Kémet

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Panorámica del desierto de Aswan (región sur), desde la ruta 75, en la provincia del mismo nombre.

Revista de viajes y costumbres. Número especial. Diciembre de 2017. Edita: Publicaciones Imprecisas S.L. Fotografía: © Perec ( http://www.flickr.com/photos/xaman-ek ) Barcelona (España).

Prohibida la reproducción total o parcial. Es propiedad del autor.

Portada: Sol poniente en las proximidades de Esna, provincia de Quena (Alto Nilo).

Contraportada: Dejando atrás isla Elefantina (Aswan).

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Desde la editorial

Al inicio de todo periplo, novato es uno por mucha experiencia que acumule y equipaje que haya hecho y deshecho. Asimismo, no se puede condensar toda una serie de impresiones en tan poco espacio dada la dimensión de lo vivido, no creyendo valorar más las palabras que las imágenes o viceversa, quedando obsoleto el dicho. En cualquier caso, estas ilustraciones y comentarios no harán justicia y la síntesis sabrá a poco. He visto “cosas maravillosas”, como dijo Howard Carter en 1922, diversas, singulares. Hechos y formas que se quedarán en mi mente en un intento de comprensión, de aceptación de las circunstancias de la vida en otros universos, cómo se forjaron y sus logros. Al fin y al cabo, transitamos para conocer otras geografías, lejanías que no alcanzamos habitualmente, pero que mantienen nuestra curiosidad en permanente alerta. Kémet, "la tierra negra", latinizado finalmente como Egipto, ّ ‫را ر‬ ّ ‫ور‬ Ŷumhūriyyat Misr Al-Arabiyyah en árabe, fue siempre un destino, aunque ya se sabe que esto es lo de menos. Es el viaje por excelencia. Uno de esos peregrinajes al que hay que llegar por que está ahí. Es nuestra cuna. En mayúsculas. Soñado y ansiado, místico y atractivo. Exótico, dirían algunos. Romántico, otros. Hace unos cuantos lustros, una civilización creció junto a uno de los ríos más largos del mundo, único, pues la trayectoria de sus aguas se realiza en sentido inverso a la lógica de cualquier acuaticidad que se precie, ejerciendo de gran vertebrador en la vida de muchas personas. Heródoto lo magnificó con aquella mítica frase _¡cuánto descubrieron los griegos de sí mismos en tierra africana!_, pero si auscultamos un poco en la historiografía mundial veremos que las antiguas comunidades se asentaron junto a esos ejes naturales para una mejor subsistencia. Y el Nilo no es una excepción; más bien la norma. Junto a él, una franja de tierra donde se abigarraron colectivos humanos y animales en razón a su dulce sabor y los rendimientos agropecuarios que pudiera satisfacer. Desde el alba de los tiempos, esta cultura elaboró una de las reflexiones más sofisticadas sobre la vida y la muerte del ser humano. La cosmogonía faraónica desarrolló un legado patrimonial, una monumentalidad que ha conservado hasta hoy la impronta de sus quehaceres más cotidianos. Las creencias, arte y expresividad han perdurado a través de las épocas, dejando unos notables testimonios de grandeza y sensibilidad. Pero este país tan risueño también es un ejemplo de modernidad, donde la contradicción, la complejidad diaria, la incidencia política, la certidumbre igualitaria, aportan ese otro grano de arena, uno más de la inmensidad que le rodea, a su actualidad más formal, globalizada y equiparada al resto del espacio de influencia. Territorio tradicionalmente musulmán, mantiene su pulso identitário, dinámico, pues la sociedad egipcia no cesa de fluir en un planeta del siglo XXI.

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Cairo, o la neuralgia Dice Tito Vivas, arqueólogo, en su ultimo libro que El Cairo _ ‫ا ھرة‬, AlQāhira 'la victoriosa'_, "es como una señora obesa que no puede moverse por su propia extensión..." (El viaje de un arqueólogo ingenuo. Ediciones El Viento, 2017). Aunque mi paso ha sido breve, fugaz, he podido sopesar el clima en momentos que destiñen lo suficiente. Ya desde la ventanilla del pájaro observas lo inmensa e inabarcable que resulta una de las urbes más pobladas del planeta, con un área desmesurada y con un aeropuerto que, creo, quintuplica el que tengo cerca de casa. La ciudad que nunca duerme, dice con entusiasmo nuestro receptor en estas tierras, un veinteañero guaperas simpatizante del Real Madrid, mientras relata las eminencias de los iluminados edificios situados a lo largo de una amplia y grandilocuente avenida, kilométrica, todos ellos de porte señorial y militarista, embotellada de denso tráfico a pesar de la hora. La metrópolis más preponderante de África es un crisol de culturas desde lo inmemoriable, manteniendo vivas varias creencias religiosas en la actualidad, propiciando un civismo encomiable con alguna que otra alteración de orden público. 22 millones de habitantes con una fluctuación de más ó menos 3 que entran a trabajar diariamente en su núcleo dibuja su fluidez. Se pierde la vista hacia el horizonte mirando desde lo alto de la joya imponente de la Mezquita de Alabastro y haciendo todo un giro de 360 grados,

