Periódico Contexto. Edición 46.

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PERIODISMO UNIVERSITARIO

ISSN 1909-650X

El periódico de los estudiantes de la Facultad de Comunicación Social-Periodismo Medellín, Noviembre - Diciembre de 2014 No. 46 Distribución gratuita

Fotografía de bote sobre el río.

Foto: Herbert Rodríguez García

Relatos de la región y la ciudad

DEL BAJO CAUCA Y OTROS COLORES En esta edición de Contexto se presenta una crónica que ilustra en detalle las realidades entre las que se debate el municipio de El Bagre, en Antioquia, a propósito del auge de la minería, las migraciones, la violencia y el declive en la actividad agrícola, como manifestaciones de parte importante de la situación del Bajo Cauca antioqueño, uno de los temas que marcó el 2014 y que se ha convertido en un reto para el 2015. En esta edición también compartimos historias de todos los colores que aluden a las identidades que define esta ciudad en la vida íntima de quienes la habitan, desde su sexualidad hasta su religiosidad. En la tónica de los temas destacados del año,

presentamos un testimonio que muestra el rostro de la Medellín islámica, ahora que la violencia en Oriente Medio hace que se asocie este credo con el extremismo. Historias de todos los tonos que dan cuenta de las transformaciones de Medellín, específicamente con lo que acontece hoy en lo que fuera el basurero de Moravia, y para que nuestros lectores descubran la obra de uno de los reporteros gráficos más destacados del país. Historias que dicen de la música que suena libre en la ciudad y de letras que se tejen en un rincón del barrio Florencia. Un reportaje gráfico nos muestra facetas de un asunto que ocupará a Medellín durante 2015: el orden de sus espacios, a propósito de la entrada en vigencia del Plan de Ordenamiento Territorial.

Lea en Contexto Págs. 2 - 11

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Opinión

Adiós al ‘periodismo de Parcial’ Por Juan Fernando Rojas Trujillo

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Reportaje

90 Mil para calmar el hambre y pagar la luz Historia con menos de un dólar al día en Medellín.

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Reportaje

Moravia: entre la transformación y el desarrollo ¿Qué hay actualmente en el antiguo basurero de Medellín?


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Opinión

UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA CONTEXTO No. 46 Noviembre - Diciembre 2014

ADIÓS AL ‘PERIODISMO DE PARCIAL’ Juan Fernando Rojas Trujillo* / juanrojasperiodista@yahoo.es

Si queremos que el periodismo universitario de calidad, ese que se labra desde publicaciones como Contexto, se reinvente y no se marche con quienes hicieron del oficio una terca pasión silvestre, pues hay que comenzar por tumbar cuatro muros que encierran la voluntad de quienes hoy se preparan como comunicadores ‘guion’ periodistas.

Primer muro: la obligación Una de esas paredes que aprisiona el naciente espíritu periodístico está hecha por ladrillos de obligación, repujados con una calificación, revocados por fechas de entrega y pintados con un porcentaje específico en la asignatura. Con esos materiales se ha hecho periodismo universitario obligatorio, es decir, un peligroso ‘periodismo de parcial’ o, lo mismo, si se llama de ‘seguimiento’ o de ‘final’. En todo caso, la evidencia docente advierte que, literalmente, hace carrera −y la carrera a algunos− para permitirse escalar al siguiente número romano −I, II, III, IV, y así− del mismo e indisoluble periodismo. Al final de ese ‘periodismo de parcial’, cuando el periodista universitario tiene la nota en su mano, valdría la pena preguntarse si se hizo el periodismo que se quiere o el que el profesor “requiere”. La respuesta puede ser un mazazo u otra capa de pintura para ese peligroso muro de la obligación. No hay que esperar que el profesor indique el lugar para ir ni el método para descubrir la ruta. Desde la intuición de quien se guía por la curiosidad, de quien es un cedazo permanente que filtra conversaciones, apuntes, lecturas, sensaciones, se puede encontrar la libertad de decidir el siguiente paso en una indagación, que deviene en reportería, en hallazgos, en ser testigo de excepción de un personaje, de una realidad, de una buena historia sin fecha en calendarios impuestos. Todo ello nutre esa pulsión por conocer, por decidir el camino sin esperar que otros lo demarquen. La mayor obligación está en conquistar la propia libertad para hacer periodismo.

Segundo muro: la indiferencia Otro muro que limita el quehacer periodístico universitario podría llamarse indiferencia. El ensimismamiento en las propias rutinas, horarios y círculos de

relaciones son gotas de miopía a la mirada sensible, curiosa y aguda. Así como la cortina se descorre para iluminar una habitación, pero también para ver lo que pasa afuera de ella, igual hay que hacer con la pesada cortina de la monotonía que deja en tinieblas al periodismo de calidad. Javier Darío Restrepo, un faro ético para este oficio, señaló una almádana contra la indiferencia: hay que preservar la capacidad de asombro, “porque quien se asombra tiene la humildad de reconocer: ‘no lo sé todo’, y mantiene preguntas. El día que a un periodista se le acaban las preguntas, se acaba como periodista”. Y cabe interrogarse: ¿se acabaron las historias periodísticas o mi capacidad para verlas?

Tercer muro: la receta También está el muro de las recetas. Hecho de tips, de cápsulas para la memoria, de fórmulas inertes que dosifican forma y fondo del periodismo como método y lo reducen a una peligrosa progresión lineal: pi-

Cuando el periodista universitario tiene la nota en su mano, valdría la pena preguntarse si se hizo el periodismo que se quiere o el que el profesor “requiere”

que testimonios, revuelva palabras, lleve a la mesa ¡y cuento concluido! El periodismo universitario debe sacar provecho de estar por fuera de las fronteras que imponen la producción de información en los medios. Y ello pasa por aprender a construir desde la experiencia propia la intención, el enfoque, el alcance y la sazón de cada historia periodística. Sólo así se podrá servir a los públicos una buena historia, con el ‘toque secreto’ para que no sepa igual a otra. Hacer periodismo con recetas prestadas, desde el “dígame cómo”, y no desde el “así lo descubro” puede terminar en una indigestión del criterio periodístico. ¿Acaso existe un único recetario periodístico para todas las historias por narrar?

Cuarto muro: la comodidad Un último muro que termina por confinar el oficio a un ‘periodismo de parcial’ es la tentación de quedarse en la que algunos llaman zona de confort. Por solazarse en la comodidad, difícilmente se sabrá que el periodismo encontró en el esfuerzo de salir, caminar, preguntar, cambiar de lugar, atar cabos, devolverse, buscar, insistir, y otros verbos conexos, la mejor manera para que las historias se urdan con los hilos de una verdad siempre inacabada. No hay que esperar a llegar a la práctica universitaria o a “engancharse” laboralmente en un medio para comprender que el periodista no cubre, descubre. Y eso viene con una dosis de incomodidad que se recompensa, no en plata o una buena calificación, sino en producir cambios, incidir positivamente en decisiones, colectivas e individuales, en dar argumentos para una ciudadanía en construcción, en la conciencia de que el buen periodismo va más allá del siguiente parcial, que en Contexto también tiene un buen puerto en 2015. *Docente Facultad de Comunicación Social-Periodismo. Periodista económico del diario El Colombiano. Colaborador de Contexto durante sus estudios universitarios.


CONTEXTO No. 46 Noviembre - Diciembre 2014 UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA

Editorial

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ENTRE RENOVARSE Y VOLVER A EMPEZAR periodico.contexto@upb.edu.co

El tiempo de fin de año y comienzo de uno nuevo está lleno de gestos e intenciones que parecen más lugares comunes, justificados en la necesidad que caracteriza estas épocas por acopiar logros y lecciones de lo que termina, así como deseos y retos para lo que viene. En un medio universitario como Contexto, más que un impulso inevitable, son necesarios estos balances. Abrir y consolidar un espacio de prácticas periodísticas es una labor inacabada, en tanto siempre llegarán nuevos estudiantes con deseos de ejercer y aprender el oficio periodístico, por más que durante años, a través de estas páginas, se haya construido una propuesta particular de periodismo que la ciudad ya reconoce y aprecia de modo particular. En efecto, la llegada de cada nuevo periodista universitario al equipo de Contexto demanda transitar un camino ya abierto; pero, en esta labor inacabada, una cosa es volver a comenzar y otra, muy diferente, renovarse en cada oportunidad. Para ello, construir desde lo construido ha sido la premisa y la exigencia de este último año, todo a partir de los logros alcanzados por la gestión de quienes antes lideraron Contexto, rodeados de un equipo inquieto y comprometido de estudiantes, seleccionado por la pasión por el oficio como rasero (alto desde luego) y por las inquietudes sobre el entorno que los rodea. Nuestros periodistas universitarios tienen la característica de que su talento para el oficio está enriquecido por otros intereses particulares como el deporte, la moda o las artes, que copan sus agendas y valoran el tiempo que dedican a este proyecto. Por esto y más, en ellos está la identidad particular de Contexto como propuesta de periodismo universitario.

RECTIFICACIÓN En la edición número 44 de Contexto, publicamos, como parte de nuestra serie temática ‘Las transformaciones de Medellín’, el reportaje denominado ‘Claroscuros de los parques para el río Medellín’, escrito por la periodista universitaria Mariana Bohórquez Uribe. En él se incluyó el siguiente testimonio: “Nosotros no vivimos en una ciudad que se haya extendido por el respeto a su pasado o el deseo

El periódico de los estudiantes de la Facultad de Comunicación Social - Periodismo

Porque confiamos en esa identidad que, con el respaldo de la Facultad de Comunicación Social-Periodismo, nos hemos abierto al intercambio y la colaboración con otros medios universitarios de la ciudad y del país; por otra parte, nos ha llenado de orgullo el reconocimiento al trabajo de nuestros periodistas universitarios en el Premio Nacional de Periodismo Orlando Sierra (de la Universidad de Manizales) y los Premios Te Muestra (de la Universidad del Quindío). También encontramos la colaboración de un grupo de amantes de la radio digital para abrirle a Contexto un espacio en la programación de Taburete FM (emisora de reconocimiento creciente entre los jóvenes de Medellín), para la emisión de crónicas periodísticas radiales, la semilla de otro sueño: llevar nuestra propuesta a miles de oyentes. En estas páginas, durante 2014, miramos con detenimiento nuestra cul-

tura política en tiempos de elecciones, observamos el fenómeno del desarrollo urbano desde sus protagonistas cotidianos en los entornos inmediatos, al ambiente del Foro Urbano Mundial del que Medellín fue sede; propusimos una mirada desapasionada sobre el fútbol y presentamos facetas de su alcance como fenómeno social, en plena temporada de campeonato mundial. Con una postura particular (enriquecida y amplificada por la colaboración de colegas del periódico De la Urbe en espacios de capacitación y para el intercambio de contenidos) y, desde historias fuera de los titulares de la gran prensa, planteamos la pregunta por la paz y la reconciliación, posibilidad que es y será materia de debate nacional. Presentamos un perfil de la Medellín de estos días a partir de las expresiones artísticas que ocurren en su vida diaria, antes de llegar a ustedes con esta edición en

de desempolvarlo; los dirigentes de las élites políticas tampoco. Todo el mundo se inventa una historia de acuerdo con sus intereses. La gente de la Alcaldía tiene en este momento la idea montada de que ellos siempre han trabajado una ciudad planeada. Medellín no ha sido una ciudad planeada, tiene planes de desarrollo, pero cambian con los alcaldes y los del pasado nunca se aplicaron. Esta ciudad funciona de acuerdo con los intereses específicos de gremios muy poderosos en el tema de la construcción. El parque no está en

la planeación de ciudad que incluya la salud, la educación, la urbe, el diseño de ciudad; necesitamos ese parque porque es importante reorganizar todo la zona del río, pero con criterio de ciudad y no de constructores”. El anterior testimonio fue aportado por el profesor Ramón Arturo Maya Gualdrón, docente investigador del grupo de investigación en Comunicación Urbana y, por un error en nuestro proceso de edición, terminó atribuido al profesor Andrés Emiro Díez Restrepo, docente

la que compartimos diversos temas que muestran los progresos de nuestros colaboradores habituales y del potencial de quienes llegan por primera vez a estas páginas, algunos conducidos por docentes que confían en lo que Contexto hace como proyecto pedagógico. Son avances del año terminado y objetivos que continuarán en el que comienza. Con esa y otras metas claras, vamos sin pausa pero sin prisa, al ritmo que permita que nuestros periodistas universitarios sigan siendo los principales gestores y protagonistas de estos avances, para que sean ellos el sustento firme que requiere la experiencia para que esos nuevos profesionales actúen en el medio laboral con los principios de esta propuesta que hacemos en Contexto, lo que también demostrará no sólo que se ha logrado nuestro propósito sino que es tiempo de renovarlo.

investigador del grupo de investigación en Transmisión y Distribución de Energía de la Universidad. De este modo, los contenidos publicados en la página 16 de la edición 44 de Contexto no reflejan el pensamiento del profesor Díez y no corresponden a los testimonios que, de su parte, recogió la autora en su versión periodística, motivo por el cual nos permitimos hacer la presente rectificación. Joaquín A. Gómez Meneses Director Contexto

Rector: Pbro. Julio Jairo Ceballos Sepúlveda / Decana Escuela de Ciencias Sociales: Érika Jaillier Castrillón / Director Facultad de Comunicación Social-Periodismo: Juan Fernando Muñoz Uribe / Coordinador del Área de Periodismo: Juan José García Posada / Director de Contexto: Joaquín A. Gómez Meneses / Jefe de Redacción: Daniela Ruiz Lozano / Fotógrafos: Laura Montoya Carvajal • Juliana Gil Gutiérrez / Redactores: Mariana Parra Montoya • Ricardo Andrés Pérez Restrepo • Laura Montoya Carvajal • Melissa Álvarez Correa • Carolina Campuzano Baena • Johanna Vergara Marín • Ana María Montoya Alzate / Foto portada: Hebert Rodríguez García. / Diseño: Estefanía Mesa B. • Carlos Mario Pareja P. / Diagramación: Editorial UPB / Impresión: La Patria // Universidad Pontificia Bolivariana • Facultad de Comunicación Social- Periodismo / Dirección: Circular 1ª Nº 70 - 01 Bloque 7 Oficina 401 / Teléfono: 354 4558 / Twitter: @pcontexto / Correo electrónico: periodico.contexto@upb.edu.co / ISSN 1909-650X.


