El Eslabón 430

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sábado 16 de noviembre de 2019 año XX n° 430 (el rescate) precio $ 50.-

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AHÍ VIENE EL CAPITÁN BETO

Las gestiones de Alberto Fernández para sacar con vida de Bolivia a Evo Morales. El nuevo alineamiento regional Argentina-México. La tensión Washington-Buenos Aires. Los desafíos de la geopolítica internacional a menos de un mes de la asunción.

NUEVA ENTREGA DEL SEGMENTO BIOPOLÍTICA

EL EVENTO MÁS MASIVO DE LA CIUDAD

Vox populi

De todos los colores

MAIA BASSO

YAZMÍN QUIROGA

430 - 16/11/2019

Ariel Bulsicco, la ex cara del noticiero de Canal 5, y hoy conductor de Nadie es Perfecto, en Radio Sí, considera que el periodismo concentrado ha sido uno de los grandes derrotados por el voto popular.

La fiesta de Colectividades cumple 35 años y el eslabón hace un recorrido particular por sus desmesuras. Aromas, sabores, músicas y pandemonium de identidades y nacionalidades.

La pampa mágica

Finde redondo

Una vuelta polémica

Pasan cosas raras en los cielos de llanura. Lo dice José, personaje de Platillos Volantes, de la colección Tarumba de la editorial Libros Silvestres y Taller Capitana, que vuelve a los quioscos junto a el eslabón.

La cuarta edición del Festival de Fútbol Latinoamericano, Plurinacional y Transfeminista, se desarrollará en Rosario, desde este sábado y hasta el lunes. La propuesta apunta al juego, el goce y el debate.

En el marco de la conmemoración de Día de la Tradición, la segunda parte del Martín Fierro de José Hernández es fuente de inagotables críticas y nuevas lecturas. De gaucho rebelde a obediente y civilizado.


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BOLIVIA: RECOLONIZACIÓN Y DOCTRINA MONROE A SANGRE Y FUEGO

Golpe de Estado y dictadura militar El espectro de Hernán Cortez, junto a los poderes fácticos de hoy (las corporaciones y los medios hegemónicos, entre otros), el ejército, la policía, y EEUU consumaron el golpe para imponer la restauración conservadora y apropiarse del litio y el gas. Crece la resistencia popular. La represión es brutal. Por Pablo Bilsky

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L 12 DE OCTUBRE DE 2014 (UNA fecha que coincide con una efeméride que cobra ominosas significaciones por estos días), Evo Morales ganó las elecciones presidenciales con el 63,36 por ciento de los votos. Por casi cuarenta puntos derrotó al empresario Samuel Doria Medina, que obtuvo el 24,23 por ciento. La voluntad popular le dio derecho a ser presidente de Bolivia hasta el 22 de enero de 2020. El golpe de Estado, y la posterior instauración de la dictadura militar que hoy oprime al pueblo boliviano, se ven de otra manera si se los desvinculan de las últimas elecciones del 20 de octubre, cuyo resultado fue rechazado por la oposición antes de conocerse. La fórmula es conocida: “Si gana Evo es fraude”. La represión al pueblo que resiste, es brutal. Propia de una dictadura militar. Y la caza de dirigentes del Movimiento al Socialismo (MAS) y otras organizaciones afines a Evo, crece en intensidad y violencia. Evo no podía volver a ganar. Esa era la decisión de los golpistas. Había que terminar con esa anomalía, había que poner fin a la insoportable osadía de unos indios que pretendieron gobernarse a sí mismos, y encima sin entregar las riquezas de su tierra a las potencias imperialistas y colonialistas. Evo perdió las elecciones antes de que la gente fuera a votar. No podía ser reelegido, no otra vez. No se lo iban a permitir los centros de poder que vienen clamando por la restauración conservadora en ese bastión rebelde. El proceso de liberación que encabezó el dirigente interrumpió un saqueo de más de 500 años. Lo que comenzaron Francisco de Pizarro y Hernán Cortez debía recomenzar, a cualquier costo. La Organización de Estados Americanos (OEA) se sumó a la impugnación a priori de las elecciones. Antes de comenzado el conteo de votos, los enviados de la OEA hablaban de la necesidad de una segunda vuelta. Y finalmente este organismo, enemigo declarado de los procesos de integración e independencia en la región, completó la estratagema con un informe en que no se habla de fraude ni se presentan pruebas sobre irregularidades graves. Fue utilizado como excusa para iniciar la fase final de un golpe que comenzó a gestarse hace años. Resulta muy difícil sostener un proceso revolucionario sin un ejército popular. Pri-

mero fue la policía, que se amotinó y desconoció la autoridad del presidente. Los militares dieron la puntada final, y le sugirieron al mandatario que renunciara. En realidad, detrás de esa cínica declaración, el trabajo ya estaba hecho. Las fuerzas de seguridad permitieron que bandas organizadas saquearan y quemaran edificios públicos, sedes de movimientos sociales y sindicatos. Permitieron y promovieron la humillación de los originarios, los campesinos y los que apoyan a Evo. Liberaron la zona para que actuaran sicarios que cumplían un plan, y que nada tienen que ver con los sectores de la población, minoritarios, que se manifestaron contra Evo. Cuando el jefe de las Fuerzas Armadas de Bolivia, Williams Kaliman, sugiere al mandatario que renuncie, en realidad estaba realizando una siniestra puesta en escena, una farsa más dentro de la serie de mentiras y simulaciones que incluyó el plan golpista. Evo, su familia, y la de todos los dirigentes de su partido, ya estaban amenazados de muerte. Se secuestraron familias enteras para forzar la dimisión de dirigentes y funcionarios elegidos por la voluntad popular. La cabeza de Evo tenía precio (50 mil dólares). Las persecución brutal de toda persona relacionable con su gestión crece día a día. En este punto, y más allá de que cada hecho político es único e irrepetible por estar vinculado a un contexto particular, el golpe

se parece mucho a los más tradicionales de la historia de la región. De hecho, en los últimos diez años, se consumaron cuatro golpes de Estado: Honduras en 2009; Paraguay en 2012; Brasil en 2016, y Bolivia en 2019. Además, hubo un intento frustrado contra Evo en 2008. Y en 2010, la policía de Ecuador trató de derrocar a Rafael Correa. Y hace veinte años que no cesa el acoso a Venezuela, que incluyó varios intentos de golpe.

La marca de la Bestia Muchas de las tácticas y las formas de violencia (simbólica y física) utilizadas contra la democracia de Bolivia resultan muy similares al accionar de la derecha golpista y el Imperio en Venezuela. La diferencia es que Nicolás Maduro cuenta con el apoyo de las Fuerzas Armadas y las milicias populares, y un poder de movilización abrumador. Maduro, gana en las calles, gana en las urnas y tiene la capacidad de frenar los actos de sedición violenta y terrorismo golpista. Pero más allá de las similitudes y diferencias, se advierte un mismo plan detrás. El lingüista y militante estadounidense Noam Chomsky confirmó la existencia de un plan urdido por EEUU para derrocar a Evo antes de que el golpe se consumara. “El golpe promovido por la oligarquía boliviana cuenta con el total apoyo del gobierno de EEUU, que desde hace mucho tiempo está ansioso

por expulsar a Evo Morales y su movimiento del Poder”, aseguró. A través de un comunicado emitido el sábado 2 de noviembre, más de una semana antes de consumado el golpe, Chomsky ofreció detalles muy precisos del plan de EEUU: “El centro de operaciones de la Embajada de EEUU en La Paz ha dejado entrever dos planes para el país sudamericano, el plan A es el golpe de Estado y el plan B el asesinato de Morales”, escribió Chomsky. EEUU les declaró la guerra a todos los procesos de liberación y desarrollo independiente en la región. Se dijo sin eufemismos: vuelve a imponerse la doctrina Monroe (“América para los estadounidenses”). Es decir: la región volverá a ser el patio trasero del Imperio. En marzo de 2019, el por entonces asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Bolton, señaló “no tenemos miedo de usar la expresión Doctrina Monroe”. La amenaza ya había sido lanzada antes, por el propio Trump, en su discurso ante las Naciones Unidas de septiembre de 2018. Hace mucho que EEUU querían derrocar a Evo. Pero fue su postulación para un cuarto mandato lo que decidió al Imperio a darle un ultimátum. En julio de 2018, el gobierno de EEUU hizo saber que no estaba de acuerdo con una nueva postulación del mandatario. Y por esos días, la diputada cubana-estadounidense del Partido Republicano, Ileana Ros-Lehtimen, solicitó al Congreso de su país “unir esfuerzos” para evitar que Evo se postule. El resultado de esa “unión de esfuerzos” se consumó. La farsa final del golpe se dio con la ilegítima autoproclamación como presidenta, fuera de la Constitución y sin quórum, de la senadora de derecha Jeanine Añez. Horas antes, Luis Fernando Camacho, líder del Comité Cívico pro Santa Cruz y principal estratega de la estrategia insurreccional callejera, había desplegado su propia actuación esperpéntica cuando ingresó al Palacio Quemado (antigua sede de gobierno) y depositó en el suelo una bandera de Bolivia y una biblia. Camacho actúa como una suerte de neo-conquistador castellano y restaurador de la fe católica por sobre los símbolos y las culturas ancestrales. Había prometido “devolver a Dios al Palacio Quemado”. De rodillas, dijo: “Pachamama nunca volverá al palacio. Bolivia le pertenece a Cristo”. En verdad, detrás de su careta de Hernán Cortez se esconde un empresario del gas que quiere recuperar sus negocios: Evo cometió el sacrilegio de nacionalizar el gas. Otra de las cabezas visibles de la desestabilización fue el candidato derrotado, Carlos Mesa, quien fuera vicepresidente de Gonzalo Sánchez de Losada (que huyó dejando un tendal de muertos en 2003) y luego asumió la primera magistratura aplicando las típicas recetas neoliberales que ahora los poderes fácticos intentan restaurar a través del golpe. La derecha regional está envalentonada, cebada. EEUU logró cargarse al mejor presidente de la historia de Bolivia, el que produjo un cambio histórico y le devolvió a su pueblo la dignidad. “Sí se pudo”, dijo Añez al finalizar su discurso. El viejo anhelo de los poderes fácticos y el Imperio se hizo realidad. La “unión de esfuerzos” que pedía Ileana Ros-Lehtimen dio sus frutos. Frutos hediondos, rebosantes de sangre, racismo, odio, mentiras e injusticia.

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BOLIVIA EN EL PALACIO VASALLO

El Concejo repudió el golpe de Estado, Cambiemos no El Cuerpo legislativo local votó por unanimidad un declaración contra la destitución del presidente de Bolivia Evo Morales. Pero el camino para el consenso no fue llano. Y los macristas se abstuvieron. CANDELA ROBLES

¿Por qué? La pregunta del millón Por S. C.

Por Silvia Carafa

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OSARIO MARCHÓ EL LUNES pasado rechazando el golpe de Estado en Bolivia, autoridades provinciales y locales mostraron su repudio en las redes sociales, pero ya el jueves, todas las miradas estaban puestas en la posición que tomaría el Concejo municipal. “Estas expresiones institucionales, en momentos en los que la represión contra el pueblo boliviano arrecia, son más necesarias que nunca”, dijo el edil del PJ, Eduardo Toniolli, para anunciar que el Cuerpo votó por unanimidad el repudio al golpe de Estado producido en el país que Evo Morales hizo crecer más que Alemania. Pero el camino para el consenso no fue llano. Y Cambiemos se abstuvo. El escollo era la frase “golpe de Estado”, interdicta para el bloque Cambiemos, al punto que generó un proyecto propio que eludía esas tres palabras, aunque los fundamentos las dejaban más que clara. Por su parte, el resto de los ediles consensuaron una Declaración que hablaba expresamente de “golpe” con todas las letras. En la sesión, las cosas tomaron un giro insólito. Después de varias intervenciones, Cambiemos decidió abstenerse a la hora de votar el tema que incluía su propio proyecto; en el esfuerzo por evitar la frase pasaron por alto una curva que el resto de los ediles se encargó de señalar. A veces la semántica tiene altos costos. “Es común en esta ciudad que digan por qué el Concejo tiene que estar votando esto, y creo que no puede no discutirlo, como no puede dejar de hacerlo ninguna organización oficial o social de nuestro país”, enfatizó Toniolli al valorar la unanimidad alcanzada. Sostuvo que esta Declaración, así como la que aprobó el Congreso, “son gestos políticos importantísimos y sobre todo cuando nuestra Cancillería que lleva la voz oficial de quien conduce los destinos del país ha tenido una posición vergonzante, haciendo malabarismos dialécticos para tapar el sol con las manos”. Desde Ciudad Futura, Juan Monteverde expresó: “Hay que condenar claramente y llamar a las cosas por su nombre es funda-

mental, para no repetir la historia y que se vuelvan a suceder hechos que pensamos que no se iban a ver nunca más, sobre todo cuando en los últimos años escuchamos a algunos periodistas y políticos, decir me tienen harto con la dictadura”. Y destacó como increíbles las imágenes de Evo Morales y su vicepresidente Álvaro García Linera en un exilio urgido, mientras incendiaban casas y asolaban a miembros de sus gobiernos. “Me recuerda al nazismo”, lanzó el edil y pidió no hablar con eufemismos por la gravedad de la situación inesperada. “Hay que denunciar el giro fascista del neoliberalismo en América Latina, esta etapa ya no cierra más si no es con violencia extrema, vemos las imágenes tremendas de Chile, con más heridos en los ojos, por los carabineros que en todo el conflicto en Medio Oriente, según la BBC”, explicó. Y definió la situación en Bolivia como “un problema político, descabezar el proceso de cambio que se venía dando, para crear una restauración conservadora, donde a una mayoría indígena, la gobernaba (anteriormente) un presidente que hablaba mitad inglés”. Para Rodrigo López Molina, del bloque Cambiemos, “el tema es uno más de los que cayó en la grieta, lo que hace suspender la capacidad de análisis y define a priori sin fundamentación”. En su opinión no hay una definición de golpe de Estado que se pueda obtener de un texto legal, lo que hay son construcciones. Por eso, explicó que eligió “recurrir a los hechos para fundamentar nuestra posición de acuerdo al proyecto que presentamos”. A la vez, admitió que en Bolivia “se interrumpió el orden democrático” pero también aludió al “carácter autoritario del gobierno de Morales, con la vida democrática en riesgo, por mantener el poder a cualquier costo”. De todas maneras, dijo que eso debería haberse corregido por vías institucionales. El repudio al golpe de Estado en Bolivia fue votado por 17 ediles de distintos Bloques, con la abstención de Cambiemos, que al momento de la votación tenía siete de sus nueve miembros; Gabriel Chumpitaz se ausentó del recinto. Tampoco estuvieron en la sesión ediles de otras fuerzas como Agustina Bouza, Aldo Poy, Fernanda Giglinani y Pablo Javkin.