pero con un smog agrisado, suspendido a lo largo y ancho de su cielo urbano. No en vano es una de las ciudades más contaminadas del planeta y plantea serios problemas de higiene respiratoria a sus habitantes. Sin embargo, en algún callejón de barrio, atiborrado de minúsculos comercios de estética llamativa, aunque polvorienta, donde se entremezclan las cantinelas de los vendedores, mercancías, colores y prisas, existen multitud de detalles que absorben tu atención: aquella moto aparcada en un firme que deja que desear respecto a su regularidad asfáltica y dudosa limitación, junto a un montón de maderas dispuestas desordenadamente, como para ser recogidas desde hace días. Mas allá, un esquelético perro merodea junto a unas basuras olvidadas mientras dos uniformados colegiales caminan saboreando un helado y desplazándose hacia sus quehaceres, siendo sorprendidos por un tuc-tuc, estridente triciclo que ha permitido un aumento en el salario de su jovencísimo chofer y supongo, propietario, y que se está haciendo famoso en muchos itinerarios por su maniobrabilidad, entorpeciendo, sin embargo, el ritmo del resto de vehículos. Es una megalópolis ajetreada, que se intuye tensionada, de urbanidad confusa, trazados retorcidos y circulación imprevisible. El tráfico existente ofrece un caos organizado, intimidante y sorprendente, anárquico, donde el claxon tiene un lenguaje propio y el respeto se supone.

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El ruido es un común denominador de alta frecuencia. Hay que añadir, asimismo, la intrepidez del transeúnte, atrevido y osado, sin paso de peatones que le permita un sosiego al cruzar la vía. Todo ello en un distrito, me dicen, de clase media, con algunas calles de aspecto lúgubre, escasa iluminación, combinando edificios de media altura con desaliñadas fachadas de cableado libre de soportes y casas bajas ruralizadas en usanza. Humildad y ostentación con ropa colgada en oberturas que realizan la función de ventanas..., o no, y parabólicas invadiendo todo terrazo superior. Pero también se puede disfrutar del momento zen junto al río, ese símbolo cariota por antonomasia, que ofrece un respiro para ingerir los platos más típicos de la gastronomía local que, no hay que olvidar, es fusión de todo Oriente. La tarde ofrece nuevas perspectivas en los múltiples bazares; es visita obligada a estas horas y el Café de los Espejos, de famoso cosmopolitismo, presume de no haber cerrado desde 1773...

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Faraón, o el que dicta Impone la Gran Pirámide. Veintidós mil voluntarios trabajaron durante treinta y dos años. Bien alimentados. A sus pies, uno cavila cómo es posible enervar un monumento de carácter funerario con tales características. Ubicado en el centro del mundo conocido, a un tercio de distancia entre el ecuador y el polo norte. Ya en el desayuno se respiraba una especial excitación por parte del hiperventilado grupo de extremo-orientales de varias nacionalidades con los que compartimos mesa. Todos íbamos a coincidir en visitar la obra faraónica por excelencia, ejemplo típico de impulso vertical constructivo y trasfondo cultural subyacente. Empequeñecido por las dimensiones, me recreo en el espacio exterior bajo un sol de justicia y una atmósfera de reflexión. Mientras, mis compañeros deciden ascender por la Gran Galería. Previo pago, todo hay que decirlo. Incluye la opresión y la humedad. Asimismo, el gentío. La crisis también golpea por aquí. Multitud de reportajes televisivos ya te informan sobre su vacuidad, por lo que no hay morbo. Y su supuesto esoterismo no desvía mi interés. Los camelleros que planean por la zona se afanan en promocionar su vehículo de cuatro patas con total solvencia y abnegación, pero no estoy para estridencias ni películas de Lawrence. Las losas graníticas de su base todavía exhiben esa linealidad, ese desgaste milenario, por donde siguieron los derroteros laborales de aquél periodo a la hora de apilar tonelada tras tonelada, donde uno se percata que la estereotomía, la cualidad a la hora de cortar el granito, es un arte sólo realizado por cualificados. Khufu (Keops), que gobernó en la IV dinastía, fue el artífice y como él, otros tantos, antes o después, que quisieron

