Contexto Ed. 61

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PERIODISMO UNIVERSITARIO

ISSN 1909-650X

El periódico de los estudiantes de la Facultad de Comunicación Social-Periodismo

Medellín, Septiembre 2017

ReUNIÓN

Un pastor entregado a su rebaño. La multitudinaria acogida al papa Francisco en Medellín es prueba de que lo vivido el 9 de septiembre marca el rumbo histórico de la ciudad, en momentos en los que todo el país necesita crear un clima de concordia, necesidad que para diversos sectores de la opinión es más clara tras los mensajes del líder religioso y espiritual durante su visita, hecho que debe leerse incluso por fuera del ámbito de los directos convocados a celebrar la presencia de una personalidad notoria como ninguna otra que haya visitado antes la capital de Antioquia.

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Distribución gratuita

José Miguel Gómez. Conferencia Episcopal Colombiana.

Así, en Contexto observamos la visita del pontífice bajo la lente de una Medellín diversa. En esta edición recorremos la ciudad que recibió a Francisco y que acoge diversas expresiones del cristianismo que conviven con otras comunidades religiosas con las cuales compartimos las vísperas y la fecha de la visita papal. Acompañe a una cronista que sigue las huellas de la visita de Juan Pablo II a Medellín e imagina aquel ambiente años antes de que ella naciera. Encuentre análisis a los cambios de la Iglesia en estos 31 años y un paralelo entre las realidades que recibieron a san Juan Pablo II y a Francisco en dos asuntos clave para esta capital: convivencia y medioambiente.

Lea en Contexto

12 y 13 Rastros

La nueva Jerusalén brilla con luz ajena En medio de dos municipios y abandonada por todo tipo de poderes

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Este tiempo

Las flores que no marchitan Cuando no hay Feria, ¿Santa Elena qué?

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Este tiempo

Soledades en colectivo Cultura en Medellín


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OPINIÓN

FARC se proyecta para el 2018 Juan Pablo Patiño Osorio / juan.patinoo@upb.edu.co

Con un discurso de reconciliación y de segundas oportunidades, el nuevo movimiento, producto de la desmovilización de una de las guerrillas más viejas del continente, se acopla a las dinámicas de la política formal, un escenario en el que la realidad y la ficción se emborronan. ¿Qué puede ocurrir? Que luego de que el exportero de la Selección Colombia, René Higuita,

Pa’ payasos James Estiven Alzate / james.alzate@upb.edu.co

La unidad investigativa de esta columna —mi tía chismosa, mi perro y yo— tuvo acceso a conversaciones sobre los preparativos para la llegada de Francisco. ¡Gloria a Dios nada salió tal y como se tenía planeado! Aquí les contamos en detalle lo que pensaban hacer. Algunos, en especial quienes buscaron el resumen de los protocolos en Wikipedia, propusieron recoger firmas para la visita del invitado o publicitar su

CRÍTICA

El Silencio de los Fusiles: La conversación que hacía falta escuchar Mariana Escobar Patiño/ Semillero de Investigación Audiovisual Óptico

LEl Silencio de los Fusiles es un documental de Natalia Orozco que, adentra en los diálogos de paz entre las FARC y el Gobierno del presidente Santos; contiene casi cada momento vivido durante el

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debiera aclarar que no se involucraría como uno de sus candidatos a la elección popular, el movimiento tenga sus primeras demandas ante el Consejo Nacional Electoral, por la validez de la elección de sus candidatos; que el recién nacido partido político de las FARC y la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común decidan buscar la presidencia, de cara al 2018, por medio de firmas. Puede pasar que el anuncio lo haga Rodrigo Londoño, máxima autoridad de ese partido, y que en una rueda de prensa realizada en un lujoso hotel del norte de Bogotá dijera: “Vemos que la política es cambiante, ya la gente no se identifica con ningún partido y si queremos llegar al Palacio de Justicia en el 2018 (sic), tenemos que seguir las tendencias, el ejemplo de los viejos zorros experimentados como los doctores Ordoñez y Vargas Lleras. Por eso, hoy le anunciamos a la opinión pública, que buscaremos la presidencia por medio de firmas”. El nombre del nuevo movimiento no se demoraría mucho, pues sería otro motivo para que lo “empapelen” con demandas o sanciones. “Tenemos que pensarlo muy bien, no cometer el mismo error que

tuvimos al darle nombre al partido”, aseguraría Iván Márquez. La iniciativa de la FARC se une a la estrategia de personajes como Clara López, Sergio Fajardo, Gustavo Petro, Alejandro Ordoñez, Piedad Córdoba, Martha Luicía Ramírez, Germán Vargas Lleras y el exministro Pinzón, que también aspiran por firmas. Puede pasar que, entre otros anuncios, Rodrigo Londoño diga: “Estamos en tiempos de reconciliación, todos merecemos una segunda oportunidad y, si a nosotros nos dieron tantas, ¿por qué a ellos no? Algunos de nuestros ministros serían: el ex secretario de seguridad de Medellín, como ministro de Defensa; Luis Gustavo Moreno, ex fiscal Anticorrupción, como ministro de Hacienda y alguna célula del ELN, experta en atentar contra oleoductos, como encargada del Medio Ambiente. También estamos estudiando la posibilidad de tener como ministro de Transporte a alguna de las cabezas de Odebrecht”. Es claro que la mayoría de estos hechos son ficción y no corresponden con la realidad. Aunque, en nuestra Colombia macondiana, uno nunca sabe…

llegada en El minuto de Dios. Al final se decidieron por una valla en inglés. En otro comité, cuando se anunció la llegada de Francisco, al que algunos llamaban en confianza Pachito o Pacho, lo confundieron con Pachito Santos y creyeron que las ciudades que visitaría estaban en Divercity, además, que la visita sería publicitada en Los niños buscan su hogar. Un voluntario se refería al agasajado como don Francisco hecho que suscitó un debate de gran calado: “¿Entonces qué? ¿Viene a dar una misa o a presentar un bingo bailable?” Al final, tal y como quedó plasmado en el acta, todos acordaron llamarlo Francisco. Por último, y para limar asperezas, alguien propuso que para la misa viniera el papa y para el bingo Jota Mario porque salía más barato que el de Sábado Gigante. Después de leer la hoja de vida y llamar a pedir referencias personales a tres monjitas en Argentina por un tal Jorge Mario, el comité por fin supo quién era el personaje. A raíz de ello se hicieron chistes y chanzas, el jefe del comité dijo: “¡Que el desayuno sea papa… chorriada!”. Todos se rieron, no por el chiste

sino porque era el jefe. La de los tintos gritó: “¡Que lo reciba una papa… yera!”. Todos se rieron. La secretaria murmuró: “¡Papa… cito!” y el jefe contestó: “¡Mamacita!”. Nadie dijo nada. El siguiente punto fue organizar la agenda del sumo pontífice. Las propuestas fueron muchas y variadas: “Que el fotógrafo sea un paparazzi”. “Que el papamóvil sea un carro digno de papas: ¡Una carreta de Corabastos!”. “Que no lo monten en Metro porque entra un papa y sale puré de papa” y otras ocurrencias. Luego se dieron algunas recomendaciones: esconder lo que nos avergüenza, políticos y exnovias incluidos; vestirnos como cuando hicimos la primera comunión, llevar carné de vacunación, fotocopia de la cédula al ciento cincuenta y certificado reciente de confesión. Lo único que nos alegró a mi perro y a mí fue la propuesta de prohibir las señoras desafinadas y descoordinadas cantando y tocando panderetas al tiempo. Mi tía hizo mala cara. Por desgracia, la petición fue denegada.

mismo, pues como lo menciona la directora en una conversación con la revista Rolling Stone Colombia, ella pretende entender sin juzgar a un país que vive en guerra hace más de 50 años. Orozco hace que el espectador sea testigo del proceso, a través de las diversas entrevistas e imágenes de archivo contenidas en el documental y que se entretejen para establecer un diálogo indirecto entre los actores del conflicto, con lo que logra la conversación que hacía falta escuchar. De esta manera, Natalia Orozco empieza a moverse entre la voz de las FARC y del Gobierno, entre Colombia y La Habana, para tratar de incluir cada parte del conflicto, hasta llegar al punto neurálgico que son las víctimas, viéndolas, no solo como la gente de a pie que fue afectada, sino, también, como las historias particulares de aquellos guerrilleros que dentro de sus circunstancias, la única opción que les quedaba era entrar al monte y ponerse el uniforme, tal como le ocurrió a Camila Cienfuegos y que, ahora, luego del proceso de paz, decide cambiar un fusil por una cámara y convertirse en comunicadora. Así se empieza a trascender el sentido político que, si bien está presente durante todo el largometraje, prima el sentido humano de cada persona involucrada. Otro acierto, es que no señala ninguna de las posturas como antagónicas, pues lo que se nos presenta es una historia, donde se hacen visibles las voces que nunca se habían escuchado claramente y se demuestra que los muertos y las víctimas no fueron solo de uno de los lados, sino, que cada uno de los actores armados pagó con la vida de miles de personas, que terminaron siendo igualmente víctimas del horror, sin importar de qué lado estaban.

En el documental se hacen evidentes aquellas contradicciones políticas que, caracterizan a un país como Colombia, lo que adquiere un poco de sentido irónico, si se piensa en las risas que producen en los espectadores cuando, por ejemplo, Juan Manuel Santos se lava las manos al afirmar que, sinceramente, él no sabe el porqué de la enemistad con Álvaro Uribe. Todo esto nos ayuda a entender lo que ha sucedido, casi que durante toda la historia de Colombia y nos lleva a repensarnos acerca de un país que se ha construido a base de las contradicciones ideológicas, que surgen de la esfera privada de nuestros gobernantes y que se convierten en asuntos públicos, por ser quienes son. La formación y la experiencia de Natalia Orozco caracterizan este documental, pues a pesar de que tiene rasgos muy periodísticos, por efectos de la entrevista, logra un formato documental. En este audiovisual, la entrevista es parte fundamental. Gracias a ella, el público logra acercarse de una forma más personal a lo que, por mucho tiempo, no fue posible ver en los medios tradicionales: una mirada del conflicto que incluyera la postura de las FARC y la experiencia de otros, una fotografía de guerra, un retrato de lo que presenciaron muchos. La trascendencia de este documental es aún poco visible, debido a que fue estrenado, hace algo más de un mes; no obstante, siendo el segundo producto que habla sobre el conflicto armado colombiano, luego del Basta ya, y por poco, es el único producto audiovisual con este tipo de contenido; lo que lo convierte en una pieza importante, casi que obligatoria, para poder ver y entender lo que, por mucho tiempo, se dejó de lado.


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EDITORIAL

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LA VOZ DE FRANCISCO EN UNA CIUDAD DE LUJO periodico.contexto@upb.edu.co

“Lo malo de la rosca es no estar en ella”, dice una frase común, que refleja nuestro afán permanente por pertenecer, por sentirnos incluidos, en tiempos en que las tendencias y las modas operan como formas de satisfacer esa necesidad. Los objetos, hábitos y lugares de concurrencia se convierten en membresías, en las cuales cimentamos nuestras certezas como seres humanos. La visita a la UPB del filósofo y sociólogo francés Gilles Lipovetsky, que incluyó una interesante disertación sobre las bases, los alcances y las características del lujo hoy, también ofreció argumentos que nutren la reflexión sobre la necesidad permanente de sentirnos parte de algo que, muy a menudo, se nos dicta. En la explicación que Lipovetsky da al modo y las razones por las cuales las fronteras del lujo se emborronan, y este se hace más accesible y masivo, se entienden situaciones de las que estamos rodeados y que parecieran haber alcanzado su término mayor: el auge de centros comerciales (es una de las cuatro actividades que más hacen los turistas en la ciudad, según datos a enero de 2017 del Sistema de Indicadores Turísticos – Situr), planes turísticos, construcciones de viviendas exclusivas, prendas de vestir o vehículos que, con un detalle “bien puesto”, son versiones de lujo, por encima (¿quién sabe qué tanto?) de otras más económicas. Explicó Lipovetsky que, el lujo es cada vez más una experiencia. Siempre por encima de algo o de alguien más, ahora tiene mayores alcances. De excepción, está pasando a ser regla. Tienen un mérito los artistas colombianos que, desde hace casi 15 años, intuyeron estos fenómenos al estudiar las estéticas y los discursos cotidianos, bajo una iniciativa de investigación y divulgación denominada Populardelujo. Más allá de las consecuencias económicas y ‒¡cómo no!‒ ambientales, que tiene el incremento del consumo (que también es un asunto que debe entrar en discusión), Lipovetsky señala que el fundamento del lujo en el tiempo de hoy, es una paradoja tan grande como los volúmenes de compra que estimula: esta experiencia que crece en masa, sigue teniendo como uno de sus principales

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valores la exclusividad; tener lo que otro no tiene, hacer lo que otro no hace. Parte importante de la sensación del lujo es que otro no la pueda percibir. La reflexión sobre esta dinámica de inclusión, que se basa en la idea de que otros están fuera, se nutre de argumentos notorios con la llegada de un líder espiritual y, precisamente, uno como Francisco, a esta ciudad, donde es particularmente notoria la popularidad del lujo, tal vez (y para no ahondar en la manida huella del narcotráfico), en relación con el sentido de pertenencia que llega hasta el chovinismo y el discurso venido a mantra, de que somos capital de eventos que concitan la atención internacional…, y la atención termina siendo lo más importante, a fin de cuentas. En una ciudad apurada por los círculos de élite, de lujo, se vuelve difícil pensar un afuera, un universo distinto al propio. Nos cuesta un esfuerzo inmenso reafirmar quiénes somos, sin tener que negar al otro y a lo otro. Por otra parte, Medellín fue considerada en el itinerario de la visita papal, por la gran cantidad de católicos que alberga y que puede convocar. Dadas todas estas condiciones, ¿cómo llega, entonces, la voz de un personaje notorio, como lo es el papa, que proclama con numerosos gestos y de manera persistente en su discurso, una distancia clara de todo lo suntuario? Laudato si’, la encíclica que llama al cuidado de la casa común es un aviso de la necesidad de disponer, solo de lo que realmente requerimos para vivir, pensando también en lo que otros requieren para hacerlo. Mientras que la experiencia del lujo incentiva grupos sociales que crecen apoyados en la idea de aquello y aquellos que no están dentro, Francisco llamó a la compasión para “sentirse en el otro”. El contraste es, por lo menos, distinto a lo que nos gritamos hasta el aturdimiento a diario. Tal vez, días o años después, veremos si Medellín es capaz de comprender el hecho de tener esta voz hablándonos de cerca, como un punto significativo para su historia, por encima de las anécdotas del 9 de septiembre.