Como un temido e impensando déjà vu, Latinoamérica vuelve a sangrar por sus venas. Golpe de Estado era una frase que se suponía erradicada en la agenda. Aunque hubo alertas con una serie de estos acontecimientos en versión “blanda”: el primero en 2009, cuando en Honduras derrocaron al presidente Manuel Zelaya, siguió 2012, con la destitución de Fernando Lugo en Paraguay y el más reciente fue en Brasil en donde desalojaron a Dilma Rousseff. En la última semana, esas técnicas blandas, conspirativas no frontales, que logran su objetivo sin que parezca la consecuencia de la acción de otro poder, retomaron su versión tradicional: intervención del Ejército, represión y muerte. El escenario tuvo la precisión de un bisturí: Bolivia, con su gas y su litio, ese oscuro objeto del deseo para la tecnología y el Poder. El presidente Evo Morales dejó el país con riesgo de muerte, las calles arden y tomó las riendas una legisladora que sacó 50 mil votos, con el respaldo de una oposición que usa la palabra “cacería”. Los analistas fatigan tinta ¿por qué el modelo que tenía los índices sociales y económicos más altos de la región estalla por el aire? Más aún, con el apoyo de los mismos beneficiarios del crecimiento repartido en los últimos 13 años. El filósofo e historiador, Enrique Dussel, es categórico: “El problema en América Latina es que los grandes procesos de cambio, como el que se dio en Bolivia, paradójicamente, no realizaron a nivel de la enseñanza, una revolución cultural, siguieron siendo eurocéntricos, esto es enseñar una historia de la cultura y una cultura como universal, a la europea en todos los niveles de la formación”. ¿Qué implican estas palabras? Develan el medio a través del cual se adquieren categorías y cosmovisiones que configuran una subjetividad a la que se cuida muy bien, de convertirla en sujetos políticos. Por lo tanto, inadvertidos de lo que significan las políticas de Estado como dadoras de derechos. En ese nivel de conciencia hacen pie el individualismo, la meritocracia y la adhesión aspiracional a las élites que desde 1535, son quienes mueven los hilos, en el caso de Bolivia. Graciela Milito, es licenciada en Química y por su trabajo viajó a Bolivia durante años

convirtiéndose en testigo del cambio. “Comencé a ir en 2002, a Santa Cruz de la Sierra, la ciudad más pujante, agrícola y ganadera, iba a una planta de extracción de aceite por solventes de granos de soja”, relató. Y dijo que en ese entonces, no existía un solo camino y los camiones llegaban por huellas como podían. “Llegaba esquivando gente que vendía sus productos a los camioneros, en la puerta de la planta había un sillón de peluquero, en la tierra con una lonita atada en cuatro cañas, todo era así de precario, Evo había perdido las elecciones y yo escuchaba que decían, «cómo este indio tiene el tupé de presentarse»”, relató Milito. “Cuando ganó Evo, al poco tiempo, comenzó el desarrollo, hermosos edificios reemplazaron a construcciones precarias, fue impresionante como aparecieron restaurantes, cadenas internacionales y bares y hasta cajeros automáticos en los que se entra con el auto”, explicó y dijo que los semáforos también llamaron su atención, por el nivel de tecnología, marcando velocidad y tiempo de espera y dijo que el crecimiento también se reflejó en el parque automotor. Además contó que en La Paz, donde trabajó con la Cámara de Aceites y el Ministerio de Agricultura, para desarrollar las normas de comercialización de las harinas de soja, la ciudad había evolucionado muchísimo, con locales que vendían tecnología en un gran movimiento urbano. “Antes de Evo sólo viajaban las clases altas, cuando subió desapareció la primera clase en los vuelos y comenzó a viajar gente que aún era analfabeta, ayudé a muchas señoras”, evocó. Milito no oculta su emoción al recordar que estrenó una de las autopistas de cuatro manos que transformaron la red de caminos de tierra “había que rogar que nadie fuera adelante porque no se podía ver ni respirar, eso sin contar el telesférico urbano más alto del mundo”. ¿Entonces por qué? “Porque tenemos una cabeza alienada, pensamos como europeos o norteamericanos, y se nos propone como solución aprender el inglés. Un gobierno de cambio tiene que pensar en descolonizar epistemológica, científica, tecnológica y culturalmente, aseguró. Una revolución pendiente que no implica expandir el modelo, sino la subjetividad”.


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OPERACIÓN ASILO

El bautismo de fuego de Alberto El rol del mandatario electo en la salida de Evo Morales sano y salvo de Bolivia fue determinante, y el eje México-Argentina tiende a consolidarse. Será necesario, ante un escenario en el que la oposición puede apelar incluso a una asonada. Por Horacio Çaró

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A CAÑONERA QUE SACÓ DE BOLIvia al derrocado presidente aymara la gestionó Alberto Fernández. Antes de asumir ya gobierna y salva a valiosos compañeros de ruta, poniendo de relieve el patético papel de Mauricio Macri, más preocupado por borrar las huellas de sus negociados que por gobernar la transición. Los puntos de contacto entre el golpe gorila de 1955 contra Juan Perón y el perpetrado el pasado domingo contra Evo Morales son varios. Sólo faltó el bombardeo a Plaza de Mayo, y en determinadas instancias pareció un calco de aquel, con referencias religiosas actualizadas y deslizadas desde las entrañas de tránsito lento de la jerarquía católica conservadora de los 50, a la dinámica de comandos de despliegue rápido que caracterizan a los evangelistas financiados por diferentes cajas que convergen en el Departamento de Estado, la CIA, la Drug Enforcement Agency (DEA), echada a patadas de Bolivia en 2008, y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), expulsada por Evo en 2013. Las largas horas sin pronunciamientos oficiales de parte del gobierno argentino anticiparon lo que luego sería su vergonzoso posicionamiento. La Casa Rosada nunca incluyó en su comunicación oficial la expresión “golpe de Estado” y, más grave aún, el mandamás del sistema de medios oficiales, Hernán Lombardi, ordenó al plantel de periodistas que allí se desempeñan que no la mencionaran. Lejos del ominoso silencio del gobierno de Macri, el presidente electo se pronunció en forma contundente: “El quiebre institucional en Bolivia es inaceptable”. Es más, Fernández desde su cuenta de Twitter, publicó: “En Bolivia se ha consumado un golpe de Estado producto del accionar conjunto de civiles violentos, el personal policial autoacuartelado y la pasividad del Ejército. Es un golpe perpetrado contra el presidente Evo Morales, que había convocado a un nuevo proceso electoral”. Pero tal vez la puntada final de ese pronunciamiento, lo que deja una huella indeleble, una definición taxativa que anticipa la posición que tendrá su gobierno, la dio con una afirmación cargada de poder: “Defenderemos firmemente la democracia en toda América latina. Después de este quiebre institucional, Bolivia debe volver cuanto antes al sendero de la democracia a través del voto popular y sin proscripciones”. No menos fuerte fue la crítica directa de Alberto Fernández a los EEUU por su postura ante el golpe, con Donald Trump ce-

Periódico semanal fundado el 2 de septiembre de 1999 por Matías Ayastuy, Juan Emilio Basso Feresin, Julián Lafuente, Rodrigo Miró y Jerónimo Principiano. propietario: Asociación Civil Cadena Informativa Registro de Propiedad Intelectual Nº 234.810

Si algo quedó claro con este golpe es que para las élites locales y para los países centrales no importa si la economía funciona bien. Si no gobiernan ellos, patean el tablero y rompen todo. lebrando el derrocamiento de Evo –“Estamos un paso más cerca de la democracia”, fue la frase elegida–, a la que el mandatario electo replicó: “Retrocedió décadas y volvió a lo peor de los 70”. Con esas palabras les habló a varios interlocutores a la vez. A Jair Bolsonaro, a quien más de un analista sitúa detrás de los movimientos del comando cívico Luis Fernando Camacho y a espaldas de sus propias FFAA; al Departamento de Estado norteamericano, cuyo secretario, ex jefe de la CIA, siempre tuvo en la mira a la Bolivia exitosa en lo económico pero dividida profundamente en lo social, y por último al frente interno argentino, anticipando que el silencio ante un golpe se vuelve en contra del que calla antes de que se pueda dar cuenta. Al principio, de ese horror tomaron nota hasta los dirigentes más notorios de la UCR, que calificaron de golpe de Estado el derrocamiento de Morales, acentuando el aislamiento del macrismo puro y duro, que permaneció en la desvergonzada tesitura de negarlo. Pero cuando el Congreso nacional se

producción periodística: Cooperativa de Trabajo La Masa directores: Ernesto Ávila y Laura Hintze editores: Juane Basso y Manolo Robles. corrección: Santiago Garat.

convocó para elaborar un repudio de ambas cámaras, el radicalismo se quitó el disfraz de oveja y mostró el lobo que actuó en 1955 cazando “negros peronistas” bajo la denominación de “comandos civiles”, apoyando la dictadura sangrienta de Pedro Aramburu e Isaac Rojas. Esta UCR que hace seguidismo del más desembozado gobierno pro norteamericano en el período inaugurado en 1983, ya puso bombas en el subterráneo de Buenos Aires durante los gobiernos de Juan Perón, aportó sus hombres para pilotear los aviones que con la leyenda “Cristo Vence” mató a centenares de civiles indefensos en el bombardeo de Plaza de Mayo, y la República y la democracia no fueron muy tenidas en cuenta por ella durante los 17 largos años que duró la proscripción del peronismo. Haciendo piruetas discursivas, el mismo Facundo Suárez Lastra que siendo joven vio cómo el peronismo respaldó incondicionalmente al gobierno de Raúl Alfonsín frente al golpe carapintada, respecto de Bolivia opinó: “Me resisto a la discusión semiótica. Si quieren lla-

redacción: Horacio Çaró, Guillermo Griecco, Pablo Bilsky, Luciano Couso, Eugenia Arpesella, Alfredo Montenegro, Facundo Paredes, Gabriel Zuzek, Silvia Carafa, Soledad Pascual, Jerónimo Principiano, Juan Pablo de la Vega y Marcelo Valenzuela.

marlo «golpe», llamémoslo «golpe». Pero llamemos las cosas por su nombre: los errores prácticos en el comicio se llaman «fraude» y es un robo a la soberanía del pueblo”. “Facundito”, como le decían cuando su padre Facundo era director de la Side durante el gobierno de Alfonsín, eligió alinearse con la infamia perpetrada por la OEA, pero definió como “fraude” lo que ni siquiera el crápula de Luis Almagro se animó a calificar así. Otro republicano, Mario Negri, radical cordobés, titular del interbloque de Cambiemos en la Cámara Baja, superó todas las volteretas discursivas y sentenció: “Morales (no Gerardo, Evo) no aceptó un referendo, y como tampoco aceptó el escrutinio, apagó la luz”. La culpa es de la chica que llevaba la falda corta. Para redondear el cuadro bochornoso que encierra el pensamiento y acción del macrismo, vale recordar la brutal confesión del embajador argentino en La Paz, Normando Álvarez García, blanqueando la verdadera posición del Gobierno argentino –“Para nuestro gobierno no hay un golpe de Estado”–, que sólo fue superada por el canciller Jorge Faurie, quien también lo niega, pero con argumentos desopilantes: “No están los elementos para describir esto como un golpe de Estado”, porque “las Fuerzas Armadas no han asumido el poder”. Alberto Fernández lo atendió en el acto, y al ser consultado por los dichos del ministro de Relaciones Exteriores, contestó: “Faurie es un hecho desgraciado en la historia de la diplomacia argentina”.

Nuevas tácticas, una misma y vieja estrategia La dinámica de sucesos que se precipitaron en 2019 obliga a rastrear los planes de los EEUU para América latina, observar si surge una nueva doctrina, tácticas renovadas, pero es muy claro que lo que es inmutable es la estrategia de dominación e interrupción de los procesos de desarrollo, que sólo los pueden llevar adelante los denominados “populismos” Para condicionar a esos gobiernos, surgidos de las urnas, las dificultades que ha tenido el Departamento de Estado con aquellos países que tuvieron relativo éxito en sus políticas de desarrollo autónomo, no son pocas. Y de ahí que ya no alcance la doctrina que en los 80 reemplazaron a la Seguridad Nacional por la de Democracias Restringidas o Condicionadas. Los movimientos internos y externos de los EEUU deben ser examinados desde la lógica del retorno al patio trasero, Latinoamérica. Y hay claves que vale la pena mensurar:

diseño gráfico: Javier García Alfaro, Aníbal Pérez, Diego Roth y Facundo Vitiello. fotografía: Manuel Costa, Andrés Macera, Paula Peña y Carla Scolari. cierre de edición: Viernes 15 de noviembre de 2019.

el eslabón integra la Federación Asociativa de Diarios y Comunicadores Cooperativos de la República Argentina (Fadiccra) y la cooperativa Diarios y Periódicos de Santa Fe (Dypsa). Mendoza 2836, depto. 4, Rosario

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sábado 16 de noviembre de 2019 | página 3

