibí la llamada donde me dijeron que ella había sido encontrada muerta en su apartamento. Los deslumbrantes ojos amielados fueron destituidos por un par de cuencos profundos con comisuras enrojecidas, mi cabeza no termina de comprender lo que Olivía se hizo a sí misma, o tal vez si aún me siento aletargado, no sé si debería aterrarme, pues el peluche y los ojos de mi paciente no aparecen por ningún lado, como en las serie B.
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Recomendaciones «ya no te quiero en mi vida, no te quiero dentro de ella» Al escuchar estas palabras, la vida de Lily Henning se derrumbó en un segundo. Sin nada que perder y sin sueños que perseguir, Lily decide mudarse a Autumn Falls, un pequeño pueblo en Virginia Occidental. Convencida en crear una nueva vida con la ayuda de su hermano Spencer, Lily trata de superar su duelo y de encontrar un sentido por el cual vivir; retoma su vida profesional convirtiéndose en reportera del periódico local y cubriendo historias poco trascendentes y aburridas para ella, nada que recordar hasta la aparición de extraños asesinatos que rompen la serenidad de Autumn Falls, un pueblo lleno de supersticiones y secretos que han sido enterrados con el paso de los años: homicidios, desapariciones y la maldición de la bruja de otoño.
Los corruptores
Jorge Zepeda Patterson La aparición del cuerpo salvajemente mutilado de la ac-
triz Pamela Dosantos desencadena una crisis de insondables consecuencias para el regreso del PRI a la presidencia. Tomás, un periodista dominado por el desánimo, escribe en su columna acerca del asesinato de la famosa actriz, incorporando un dato que parecía banal, pero que lo coloca en el punto de mira de Salazar, el hombre más temible del nuevo régimen. A las pocas horas de la publicación, Tomás se sumerge en una desenfrenada carrera por descubrir, antes de que las fuerzas secretas del gobierno o del narcotráfico lo capturen o lo silencien, los secretos sexuales y de corrupción atesorados por pamela. Con la potencia del relato policiaco y utilizando recursos del periodismo de investigación y del thriller, los corruptores se lee con la fascinación de quien presencia revelaciones formidables, descubre una imagen nunca antes vista de los poderes públicos y es testigo de una arrebatada historia de amor. Librerías Nuevos Horizontes te regala un 10%
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