ACLARACIONES Y UN COMPROMISO En la edición 60 se publicó el artículo Periodismo desde la universidad para poner la ciudad en Contexto, en el que, además de hacer un análisis del papel del periodismo universitario, se contaba la historia de nuestro periódico. Recibimos una comunicación de Juan José García Posada, periodista y profesor emérito de la Facultad de Comunicación Social-Periodismo de la UPB, testigo y artífice de proyectos de periodismo universitario en nuestra institución y en la ciudad, y nos planteó algunas precisiones: Primero, que el periódico no tuvo un receso a finales de la década de los noventa, como se indica en el texto. En contacto con la profesora Beatriz Marín Ochoa, directora de Contexto, a principios del año 2000 y en el inicio de su nueva etapa, y con León Jairo Saldarriaga, quien también tuvo relación con este proyecto periodístico, entonces, recibimos confirmación de que tal receso sí existió. Segundo, en el artículo se señala que Periodismo en Acción, periódico que circuló en la Facultad, fue un antecedente de Contexto, pero, según la comunicación del profesor García, este fue un periódico “distinto e independiente”. Finalmente, la misma comunicación que contrasta con los datos extraídos de fuentes documentales para la publicación, señala que, “el nombre de Contexto no fue adoptado en 1974, sino dos o tres (años) más tarde”. Esta situación nos ha planteado el reto de reconstruir una historia precisa de nuestro periódico, que esperamos compartir muy pronto con nuestros lectores y nuestros cibernautas, no solo para dar claridad a lo publicado antes, sino como un aporte a la historia y la reflexión, en torno al periodismo universitario en nuestra ciudad.

Miembro de la Red Colombiana de Periodismo Universitario • Rector: Pbro. Julio Jairo Ceballos Sepúlveda / Decano Escuela de Ciencias Sociales: Ramón Arturo Maya Gualdrón / Directora Facultad de Comunicación Social-Periodismo: María Victoria Pabón Montealegre / Coordinador del Área de Periodismo: Juan Manuel Muñoz Muñoz / Dirección: Joaquín A. Gómez Meneses / Redactores en esta edición: Juliana Gómez Restrepo • Manuel José Mejía Sierra • Manuela Rendón Uribe • Lina Viviana Castañeda Tabares • Manuela Molina Cerezo • Laura Gómez Ramírez • James Estiven Alzate • Yorley Ruiz • Sara Upegui (Desde la Raya) • Daniela Toro • María Camila Ramírez • María Camila Sierra • Santiago Uribe / Diseño: Estefanía Mesa B. • Carlos Mario Pareja P. / Diagramación y corrección de textos: Editorial UPB / Impresión: La Patria // Universidad Pontificia Bolivariana • Facultad de Comunicación Social - Periodismo / Dirección: Circular 1ª Nº 70 01 Bloque 7 Oficina 401 / Teléfono: 354 4558 / Twiter: @ pcontexto / Correo electrónico: periodico.contexto@upb.edu. co / ISSN 1909-650X.


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ESPECIAL

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De Juan Pablo II a Francisco

LA TRANSFORMACIÓN DE LA IGLESIA CATÓLICA EN COLOMBIA Juliana Gómez Restrepo / juliana.gomezres@upb.edu.co Manuel José Mejía Sierra / manuel.mejias@upb.edu.co

Ya pasaron 31 años de la visita del papa San Juan Pablo II al país y, desde entonces, se presentaron cambios políticos, sociales y económicos, que moldearon el contexto actual. La Iglesia católica, a partir de aquel histórico acontecimiento, se fue adaptando y trazándose nuevos retos por cumplir. Aplausos, lágrimas y gritos de alegría reconfortaron a un país que todavía lloraba la tragedia de Armero, ocurrida el 13 de noviembre de 1985. La visita del hoy canonizado Juan Pablo II sigue en la memoria de quienes, el 1 de julio de 1986, conocieron el mensaje de perdón, diálogo y, sobre todo, de paz, que trajo el sumo pontífice. La violencia entre grupos insurgentes y el apogeo del narcotráfico era el día a día del país. Colombia se regía por la Constitución de 1886, que establecía la religión católica como la doctrina oficial y no reconocía otras creencias. La Iglesia y el Gobierno estaban tan ligados que, según cuenta el doctor en teología, Juan Eliseo Montoya, para una decisión netamente estatal, la ideología conservadora era fundamental para apoyar o no a un político. En una Colombia en donde buena parte de la población solo había estudiado hasta primaria, la Iglesia tenía un rol protagonista en la sociedad, pues de acuerdo con el sacerdote y docente investigador, Jairo Alberto Henao, “Los sacerdotes ejercían un notorio liderazgo espiritual y moral de las poblaciones”, llevando educación, salud y alimentos para aquellas personas que veían su futuro incierto. La mentalidad heredada de la Iglesia permeó todos los aspectos de la vida cotidiana y más los relacionados con esta. Las ceremonias eran oficiadas en latín, por lo tanto, el pueblo tenía barreras para participar como miembro activo. El matrimonio religioso automáticamente tenía efectos legales, por lo que no era necesario el matrimonio civil. Y esto era un factor tan importante que, a principios de los 90, hubo una cantidad de firmas de fieles para impedir que el Estado aprobara como opción, la unión por lo civil. A pesar de que en aquella época el papel de la mujer en la sociedad era más relevante y gozaba de alguna autonomía, en los rituales religiosos, las mujeres no tenían voz, estaban “supeditadas de forma exclusiva a la participación en las ceremonias de forma pasiva”, explica Montoya, quien, además, expone que con el Concilio Vaticano II, una reunión del papa Pablo VI con aproximadamente 2 800 obispos de todo el mundo, finalizada en 1965, se logró reformar la Iglesia e introducir transformaciones progresivamente.

Reforma de la Iglesia El Concilio Vaticano II cambió la manera en que quería ser entendido el papel de

la Iglesia y marcó un nuevo periodo. Las principales preocupaciones y reflexiones giraron en torno a la búsqueda de alternativas apropiadas, para ofrecer un panorama renovado de la Iglesia con un objetivo primordial que, en palabras del arzobispo de Medellín, monseñor Ricardo Tobón, es “hacer nueva la evangelización; es decir, que la palabra de Dios llegue al hombre de hoy con nuevas expresiones y métodos”. El ecumenismo o la unión de todas las Iglesias cristianas fue también uno de los puntos claves desarrollados durante los tres años que duró este evento religioso. Monseñor Leonardo Gómez, obispo emérito de Magangué, resalta que, aunque siempre se ha hablado del concepto, el Concilio “presenta las orientaciones que nosotros como católicos debemos tener frente a las otras religiones”. Otro cambio que ahora es visible es el de la participación de los laicos. Pues de acuerdo con monseñor Tobón, “Antes la Iglesia era muy clerical, ahora vamos llevando a que todos los bautizados sean conscientes de que son parte activa y que tienen que estar comprometidos con la identidad y el desarrollo de la Iglesia”. En efecto, tales cambios se han fortalecido con el trabajo de los ministros y el pontificado, hecho que abrió a la Iglesia al vértigo de los cambios del mundo moderno y que, según coinciden las voces consultadas por Contexto, es un renacer sobre los cimientos, que ofrece un sentido universal y de diálogo conciliatorio, entre la religión y los temas que preocupan al mundo. A partir del Concilio Vaticano II, los países de Latinoamérica y, en especial, Colombia, fueron testigos de duros debates sobre la pertinencia de la implementación de cambios, que rompían con ese conservadurismo religioso, al que estaba acostumbrado la mayoría del pueblo colombiano, sobre todo, en el campo. Hubo una resistencia inicial que disminuyó, especialmente, con la vocería del papa San Juan Pablo II, durante su visita a nuestro país.

Francisco al encuentro de la Iglesia católica actual Francisco encontró una Colombia completamente diferente a la de 1986 y que visitó “el papa viajero”. La Constitución

Juan Pablo II saludando a los estudiantes del colegio de la Universidad Pontificia Bolivariana en 1986. Foto: archivo UPB.

de 1991 dividió el lazo existente entre Iglesia y Estado, decretando un país laico, que acepta y reconoce otros credos o cultos. Ante ese mandato, los diferentes tipos de manifestaciones religiosas salieron del anonimato y se despojaron del miedo a ser señalados. El resultado fue una visibilidad que permitió ganar adeptos. Según monseñor Tobón, si para 1986 “el 99.9 % de los colombianos eran católicos, hoy, esa cifra se ha reducido a un 80 %”. Por otra parte, el debate político encontró otros espacios distintos a los que propiciaba la actividad de la Iglesia. Los mecanismos de participación establecidos por la nueva Carta Magna posibilitaron la expresión de matices de pensamiento —incluso entre sectores del clero—, que no se acoplaban al molde de las dos corrientes dominantes: liberal y conservadora. El primer papa latinoamericano que ha puesto nuevos paradigmas para la Iglesia católica, como la acogida y el respeto hacia los homosexuales, llegó en un momento inédito para Colombia: el acuerdo de paz entre el Gobierno y las FARC. Hay quienes criticaron la posibilidad de un eventual respaldo al mismo durante la visita; Juan Eliseo Montoya expresa la expectativa de otro sector: Un mensaje orientado a la justicia social. Monseñor Leonardo Gómez, por su parte, alude a un recordatorio de “que la paz sigue siendo un don de Dios”.

Retos a futuro El cumplimiento del Concilio Vaticano II es el principal reto desde hace 52 años.

San Juan Pablo II dedicó sus fuerzas al impulso del mismo mediante sus viajes, en los que se dirigió especialmente a los jóvenes, con mensajes de cambio y esperanza. Según Juan Eliseo Montoya, es necesario transformar las actividades y métodos de los pastores, para la formación de buenos seres humanos. Así, los propósitos de la Iglesia católica en los años venideros están ligados a todas aquellas expresiones de la vida social de hoy: el neoliberalismo, las guerras, la migración y el hambre, sin perder de vista el pasado teológico e histórico. Montoya señala que el discurso debe cambiar en cuanto a su intención, pero no en su contenido, que es el Evangelio, pues “si los sacerdotes acercaran realmente la gente a Dios y le hicieran ver que hay unos principios que están incluso por encima de las creencias y que vale más ser buena persona que ser católico, harían algo importante”. De allí, que otro reto fundamental que tiene la Iglesia es el fortalecimiento de los laicos, las personas sin investidura clerical, que se sienten comprometidas con la enseñanza del evangelio, ya sea como catequistas, animadores de la liturgia, visitadores de las familias. “Sin un laicado formado, unido y comprometido, la Iglesia no está bien fundada”, sentencia monseñor Tobón. Y de nuevo, entre aplausos, gritos de júbilo y lágrimas de emoción, Francisco continúa la obra de Juan Pablo II, que tiene a todos los colombianos como principal apoyo, para conformar una Iglesia unida al servicio de los demás.


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ESPECIAL

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Entre la memoria y la imaginación

LAS HUELLAS DE LA MEDELLÍN QUE VIO JUAN PABLO II Manuela Rendón Uribe / manuela.rendonu@upb.edu.co

Han pasado 31 años desde que un pontífice pisó nuestras tierras antioqueñas. La generación que lo recibió como adultos entre las calles de la ciudad, ahora reposa su experiencia y reta a su memoria para recordar esos días, cuando el papa besó nuestro suelo. Pero, para los que no vivieron aquella historia, hay lugares que todavía ofrecen huellas de la misma y de otras que nos dicen quiénes somos hoy. Recordar a Juan Pablo II, se nos hace imposible para aquellos que no habíamos nacido, pero, traerlo a colación, revive esa Medellín que no vimos crecer ni embellecer a pasos agigantados. La visita papal no solo emocionó a la ciudad entera que, como novia enamorada, se organizó durante semanas, maquilló sus calles e hizo florecer las más bellas silletas.