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Opinión

UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA CONTEXTO No. 46 Noviembre - Diciembre 2014

Los finales cargan consigo una nostalgia, una tristeza que se fusiona con alegría. El fin de un año, de un ciclo o de la vida misma siempre nos abstraerá del mundo de los vivos y nos hará pensar en el futuro, nos hará preguntarnos ¿qué hay más allá o más arriba de nosotros? ¿Por qué tenemos que despedirnos? ¿Por qué decir adiós cuando no queremos hacerlo? Yo creo que lo que nos mantiene firmes, inquebrantables, ante los finales, es el hecho de guardar una esperanza. Algunos guardan la esperanza de que algún día se reúnan a comer, a montar en bicicleta, a dar un paseo o abrazarse con esas personas que ya no están. Creo que la mayoría, por algún motivo, tiene la esperanza de que la vida continúe en un mundo alterno, en otra dimensión en la que vivos, muertos y moribundos coexisten sin preocupaciones de que ello termine. Hasta hace poco yo guardaba la esperanza de que en otro lugar o en otro tiempo pudiera conocer a mi tío. Y digo hasta hace poco porque una conversación con mi sobrina me hizo cambiar de opinión. Ella me dijo, mientras veíamos televisión y sin esperármelo: “¿tú sabes que cuando uno muere Dios coge nuestra piel y se la pone a otros cuerpos?”. Me quedé callada y agregó: “es de verdad, te lo juro”.

Sus palabras me dejaron inquieta y me hicieron pensar que, tal vez, mientras caminamos por la calle, sin querer tocarnos unos con otros, esos cuerpos que ni determinamos puedan tener puesta la piel de algún ser querido, de algún amigo, papá, hermano, novio, esposa o hijo que ya no está. Quizás en los tumultos del Metro o en el gentío que se acumula en el Centro yo le he rozado el brazo a Israel o le he cogido la mano sin querer. De pronto alguien anda por ahí con la piel de Israel, riéndose y haciendo negocios, porque de pronto los muertos viven entre nosotros, no como muertos sino como recuerdos que se guardan para siempre. Por eso, a pocos días de que se acabe un año más, quiero hacerle un homenaje a esos recuerdos que caminan por ahí con la piel de nuestros muertos. Quise hacer un minuto de silencio, pero ¿cómo escribir en palabras lo que expresa el silencio? Decidí regalarles a todos ustedes un párrafo de silencio. Un espacio sin letras por esos seres queridos que perdieron, que no volvieron y que no olvidaron. Se los regalo con puntos suspensivos para que ustedes, en sus mentes, les digan cuánto los quieren: “…

está de primero, que los grandes medios siguen perdiendo el tiempo pensando cómo adaptar su contenido a la web en lugar de crear formatos nuevos; que la confianza del lector está tan desvirtuada que prefieren darle la información valiosa a un hacker, antes que a un periodista, y que personas de otras disciplinas producen contenidos más interesantes que los de los mismos comunicadores. Yo lo miraba con un desdén que camuflaba mi terquedad, como al que le dicen la verdad en la cara, pero que insiste tozudo en no aceptar que tiene la culpa. Después, más tranquilo, camino a casa, fui sensato y admití que Mario tenía algo de razón, sólo que, como la mayoría de periodistas, seguí soberbio y con la creencia de que todo andaba bien. Decía que le daba “algo de razón” a Mario Tascón. No toda porque, si bien es cierta su postura, considero que, sin importar en qué tiempo estemos, las sociedades siempre necesitarán del buen periodismo que es veedor, que narra las historias de los que no tienen voz y que regula a los poderosos. Pero, entonces, ¿cómo se hace? ¿Qué hacer para que el periodismo no vaya en detrimento?

Del par de soluciones que se me ocurrieron, la más honesta y noble (por no decir inocente), respondía precisamente a la razón por la cual se me había encomendado esta columna: el periodismo universitario. Sí. No hay mejor espacio para formar el rigor, la ética y la oportunidad de, medianamente, conocer lo duro que está el oficio allá afuera, que escribiendo para el medio de su propia universidad. Es éste el primer paso para revertir este resultado en contra que no hemos podido remontar. En lo personal, allí -en Contexto- me hice a la idea de que no iba a ser rico por cuenta del periodismo, aproveché uno de los lugares en los que más independencia se puede tener y escribí de lo que quise. Por ello, al que aún es estudiante le digo que cuestione y exija al profesor que se empeña en enseñar un periodismo académico o de escritorio, que dé gracias a su Facultad por darle un espacio para publicar que le permite hacerse un nombre en el medio y entienda, por encima de todo, que el retorno de esta inversión es más grande que uno u otro peso. Es ese que se siente cuando se mira a los ojos a una fuente, a una historia. En fin… ustedes saben a qué me refiero.

¿Qué es creer? Creer, según la RAE, es tener por cierto algo que el entendimiento no alcanza. Pero ¿cuál es el significado de esta palabra? Para ser sincera, desde mi

punto de vista, tiene que ver con algo abstracto y que se construye día a día. Los seres humanos tienen infinidad de creencias en torno a cuestiones mundanas o sublimes, pero existe un deseo de creer en algo. No importa la religión que profese cada persona, tiene, por instinto, la necesidad de sentir que hay algo más allá de la razón para seguir luchando. Sé que cuesta porque en estos tiempos hay múltiples motivos para el desaliento: guerras, intolerancia hacia la diferencia y el odio que ha sido el común denominador entre las personas. Considero oportuno expresar que es necesario cambiar la manera como juzgamos a los demás, como minimizamos o maximizamos la opinión que se tiene del prójimo y esta transformación debe empezar por cada uno de nosotros. Es preciso considerar que el ser humano ha sido creado para ser feliz, siempre y

cuando no se sobrepase la línea. Es creer que todo sea posible y creíble. Las tres religiones reveladas por Dios: judaísmo, cristianismo e islamismo, tienen diferentes maneras de explicar el creer. La primera tiene referencia en la Torá cuando dice: “Y creyó a Jehová; y le fue contado por justicia. Y Él le dijo: ‘Yo soy Jehová, que te saqué de los caldeos, para darte a heredar esta tierra” (Génesis 15, 6-7). La segunda lo explica en el evangelio según San Marcos, en el capítulo 9, versículo 23, el cual dice: “Jesús le dijo: si puedes creer, al que cree todo le es posible”. El tercero tiene que ver con lo que expresa el Corán, Sura 5, 61: “Cuando vienen a Ti, dicen: «¡Creemos!». Pero entran sin creer y sin creer salen. Dios sabe bien lo que ocultan”. Son tres maneras diferentes, entre otras, para manifestar la creencia. Puntos de vista de lo que poco a poco se ha perdido. ¿Usted qué cree?

Escuche la radio para leer la ciudad

CRÓNICAS EN CONTEXTO periodismo universitario hecho en voces y sonidos

Escúchenos en cualquier momento en Soundcloud.com/ contexto-upb

Un párrafo de silencio Laura Mejía Moreno / lauramejia93@gmail.com

Cuenta la gente que Israel era un hombre de sonrisas y de negocios. Pero no es que la gente cuente, porque la gente poco habla de él, no porque lo hayan olvidado sino porque su nombre se ha convertido en un recuerdo, de esos que hacen llorar y reír al mismo tiempo. Israel murió cuando yo ni siquiera había nacido pero, a veces, desde pequeña, intento imaginármelo. A veces también lloro por él, y algunos se preguntarán ¿cómo llorar lo que no se ha vivido? Y yo les pregunto: ¿cómo olvidar a los que han vivido aunque no los hayamos conocido?

Ustedes saben a qué me refiero Juan Pablo López Molano / soyjplopez@gmail.com

Hace poco tuve la oportunidad de hacerle unas preguntas a Mario Tascón. El periodista especialista en digital, maestro de la fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, y consultor de periódicos como El País de España y El Universal de México. Me dejó preocupado. Les transmitiré mi angustia: Tascón concluye que entre los gremios más atrasados, el periodismo

¿Vale la pena creer? Mariana Parra Montoya / mariana.p1991@gmail.com

…”


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iNFORME ESPECIAL

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CONTROL POLÍTICO: UN ASUNTO DE LA CIUDADANÍA Andrés Ricardo Pérez Restrepo / ricardoperezere@gmail.com

Cada año comienza con la expectativa sobre el rumbo que marcará la gestión de gobierno desde sus diferentes ámbitos. La ciudadanía organizada influye cada vez más para pasar de la espera a la acción y no sólo esperar una mejor labor de gobierno. Este es el trabajo de iniciativas que vigilan el trabajo de los legisladores en la ciudad y desde el país para la región. La idea del poder y sus instituciones como algo hermético e inalcanzable para el ciudadano común cambia a través de organizaciones como Congreso visible, Concejo visible y las veedurías ciudadanas que, a partir de su interés por la política y la gestión de sus representantes, abren una ventana a los ciudadanos para que ejerzan el control sobre quienes depositaron su confianza en las urnas. Alejandra Ríos Ramírez, directora del grupo Antioquia visible, capítulo regional del programa Congreso visible, de la Universidad de los Andes, encargado de evaluar la gestión de los congresistas antioqueños, alude al control político como idea y como práctica. “Como idea, viaja durante las épocas en que la democracia ha existido, fundamentalmente en las democracias de corte representativo. Como práctica une dos ideales: el de participación política, es decir, construir las propias instituciones que nos gobiernan, pero al mismo tiempo frenar los controles que el poder político pueda ejercer sobre los individuos”. Para Camilo Grajales Bedoya, miembro de la corporación Libertad y democracia y participante en ejercicio de Concejo visible, que evalúa la gestión del Concejo municipal de Medellín, el control político es referido como un control social al ejercicio de lo político. “Es un sistema de pesos y contrapesos, en donde vigilamos a quien vigila al Alcalde”, afirma. En cuanto a la labor de Concejo visible, Grajales agrega: “Lo que estamos garantizando es que todos los recursos públicos, todos los planes de ordenamiento y planes de desarrollo y lo que tiene que ver con los procesos de gestión del Municipio se hagan bien hechos. De ahí la importancia del ejercicio social como forma de fomentar la participación y la cultura política y otros aspectos necesarios para la vida en sociedad como el interés por lo público, por los recursos y la política”. También existen organizaciones sociales, como las veedurías ciudadanas, que surgen como redes entre las corporaciones de la sociedad civil y buscan evaluar la gestión de la administración pública. Silvia Carolina Rodríguez Castaño, comunicadora de la Veeduría ciudadana para el Plan de Desarrollo de Medellín, afirma que el principal eslogan de la Veeduría es: “Acción ciudadana para mejorar la gestión pública” y añade: “Lo que hace la veeduría es hacerle seguimiento al Plan de Desarrollo en unos puntos específicos: temas de desarrollo e inclusión, cultura, convivencia y seguridad, medio ambiente, movilidad y territorio, todo esto a partir del trabajo conjunto de varias organizaciones sociales, que se especializan en temas específicos que incumben al Plan de Desarrollo.”