*Por primera vez un ex jefe de la CIA llega a manejar el Departamento de Estado, esto es la Cancillería imperial. *El contexto de retirada de las fuerzas de Medio Oriente, una política con la que Tump desmintió y desorientó a analistas que consideraban que su mandato iba a generar una escalada de conflictos armados e incrementar los ya existentes, tienta a la inteligencia estadounidense y a los halcones de las FFAA a establecer hipótesis de intervención en lo que denominan “Hemisferio Occidental”. *Es ostensible que la CIA mantiene una disputa de poder con Trump, a quien la táctica de permanentes carpetazos (reales u operados), lo puso contra las cuerdas en más de una ocasión. Y en un contexto de búsqueda de la reelección, la cuerda se tensa más de lo corriente. *El impeachment a Trump genera otra disputa de poder, y las esquirlas de esa contienda pueden terminar cayendo en el subcontinente. Los demócratas, representantes del poder financiero radicado en Wall Street, quieren cargarse a Mostaza Merlo, como le dicen en el barrio al multimillonario habitante de la Casa Blanca. Ése es el escenario que encontrará Alberto Fernández cuando asuma y tenga que verse las caras con algunos de esos actores para renegociar la infame deuda que dejan como herencia Macri y sus secuaces, y cuando deba pulsear por las intromisiones imperiales, que nunca faltan. La inestable personalidad del presidente de Brasil; el incierto resultado en Uruguay, donde el Frente Amplio tiene una parada difícil en el balotaje; el vidrioso panorama que se presenta en Chile, donde sólo la falta de un programa y quien lo conduzca mantiene a Sebastián Piñera en el gobierno trasandino, más la complicada coyuntura que deja el golpe en Bolivia, no representan un clima alentador para los primeros pasos de una administración como la del Frente de Todos, que tiene por resolver sus propios y complejos desafíos. Si la táctica norteamericana para la región es estimular a los opositores de gobiernos “populistas”, si además el ala dura del Departamento de Estado se entusiasma con las bravuconadas de Bolsonaro, el único subcontinente que no registra guerras pero sí una descomunal desigualdad social, las chances de encarar un desarrollo sustentable y con justicia social se verán muy restringidas. Si algo quedó claro en este golpe es que para las elites económicas y para los países centrales no importa si la economía “populista” funciona en forma exitosa, si se ganan elecciones, si los niveles de desigualdad se disminuyen. Si no gobiernan ellos, si no ganan ellos, patean el tablero y rompen todo. Quien más claro lo planteó fue Lula: “Acabo de escuchar que hubo un golpe de Estado en Bolivia y que el compañero Evo se vio obligado a renunciar. Es lamentable que América Latina tenga una elite económica que no sepa cómo vivir con la democracia y la inclusión social de los más pobres”. Que la Sociedad Rural Argentina y sus correveidile de la Mesa de Enlace amenacen con “volver a la calle” si se les aumentan o aplican las retenciones, habla de por qué los

staff albertista y le prometió «ayudar» a la Argentina en la negociación con el FMI”. Todo el proceso de conversaciones fue exitoso, pese a los contratiempos que se presentaron, cuando por presiones de diversa índole varios países negaron abrir sus cielos al avión azteca. Y otro dato a destacar es que Alberto se mantuvo en contacto directo y permanente con Cristina Kirchner. Su compañera de fórmula le comunicó que demoraría su retorno desde Cuba. CFK, a la vez, el mismo domingo dialogó con García Linera.

Mientras tanto, en la Cueva Rosada

socios de Cambiemos no quieren calificar de golpe de Estado lo sucedido en Bolivia. Tal vez en el futuro no tan lejano consideren necesario que la OEA o quien sea “intervenga” frente a los “excesos del populismo”.

El eje Buenos Aires-DF En sólo 15 días, América latina logró colocarse en el centro de la geopolítica global. Es el momento del subcontinente, no hay dudas. Las colosales movilizaciones en Ecuador y Chile. La liberación de Inacio Lula Da Silva. La inminente asunción de Alberto, tras una victoria que descolocó al bloque neoliberal, que aspiraba a consolidarse con un segundo mandato de Macri. Sin embargo, que Latinoamérica ganara centralidad geopolítica global la situó en el centro del radar del imperio. Bolivia pasó a ser una pieza que debía comerse en un tablero que comenzaba a generar dolores de cabeza a los estrategas del polo de poder dominante mundial con sede en Washington. En esa delicada partida de ajedrez, Alberto eligió hacer su primer viaje al exterior como presidente electo a México. Es curioso, pero Cristina –como Néstor en 2003– encaró su primer viaje como presidenta electa yendo a Brasil, donde gobernaba Lula. En aquella visita viajó con varios de sus ministros y con su jefe de Gabinete, que era Alberto Fernández. Éste, probablemente hubiese seguido esa tradición, pero la presencia de Jair Bolsonaro en el Planalto descartó prematuramente esa movida. Siempre es bueno recordar que México y la Argentina representan dos de las tres mayores economías de la región, que serán gobernadas en los próximos cuatro años por presidentes distribucionistas, y que Brasil, la mayor del subcontinente, tiene casi tres años por delante al mando del inestable Bolsonaro, que obedece sin miramientos a la elite económica más concentrada de su país. De allí la importancia de la reciente visita a México: fue un baño de diplomacia para el

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futuro canciller, Felipe Solá; un verdadero festival de halagos recíprocos entre Andrés Manuel López Obrador (Amlo) y el mandatario electo argentino, una experiencia empática que ayudará mucho en el futuro, pero que aún antes de asumir, Alberto pudo aprovechar, en el marco de lo que fue una verdadera operación quirúrgica para sacar a Evo sano y salvo de Bolivia. La acogida que México brindó al derrocado mandatario aymara cumple con una histórica tradición de asilo de la nación azteca, pero Amlo le imprimió su sello personal al operativo, del que Alberto fue protagonista excluyente. El mismo domingo, ya concretado el golpe, Fernández se puso en contacto con varios presidentes de la región, el primero de los cuales fue Amlo, que ofreció el asilo político en forma inmediata. Alberto dialogó con los presidentes de Perú y Paraguay. Con el primero de ellos, Martín Vizcarra, garantizó que abriera su espacio aéreo para facilitar la llegada del aparato de la Fuerza Aérea mexicana que terminó trasladando a Evo y su comitiva. Con el mandatario paraguayo, Mario Abdo Benítez, se supo luego que dialogaron en torno de dos cuestiones: posibilitar una escala técnica de reabastecimiento de la aeronave, y también se evaluó el ofrecimiento de asilo en tierra guaraní, en caso de que no pudiera plasmarse en México. Alberto, además, habló en dos oportunidades con el presidente español, Pedro Sánchez; con el chileno Sebastián Piñera, quien insistió en invitarlo a que lo visite en La Moneda, y con el de Francia, Emmanuel Macron. La charla con el mandatario galo se extendió por casi una hora, y la importancia de ese diálogo fue destacado hasta por el diario Clarín, que publicó: “París podría ser el próximo destino internacional de Fernández. Macron lo invitó, le dijo que coordinen agendas para un posible encuentro, puso a su equipo económico en contacto con el

La firmeza y rapidez con que Fernández se pronunció definiendo como un golpe de Estado el derrocamiento del gobierno de Morales, la contundente respuesta a la posición norteamericana, y el respeto que los mandatarios de toda la región le prodigaron a un presidente que aún no está en funciones, contrasta de modo insoslayable con la cobarde actitud del gobierno argentino, en especial de su máximo responsable y su impresentable canciller. La lacónica respuesta presidencial a la pregunta de un periodista acreditado en la Casa Rosada –“Todos estamos preocupados por Bolivia”–, en el peor momento de la asonada cívico, policial, militar en el país hermano, demuestra que la transición es para Macri un tiempo dedicado a intentar borrar las huellas dactilares de sus negociados y enjuagues, tratar de garantizarse impunidad judicial ante las graves causas ya abiertas en su contra, y consolidar el latrocinio que ha llevado adelante en perjuicio de las grandes mayorías. Una prueba de ello es la desatinada medida adoptada por Macri de autorizar un desembolso de casi 25 mil millones de pesos a favor de las petroleras a menos de un mes de dejar el poder, en compensación “por las diferencias surgidas entre el precio que les abonaron las distribuidoras y el valor del gas natural incluido en los cuadros tarifarios vigentes entre el 1º de abril de 2018 y el 31 de marzo de este año”, tal como publicó Página 12. La semana que concluye muestra lo extenso que resulta el período de transición en la Argentina si no hay segunda vuelta. Es necesario revisarlo, habida cuenta de los estropicios que viene perpetrando un Gobierno que no tiene pudor en saquear hasta la última moneda a fin de favorecer a socios y amigos, y dejar sin fondos a la futura administración. Los movimientos póstumos de Cambiemos socavando la futura gestión del Frente de Todos son parte de un golpe de caja, y una advertencia de que desde la oposición este republicanismo golpista está dispuesto a todo, y fuerzan el recuerdo de un ominoso título de La Nación, hace casi exactamente un año, el 9 de noviembre de 2018: “La democracia pierde atractivo en la región: la mayoría no la prefiere como forma de gobierno”. En política no hay profecías, como en la teología, se trata de planes. La frase que da inicio a esa vergonzante nota rezaba: “La satisfacción con la democracia sigue en declive en América Latina”. Por algo Macri no quiere reconocer que en Bolivia hubo un golpe de Estado. Amigos no le faltan.

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ENTREVISTA CON ARIEL BULSICO

“La supuesta objetividad periodística no existe” El conductor de Radio Sí y ex rostro de Canal 5 repasó su historia, analizó la relación de los medios concentrados con la política y criticó a quienes hablan de periodistas K u otras etiquetas. “Esto de poner las letras, yo me cago en eso”, sacudió. MAIA BASSO

Por Juane Basso

E

DUCADO EN ESCUELA RELIGIOSA, de padre peronista y madre “radical yrigoyenista”, Ariel Bulsicco es uno de los rostros más conocidos de la ciudad. Veinte años al frente del noticiero de Canal 5, y un estilo propio, lo posicionaron como uno de los comunicadores “más famosos” de Rosario. Pero el hoy conductor de Nadie es Perfecto (FM SI 98.9, de 9 a 12) también se ha hecho notar por no guardarse sus opiniones, lo que le valió algún que otro dolor de cabeza, su salida de la gran pantalla y la búsqueda de alternativas donde poder seguir trabajando. “En estas elecciones el periodismo concentrado ha sido uno de los grandes derrotados por el voto popular”, afirmó en diálogo con Biopolítica, la producción audiovisual de la Cooperativa La Masa que podrá verse completa en redaccionrosario.com y de la que aquí compartimos un adelanto. Su niñez e infancia durante la dictadura, la militancia universitaria, la actualidad de los medios y las esperanzas de que las cosas mejoren con los nuevos tiempos que asoman en el país, son algunos de los temas con los que se mete Bulsicco, un tipo tranquilo, afable, pero que no se banca que lo jodan con la libertad de hablar. —¿Dónde y cuándo comienza de tu historia? —Colegio Teodelina Fernández de Alvear, escuela religiosa. Inicio de la secundaria con muchos interrogantes, muchas preguntas propias de los jóvenes de esa edad, con una familia de padres muy habituales de esos tiempos, de hablar pocos temas. Con una revolución interna respecto a cómo se sigue, qué hago acá, los miedos a los exámenes. Hepatitis A en el primer año que me deja sin ir al colegio 3 meses con profesores que no conocía. Un escenario que ahora viéndolo a la distancia uno dice: «cuántas revoluciones». Y de repente encontrarme con que tenía que rendir varias materias porque no había ido a la escuela, muchos exámenes y ver cómo seguía. —¿En tu casa había un interés por la vida política del momento? —Era una época jodida, de los militares. Un viejo peronista, una vieja radical yrigoyenista, bastante típico (risas) y yo en el medio sin entender demasiado. Había confrontación, no era muy excesivo, pero cada tanto surgía el tema. Recuerdo escuchar a mi viejo decir que hay que esconder las fotos de Eva, y yo pensaba, «qué será esto, de qué estarán hablando». Más o menos me imaginaba y me daba un poquito de miedo, pero escuchar esos comentarios y mi vieja del otro lado. Se hablaba en algún momento pero no mucho. Se escuchaba radio Colonia, mis viejos se dormían escuchando radio Colonia. Yo empecé ahí sí, a darme cuenta de que era una situación jodida, peligrosa que vivíamos y si mis viejos tenía que escuchar radio Colonia con lo que yo escuchaba que decían que en otro medio no se informaba digo, pucha, me acuerdo de radio Colonia como si fuera hoy, con los noticieros hasta las 5 de la mañana. —Y en vos ¿cuándo apareció la cuestión del periodismo? —Eso lo relacione con la pregunta de mi historia, porque en medio de todas esas dudas, no sé por qué surge la idea de conducir el primer acto de la escuela, los actos que

daban en la escuela y me ofrecí yo o me ofrecieron. Y ahí empecé a conducir y ahí se me despertó la idea de hacer algo con la comunicación. Yo lo relaciono directamente con la necesidad de transmitir muchas cosas que en ese momento de mi educación estaban cercenados de hablar, por una comunicación muy cortada, entonces lo relaciono más con eso. Cuando terminé la secundaria empecé a venir a la Universidad, a Comunicación Social en la facultad de Ciencia Política que estaba en Derecho, cuando empezaba la democracia. Empecé a venirme de Villa Gobernador Gálvez y a descubrir lo que era la vida afuera de una escuela religiosa. En la escuela religiosa te marcaban una situación que, en la práctica, fuera de la escuela no existía. Entonces era todo el despertar de lo nuevo, con toda la revolución del retorno a la democracia y lo que significaba. Profesores en la facultad cuestionados por venir del proceso militar. Nos encontrábamos con una educación propia de esos tiempos, muy dura, mucho reclamo. Yo empecé a militar en la Unión Cívica Radical, con las Boinas Blancas, era una etapa a la vez interesante y muy revolucionaria, con cátedras súper habitadas y la necesidad de reclamar por otro tipo de enseñanza de la comunicación social que después derivaba en el periodismo. Era otro mundo absolutamente distinto al que los curas me habían transmitido años anteriores. —¿Qué sentís que te dejó esa experiencia de militancia universitaria con relación a lo que vino después? —Me dejó en lo personal y en lo general un momento de lucha muy interesante. En su momento podías renegar porque ibas a estudiar y te encontrabas con alguna asamblea, reclamos y protestas, pero yo me sentía muy

