Panorámica de la Sierra del Montseny desde el Castillo de Tagamanent (Congost), Barcelona.
Revista de viajes y costumbres. Número 12. Diciembre de 2016. Edita: Publicaciones Imprecisas S.L. Fotografía: © Perec ( http://www.flickr.com/photos/xaman-ek ) Barcelona (España).
Prohibida la reproducción total o parcial. Es propiedad del autor.
Portada: Típica stupa budista del Monasterio del Garraf (Barcelona) Sakya Tashi Ling, simbolizando la unidad. Ver: http://www.monjesbudistas.org/
Escena central: Recolector de arroz. Campos de Deltebre (Montsià-Tarragona).
Contraportada: Degustación de marisco en Fira de Mercat de Mercats, de la Ciudad Condal ( http://www.somdemercat.cat/ca ), edición 2016. Asimismo: http://www.somdemercat.cat/ca/continguts-per-categoria/all/non/939
Desde la editorial Hace ya más de una década, la búsqueda de nuevas alternativas de ocio hizo surgir un nuevo modo de entender la actividad física. No deja de ser histórico, pues se vuelve otra vez al contacto con la naturaleza, al hecho pasional de competir consigo mismo y lo que el aire libre le proporciona. Al disfrute intrínseco de la persona con el medio. El agonismo en su más pura y natural acepción. En aquella postmodernidad que nos invadió floreció el término “aventura”, acepción que no deja de ser romántica. Atrás quedan las gestas que investigadores y exploradores realizaban en pos de la curiosidad, la ciencia, el descubrimiento de nuevos territorios y colectivos humanos, pero que, sin duda, tuvieron al factor riesgo como compañero inseparable de viaje. Actualmente, ese factor está perfectamente estudiado; todas las tareas que realiza el urbanita sitúan a éste en su mundo real, pero con las dosis de imaginación que le transportan y enriquecen su persona dentro del aspecto más lúdico posible. En una sociedad en la que predomina la apariencia sobre el ser, el culto al cuerpo tiene un papel preponderante. Recordemos el término deporte, palabra procedente del siglo XII, que significa diversión, pasatiempo, es una de aquellas formas. Con esa anterioridad como referencia, aquél era ascético y energético, pues producía trabajo. Pero se ha transformado en un cuerpo informacional, que recibe y emite información, y estético. La aventura hace que este cuerpo se someta a la percepción de peligros imaginarios, convirtiéndose aquella en un hecho social. Estimula para beneficios de tipo psicológico (autoestima, confianza, autoeficacia), educativos (concienciación sobre el entorno y la naturaleza), sociales (comunicación y cooperación) y, evidentemente, físicos (puesta en forma). La aventura es una nueva posibilidad y/o modalidad para que el hombre busque fuera de sus patrones rutinarios de convivencia su equilibrio interior, liberándose de las reglas sociales que ha de cumplir de modo cotidiano. Es ser él mismo y sus emociones, aunque viva poco tiempo aquel momento. La búsqueda del placer, de sentirse bien consigo y con los que le rodean. La aventura es salir de lo convencional, de la monotonía, de arriesgarse lo justo, pero con toda la seguridad posible.
¡Qué mal lo paso cuando cimbrea la nave! Se aproxima un cambio de tiempo y un frente borrascoso, justo antes del despegue, nos golpea, anunciando su poderío.
Hambre de burgo
La germania del norte
Suena Joe Cooker y sus nueve semanas por la emisora. Me tomo tiempo para el traslado, pero esta empresa no falla. A sus vehículos siempre les ocurre algo. El naranja es un color infalible. Parados en una incorporación de vía principal... 10 minutos... No me imagino el stress de los que pueden perder el vuelo. Espléndido día tras las cristaleras que dan a las pistas y formidable trasiego de gente; final de mes e invasión de orientales.