Aeropuerto Olaya Herrera El 5 de julio de 1986, llegó aquí Juan Pablo II entre festejos y alegrías de feligreses y curiosos. En el lugar donde el pontífice polaco ordenó cientos de sacerdotes, hoy los niños juegan en medio de visitas guiadas por un larguísimo balcón, donde muchos esperan el arribo de sus seres queridos. Por la pista, donde un helicóptero trajo por primera vez un papa a Antioquia, hay un carro de bomberos listo, para una demostración a los pequeños que se emocionan solo con verlo. Uno de los sacerdotes que hizo sus votos ese día fue el padre Diego Uribe Castrillón. “Fue muy emocionante ver llegar el helicóptero desde Santa Elena”, recuerda. Y yo lo imagino con estos niños pequeños que, con gritos y aplausos corren bajo el agua del carro de Bomberos: felices, pero asustados y emocionados por las experiencias que, difícilmente se borrarán de sus memorias. El pontífice ofreció una misa para sus feligreses en medio de la pista, bajo un templete decorado con silletas de Santa Elena. Hoy, en medio de afiches que mencionan los momentos más importantes en la vida del Aeropuerto Olaya Herrera, encontré la fotografía del papa, hoy convertido en santo, sonriéndole a la cámara con un aura de ternura y humildad.

Estadio Atanasio Girardot Esta tarde nadie está gritando goles. El principal escenario deportivo de la ciu-

El estadio Atanasio Girardot fue escenario para el encuentro de Juan Pablo II con la juventud. Foto: Manuela Rendón.

dad estaría solo, sino fuera por un pequeño grupo que recibe aquí, también, una visita guiada, sentado en lo alto de la tribuna de Occidente. Nunca había visto un estadio sin fanáticos e intento imaginar el recibimiento al papa en aquellas gradas multicolores: El helicóptero entrando ruidosamente al campo de juego, los sacerdotes exclamando bendiciones, los vítores de miles de jóvenes al verlo bajar de la aeronave y el templete construido en la cabecera sur. La emoción traspasa las décadas y se lee en una placa que dice Su Santidad estuvo aquí. Una caminata por los alrededores me hace preguntar qué pensaría Juan Pablo II si viera, no solo un estadio más grande, sino toda la unidad deportiva de la que hace parte, con jóvenes, como a los que en su momento les habló, ocupados haciendo diferentes deportes. Los veo en ese ir y venir y me llega un sentimiento de esperanza.

Parque Berrío

bordeaban la vía con alegría y paciencia, esperando el paso del pontífice. Las fotografías de aquel día deslumbran, porque, incluso, en blanco y negro, transmiten la emoción de esa cantidad innumerable de personas, que fueron testigos del evento. Es imposible no admirar la belleza de las calles recién pavimentadas, la limpieza de cada esquina y el orden apacible que se veía. Comparar la imagen de aquel parque con lo que ahora encontramos es impactante. Medellín, como un bebé, ha crecido y parece que el espacio ya es pequeño para la dinámica de la zona: buses que pasan desbocados y filas de taxis a la espera de clientes. Los edificios que antes se destacaban, perdieron el protagonismo, por el busto femenino, obra de Fernando Botero y quedaron ocultos por el viaducto y la estación del metro, nuevos hitos del progreso. Intento recrear la foto que muestra la multitud expectante en la esquina de Bolívar y la avenida Primero de Mayo, cuando se convierte en Colombia. Solo sacar la cámara es llamar al peligro. Las calles se ven parchadas y sucias, llenas de comerciantes, vehículos y personas que, las esquivan sin mirar a nadie. Desde el edificio Colpatria pude admirarlo todo de una mejor manera. El gentío de la vieja foto no es nada comparado con la multitud cotidiana de hoy. La tranquilidad de la imagen de archivo me deja un sentimiento de nostalgia. Quisiera ver el Parque de Berrío tan hermoso como entonces. A la estación del metro entra un tren, un turista se detiene a fotografiar el Torso de mujer de Botero y yo, apenas, trato de imaginar lo que le tomó recibir el reconocimiento que hoy se le da y lo que se necesitó para ver ese tren surcando la ciudad.

Por fin, el papamóvil aparece en escena. El famoso vehículo recorrió los barrios y algunas de las calles más importantes de Medellín: pasó por el parque de Berrío, donde miles de personas

La antigua plataforma para avistar aeronaves, hoy es ruta obligada de las visitas guiadas al aeropuerto Olaya Herrera y museo al aire libre para las fotografías históricas de este bien patrimonial. Foto: Manuela Rendón.

Al fondo, la esquina de la carrera Bolívar y la calle Colombia por donde pasó Juan Pablo II; hoy llena de ventas ambulantes y cobijada por el metro. Foto: Manuela Rendón.

En la catedral Metropolitana se hizo una misa solemne para la que se restauró el altar principal. Foto: Manuela Rendón.

Catedral Metropolitana de Medellín

El recorrido del papamóvil finalizó, luego de recorrer la calle Bolivia y llegar a la Catedral Metropolitana, lugar donde esperaron a Juan Pablo II unas 7 000 religiosas. Entrar a la Catedral traerá siempre una imagen imponente, ¿cómo sería, entonces, cuando se adornó, se iluminó su entrada, se organizó el espacio del coro?, según me contó el padre diego Uribe. Imagino la solemnidad de aquella reunión con servidoras del Señor. Los altos techos de la Catedral, la iluminación tan cálida de sus luces, trato de escuchar la voz que reconocí en videos, recorriendo cada rincón de aquel recinto, llenándolo con esa presencia bondadosa y carismática que percibí, en la fotografía del aeropuerto, mas sí escuchaba el coro como lo escuché, justo en el momento en el que recorría el templo, durante una celebración en honor a San José de Calazans. Imagino a Su Santidad frente al altar, deleitándose con el famoso órgano de tubos de la Catedral, una pieza admirable de ingeniería, de artesanía única en el mundo que, seguramente, sonó, cuando el pontífice salió camino al Seminario, que lo esperaba decorado de orquídeas y alumbrados en su honor. Imagino su cansancio, mezclado con la alegría contagiosa de sentirse bien recibido, más por personas como nosotros, que tenemos tanta fama de hospitalarias. Recorro las calles de la ciudad que creció conmigo, ya no se parecen en nada a aquellas que con orgullo mostramos al papa en su visita; han cambiado, se han ensanchado o desaparecido. Este recorrido es una muestra sin retoques de una ciudad que crece y cambia con sus habitantes. Quisiera vivir la tranquilidad de hace 31 años y pienso en lo que querrán vivir de esta época, los que conmemorarán tres décadas de la visita de Francisco.


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ESPECIAL

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31 años después

¿QUÉ NOS OCUPA, MEDELLÍN? Lina Viviana Castañeda Tabares / lina.castanedat@upb.edu.co

El 5 de julio 1986, Juan Pablo II trajo su mensaje de paz a una juventud que lo escuchó por tres horas en el estadio Atanasio Girardot y que era protagonista de las convulsiones de una ciudad golpeada por la violencia y el narcotráfico. La seguridad sigue siendo asunto clave en la agenda de la ciudad, que recibió a Francisco, quien puso en la agenda otro tema que también ocupa a Medellín: el medio ambiente.

1986-2017: de los carteles de la droga a las Bacrim Todas las noches del año 1986, pegada a la ventana de su casa de madera y piso de tierra en el barrio El Pinal, ubicado en la Comuna 8, una mujer de pelo canoso y manos delgadas observaba a su hijo caminar, desde el paradero de buses. Mario de Jesús Castañeda tenía 21 años y recuerda que controlaba hasta la respiración, durante el corto camino, mientras veía a su madre. Rogaban que no apareciera “el carro negro” que “levantaba” a los muchachos, que encontraba después de las 10:00 p. m. “Yo era instructor de tenis en la Liga (Antioqueña de Tenis) y salía a las 10:00 de la noche. El miedo era mucho, porque, aunque uno no hacía nada malo, sí era joven y eso daba desconfianza (…). Por eso yo me vestía lo más sencillo que pudiera, para no dar la impresión de tener plata ni, mucho menos, de ser un desechable, ¿si me entiende?”, cuenta Mario, ahora de 52 años. El temor no era gratuito. Datos de la investigación académica: Treinta años de homicidios en Medellín, Colombia, 1979-2008, liderada por Héctor Iván García, médico investigador de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, los homicidios se convirtieron en la primera causa de muerte en la ciudad. En 1981, estos hechos causa-

Los horizontes de Medellín han cambiado. Una característica actual es un auge constructor, para algunos, desmedido. Foto: Contexto.

ban el 11.2 % de los decesos, en 1986 el índice era del 20.3 %, en la participación de muertes. La guerra desatada por Pablo Escobar contra el Estado y sus enemigos, la persecución a jueces, líderes y defensores de derechos humanos, así como el fenómeno de “limpieza social” —el

Parques del Río se ha convertido en un hito de ciudad y un atractivo notable para los visitantes. Así se veía la romería que buscaba al papa Francisco en sus recorridos el 9 de septiembre pasado. Foto: Contexto.

asesinato de pequeños criminales, drogadictos y habitantes de calle, a manos de organismos oficiales, cuyas actuaciones tienen cuestionamientos serios, como ocurrió con el Departamento de Orden Ciudadano (DOC)— eran la constante en las calles de la ciudad. Para Tatiana Agudelo Sosa, abogada y directora de la Corporación Colombiana de Derechos Humanos, la violencia de los 80 tiene raíces más hondas, que se remiten a la bonanza marimbera de los años 70, cuando Colombia se hizo productora y comercializadora de marihuana. Ya en los años 80, con el declive de dicha bonanza, aparece la cocaína como nuevo motor de la guerra. “A partir de 1984 hasta 1993 toma fuerza el tema de la extradición. Allí, el cartel de Medellín inició una guerra contra el Gobierno. Esta era una guerra indiscriminada, porque no importaba quién cayera, sino que importaba la demostración del poder”, dice Tatiana Agudelo, quien también nombra a grupos como el MAS (Muerte a secuestradores) y a los PEPES (Perseguidos por Pablo Escobar) como actores de un conflicto, en el que la ciudad se encontraba en medio de las bombas. 31 años después, a las 11:00 p. m. del 15 de agosto, en el barrio Robledo Aures, Ana Arango de 21 años estaba acostada en su cama, con los ojos puestos sobre el techo y los oídos atentos en

La guerra desatada por Pablo Escobar contra el Estado y sus enemigos, la persecución a jueces, líderes y defensores de derechos humanos, así como el fenómeno de “limpieza social” (…) eran la constante en las calles de la ciudad.


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Según el informe del IPC Luces, cámara… ¡Acción! El espectáculo de la seguridad en Medellín: ¿Legitimidad o popularidad?, las autoridades solo han perseguido, bajo la mirada cómplice de algunos medios, a los pequeños actos delincuenciales (…) el sonido del helicóptero de la Policía. Ella admite que el sonido rítmico de las hélices la arrulló, pero sabe que su madre no durmió bien. “A las 7:00 de la noche me preguntó que si no escuchaba los disparos y yo le dije que no escuchaba nada. Pero, después, escuché el helicóptero y supe que algo había pasado. Al otro día, leí que habían matado a un muchacho del barrio”, dice Ana, quien, además, estudiaba Publicidad en la Universidad Católica Luis Amigó. Pese a las medidas de la Administración municipal, las cifras de muertes violentas van en aumento: Según cifras oficiales al cierre de esta edición, 353 personas han sido asesinadas en lo que va corrido del año, 15 personas más, respecto al 2016. De esos 353 homicidios, 44 han ocurrido en agosto. Ahora las bandas criminales son responsables de buena parte de la violencia en la ciudad. “Después de la muerte de Escobar y de la extradición de Don Berna, jefe de la Oficina de Envigado y del Bloque Cacique Nutibara de las AUC, que regulaban el negocio del crimen en Medellín, quedaron varias bandas delincuenciales en la ciudad, en las que ya no hay un mando organizado, sino que, todos quieren el poder a cualquier precio”, apunta Agudelo Sosa. Según el informe del IPC “Luces, cámara… ¡Acción! El espectáculo de la seguridad en Medellín: ¿Legitimidad o popularidad?”, las autoridades solo han perseguido, bajo la mirada cómplice de algunos medios, a los pequeños actos delincuenciales, mientras que fenómenos como el desplazamiento intraurbano, la desaparición, la extorsión y

los homicidios “permanecen en la más ignominiosa desatención e impunidad”. Según el IPC, la extorsión en Medellín es uno de los ítems más preocupantes, pues va desde la extorsión puerta a puerta o el aporte a la “celaduría”, como se conoce al pago semanal, que las familias de algunos barrios de Medellín deben hacer a los miembros de las bandas, hasta el cobro a comerciantes que, según cifras de Fenalco, recogidas por el Instituto, “les cuestan a los comerciantes en Medellín entre 60 mil y 100 millones de pesos al año”. Tatiana Agudelo Sosa va más allá y llama la atención sobre la falta de oportunidades y la falta de programas de educación en Derechos Humanos, para que los jóvenes encuentren otras formas de vida diferentes a la delincuencia: “Cada vez hay más niños ingresando en las estructuras criminales. Ahí es cuando uno se cuestiona y piensa: ¿vale la pena perseguirlos o educarlos? Si les damos la oportunidad de estudio, de empleo y más escenarios de recreación y deportivos, ellos no tendrán necesidad de delinquir”. Pero, ¿qué tanto contribuirá la visita papal a mejorar la situación de seguridad en Medellín? Agudelo Sosa piensa que no contribuiría de manera especial, porque los jóvenes de ahora están llamados al ritual: “los jóvenes de los 80 estaban llamados al ritual, nos obligaba la moral, el comportarnos bien. Eso ha cambiado, ahora los jóvenes que están involucrados en el conflicto no respetan la vida de nadie y no hay un ritual que los convoque”, añade.