La labor de estos grupos u observatorios tiene proyección hacia la ciudadanía. Ejercen vigilancia y control sobre las instituciones y apuntan a la visibilidad y el conocimiento de lo público por parte de sociedad. Camilo Grajales Bedoya precisa que estos ejercicios tienden a confundirse “y creen que somos una especie de agencias para la asesoría a los concejales. No es así. Nuestro objetivo no son los concejaLa Constitución de 1991 incrementó las alternativas de participación ciudadana,el control social a la les y que ellos estén muy gestión pública es una de las de mayor relevancia por su crecimiento. contentos con nuestras Ilustración: Andrés Ricardo Pérez Restrepo. evaluaciones, nuestro público objetivo es la gente y que esté via Rodríguez Castaño insiste en que uno gente cercana como familia y amigos enterada de lo que sucede dentro del de los principales logros de la Veeduría y lo usan como un conocimiento que Concejo de Medellín”. para el Plan de Desarrollo es producir de- enriquece su formación en la universiEn el mismo sentido, Alejandra liberación pública. “Lo que nos interesa dad”, dice. opina que “La evidencia, lo que uno ve es poner los temas para que la gente los Antioquia visible ha logrado en el día a día es que todos somos muy delibere, haciendo foros y consiguiendo medir la producción legislativa de los ignorantes sobre el funcionamiento del espacios de ciudad para tratar los asun- congresistas antioqueños. Según el Estado y de cuáles son los mecanismos tos públicos. Afortunadamente en las último boletín, en el que se evalúa la en los que podemos participar. Yo les in- convocatorias nos va bien, casi siempre gestión de la bancada antioqueña en sisto a los miembros de Antioquia visi- es de 100 personas o más, en donde el cuatrienio 2010-2014, los legisladoble que la ignorancia es nuestro motivo tratamos temas importantes como por res antioqueños fueron responsables y es a través de la misma que moviliza- ejemplo lo del cinturón verde, con el de 319 autorías en proyectos de ley, de mos procesos de pedagogía política y cual la gente estaba muy preocupada y los cuales 41 están referidos a celebraelectoral. otros como el Plan de Ordenamiento Te- ciones, honores y monumentos para Los resultados de esta gestión ciu- rritorial, que este año lo trabajamos con conseguir recursos económicos en los dadana son favorables. Alejandro Palacio el Área Metropolitana, porque le compe- diferentes municipios del departamenRestrepo, también miembro de Concejo te a los demás municipios alrededor de to; 25 proyectos de ley sobre seguridad visible, hace énfasis en algunos de los Medellín”, resume Rodríguez. social y salud; 21 proyectos de ley soresultados más evidentes del ejercicio, Estos ejercicios de participación bre la rama legislativa o restructuración como haber impactado favorablemente ciudadana, además, han renovado el del Congreso de la República; 19 sobre la asistencia y permanencia de los con- interés por parte de las nuevas genera- tecnología, ciencia, cultura y educación cejales en las sesiones. “Cuando estába- ciones por los asuntos políticos. Camilo y 16 sobre tránsito y transporte. mos comenzando el ejercicio había un Grajales Bedoya cree que esto es reEn cuanto a los resultados obtenipromedio de 5 ó 6 concejales que asis- levante por cuanto abre la posibilidad dos por el Concejo visible, Alejandro Patían a las sesiones. A partir de nuestras de derrumbar los estereotipos que se lacio Restrepo se refiere al aumento del mediciones de asistencia y permanencia tienen de lo público. “Desde las nuevas conocimiento y percepción ciudadana: se ha logrado impactar estos indicadores generaciones, se empieza a abonar el “Hemos venido trabajando también con que pasaron de esta cifra a 12 ó 13. Nos terreno en cuanto a consideraciones algunas encuestas de percepción ciudaatribuimos ese logro porque es eviden- como que la política no se utiliza para dana como Medellín cómo vamos. En te que a partir de nuestras mediciones servirse sino para servir. Cambiar ese estos años que hemos hecho vigilancia y ellos se vieron tocados por el tema e, modelo mental es algo que tiene que control, nos hemos dado cuenta de que independientemente de sus reclamos, hacerse desde las bases de las nuevas ha aumentado una parte de ese conoempezaron a validar su asistencia y a in- generaciones. Por eso uno de nuestros cimiento y percepción de la ciudadanía teresarse en cómo quedaban registrados públicos objetivos son los más jóve- sobre el Concejo de Medellín”. en nuestras bitácoras”. nes, porque nuestro medio de comuEl mayor logro de estos ejerciDesde Antioquia visible también nicación por excelencia son las redes cios de control es haber aumentado el se reportan resultados. Alejandra Ríos sociales y los que participan son pre- conocimiento de la ciudadanía sobre Ramírez recalca en aspectos importan- cisamente éstos y ahí es donde se dan los asuntos públicos, la gestión de sus tes como la recepción: “que la gente cuenta de que el sentido de la política representantes y la transparencia de nos consulte en la página y escuchen los no sólo se da desde los adjetivos más sus actuaciones. Como afirma Camilo programas de radio, además de la retro- peyorativos, sino que adquieren otros Grajales Bedoya “solo a través de estos alimentación en redes sociales valida la sentidos diferentes”. ejercicios podemos motivar un cambio gestión que hemos hecho desde el ejerAlejandra Ríos Ramírez está de social, incentivando el interés sobre cicio. Y añade: “A pesar de que aún no acuerdo con el papel formativo de es- los temas públicos, que finalmente nos estemos tan interesados en medir el im- tos procesos ciudadanos: “Por ejemplo, convocan a todos como ciudadanos, y pacto, el hecho de que se hayan presen- vamos a enseñar en colegios o en con- sobre los cuales todos somos respontado 24 voluntarios a las convocatorias ferencias en ONGs de las que a veces sables en la medida que permitimos para nuevos miembros dice mucho”. nos han llamado para capacitarlos so- o rechazamos la forma en cómo tradiPara las veedurías también son bre sistema electoral (…). A su vez, ellos cionalmente se ha hecho la política en vitales los espacios de participación. Sil- en su vida cotidiana replican esto a la nuestro país.”


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Reportaje

UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA CONTEXTO No. 46 Noviembre - Diciembre 2014

“CUANDO ME DESHICE DE LOS MECHONES CASTAÑOS” Ana María Montoya Alzate* / anama.montoya@upb.edu.co

Según la encuesta Percepción de los derechos humanos en las comunas y corregimientos del municipio de Medellín, hecha por el Centro de opinión pública de la Universidad de Medellín, las agresiones más frecuentes contra la población de lesbianas, gays, bisexuales, transgeneristas e intersexuales de la ciudad, son el maltrato físico, verbal y la exclusión de espacios sociales. La historia de Ramiro López cuenta cómo influye un entorno como este en la decisión de la identidad individual. -“Pero, yo creí que…”- “No, mamá. Otra vez le digo que no” - “Pero mija, ¿cómo es eso?” - “¡Ah mamá! ¿Le vuelvo a explicar? Vea pues…” “Considero más valiente al que conquista sus deseos que al que conquista a sus enemigos, ya que la victoria más dura es la victoria sobre uno mismo”. Esta frase de Aristóteles la repetía constantemente cuando hablaba de quien había optado ser. Lina López Gómez, a sus 23 años, tiene muy claro que en realidad es Ramiro López Gómez. “Cuando trato de explicar lo que pienso sólo me dicen cosas como: ‘¿en serio?’ o ‘eso significa que te gustan las mujeres, ¿no?’, por lo general, lo más común es eso: que si soy lesbiana. Siempre les digo que se equivocan y tengo que ir parte por parte para ver si ahí ya entienden. Sin embargo, en un país tan conservador, ideas así son catalogadas como ‘en contra de lo natural”, menciona López, tras preguntarle sobre cómo ha sostenido la decisión de transformarse. Nació el 13 de febrero de 1991, en un hogar en el que sólo su madre, Eugenia López Gómez, la estaba esperando al lado de su abuela Elena Castillo López, su ‘nana’, quien dejó de vivir con ellas a principios del año 2006, cuando llegó el anuncio de su nieta. “Quedé en completo suspenso cuando, sólo con haber recorrido 15 años de su vida, nos dijo a mí y a Eugenia: ‘Yo soy un hombre en mi interior, no una mujer’. No sabía qué hacer... No acepté nada en ese entonces. Por creencias y costumbres no me cabía en la cabeza. Hoy trato de hacer un esfuerzo mayor por no alejarme, pero sigue siendo difícil a pesar de que volví a vivir con ellas hace 8 meses”, cuenta la abuela. “Al principio fue un completo misterio para mí, porque nunca creí que la niña que amaba usar vestidos, en un momento le diera un giro a su vida, en el que cambió desde su apariencia hasta su nombre”, expresa la madre de Lina, quien, aunque sabe que su hija se ha convertido en un niño, no dejará de verla como la pequeña que alguna vez tuvo una larga caballera castaña y un guardarropa que combinaba zapatos rosas con listones morados. Desde que cursaba noveno grado, Lina comenzó a darse cuenta de quién era e hizo lo posible para que fuera tan evidente como respetable la decisión

Ramiro lleva una vida en la que trata de evitar tropiezos que se presentan, a pesar de que ya ante el Estado se encuentra registrado como quien siempre sintió que era: un hombre al que le encanta dedicarse a la escritura, a pensar mientras lee y, de vez en cuando a la cocina

Una mañana, en una peluquería, a medida que los cabellos castaños caían con el click de una tijera, la vida de Lina comenzó a ser la de Ramiro. Ilustración: Wenceslao Guerra Montenegro.

por la que optó. En el comienzo no era así. “No haber tenido una figura paterna en casa, el haber tenido más amigos que amigas, la constante crítica al consumismo sobre la figura femenina, el ser reacia en cada evento escolar donde se le pedía usar determinados trajes con brillos por presentaciones o cosas así, el no recibir un apoyo completo por parte de su madre… probablemente fueron las razones que llevaron a Lina a ese estado y a esas decisiones”, menciona Marta Aguilar Restrepo, profesora de la institución educativa a la que alguna vez asistió, pero que no menciona porque ni allí, donde se considera que se abre la mente a lo nuevo, pudo explicar la razón de su ser. Sin embargo, a pesar de los impedimentos, Ramiro comenzó sus primeros pasos no sólo en la academia, sino en el proceso de transformarse. Dejó de lado su melena color marrón claro que llegaba hasta la cintura, por un corte que, si acaso, alcanzaba sus diminutas orejas. “Al principio creí que era un arrebato, que se había cansado de tener el cabello tan largo… por eso no le dije nada. Siempre la he apoyado, aunque la verdadera sorpresa fue surgiendo días después…”, menciona Eugenia López cuando recuerda la mañana en la que Lina corrió hacia donde ella a pedirle que la acompañara a la peluquería. Sobre el episodio, Ramiro recuerda: “No sé si fue que me entendió mal o qué pudo haber pensado sobre eso, seguramente que quería algún cambio de imagen… Sí, se puso pálida cuando le dije a la persona que tenía las tijeras en mano, lista para obedecer lo que yo quisiera, que me cortara todo, que sólo me dejara un pelito que otro encima de las orejas”. Para él son 23 años de estar con vida y sólo 8 de presentarse como siempre quiso. “No tengo problema con las decisiones de Lina, le molesta que a veces use el nombre que le di, pero es que sigue siendo mi niña…

al menos me quitó la duda sobre si le interesaban las mujeres, igual si hubiese sido así tampoco era inconveniente para mí; lo que sí digo es que fue mejor que se decidió por esa transformación antes de cumplir 18 años”, dice la madre de Ramiro antes de soltar finalmente una risa. Ramiro lleva una vida en la que trata de evitar tropiezos que se presentan, a pesar de que ya ante el Estado se encuentra registrado como quien siempre sintió que era: un hombre al que le encanta dedicarse a la escritura, a pensar mientras lee y, de vez en cuando a la cocina, que cuenta que a veces se sigue sintiendo atraído por algunos hombres y que siente que ahora sí tiene su propia identidad: “al que le guste y al que no”, dice. ‘Que Medellín salga del closet’, es el título que Carlos Julio Álvarez le pone al texto en el que además de expresar el gran reto de la comunidad Lgtbi, enuncia que, de las cifras reveladas por la Personería municipal sobre homicidios, un 7% corresponde a agresiones contra trasgeneristas. A veces, ocurren directamente en sus domicilios, otras, en sus lugares de encuentro, donde se supone que pueden estar en confianza, según Wilson Castañeda Castro, asesor del Despacho de la Personería de Medellín. Nuevos matices para la vida de Ramiro. -“¿Usted qué va a hacer con los intolerantes?”-“Siempre han estado y siempre estarán, mamá. Si me preocupo por eso, además de dudar de mí, le entrego lo que soy a los demás. ¡Nunca he sido más feliz desde que decidí ser yo!.. Desde que fui a esa peluquería”.-

* Estudiante de cuarto semestre de Comunicación Social-Periodismo, orientada por la docente Lyda Ximena Tabares.