En un periodo de mi vida en que no pruebo la carne, transitaré por la ciudad origen de la hamburguesa, aquel producto típicamente americano que inventaron unos emigrantes alemanes de principios de siglo XX al cruzar el charco y buscarse la vida en otros lares. Fueron prácticos; aplastaron una bola de carne picada, pasándola por la plancha. Sobrevivir con el ingenio. Lograron así, internacionalizar el elemento básico de la comida rápida, creando industria. Hasta que llegó el slow food, claro. Christine comanda la bienvenida, desplazándose con anterioridad. Su bienvenida tendrá el denominador común de la típica cocina alemana. No lo llamaremos tapeo.
La taberna donde practicamos ingesta es una antigua instalación ferroviaria reconvertida ( http://www.schachcafehamburg.de/ ) Acogedora, con sala elevada sobre la vía del ferrocarril, está concurrida. Jubilados, estudiantes, mamás con su prole, solitarios que esperan; de horario selecto y servicio ininterrumpido.
Tan extensa como Nueva York, dicen, la segunda urbe en importancia teutona recibe protegida por un manto de nubes. Cielo cubierto, gris, que, sin embargo, permite ver sus edificaciones clásicas vestidas con ese famoso ladrillo rojo. Hay una cierta filosofía en el lánguido paisaje, salpicado por extensos parques, urbanismos trazados con cartabón y bicicletas. Muchas. La gente se desplaza presurosa y dinámica. ¿Es lo que soñaba Shopenhauer en su adolescencia? Se respiran aires fluviales: el Elba, antiguamente surcado por los temibles vikingos, configúrase como eje vital muy atractivo para esta ciudad, tercer puerto marítimo europeo. Con aplomo germano, Christine planifica nuestra estancia. No sé si va a ver tiempo para todo. Tortilla de patatas, o Bauernfruhstuck, como se llama en este establecimiento, aderezada con col, pepino y bacon, es, en definitiva, el plato que me ha tocado degustar. Sabroso, no me lo acabo.
Tomo el metropolitano hasta mi dormitorio. Cada uno se desplaza a su cubil. Marion albergará a las chicas. Me toca la mejor parte: cruzar la ciudad. El sol se esconde por la intermodal de Barmbek. ¡Un disco solar anaranjado que no ha aparecido hasta este momento! Abarrotado transporte. Retornando a sus casas, algunos inician la cena en el mismo vagón, o eso creo. La fiambrera les delata. Debo agilizar, pues oscurece y no conozco el entorno. Hotelito con discreción y efectividad para su categoría. Remodelado desde unas antiguas dependencias de correos, disimula en este barrio populoso como es Altona, cruce de caminos en la parte oriental de la ciudad. Simpleza de instalación y en el trato. De módico precio, me pregunto que es lo que utilizaría menos en una breve estancia: el baño.
Por eso es compartido. El resto, minimalismo puro. No así su desayuno, con la calidez de siempre. Esmerado. Me encanta el pan alemán.
Toca perderse por la calle. Parece que los cuervos madrugan. Sus graznidos llenan la gélida mañana. Los bichos rapiñan lo que encuentran. Quiero ver el río y una joya histórica que descansa en su orilla. Siempre me han fascinado los filmes de submarinos. Atracción por el hecho convivencial en situación extrema. ¿Cómo es posible moverse en un terreno tan minúsculo? El arma más traicionera de las batallas navales es, sin embargo, una obra de ingeniería. Mastodóntica. Junto a uno de los muelles yace, creo que es adecuado decirlo, navío ruso de la Guerra Fría rescatado como museo (http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013 /02/01/catalunya/1359758305_56848 4.html ).