En 1986 Medellín se vivía el esplendor industrial, especialmente, en el sector textil. Aquí las plantas de Pantex, que estrenaban controles automatizados de producción. Foto: Cromemco. Lic. Creative Commons.

ESPECIAL

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Laudato Si, para el cuidado del ambiente en Medellín Para María Tabares, una joven de 16 años, que llegó a Medellín en el año 1986, las montañas verdes de la ciudad fueron su primer amor. Ellas le ayudaron a superar la nostalgia de estar lejos de su casa, una finca cafetera rodeada de verdor en Supía, Caldas. “Eran imponentes, bonitas. Yo me acuerdo que me ponía a pensar: Ve, ¿qué habrá detrás de En 1986 se presentó al público el Monumento a la raza del esas montañas?”, comaestro Rodrigo Arenas Betancur, que incluye alusiones a la menta María, quien, vida y a la tradición de la región. 31 años después, Foto: SajoR. Lic. Creative Commons. descubrió qué escondía la vegetación: “Peladeros y edificios, pertos del Instituto de Investigación eso es lo que se ve, porque ya casi no de Recursos Biológicos Alexander Von tienen árboles”. Humboldt, Cornare y las universidades En 1986, con ocasión del IV Con- de Antioquia, Nacional y Eafit llegaron greso Latinoamericano de Botánica que al Oriente antioqueño y descubrieron se realizó en Medellín, los expertos ad- cinco especies nuevas, tres animales y vertían que para el 2000, no habría bos- dos vegetales. ques naturales en Colombia. En el misPara Gloria Patricia Arango, este mo año, el Inderena (Instituto Nacional avance científico demuestra que la de los Recursos Naturales Renovables y consciencia del cuidado del ambiente, del Medio Ambiente) habló en defensa de la “casa común”, que menciona el del mono tití cariblanco, especie endé- papa Francisco I en su encíclica Laudato mica de Colombia, diciendo que su há- Si, está tomando cada vez más fuerza bitat se hallaba en peligro, entre otras en la ciudad de Medellín: “A la gente le razones, “por la construcción de la re- duele que le talen los árboles, por pepresa de Urrá (Córdoba)”. queños o grandes que sean, a la gente Para Gloria Patricia Arango Gu- le duele la emergencia ambiental que tiérrez, Licenciada en Ciencias Agrope- vivimos en la ciudad, por la mala calicuarias de la Universidad San Buena- dad del aire y lo comunica en sus redes, ventura y Magíster en Entomología de pellizca a la institucionalidad”. la Universidad Nacional de Colombia, En abril de 2017, la atmósfera de esos procesos de extinción de especies, Medellín se cubrió de partículas grisátanto animales como vegetales y de ceas, que impedían a los habitantes de pérdida de recursos naturales vienen la ciudad ver con claridad los edificios de desde los años 70. centro de Medellín: seis de las ocho esta“En los 70 se hablaba de que los ciones de monitoreo de calidad del aire recursos naturales como el agua, la tie- marcaron un índice de calidad naranja, es rra y el aire eran renovables. Pero, se decir, dañino para grupos sensibles como tuvo que desarrollar una consciencia adultos mayores, niños o personas con ambiental, al descubrir que el desarro- afecciones cardiacas o pulmonares. llo industrial no protegía los recursos y Como medida para proteger a la que, además, no eran tan renovables ciudadanía, las autoridades decretaron como esperábamos. Ahí empezó a de- alerta naranja e invitaron a los grupos sarrollar programas de educación am- sensibles, a que limitaran las actividades biental”, apunta Gloria Arango. físicas al aire libre. “En los 31 años que Pero no solo la industrialización llevo viviendo en Medellín, jamás había de ciudades como Medellín hizo que visto el cielo de esa manera, uno salía al se pusiera en peligro la vida silvestre y centro y regresaba enfermo a la casa”, los recursos naturales. También el con- comenta María Tabares, habitante del flicto armado hizo que se desplazaran barrio La Paralela, en la Comuna 5. muchas especies de animales a hábiPese a lo anterior, Gloria Patricia tats, que no les eran propios. “Entre Arango es optimista en cuanto a la posfinales de los 80 y principios de los 90, tura que tomará la ciudadanía frente a por ejemplo, hubo un desplazamien- la defensa de su ecosistema: “Yo viví los to de osos de anteojos del Páramo de 80 y sé que hemos empezado a dar paFrontino, a toda la zona de Armenia sos para respetar la vida de otros seres Mantequilla, Heliconia y Angelópolis”, vivos y de la “casa común”, que menciocomenta Arango Gutiérrez. na el papa en la encíclica. Para FrancisA causa del conflicto, también co, las crisis ecológicas son también crihubo ecosistemas y especies vivas, a sis económicas y sociales y eso lo vemos las que ningún investigador había po- constantemente, faltan algunas generadido llegar en décadas. Este panorama ciones para hacer el cambio total, pero cambió a mediados del mes de agosto claro que se puede lograr”. de este año, cuando un grupo de ex-


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ReUNIÓN

Redacción Contexto / periódico.contexto@upb.edu.co

Los templos católicos cerraron, viejos objetos litúrgicos dejaron lugres históricos para la ceremonia que, cientos de miles vieron en el Aeropuerto Olaya Herrera. No solo el cambio en la rutina habitual de la ciudad demostró la relevancia de la visita del papa Francisco a Medellín. Desde el recuerdo de un día especial en familia, las vivencias de una cronista que recorrió hitos de la historia religiosa de la ciudad, hasta el modo en que se vivieron los días previos al episodio en la rutina de diferentes corrientes del cristianismo y otras comunidades religiosas que conviven en la ciudad, dejan postales de una fecha histórica. Al mismo tiempo, el modo en que familias, comunidades de diversas corrientes del cristianismo, del judaísmo y del islam vivieron el paso del pontífice romano a Medellín, revela que en la capital de Antioquia es posible y necesario un diálogo espiritual, más allá de lo religioso.

FRANCISCO EN LA TEOTERAPIA INTEGRAL Maria Camila Ramírez Cañón / maria.ramirezc@upb.edu.co

El papa estaba reunido en la Plaza de Toros La Macarena con religiosas, sacerdotes y sus familias. Reflexionaban en torno a los jóvenes y a la vida consagrada a Dios. Toda la ciudad estaba en función del sumo pontífice de la Iglesia católica. La mayoría de los televisores sintonizaban la trasmisión del evento que lideraba. Entretanto, en una casa del barrio La Castellana se vivía un ambiente similar de reflexión y oración, pero bajo preceptos diferentes. En el recinto de la comunidad La Cruzada, adscrito al Centro Internacional de Teoterapia Integral —CENTI—, se encontraban alrededor de 40 personas, muy pocos niños y jóvenes, la mayoría mujeres adultas. Suelen ir en familia, aunque, también, hay personas solas. Todos van bien vestidos y unos muy elegantes. Las reuniones de comunidad en las que hay líderes que orientan charlas sobre el mensaje de la Biblia, parte importante de la Teoterapia Integral, comienzan con cantos y oraciones de alabanza a Dios. Así ocurre aquella tarde: todos aplauden y se balancean al ritmo de la música. Otros cantan más fuerte y con más entusiasmo, se siente la alegría y el gozo en el ambiente. La casa es grande y tiene una reja negra. Al entrar se ve un gran jardín, en el medio unas escalas llevan a una puerta café claro, con vitrales de diferentes colores, tras la cual se ve un pasillo amplio, que llega a unas escalas y a cuya izquierda está el espacio ocupado por sillas y personas que miran hacia un atril marrón oscuro, con una estrella dorada de seis puntas: la estrella de David, símbolo del pueblo de Israel, que para varias comunidades cristianas, entre ellas las del CENTI, significa el ascenso y descenso de los humanos hasta la gloria de Dios. Desde allí, Guillermo Castaño lidera la introducción y reflexión, así como los momentos de alabanza y júbilo. La seriedad de sus gafas, sus cejas abundantes, su cabello cano y sus cejas abundantes, contrastan con el aire casual de su ca-

El Centro Internacional de Teoterapia Integral surgió en Estados Unidos en 1963. Aquí, la comunidad de La Cruzada en una de sus reuniones semanales. Foto: María Camila Ramírez.

misa, tipo polo a rayas, sus yines y tenis negros. Castaño hablaba del llamado del papa Francisco a la oración y a la reflexión, y hacía énfasis en que, ese mensaje es lo que ellos venían predicando hace tiempo. Invitó a todos los presentes al ayuno, para apelar a la misericordia de Dios y evitar catástrofes, como la vivida en Estados Unidos con el huracán Irma. Luego de esas palabras, les dio paso a seis personas para que dieran un breve testimonio sobre la presencia de Dios en sus vidas y en las de sus familiares. En el lugar hay varios menorás (lámparas de siete brazos), elemento fundamental del judaísmo, usado por el pueblo hebreo en su camino hacia

la tierra prometida. Siguen lo que, según afirman, es el dictado de la Biblia de no alabar imágenes; por eso es que la única que hay en el lugar es una foto panorámica de Jerusalén. Jerusalem de oro, se lee en ella. También hay varias banderas de Israel, símbolo de una cercanía basada en el relato sagrado del pueblo de Dios, contenido en la Biblia. Tras los testimonios, Jorge Mario Prada, un hombre alto, de cabello corto y marrón, cejas delgadas, ojos medianos y castaños, camisa blanca dentro de su pantalón gris, acompañado de zapatos cafés, se encargó de orientar una charla temática en torno al propósito de Dios para cada persona: Parecerse a Jesús. Habló de la lucha entre la carne y el espíritu y del amor salvador de Dios

para con la humanidad. Los asistentes lo escucharon atentos. Finalizada la charla, se apagaron las luces del recinto y hubo un momento de oración, en el que muchos se pusieron de rodillas y se apoyaron en las sillas, otros oraron de pie, todos cerraron los ojos y algunos dejaron escapar un sollozo. El cierre de la sesión estuvo ambientado por conversaciones que pusieron en evidencia la cercanía de los presentes, quienes preguntaban unos a otros por sus familias y comentaban las palabras del papa Francisco, a propósito de su visita a Medellín, sin ocultar su admiración hacia él, por su sencillez y humildad, decían.


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RITOS Y LAZOS DE AMISTAD Daniela Toro Arenas / danielatoroarenas@gmail.com

Cada domingo, en el barrio Simón Bolívar, se reúne un grupo de personas que, comparten adoración a Cristo, de quienes el 9 de septiembre de 2017 recibieron a Francisco como vicario del hijo de Dios. Pero su afecto es el de hermanos hacia la comunidad, que tiene como sede principal a Roma, su doxa (palabra griega que se refiere a la opinión sobre la tradición, las prácticas y los ritos) es otra. En un día cálido, subo al segundo piso de la Capilla de San Marcos. El aroma a incienso baja por las escaleras y prepara la llegada a un espacio rodeado por íconos de la Santísima Trinidad, los doce apóstoles, la Virgen María y los patriarcas de la Iglesia cristiana ortodoxa, un recinto rodeado por velos de color rojo y pilastras de madera que, parecen custodiar el altar donde se celebra la liturgia. Voces de la misma comunidad entonan laudes y recitan textos en español y en griego. La que es como la misa de los católicos romanos es una ceremonia dividida en dos partes; la primera es la liturgia de la palabra, en donde se lee el evangelio; y la segunda, la eucaristía, en donde se consagra el vino y el pan, el cual es preparado por uno de los miem-

bros de la misma comunidad y hace parte de la comunión. María Bernarda, mi acompañante, miembro de la Iglesia cristiana ortodoxa desde hace 17 años, con paciencia, me ayudó a entender cada uno de los momentos de la celebración. En la liturgia de la palabra, el padre David Mario Zapata, después de hacer la reflexión del evangelio, invitó a su comunidad a estar en más oración, a hacer los ayunos con mayor rigor, para que las cosas sucedieran bien y la Iglesia hermana, es decir, la Iglesia católica romana, pudiese disfrutar de la visita del papa Francisco, que este observara las necesidades, la realidad del país, le pidiera a Dios y, que a través de él, se bendijera al pueblo colombiano. La cabeza de la Parroquia de San Marco Evangelista manifestó la alegría de los ortodoxos por esta visita y afirmó que esperan algún día tener la oportunidad de que su patriarca Bartolomé los visite en Colombia. Señaló que, para ellos era importante que la organización de la visita del papa en Colombia convocara a las cabezas visibles de cada una de las otras religiones, para promover la comunión entre ellas, en concordancia

con los mensajes y acciones del pontífice romano. En un diálogo más distendido, el padre David y María Bernarda me compartieron las diferencias de la Iglesia cristiana ortodoxa, en relación con la Iglesia católica romana, entre las que se encuentra el filioque, una cláusula en el credo litúrgico que reza: “…El Espíritu Santo que procede del padre y que con el padre y el hijo recibe una misma adoración y gloria”. Por otra parte, la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María no es considerada como dogma para la Iglesia ortodoxa, quienes la reconocen como la Teotokos, que quiere decir Madre de Dios, que es pura antes de él, en él y después de él. Asimismo, la existencia del Purgatorio tiene una concepción diferente para los cristianos ortodoxos; ellos creen en la theosis (deificación), en la cual se piensa y desea en vida: que sea Dios quien habite y dirija las vidas de los creyentes. Minutos antes, la ceremonia concluyó con una sentida despedida para una de las creyentes, que regresaba a su Grecia natal. En ese momento, comprendí el sentido de familia, el compromiso en con liturgia y el cono-

El padre David Mario Zapata (izq.) liderando la liturgia en la parroquia San Marcos Evangelista. Foto: Daniela Toro Arenas.

cimiento, y la cercanía entre y con cada uno de sus miembros, que se les hace tan fácil alegrarse por el paso de Francisco por estas tierras.