monumentalizar su herencia hasta nuestros días con edificaciones similares o espacios mortuorios de gran calibre y complejidad decorativa y lingüística. Sus personalidades divinizadas establecían un equilibrio hacia el resto de sus semejantes, una armonía por la que se regía toda la sociedad, pues el mito fundacional así lo exigía. Eran los gobernadores de las aguas, traducción literal de uno de sus calificativos, gracias al Heka _atributo que podemos observar en toda iconografía petrificada_ más conocidos de estos personajes reales. Aquél océano primordial era de donde surgía el soplo vital para todo ser viviente, configurando los diversos estadios y determinismo social. Por supuesto, fueron envidiados, idolatrados o igualados. Y aquellos reductos y sus cuerpos, admirados, saqueados y profanados. De alguna u otra forma, su impronta en las paredes de hipogeos, tumbas, templos y santuarios relatan lecturas que definieron estilo, y aquellas obras constatan una actitud ante la vida que recorrían con toda una secular simbología interiorizada hasta el extremo. La piedra, perenne elemento natural que se disponía, era lo único que permanecería a lo largo de los siglos, extendiendo estas vivencias mas allá de su geografía. Aegyptos viene a significar "enigma" en griego. Es el nombre que éstos le dieron a este territorio. Quizás tuvieran razón.

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Iteru, el que nutre Recuerdo "E la nave va..." de Federico Fellini (1983), aunque el contexto es otro. Aquí el satirismo del film italiano se convierte en una metáfora fluvial de la propia vida. Fue inapreciable, pues apenas iniciamos el desliz sobre estas aguas dejando atrás Luxor (‫ر‬ ‫ ا‬Al Uqsur en árabe), noté el efecto mecedora, ese sosiego que te lleva, esa paz que te invade cuando tu cuerpo no realiza esfuerzo pero el desplazamiento es constatable. Flotas en unos instantes lo suficientemente largos, y el paisaje va haciendo el resto, invadiendo tus sentidos. Avanzamos, es un decir, por un manto de aventura (hasta hace escasos años no se recorrió en su totalidad, ¡en kayak!), de sueños, donde la historia te envuelve desde la primera milla..., a contracorriente, no olvidemos. Dijo aquél griego que "... es un don...", pero con él a la vista uno se cuestiona cómo los humanos nos sedentarizamos gracias a sus beneficios... Hay diversas teorías sobre la Neolitización, pero no vamos a extendernos en cuestiones de antropología básica. Lo que esta claro es que sin el generoso Nilo ( ‫ ا ل‬en árabe o Hapy, dios de las aguas para los antiguos), Egipto no hubiera existido como universo, no hubiera habido una facilidad de transmisión para con y desde aquella entidad, no hubiera surgido innovación en el arte de navegar y multitud de características añadidas a esa eclosión civilizadora, a ese desarrollismo redistributivo de formas y estructuras que lo hicieron grande.

El sol africano apabulla en cubierta; su incidencia no es acuática precisamente. Aletargados, con esa languidez que sólo contagia el trópico, nos miramos unos a otros, sin decir nada. Ensimismados, exploramos más allá del horizonte, aquél espacio árido, yermo, deshabitado, que llamamos desierto (y cuyo origen procede del egipcio clásico dshr.t, desheret..., la "tierra roja", infecunda) que contrasta con la frescura de sus orillas, ese embriagador color verde de la vegetación ribereña regada por aguas fértiles y espirituales, salpicadas por circunstanciales aglomeraciones urbanas, sencillas, de apariencia tranquila. Un dato: cauce de profundidad variable, dice el alejandrino Reda que oscila entre los 180 metros y los 50 centímetros; imperturbables a nuestro paso, observamos como algunos pescadores se mojan hasta la cintura en sus labores cotidianas. Río (itrw) hacedor, sacralizado desde sus más primigenios orígenes en el periodo del Mioceno, fue siempre inagotable fuente de recursos y principal vía de transportes, personas... o piedras, marcando con el ritmo de sus crecidas...