Es inimaginable la cantidad de manguitos, compresores, válvulas, tubos, pulsadores, que dibujan en toda su estructura metálica una geografía de resultado tristemente letal para un posible enemigo. Pero me surge una pregunta: ¿cómo se pueden colocar todos esos elementos en un espacio tan reducido? ¿Y que lo habite una escueta dotación humana que lo haga funcionar? La cocina no es del Ikea, precisamente. ¡Sus componentes, o comerían poco o eran muy bajitos! Es muy difícil maniobrarse. Y este espécimen es de la serie Tango... ¿Y si fuera un tipo Los Ángeles? Salgo al exterior y me dejo llevar por el título de este post. Clarea y la animación se nota en las calles. Huele tranquilidad sabática, sobre todo en sus amplias y cuidadas plazas, que gracias a sus singulares ladrillos, tienen un distinguido color. Eso si, siempre salpicados por algún grafitti. Los hay por cualquier rincón, reivindicativo o artístico, colorista o sobrio. Es un paisaje natural, se diría.
Forman parte del ambiente, dando personalidad a una metrópoli urbana que siempre se consideró ciudad-estado libre desde la época medieval y que tiene en el movimiento okupa radical una seña de identidad muy europeísta para la actualidad contemporánea (http://www.zoomnews.es/180032/a ctualidad/mundo/hamburgo-seblinda-radicalismo-extremaizquierda ) Plaza del Ayuntamiento. Inmensa. Soberbias dependencias municipales, de estructura señorial, neorrenacentista. Centro histórico regado y rodeado por las aguas de los diversos canales que lo circundan. Se nota nivel. Muy visitada a estas horas, es la neuralgia de la urbe. Y un paisanaje que va desde el personalismo más audaz al costumbrismo mas genuinamente germánico. Placer de diversidad. No en vano HAM significó castillo en su origen, convirtiéndose posteriormente en burgo... Un trajín ya histórico. Nuestro Mercado Común se forjó en torno al Hansa, o zona comercial, en estas latitudes.
A lo largo del Mar Báltico y del Norte toda una serie de núcleos medievales uniéronse, acordando libre circulación de enseres entre sus gremios. Así le fue a este enclave, donde hoy residen, dicen, los millonarios de este país. Una clásica salchicha para matar el hambre, ya que el Café París... está a tope (http://www.cafeparis.net/) y mi poder adquisitivo bajo. A pie de ayuntamiento disfrutando de una Heidi que ameniza a los transeúntes con su teatro. Lleva medias y se le nota una sombra de pelo en la barba. Se le ve muy implicado.
La mostaza tiene un punto agrio. La tarde se vuelve gris. Un tiempo para relatar. Hay cita para la cena. Con velitas, para mas intimidad, junto al espacio acuático. Frecuentadísimo, por el calor que inspira su interior, de ambiente agradable y estilista. No hay que olvidar la zona. Consistente cena. La propuesta de Marión nos ha sorprendido gratamente. Al salir, paseamos nuestras digestiones.
Ha comenzado a llover. Finamente. Me doy cuenta, en ese momento, de la pérdida de documentación. Mal fario esta lluvia... Con el cuerpo encogido, repasamos lugares y hechos. Solidaridad que honra a mis acompañantes. Es preferible denuncia; si no hay atestado, mi ausencia de identificación no permite retorno. Plan se ha ido al traste. Mónica utiliza su sabiduría en el idioma para explicarlo en un centro policial. Que recuerde, no se vio nada sospechoso al entorno de mi ropa. Urge relajación. Siguiendo recomendaciones de una agente esperaremos al día siguiente, por si hay un alma caritativa. Lo dudo; substracciones de efectos personales cotizan. De cualquier condición.
Los enemigos de lo ajeno..., al acecho. Será prudente retirarse a descansar. La noche hamburguesa tiene otro sentido en estos momentos. Tipologías variopintas, especies difusas. Extrañas fisonomías. En el limbo de los justos. ¿Quiénes somos, cuál es nuestro espacio y pertenencia? Para qué ir, si no hemos vuelto? Sin apenas conciliar sueño, emprendo retirada; contertulios esperan. Debo concentrarme para no errar desplazamiento.
