Artesanías como piezas de exportación Revista Life Style Cartagena - Número 1 - Páginas 22 a 25
Su artífice, Gustavo Pinto, un apasionado de los materiales naturales como lo muestran las piezas que desde hace más de veinte años ha producido y colocado en los mercados europeos y norteamericanos. Ahora, desde Cartagena sigue promoviendo el diseño. En su Hotel Agua se exhiben y se venden los objetos. El mimbre fue la primera fibra colombiana que Gustavo Pinto trabajó en función de sus diseños. Empezó con el diseño de unos canastos que producía en Ibagué y luego vendía en almacenes en Bogotá. Siempre había tenido la sensibilidad para buscar el balance en las cosas y rodearse de objetos que proyectar armonía. También había estudiado administración de empresas, se había especislizado en turismo y había trabajado en la promoción de Colombia en el exterior, situación que le permitió familiarizarse con las tradiciones artesanales del país, ya que también debía promover la artesanía local. Junto a William Piedrahita, quien fue el primero en Colombia en trabajar el cacho, el hueso y el coco en piezas decorativas, produjo piezas decorativas que llegaron a venderse en Christian Dior, Ralph Lauren, Bloomingdales y Maison et Jardín, entre otras firmas. A medida que aumentaba el portafolio de objetos también se iba ampliando la exploración de materiales con otros como la macana y el canelo (raíz de un árbol). Casi veinte años visitando ferias de diseño internacionales y explorando muebles al exterior lo dotaron de un ojo que sabe reconocer cuáles son los materiales que sirven para producir determinado objeto, cuál es la factura que debe alcanzar una pieza y el punto en que la misma habla el lenguaje que él quiere: “el de una pieza artesanal con mucho diseño que aún conserva su ‘alma’”. Desde la Fundación Agua se ha ocupado por promover el trabajo de los artesanos de Cartagena y otras regiones de Colombia. Así lo muestra el repertorio de objetos que hoy
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decoran el Hotel Agua que se convierte en la sala de exhibición perfecta para que los turistas se fascinen con ellos y se los lleven a casa. Allí están las lámparas caladas elaboradas a partir de totumos de Marilys Cervantes, que exigían sobre todo un trabajo de paciencia pues los pequeños agujeros se realizaban uno a uno, hasta que se consiguió una herramienta eléctrica que le permite agilizar el proceso. Los cocos pulidos los desarrollan artesanos de La Boquilla y Bocachica. El proceso empieza con la extracción de la carne y termina con la brillada a punta de piedra. Las bateas de generosas proporciones de maderas macizas vienen de la región de Córdoba, de árboles derribados por la misma naturaleza. Los cojines redondos en fique y cuadrados en fibras de plátano vienen de Huila, donde empezó la historia de Gustavo Pinto y el diseño de piezas decorativas..
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