identificado con esos reclamos, acomodándome a mi manera, porque no es que venía de alguna sugerencia o de escuchar algo de mi casa, ni hablar de la escuela. Entonces, ese reacomodamiento, esa posición que tomé con el comienzo de la democracia, militando para la presidencia de Alfonsín, participando de los actos masivos y demás, ahora me permiten decir, «pucha, entiendo que con el transcurrir del tiempo uno siguió respondiendo a esas posturas». Por eso, muchas veces cuando nos califican o caratulan en estos tiempos como militantes K, o periodistas K, yo reniego de las letras, porque es claramente propio de estos últimos años el calificarte, porque uno ya viene con esa forma de pensar desde antes que existiera el kirchnerismo. Pero después, con el transcurrir del tiempo, uno se ubicó en el kirchnerismo porque tiene mucha representación con lo que uno sostenía de antes. Esto de poner las letras, yo me cago en eso, qué superficial y mediático que es, porque uno mantiene ciertas formas de pensar o de entender el papel que tiene que cumplir, el rol donde debe estar presente desde antes de las políticas kirchneristas. Yo rescato esos momentos de lucha, de militancia, de empezar a defender ideas. La verdad que el plan de estudios que teníamos en esa época dejaba mucho que desear, era lamentable, porque uno venía con un mensaje que se mantenía de la época de la dictadura, entonces qué se puede recatar de eso, con profesores que mantenian ese mensaje y demás. A la distancia vos decis, no rescato mucho de lo que fueron los planes de estudio de esa época, sí la militancia, la lucha y el resurgimiento de un periodo muy bueno que empezábamos a vivir. —¿Dónde fue tu primer laburo? —Mi primer laburo fue en Radio Nacional de Rosario. Había presentado cuando esta-

ba estudiando un proyecto para hacer un programa sobre los pueblos originarios. Había una directora que era vecina de mis viejos, Elena, que venía en la dirección de Radio Nacional de la época militar y le presenté un proyecto que por supuesto me lo rechazaron porque no era acorde a la producción de esa época. Imagínate, hablar de los pueblos originarios no encajaba. Y se vé que quedó algún currículum por ahí y cuando empieza a funcionar el servicio informativo de Radio Nacional, ya con la democracia, estaba Carlitos Mut y me llamaron para hacer tareas periodísticas, a redactar con la Olivetti, y ahí empecé. —¿Cómo siguieron tus pasos en los medios? —Después siguió Radio 2. Cuando Carlos Mut se va ahí, me sugiere para ir. Empecé haciendo información tribunalicia y policial. Después me llaman de Canal 5, estuve un año largo trabajando para las dos empresas, Radio 2 y Canal 5, hasta que en un momento no se pudo más. Después, bueno, en Canal 5 estuve 22 años. Y ahora acá en Radio Sí. —¿Te cambió mucho la vida la televisión, que te reconozcan en la calle, la masividad? —Siempre tuve un perfil más de sufrirlo que de disfrutarlo a eso. No me gusta ser el centro, ni esto de creer que porque estás en la tele ya está. Por eso no lo sentí cuando dejé Canal 5. Es decir, no es algo que me cambió la vida, yo entendí que terminó una etapa, y siempre digo que la radio es lo que más me gusta, lo tomé con mucha naturalidad. A veces la tele hasta me llevaba a no ir a determinados lugares muy concurridos porque me sentía incómodo, con que entrás y te miran. «Viste, ahí está el de la tele». —Así y todo expusiste tus opiniones sobre temas picantes, ¿eso en algún momento te replanteó tu relación entre la política y los medios? —Tuve varias etapas que fueron cambiando


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en base a los momentos vividos en el país. Una en la que entendía que el periodismo tenía que informar y no opinar. Otra en la que sentí la necesidad de priorizar lo que uno piensa, lo que se vive día a día, por encima de esa supuesta objetividad periodística, que además no existe. Entonces, en algún momento, frente a todo lo que se vé, sentí la necesidad de no pasar desapercibido con eso ni quedarme en la tranquilidad de que el periodismo se ejerza sin opinar, tibiamente. Me parece, igual, que hemos tenido un gobierno que nos ha llevado a replantear mucho el tema del periodismo también, a poner la discusión como tema principal de cómo hacemos con los distintos periodismos que hay. Eso me llevó a participar más activamente a la hora de hablar desde un micrófono y comprometerme más con lo que pienso. No lo padezco a eso, nadie me hizo sentir ninguna incomodidad ni nada, y aunque así fuera no me afecta. Yo ahora siento la necesidad de fijar postura y decir lo que siento, y cómo me parece que hay que encarar las cosas. —¿Cómo definirías al periodismo? —Se ha perdido el eje principal de lo que es el periodismo, de honrar verdaderamente a la profesión, aunque no se coincida con lo que estás diciendo, saber que del otro lado tenés una persona confiable. Está todo desnaturalizado, yo reniego mucho del periodismo actual, lo replanteo y me indigno muchísimo con cierto periodismo que ha perdido todos esos ejes que marcaron por ejemplo el momento en que yo decidí seguir periodismo. Veo que es un momento muy difícil y la sociedad nos está pasando la cuenta de eso. Yo creo que en estas elecciones que han pasado, ese 95 por ciento o 97 del periodismo concentrado que tenemos en estos tiempos ha sido uno de los grandes sectores derrotados por el voto popular. En estos cuatro años han sido cómplices, con su silencio, de cómo se ha devastado el Estado, de cómo ha sido afectado el gran porcentaje de los ciudadanos de este país, cómo han cerrado fábricas, de todo lo que sabemos que ha

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pasado. Más bien formaron parte del poder, entonces muchos dicen que el periodismo no es tan importante porque sino no hubiesen perdido. Yo creo que si no hubiese sido terrible el silencio mediático que hemos tenido en estos años, la derrota hubiese sido más catastrófica. En el anterior gobierno decían «Cristina ganó con ese periodismo en contra». Yo digo que hubiese sido mayor la diferencia a favor de un gobierno progresista, que aun con sus dificultades, intentó llevar un poquito más de equilibrio a esta sociedad tan despareja que tenemos. —¿Para qué tendría que servir el periodismo? —A los estudiantes yo les diría, humildemente, que efectivamente fijen posición de lo que piensan, pero que no formen parte de esas operaciones armadas, de publicación de noticias falsas. Muchos dicen: pero el periodista tiene que trabajar y a veces se encuentra con los dueños de las empresas que te llevan. Está la cuestión empresaria de los medios que defienden sus intereses y demás, pero se puede decir no. Me parece que no es excusa, porque si vos te metés en ese engranaje terminás siendo cómplice. Me parece que ahí es donde está el límite. Cuando vos empezás a formar parte de esas operaciones, como estamos viendo ahora con noticias falsas o causas armadas, en donde cierto sector del periodismo tuvo un rol clave, fundamental, incluso formando parte de campañas, que después afectan lo que puede decidir la gente, me parece que ya te metés en otro terreno. Ese es el límite, ahí es donde hay que decir basta y se puede decir basta. Tenemos que esperar más de los gobiernos con otras características que lo que tenemos ahora, impulsar más los medios alternativos, porque si no caemos siempre en el mismo error: estamos con estos medios cada vez más concentrados y contra eso es difícil luchar. Hay que apostar a darle más valor a eso. Y nosotros a decir basta y encarar otra forma de hacer periodismo, porque sino vamos siempre

por el mismo camino que después nos contamina y nos perjudica a todos. —¿Cómo ves el proceso que se da a partir de las nuevas tecnologías, las redes sociales, y su impacto en el periodismo y la comunicación? —Yo me encuentro en una generación que empezó educándose con el periodismo cuando no existía toda esta tecnología, y de repente a mitad de camino te encontrás con el cambio de estos modelos tecnológicos que te llevan a replantear un nuevo periodismo. El periodismo no va a desaparecer. Lo que sí, forma parte de algo sobre lo cual yo todavía no sé si podré, pero tendré que adaptarme a un nuevo sistema. Esto de que vos decís algo y gente que no sabés quién es, o aparece como un dibujito que te empiece a decir cualquier barbaridad, no estoy dispuesto a aceptarlo. Me quiero valorar más y me gusta el cara a cara, seguir debatiendo o hablando los temas en una mesa con alguien que no piensa como yo. Me encanta eso, pero no a través de las redes por ahora. —¿Por qué apostar a otra comunicación, alternativa como le llamaste vos? —Porque es lo que nos queda, porque si no seguimos concentrando todo en los medios clásicos que nos condicionan y nos llevan a donde ellos quieren. Y cuando digo nos condicionan lo digo como sociedad. Condicionan a tener que aceptar que lo que ellos nos dicen es la palabra única. Ves que en estos años por qué se han sentido tan cómodos, además de participar con las políticas del neoliberalismo, nos encontramos con que estas políticas son de ida y vuelta. Han concentrado mayores negocios en estos grupos empresarios de comunicación. Lejos de distribuir un poquito más la situación para que como sociedad tengamos la posibilidad de escuchar medios alternativos, otras voces y no ese 97 por ciento uniforme que nos ha condicionado en estos cuatro años, estamos concentrando cada vez más en estos medios. Me parece que hay que apostar. Algo se intentó con la ley de Medios del anterior gobierno, a pesar de las dificultades, de los frenos

que intentaron poner para que no se implemente, algo se empezaba a hacer, y quedó a mitad de camino porque rápidamente este gobierno terminó con eso a pedido del grupo Clarín. Es necesario como sociedad. A veces estamos todos ocupados con el día a día y no somos conscientes del daño que nos provoca la concentración mediática. Yo espero que nos vayamos dando cuenta, porque estos años han sido tan alevosos, los años del kirchnerismo, donde fue feroz la campaña de los medios de comunicación contra ese gobierno, y el silencio mediático de estos cuatro años. Hubo un cambio rotundo. Yo recuerdo las tapas de los diarios quejándose por el aumento de la manzana o por los vasitos de esta empresa internacional que no llegaban al país, o por la cadena nacional, nos contaban cuántas cadenas nacionales iban dándose día a día. Quedó tan insignificante al lado de esto que nos pasa ahora y que ha sido absolutamente ignorado en las tapas de los diarios. El cierre de las fábricas, la gente en la pobreza, en la indigencia, la mitad de nuestros pibes en la pobreza, las personas despedidas, los jubilados desesperados por no poder acceder a los medicamentos, que a nuestros pibes se les impidan las vacunas del calendario obligatorio, las personas con discapacidad protestando en la calle. Ha sido atroz lo que han hecho. Y sobre todo que no se refleje en una tapa de diario. Ni hablar de la deuda y todo lo que se han fugado, no podemos aceptar como sociedad que se siga centralizando el mensaje. Me parece que el trabajo nuestro desde el periodismo, el trabajo de gobiernos que amplían derechos o progresistas debe ser precisamente ese, profundizar, sin perjudicar a los otros, pero darle valor a la necesidad de los medios alternativos para que los televidentes, los oyentes, los lectores tengan la posibilidad de escuchar otras voces y a partir de allí cada uno genere su opinión.


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ciudad |

DE TODOS LOS COLORES

La feria al plato Entre globos luminosos, salames, bandejas de comidas típicas y Testigos de Jehová; así se pasan los días del Encuentro y Feria de Colectividades. YASMÍN QUIROGA

Por Marcela Isaías

¡QUÉ PUNTUAL!”. SALUDA una amiga a otra en el punto fijado para el encuentro. Detrás, las esculturas de Lola Mora las miran, enseguida las dos enfilan para el Parque Nacional a la Bandera, bien frente al río. Hablan de lo que demoró el cole, del calor, que en ese momento –a las siete y media de la tarde– marca 29 grados, y que no sabían si traerse algún abrigo por las dudas. La camperita es siempre necesaria. Eso lo aprendí con mi mamá y así lo transmití a mi familia (mi hija me ha llegado a odiar por estar con 40 grados en un recital con un buzo a cuesta). Volvamos a calle Córdoba al 600. Los vendedores ambulantes acompañan el recorrido, ya desde la plaza 25 de Mayo. Hay de todo: sandalias plateadas, juguetes ruidosos, panchos, licuados y fundas para celulares. Lo que más me gustan son unos globos transparentes, con luces de colores, que brillan. Más tarde, cuando me entero que salen 250 pesos cada uno, entiendo por qué padres y madres con niños pequeños despliegan una inusual acrobacia para esquivar estos puestos. En la esquina del Concejo ya está instalado un carrito de choripanes. Me recuerda que falta poco para el 10 de diciembre y soy feliz. Es el sexto día del 35° Encuentro y Feria Nacional de Colectividades. La gente va llegando en cantidad, de manera incesante. Los organizadores calculan que pasarán un millón de personas. Es de verdad un encuentro masivo, de fiesta, un paseo. “¡Y eso que no hay un mango!”, se escucha expresar más de una vez, y una piensa cómo serían estos días si hubiese plata en los bolsillos. Estoy a punto de cruzar la avenida Belgrano para entrar a la feria por lo que pinta es el ingreso principal. En esa entrada, los Testigos de Jehová te dan la bienvenida. En ese momento me acuerdo del querido Evo, del reciente golpe de Estado en Bolivia. Ya no me es natural verlos “en todas partes”. Me tomo mi tiempo de descanso, de desahogo. Y sigo registrando. Pero las dos biromes que llevo se quedan sin tinta. “Dios me castigó”, pienso, y me río sola. Pero por suerte también soy maestra y el lápiz negro nunca me falta. No falla nunca. Si hasta hemos aprendido a partirlo en dos en la escuela pública para compartirlo. Cada vez hay más gente en la feria. Cada vez más cola en los stands de los diferentes países o colectividades. Por las dudas me apuro a comprarme un cono de papas fritas Mc Cain. ¡120 pesos el conito!, que debe tener no más de 25 papas. Antes que yo hay una pareja de un hombre y una mujer que rondan los 50. “No lo puedo creer”, dice la señora enojada por “tanta demora” y sigue: “Y eso que vinimos temprano para no tener que esperar”. Nunca voy a entender eso de comer temprano para no tener que hacer cola. Menos hacer cola de más de una cuadra para comprar un plato de comida “típica”, que te la sirven en bandeja de plástico, con cubiertos de plástico, que se cho-