EN UN TONO DIFERENTE María Camila Sierra Rivera / mariac.sierra@upb.edu.co

Son las siete de una noche fría y lluviosa, pero esto no representa un problema para las personas que, en comunidad, se reúnen en La Aguacatala, para iniciar su peregrinación hasta el Aeropuerto Olaya Herrera, donde esperarán al sumo pontífice. Entre cantos se expresa la mezcla de alegría y ansiedad que sienten las comunidades catecúmenas, que van a celebrar una “vigilia de oración y de encuentro personal con Jesucristo”, como explica el padre Gabriel Narváez, perteneciente al carisma del Camino Neocatucumenal. Los salmos son parte fundamental para la alabanza, himnos entonados con guitarras y panderetas, que “tienen la misión de ayudar a crear la comunidad litúrgica o, mejor, de recrearla; de convertir tantas veces una pluralidad en una unidad de culto: a una sola voz, con un solo corazón y con una sola alma”, como se lee en uno de sus libros de cantos. Han decidido que la suya es una escuela, en la que cada día se fortalece la fe que ellos viven y reviven de un modo que, aunque saben que es distinto, no los aparta de una Iglesia. Citando a San Pablo, el padre Gabriel habla de: “Una sola fe, un solo bautismo y un solo espíritu”, en el que se está en comunión eclesial.

Las diferencias están en lo que significa el crecimiento en la fe desde pequeños grupos, el alcance del catecismo en ellos, las posibilidades de los fieles de participar activamente de los sacramentos y los signos, del misterio profundo de la liturgia. Un ejemplo está en la comunión con pan ácimo y vino, aprobada por el Sacrosanctum Concilium, para seguir la invitación de Jesucristo a tomar y comer y, tomar y beber todos de él, a ser unidad. Para el Camino Neocatecumenal es una bendición poder contar con la visita del papa. Este, en representación del Pedro, vicario de Jesucristo, confirma el carisma, el don que les ha sido concedido. El Vaticano ha dado su visto bueno a lo que se considera un itinerario de formación al servicio de la catequesis. Desde Pablo VI hasta Francisco han respaldado y reconocido sus frutos evangelizadores. Sin importar mucho las condiciones climáticas, pasaron la noche anhelando el momento del encuentro con el sumo pontífice, en la misa campal del aeropuerto, un honor que luego extendieron a La Macarena, como reconocimiento a su labor evangelizadora.

Miembros de la comunidad catecúmena de La Aguacatala, a la espera de la misa campal con el papa Francisco. Foto: María Camila Sierra.


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DE CORDEROS, SACRIFICIOS Y COMUNIÓN MUSULMANA Alejandra Ceballos López / alejandra.ceballosc@upb.edu.co

Cinco de la mañana, 9 de septiembre: hace 16 minutos se escuchó el Adham, llamado a rezar de los musulmanes, en los países que tienen la misma zona horaria de Colombia. Los islámicos realizan la Fajr, primera oración del día. Miran al noroccidente, dirección en la que se encuentra la Meca, respecto a Medellín. Alí Valencia se arrodilla y posa su cabeza sobre una pequeña piedra. Al igual que los otros cinco chiíes (o chiitas) de la ciudad y los del resto del mundo, siguen los preceptos de Mahoma, quien decía que debía postrarse, literalmente, sobre tierra. A las 12:24, la misa del papa ha culminado. Hace 24 horas, el Centro Cultural Islámico de Medellín, ubicado en el centro de Itagüí, abría sus puertas. Permanece así desde las 5:00 hasta las 20:00 horas todos los días. Los viernes, festivos y de oración colectiva, se abren también a las 12:20, para recibir cualquiera de los 300 miembros de la comunidad suní. Sus seguidores llegan a la sede que inauguraron hace dos meses. Alfombras y adhesivos verdes cubren el suelo del lugar y adornan las paredes blancas de los dos salones: uno para mujeres y otro para hombres. Un imán o sabio, dirige la oración y al terminar, los fieles sirven sancocho.

“Y me pregunto, si el hambre de Dios de tanta gente quizás no venga, porque con nuestras actitudes se la hemos despojado. Y, como cristianos, ayudar a que se sacien de Dios, no impedirles o prohibirles el encuentro. Hermanos, la Iglesia no es una aduana, quiere las puertas abiertas, porque el corazón de su Dios está no solo abierto, sino, traspasado por el amor que se hizo dolor.” Homilía de S.S. Franciso Aeropuerto Enrique Olaya Herrera de Medellín. Sábado, 9 de septiembre de 2017

Es la segunda preparación que se realiza con los 12 corderos donados para el Eid al-Adahm o día del sacrificio, que este año se celebró el 1 de septiembre. Es el décimo día de Zill Hajj, décimo mes en el calendario musulmán. Los niños juegan, las mujeres comen, conversan y cuidan de ellos, sin que sea posible identificar quién es la madre de quién, y los hombres discuten temas administrativos. Según la tradición, hace más o menos 4 000 años, Abraham, construyó la Kaaba y al regresar, Dios le pidió matar a su hijo Ismael. Sin embargo, al momento del sacrificio, su hijo fue milagrosamente reemplazado por un cordero. Hoy, musulmanes que llegaron a Colombia por migraciones, principalmente, entre 1880 y 1930, o quienes han adoptado o heredado la religión, siguen celebrando el Eid al-Adah. El primero de septiembre el almuerzo fue cordero asado. El siguiente viernes repartirían el resto de la carne entre los miembros de la comunidad. Al terminar el almuerzo, los hombres discuten sobre las jornadas que, de ahora en adelante, harán para dar a conocer su religión. El presidente de la Junta recalca la importancia de hablar con la comunidad o avisar a la policía antes de iniciar cualquier ac-

Mujeres preparándose para la oración en el Centro Cultural Islámico de Itagüí. Foto: Alejandra Ceballos López.

tividad. Afirma que, en un momento de tanta tensión mundial por su religión, no pueden, simplemente, aparecer por los parques con todas las mujeres cubiertas con el hijab, velo característico del islam. Mientras la ciudad convulsionaba ante la llegada de Francisco, estos hombres iban a descansar y las mujeres

sorteaban los obstáculos del clima y las restricciones de movilidad para llegar a Belén, a compartir la tarde. A las 18 horas y 32 minutos del 7 de septiembre, Francisco aterrizó en Bogotá. En Medellín, Ali y el resto de la comunidad musulmana debieron esperar 38 minutos para el comienzo del Ishaa, su última oración del día.

UN LLAMADO A LA PAZ EN HEBREO Manuela Molina Cerezo / mmolinacerezo@gmail.com

Al entrar en la sinagoga, retumban palabras como del mundo antiguo, es un rezo que es en hebreo. Leen el Pentateuco de la Torá y van siguiendo el canto con sílabas fonéticas allí escritas. Hay doce hombres sobre el costado izquierdo y son llamados a subir a un espacio de madera junto al rabino. Es un honor. Todos llevan los kipot en sus cabezas, menos una mujer que se encuentra en el balcón del segundo piso. Del arca sacan un pergamino escrito a mano, puesto sobre una base de madera, lo suben al rabino y elevan su brazo derecho, encogiendo todos los dedos menos el índice y el del corazón, se balancean, hasta llevarse los dos dedos a los labios para darse un beso. Se ponen las filacterias, dos cajas amarradas por correas hechas en cuero y llevan por dentro el shemá escrito a mano, que habla de la unidad de Dios, para simbolizar la coherencia entre lo que piensen, sientan y hagan, puesto que está envuelto por su cabeza y su corazón, hasta llegar a su mano. Así ataviado, Sergio Ostrovsky comienza a hacer el kadish por la muerte de su madre y debe venir a hacerlo todos los días durante una semana. El rabino los invita al desayuno, uno de los momentos más importantes, porque comer representa compartir con la comunidad y con la familia. Parte del presupuesto comunitario es para la comida que ofrecen en las fiestas. Entre risas, dice el rabino: “Nos quisieron matar, nos salvamos, comamos”. Después de la bendición, toman primero el vino en una pequeña copa. Hay pan, huevo, tostadas con mermelada y pan pita con tajine. Algunos beben café con leche; unos, agua; y otros, Coca-Cola. El sábado es para ellos “una probadita del mundo venidero”. Tienen leyes, que son para todos y costumbres, según su corriente. Los ortodoxos, por ejemplo, no trabajan, no pueden prender fuego ni usar el carro durante el shabat. Las mujeres deben llevar el pelo cubierto, no puede haber contacto físico con el género opuesto y hacen bailes grupales por separado. Solo comen alimentos kosher, por lo que la carne la mandan a traer desde Bogotá en avión. Durante un mes no consumen harinas y las reemplazan con matzá, una galleta especial, solo disponible en Estados Unidos. En Año Nuevo comparten manzana con miel para un buen año, un año dulce. El rabino argentino, Yona Brill, creció en una familia de judíos no ortodoxos. Hace cuatro años llegó a la sinagoga del barrio El Poblado en Medellín, conformada por 200 personas, la única comunidad judía reconocida por la Confederación de Comunidades Judías de Colombia. Viviendo en el barrio Once, de la capital argentina, durante el shabat tenía que caminar 40 cuadras hacia la sinagoga. Más de una vez lo insultaron en el camino. Cuenta que, aun siendo una minoría, aquí jamás lo han irrespetado. Ese mérito, afirma Yona, es del papa Francisco: “Él ha buscado la paz entre las religiones y hay que agradecérselo públicamente”. Ari Eidelman, gerente de la Unión Israelita de Beneficencia, le entregó la invitación para asistir a la misa del papa y Yona no aceptó, porque allí podría haber idolatría, lo cual va en contra de sus principios. Pero contó que habría rabinos en representación, a quienes no puede juzgar por no conocer sus motivos. Eidelman lo explica con un chiste: “Cuando hay dos rabinos hay tres opiniones”. El rabino le dice a su hijo que el papa Francisco es como un rabino muy importante, a quien siguen la mayoría de los no judíos. “Lo ven como una persona santa, que merece el honor, que busca a Dios”, cuenta. El resto de niños judíos que estudian en el Colegio Theodoro Hertzl, institución de la comunidad, conviven diariamente con niños católicos o que no profesan ninguna religión. Ese colegio y la plata que destinan a la Escuela Estado de Israel, es su apuesta por la paz. La visita del papa, Preparativos en la sinagoga del barrio El Poblado según Yona, afecta a todos, incluso, a los ateos: “La humanidad necesita en Medellín. Foto: Cortesía. tener fe, creer en un dios y la venida del papa refuerza esa fe”.


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POSTALES DESDE EL CENTRO Manuela Rendón Uribe / manuela.rendonu@upb.edu.co

Faltan pocas horas para la visita del Papa y, finalmente, ha escampado. Ahora la mujer estatua puede colocar su tarima de nuevo y los vendedores de lotería retirar los toldos plásticos de sus puestos de trabajo. Las mujeres y los ancianos empiezan a congregarse alrededor de la fuente del parque de Berrío, mientras entablan pequeñas conversaciones entre sí. Alrededor de la iglesia de La Candelaria distingo puestos de venta de rosarios, insecticidas, relojes, pornografía, libros y películas piratas. Desde su construcción, el templo La Candelaria ha sufrido transformaciones en su contorno: los inicios como plaza pública, donde la gente se reunía posterior a la misa y donde las familias más prestantes tenían sus casas, terminaron por darle paso a una zona financiera y comercial; con la llegada del metro en 1990, el parque se tornó un lugar inseguro para muchos. Entro a la librería La América, donde don Fernando, un señor ya entrado en años, carismático, sencillo y muy atento, recuerda el parque como un lugar tranquilo, donde se podía caminar sin miedo a ser robado, pues no estaban tan marcados los estratos sociales. También menciona el tranvía y cómo este funcionaba alrededor de la parroquia; una de sus trabajadoras, doña Beatriz, me cuenta que su madre la llevaba a los alrededores del parque de Berrío a comprar lanas y telas, pero nos advertía que no podíamos antojarnos de cono, porque la plata no le alcanzaba.

