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ENTENDER LA SITUACIÓN HISTÓRICA: EL FUNDAMENTO DE LA CONVERGENCIA
Por Félix Córdova Iturregui Especial para CLARIDAD
La crisis de los dos partidos de gobierno es inseparable de la política neoliberal que ambos adoptaron de forma oficial a partir de 1988. Es una expresión compleja de la crisis económica profundizada por el fundamentalismo de mercado. El neoliberalismo no creó la crisis, pero agudizó de forma inédita todas sus contradicciones. Al hacerlo alteró de forma nunca antes vista la relación entre lo público y lo privado. El proceso sigue todavía su curso sin ninguna reflexión. Sucede, sin embargo, que la crisis ahora viaja escondida bajo la vestimenta y el disfraz de los fondos federales. La política neoliberal tiene ya una larga historia. No se pueden olvidar tres procesos principales de privatización ocurridos en la década del 90 del siglo pasado: el sistema de salud, la Telefónica y la administración de la AAA. El caso de la administración de la AAA desembocó en un fracaso doble y fue revertido. Ahora bien, sin dejar de lado pasos decisivos de la andadura neoliberal, como fue la Ley 7 de 2009, su movimiento adquirió una potencia mayor a partir de la quiebra fiscal del gobierno con la aprobación, en 2016, de la Ley PROMESA. Con la presencia de la Junta de Control Fiscal y sus propuestas reformas estructurales se hizo visible algo fundamental: el impulso principal de las privatizaciones viene del Congreso de Estados Unidos. La Junta de Control Fiscal (JCF), como criatura de la Ley PROMESA, ha puesto al descubierto la acción dictatorial directa del Congreso de Estados Unidos sobre Puerto Rico.
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Ante esta nueva situación, que ha transformado cualitativamente la política neoliberal en Puerto Rico, la JCF ha desplegado ataques sistemáticos en tres direcciones: hacia la universidad pública (UPR), hacia los municipios, y hacia la Autoridad de Energía Eléctrica. Recientemente el secretario de Hacienda reveló un recaudo de $115.6 millones más de lo esperado, pero el gobierno no hace el más mínimo gesto para aumentar el presupues- to de la UPR, reducido de forma violenta e injustificada. Y aunque quisiera hacer algo, se lo impide su docilidad ante el poder de la JCF. Me interesa ahora abordar el caso de la privatización de la AEE debido al trasfondo histórico de esta importante corporación pública. Me parece que se ha olvidado un aspecto fundamental de su desarrollo. La Autoridad de Fuentes Fluviales obtuvo el control de la producción de energía eléctrica en tiempos de guerra, con el fin de atender una severa crisis de combustible en la isla como resultado de la incesante actividad de los submarinos alemanes en el Caribe. La situación creada por la guerra, con una peligrosa escasez de combustible, llevó a Tugwell a decir que éramos “como sobrevivientes de un naufragio”. Ante la emergencia existente fue que el presidente Roosevelt firmó la ley de incautación que permitió acabar con las compañías privadas de energía eléctrica. Fue posible, entonces, la integración del sistema eléctrico bajo la Autoridad de Fuentes Fluviales. El desarrollo económico de Puerto Rico, para sacar la sociedad colonial de su terrible situación de pobreza, requirió expropiar los estrechos y mezquinos intereses de las compañías eléctricas privadas. Entre los enemigos principales del proceso expropiatorio estuvo el Congreso federal.
Vale la pena oír el relato de Rexford G. Tugwell, quien fuera entonces gobernador de la isla. “El genio del proyecto era el señor Antonio Lucchetti. Fue él quien, con la ayuda del señor Curry, manejó la incautación y tuvo la responsabilidad subsiguiente de rechazar los intentos por recuperar las propiedades, los cuales, por supuesto, comenzaron de inmediato y continuarían durante dos años. El señor Lucchetti había comenzado hacía un cuarto de siglo antes como ingeniero de irrigación en la costa sur donde el agua se traía de las montañas hacia las secas tierras costeras para utilizarse en las fincas azucareras. De estas operaciones nacieron los desarrollos energéticos gradualmente. Se había forjado su camino a través de muchas batallas legislativas, y una intervención tras otra en el Congreso Federal realizada por los cabilderos de energía privado. Los legisladores populares le habían premiado maravillosamente otorgándole una nueva ley que establecería permanentemente la Autoridad de Fuentes Fluviales; pero hasta ahora los tribunales habían encontrado razones para proteger a las compañías privadas de la expropiación. La orden de incautación convirtió esta temporada oscura en un día brillante.”