Pese a dominar ya el transporte urbano en tierra germana, un despiste te sitúa a varios kilómetros más allá y la puntualidad es, aquí, sagrada, pase lo que haya pasado. El grupo considera que, tiempo al tiempo, no hay que desdeñar otro de los atractivos locales: el Mercado del Pescado (http://travelanding.com/fischmarkt -hamburgo/ ), concentración abigarrada de productos e individuos que se celebra todos los domingos en un horario inusual para el europeo del sur y de breve duración.
Espectáculo y soberbias piezas se aglutinan a lo largo del muelle que señorea la ribera del río Elba.
Las gaviotas, pícaras, están al loro. Se añaden otros comerciantes y diversidad de elementos varios para que lo doméstico no se vea menospreciado. Asimismo, souvenirs, etnias lejanas... Por un momento, olvido que estoy sin dinero y sin papeles... Atestado policial definitivo. Esperaremos la posterior decisión de la autoridad aeroportuaria.
Los vendedores se apiñan en su espacio, concedido éste bajo estricto permiso y veteranía. Los visitantes no sólo atienden al producto sino a la teatralización de su proveedor, que vocifera, provoca y atrae la atención de los concurrentes, motivados por las ocurrencias verbales o gestuales de aquellos.
Más tranquilos; la cabeza visible de la compañía alemana dice que no hay problema. Casos muy concretos... Soy una excepción. Me comenta que, con respecto al Inglaterra y Francia, hubiera sido más difícil. Respiro. Un largo paseo por un plácido parque de la ciudad, verde profundo, selvático. Su lago central se convierte en piscina de verano. Lo celebramos con nueces y té en casa de Marión, un entresuelo con jardín exterior y gato, muy simple, pero confortable. Abonando un alquiler aceptable, comenta que los teutones viven, mayoritariamente, con este modelo. No hay sino un 15 %, poco más, de vivienda de propiedad. Con la despedida, nos emplazamos para un futuro encuentro y bailar sevillanas. Invito yo.
Piratas Mediterráneamente...
Esperando al dieciséis metros me he dejado los pies. Pocos grados sobre cero dan para mucho, y más cuando alguna unidad no cumple el horario establecido. ¿Para eso pagamos la tasa de movilidad en esta comarca? Límpido día. El diputado Joan Tardà (ERC) espera con el periódico en una mano y el café en la otra. Mientras despunta el sol se va nutriendo el bar. La verdad, he dormido casi todo el viaje, aunque no te das cuenta de lo corto del mismo. Al llegar, soy recibido por un palmeral verdísimo, impulsando ese cromatismo el naciente alicantino. Carlos tenía razón: la Marina Baixa respira de otro modo que el resto del país, como mínimo, a partir de unos cuatro metros más de altitud. Me apropio de una curiosa publicación: (http://www.yorokobu.es/)
Una rareza. Hace calor para esta hora de la mañana. Que listos fueron los árabes situando la ciudad hacia el sur, al abrigo del frío. Suena Emilio José en la radio del bus: Soledad... Intransigente chofer. No deja pasar ni una. Da lo mismo el sexo. Se me altera el presupuesto; no hay medio locomotivo para alcanzar el turrón, con lo que se impone una solución dependiente: cuatro ruedas alquiladas por km. Antes me desvío a Elche, no para ver a la dama, sino a empaparme de dátiles, visualmente al menos. Me recuerda Túnez. Es inmenso. Creo que bien cultural...
Jijona no vive sólo de su producto estrella, aparte de marcas de lobos, 1880,s que se precien, dulcísimos todos. Su casco antiguo lo preside un torreón medieval que es preferible verlo de noche, por el atractivo efecto óptico y lumínico.
De día, defrauda, pero el tipismo de sus tejados, la estrechez de sus calles (es difícil maniobrar, me advierte una vecina...), lo irregular de las cotas a nivel en sus edificaciones, confieren un atractivo especial.