Entro a La Candelaria en la hora de la confesión. Doña Edilma está sentada en las primeras sillas, como cuenta que lo hace siempre. Le pregunto si irá a ver al papa y me respondió que no puede, porque está muy enferma. ―Ya avisaron que la iglesia no la abren mañana, por eso yo vine hoy un ratico. Doña Edilma me recomienda que camine rápido cuando salga de la iglesia. Afuera, encuentro camisas, banderas, gorras e impermeables con frases y el rostro de Francisco. ―¡Llévelo, llévelo!, niña, vea, una gorra para que vea al papa mañana―, dice una voz frenética. --Las puertas de La Veracruz ya están cerradas, pero el negocio de las prostitutas a su alrededor está abierto. Ellas conversan, se gastan bromas y toman tinto o gaseosa para pasar el rato. Hay policías y soldados en cada esquina. No se reconocen apartamentos, resaltan tiendas, restaurantes y “chacitas” de mecato. El párroco Francisco Velásquez Uribe reconoce que tiene una situación complicada a su alrededor, motivada por la falta de una comunidad estable. Desde sus orígenes el templo, un símbolo reconocido, construido por y para forasteros, a la vera de caminos que llegaban a Medellín. Un soldado acepta mi conversación. Como yo, nuevo en la zona, dice que la zona le parece agresiva, cree que todas las personas que usan el espacio deberían de ser reubicadas. Mientras hablamos, un hombre busca entre bolsas de basura. A pesar de la compañía, otro

La Catedral Metropolitana no deja de ser un atractivo, incluso para los visitantes habituales del lugar. Aquí, las puertas cerradas y el cartel que anuncia la visita apostólica del papa a Medellín, son rasgos de los días preparatorios a la misma. Foto: Manuela Rendón Uribe.

se enfoca en mi bolso y decido irme. --En la catedral Metropolitana también las puertas están cerradas. El cierre cumple la disposición arquidiocesana para la llegada del papa, pero la fuente funciona, un grupo de ancianos lee el periódico y comenta las noticias, una carpa de la Alcaldía con megafonía busca recuperar el sentido de los parques del centro de la ciudad, ofreciendo a los presentes una muestra de baile de tango y milonga. La gente que vive entre aquellas calles busca disfrutar del

espectáculo. En contraste con las casas de familia de antaño, en el marco del parque de Bolívar se encuentran varios hogares para personas mayores. Poco rastro queda de los días en que los jóvenes salían a chupar cono o comer manzana acaramelada. La tertulia se extinguió, dando paso a acaloradas conversaciones etílicas y encendidos discursos políticos o religiosos que, viajan como ecos y chocan con otras vocinglerías en Junín, la del comercio inagotable, que con la llegada de Francisco, solo cambió de tonada.

LA FE DE DIANA Lina Castañeda Tabares / lina.castanedat@upb.edu.co

Los sábados por la mañana, en el barrio Toscana de la Comuna 5 de Medellín, son días llenos de música, de niños corriendo tras los balones y de mujeres que ríen ante las ocurrencias de sus vecinas. Los sábados son días de fiesta, que tan solo reposa en las horas de la eucaristía oficiada en la parroquia San Camilo de Lelis. Pero esa mañana no había ruido, solo el murmullo que provenía de los televisores y se colaba a través de las puertas abiertas de las casas. Ese murmullo hablaba de la misa campal que el papa Francisco oficiaría en el Aeropuerto Olaya Herrera, ante más de un millón de feligreses que lo esperaban bajo la lluvia.

Sin embargo, hubo feligreses a los que el tiempo y las ocupaciones diarias les impidieron desplazarse hasta el lugar, tal es el caso de Diana Orozco Villegas, habitante del barrio, desde hace 45 años, esposa y madre de dos hijos, católica ferviente desde la niñez. A ella la acompañaba su sobrina Michel Andrea Ortiz Orozco, una joven de 16 años. —Fue mi madrecita bella la que nos inculcó la fe católica a mis dos hermanos y a mí y porque nosotros tenemos un beato en la familia, fray Eugenio Ramírez Salazar, que era el tío de ella—, contó Diana, mientras observaba el altar que organizó la noche anterior, donde la foto de su madre María Aurora Villegas, fallecida hace casi dos años, descansaba junto a una velón, dos rosas rojas en un jarrón improvisado, una imagen del papa y una oración a la familia, también con la imagen del sumo pontífice. Antes de que iniciara la misa, Diana aprovechó para lavar los platos del desayuno, mientras oró en voz alta para que la lluvia no volviera a caer sobre la ciudad y tanto los fieles como el papa gozaran de una eucaristía sin contratiempos: “Mi hermana está allá, sentada en esas sillas de plástico. Ella pudo ir, ¡bendito sea Dios!, pero yo he seguido todas las misas por televisión. Hoy de aquí no me paro”, dijo, mienDiana y su sobrina reunidas durante la transmisión de la misa campal con el papa tras se sacaba las manos con la Francisco. La televisión le dio la posibilidad que le negaron sus horarios de trabajo. toalla de la cocina. Foto: Lina Viviana Castañeda.

Cerca de las 11:00 de la mañana, Diana se sentó frente al televisor y con las palmas de las manos hacia arriba exclamó: “¡Ya empezó!, si mi madrecita bella estuviera viva, aquí estaría sentada. Ella le tuvo mucha fe a San Juan Pablo II y al papa Francisco”. Al escuchar su voz, su sobrina silenciosa tomó asiento en el mueble rojo, se dio la bendición y le tomó la mano a Diana. Durante la misa, Diana guardaba un silencio solemne, que solo era interrumpido por sus respuestas y por el repicar insistente del teléfono, llamada a la que ella no contestó. Minutos después, la vibración lejana de un celular invadía con su ruido, el lugar donde todo era recogimiento. Diana seguía ignorándolo todo: cualquier cosa podría esperar, menos su fe. A la hora del saludo de la paz, su sobrina se abalanzó sobre ella y el abrazo duró varios segundos, después, Diana se paró frente a un cuadro de Jesús e inclinándose levemente y con las manos extendidas hacia él, murmuró: “La paz sea contigo, mi bendito Señor”. Tras la misa, Diana fue a la cocina por un vaso de agua y lo bebió con rapidez, mientras elogiaba la homilía de Francisco: “Lo más bonito de todo fue cuando dijo que la Iglesia debía abrirle la puerta a todos, buenos y malos. Este papa es una belleza, por él vale la pena hacer todos los sacrificios”, comenta y, enseguida, recuerda otra frase que la impactó y que parafrasea con la mirada hacia el techo: “Él dijo que todos éramos vulnerables al pecado, menos Dios”. Sus recuerdos son interrumpidos por el sonido del teléfono, al que responde con calma: “No te contesté, porque estaba viendo la misa y yo me quería sentir como si estuviera allá”. Y mientras ella habla de la misa, afuera, el barrio ha empezado con su ritmo de sábado: suena el primer vallenato del día en la tienda de la esquina.


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Entre dos municipios y muchos abandonos

LA NUEVA JERUSALÉN BRILLA CON LUZ AJENA Laura Gómez Ramírez / laura.gomezram@upb.edu.co

Una comunidad a la espera de ser cobijada totalmente por alguna ley, aprende de los aciertos y desaciertos de vivir en un mismo espacio, con personas de todas las procedencias. Dos hombres. Sábado. Ocho de la noche. Una canción de Silvio Brito ameniza la velada. A la derecha está sentado Antonio Acevedo, en una silla plástica roja, remendada con alambre dulce y las patas llenas de pantano amarillo. En la silla del lado izquierdo está sentado Álex, destapando dos cervezas, una para cada uno. Acevedo mete sus dedos delgados en la boquilla de las dos botellas vacías, que hay sobre una mesa ubicada en medio de los dos, las retira y las alinea en el piso, con otras 18 que ya se han tomado. Antonio Acevedo es un hombre de 76 años que fue desplazado de Segovia, Antioquia, hace 18 años, pues un grupo armado al margen de la ley, que operaba en esta zona, un día, sin más ni menos, tomó prestada a su esposa y jamás se la devolvieron. Álex, por su parte, es el dueño del estadero en el que están sentados, esposo, padre de tres hijos y un antiguo cabecilla de las Águilas Negras. Por eso pide que su verdadero nombre no se incluya en este relato. —Hermano, yo le he dicho que aproveche, usted tiene a su esposa, a sus tres hijos y está joven. Trabaje limpiamente, coja juicio y mire para delante… —dice Acevedo, mientras deja escapar un poco de aire, entre el espacio que le dejaron sus incisivos laterales—. Oiga, sinceramente, yo ya sané todo, yo

los perdono —agrega Acevedo— y por respuesta obtiene un largo silencio… Hace 10 años los caminos de estos dos personajes perseguían horizontes diferentes, por no decir que opuestos, pero hoy los buenos vientos hacen una llamado a la reconciliación y al trabajo en equipo. La Nueva Jerusalén, un barrio de invasión, ubicado en la zona fronteriza de Bello y Medellín, “No es una guarida paramilitar como muchos dicen”, — afirma Acevedo—, aquí se respira un ambiente de esperanza.

El origen El barrio nació en el 2002, cuando don Octavio, personaje del que ninguno en el barrio recuerda el apellido, dueño de una gran finca cafetera, regaló un pedacito de 8 metros por 8 metros de tierra a Los Morrones, una numerosa familia de cabello rubio, que habitaba en el barrio París y que, de vez en cuando, ayudaba a don Octavio con los quehaceres de su extensa finca, que iba desde el barrio París de Bello hasta San Félix. Don Octavio era un hombre sin hijos y sin esposa, no tenía nadie quién pudiera ayudarle a llevar la responsabilidad de la finca, solo se relacionaba con sus trabajadores y algunos otros colaboradores temporales.

A las seis de la mañana se abre el tanque para surtir todas las casas de agua, por las venas de un acueducto improvisado corre un líquido helado que, muchos recogen para tasarla en los quehaceres de la casa y el aseo personal, durante el día. Foto: Laura Gómez Ramírez.

Para solicitar más ayudas, es necesario tener un censo sobre cuánta es la población actual en cada uno de los sectores (Cosecheros, La Paz, La Torre y Mirador) y qué características tiene. Foto: Laura Gómez Ramírez.

Cuando este hombre empezó a sentirse cansado de llevar la responsabilidad de esta finca en los hombros, decidió dedicarse a disfrutar sus últimos años de vida, con lo que había trabajado en tanto tiempo y, para esto, ya no necesitaba grandes extensiones de tierra. Para la época, París estaba pasando por una racha extrema de violencia, razón por la que muchas personas empezaron a migrar. En el corazón de aquel sector se armaban disputas territoriales y se habían estipulado barreras invisibles. La noticia llegó a oídos de don Octavio, por algunos colaboradores que tenía para su servicio personal. La reacción fue paternal. Varias personas se acercaron a él, pidiéndole que les brindara un espacio para construir una casita y alejarse de toda la convulsión de la zona. No tenían más opciones. Todo esto, claro está, porque ya conocían el antecedente de la familia de Los Morrones. Don Octavio envió a sus trabajadores a dividir tres terrenos, para tres familias, según la cantidad de los miembros y la ubicación que quisieran. Entre las familias beneficiadas está la de Ricardo Castañeda o Tamarindo, como lo conocen todos en el barrio, porque este señor, de tez morena, mantiene a su familia de la venta de este fruto procesado y de la colecta de café. El construyó su casa en lo que era un morrito, cuenta que le tocó “bajar muchas matas de café, echar azadón y aplanar todo eso, subir la tablilla al

hombro y armar la casa con las uñas” y que es apenas ahora, que se le están haciendo mejoras. Tamarindo, aún vive en el barrio con su esposa, tres hijas y tres nietos que todavía gatean. En medio de las cervezas, Antonio cuenta que él llegó al barrio mucho después de Tamarindo, en el 2011. Pero, por suerte, también logró que el lote le saliera gratis y que a pesar de vivir él solo, se lo dieron de 8 metros por 8 metros.