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Con más de 6.600 kilómetros de longitud, el Nilo es el mayor río del continente africano. Sin embargo, los antiguos egipcios se asentaron únicamente en los últimos 1.300 kilómetros de recorrido, aquellos en los que era posible una potabilidad manifiesta. Increíblemente, las primeras polémicas históricas sobre el mayor proveedor hídrico africano no fueron sobre el reparto de sus aguas, sino sobre el lugar exacto de su nacimiento o sobre quién fue el primer explorador que avistó su corriente. Tampoco vamos a añadir nada que no se sepa ya y la literatura de calibre, extensa, por cierto, halla dicho en su momento. Un histórico litigio por el uso de esa fuente hidráulica sostienen Egipto, destino final de su corriente que satisface cerca del 95% de las necesidades acuíferas del país, aún más requeridas por sus escasas lluvias, y Etiopía, que solo emplea el uno o el dos por ciento. Es un devenir humano en sí mismo, resultando imposible desvincular las historias paralelas vividas al dispute de su masa acuática. Todo ello sin olvidar al Sudán, tercer estado en discordia. El Nilo, protagonista indiscutible y ejemplo de exotismo para artistas, poetas, transeúntes, turistas (¿qué somos a lomos de esta máquina?), deviene conflicto entre gobernantes y países que se disputan caudal desde hace siglos, aunque sus diferencias navegan ahora sobre las del futuro mayor embalse africano.

La tarde cae con parsimonia, ya cercanos a Edfú. Unos intrépidos marineros, remando hasta alcanzar la borda, nos visitan ofreciendo productos de calidad. Con total impunidad, su asalto ejemplariza el coraje, el tesón y la propiedad de éstas, sus aguas, de las que son dueños hace siglos... De cualquier manera, han sido primordiales para que cierta inspiración, como la de otros muchos escribas, me hayan llevado a escribir estas notas...

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Sortilegio

¡Observad! Abiertos están el cielo y la tierra, el oeste está abierto, el este está abierto, está abierta la mitad del Cielo del Sur, está abierta la mitad del Cielo del Norte. Abiertas de par en par se encuentran las Puertas, tienen corridos los cerrojos los Portales, es así que Ra aparece por el horizonte...

Conjuro CXXX Para volver perfectos a los espíritus santificados. Libro de los Muertos, Reino Nuevo ( 1.500 a. C., aprox.)

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Indice de imágenes.4. Khan el Khalili (El Cairo), barrio tradicionalmente comercial y bullicioso, concurrido a todas horas. 7. Ciudadela de Saladino (Salah ad-ad Din Yusuf ibn Ayyub). Grupo de niños en el interior del patio central de la Mezquita de Alabastro. 8. Iglesia ortodoxa de San Sergio. Barrio Copto. 9. Centro de El Cairo. Barrio administrativo junto al río Nilo. 10. Imagen en alabastro de Thutmosis III, sexto faraón de la Dinastía XVIII. Museo de El Cairo. 12. Abdullah y su vehículo, entre las pirámides de la necrópolis. Barrio de Guiza, al oeste de El Cairo. 13. Templo de Luxor, la antigua Tebas. Columnata procesional obra de Amenofis III (Dinastía XVIII). 14. Bajorelieve parietal, mástaba de Mereruka, chaty (canciller) de Teti, faraón de la VI Dinastía. Complejo monumental de Saqqara. 15 Bajorrelieve del corredor J, pasillo lateral del Templo de Edfú. De la época ptolemaica, está oficiado al dios Horus. 16. Interior del templo de Karnak, sala hipóstila. Espectáculo de luz y sonido que recrea la historia de Egipto. 17. Escavada en la roca, el interior del Templo de Abu Simbel ofrece al visitante un ejemplo de solemnidad. Sus ocho estatuas representan a Ramses II. 21-22-23. Tramo entre Esna, As Sibaiyyah y Nagaa Hassanein. 24. Alrededores de Aswan.

25. Faluca, típica barca de pescadores del Nilo. 26. Bouganvilla blanca en la isla de Philè. 29. Santuario dedicado a la diosa Hathor, en el incomparable marco conocido como Djeser-Djeseru (La maravilla de las maravillas) , el Templo de Hatshepsut, de la Dinastía XVIII (Deir el- Bahari).

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