El trazado es singular, compleja la topografía, todo ello colgando de la ladera. Aparte, el grafitti más grande de España ( http://www.diarioinformacion.com/ cultura/2013/01/13/reysprais/1333178.html ) Devuelvo el buga... quiero patear la calle y ver los horarios para la travesía del brazo de mar. Tarde apacible. Llevo una camisa ligera. La gente disfruta de una tarde atemperada. Piragüistas entrenando. Me sobran las botas. Desapacible mañana. Pero con un yérsey basta. Aunque no sé cómo se navegará; intuyo marea. Interesante propuesta de los graffiteros: los depósitos de residuos son ilustrados y coloristas. A tenor de lo visto y pateado, Europa del este está presente. La estación de buses dispone de un servicio a... ¡Bulgaria! Directo.
Amenaza lluvia. Sin embargo, va despejándose en Santa Pola. Es mi día de suerte. Familiar puerto de pescadores. Calma chicha, dicen ellos, aunque, como es el día de señor, hay trajín igualmente... Cormoranes se apostan, pacientes, por si cae algo desde las bordas. Ticket a la isla de los piratas. Pocos pasajeros _ninguno con parche. El patrón lleva gafas, no así el tripulante_ decididos a cruzar un charco de 11 millas. Idílica travesía.
Un poco mestral.
de
rizada,
pues
hay
El astro rey se asienta definitivamente para hacerla plácida. Espléndido. Arturo está entusiasmado; su primer viaje en lancha rápida. Tres añitos. Le acompañan sus padres y hermano desde Madrid. Nos sueltan en un muelle muy adecuado a las invasiones del verano que, supongo, abarrotado. El madrileñito no ha dicho ni mu; su boca, permanentemente abierta.
Mis pasos se dirigen a la parte menos habitada y más histórica de Nueva Tabarca, que así se debería llamar este islote. Torreón de San José, donde la Guardia Civil ha dejado su impronta propietaria. La edificación, construida con pedrusco de arenisca, se va deteriorando. Algún día cede, ya verás... ¿Lo restaurará la Benemérita? Un camino franqueado por chumberas prosigue hasta el antiguo faro, hoy Centro de Estudios Ambientales en uso.
Todo lo que circunda esta porción de tierra y las millas náuticas que lo rodean es Reserva Marina desde el 86. Extraño pisar césped verde y tupido en tierra de origen volcánico. Somos pocos pollos los paseantes en esta excursión de escasos dos kilómetros. Mágica soledad. Vacío. Mente hueca.
Una pareja en una cala, al abrigo del viento. El cartagenero del perro, hembra inquieta para más señas, libres por el páramo, a chorrocientos metros unos de otros. Uno se siente náufrago con arena y palmeras bajo el concepto romántico. El ideal de Roberto Luis Stevenson. Pero aquí no hay ni la una ni las otras. Atmósfera de consciencia. ¿Sería lo mismo con un día gris? Sala de exposición discreta de museología óptima y documentada. Carlos V fue el precursor del asentamiento.
Le gustó ubicar sus reales, por verlo más seguro que el puerto de Alicante en un tornaviaje de guerra. Luego, fue el tercer Carlos quien lo pobló de genoveses. Antes de entrar en el conjunto urbano, se me enrolla un pescador. Dice que en invierno son 15 o 20 personas, a lo sumo. Se llama Joan. En su restaurante ha utilizado los manteles el augusto ¡José Bono! Solera garantizada a la vista de la fotografía que exhibe en el minúsculo comedor ( http://www.restauranteanitatabarc a.com ). El típico caldero tabarqués caerá más tarde. Fantasma. Urbanísticamente cuadrilinial. Asfaltado en sus calles principales. Una planta de altura, como máximo. Se entremezcla lo tradicional con modernitos bungalows. Me imagino esto en pleno verano.