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Reportaje

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90 MIL PARA CALMAR EL HAMBRE Y PAGAR LA LUZ Juliana Gil Gutiérrez / julianagil95@gmail.com

Uno de los objetivos de desarrollo del milenio, planteado por la ONU, es disminuir la cantidad de personas que viven con menos de un dólar al día, es decir, la quinta parte de la población. El precio promedio del dólar durante 2014 ha sido de 2.100 pesos. A propósito del debate sobre el salario mínimo, esta es una de las historias de quienes están por fuera de esas discusiones porque viven con mucho menos. Entre montañas, con la mejor vista de Medellín y sin tener que pagar los altos costos de un sector exclusivo. Así vive María Edilia Cano Flórez, una mujer cabeza de familia que sobrevive cada mes con 90 mil pesos, producto de la ayuda que presta en un comedor del barrio. Con ese dinero hace milagros: merca, recarga la energía, paga el agua, compra la pipeta de gas y cubre algunos costos del colegio de sus tres hijas. Si se le acaba la comida, baja a la Placita de Flórez para pedir, puerta a puerta, algo de ayuda entre las mujeres y comerciantes que la conocen; cuando no hay energía, opta por quedarse a oscuras por días hasta que consigue una vela y le vuelve a entrar algo de dinero para recargar tres mil pesos de electricidad en la tienda de la esquina. Conseguir agua y gas es diferente. El agua que llega a su casa no es potable y el gas le dura sólo dos meses. Una pena para ella, si se considera que la nueva pipeta le cuesta $45.000, la mitad de su única entrada fija al mes. Además de conseguir lo básico, sobrevivir y alimentar tres hijas menores de edad, esta madre cabeza de hogar se las ingenia para llevar a sus hijas a estudiar. ¿Transporte? No hay con qué. Por eso, María Edilia cada mañana camina con dos de ellas durante 15 minutos hasta llegar a la institución educativa. María Carolina, la hija mayor, pensó en dejar la escuela y ponerse a trabajar para ayudarle a su mamá; sin embargo, ella se niega porque asegura que “en la calle hay muchos peligros y la pueden ‘mal influenciar’ ”. Con dificultad, la madre manifiesta que no quiere que alguna de sus hijas sufra las consecuencias que ella ha vivido por no estudiar.

Hombres y soledades Cuando tenía 14 años, las FARC la desplazaron de Frontino con su familia, les quitaron la finca a sus padres, los dejaron sin bienes materiales y con cinco hijos para sostener. Luego, llegó a Medellín, a la casa de una tía ubicada en el Popular 1, hasta que su padre compró un pequeño terreno en la zona centroriental y con el dinero de sus ahorros construyó una casa, pero su forma de vivir cambió radicalmente. Ya no estaba en el campo y pasó de cultivar su comida a comprarla en una tienda, pagó cantidades que, para los bolsillos de su familia, eran difíciles de conseguir. Le bastaron pocos meses para quedar sola porque sus papás y tres hermanos decidieron dejar Medellín

para volver al campo, al municipio de Venecia, mientras que María del Rosario, una de sus hermanas, consiguió esposo. “Mi hermana no tiene estas necesidades, ella consiguió un hombre que la sostiene”, dice Edilia Cano. Al tiempo, un muchacho del barrio intentaba llamar su atención y ella, soñadora e ilusionada, creyó encontrar en él un nuevo hogar. Este hombre, a quien ahora poco nombra, es el padre de sus hijas mayores. Ya no sabe nada de él, sólo tiene la certeza de que desapareció; sin embargo, una hermana suya le ayudó a pagar el colegio de la niña mayor hasta noviembre de este año. Como madre, pronuncia con cariño los nombres de sus hijas, pero no sabe cómo escribirlos…apenas está aprendiendo a hacer su propia firma. Cuando la pequeña de seis años llega con notas de la escuela, Edilia Cano tiene que esperar hasta que Mayely, la niña de 11, llegue del colegio para leerle la nota. La pequeña es hija de otro hombre. “Cuando lo conocí pensé que él me sacaría de la pobreza, pero no fue así, tuve que dejarlo porque estaba drogadicto y yo ya tenía que proteger a mis tres hijas”, recuerda Edilia, al tiempo que su rostro devela las arrugas que le han dejado 43 años en esos avatares.

Vivir en la montaña Con el dinero que tenía, Edilia compró un terreno en las alturas del barrio Carambolas. Su techo fue un morro de tierra y su paisaje la vista periférica de Medellín. En un pequeño espacio, en el que los límites no existen y comparten mangas con los vecinos, empezó a construir una casita de dos habitaciones, un pequeño baño y cocina que se separa de la sala por una desgastada cortina y la nevera que le regaló un señor en la iglesia. Ese espacio de exteriores blancos y techo rojo, pequeño y acogedor, cercado por la puerta de metal y un ventanal mediano pasó por todos los materiales que se pudo ingeniar: plástico, tapetes, madera. 10 años después tomó firmeza gracias a una donación. El interior está adornado con almanaques, fotos de primera comunión y una mesita de dos puestos para recibir a los visitantes. Mientras más se entra a la casa, menos luz hay pero resaltan los colores de algunos juguetes que ha conseguido para sus hijas.

El rebusque “Hay días en los que si sólo hay un huevo, se los parto a las tres y yo me quedo sin comer”, asegura Edilia Cano, quien poco sabe sobre qué es comprar leche, carne o arepas. La única comida segura es el almuerzo que le da doña Miriam, la mujer que maneja el comedor de la fundación Solidaridad y compromiso, quien le paga 90 mil al mes por su ayuda, dinero que reparte entre el gas, los cinco mil para el agua, la energía prepagada, el arroz y la panela. Ella recuerda un Cuando María Edilia percibe un ingreso adicional en dinero día que salió a pedir algo o en especie, lo dedica a mejorar su vivienda. de comida al barrio Bello Foto: Juliana Gil Gutiérrez. Oriente y unos hombres la abordaron para matarla: había pasa- liz”, dice. Pasó de dormir sobre tapates, do una frontera invisible, de esas que cubierta con plástico, a tener paredes cobran decenas de vidas en los barrios de cemento. Aunque no está en el camde Medellín. A sus espaldas llevaba a po, los pastos del barrio se lo recuerCarolina, la hija mayor, quien para esa dan a diario porque tiene vecinos con época era una pequeña indefensa, y en gallinas, perros y hasta vacas. Su fe en su pecho, el hambre y la necesidad que Dios es inquebrantable, ante él pone la impulsaban a seguir. “Yo les dije que sus dificultades, convencida de su grasi me hacían algo, mataban a una mujer ci. Al tiempo, María Edilia hace cuentas, indefensa que buscaba comida para sus sumas y restas que no aprendió, para hijos”, recuerda Edilia Cano, quien ese hacer rendir esos 90 mil pesos mensuadía se quedó sin pedir porque el susto les y esperar el subsidio del programa no la dejó. de gobierno Familias en acción que, María Edilia Cano Flórez se sien- cuando llega, desvanece sus aprietos y te orgullosa de su casa. “Yo aquí vivo fe- satisface el apetito de sus hijas.

La pobreza en números De acuerdo con datos del DANE (Departamento Nacional de Estadística) para junio de 2014 el porcentaje nacional de personas en situación de pobreza fue de 29.3%. Sumado a esto, datos del Censo de 2005 revelaron que en Antioquia el 23% de la población tiene insatisfechas las necesidades básicas. En contraste, la Comisión económica para Latinoamérica y el Caribe, expone que “no todos los hogares pobres tienen el mismo nivel de pobreza”, según el documento Determinantes de la pobreza en Colombia, ya que sus estadísticas toman en cuenta qué tan cerca o lejos se encuentra cada familia de la línea de pobreza extrema. Sin embargo, la realidad muestra que miles de personas carecen de recursos para suplir sus necesidades dentro de la ciudad. Hay personas que, como María Edilia Cano, tienen empleos o entradas de dinero que son insuficientes para sostener un hogar.


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CRÓNICA

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37° Y SUBIENDO Carolina Campuzano Baena / karo_k911b@hotmail.com

El Bagre, municipio ubicado en el Bajo Cauca antioqueño, a 326 km de Medellín, es el primer productor de oro en Antioquia; sin embargo, el pueblo no es sólo oro; este metal no inunda las calles de riqueza pero sí a los ríos con mercurio y a la tierra con peligros.

Capítulo I Caucasia. El Bagre es el destino señalado en el parabrisas de ese bus que mueve a sus pasajeros por una carretera destapada y que los hace temblar un poco, no porque el destino a donde los dirige sea frío, ¡qué va! El Bagre es un pueblo ‘caliente’ en todos los sentidos, dicen; así, la oficina para la Coordinación de asuntos humanitarios en Colombia dice que está ubicado en una ‘zona roja’ por los eventos de violencia que acontecen allí por la presencia de diversos grupos armados y el cultivo de drogas, en este caso coca. Además, El Bagre, junto con el sur de Bolívar y Yondó, ocupa el primer lugar del estudio de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, en el que señalan que en 100 de los 1.125 municipios de Colombia, se han concentrado los mayores hechos de violaciones a los Derechos Humanos y al Derecho Internacional Humanitario. En las zonas mencionadas se cuentan 99.531 desplazados, 38 víctimas de masacres y 169 víctimas de minas antipersona, a partir del año 2000. Por los rostros de los pasajeros corren gotas de sudor, la temperatura indica 37° y la altitud señala que quien se ubique allí, estará a 50 m sobre el nivel del mar. Esa no es la costa, es Antioquia, la ribereña, aquella que no está vestida por montañas, aquella que comienza a pintar los rostros de sus habitantes con un tono más oscuro, un hablar costeño y un transitar constante, como quien quiere parecerse al río; aunque esa trashumancia se deba, en realidad, a la minería, principal actividad económica del municipio. El bus continúa temblando sobre las piedras, los pasajeros miran por las ventanas (abiertas para que entre un poco de aire aunque sea caliente) la tierra desnuda que guía a El Bagre, por la que cabalgan unas cuantas retroexcavadoras que dejan pozos de agua llena de mercurio; también miran la tierra despojada de sus riquezas, sin el dorado del oro y sin el verde de los cultivos. “Si llegan por aire, pensarían que esto es un desierto”, dice Raúl*, uno de sus habitantes y lo confirma el estudio hecho en 2013 por el Ministerio del Trabajo y la ONU que señala la minería aluvial, practicada incluso por algunas grandes empresas con presencia en la zona, como factor que afecta la planicie aluvial (en la que se acumulan aguas de inundación), mientras que indica que la mediana minería se ha encargado de degradar las colinas del paisaje de la región. La actividad aurífera agota la tierra y no enriquece al municipio, donde, por ejemplo, sólo tienen servicio de agua día por medio. A quienes no los irrumpe el viento, por estar ubicados lejos de las ventanas, escuchan inevitablemente

la emisora que suena dentro del bus: “Combatientes del Frente 38 de las Farc”, comienza, “sus compañeros los están traicionando” y de repente “hablando de mujeres y traiciones”; es Colombia Estéreo, emisora del Ejército Nacional y cuyos mensajes de estrategia contraguerrillera se oyen con frecuencia en el municipio y en las 54 veredas que lo conforman. El bus continúa su marcha, aunque la carretera haya cambiado, se acaban las piedras y empieza el río Nechí, no hay que detenerse ahora para coger un ferri o una panga para llegar hasta la cabecera municipal, como sucedía hasta el 2010, año en el que se construyó el Puente de la Libertad, que comunica a El Bagre con el corregimiento San Antonio de Zaragoza. El puente empieza y luego de 357,2 metros acaba y toca, casi con su punta, el monumento que representa a El Bragre, el cual, más allá de homenajear al fundador del municipio, Fernando Alcántara, anuncia la bienvenida a un territorio minero, representado por la batea y la pica que sostiene el hombre y al que un pez gato observa desde abajo. Se acaba el trayecto para los pasajeros en la Avenida de la juventud, allí los carros son escasos pero abundan las motos conducidas por algunos que transportan tres personas o cuatro sin usar casco, por otros que esperan en las esquinas para prestar su servicio de moto taxi y por otros, el Ejército y la Policía, quienes patrullan constantemente el pueblo, pues en El Bagre el Ejército tiene presencia permanente: está en la emisora, en la carretera y hace retenes en las calles. Sin embargo, no son las únicas fuerzas armadas allí presentes:

FARC, “Urabeños”, “Rastrojos” y otras estructuras delincuenciales se disputan el territorio en la actualidad. “Aquí hay de todo”, sentencia Nelly, una mujer por cuya blancura se ganó el apodo de ‘La Rana’ y quien administra uno de los restaurantes ubicados en la vía principal del pueblo. Nelly llegó desde Medellín hace más de 30 años y en cada uno de ellos se fue acostumbrando a su apodo, pues, según cuenta, cada cliente le llevaba al local una rana, con la que formaría toda la decoración del lugar. ‘La Rana’ no hace ni cuentas de todos los grupos que han incursionado en la zona, ya que es por éstos que va subiendo la temperatura en El Bagre, y es por ellos que allí no se habla, que se ocultan los nombres, que aparecen sitios ‘prohibidos’ como dos de sus corregimientos: Puerto López y Puerto Claver, donde han ocurrido hechos de violencia, entre ellos, una masacre de cinco personas en el año 2013, otra de cinco soldados en el año 2010 y, en mayo de este año, el ataque a una misión médica que trasladaba a una mujer herida. “Por allá uno no se puede meter, hay que tener mucho cuidado en ciertas zonas, a qué se le toma fotos y con quién se habla”, advierte Raúl, entre susurros. Este hombre, quien hace 33 años habita en El Bagre, hace las advertencias y las sustenta en un hecho ocurrido a principios de 2014: el asesinato de dos estudiantes, quienes estuvieron realizando un registro fotográfico sobre la minería; los medios no mencionan el hecho pero los habitantes del municipio lo recuerdan para dejar un mensaje claro: en El Bagre hay que andar con cuidado.

