Lirio aromático Revista Buen Vivir - Número 44 - Páginas 51 a 52
Esconde sus encantos en olorosos dientes originarios de Siberia que en su recorrido por el mundo propician decenas de leyendas.
Gracias a los antiguos egipcios contamos hoy con una de las descripciones más hermosas acerca de esta hierba de la familia de las liliáceas, cuyo nombre científico es Allium sativum. Sophie Hale lo registra en su libro El maravilloso ajo, así: “El ajo representa el cosmos; su piel externa, los diferentes estratos del cielo y del infierno; la disposición de los dientes, el sistema solar. Por eso el comerlo simboliza la unión del hombre y del universo”. Tal descripción manifiesta el importante papel que el ajo tenía entre los egipcios, que enterraban a sus muertos con él y lo utilizaban en el proceso de momificación. En la tumba de Tutankamen, por ejemplo, se encontraron seis dientes de ajo. Pero no sólo los antiguos lo consideraban así, pues en el Egipto de hoy se realiza el festival “Olfatear las brisas”, durante el cual se come ajo, se lo lleva puesto y se machaca en marcos de puertas y alféizares ventanas. Los griegos le atribuían un carácter protector contra el mal de ojo, por eso ninguna comadrona griega se lanzaba a atender un parto sin tener una ración de ajos en la mano. Lo utilizaban para proteger a las parejas comprometidas y a los recién casados. También creían que había que dejar pequeñas pilas de dientes en las encrucijadas para apaciguar a Hécate, diosa del destino, y si en caso de peligro no se contaba con un ajo a mano, servía decir: “Arrojaré ajo a tus ojos”. Sus poderes medicinales han sido ya muy reconocidos. En El nuevo libro de las plantas para el cuidado de la salud, Germán Zuluaga señala sus poderes antibióticos naturales. Se destaca su papel frente al sistema cardiovascular, ante problemas circulatorios y en alteraciones del azúcar, el colesterol, los triglicéridos y el ácido úrico. Su acción medicinal se debe a su alto contenido de aceite esencial rico en principios azufrados.
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Prohibida la reproducción, distribución, comunicación pública y utilización, total o parcial, de los contenidos de este documento sin la previa autorización del autor - Patricia Ruan - 2015
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Por su aroma penetrante, el ajo se le conoce como la rosa pestilente. Pero de acuerdo con la forma como se libere su elemento sulfuroso (fuente de su sabor picante), variará su sabor, que puede ir de sutil a intenso. Se aconseja servir un solo plato sazonado con ajo en un mismo menú. Combinarlo con un vino fuerte como el Rioja o el Chianti, y los blancos secos como el Frascati. La cerveza también va muy bien con los platos bien sazonados o picantes, igual que la sangría o un Spritzer, vino blanco con agua de soda o mineral efervescente. A la hora de comprarlo, bulbos firmes y llenos, de pieles blancas, rosa o púrpura, asegurarán los placeres de este condimento oloroso y ardiente.
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