rrea, con la que hay que hacer malabares hasta llegar a una mesa (los más astutos clavan a la familia o amigos una hora cuidando el lugar) y apurarse después para que el plato elegido conserve el calor. Y rogar además que en el medio de ese trámite, el nene, la tía o el sobrino no hayan decidido cambiar de menú o quedarse con hambre. El peregrinar se hace entonces infinito. La primera vez que vine a Colectividades fue hace 20 años, en familia. “Quiero un panchito!”, pidió de entrada mi hijo que en ese momento tenía 5 años. El pedido lo repitió hasta que nos fuimos y logramos encontrar un puesto en la calle y satisfacer su legítimo reclamo de niño. En el medio, su hermana demandaba por otro plato de chucrut. De hecho fue la única que todos estos años volvió una y otra vez a Colectividades. El casi millón de personas que pasan por esta fiesta lo hace principalmente para probar las comidas típicas. En estos días deben circular miles de imágenes en las redes mostrando los platos como trofeos, porque las fotos, en esta feria, son otra constante. En todos los puestos, los precios están a la vista. En el de Navarra lo hicieron mejor: en una vitrina ubicada al lado de la caja hay muestras de cómo son las porciones y lo que cuesta cada una. Ayuda a responder de entrada al interrogante más repetido: “Y, más o menos, ¿cómo es la porción?” o “¿Cuántos podemos comer de ese plato?”. Se mira entonces la vitrina y se calcula a ojo. La porción de paella cuesta 350 pesos, igual que la de rabas y la tortilla, por ejemplo. “¡¿Toda esta cola?!”, exclama un señor cerca

del stand de Grecia, donde la porción de musaká (pastel de berenjenas) cuesta 150 pesos, o bien se pueden comprar 3 tiropitákia por cien pesos (son empanadas de queso). Un espectáculo aparte es cómo preparan la shawarma en los puestos de Palestina o Siria, entre otras (cuestan 300 pesos la porción y 200 la versión vegetariana). La cola es también infinita para comprar cerveza en Alemania. Otra más larga en Japón. “Asado, jugoso y delicioso. El lechón cubano”, se lee en un cartel con la imagen de un cerdito con gorra y habano cubanos, al estilo Fidel. También en el stand de Cuba se ofrece “pizza caribeña”. “Ya no sabemos en qué país estamos”, le dice una mamá a su hijo al que sostiene muy fuerte de la mano, mientras con la otra empuja un cochecito. El comentario marca ese itinerario de stand en stand que hace la mayoría de los comensales por la feria. Entonces me acuerdo de mis amigas y amigos que disfrutan de estas “rutas de platos”, y a quienes no les importa sentarse a probar pastas italianas o comida croata haciendo equilibrio entre tanta humanidad. Salgo del mercado y otra vez el olor a comida. No me gusta cocinar, por tanto no distingo sabores, menos los olores de las salsas o condimentos. Cuanto más el olor del asado que es inconfundible o el de los choripanes, aprendido en tantas marchas y también en los días más felices que quiero pronto recuperar. Unas nenas juegan a bailar en el escenario de una de las casi 50 colectividades presentes. Esa imagen me agrada. Sé que se imaginan las bailarinas libanesas del puesto de al lado. Antes había

visto en el escenario principal a un grupo infantil de una asociación siciliana bailar la tarantela. Me encantó. Tanto como las niñas y niños de la colectividad rusa. Otra vez me reconozco en mi corazón de maestra, porque sé que la danza y la música hermanan, abrazan en la diferencia. Menos mal que por lo menos me llevo bien con el calor. Porque avanza la noche y cada vez hay más gente, más colas, más bandejas con comida grasosa y caliente. Voy entonces por mi Coca Cola (70 pesos). En el recorrido me cruzo con la “Boutique del salame”, donde también se venden quesos. Hay kioscos que venden chanchitos y Homeros Simpsons tomando cerveza hechos en yeso. Pero nada supera al puesto de las cremas para verrugas y hongos en la piel, con fotos bien grandes y asquerosas de pies y uñas afectadas por estos males. En ese mismo puesto, también se ofrecen láminas de Jesucristo, de santos, caballos y leopardos. Es cuando me acuerdo de Macri y que como sea hay que rebuscársela. Y sigo caminando ya para el regreso. Por suerte a la salida ya no están los Testigos de Jehová. Sigue llegando gente. Imagino una multitud mayor para el fin de semana, si no llueve (la lluvia está en todas las conversaciones sobre Colectividades). Y ahí la veo a la señora, parada en la avenida, ofreciendo los últimos familiares de milanesa que le quedan. No sé quién inventó la milanesa, no quiero preguntar por sus orígenes, menos por sus recetas, solo sé que es (lo afirma mi amigo Roberto) como una especie de milagro argentino que –como el lápiz negro– nunca falla, y menos hay que hacer cola para conseguirla.


| el eslabón

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DE TODOS LOS COLRES

La cocina grande de Latinoamérica En el fragor de Colectividades, el Eslabón se dio tiempo para indagar entre los stands, sobre la cuestión cultural, económica y social de los países de la región. YASMÍN QUIROGA

Por Juan Pablo de la Vega y Diego Roth

A

LGUIEN EN LA REDACCIÓN DE ESte periódico analizó al Encuentro de Colectividades como un evento que tiene “un poco de fiesta, un poco de ficción, un poco de marketing político y un poco de realidad”. En el emblemático Parque de la Bandera, bien enfrente del Monumento y a orillas del Paraná, dos cronistas se adentraron entre el bullicio y el torbellino de aromas en búsqueda de los stands de los países latinoamericanos. La mayor parte de quienes trabajan en las Colectividades en los puestos de países latinoamericanos no tienen orígenes en esas comunidades. Se trata de personas que son empleadas para cocinar y atender al público. Micaela, sin mediar palabras, y ante la pregunta de si sus padres vinieron de Perú, relata: “Eh, sí, no, supongo que vinieron, la verdad es que nunca les pregunté. No sé mucho. Tengo parientes en Perú, sí, pero no sé bien cómo llegaron, yo más que nada soy empleada…” (risas). En el stand de Brasil, Paola, de 42 años, expresa que le gusta “el orden” que está poniendo Jair Bolsonaro en Brasil, aunque sea “un poco mal educado”. Pero a la vez dice que en Argentina votaría a Cristina “porque es dulce y amable” y tiene “un buen corazón para las personas necesitadas”. Paola cuenta que por las noches trabaja como enfermera a domicilio para una empresa privada de salud y de día estudia.. Digna, tiene 48 años y hace 20 que está en Rosario. Llegó desde de Paraguay por cuestiones de trabajo, y cuenta que por suerte su marido “está trabajando bien”. Hace diez años que trabaja con la Casa Paraguaya. Opina que la cosa en su país “está jodida, como acá también”. “La situación económica en todos los lugares de Sudamérica está más o menos pareja”, agrega. Lilian Grisel Flores Cabrera, la presidenta de la centenaria Casa Paraguaya, está sentada entre bambalinas en el stand de la feria. Lila, como se la conoce, cuenta que este año “hay una buena afluencia de público, a pesar de lo económico”. “Se nota que la gente compra menos, que es más lo que recorre. Por todos los despidos que hubo hay mucha gente sin trabajo, entonces eso repercute”, analiza. Además de ponderar el “fantástico” ballet Ñasaindy, los divertidos músicos que suben al escenario y los sabores de la sopa paraguaya, el chipa Guazú, las croquetas y el puré típico a base a cerdo y harina de maíz, Lila caracteriza: “El Paraguay siempre fue un país de pobres y ricos, pero se mantiene. Es uno de los pocos

países de Latinoamérica que creció. Es un país de paz, hay discusiones políticas como en todos lados, pero la gente es muy pacífica, no es conflictiva, no reclama derechos porque, pobre, no los tiene”, dice con cierta tristeza. Lila llegó en 1968 con unos tíos, por sólo quince días, y se quedó. “Me enamoré de Rosario. Por aquellos años estaba el cordón industrial y eso era una maravilla para nosotros, impresionaba lo pujante que era Rosario”. Jhon Delgado, de 48 años, pertenece a la comunidad peruana. Hace 28 años que está en Argentina. Cuando vino, su situación en Cuzco era buena, cuenta, pero era joven, quería aventurarse y conocer otro lugar. Tenía unos amigos argentinos mochileros que lo convencieron. Le decían “andate a Argentina que es otra onda, puedes estudiar medicina”. “Uno ya se habituó a aquí”, confiesa. Sobre las realidades políticas, unifica que “corrupción siempre hubo, allá también como en todo Latinoamérica, como con el tema de Odebrecht”. “La política es un negocio, y donde

hay un negocio hay corrupción”, sentencia. Walter promedia los 50 y es, desde hace seis años, presidente del Centro Culrual Peruan en Rosario. Asegura que como comisión directiva vienen trabajando con precios justos y que mantuvieron los costos con relación al año pasado, en especial del emblemático anticucho peruano.

El aguante a Evo “Tuvimos elección a presidente y estamos en crisis”, dice Alejandra, de 49 años, hija de bolivianos, y agrega: “No lo dejan asumir al presidente Evo Morales, esperemos que se resuelva lo mejor para el pueblo”. “Lo mejor es que ascienda Evo Morales, porque tira mucho para el pueblo, para la gente más pobre, ha sacado adelante a Bolivia”, reflexiona. La Mayi Montaño, integrante de la colectividad boliviana de Rosario, analiza: “Es un golpe de Estado que lastima a todos. Un golpe de Estado no es bueno en ningún país. Yo quiero agradecer a todos los argentinos que

estuvieron en la marcha de apoyo a Morales el otro día”. “Yo no me imaginé una cosa así. Estando acá en la feria no pude seguir todos los detalles, esperemos que se resuelva”, se esperanzó. Y justificó su respaldo a Evo Morales: “No sólo nacionalizó productos de Bolivia, sino que avanzó en la educación integrando a todas las etnias nativas, por eso se llama Estado Plurinacional, para que todos tengan los mismos derechos. Eso hizo que el campesino pueda estar a la par de todos los demás, fue algo muy bueno muy positivo. Para mí, la parte opositora al no aceptar una, dos, tres, y ahora la cuarta derrota, es como que dijo que «no». Entonces se complotó con Estados Unidos y otros países más que lo venían planeando desde abril del corriente año”. En el stand de Bolivia se ven afiches elogiando las políticas del partido Mas, y en el escenario pegaron una cartel que dice: “Awante Morales. Rosario y Argentina, te admira y te respeta”.


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página 10 | sábado 16 de noviembre de 2019

DE TODOS LOS COLORES

Borges en Colectividades Todo chori es político pero también lisérgico, y sus efluvios psicoactivos, mezclados con aromas de otros manjares, expanden la conciencia y la percepción. YASMÍN QUIROGA

Por Pablo Bilsky

C

ORREDOR FINAL DEL TEMPLO Shaolín. Allí, en la última prueba, en la cámara de la muerte, muñecos mecánicos disparaban flechas, daban golpes de bastón, o fúlgidos cortes con espadas y hachas a los guerreros que tenían que atravesar el lugar como forma de entrenar sus habilidades marciales. Aquí no. La comparación, a todas luces hiperbólica, acaso sea producto del efecto que produce en el visitante el gran narcótico, psicoactivo y tunante, que domina y enfiesta la fiesta: la mezcla de aromas que flota, lenta, densa, en el aire gordo de Colectividades. No son Golems asesinos los que, estólidos, como granaderos con trajes sulfurosos de estío, como granaderas de la pollera de misa y saquito formal, custodian la entrada. No ofrecen la muerte y el peligro sino que, por el contrario, dan consejos sobre la felicidad y la familia basados en la interpretación yanqui del Libro. Y al final de la doble fila de marmotas de terracota Made in USA se abre, como portal de ingreso al predio, un rojo arco con la marca de la bebida más famosa de EEUU y el mundo. La comunidad yanqui recibe al visitante con sus creencias milenaristas y su más emblemática, imperial gaseosa. Todo indica que las familias que recorren el lugar ya poseen, al menos, la fórmula para pasar un rato de alegría. Y parece ser que es el aroma narcótico de los manjares, ese bálsamo olímpico que es el alma indiscutida de la fiesta lo que los mantiene en una suerte de Nirvana rosarino, la Iluminación del Paraná. El choripán, elixir de los márgenes, ícono popular y paraferial, es el rey indiscutido de ese mundo que reproduce, entre caños, chapas, carpas blancas y una feroz acumulación de publicidades, una comarca de países, trajes y culturas de distintas partes del planeta. El graso abrazo entre despojos de cerdo y noble pan es la fórmula mágica, la alquimia para tiempos de malaria. Salva a las familias (“Serán salvos por el chori”: el narcotizado imagina a los predicadores bíblicos hablando de esa forma). El choripán los salva de pagar los precios nada populares de las comidas y las bebidas que dibujan, para todos los sentidos, ese mundo otro que es la fiesta siempre preñada de multitudes. Jorge Luis Borges imaginó una esfera de unos dos o tres centímetros de diámetro, el objeto que contiene todos los objetos y todos los seres. El lugar donde están, sin confundirse, todos los lugares del orbe. Lo denominó el Aleph y lo situó en un sótano en la calle Garay, en Buenos Aires. El elixir psicoactivo y euforizante que obnubila al visitante hace indecidible el intríngulis: si la Fiesta de las Colectividades es un Aleph, rosarino y popular, que contiene el de Borges, o si, por el contrario, la fiesta rosari-

La asistencia de personas de barrios alejados, el disfrute al que se entregan los más humildes, los pobres, los excluidos, indigna a cierta gente que los ve como invasores, como indeseables que no pertenecen a ese lugar. “El aluvión zoológico” en versión del racismo Martin. na es visible dentro del universo que el Aleph porteño muestra en el viejo sótano soñado por Borges. En el cuento de Borges existen algunos indicios, pero no son suficientes para decidirse. Una de las estrofas de los poemas de Carlos Argentino Daneri citadas en el relato, lejos de resolver el misterio, sigue suscitando bravías controversias entre los críticos. Dos duelos a cuchillo, con una víctima fatal, fue el saldo del Congreso “El Aleph y Colectividades: el problema de la metonimia”, celebrado hace un par de años en la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR. He visto, como el griego, las ubres de matambres. Los trabajos, los días de varia luz, La aguda maldición del pueblo romaní. El cielo llora y brama, el lodo pontifica. Los pulpos galaicos se lanzan al río impetuoso, el hambre, el chimi, la fanfarria. No corrijo los hechos, no falseo los nombres Pero el voyage que narro es… autor de mi humo, de mi sed, de mi hambre. Pique macho del Orbe tumultuoso. Y en la descripción que el cuento ofrece sobre las maravillas que se pueden contemplar en el Aleph, las referencias son todavía más crípticas: “Vi el populoso mar, vi el alba y la tarde sobre las papas fritas, vi las muchedumbres de América, vi una plateada telaraña en el centro de una negra pirámide de Kokosové Kostky, vi un laberinto roto (era