Capítulo II La Avenida de la juventud lleva directo al parque del pueblo; allí, cerca de la iglesia, se escucha una chirimía que acompaña la fiesta de San Pacho, un festejo chocoano que se celebra porque ese es un municipio formado por migrantes; su condición de pueblo minero ha llevado a que las personas de diferentes orígenes lleguen a establecerse allí detrás del sueño del oro, de la riqueza; aquellos que se quedan no pueden llamarse bagreños, porque ellos propiamente no lo son, aunque van formando familias que se van apropiando del gentilicio. Esta historia se repite en este municipio, creado en 1980, con diferentes personajes. Julio, quien tiene 53 años y maneja una moto taxi, también la cuenta, él tampoco es oriundo de El Bagre, a pesar de que hace más de 30 años lo habita y puede hablar de su historia, cuando la minería no era tan agresiva, cuando había campesinos que cultivaban o tenían ganado que luego vendían en el puerto ubicado frente al parque. Hoy a ese puerto aún llegan algunas embarcaciones, pero ya no a comprar los productos de los campesinos, sino a descargar a los trabajadores de las minas; también, de allí se ve partir todos los días una chalupa de pescadores con las esperanzas puestas en el río, color arequipe, para que siga proveyendo esos peces por los que el municipio recibe su nombre. “De este pueblo sacaban toneladas y toneladas de peces, por eso lo pusieron El Bagre, aunque antes le decían Bijao, pues todos los techos de las casas eran de ese material”, recuerda

El río Nechí ha testificado los cambios sociales de El Bagre y toda la región. Ha sido determinante en los procesos de migración asociados a la minería desde tiempos de la Conquista española. Foto: Hebert Rodríguez García.


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CRÓNICA

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El desarrollo de la minería le ha restado tierras y mano de obra a la actividad agrícola. Sin embargo, el agro sigue siendo opción de bienestar económico para muchos pobladores. Foto: Hebert Rodríguez García.

Julio, mientras conduce su moto hacia la vereda Matanza, en la que no han matado a nadie, a pesar de que ese sea el mismo camino que lleva a Puerto López, donde tanta sangre ha corrido. Matanza es uno de los ejemplos de que El Bagre no es sólo minería, aunque el Sistema de información minero colombiano (Simco) indicó que esta actividad sigue creciendo de manera significativa, con una producción que pasó de 621,54 kilos en 2008 a 3.544,39 kilos en 2013. Y así como incrementa la minería, aumentan también los contrastes. Quien llega a esta zona del Bajo Cauca ve cómo resaltan en la cabecera municipal las casas de los trabajadores de Mineros S.A., ubicadas en una unidad residencial llamada Bosques de Mineros, realizada por esta empresa y Comfenalco Antioquia; mientras que en los alrededores de El Bagre se erigen casas de mineros informales y desplazados, quienes llegan al pueblo y construyen sus ranchos con tela verde para cerramientos, plásticos y palos. Cuando se dejan atrás estas invasiones, que van reafirmando el fracaso del campo, las promesas de la minería y los efectos de la violencia, la tierra recupera su verde. En las veredas, los árboles vuelven a crecer, pues, aunque el suelo del municipio sea ácido, su vocación es principalmente agroforestal, según cuenta Raúl, quien puede reafirmar, con su actividad diaria, que El Bagre no es sólo minería. Raúl tiene sus manos puestas en los proyectos agrarios que rompen con todo ese entramado de prácticas y pensamientos que caracterizan el quehacer de la minería y que parecen constituir una corriente filosófica cuya máxima es: “De la mina a la cantina, de la cantina a la vagina y de la vagina a la ruina”, como dice Raúl entre risas, repitiendo el dicho

que describe la actitud de los que habitan un pueblo minero. Creer en el tiempo y en la tierra es la ruptura de Raúl, un hombre de más de 50 años quien demuestra su persistencia por haber terminado sus estudios de Ingeniería Agroforestal hace seis años, que comenzó inmediatamente se graduó como bachiller y después de haber ayudado a su esposa a obtener un título en pedagogía. Raúl tiene paciencia y, aunque sabe que es difícil convencer a las personas de que también crean en el tiempo y en la tierra, cuando se consigue más dinero cultivando coca o extrayendo oro, trabaja para que la gente se una al cultivo del caucho. Una hectárea de tierra, 500 árboles plantados en ella, seis años para que el látex comience a salir. Dividir el árbol en dos, medir 35°, hacerle una herida al palo de un milímetro, sin que toque la corteza, día por medio; dejar que el caucho corra y caiga gota por gota a los recipientes que se abrazan al tronco con alambre. Y, por último, seguir el proceso en el que cada árbol da utilidades por 40 años. Así funciona este cultivo que no sólo contribuye al autoabastecimiento de Colombia con respecto a este material, sino que se ha convertido en una forma de remplazar, principalmente, la actividad cocalera de muchos habitantes del municipio; sin embargo, sigue siendo sólo una forma, una posibilidad poco aceptada en comparación con aquellos que deciden dejar de sembrar la planta para comercializar oro, ya que esto es menos peligroso y sigue siendo más rentable que dedicarse a la agricultura. La coca sigue teniendo un papel relevante en el municipio. En 2007 se contaba con casi 1.800 hectáreas sembradas en El Bagre, según un informe de las Naciones Unidas. Pero Raúl se alegró

cuando supo que, actualmente, hay 293 hectáreas de caucho y que él fue quien enseñó a los bagreños sobre este cultivo. Por eso, en las veredas no pasa desapercibido; Raúl reparte saludos a todos los campesinos que pasan con sus mulas que llevan canecas llenas de látex para que sea comercializado o a los que apenas están viendo crecer sus árboles. Son pocos los que se dedican a la agricultura en El Bagre. Cuando se recorren las calles del pueblo abundan las carretas con fruta; mango, plátano, naranja, piña, banano, pero nada de lo que llevan los vendedores es producido allí. En El Bagre todos los productos de consumo son importados. Raúl es uno de los pocos que abastece el mercado interno, él no va cada ocho días al pueblo a pesar reales de oro en las compraventas que allí predominan, él va a vender piñas y ajís que cosecha en su terreno puesto que se dedica a la tierra todo el tiempo libre. Así Raúl, quien no visita las cantinas del pueblo aunque sea sábado, va rompiendo con el paisaje de El Bagre.

Capítulo III Es sábado pero el parque de El Bagre está vacío; el sol que cae detrás del río Nechí exige ser contemplado antes de ocultarse y de guardar el color naranja que tiñe el agua, pero las pocas personas que están allí le dan la espalda o se ocultan tras la barra de un bar en la que se acumulan las listas que llevan la cuenta de los clientes que han consumido durante el día: Zorra, Puta, Golfa, dice sobre una de las hojas. En el bar, la música suena para llamar la atención a más clientes, pero la fiesta no se hace en el centro sino al lado contrario del municipio, en la Zona Rosa, donde es difícil hacer la cuenta del

número de cantinas que la conforman, de los decibeles de los equipos o de las motos que esperan a sus dueños hasta el amanecer. Allí se acaban las botellas de alcohol, las mujeres, el dinero; se marchitan muchas flores en la tierra ácida de El Bagre. Sin embargo, las pequeñas rupturas se siguen dando en el pueblo y una de ellas está en otro bar, a unas cinco cuadras de la Zona Rosa, en El Doradito. Afuera de El Doradito hay un curazao morado; adentro, una barra, varias mesas, sillas; doña Silvia y algunos clientes. En el lugar la música no hace retumbar vidrios ni suena a esta época; doña Silvia, la dueña, una mujer que ya va contando los 60 años y que es oriunda de Medellín, pone canciones viejas mientras se sienta, cansada, a escuchar y a verter sobre una mesa las palabras que escribió en el libro sobre El Bagre. Allí, desde hace tres años, están consignadas las historias de cantina, de misterios y costumbres; historias en pausa y sin lectores debido a que su edición paró justo el día en que a su esposo le hicieron un atentado. Cuatro tiros recibió don Jairo una tarde, por negarse a trabajar para otros que no hacen nada, por decir ¡no! al pago de la ‘vacuna’ que cobran a todos los negocios del municipio. Don Jairo regresó a Medellín y se quedó su esposa sosteniendo el ‘no’ de su marido y también al negocio. Doña Silvia ahora está cansada, no de El Bagre sino de la soledad, de tener que desconfiar de todo el mundo, de ver cómo el pueblo se queda solo. “El pueblo está solo”, también dice La Rana. “El pueblo está muy solo”, repite Julio; los tres hablan como tejiendo un diálogo que no tiene ningún receptor. La gente se está yendo porque la temperatura en El Bagre sigue subiendo. *Nombre cambiado para proteger la identidad de la fuente.


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TESTIMONIO

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MEDELLÍN ISLÁMICA Mariana Parra Montoya / mariana.p1991@gmail.com

En Medellín existe un amplio grupo de musulmanes que se ha adaptado a lo que la ciudad le ha ofrecido, a pesar del choque cultural y religioso: extranjeros y nativos creyentes del Islam han sabido cómo acoplar esta legendaria religión con las actividades cotidianas. Voces sumadas para dar una mirada a un conjunto de creencias que son novedad en Medellín. Casi me convierto al Islam. No tuve que irme a otro país para conocer esta creencia. Ellos están aquí, en Medellín; habitan nuestras calles y adaptan su modo de vida con lo que les ofrece la ciudad. El Islam es una religión revelada por Dios o Alá a los hombres a través de uno de ellos que fue perseguido por “crear” una nueva religión. Su libro sagrado, el Corán, es la guía perfecta, como ellos lo denominan, para ser buena persona, vivir bien y tener la misericordia de Dios, así lo afirman los cristianos y judíos en sus respectivos libros sagrados: la Biblia y la Torá. Medellín es una prueba de que están en auge la tendencia de la globalización y el reto de aceptar la diferencia que conlleva y, a pesar de que predomina la religión católica, existe una apertura a lo nuevo y a lo diferente. Ser musulmán en Occidente es un reto, pues se ha idealizado que una persona que cree en el Islam es terrorista, extrema y fanática. Lo poco que se conoce es que creen en Alá (Dios traducido al árabe), leen el Corán y Muhammad (Mahoma) es el profeta. Pero ¿qué hay más allá? Un musulmán es aquella persona que tiene arraigada su religión, tiene sentido de pertenencia por lo que cree y así lo manifiesta. Además, “corre por sus venas” viajar o migrar por diferentes partes del mundo para conocer, ampliar su conocimiento o para adaptarse a la realidad que está inmersa en el lugar al que llega. ¿Se ha imaginado una mujer musulmana en Medellín? Pues la mayoría de creyentes que viven en Medellín utilizan el ornamento adecuado. La otra parte se encuentra en el periodo de inmersión en la religión y, por tal motivo, no utiliza el velo permanentemente. Norelah Pardo tiene 36 años, su familia es católica, por ende, ella lo era. Pero al asistir a clases de baile árabe, conoció la comunidad islámica en Medellín, y empezó a estudiar sobre esta religión. Con el paso del tiempo, se enamoró de esta ella y tomó la shajada (una frase que significa dar fe de que se cree en el Islam). Lleva ocho años como musulmana y tuvo muchos inconvenientes con su familia por portar el hiyad y tener creencias diferentes a las que sus padres y familia estaban acostumbrados, pero a medida que pasaba el tiempo, sus padres y allegados fueron entendiendo que ella estaba en un proceso de adaptación, de cambio.