Los cambios La fama que tiene la Nueva Jerusalén empieza a cultivarse, después de la muerte de don Octavio, en el 2008, cuando varias familias ya estaban instaladas en lo que era la finca. Los terrenos cambiaron de dueño, las leyes, a partir de ese momento, serían distintas, para bien o para mal, la autoridad que ganó legitimidad en este barrio, no fue precisamente la gubernamental. Los Muchachos, como los llaman los habitantes del barrio, empezaron a ejercer control, cuando notaron que allí no había quién “mandara” o coordinara todos los asuntos, que se generan dentro de la convivencia de un grupo de personas. Las normas que imperaron a partir de ese momento, marcaron el inicio de una nueva etapa. Las condiciones de vida continuaban siendo similares para los que ya estaban allí,


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pero la comercialización de lotes no se hizo esperar y ya se ofrecían por tamaños, ubicación y precio. Ellos eran los dueños de todo, si alguien necesitaba agua, debía pagar, aunque esta fuera extraída del nacimiento y entregada sin ningún tratamiento, el dinero que daban, solo pagaba el permiso para hacer uso del acueducto que ellos mismos, los habitantes, habían habilitado. Además, el alumbrado, tanto público como domiciliario, salía de París. Estas casitas brillan con luz prestada o, mejor dicho, con luz robada. Por lo menos una persona por hogar debía salir todos los domingos al “convite”, un comité de logística conformado para organizar todos los bienes comunes, como las carreteras, las tuberías y el alumbrado público. Para ese momento, la Nueva Jerusalén estaba en el limbo, pues no pertenecía al ni Plan de Ordenamiento Territorial (POT) de Bello ni de Medellín, aunque ya estos tenían un conocimiento superficial de lo que estaba sucediendo, por estos caminos de tierra amarilla y de anocheceres fríos. Esta situación favorecía y legitimaba aún más la presencia de los Muchachos. Nadie podía tocar lo que no fuera suyo, “así fuera prestado”, comenta Astrid Lucía Sánchez, vecina de Tamarindo. Tampoco fumar marihuana, esnifar o inyectarse ni en el interior de la casa ni, mucho menos, en un lugar público. Desplazados por la violencia, víctimas y victimarios regidos por una misma ley y castigados sin distención. Los hábitos y las jerarquías estaban sólidos, pero después de un litigio en el 2012, Bello se quedó con este territorio, entonces, se empezó a censar y a poner la lupa para mirar detenidamente la realidad en la que estaban sumergidos los habitantes del sector. Las autoridades bellanitas empezaron a cobrar un impuesto predial de 2 800 pesos trimestrales por hogar, esta medida no tuvo ningún impacto en la población. En ese momento, los Muchachos no pedían ni que la orden fuera acatada o no, simplemente, lo dejaron a la libre decisión de cada familia, sabían que “el palo no estaba para hacer cucharas”. En todos los 485 hogares, censados hasta

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ese instante por el municipio de Bello, no había dinero para responder a esas solicitudes y ellos lo sabían, pues esa misma condición era la que los tenía viviendo en ese espacio. Es hasta una mañana de junio de 2013, en la que capturan cuatro de los Muchachos, pues llegan nuevos vientos al sector. La legalización parcial de los predios y la solidificación de poder del Gobierno permitió que la Nueva Jerusalén fuera más visible, ante entidades nacionales e internacionales, públicas y privadas. La comunidad tuvo que elegir una Junta de Acción Comunal para empezar a tener voz y voto en la Alcaldía de Bello y por medio de ella exponer todas las necesidades que se viven en este barrio. Porque, si antes estaban en el aire, sin saber a qué municipio pertenecían, ahora el problema es que se legalice totalmente, porque el Municipio de Bello sabe que los servicios públicos que llegan a esta zona son de contrabando. El Presidente de la Junta Acción Comunal, electo por los cuatro sectores de la Nueva Jerusalén (Cosecheros, La Paz, La Torre y Mirador) fue Luis Zambrano y, desde hace un año, está tomando cartas en el asunto, frente a temas que se vienen desarrollando desde que el barrio nació. Siempre ha existido el rumor y el temor de que van a ser desalojados y despojados de todos los bienes, antes por ser ilegales y ahora porque vayan a usar sus terrenos para hacer nuevas construcciones. Pero, Zambrano ya logró tener la información clara de lo que sucede: “No le van a quitar nada a nadie, es solo que la Alcaldía va a reubicar a 170 familias, que construyeron en zonas de alto riesgo, pero no los van a dejar sin sus casas”. Para solicitar más ayudas, es necesario tener un censo sobre cuánta es la población actual y qué características tiene, porque el último ya está desactualizado. El primer objetivo de esta naciente Junta de Acción Comunal es lograr tener un alcantarillado, un acueducto con todas las reglamentaciones técnicas, redes de luz, pavimento para sus principales vías de acceso y transporte público, que llegue hasta la parte más alta del barrio: La Torre.

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La vida entre este laberinto de lodo amarillo y de zanjas estrechas, no es de sentarse a esperar a ver qué llega, muchas casas han sido construidas con un nivel de ingeniería elevado que, además, surge del empirismo. Foto: Laura Gómez Ramírez.

A la Nueva Jerusalén no llega la policía y aunque los Muchachos ya no cobran la luz, pues sus cabecillas fueron capturados por otros delitos y ya no se atreven a cobrar, esta sigue siendo tomada de manera ilícita del barrio París, se siguen vendiendo los lotes, de 6 por 6, 8 por 8 y 10 por 10 metros a 5, 6 o 7 millones, según la ubicación y el tamaño.

Pasa el tiempo Es que la vida entre este laberinto de lodo amarillo y de zanjas estrechas, no es para sentarse a esperar a ver qué llega, muchas casas han sido construidas con un nivel de ingeniería elevado que, además, surge del empirismo. Hay funciones asignadas para cada cosa y el día para todos empieza muy tempranito. A las seis de la mañana se abre el tanque para surtir a todas las casas de agua, por las venas de un acueducto improvisado corre un líquido helado que,

muchos recogen para tasarla en los quehaceres de la casa y el aseo personal, durante el día. Este lugar se mueve por las motos que todo el día suben y bajan. El problema es cuando llueve, no hay botas pantaneras ni carpas que puedan alivianar la situación, las llantas se deslizan, patinan y pueden causar accidentes, entonces, inicia la travesía para poder salir del barrio a trabajar y a estudiar. A pie, la Nueva Jerusalén está a 20 minutos del barrio París y a una hora y 10 minutos del parque de Bello, cuando hay invierno es la única forma de transitar. En cuanto a las funciones, Antonio Acevedo, por ejemplo, es el encargado de los niños, él vive solo y después de que Bello los reconociera como de su propiedad, ha luchado incansablemente, porque los niños del barrio, sus hijos, como él los cataloga, tengan una perspectiva más amplia de la vida y no se queden con una visión sesgada de lo que hay de esos caminos hacia abajo.

La habilidad con las herramientas que antes se usaba para abrir acequias y preparar terrenos para el cultivo, se aplica ahora abriendo calles, se usaban casas o improvisando una acometida de agua o energía. Foto: Laura Gómez Ramírez.


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Cuando no hay Feria, ¿Santa Elena qué?

LAS FLORES QUE NO MARCHITAN James Estiven Alzate / james.alzate@upb.edu.co

Detalles y avatares de la tradición silletera, más allá de agosto, el tiempo en que todos los reflectores apuntan a Santa Elena. Mientras su mano izquierda acaricia a Niño, el perro de la finca, su mano derecha se estira. Mucho gusto, Juan Carlos Grajales Alzate, silletero. Cuando apenas tenía 31 años, terminada la edición 52 del Desfile de Silleteros, Juan Carlos corrió, con su traje típico a un hospital, del cual no recuerda el nombre, su padre Carlos Arturo Grajales moría de a poco, a causa de un cáncer en los pulmones. Él, el mayor de 7 hijos, le llevó a su padre seis galardones que los acreditaban ganadores en distintas categorías del Desfile. Don Carlos Arturo murió a los 64 años y hoy, pasada la edición 60 del certamen, la familia Grajales Alzate acumula 64 distinciones en distintas categorías. Este año descargó su silleta tradicional en el aeropuerto Olaya Herrera, le quitó el galardón que lo acredita como segundo puesto en la categoría, se fue al sitio destinado para el descanso y la hidratación de los silleteros, después de recorrer 1.94 kilómetros, con no menos de 100 kilos a sus espaldas, ahí esperó el bus que lo llevaría a Piedra Gorda, una vereda en el corregimiento de Santa Elena. “Mis hijos me estaban esperando en el camino y me decían: Papá, papá, lo vimos por televisión”. Los abrazó y se entraron para la casa a dormir. Leopoldina Alzate de Grajales, su madre, lleva 40 años desfilando, de los 59 que tiene; le han tocado tantos recorridos como historias de una tradición que se remonta al siglo XIX, cuando una estructura de madera, similar a una silla, era utilizada para trasportar personas y productos en las montañas de Antioquia; con el tiempo, los arrieros con sus mulas se abrieron paso, la silleta,

como fue bautizado el armazón, ya no era tan común, pero se siguió usando para llevar productos. Entre 1940 y 1950, la bonanza floricultora en el corregimiento de Santa Elena hizo que los campesinos utilizaran las silletas para bajar y comercializar sus flores en Medellín, se iban todos en grupo y pasaban por algunos barrios, cementerios y plazas de acopio, ofreciendo pompones, lirios, cartuchos… El colorido de los campesinos inspiró, en ese entonces, a Efraín Botero, administrador de la ya desaparecida plaza Cisneros, a crear en 1957 el primer Desfile de Silleteros, como parte de la Fiesta de las Flores de Medellín. Fueron 23 los hombres que desfilaron aquella vez, en la actualidad, desfilan 510 silleteros, entre pioneros, adultos, jóvenes y niños, cada uno con su silleta, que puede ser tradicional, monumental, emblemática, comercial y, este año, como nueva categoría: artística. “Ser silletera es un orgullo, es algo que traigo en la sangre y es algo que le heredo a mis hijos y nietos, y me gusta mucho vivir con las flores”, dice doña Leopoldina Alzate, algo tímida, mientras estira el mantel del comedor y se cruza de brazos. Ella desfiló junto a sus padres, junto a su esposo y sus hijos, espera desfilar junto a sus nietos. Piensa seguir recorriendo las calles de Medellín con su silleta tradicional, hasta no poder más, pues cada que le hablan de traspasar el contrato, se enferma. “Nosotros somos silleteros por agosto y ya si usted está de buenas, hace varias silletas en el año y si no, le toca seguir trabajando normal”.

Entre los silleteros jóvenes es claro el propósito de transmitir a sus hijos la herencia de la cultura en torno a las flores y las silletas. Foto: James Alzate.

Producto de exportación Por su parte, Carmen Cecilia Londoño y José Ignacio Rico, desde que se hicieron esposos en el 2007, han buscado la manera de ser silleteros, no solo en agosto. Se definen como emprendedores en el turismo de la cultura silletera y viven de ello. Han sido pioneros en actividades como: Fincas Silleteras, Semana Santa en Flores, Semana Silletera y Navidad en Flores y Silletas, todo para atraer turistas al corregimiento, durante todo el año. Y al preguntarles si la manifestación cultural silletera es una tradición o un negocio, responden: “Es una tradi-

Existen 16 fincas en Santa Elena que ofrecen recorridos por cultivos o exhibiciones de aspectos de la tradición silletera. Foto: James Alzate.

ción y es negocio, no son opuestos, la cultura silletera empezó como un negocio, una venta de flores, nosotros no vendemos flores, pero sí vendemos una experiencia a partir de las flores”. Son pocos quienes se dedican a vivir del turismo o de la tradición, la gran mayoría trabajan en empresas como operarios, tienen sus carreras profesionales o simplemente cultivan en sus tierras productos distintos a las flores. No obstante, semanas antes de la Feria de las Flores, se dedican a ser nuevamente silleteros, a buscar las flores indicadas, a desempolvar las alpargatas, el pantalón, la paruma, la camisa blanca, la runa negra, el carriel y el sombrero aguadeño, traje típico de ellos y, el de ellas: pañuelo para la cabeza, camisa blanca, falda, un chumbe, delantal, alpargatas y mantola roja. Cada año cambian los nombres, pero los apellidos casi que son los mismos: Atehortúa, Alzate, Grajales, Grisales, Londoño, Zapata…, y eso se debe a que los contratos se heredan o se traspasan. Solo quienes tienen un contrato con la Alcaldía y el Medellín Convention & Visitors Bureau, pueden desfilar en la Feria de las Flores; sin embargo, no todos los que desfilan son silleteros, ni todos aquellos que dicen portar la tradición, al no desfilar, dejan de serlo. Cualquier modificación que se quiera hacer en el desfile, ya sea en la ampliación de cupos, de presupuestos, de categorías o demás, debe hacerse por acuerdo municipal del Concejo de Medellín. Hay otros escenarios y desfiles en el país, donde se desarrollan estas actividades tradicionales y se muestran, por ejemplo, silletas en movimiento, que dentro del desfile de la Feria están prohibidas, también, desfilan hombres,

mujeres y niños, que aunque no tienen un contrato oficial, se sienten orgullosos de ponerse un traje típico y cargar una silleta. Según la COSE (Corporación de Silleteros de Santa Elena): “La labor del silletero no se limita al desfile anual, la responsabilidad trasciende a la formación y transmisión generacional del saber, de la experiencia y el compromiso para la conservación de la tradición silletera”. No obstante, la tarea no ha sido fácil, Santa Elena cuenta con 16 fincas silleteras en 17 veredas, programas para recuperar semillas que habían dejado de cultivarse, el fortalecimiento de la vocación floricultora, la protección de especies nativas y la tenencia de un jardín ornamental en las familias silleteras. El crecimiento demográfico, según Weimar Cano Urrego, corregidor de Santa Elena, ha hecho que se pongan en riesgo los dos pilares del corregimiento: la cultura silletera y ser un pulmón verde de la ciudad. El principal problema que identifican desde la municipalidad, es la construcción de viviendas sin ningún tipo de permiso, lo que ha traído problemas ambientales, de movilidad y convivencia. Por último, agrega el corregidor, que muchas personas se quieren ir a vivir a Santa Elena o tener una casa de recreo, pero compran un lote sin ninguna asesoría jurídica. Todos coinciden en los mismos efectos: la pérdida de la vocación agrícola del territorio, las oportunidades que no puede brindar el campo y la vergüenza que genera, en algunos, el ser campesino, ponen en riesgo una tradición que, por el momento, mantiene su color.


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Cultura en Medellín

SOLEDADES EN COLECTIVO Yorley Ruiz / yorley.ruiz@upb.edu.co

Silencio/ Gritan. Soledad/Miedo. Calma/Trabajo. Noche/ Cansancio. Tiempo/Conexión. Íntimo/Sexo. El humano/ Producto. Tú/ Mudo. ¡Para! Corro. Sin tiempo y sin alma. Lo humano estalla en el arte, en la traducción que el hombre hace de sí, desde su #soledad, hasta llegar a lo #colectivo. En Medellín hay #creación, hay soledades que posibilitan el encuentro, mundos que se hacen universo. Cultura.