Rosario), vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en un espejo de Becherovka, vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó, vi chacinados en un traspatio de la calle Soler, en las mismas baldosas que hace treinta años vi en el zaguán de una casa en Frey Bentos, vi racimos, nieve, tabaco, vetas de metal, Gulaš con spetzle, vi Congrí con ropa vieja, vi convexos desiertos ecuatoriales y cada uno de sus granos de arena, vi en Inverness a una mujer siciliana que no olvidaré, vi la violenta cabellera, el altivo cuerpo del lechón cubano, vi afeitados shawarmas rotatorios, vi un pequeño Partenón”. Acaso los efluvios de la chori-toxina y los otros manjares llegaron hasta Ginebra, más precisamente al cementerio de Plainpalais, donde yacen los restos de Borges bajo una lápida con un grabado con antiguos guerreros de Britania. O quizás la explicación sea más simple. Tanto la Fiesta de las Colectividades como el cementerio suizo comparten un mismo espacio en el Aleph. Parece ser que las imágenes de la lápida, ya chacinadas, dijeron lo suyo. Los Siete Guerreros Nortumbrios, custodios de los restos del escritor, fueron claros al cursar la invitación. Y lo hicieron, obvio, en el antiguo idioma anglosajón con el que sobaba sus fondillos el gran escritor: “Levántate y anda, Georgie, hay fasto, cachengue y birra”. “And

ne forthedon na”, le insistió uno de los soldados. La expresión traducible por “Y que no temieran”. El viejo arrancó nomás, con los siete soldados de escolta. No le resultó fácil a Borges encontrar el Parque Nacional a la Bandera. Los vecinos de barrio Martin no fueron de gran ayuda. “Señora, disculpe mi ignorancia, voy a una celebración que lleva el raro, innecesario adjetivo colectividades”, dijo el escritor a una vecina que caminaba, rápido y con gesto torvo, alejándose de la fiesta. “Es para allá señor, no se puede perder, siga a los negros”, dijo, expresando el desprecio que ciertos vecinos de la zona expresan por la fiesta. La asistencia de personas de barrios alejados, el disfrute al que se entregan los más humildes, los pobres, los excluidos, indigna a cierta gente que los ve como invasores, como seres indeseables que no pertenecen a ese lugar. “El aluvión zoológico” en versión del racismo Martin. Pero al viejo le impresionó lo de “los negros”. Y dijo: “Vi la delicada osadura de África, vi a los sobrevivientes del Congo belga enviando tarjetas postales, vi en un escaparate de barrio Tío Rolo, una baraja española, vi las sombras oblicuas de unos helechos en el suelo de un invernáculo, vi tigres, émbolos, bisontes, parrillas, marejadas y ejércitos. Gracias señora”. Se dice que los organizadores de la fiesta mayor de la ciudad, seguramente confundidos por las vestimentas de los guerreros de Northumbria, obligaron al grupete a subir al escenario mayor y ofrecer una coreografía. A empujones los llevaron. Bailaron con gracia. Ofrecieron, entre otras delicias, una versión, entre bretona y nórdica, de un popurrí de Los Palmeras. El público deliró de placer. Se cuenta que, “por cuestiones del momento”, se produjo una batalla campal entre los siete soldados y un grupo de cuidacoches y vendedores ambulantes. Se dieron con todo pero después se fueron juntos, abrazados y tambaleantes, al puesto de Brasil: “Donde hay conga y cerveza”, dijo uno, en aceptable castellano, mientras caminaba abrazado a un pibe que vendía pañuelos de papel, maravillado por la espada que le había prestado el antiguo soldado. Parece que armaron bardo en el puesto de Brasil: “Bolsonaro botón, Bolsonaro botón, sos un facho de mierda, la puta madre que te parió”. Así gritaron, en perfecta armonía coral, el tan mixto grupete de borrachines, apodados “la vikingada” por los muchachos de acá. Y se olvidaron del viejo. Por eso Borges vaga, y vagará por siempre, entre los puestos de cada Encuentro y Fiesta Nacional de Colectividades. Cree estar en el Infierno del Dante, acompañado por Beatriz Viterbo, en un círculo habitado por los cultores de los misterios, para él insondables, del goce popular.


el eslabón | economía

sábado 16 de noviembre de 2019 | página 11

PROYECTOS ECONÓMICOS Y MODELOS DE PAÍS EN JUEGO

Al contragolpe En medio de la convulsión latinoamericana, Alberto Fernández, casi con la banda presidencial puesta, da pelea al FMI por la deuda, a EEUU por el golpe neoliberal en Bolivia, a la herencia de Macri, en tanto prepara medidas de reactivación para sitiar la crisis que deja la derecha saliente. Por Guillermo Griecco

M

IENTRAS MAURICIO MACRI desconoce el golpe en Bolivia y balbucea trillados eufemismos para denominar la asonada contra Evo Morales, su programa económico de ajuste y especulación orientado por el Fondo Monetario Internacional asestará hasta el último día (y más allá también) duros golpes a las mayorías populares de la Argentina. Los perjudiciales efectos que emana el experimento neoliberal de laboratorio que ya se va, buscan disimularse desde lo discursivo para ver si finalmente Macri es ungido “jefe de la oposición”. Pero lo cierto es que Cambiemos se despide con una economía en rojo: actividad comprimida, cierre de empresas, inflación descontrolada, salarios pulverizados, mayor dependencia, recesión económica, crisis financiera, menos trabajo, más pobreza. Las políticas de ajuste económico y entrega del macrismo, alineadas a Míster Trump, son las mismas que la neo dictadura boliviana buscará instaurar en el vecino país si consigue retener el poder de facto, contra un pueblo que no se resigna al sometimiento y sabe jugar al contragolpe. Bolivia terminará el año con el mayor crecimiento del PBI (3,9%) de toda la región, una desocupación del 4 por ciento y una inflación de menos del 2 por ciento. Desde la llegada de Evo hubo mejoras en salud, educación, infraestructura y alfabetización. Todos los indicadores de desarrollo económico y social fueron positivos en Bolivia. Con lo cual, se deduce, entre los objetivos del orquestado golpe en el altiplano está frenar los avances vividos por el pueblo boliviano en los últimos años. El “pecado” de Evo parece que fue haber atacado las desigualdades económicas, sociales y étnicas, y haber nacionalizado las comunicaciones y las grandes reservas de litio y gas. Proyectos económicos y modelos (unos inclusivos, otros desiguales) están en disputa en la convulsionada Latinoamérica. De este lado de la cancha, en la transición, la agenda económica, social y geopolítica del próximo gobierno del Frente de Todos empieza a reorientarse, con claras señales hacia dónde quiere ir. Sacar a la Argentina de la zona de descenso directo, pavada tarea se le viene al futuro presidente que toca la viola y canta temas del rock nacional. La pelea se presenta desafiante, fiera, por momentos desigual, pero las primeras acciones de Alberto Fernández lo muestran como jugador de toda la cancha, con lo botines puestos y con las uñas afiladas, para envidia de cualquier lindo y enojado gatito. En medio del temblor que sacude a este rincón del mundo llamado América latina,

Bolivia terminará el año con el mayor crecimiento del PBI (3,9%) de toda la región, una desocupación del 4 por ciento y una inflación de menos del 2 por ciento. Desde la llegada de Evo hubo mejoras en salud, educación, infraestructura y alfabetización. con avances y a la vez graves retrocesos políticos, económicos y sociales, donde hasta se perpetró un golpe de Estado a la vieja usanza, de corte cívico-militar, el presidente electo (o electro, por su hiperactividad) Alberto Fernández empezó a lidiar con el desastroso futuro económico y los problemas sociales y laborales que lo esperan a partir del 10 de diciembre y, casi al mismo tiempo, a tejer nuevas alianzas para reconfigurar el tablero regional. El gobierno de Cambiemos fue otro ejemplo mundial de fracaso de programas neoliberales auspiciados por el FMI. Con el último dato sobre uso de capacidad instalada, el Indec confirmó el derrumbe de la industria argentina de los últimos años. El sector automotriz, por ejemplo, tiene en la actualidad más del 60 por ciento de sus máquinas apagadas. Según el Centro de Economía Política (Cepa), en promedio, siete empresas por día hábil entraron en concurso o quebraron durante el último año en las provincias con mayor concentración productiva (Ciudad y provincia de Buenos Aires y Córdoba). Si el dato se extiende a todo el país, el número asciende a once empresas quebradas por día: un avance del 15 por ciento en 2019 con relación al año anterior, una crisis que se iguala a los niveles de 2001-2002.

Durante la gestión macrista se duplicó la cantidad de personas que sufrieron hambre en la Argentina. Así lo determinó la Organización de Naciones Unidas (ONU) al detallar que en el trienio 2016-2017-2018 hubo cinco millones de compatriotas que sufrieron inseguridad alimentaria. No sólo los alimentos tienen precios exorbitantes, también los medicamentos, las tarifas de servicios públicos, la medicina prepaga y los combustibles. Si bien mostró una desaceleración con respecto al 5,9 por ciento que marcó septiembre, la inflación de octubre siguió alta, con el 3,3 por ciento, según mediciones del Indec. Con una inflación en el último año por arriba del 50 por ciento, el índice de precios al consumidor acumulado en la era Cambiemos llega casi al 270 por ciento. Cuando faltan tres semanas para el traspaso de mando, AF volvió a mostrarse contrapuesto al ajuste neoliberal que ensayó la derecha macrista desde 2015, señaló que urge atender las desigualdades sociales en la Argentina pos Macri, y dio a entender que será necesario una suerte de plan navideño para cubrir necesidades básicas insatisfechas, como la emergencia alimentaria, y mientras les dice a las organizaciones sociales que se viene el gobierno “de ustedes” debate con el FMI la enorme deuda

contraída por la gestión saliente para tratar de saltar ese escollo y retomar así un camino de crecimiento económico. Tema aparte para el dólar. Las necesarias pero mal aplicadas restricciones a la compra del billete verde implementadas por el gobierno que se va, después de haber aplicado abiertamente una política de libre movilidad de capitales, volvieron a poner en debate las posibles formas de control cambiario, otra cuestión a debatir y resolver. Detrás de todo golpe de Estado en la región, como el reciente en Bolivia contra Evo Morales, donde además se agrega una fuerte carga de odio racial y clasista, siempre hay intereses políticos, sociales, culturales, religiosos, y, sobre todo, económicos. La interrupción por la fuerza del orden constitucional, apuntalada por medios de comunicación hegemónicos, donde el establishment empresario juega su partido, tiene por costumbre instaurar modelos de ajuste para las grandes mayorías, de riendas sueltas para la “libertad económica” y los “meritocráticos”, generar mayor dependencia colonial, aplastar avances y conquistas de sectores populares, controlar los valiosos recursos naturales, y al mismo tiempo beneficiar a una minoría del capital concentrado, los fuckin mercados y la especulación financiera global. Orientados por métodos clásicos neoliberales y bajo el ala de Estados Unidos, a veces, esos mismos modelos llegan al poder por los votos, en el caso de Macri, y a veces por las botas, sangre y fuego (aunque se lo quiera presentar de otra manera), eso cuando no pueden ganar elecciones democráticas ensuciadas con falsas denuncias de fraude, en el caso del quiebre institucional sufrido en Bolivia y posterior derrocamiento del primer presidente indígena en el vecino país, demonizado hasta el hartazgo. En Argentina, el macrismo, esa rara mezcla de Ceos, oligarquía y sectores populares de derecha, fue derrotado en las urnas por amplio margen. En un contexto latinoamericano en llamas, con derechas y el Imperio constantemente al acecho, con resistencias populares y progresistas en las calles y en las urnas, rebeliones esperanzadoras por la igualdad y la democracia, AF, el presidente electro, apuesta a jugar de contragolpe y romper la supremacía neoliberal en la región, le pone el pecho a la inestabilidad que deja el macrismo y se ejercita para saltar los enormes obstáculos por venir, como atender infinitas demandas sociales y económicas, una manera de retomar la senda de la producción y recomposición de ingresos para las grandes mayorías.


la bola | el eslabón

página 12 | sábado 16 de noviembre de 2019

DEPORTE Y FEMINISMO

El festival de la gambeta Desde este sábado 16, Rosario recibirá a un centenar de mujeres futboleras, en el marco de la 4ª edición de Fútbol Latinoamericano Plurinacional Transfeminista. Además habrá talleres, actividades culturales y de esparcimiento. EVAN OCHOA

Por Facundo Paredes

L

A CITA SERÁ EN EL INSTITUTO Superior de Educación Física Nº 11, más conocido por sus siglas Isef. Las charlas y la pelota rodarán desde este sábado 16 y hasta el lunes 18 en el predio del Hipódromo local, por donde pasarán unas 170 personas de diversas edades, trayectorias, orígenes, géneros y orientación sexual. Pogo en el Córner, Kurdas y La Revancha serán “las grupas” –como prefieren llamarse– encargadas de la organización de este evento que ya va por su cuarta edición. “Es un festival, no sólo hay partidos de fútbol sino que la propuesta es más amplia”, indica María Eugenia Mistura, de Pogo. “La idea es recuperar las experiencias que surgieron de los encuentro anteriores, donde hay mucha reflexión acerca del fútbol tal cual lo conocemos y las reglas que hoy predominan. Así que habrá talleres, actividades culturales y de esparcimiento. Serán dos días y medio, jugando a la pelota e intercambiando experiencias, ya sea entre las grupas que participarán o experiencias individuales”, detalla.

Quiero vale cuatro Al ritmo del avance de las mujeres en el fútbol en los últimos tiempos, esta movida, antes llamado Festival Internacional de Fútbol Femenino y Derecho de las Mujeres, también camina a pasos agigantados, y en su cuarta edición se espera récord de asistencia, gambeteando la crisis. “Desde la organización decidimos cambiarle el nombre a Plurinacional Transfeminista, un poco abrazando el calor de la calle, de la cancha, de los movimientos antipatriarcales”, reveló María Eugenia en diálogo con el eslabón. “Este año, en comparación con las otras ediciones, habrá más grupas que participen. La idea es esa, que cada vez puedan participar más”. La Nuestra Fútbol Femenino, legendaria organización que comanda la referente Mónica Santino en la villa 31 de Buenos Aires, se cargó al hombro la primera edición; luego le tocó a las cordobesas de Abriendo la cancha; el año pasado tuvo a la ciudad de Santa Fe como sede, organizado por Las Martas; y ahora es el turno de la ciudad cuna de la bandera. Al respecto, Mistura repasa detalles de la organización: “Nosotras les brindamos alojamiento en la ciudad, y alimento. Sólo tienen que pagarse el traslado. Este año, por la crisis, estamos pidiendo un bono contribución”. Y como las dificultades económicas también juegan sus partidos, la organizadora aclara: “Por esas razones no se trata de un festival abierto, sino para las grupas que están convocadas. Para esa convocatoria también hicimos un trabajo muy de manual, de buscar en las redes, de contactar gente de otros países”.