Natalia Cadavid, una mujer de aproximadamente 42 años, de igual manera se convirtió hace seis años al Islam. Ella inició en esta religión por simple curiosidad en un bazar que se realiza anualmente en la Universidad Eafit, llamado ‘ZOCO’. El año en el que ella fue a ese evento el tema central era Marruecos. Investigando en Internet sobre el tema, conoció un pequeño marroquí de 12 años, quien le contó, por Facebook, sobre la religión y la idenConscientes de los contrastes de los cuales son protagonistas por sus usos y costumbres, tidad de su país. Fascinalas mujeres musulmanas de Medellín se esfuerzan por consolidar comunidad. da, Natalia buscó formas Foto: Mariana Parra Montoya. de conocer a la comunidad islámica en Medellín. Luego, comenzaron los cambios en sus costum- creyentes que viven en Medellín testifican que Alá no bres y en su entorno familiar. Casada por lo católico y quiere que los humanos peleen, sólo que sean felices. con tres hijos, tuvo contratiempos con su expareja por Aquellas personas hacen mal a la propia religión porsalir a la calle con el hiyab o ayunar por un mes. Pero que han hecho interpretaciones malintencionadas de poco a poco sus dos hijas y su hijo menor entendieron las sagradas escrituras y del Corán. que, a pesar de que su madre practicaba otra religión, Durante una conferencia contra la violencia en el había que respetarla y aceptarla. Su exesposo no pudo nombre de la religión en noviembre pasado en Viena, conciliar del todo la idea de la nueva identidad de Austria, representantes del cristianismo, judaísmo e islaquien ahora se llama y se presenta como Sara. mismo condenaron los hechos violentos: “Como líderes Cristina Mora, una bogotana que reside en Me- de varias religiones y tradiciones de fe, es nuestro deber dellín hace varios años y antes de ser musulmana era oponernos a la persecución que sufren todos los comTestigo de Jehová, es casada y tiene un hijo de 16 años. ponentes de la sociedad, especialmente los cristianos, A sus 18 años murió su padre a propósito de su matri- los yazidíes, así como otros grupos religiosos y étnicos monio con Carlos, un practicante del Islam, motivo por como los turcomanos y los shabak en Irak y Siria”, dice el cual ella rompió toda relación con lo divino, pero sin la declaración que demuestra que la gran mayoría de dejar de buscar respuestas a las dudas e inquietudes los musulmanes y las personas que pertenecen a otras para explicarse y por fin tener paz frente a lo que le creencias religiosas repudian estos hechos. había ocurrido. Los altos jerarcas de las tres religiones más imSus consultas sobre las teorías de la creación y portantes están haciendo un llamado, como otros acla evolución, no la dejaban satisfecha. Al escondido, tores (políticos y económicos), para que cese la guerra leía los libros de su esposo sobre lo que el Islam dice al en nombre de la religión. respecto, hasta que un día se armó de valor y le menEl Islam, como el judaísmo y el cristianismo, es cionó a su cónyuge que quería hacer la shajada y ser una religión revelada por Dios para que los hombres musulmana como él. tengan reglas y vivan de una manera civilizada y tranLuego de hacer los preparativos con algunos alle- quila. Por tener las sagradas escrituras como guía para gados, se hizo la ceremo- el buen funcionamiento de la humanidad, se pueden nia y ahora Cristina lleva crear diversas interpretaciones de cómo se puede nueve meses en el Islam. ejemplificar la vida divina en la tierra y esto es lo que Sentirse miradas justamente pasa en las diversas religiones, no sólo en por su vestido o por rea- aquella que ha sido explicada por Alá. lizar en cualquier parte No sólo los adeptos al Islam en todo el mundo la oración, cinco veces han sufrido las repercusiones de la violencia extreen el día, son situaciones mista. El deterioro de la libertad religiosa también lo propias del entorno en el sufre el catolicismo: la organización católica Ayuda a que practican su fe, pero la Iglesia Necesitada (AIN) ha realizado un estudio en han sabido sobrellevar el que cubre todas las confesiones religiosas, abarca esta situación. de octubre de 2012 al pasado junio y precisa que en Parte de ello es casi todos los casos en los que ha habido cambios en no ser ajenas e, incluso, materia de libertad religiosa éstos han sido para que que inevitablemente se la situación empeore. La organización apunta que en les relacione con los con- 14 de los 20 países en los que se considera que hay flictos armados en Medio una gran persecución está vinculada con el extremisOriente, generados por mo musulmán. un porcentaje mínimo Es normal entonces que exista predisposición de musulmanes extre- frente a quienes practican el Islam como comunidad. mos que hacen que esta Ellos tratan de explicar que lo que se sabe de ellos por Incorporar las rutinas de la fe islámica a la vida diaria les ha dado a estas mujeres motivos para religión sea temida. Los las noticias es totalmente opuesto a sus creencias. establecer nuevos lazos de amistad. Foto: Mariana Parra Montoya.


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reportaje

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MORAVIA: ENTRE LA TRANSFORMACIÓN Y EL DESARROLLO Melissa Álvarez Correa / meli.korrea@gmail.com

Sus habitantes planearon el barrio en el plan parcial en el que incluyeron tener un centro cultural, mejor salud, educación y otro aspecto del morro de basuras. Hoy, ese es un rasgo que cambió radicalmente el perfil de Medellín. Como una fortaleza es la estructura de placas de color amarillo, rojo y naranja que rodea la parte alta del morro de Moravia. El mismo morro que antes era basura y hábitat de cientos de familias, hoy está poblado por flores y plantas segmentadas que engalanan ese sector marginado de la ciudad; rastro de la transformación de Medellín. Su estructura es y será siempre montañosa. Lo que hay debajo de lo que las personas pisan cuando caminan por sus senderos es lo que era el relleno sanitario de Medellín por muchos años. El morro se divisa desde el Metro y la fortaleza que lo divide, como si fuera el muro de Berlín en la Alemania de la posguerra, parte la pequeña montaña en dos: la de arriba, intervenida por la Alcaldía y un grupo de mujeres; la de abajo, donde aún hay ranchos en pie. “Ese morro ahora está muy bonito, antes estaba muy descuidado”, opina un transeúnte desprevenido. La belleza que puede llegar a tener el morro de Moravia en la actualidad es el resultado de la transformación que quiere tener el barrio por medio del plan parcial, creado en 2005 por varios líderes comunitarios y la administración municipal. Desde la altura máxima del morro se puede observar el centro hasta las periferias de la ciudad, el oriente hacia el occidente, grandes edificaciones, construcciones y vías amplias de la Medellín modernizada. “Queremos que la gente mire para acá y se pregunte: ¿qué pasa allá?”, expresa Judy Elena Echavarría, líder del barrio Moravia y residente del sector del Oasis, quien agrega que los moravitas quieren que el sitio se vea bonito y deje de ser estigmatizado. Para subir al morro hay dos caminos; uno, como resultado de la intervención, son escaleras de madera desde el sendero de la estación Caribe; y el otro es un camino empedrado compuesto de lo que queda de los adoquines que cerca de 20 años atrás le quitaron a un camión que iba para otro lugar de la ciudad, pero que los moravitas lo desocuparon para instalar la carga en lo que sería su calle principal en ese territorio de invasión. El camino empedrado muestra decenas de familias que subsisten entre precariedades. En la parte de abajo hay viviendas en pie frente a otras derrumbadas y en la parte ya intervenida por la Alcaldía todavía hay tres ranchos y una vivienda construida en las que habitan personas, pese a que el morro fue declarado inhabitable por la cantidad de elementos químicos en el territorio. “Aquí hay hasta cianuro”, declara una de las líderes comunales. Con gran facilidad desciende del lugar doña Judy, una mujer morena, baja de estatura, robusta, enamorada del sitio

La transformación del morro de Moravia hace parte de la intervención integral que se adelanta en el sector y que incluye la construcción del Centro de Desarrollo Cultural. Foto: Laura Montoya Carvajal.

que la vio crecer y por el cual ha luchado junto con los demás líderes comunitarios, desde que en 1999 fue escogida por sus propios vecinos quienes le dejaron “una gran responsabilidad que puede llegar a una mejor negociación dentro del territorio”, afirma, mientras con sus ojos café madera observa fijamente su camino, el que todos los días recorre para cuidar el jardín del morro. Su historia como líder empezó desde su elección popular, pero como moravita data de 1967 cuando su madre la llevó al sector e invadió uno de los tantos lotes que había disponibles para las personas sin vivienda. “Mi mamá fue colonizadora también del morro, conseguía casa hasta para sus hermanas que venían desplazadas de Peque”, recuerda doña Judy. Esa misma preocupación por las viviendas en alto riesgo fue lo que la llevó a participar como promotora de desarrollo cultural en el 2000 y, luego de una capacitación terminada en el 2001, empezaron de una manera colectiva a “planear a Moravia”, se hizo partícipe del plan parcial de este barrio en 2005. Además de que establecieron “cuáles eran los acuerdos con la Alcaldía y los habitantes”, agrega doña Judy. Doña Judy habla pausadamente. Mientras lo hace, acaricia su cabello negro, recogido siempre, en el que ya se pintan algunas canas. El camino sigue para llegar hasta El Bosque, otro sector del barrio Moravia donde hay mucho comercio y, a la vez, decenas de carros y motos que transitan por las estrechas calles. Ella, como líder, no sólo ha estado en procesos de decisión, sino que también se ha capacitado en veeduría y liderazgo. A su paso, corto pero con prisa, se encuentran diferentes personas que la reconocen. Al pasar por una vivienda cercana a lo alto del morro, se encuentra con otras mujeres del barrio como Mary Rojas, una mujer que dedicó toda su vida a servir a la comunidad y que con otras mujeres limpia el lugar en el que cada miércoles reparten verduras a las familias que lo necesitan. “Ya repartimos los fichos”, sostiene Mary, mientras limpia el lugar. El proceso de Judy Elena Echavarría en el barrio fue en etapas: primero

“fue una solución de empleo” cuando su madre lograba reciclar de la basura, luego fue una solución de vivienda y fue cuando “aprendimos a vivir con el olor y la basura”, y posteriormente un hogar para su esposo y sus hijos. Hoy es un territorio que la inspira, como a muchos otros líderes, para ejecutar proyectos de desarrollo. Por esto, le ha tocado ver toda la transformación del barrio, al igual que a su amiga y compañera promotora de desarrollo María Alicia Hernández. Doña Alicia llegó al barrio en 1977 y ha visto en la trasformación “tantas cosas, cuando eso no teníamos luz, las casas eran de tablas con plástico, las colchas de retazos eran las puertas y no se podía poner adobes”, su comparación con el hoy le hace dibujar una sonrisa en la cara blanca y abultada que le recuerda cuando “teníamos que coger el agua de noche porque no teníamos permiso de tener agua”.

El morro: las dos caras Mientras el frente a la autopista resplandece con las plantas y flores de colores que fueron instaladas allí, el que va a dar a otros sectores de Moravia y a la zona nororiental de la ciudad, es trecho desolado y cubierto de una serie de arbustos largos verde limón, que se mueven al viento de la capital antiqueña. El lado del morro intervenido está lleno de historia, no sólo por la construcción que hicieron sus habitantes para verlo bonito, sino por un sendero de escalas que narra acontecimientos de la vida de los moravitas desde 1956 con su nacimiento, hasta el Plan de ordenamiento territorial 2005 y los nombres de los transformadores del morro. Sin embargo, esta transformación tiene opiniones diversas. Por una parte, las personas piensan que “únicamente (fue) para una parte de embellecimiento, mas no una solución a un problema definitivo. No se está haciendo una transformación de todo”, explica Rafael Salas, instructor del programa de gestión ambiental del SENA y visitante del lugar.

Cuando se asciende al morro por ese sendero o por los alternos, se ve en lo plano de esa achatada montaña un sitio cubierto y con variedad de plantas: un invernadero que es cuidado y administrado por Cojardicom, una organización de mujeres de Moravia. Lo que existe hoy en el morro de basuras es el resultado de las propuestas de la comunidad, relata doña Alicia, quien llegó cuando “esto todavía era una laguna y luego empezaron a botar basuras”, señaló. “En 2005 se declara a Moravia como calamidad pública, es decir, no se podía ni vivir ni comercializar comestibles dentro del territorio por los altos niveles de contaminación por cuanto allí estaba encerrada toda la tabla periódica, eso decía el comunicado”, explicó doña Judy. Luego de esto, en 2006, se reubicaron “las primeras 150 familias a Pajarito”, recuerda doña Judy mientras riega las plantas del invernadero. Continúa diciendo, mientras con sus manos gruesas presionan la manguera para que el agua salga esparcida, que en 2009: “la misma comunidad estaba diciendo que qué iba a pasar con esos espacios, donde se estaban agolpando personas”, después de que las familias eran menos y las viviendas también. Unos españoles fueron los encargados de mostrar las soluciones para el morro de basuras, pues mostraron un caso parecido con un relleno sanitario en su país de origen. La comunidad fue reunida y “más de 500 personas en la Asamblea y participaron en la construcción de diseño del morro de Moravia”, recuerda doña Judy, mientras doña Alicia añade que “eso se propuso ser cancha, piscina, centro de recreación y otras cosas”, pero ambientalmente la más viable era el jardín. “En 2011 se decidió que esto fuera una especie de laboratorio ambiental y en eso se ha convertido esto”, reafirma doña Judy, quien, además, es consciente de que las familias que siguen en el morro son a las que no les ha cumplido con los acuerdos de la Alcaldía, entre tanto, doña Alicia sostiene que “se están arriesgando mucho”.