Mientras tanto La capital milonguera. La ciudad del reggaetón. Solo rock, punk, hardcode y ska. En Medellín ni esto ni aquello, todo. Los estereotipos musicales han cambiado, pues han dado paso a nuevas propuestas musicales. Grupos como #MientrasTanto, una banda que hace del rock alternativo, la base de sus canciones, mezclan ritmos de otros géneros, hacen sonar en sus instrumentos, lo que quieren que se escuche en Medellín, desde sus referentes nacionales e internacionales, como lo expresa Camilo Gómez, pianista del grupo. Fragmentos de historias, desamores y amores son los temas de las letras de sus canciones, compuestas por Sebastián Flores, que muestran algo de la vida de cada uno, según Santiago Lopera, baterista. Seis jóvenes, aparentemente incompatibles por sus carreras profesionales y sus tiempos, pero su #amistad y su pasión por la música han roto ese paradigma, a través del tiempo que llevan como amigos. Ver a la gente cantar y bailar sus canciones, es para ellos de las mejores sensaciones, pues cada toque en vivo es la máxima expresión de sus ensayos. El tiempo que cada uno pasa con su instrumento, componiendo una pieza dentro del rompecabezas que forma una canción, hace del tiempo de ensamble una construcción colectiva, donde el director y el agente promotor resultan siendo todos.

Paradoja Proyecto editorial. Un fanzine colaborativo. Pequeña publicación autoeditada. Un tema: un universo de miradas. Taller. Un espacio para crear. Una forma de visibilizar. Es #Paradoja, que, además, tiene otra línea de publicaciones de un solo autor e ilustrador. Lucas Vargas, editor y estudiante de Estudios Literarios de la Universidad Pontificia Bolivariana y Ma-

ría Camila Duque, arquitecta de la misma universidad y directora de la iniciativa, crearon este fanzine como un espacio para dar a conocer los trabajos de sus amigos. El primer número: Hilos, tuvo once #colaboradores y en dos años, en su último número: Miedo, han pasado a tener más de 60, no solo de la ciudad, sino de otras partes del país y del mundo; alcance que han logrado gracias a los medios digitales. Próximamente, se lanzará su último número Tiempo. La esencia: #amistad y cercanía, cualidades que tratan de mantener con las personas que mandan sus textos e ilustraciones a las convocatorias que abren. Su interés de fondo es animar a la gente a #crear, a incorporar desde su #soledad e #intimidad un espacio para sí, cambios que, según Lucas, se reflejan en lo social, donde la gente comprende que no está sola y que es posible construir en #colectivo. Estos jóvenes profesionales no buscan publicar “por publicar”, sino que les interesa que sea un proceso, un diálogo entre un amigo, que al mismo tiempo es editor y que acompaña al autor en su proceso artístico. ¡Que la creación se defienda sola! Los autores aparecen al final.

Periferia “¡Ay! ¡Qué orgulloso me siento de ser un buen colombiano!”, canta uno de tantos desplazados de este país en un bus de Medellín, como recuerda, con los ojos aguados Walter Salazar, pues como parte del equipo de #Periferia, periódico alternativo que nació en Medellín, hace doce años y que se ha expandido por otras regiones, conoce de cerca problemáticas de injusticia y de dignidad social, situaciones que según él, no se cuentan en los medios tradicionales. Es impreso como resistencia, expresa Salazar, “A la adoración, ciega y estúpida de supuestas tecnologías de moda”; llega a lugares donde no hay internet, al campo, a los que no saben utilizar un computador ni tienen uno. A espacios de formación, donde esta

Mientras tanto hace parte de las generaciones de bandas que han conocido la autogestión como un camino viable, exigente, pero que ofrece una experiencia integral para el creador. Foto: Mientras tanto.

El equipo de Periferia no conoce límites en su propósito de llegar con información independiente a tantas personas como sea posible. Foto: Periferia.

publicación mensual se convierte en guía y donde el cartón no es el fin. La agenda de movimientos sociales como: El Congreso de los Pueblos, Marcha Patriótica, entre otros, tienen espacio allí, también las historias de las personas del común y de los oficios populares, cuyo valor se ha perdido en sociedad. Divulgan cotidianidades anónimas. Un equipo de #colaboradores. Una #editorial fruto de la unión de movimientos sociales: La Fogata. Espacio de formación ciudadana. Más que medio, corporación. “Bienvenidos todas las personas hastiadas de la mentira, de la corrupción, del degredo, de la destrucción de los vínculos y valores en nuestra sociedad”, expresa a viva voz, Walter. Soledades en colectivo, independientes, con impactos únicos, talvez, anónimos, pero que hacen de las causas perdidas un encuentro y de la utopía una estrella más cercana, gracias a la #amistad; que como escribió alguna vez Gonzalo Arango: “Si renunciamos a (ella)…, renunciamos al porvenir, pues si no somos amigos, el mundo ya no será nuestro común destino, ni el sol brillará para todos, ni la vida será santa, ni florecerá más sobre la tierra… Sí, amigos, seré incansable en repetir que es imposible vivir sin amistad, sin corazón y sin fe”.

Estos jóvenes profesionales no buscan publicar “por publicar”, sino que les interesa que sea un proceso, un diálogo entre un amigo, que al mismo tiempo es editor y que acompaña al autor en su proceso artístico.


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DESDE LA RAYA

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Otra faceta de la cercana relación entre los clérigos y el fútbol

UNA FE QUE REBASA LAS CANCHAS Sara Upegui / saraupegui@hotmail.com

Desde niño, el padre Wilson Grajales, supo que tenía algo especial, su carisma y gran acogida por parte de todos los barrios a los que ha llegado, donde dedica su vida al servicio religioso, no era lo único que “Don padre Wilson”, como el dicen sus allegados, contaría. Hace 16 años Wilson decidió ordenarse como Sacerdote; labor que lo hace feliz y de la cual habla con gran orgullo a lo largo de la conversación, pero hay algo que reluce de su vestimenta. A pesar de que porta una camisa tan blanca, que se confunde con algún adorno de la pared de la iglesia, unos pantalones negros y zapatos elegantes; en su mano, una manilla roja y azul, llama la atención de cualquier feligrés, que no sea de la zona. “El que no sepa que yo soy amante del fútbol y del deporte, no vive por acá”, así describe su afición al deporte, que también lo enamoró desde pequeño, que carga a todo lado y que no le da miedo gritar al mundo, su segunda pasión: el Deportivo Independiente Medellín. Desde sus días en el Seminario, en su agenda abría algún espacio para el balompié, lugar donde creció mucho más el amor por servir a la comunidad y patear un balón.

Una sotana roja y azul Muchísimos curas buscan acercarse a sus congregantes por medio de la actividad física, donde ellos mismos narran que sus corazones también tienen espacio para el equipo de sus amores. “Mi equipo se llamaba Codec, siempre perdíamos, porque era una equipo de catanos, pero siempre me esperaban después de misa de ocho”, narra el padre Wilson, quien siempre se volaba luego de la misa, se ponía su uniforme y llegaba como si Dios lo llevara en una nube, justo a tiempo, para el cotejo de su vida. El Independiente Medellín ha sido un punto aparte en su vida, es un aficionado de puro corazón, cuelga sus banderas afuera de la parroquia el Divino Niño, ubicada en el barrio Antonio Nariño de San Javier, comunidad que lo acogió hace más de seis años y a la cual trata como su propia familia, “También voy al estadio con mi camiseta, todos los de por acá saben que yo soy hincha de El Poderoso”, lo dice con una carcajada de por medio, al mencionar que bendice la cancha las veces que pueda, para no “sufrir” tanto, lo dice como todo buen hincha del Rojo, dispuesto a soñar y no abandonar. “El padre Wilson tiene el Cielo ganado”, dicen varios de sus compañe-

ros y asistentes a sus misas diarias, que vienen para preguntarle cuánto quedó el Rojo en su última fecha o que durante cualquier momento de la misa, le indican con alguna seña, que su equipo anotó un gol. “El Medellín lo ilusiona a uno mucho, empieza ganando, le empatan y de ahí pa´ adelante, uno no sabe qué va pasar”, son algunas de las expresiones que demuestran, que sin miedo al resultado, este clérigo siempre tendrá fidelidad al DIM.

Un rival de patio que también es amigo “Por acá me hacen bullying los del Verde, yo me río mucho, porque eso me integra a la comunidad” y es que muchos de los niños buscan sacarle una sonrisa, al decirle que cambie las banderas por unas verdes y blancas, mientras que la voz de una madre avergonzada interrumpe la conversación niño — cura: “Mijo, respete al padre”. Patricia Montoya, quien lleva 17 años en la parroquia, cuenta que es todo lo contrario al padre: hincha silenciosa del Atlético Nacional y no duda en hablar maravillas sobre el Padre don Wilson, como le dice, a quien recibió hace unos años atrás. “Él es muy sufrido por ese equipo, me mantiene diciendo: ¿que si no nos cansamos nosotros de ganar?”. A Patricia no le da miedo decirle las cosas al padre, tal cual y se ríe al mencionar que en la Casa Cural tiene un letrero que, prácticamente, enseña como un Evangelio: “Si va venir a hablar mal del Medellín, despéguela”. Sin duda alguna, el padre no se preocupa por el resultado de su rival, pero siempre, antes de empezar cada misa, desea bendiciones y éxitos a los dos equipos que adornan la ciudad de Medellín, busca la paz y tolerancia entre los hinchas, asimismo, hacer del fútbol una fiesta.

Colecciones, jugadores y proyectos “Hincha del Rojo abordo”, dice en el auto blanco, más reluciente que el papamóvil. Un detalle entre las anécdotas

¡NOS ENCONTRAMOS EN LA RADIO! Desde la Raya es el grupo de interés en periodismo deportivo de la Facultad de Comunicación Social - Periodismo de la Universidad Pontificia Bolivariana. Escuche Desde la Raya todos los jueves a las 7:30 p.m. por Radio Bolivariana 1110 AM

El padre Wilson ha encontrado en el fútbol un motivo para mantenerse cerca de su comunidad y llevar su misión como pastor en el tono más humano posible. Foto: Sara Upegui.

de esta personalidad del fútbol, que ha recibido la visita de más de 10 jugadores y técnicos del DIM. Juan David Cabezas, Hernán Darío Gómez, el Panzer Carvajal y David Montoya, son algunos nombres que han resonado junto con las campanas de cada eucaristía, donde niños, adultos y ancianos vienen a tomarse fotografías y, además, integrarse, gracias a las acciones del padre Wilson. “Yo mantengo dotado de camisas, gorras, sudaderas y hasta toallas, ¿puede usted imaginarse la Casa Cural?”. Aunque es su casa, no tiene casi decoración, no la habita casi, admite que junto a su Cristo en la pared, también hay varias alusiones de amor al balompié y a El Poderoso de la Montaña. Sueña con algún día traer a varios jugadores y hacer un partido de integración, porque conformo un grupo juvenil, que usa el deporte como herramienta para promover el buen uso del tiempo libre. Pastoral del deporte. Lilia López, quien vive hace 17 años en la Comuna 13, cuenta que Wilson ha traído mucha prosperidad y calma al barrio, que en cada misa hace sacar una carcajada al referirse a Medellín como su pan de cada día. Lo conocen como el Cura Poderoso, que sale con gorra y camisa roja y azul hacia el Coloso de la 74, con Care Torta, su amigo de toda la vida.

El lado humano de Francisco Wilson se acomoda en el reclinatorio café de la iglesia. Al escuchar que la pregunta es sobre el sumo pontífice, responde con serenidad:

“Lo del papa es igual que lo mío, el que no sepa que es futbolero, no sabe nada de él”. Hincha de San Lorenzo, Jorge Mario Bergoglio causa furor en cada país al que llega, pero no solo en los feligreses católicos, sino, también, en los hinchas del fútbol. El cura suelta una gran carcajada y da palmaditas sobre la espalda de la periodista, cuando se le pregunta: ¿Cree usted que San Lorenzo quedó campeón, porque el papa se posicionó en el Vaticano? “A ver, el papa es muy polifacético, esta es su parte más humana y cuando él le hace fuerza al San Lorenzo y reza por ellos, tienen muchos éxitos, ¡ojalá a mí me pasara igual con el Medellín!”, expresa entre risotadas. Francisco ha acompañado en varias actividades a El Ciclón, en los 100 años del club y como el socio 88 235. En el Vaticano recibió a todos los jugadores que ganaron aquella Libertadores en el 2014.

Se vale soñar Todas las veces que la esperanza de una final ha llegado a la capilla del Divino Niño, los amigos del padre Wilson se acercan, piden la bendición y le desean éxitos, luego de su misa. “Yo sufro mucho con el Medallo y la gente lo nota, es una forma de integrarme mucho a la personas de por acá”. Desde niño, Wilson supo que tendría como dones el servir a las personas y llevar debajo de su sotana una camisa humilde, pero poderosa. “El futbol es un ejemplo de coexistencia, que permite excluir toda discriminación de raza, lengua y religión”, diría el sumo pontífice en la disputa del partido por la paz.


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