Los sicofantes que ahora hablan de una nueva era de energía en Puerto Rico es posible que no sepan que los pasos de la actual privatización de la AEE son un regreso a la temporada oscura del pasado. Tugwell se refirió en ocasiones a la falta de sensibilidad del Congreso y pudo observar que con la presencia cada vez más poderosa de grandes compañías y sus cabilderos, esa institución servía a grandes intereses económicos que bloqueaban los procesos democráticos. Entendió que para modernizar a Puerto Rico y sacarlo de la pobreza hacía falta un proceso de planificación. Debido a que “el capital era holgazán”, era urgente forzar la industrialización desde el gobierno. Tugwell no defendía a Puerto Rico frente al poder de Estados Unidos. No. El desarrollo planificado, con intervención del gobierno, era necesario para suavizar el colonialismo y evitar que Estados Unidos eventualmente perdieran su control sobre Puerto Rico.
La cruda realidad histórica de la política neoliberal ha desembocado en el desmantelamiento de aspectos fundamentales del gobierno cuyo propósito fue darle alguna estabilidad al coloniaje en Puerto Rico. Con la adopción de la política neoliberal, el PPD ha colaborado con el PNP en el desmantelamiento del gobierno y sus logros históricos. Ha propiciado el regreso a una política parecida a la política de la Coalición “anexionista” que combatió desde su fundación en 1938. Al adoptar la misma política neoliberal se parece cada vez más al PNP. Debido a ese parecido creciente comenzamos, desde 2012, a hablar de bipartidismo.
Este trasfondo histórico es necesario para entender los poderes reales que impulsan el neoliberalismo. Si no se insiste en el carácter dictatorial de la JCF, como figura del Congreso, las conversaciones de alianzas, tan urgentes, pueden estar caminando sobre la ilusión. Ante la posibilidad de articular alianzas y transformarlas en un poder de cambio social deben tenerse presente las enormes movilizaciones sociales que se han manifestado contra la política neoliberal durante décadas. Son múltiples y persistentes: marzo 28 de 1990, 1 de octubre de 1997, la huelga del pueblo en julio de 1998, la movilización contra la marina de guerra estadounidense a comienzos del 2000, las movilizaciones contra la Ley 7, sobre todo el 15 de octubre de 2009, las huelgas universitarias de 2010-11 y 2017, las enormes movilizaciones laborales del primero de mayo de 2009, 2017, 2018, las
Mirada Al Pa S
movilizaciones que obligaron la renuncia de Ricardo Rosselló en julio de 2019, y la movilización magisterial del 9 de febrero de 2022, que obligó al gobierno y a la JCF a conceder un aumento salarial de $1,000 mensuales al personal docente del sistema público.
El diálogo de la convergencia es, sin duda, electoral. Pero no debe perder de vista que su contexto es laboral y comunitario. La enumeración de las movilizaciones entre 1990-2022 no se dieron en el ámbito electoral, aunque tuvieron el efecto de debilitar a los dos partidos de gobierno. Mientras ellos desmontaban el gobierno, en un lago de corrupción, la población movilizada fue desmontando su poderío electoral. Ahora ambos partidos tienen estructuras débiles en el contexto de una economía privada en crisis y un estado debilitado. La presencia congresional a través de su figura local, la JCF, lejos de fortalecer el coloniaje lo ha debilitado, desnudándolo. No hay peor exhibición que un rey desnudo caminando por las calles de su colonia. Tienen el poder de los fondos federales, pero cargan con la debilidad de la corrupción federal y local que los acompaña. Una convergencia electoral laboral-comunitaria, en tiempos de cambio climático y campamentos de lucha por el ambiente ante la voracidad del capital, puede dar frutos inesperados si predomina una cultura de respeto y entendimiento.