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pERFIL

UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA CONTEXTO No. 46 Noviembre - Diciembre 2014

EL ATENTO MIRAR DE HENRY Laura Montoya Carvajal / lauramyc2@gmail.com

De un fotógrafo a otro este perfil ilustra la obra y las bases que la fundamentan para uno de los fotoperiodistas con mayor trayectoria en el país, testigo de excepción de hechos que definieron la historia reciente del país y que también ilustran la belleza extraordinaria que se esconde en las escenas de la cotidianidad. Perfil gráfico de Henry Agudelo. Su voz es ronca y profunda. Es un hombre delgado y alto, con el cabello corto y ligeramente claro, lo suficiente para que algunas personas que lo conocen, y seguramente muchas que no, lo llamen “Mono”. Cuando habla, como sonríe al explicar algo especialmente emocionante, se le marcan arrugas en las comisuras de los ojos castaños, entonces ahí es donde uno empieza a entender de verdad su largo recorrido de historias de tantos años atrás, que pasaron por sus ojos de los negativos a lo digital, y que adquieren solidez y volumen por ser contadas por un hombre de apariencia tan vital, de caminar tan rápido y de mirada tan atenta. Henry Agudelo tiene 56 años, y hace 36 se dedica a la fotografía periodística. Nació en Medellín y aparece en una foto en monocromo al lado de su familia de siete hermanos y dos padres en el barrio Pesebre. Allí era un pequeño rubio que destacaba entre ellos. En otra, se le puede ver jugando fútbol, una de las cosas a las que se dedicó en su vida. “Soy dibujante”, afirma con seguridad. A esto aspiraba cuando llegó a entrevistarse en el periódico El Mundo, en abril de 1978. Allí le dijeron que la vacante disponible era de ayudante en el laboratorio de fotografía. “Yo no sé nada de eso”, dijo Henry. “Aquí le enseñamos”. Él aceptó. Le gustan los retos.

primer extraditado de Colombia, cuando fue capturado. La imagen, de suma importancia informativa, fue reproducida en los contextos nacional e internacional y significó para Henry Agudelo la posibilidad de comprar su casa y de casarse con su Esta imagen captada durante la Feria Taurina de La Macarena hizo que el trabajo de Henry Agudelo actual esposa, Elizabeth. fuera reconocido en 2006 con el World Press Photo, el premio más importante al fotoperiodismo. Hoy tienen dos hijos, Cristian Felipe, de 25, y Mateo, de 20. Este estilo define el trabajo de Henry. La foto que ganó el certamen en 2006 fue planeada durante cuatro meses, y le significó trepar al techo del Centro de espectáculos La Macarena para capturar la feria taurina de una forma diferente. “¿Ha trabajado el conflicto?” “30 años”, y sonríe irónico. Una inyección constante de violencia y grandes hechos ha marcado su carrera. Entre los que más recuerda, dice, están el Palacio de Justicia, la tragedia de Armero, los procesos de paz desde el de Pastrana hasta Desde las fotos de hace años, en blanco y negro, del el de Uribe, las bombas de La Macarena, del Hotel In- Concurso Nacional de Belleza en Cartagena, y los muntercontinental. La violencia le brindó nuevas y doloro- diales del ’94 y el ’98, hasta las más recientes, incluidos sas agendas, y como todos en el periódico sabían que los deportes, eventos históricos y vida cotidiana, geneHenry siempre andaba con la cámara y que tenía moto, ran la sensación de estar viendo un pequeño momenlo mandaban a cubrir estos hechos. Así le tocó presen- to, valioso e irrepetible. Una expresión facial graciosa o ciar difíciles momentos en la ciudad y fuera de ella, por impactante, una reacción involuntaria, una composición Se familiarizó con el paciente proceso químico que en ejemplo, la avalancha de Armero, Tolima y la masacre lograda en el momento justo del paso de un animal, un la época permitía revelar los rollos de negativos en fo- de Mapiripán, Meta. “Tenía la avioneta parqueada en objeto o un humano, una sonrisa, lágrimas, una posición tografías, pero además aprendió de sus jefes el manejo la cancha de fútbol, prendida, para poderme volar”. del cuerpo. Para lograr estas capturas Henry tiene una de las cámaras con las que trabajaban. En dos años co- De este hecho cuenta que vio formas muy crueles de costumbre: desde que sale de su casa o de su oficina menzó a tomar fotos para El Mundo y a aprender en la violencia, tortura y muerte. “Lloro después, cuando las tiene la cámara colgada del hombro y siempre está encalle todas las posibilidades que podía explorar. Además, veo. Me da mucho dolor. No lloro en el momento para cendida. La pone sobre sus piernas cuando se transporta leyó, estudió y practicó con libros de técnica y, mirando no dejar que ese tiempo pase y no quede registro”. de un lado al otro, sea que lo lleven o él maneje, y mienel trabajo de los grandes fotógrafos, decidió que no po“Es mejor que el cerebro le siga funcionando a tras habla, mira a todos lados para “ver” eventos que no día hacer lo mismo de todos, sino que debía desarrollar uno alrededor de cosas agradables y no se quede uno había visto, para capturar o para recordar aspectos que un sello personal y distintivo, que en adelante, por prac- como detenido en la violencia: me parece muy triste ya vio y fotografió alguna vez. ticar diariamente con su ya siempre cercana cámara, le eso”. La fotografía de eventos culturales, cotidianos y Cuando llega a algún evento que le corresponda empezó a generar premios y reconocimientos en el país deportivos también es parte fundamental del trabajo cubrir, Henry se mueve rápidamente entre los escenay fuera de él. de este artista. Los mundiales de fútbol y los juegos rios posibles. Analiza la forma de trepar a algún lugar En 1987, Henry Agudelo fue el único que logró nacionales le han dado gran satisfacción. Henry ya ha alto, pide permiso para entrar en situaciones privadas, fotografiar al narcotraficante Carlos Lehder Rivas, el sido premiado y publicado en otros países por su tra- escucha a sus retratados y captura sus ojos profundos. bajo con el deporte. El Espera los movimientos y los congela e interviene muy reconocimiento más rele- poco en las situaciones, lo que le da a sus fotografías tovante que ha tenido para tal espontaneidad. Aparece y desaparece, visible e invisu carrera fue precisa- sible entre los protagonistas de sus historias. Según dice, su trabajo y todo lo que está relaciomente en esta categoría, en la que logró el primer nado con él lo hace pensando en el compromiso que tiepuesto en 2004 y en 2006 ne con la sociedad. Mostrar, contar, denunciar, impactar, del concurso World Press emocionar. Se toma su tiempo para publicar sus trabaPhoto, el más importante jos, pausado y sin ánimo de protagonizar. “Yo me sordel mundo en fotoperio- prendo todos los días. Y pienso que sí tengo una mejor dismo. El primero fue por foto. Es la que voy a hacer mañana”. una serie de 11 fotografías que hizo en colaboración con el también fotógrafo Jaime Pérez, y el segundo por una fo- Lo preceden aproximadamente 25 mil negativos y 20 tografía suya. Las imáge- teras de imágenes que revisa y selecciona con paciencia nes, ambas de toros, son para sus conferencias, sus clases, artículos y un proyecto características del tra- para publicar un libro con su trabajo. Por ahora, dedica bajo del fotorreportero: su visión a su puesto de Editor gráfico del periódico El capturan un momento Colombiano, en el que coordina un grupo de fotógrafos Henry Agudelo Cano en su oficina en el Periódico El Colombiano, donde se desempeña como editor de impresionante, desde un que producen contenido también para los periódicos fotografía. Es reportero gráfico, pero también dibujante. Foto: Laura Montoya Carvajal. Q’hubo Medellín, el más vendido del país, y Gente. Ha ángulo poco común.

Querer desviar la mirada

La forma de ver

Abrir los ojos

Hacer, enseñar y contar


CONTEXTO No. 46 Noviembre - Diciembre 2014 UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA

trabajado, además de El Mundo y El Colombiano, en el periódico El Tiempo y con la Agencia Reuters. Hace seis meses fundó, junto con su familia, el Instituto Henry Agudelo, en el que enseña, con sus compañeros de El Colombiano, fotografía básica y fotoperiodismo. Este proyecto es la expresión de la voluntad de Henry por enseñar a los jóvenes y ayudarlos porque considera que este acercamiento a grandes exponentes de su época le fue negado por ellos

mismos, y que en este sentido tuvo que salir adelante solo con la educación que él mismo se procuró, porque no contó con formación académica en fotografía. Su método es simple: se acerca a lo real, a la gente, se basa en la experiencia y en la práctica constante. Y, por supuesto, él está presente y abierto a responder dudas e indicar respuestas. El muro que para cualquiera puede representar sus fotos y sus méritos no existe entre Henry y

El trabajo de Henry Agudelo Cano se diferencia por abordar diversos puntos de vista, capturar momentos específicos que impactan y emocionan. Por su calidad a finales del mes de noviembre fue reconocido entre otros con el Premio de periodismo regional “El país contado desde las regiones”. Su cubrimiento de la Feria de Servicio al Habitante de Calle, realizada en la Avenida León de Greiff en noviembre de 2014, incluyó todo tipo de perspectivas al ubicarse desde todo ángulo posible y conversar con los protagonistas de sus imágenes, siempre bajo su mirada atenta.

Fotografías: Laura Montoya Carvajal

PERFIL

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sus interlocutores. Es un hombre que se hace familiar, abierto y ordenado, que elige bien sus momentos y sus lugares. Mira a los ojos, explica con cuidado y aconseja todo el tiempo, comparte años de reflexionar en torno a mostrar imágenes y decir con ellas. “Me toma la foto pero me quita las arrugas”, bromea, y alrededor de sus ojos éstas se vuelven más pronunciadas.


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REPORTAJE

UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA CONTEXTO No. 46 Noviembre - Diciembre 2014

INVAZION DEL ESPACIO PÚBLICO CON MÚSICA INDEPENDIENTE Melissa Álvarez Correa / meli.korrea@gmail.com

El festival Invazion, realizado en la ciudad de Medellín durante siete años consecutivos, es para los jóvenes de la ciudad una oportunidad para mostrar y escuchar nuevos sonidos.

Son pocos los artistas que pueden ser conocidos en el mundo comercial de la música. Por fuera de este marco, hay muchos que no llegan a grandes escenarios y que pretenden llevar un mensaje por medio de su música, por esto, el festival Invazion le apuesta a la música independiente y a todos los artistas que no son vistos por las multitudes en los conciertos, o que, usualmente, no suenan en la radio y, a veces incluso, porque no les interesa. La música independiente en espacio público es la premisa de este festival que también busca innovación en tendencias musicales, artísticas, tecnológicas y audiovisuales. Algunos días del mes de octubre y noviembre fueron el tiempo en que se realizó la séptima versión de este festival que incluyó muestras académicas. Según Luis Fernando Buitrago, director y uno de sus organizadores, este festival surgió como “respuesta a una carencia de espacios para músicos que no están en la industria musical que existe”, como una manera de mostrarse ante las personas en espacios comunes y públicos. Agregó que en la creación de esta serie de eventos “la decisión fue agruparse entre varios colectivos y sellos disqueros para hacer un festival que tuviera un poco más de visibilidad”. Su objetivo fue llamar la atención de los artistas para que participaran de sus invaziones, es decir, en sus muestras musicales en los espacios públicos. Lo que quieren transmitir a esos artistas es “decirle a los artistas que con poco se puede hacer mucho”, y hacen referencia a que la música independiente de la industria puede mostrar sus mensajes al mundo. En cuanto al público que logran cautivar en sus Invaziones, los organizadores del festival sostienen que, como lo menciona Luis Buitrago, “la mayoría de la gente en Medellín no tiene espacios de entretenimiento en su vida cotidiana, (…) están muy limitados a sectores culturales, entonces las Invaziones también son como una opción para escuchar unas músicas que de otra manera no las van a escuchar”.

La idea del festival Invazion es tomarse el espacio público, tanto de manera territorial como virtual, ya que también lo hacen en las redes sociales y con su portal web en la que montan contenidos que la gente puede obtener. “La web para nosotros es también como un espacio público”, apunta el director del festival, quien agrega que en su portal web “la música que distribuimos es libre, los contenidos que Invazion tiene son libres”. La apuesta de llevar música independiente a espacios públicos como el parque Bolívar, el Carlos E, Restrepo o la Plaza Botero, es siempre la misma: aprovechar estos lugares porque en lo público es donde “se vive en convivencia”, opina Lucas García, integrante de uno de los colectivos organizadores del festival Invazion 2014.