“Arranca el sábado a la mañana y termina el lunes al mediodía. Comienza con una apertura, la bienvenida de las grupas y por la tarde jugamos. A la noche hay una especie de fogón, para ir conociéndonos más. Por la mañana serán los partidos de fútbol, a la tarde los talleres”, añade. Además, antes del cierre se definirá “la posta”, es decir, el lugar donde se desarrollará el próximo festival.

Fútbol y algo más Si bien la pelota será el hilo conductor del encuentro, no siempre estará rodando por el verde césped. “En Argentina el fútbol es el deporte más practicado, pero no todas las identidades sexuales y de género estamos representadas en el juego”, reflexiona Eugenia, que adelanta alguno de los temas que se debatirán en los talleres, cuando la pelota se pare. “Si bien recientemente se aprobó la profesionalización del fútbol femenino –y creemos que es un gran avance– consideramos que están restringidas un montón de ofertas que incentivan a entidades no hegemónicas a practicarlo, mientras que varones heterosexuales sí disfrutan del derecho socialmente legitimados”. Al decir esas palabras, esta mujer futbolera no toca de oído, sino que fue una de las

La marea que llega a orillas del Paraná Entre las casi 200 personas que se anotaron para ser parte del evento, también habrá presencia internacional, como las Mujeres Transpoderosas y Casa del Oso, ambas de Colombia; y las Vaginas Silvestres, de Chile. De acá serán: Fútbol Callejero Comarca Andina, de El Bolsón; Suras, de San Martín de los Andes; Fútbol Valorado, de Puerto Madryn; Abriendo la cancha y La wacha Marta, de Córdoba; Fútbol Militante, Norita FC, Nueva Unión y La Nuestra, de Buenos Aires; Las Martas Fútbol Feminista,

tantas que padeció en carne propia la exclusión de este popular deporte: “De chica lo veía como un ámbito en el que no podía participar, o eso sentí, que no era para mujeres. Mis amigas tampoco lo practicaban. Hace unos años, a través de unos amigos varones que me empezaron a invitar, a abrir un poco a ese juego, a hacer unos pases, empecé a jugar, a vincularme con la pelota. Y desde ahí no puedo parar de jugar porque me parece muy hermoso”. Tan así es la pasión que siente por el juego

de la ciudad de Santa Fe. Mientras que de estos pagos estarán –además de las tres organizadoras–: Sport Ñanduti, un equipo de mujeres de Paraguay que viven en la ciudad; Transformers, equipo de varones trans; Las Lalis, un grupo de mujeres que juegan en la plaza de los Derechos Humanos de barrio Tiro Suizo, de la zona sur; Mujeres Indígenas por el Buen Vivir; y La Marea de Militancia, de Nuevo Encuentro. “También va a participar Higui, que viene con la banda de La Nuestra”, avisa Mistura.

que ahora también lo practica en la arena. “Con las chicas que organizamos estamos jugando fútbol playa. Y tratando de que ese ámbito, que es muy novedoso en el país y en la ciudad, sea un espacio en el que también puedan aterrizar todas estas cosas que estamos debatiendo”, afirma esta joven que juega y milita en Pogo, y que habitualmente despunta el vicio con picados en las canchitas linderas al Gabino Sosa, el estadio de Central Córdoba.


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sábado 16 de noviembre de 2019 | página 13

EL MARTÍN FIERRO Y LA INVENCIÓN DEL GAUCHO MUY GAUCHITO

De la tradición a la traición Un análisis sobre la famosa obra de José Hernández y sus relatos sobre un salvaje rebelde que de pronto se volvió obediente y civilizado. PHOTTIC

Por Alfredo Montenegro

marginalidad y aceptar el lugar que le asignaba la nueva Argentina”. Nacido en una chacra de la actual Villa Ballester, un 10 de noviembre de 1834, Hernández es recordado por “representar” la tradición argentina. Recorrió el campo, exilios y pasillos legislativos. Murió el 21 de octubre de 1886. “No alcanzó a ver cómo aquella clase dirigente que había estigmatizado al gaucho, que había usado ese término como un insulto, cambiaba radicalmente el uso del término al referirse a un gaucho ideal sin modificar un ápice la explotación y marginación ejercida por ellos mismos sobre el sujeto social de carne y hueso”, analiza el docente de Ciencia Política Pablo Vázquez.

EL INDIO PASA LA VIDA robando o echao de panza; la única ley es la lanza”. “El indio lo arregla todo con la lanza y con los gritos”. Parecen frases de Domingo Faustino Sangriento discriminando a los originarios, pero son textos de La vuelta de Martín Fierro, de José Hernández (475-486), publicado en 1879, en 20 mil libros. Las otras caras y facetas del personaje de la obra más famosa de la literatura gauchesca y los zigzagueos políticos de su autor. “Obedezca el que obedece/y será bueno el que manda”, advierte en otras líneas. “No salvan en su juror ni a los pobres angelitos: viejos, mozos y chiquitos, los mata del mismo modo”. Tampoco las mujeres y los afros las pasaron bien en su versos. La frase de refrán “va cayendo gente al baile”, viene de las líneas de Fierro: “Al ver llegar la morena que no hací caso de naides, le dije con la mamúa: «va ca... yendo gente al baile». La negra entendió la cosa y no tardó en contestarme mirándome como a perro... «más vaca será tu madre». Y dentró al baile muy tiesa, con más cola que una zorra, haciendo blanquiar los dientes lo mesmo que mazamorra”. Y agregó, «Negra linda». Me gusta pa la carona, y me puse a tararear esta coplita fregona...”. Estas ideas son fuente de inagotables críticas y nuevas lecturas. “El racismo, la xenofobia y las diatribas contra los indios que ofrecen sus versos quedan marginados de los estudios y la crítica”, sostiene Horacio Raúl Campos, en una nota titulada con una sentencia que Hernández pone en boca de Fierro, referida a los indios: “Nunca ríen, nacieron ladrones y son roncadores”. Campos, en el artículo publicado por la Agencia Auno (Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Lomas de Zamora, 2015), advierte que Martín Fierro, la poesía que fue elevada como obra cumbre argentina por Leopoldo Lugones, “muestra versos claramente xenófobos y racistas”. “En no pocas sextinas de José Hernández se lee discriminación, menosprecio y hasta violencia de género. Los versos de esa obra están plagados del viejo recurso de la animalización de personas, que no es un invento de ese guerrero y periodista, porque el motivo se remonta a la antigüedad”, agrega el investigador. “Leemos que son borrachos, dormilones y roncadores; asesinos, invasores, recelosos, salvajes, secuestradores, ladrones, infieles, feroces y crueles; malditos, furiosos, astutos, vengativos, vagabundos, brutos y amenazantes y fieros de condición”, indica Campos. Y añade que ese conocimiento de los indios es contado por Fierro, luego de haberse refugiado y vivido en los toldos al escapar de los milicos.

El regreso calmo

“¿Qué se juega básicamente en esa apuesta poética contra los indios que habitaban las ricas praderas bonaerenses? Se trata de su propuesta pastoril mera exportadora de materias primas para la Argentina” Campos subraya: “El sistema escolar, especialmente después de que Lugones legitimara esa obra, hizo propia la poesía de Hernández y los tiernos y no tan tiernos escolares leen esos versos sin ningún espíritu crítico y, lo que es peor, esos escolares después serán maestros o maestras; dirigentes de toda índole, curas, militares, funcionarios, patrones, jugadores de fútbol, mozos, taxistas, periodistas o escritores”. Sobre lo molesto que resultaba para los estancieros no poder tener más tierras libres de toldos, Campos recuerda que “ya estaban batidas las Montoneras federales, consumada la destrucción de Paraguay y ahora había que ir por los indios, para incluir al país a la división internacional del trabajo, una forma de globalización”.

Dos Fierros La primera parte del Martín Fierro es de 1872 y la segunda de 1879, durante las presidencias de Sarmiento y de Avellaneda. “Son años en que se debate sobre qué hacer con los indios. Es decir, de qué manera desplazarlos o eliminarlos, porque estaban en una de las tierras más fértiles del mundo”, remarca Campos. “Es tenaz en su barbarie, / no esperen verlo cambiar; / el deseo de mejorar / en su rudeza no cabe: / el bárbaro sólo sabe / emborracharse y pelear”, dice el texto legendario. El investigador apunta: “Leemos una grave condena a un sector social, porque al no tener deseos de mejorar, ¿cuál es la solu-

ción? El asesinato y la esclavización, que es lo que sobrevino y se buscaba”. Tras su experiencia y conocimiento adquirido en el territorio, Hernández escribió en 1881 Instrucción del estanciero. Consejos para administradores, encargados o capataces de los establecimientos camperos. Campos, autor de trabajos sobre racismo, xenofobia y violencia de género en la literatura, se pregunta: “¿Qué se juega básicamente en esa apuesta poética contra los indios que habitaban las ricas praderas bonaerenses? Se trata de su propuesta pastoril mera exportadora de materias primas para la Argentina”. En este texto, Hernández resalta: “Por muchísimos años hemos de continuar enviando a Europa nuestros frutos naturales, para recibir en cambio los productos de sus fábricas. La América es para la Europa la colonia rural. La Europa es para la América la colonia fabril”. En el prólogo de La vuelta de Martín Fierro, Hernández aconsejaba “la perseverancia en el bien y la resignación en los trabajos”, con el objetivo de “afirmar en los ciudadanos el amor a la libertad, sin apartarse del respeto que es debido a los superiores y magistrados”. De este período, el historiador Felipe Pigna señala: “Hernández había encontrado otros rumbos políticos. Había hallado su lugar en el Partido Autonomista, por el que llegó a senador, y sintió que el país estaba cambiando, que Fierro debía volver a la «civilización», dejar las tolderías y la

En La vuelta de Martín Fierro, (1879), Hernández dirá: “El que obedeciendo vive/ obedezca el que obedece/y será bueno el que manda”. Su adhesión al roquismo –dice Pigna– se explicitó como uno de los firmantes del manifiesto de fundación del partido Autonomista Nacional (PAN), en su reconciliación con Mitre y Sarmiento. Fueron sus estudios en la cuestión agropecuaria que lo hicieron publicar en 1881 la Instrucción del Estanciero, ya alejado del alegato social del Martín Fierro y más cercano al ideario agroexportador del roquismo.

Reinvención del gaucho El antropólogo y abogado porteño Santiago Álvarez, autor de Indios, gauchos y negros, el otro en la literatura Argentina del siglo XIX, remarca que “en la segunda parte del poema Hernández se olvida del hombre Martín Fierro y construye un mito”. En adelante poseerá todas las características que lo convierten en un símbolo: “nobleza, honor, hermandad y fraternidad”. “El nacionalismo de comienzos del siglo XX tomó del Martín Fierro todo lo útil a sus ideas. El gaucho terminó convirtiéndose en una figura legendaria e idealizada representando el verdadero argentino”, advierte Álvarez. El término “gaucho” comenzó a ser usado como sinónimo de nobleza, de desinterés frente al “inmigrante, de los malones rojos, los nuevos enemigos a «civilizar»”. En tanto, la llegada de inmigrantes, con otros pasados e ideas sociales atrevidas, preocupó a los nacionalistas y tradicionalistas que buscaron imponer la imagen liberal que no reconoce la diversidad y excluye a afros, indios y gauchos libres, además de los inmigrantes. Desde la Sociedad Rural se buscó que la patria sea reemplazada por la estancia, mientras que con la conducción de Gerónimo Momo Venegas en la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores (Uatre), hubo una cercanía a esos patrones estancieros y al gobierno macrista, pero no a los derechos del peón rural y la reparación de la dignidad del descendiente del gaucho libre.


contrapunto | el eslabón

página 14 | sábado 16 de noviembre de 2019

SERIE TARUMBA

Para ver hay que creer El cuarto cuento de la colección de la editorial Libros Silvestres ya se luce junto a este semanario en los kioscos de diarios y revistas. Se trata de Platillos Volantes, de Diego Colomba, con ilustraciones de Melisa Lovera. MANUEL COSTA

Por Eugenia Arpesella

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ASAN COSAS RARAS EN LOS cielos de la llanura pampeana. Al menos eso es lo que indica José, el personaje principal de Platillos Volantes, el nuevo texto de la colección Tarumba de la editorial Libros Silvestres y Taller Capitana. Por ejemplo, a veces, José ve manchones en el firmamento, bandadas de pájaros que flotan, o luces brillantes sobre las copas de los árboles. Sin embargo nadie a su alrededor parece advertir el fenómeno, y para no pasar por loco, José no dice nada. Pero se pone a investigar más de cerca el asunto, y para eso cuenta con la ayuda desinteresada (o desprejuiciada) de sus pequeñas hijas. ¿Cuántas veces vimos cosas allá arriba que no pudimos explicar? Eso que se escapa más rápido que un pestañeo. ¿Cuántas veces comentamos esas visiones ante la mirada incrédula de los que estaban distraídos? ¿Qué cosas hay que ver para creer? ¿Es necesario ver? Son un montón las preguntas que nos hacemos cuando miramos el cielo, o después de leer este cuento, que es más o menos lo mismo, aunque desde esta columna recomendamos hacer las dos cosas. “Cuando escribí Platillos volantes seguí desarrollando la idea y terminé una novela corta sobre ovnis que estoy presentando a los concursos. La idea de los ovnis me interesó desde chico. En

Curabitur adipiscing, mauris non dictum aliquam, arcu risus dapibus diam, nec San Nicolás fui a ver a Fabio Zerpa al Teatro Municipal, con un compañero de la escuela”, explicó Diego Colomba (San Nicolás, 1972), sobre el cuento que escribió para la colección. Sobre la historia, el poeta y escritor, añade: “Se mezcla con mis problemas de estrabismo y los ejercicios para los que me ta-

paban un ojo durante el día, y con mi viejo, que era tuerto desde niño. Me operaron de los ojos a los cuatro años. Todo eso influyó seguramente en mi fascinación por lo visible y lo invisible, que reverbera seguramente en el relato, más allá de los resultados”. Colomba tiene muchos libros publicados de poesía

y de ensayos, pero libros para el público juvenil solo dos: Chispero, que son poemas acompañados por las ilustraciones de Laura Oriato (Libros Silvestres, 2017) y ahora, Platillos, en una gran dupla con Melisa Lovera, a cargo de los dibujos. “Son ilustraciones digitales, y elegí el negro y rojo para representar una especie de realidad descolorida que se tiñe y mezcla con el relato fantástico de un padre con dudosas percepciones”, comentó Lovera, sobre el modo en que acompaña y refuerza la atmósfera del cuento. “El relato me resultó muy divertido, cuestionador sobre la figura tradicional del padre como portador de verdad” reflexionó. Lovera, que es animadora, fondista y diseñadora de color para animaciones en el estudio Sr. Manduví, valoró que la serie Tarumba apueste a la técnica de la risografía, y a relatos “para infancias libres y desprejuiciadas, con temáticas actuales y tintes locales, en las que los lectores puedan sentirse representados”. Junto a Gato enojado no caza ratones, Gerarda, la mutante y MALDELMEIL, Platillos Volantes integra la serie Tarumba de relatos escritos e ilustrados por artistas locales y del mundo, destinados a niñas y niños de cero a noventa y nueve mil años. Todos se pueden adquirir con compra opcional junto a el eslabón en los kioscos de diarios y revistas de la ciudad. También se pueden solicitar escribiendo a eleslabón@eleslabon.com.ar.