Como sardinas. Típico lugar para perderse fuera de temporada, pero del que hay que huir en la plena. Algún hotel de diseño, pensiones, alquileres. Rincones que todavía responden a la arquitectura de la época carlista. ¿Temático o turístico? ¿Sobrevivir al enjambre estival o pudrirse en el olvido? ¿Desidia o notoriedad? Y gatos. Muchos gatos. De todo color, pelaje y edad, lo cual ya supone un rasgo de limpieza en el terreno.
La mujer de Joan me prepara lo más suculento de la zona, con esa inmersión lingüística que se precie del alicantí de la Marina Baixa. Dice Anita que en verano se hartan de preparar paellas, arroces a banda y exquisiteces afines. Sus cuatro hijos también trabajan y se discute con ellos. Dice su marido “que le gusta controlar los guisos...”. La fama trae clientes... La gallina está estupenda. Me explica el truco para que pueda hacerlo en casa. Entre charla y bocado, me acompañan a la mesa, añadiendo al sabor del plato el anecdotario humano más confiable para un desconocido. Toda la vida de esta pareja ha girado en torno al mar. No puedo con el arroz. Entran otros clientes. Hasta ahora era el único. Creo que sigo con aquella máxima que comenzó en Soria, hace años: “como este bar, ninguno”. Digestión callejeando, pisando lo que falta de este enclave y seguido por felinos. Anita se ha despedido con un entrañable beset. Unas disimuladas cuevas a cota cero me hacen imaginar historias de berberiscos y bucaneros, de trapicheos y contrabando, de pólvora y casacas. Me devuelven a tierra firme al poniente horario.
No tengo muy claro por dónde he navegado. La proa rompe la fuerza de un oleaje en contra, que me aleja de ese punto de la Costa Blanca, como obligándome a no olvidar.
Mañana fresca. Exceso de bingos. Apostando, que es gerundio. Muchas peluquerías masculinas... ¿Da para tanto? Casco antiguo barroco, esta Medina Alaquant. Con ruta del pirata incluida. Es como la del bacalao, aquí sin parches. El bareteo y la tapa van de la mano, provocando la fiesta y la economía local. Impresionante el cartelismo anunciador del Teatro Principal. Literalmente, cada obra se proclama a lo largo de la altura completa del edificio, imponente, por otro lado. Manifestación de trabajadores sociales a las puertas de una de las dependencias de la Generalitat Valenciana. Asimismo, un poco más allá, unos desahuciados de Caja Madrid, que dormitan a las puertas de la agencia desde hace noches.
Eternas obras de mejora en el centro histórico, que ahora sí, parchean los itinerarios. Una valla te impide el paso y al rectificar, otra te desvía hacia otro recorrido. ¿Dónde está el convento? Una dependencia del ayuntamiento exhibe en sus oficinas una expo fotográfica “muy social”: son de Acción Ciudadana. ¿Declaración de intenciones? ¿Falta de señalética? Restos arqueológicos olvidados en el barrio. Vicente Bernabeu, restaurador y conservador jubilado del Museo Arqueológico lo testifica en su taller Mundo Antiguo. Hecha pestes de la intencionalidad insana de los gerifaltes municipales, que prefieren la especulación y la pala mecánica a la cultura. A veinte pasos, un torreón árabe del siglo XI. Ni se nota. La arenisca hará el resto. Menos mal que la humedad es baja.
Una constante en el paisaje urbano es la cantidad de ofertas de alquileres y venta de inmuebles. Degustando un bocata de lomo, leo la contra del diario El Mundo; Raúl del Pozo habla del pirateo que sufre el país. Y en seco, no hacen falta barcos. La cebolla caramelizada está rica. Al fondo, a la derecha, unas rusas se parapetan detrás de una botella de vodka. ¿A estas horas? Costumbres marítimas. ¿No era ron lo que bebía la Hermandad del Mar?
"...al andar se hace el camino, y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino sino estelas en la mar..."
Antonio Machado (1875-1939),