La música libre versus la gratuita

El festival Invazion aglutina a músicos y otros artistas independientes cuya propuesta es irrumpir esquemas cotidianos como el del espacio público para enriquecerlos con nuevas propuestas, musicales principalmente. Foto: Festival Invazion

ayudar en ciertas cosas, esa cultura que es libre”, se expresa desde el festival Invazion. Pero siempre se hace la distinción de que mientras la música libre impliPero en ese espacio público virtual de ca un uso abierto para los usuarios que Invazion, hay contenidos libres y otros quieran descargarla o usarla y algunas pagos. Hay una corriente que muchos veces requiere de una compra; la música músicos han adoptado y es la de no co- gratuita propone que no haya una retribrar por sus contenidos en la web, de bución monetaria. El fin, con ambas, es manera que las personas los conozcan reconocimiento sin que necesariamente y no tengan que pagar por el arte que esto signifique enriquecerse. En ese sentido lo primero que se realizan. Corriente que Invazion adoptó pensaría es que si no se paga por la múen parte. Por un lado, porque contunden- sica, ¿cómo se sostienen los artistas? temente lo dice su director: “El arte no Luis Buitrago opina que una manera de lograr permanecer en el medio artísties una cosa mercantil”. No obstante, pensando desde co, a través de la cultura gratuita, es el los artistas que las componen, Buitra- reconocimiento, pero requiere un comgo expone que “estamos en un mundo promiso del público. “Una manera de donde todo tiene un precio y los pro- ayudar a los artistas y creadores es que yectos culturales piensan es en el recur- la gente, el público como tal, reconozca so económico”. Continúa diciendo que eso y la manera de reconocerlo es pa“hacer un disco, grabar una película o gando las entradas a los eventos”. Por su parte, Juan Fernando pintar una obra tiene un gasto de neuCastaño, otro organizador del festival ronas que se debe pagar”. El debate entre la música gra- Invazion, expone que la música indetuita y la libre siempre estará abierto pendiente puede tomarse como underpara los artistas. “Creemos que la cul- ground y que precisamente la idea con tura gratuita como manera industrial es los escenarios creados por ellos es “que necesaria porque el Estado tiene que aquel que haga música, que lo disfrute y que lo sienta parte de su vida y que tenga la posibilidad de sacar eso de su cuarto o del garaje, para apropiarse o, más bien, crear esos espacios que no existen”. No obstante, aclara que esta cultura que pretende crear Invazion con sus escenarios y demostraciones, “no está medida ni caracterizada por lo comercial”, expresa Juan Fernando, sino Invazion surgió de la necesidad de que los nuevos músicos tuvieran espacios para proyectar sus propuestas, muchas de ellas en pleno desarrollo. Aquí, los inicios del festival en Carlos E. Restrepo. Foto: Invazion. que busca crear espa-

cios artísticos y culturales carentes en la ciudad. Por su parte, Lucas García opina que la música independiente “es una expresión de la sociedad, una expresión de las realidades que estamos viviendo como humanidad”. Y es que la industria musical, en la que entran pocos, motiva a que festivales como Invazion busquen formas de mostrar artistas que “frente a una falta de oportunidad de que muchas personas salgan al aire o se puedan expresar sin ser escuchados por una masa grande, nos vemos en la obligación de apoyar estos eventos”, expresa García. Entre tanto, a los artistas independientes, que no necesariamente producen siempre contenido gratuito o libre, “les toca recuperar esos espacios” que, como lo afirma Lucas García, no permite la industria masiva de la música en el mundo. Pero la pregunta es: ¿para qué una persona debe escuchar los músicos independientes? La respuesta es: “para poder escuchar otras miradas y otras percepciones de qué es lo que está ocurriendo en esta sociedad y en el mundo”, sostiene García como organizador y participante activo del festival.

“Tomarse el espacio público es una manera de reivindicar que es el espacio de todos, donde la gente puede interactuar, manifestarse, gritar, predicar, hacer todo lo que no afecte a los demás”, sostiene Luis Fernando Buitrago Londoño, director del festival Invazion.


CRÓNICA

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Tejiendo letras en un tren de papel Johana Vergara Marín* / johevergara@gmail.com

Imágenes y relatos de un viaje por uno de los espacios en los que el amor por las letras borra las fronteras de la ciudad, a bordo de un tren de papel que se encuentra en el barrio Florencia, en la periferia de la capital de Antioquia. Algunas veces siente una nostalgia inexplicable por el pasado. Piensa que quisiera ver algo que lo transporte a una época lejana, que le cautive la memoria. Quizás no encuentra dónde viajar, pero allá, en el norte, arriba en Florencia, están estacionados, desde hace 35 años, dos vagones de un tren. Un tren de papel. El viaje le cautiva. Cumpliendo la añoranza de un poeta antioqueño, llamado Carlos Castro Saavedra, decide embarcarse camino hacia los vagones para tener, como él lo expresa, un viaje poético. Finalmente, los encuentra. Uno al lado del otro. Verde. Rojo. Marcados con letras amarillas: Tren de papel Biblioteca Pública Piloto. Carlos Castro Saavedra. Segunda, 26-36. Antes de subir a los coloridos vagones encuentra, a unos 10 metros, un tablero verde con un anuncio hecho con tiza azul: “Inscripciones: -Taller de informática (Adultos) –Taller literario (Niños) –Taller artes visuales (Niños). Sonríe, casi inconscientemente, al imaginar lo felices que serían las personas de este barrio en esas clases. Como respondiendo a este pensamiento, escucha unas risas a su lado. Hipnotizado, se acerca al lugar de donde provienen las carcajadas. Unas 12 señoras, distribuidas en siete mesas blancas, sillas azules y un sofá de un metro de largo, cuentan chistes mientras tejen y una de ellas, un poco más joven que las otras, come un poco de arroz con pollo asado en lo que había sido un recipiente de mantequilla Canola Life. Ellas tejen. Lo miran y sonríen. Usted responde. Con mucho de fuerza de voluntad se aleja de ellas y camina hacia el tren. Sube seis escalones de madera. Voltea a la derecha y entra al vagón rojo. Lo que ve le sorprende, en ese pequeño espacio azulado, estanterías repletas de libros se sostienen a lo largo del vagón. Y, como dando la bienvenida al viaje, a la entrada se encuentra al auxiliar Mario Ceballos. Un metro con setenta, moreno y sonriente, se levanta de su escritorio para brindarle un corto recorrido. Primero, a la izquierda. Literatura infantil, cantidad de libros de “Leer es mi cuento”, en perfecto estado. Al frente, material audiovisual. Luego, material de

Bajo la aparencia de cientos de libros se reconoce parte de la invaluable carga de este tren de papel en el barrio Florencia. Foto: Laura Montoya Carvajal

Internet es una de las herramientas que ha hecho que, a bordo de viejos vagones del ferrocarril, los visitantes de la biblioteca del barrio Florencia puedan emprender viajes sin límite. Foto: Laura Montoya Carvajal.

referencia, material de consulta, literatura universal, literatura colombiana y la hemeroteca. Revistas. Piensa en las señoras de la entrada, las que ríen, las tejedoras. Cuenta. De 16 carpetas de revistas, 10 son de manualidades. Las seis restantes consisten en Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil (CLIJ), Literatura de viajes, ediciones de National Geographic y Muy Interesante. Interrumpiendo el recorrido, se acerca a usted y al auxiliar un niño de unos ocho años, Santiago, delgado, moreno y diminuto. Vestido con una pantaloneta roja y una camiseta azul, y en sus manos un cuaderno, le pide tímidamente a Mario Ceballos un portátil para hacer sus tareas, éste lo mira y le sonríe a usted con una mueca cómplice y se aleja con el pequeño. Los sigue. Atraviesa el vagón. A la izquierda. Entra al vagón verde. Allí adentro, sentados en las sillas de madera color azul, hay cuatro pequeños (dos niñas y dos niños) juegan, un hombre ya anciano lee el periódico, un joven frente a un portátil y el niño, el auxiliar asesora a otro. Sólo escucha silencio acompañado de suaves sonidos de “clic” y risas lejanas de las tejedoras. Cuando el niño se ubica, Mario Ceballos regresa a su lado y le dice: “este es el vagón de lectura, los niños vienen acá y utilizan los computadores. Cuando vienen a hacer tareas se quedan una hora o más, pero cuando vienen a jugar, 30 minutos”. Usted observa el lugar y ve que hay una repisa que rodea todo el vagón. Más libros se paran en ella, “ya no nos caben en el otro”, le dice Ceballos cuando lo observa. Sale de allí para no interrumpir a los concentrados habitantes de Florencia y, al verlo, las tejedoras lo invitan a sus mesas. Con una sonrisa de sutil alegría usted se acerca y saluda y, en respuesta, se presenta Gema Tobón Ochoa, una señora anciana, un poco gorda, de cabello corto y blanco, con una blusa

Lo que ve le sorprende, en ese pequeño espacio azulado, estanterías repletas de libros se sostienen a lo largo del vagón.

Talleres de costura y otras manualidades hacen parte de la oferta para la comunidad que ha convertido este tren de papel en un espacio para personas de todas las edades. Foto: Laura Montoya Carvajal.

azul y unos short café claro. Ella es la líder, más conocida como Doña Gema. Doña Gema ha estado en la coordinación del taller de manualidades desde que se inició el grupo, hace 12 años. “Eso que una vez hubo un bibliotecario lo más de mala gente y nos quitó el grupo cinco años. Afortunadamente, se fue ese fastidioso y ya pudimos reunirnos otra vez. Usted no se imagina la terapia que es esto para las viejitas”, le comenta Doña Gema sin desprenderse de su tejido capitoné. En efecto, observa lo alegres que están las señoras. Fugazmente ve cómo un celular pasa entre las manos de tres de ellas y estallan en risas. “Es que aquí es lo más de bueno porque nos contamos chistes, tenemos un grupo en “whasá”, hacemos cosas muy bonitas como esta, vea”, le dice Mónica Rendón mientras le muestra un par de botas negras, tejidas en croché que le roban su admiración. Y todo pasa como en efecto dominó. Más viejitas lo invitan para que observe sus tejidos: boinas, sandalias, cojines, manteles, tendidos, muñecas de trapo, sacos. Usted siente que está en el pasado, como en la casa de su abuela, a lado de su máquina de coser, y afirma que de todos los viajes éste sí le cautivó la memoria.

* Estudiante de quinto semestre de Comunicación Social-Periodismo. Orientada por el docente Juan Carlos Ceballos Sepúlveda.


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REPORTAJE GRÁFICO

UNIVERSIDAD PONTIFICIA BOLIVARIANA CONTEXTO No. 46 Noviembre - Diciembre 2014

orden en la casa Texto y fotografía: Laura Montoya Carvajal / lauramyc2@gmail.com

El Plan de Ordenamiento Territorial fue una discusión protagonista en la agenda pública de Medellín durante 2014. Con su entrada en vigencia en 2015, lo previsible es que tal protagonismo incluso se intensifique en el reto de que aquello que está en el papel concuerde con realidades disímiles que comprenden necesidades y formas distintas de habitar el mismo territorio. Un recorrido en imágenes por la comuna 8 nos da una mejor idea de ello. Según Isela Quintero Valencia, líder e investigadora, en la comuna 8 hay 20 mil habitantes de los cuales 5.500 son víctimas del conflicto, especialmente del desplazamiento forzado, del cual se desprenden problemáticas alrededor de la vivienda, los servicios públicos, el empleo y el espacio público. Frente a ellas, este grupo de pobladores asume un papel activo.

El panorama rural es característico en las laderas habitadas por víctimas del desplazamiento. En la comuna 8 por ejemplo, ya hay 250 huertas financiadas con recursos del Presupuesto participativo, para el cultivo de rábano, cebollas, moras, zanahorias, plantas aromáticas, entre otros alimentos que se comercializan o intercambian. Una ciudad en alto contraste con la que está más abajo.

La administración municipal ha adelantado proyectos como la construcción de la Unidad de Vida Articulada –UVA- Sol de Oriente y el Camino de la vida, ambos pensados para “aumentar las zonas de protección (…) que permitan salvaguardar las actividades tradicionales de los corregimientos”, según declara la concejal Aura Marleny Arcila, ponente del Plan de Ordenamiento Territorial. Sin embargo, distintas organizaciones sociales como la Mesa interbarrial de desconectados y la Mesa de desplazados, se oponen con propuestas propias a las gestiones de la Alcaldía al considerar que se ignoran otras necesidades urgentes como el acueducto y las vías.

En barrios como El Venteadero, la Alcaldía ubicó unos tótems con la intención de separar e identificar los barrios. Las estructuras fueron destruidas por algunos pobladores que prefirieron mantener una cruz de palo que existía antes y que, en su opinión, corresponde más a la identidad de la zona.

Isela Quintero es líder comunitaria, investigadora del Observatorio de Seguridad Humana de la Universidad de Antioquia y coordinadora de la Mesa de Desplazados de la comuna 8, entre otras colaboraciones. Vive con parte de su familia dentro de su casa, ubicada en el barrio Pinares de Oriente, un asentamiento de población desplazada en la Comuna 8. Organizaciones como en las cuales participa Isela fueron constituidas principalmente por personas que llegaron a Medellín entre los años 80 y la década del 2000, desplazadas por la violencia, según la Corporación Jurídica Libertad. De acuerdo con esta Organización, esta población se ubica principalmente en las comunas 1, 3, 4, 5, 8 y 13, y se caracterizan por ser activos defensores y reclamantes de sus derechos, en especial el de vivir dignamente y evitar nuevos desplazamientos, es decir, nuevas victimizaciones.


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