MANUEL COSTA

MÁS LECTURAS

Una saga de Corazón

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espués de El libro de cuentos de Corazón (Danke, 2014), seguido de la Novela histórica de Corazón (Danke, 2016), Agustín González (Rosario, 1983) presentó este año La película de Corazón, una nouvelle que completa la saga fantástica de la gata escritora que, ya consagrada por la publicación de libros anteriores, ahora protagoniza su propia película. El escenario sigue siendo la esquina de Corrientes y Urquiza, donde alguna vez hubo un teatro lírico, El Teatro Colón de Rosario (hoy un playón de estacionamiento) y un conservatorio de música (hoy, una carnicería), y donde entre 1969 y 1975 el arquitecto Abraham Grimblat erigió su ambiciosa obra, la torre Gricón. En un departamento de ese edificio vive Corazón junto a sus amigas y compañeras de aventuras, las gatitas Melitón, Chaparrón y Fantasía. A diferencia de La novela de corazón, en esta nouvelle el argumento principal no está apoyado en la historiografía local, sino en los elementos fantásticos atribuidos a la arquitectura de una época. Pasadi-

zos secretos, portales para viajar en el tiempo, el cadáver de un elefante enterrado en pleno centro y un piano embrujado que llegó desde Londres en el transatlántico Queen Elizabeth II. Incluso, debajo de los cimientos de la torre, yace un poderoso mineral con propiedades maravillosas, una fuente de cristales iridiscentes que quien entra en contacto directo con ellos, se vuelve medio tonto, como si estuviera drogado. Las que sacaron provecho del mineral maravilloso son las bioquímicas que ahora se dedican a elaborar productos de belleza contra el envejecimiento y los venden en el localcito de la planta baja. Por si el lector o la lectora pasa de casualidad por Corrientes y Urquiza, podrá reparar en la recreación casi exacta de la esquina y sus alrededores. Desde la Escuela de Artes y Ciencias Orientales Pa-kua, la panadería Manhattan de calle Tucumán!! La bicicletería de calle Urquiza y el restaurante Perú Profundo, cuyo dueño en un confuso episodio viajó al pasado y presenció la sepultura de

Francisco de Godoy (¡en esa misma esquina!) por los indios calchaquíes, antiguos y primeros habitantes de Rosario, cuando todavía era Arroyo del Medio. En La Novela histórica de Corazón, González ya había desarrollado el mito de origen sobre la no fundación de Rosario al recordar que esta ciudad tiene de especial haber sido creada en colaboración con el indio, y no en guerra contra ellos.

Más ligera que la anterior, en esta nouvelle aparecen algunos gags tomados del cine de entretenimiento, con cortes de tomas entre capítulos y recreaciones un tanto gore, porque nadie que haya presenciado una cacería de palomas por una pandilla de gatitas juguetonas puede negar la pertenencia de la escena a ese subgénero del terror.


el eslabón | contrapunto

sábado 16 de noviembre de 2019 | página 15

LAS NOTAS DEL COMENTADOR

Los sueños del señor P Por Roberto Retamoso

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L SEÑOR P –LLAMÉMOSLO ASÍ, puesto que la inicial puede pertenecer tanto a un nombre como Pedro, o a un apellido como Pérez, por no mencionar otros nombres como Pablo, Pascual o Patricio, o apellidos como Peña, Pacheco o Palacios, lo cual permite imaginar la amplitud potencial de su alcance– vivía en un país latinoamericano. Ese país quedaba cerca de la Cordillera de los Andes, lo cual le brindaba una particular fisonomía. Sus tierras eran más bien secas y áridas, y su clima oscilaba entre el frío de las noches en invierno, y el calor del día donde el sol irradiaba su luminosidad absoluta. El señor P no vivía en una ciudad sino en medio del campo, donde tenía sus propiedades. Había heredado esas tierras de sus mayores, que descendían de antiquísimas familias de colonos blancos, y jamás hubiera pensado en abandonarlas. De manera que todo lo que él era –su ser mismo, por decirlo filosóficamente– estaba signado por ese lugar. Por el clima, que había templado su espíritu desde niño, por los frutos de esa tierra, que él acopiaba y comerciaba incrementando incesantemente su patrimonio, por sus hijos, que seguramente se quedarían en ese sitio para perpetuar el dominio familiar sobre todo lo que allí había, y por los indios, que eran quienes allí trabajaban. *** Los indios formaban parte del universo del señor P de manera extraña. Cuando por la mañana, después de levantarse, salía a su finca para controlar que todo estuviese donde debía estar, y que todo funcionase como debía funcionar, parecía no verlos. O, por lo menos, no reparar en ellos. Pasaba entre esos servidores –para él meros sirvientes– sin saludarlos, y solamente abría su boca para espetarles alguna orden escueta. En su cabeza, esquemática y ciertamente binaria, aquellos indios parecían no tener cabida. Al menos, en un sentido positivo, porque si de algún modo estaban presentes lo era como pura negatividad. Los indios eran las no-personas, los no-sujetos, los no-humanos. Eran, simplemente, animales, o cosas. Y con las cosas, o los animales, el señor P sabía muy bien que no se podía hablar. Menos aún, comunicarse. *** Sin embargo, había un lugar en esa cabeza donde las cosas se mostraban de otra manera. Ese lugar era el de los sueños que la asaltaban por las noches. Desde hacía años –¿cuántos?...muchísimos, ya que ello ocurría desde que el señor P era un joven o quizás un niño– soñaba, indefectiblemente, con los indios.

Soñaba que era uno de ellos, pero no uno cualquiera. A veces era un jefe, un cacique. Otras un chamán, o un anciano venerable. Lo cierto es que soñaba con que era un indio poderoso –tanto como lo era él en la realidad– que formaba parte de ese mundo abominable. Así, en esos sueños, el señor P disfrutaba de los manjares y frutos que comían los indios, bebía hasta emborracharse con la chicha que ellos tomaban, y hablaba en su lengua, que también en el mundo real desconocía. El paroxismo, el momento culminante de esos sueños estaba dado por una escena que, fatalmente, representaba su conclusión tanto como su punto más álgido. En esa escena el señor P tomaba a una india joven, de formas perfectas, y la poseía con frenesí, con delirio, con desesperación. *** La recurrencia de esos sueños era, para el señor P, un enigma insoluble. De día parecía olvidarlos. Se levantaba temprano, muchas veces al amanecer, y entonces su cabeza se ocupaba tan sólo de lo que le concernía de forma directa. Salía de la casa temprano, y se ponía a supervisar lo que ocurría en la finca. La precisión en la siembras cuando era época, la eficacia en las cosechas al llegar su tiempo, la atención y la comida de los animales, de los que se extraería la lana o la carne. Los indios, allí, no tenían importancia. Ni siquiera presencia, porque el señor P pasaba delante de ellos sin verlos. O, si los veía, la visión le provocaba de inmediato un profundo rechazo. Un asco. Pero de noche, inexplicablemente, esos seres anónimos y oscuros reaparecían en su cabeza mientras él dormía.

Reaparecían familiares, cercanos, puesto que compartían con él sus exquisitos manjares y sus bebidas excelsas. Y reaparecían, sobre todo, para que una india joven, de piel tan opaca como atractiva, lo sedujera con unas artes amatorias que jamás hubiera pensado que existirían. *** Así transcurrían los días y los años del señor P, a quien el tiempo iba cambiando sus rasgos. Ya estaba viejo, sin que ello afectara ese curso regular y ordenado donde se extendía su vida. Lo que ocurría fuera de la finca –lo que ocurría en eso que la gente denomina el mundo– no lo rozaba siquiera. Sabía que, desde hacía un tiempo prolongado, el gobierno del país había quedado en manos de un indio como esos que lo rodeaban en su finca. Ese hecho le parecía no sólo la encarnación misma del mal, sino además de la indecencia. El señor P había sido criado en los preceptos de la religión católica, en su canon moral de buenas costumbres, y por ello le parecía el colmo del descaro que un indio gobernase. Pero nada de eso lo afectaba. Para él, la vida continuaba siendo la misma de siempre, que no era tan sólo suya, puesto que era también la de sus padres, sus abuelos, y la del infinito linaje que le había dado finalmente existencia. *** Hasta que un día, o mejor dicho, una noche, el señor P soñó nuevamente. Pero ahora, para su sorpresa, para su angustia, para su terror, algo había cambiado en el sueño.

Porque en medio de esa bacanal donde siempre aparecía una india joven y bella para seducirlo, en su lugar había un indio gigante, inmenso. El indio exhibía un falo tan grande como su increíble figura, y se acercaba rápidamente al lugar donde estaba. El señor P comprendió de inmediato lo que habría de ocurrir. Aterrado, quedó inmóvil ante ese indio tan alto como la cordillera, que lo obligaba a doblarse, en cuatro patas como los animales, para penetrarlo. Y cuando esa violación se consumaba, el señor P, lejos de sufrir y llorar y maldecir y querer escapar, descubrió, gozoso, que era algo que había estado esperando desde siempre. Desde los comienzos mismos de su vida en la finca. *** El sueño –¿la pesadilla?– duró varias horas, hasta que el señor P pudo escapar de ese sitio inmaterial y siniestro. Se despertó transpirando, agitado y sollozante. No podía hablar. No podía reaccionar, hasta que al cabo de un rato pudo levantarse, vestirse, y salir de la casa. Llevaba en sus manos un fusil y un machete. Con ellos marchó, presto, hacia donde estaban trabajando los indios. Y sin hablar, comenzó a disparar a mansalva. Así, fueron cayendo no sólo los indios sino también sus mujeres e hijos, a quienes, después de muertos, el señor P se puso a descuartizarlos. Estaba poseído, sumido en un frenesí incontenible. Y acaso por ello no pudo escuchar al locutor que por el televisor ubicado en el living decía que, en ese mismo momento, el presidente del país había renunciado.


contratapa | el eslabón

página 16 | sábado 16 de noviembre de 2019

CANDELA ROBLES

La kelila Patria Grande Por Hilo Negro (desde Cancha Rayada)

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o no sé, no. Yendo para la carnicería del barrio, que era una de las últimas que vendía bofe con gañote sin pesar –lo primero para el gato y lo segundo para el perro–, antes de llegar había casi siempre una piba, escoba en mano, quizás para escaparle al encierro. No le esquivaba a las miradas y, más aún, contestaba con un “¡buenas!” a cualquier saludo. Una tarde, le sonrió a un pibe que tendría 11 años (la piba andaría por los 14) y que la había saludado con un “¡hola! ¡qué lila que sos!”. El pibito, que se llamaba Wuelvi, pasó a ser Kelila. Y la piba de la vereda también, pero con el “La” al principio. Al tiempo, Wuelvi (Kelila), para poder sortear la dificultad que tenía al hablar, se ponía a relatar un partido de fútbol con un palito como micrófono (condición sine qua non para arrancar). Con esta particularidad, el equipo del relato era una mezcla de los mejores jugadores de Central, Ñul, Boca y River; pero eso sí, el gol siempre lo metia

un tal Ramiro Blacut. Siempre terminaba así el comentario: “¡Qué lila jugada que terminó en el gol de Blacut!”. Pasó un tiempo, y ya por los arrabales del Superior, en esas trasnochadas con los cumpas en el bar, cuando aparecía una para el meloneo, con Pedro nos imaginábamos una “quelila” jugada que terminaría bien. Por esos tiempos, quelila (que linda) era la Patria que queríamos. Igual pensábamos que el equipo debía ampliarse, como una gran selección de distintas ramas, desde la izquierda no gorila hasta la nacional no facha, para ir gambeteando a los poderosos del coloniaje, enemigos desde siempre de la Gran Patria, y que los goles los hicieran los Ramiro Blacut del momento, que habían bajado desde el Alto Perú para mandarla adentro. Hoy, cuando vemos lo que pasa en el barrio de Bolivia, decimos barrio para tumbar fronteras que nos quieren imponer aquellos que desde los micrófonos del gorilaje boicotean los procesos populares (procesos que entre otras cosas sentaron a la mesa a muchos sectores y que el bofe y el gañote vuelva a ser sólo para el

gato y el perro) con un relato de varios palitos (millones) de mentiras, la idea es formar la gran selección para disputar barrio por barrio hasta liberarlos. Mirá que hay que gambetear, me dice Pedro, y tocar y recibir y devolverla lo más redonda

posible. Esto me lo dice a unas cuadras de la Fiesta de las Colectividades, y sentados en un cordón comiendo un chori nos imaginamos a Wuelvi a pura gambeta y yendo a abrazar a su Blacut y los dos hacia la carpa de la Kelila Bolivia de Evo.

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