Edición 283 | Enfoque de Género

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enfoque de género Edición N°283 - 2021 | ISSN 2539 - 1984


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enfoque de oriente

#editorial

Seguiremos presentes Por: María Paula Ochoa.

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peligran.

uemaremos lo que sea necesario; seguiremos, hasta que la dignidad y la vida sean derechos de nacimiento para todas las mujeres. Seguiremos, por las que están, por las que no están y las que

El ocho de marzo de 2021 hacemos memoria y gritamos por las vivas y las asesinadas por el sistema patriarcal y su alianza criminal con el capital. Denunciamos este caos sistémico nunca abstracto ni lejano, y exacerbado en la pandemia reciente, en el gobierno de turno y su apuesta clasista, racista y negligente con las necesidades de las mujeres, su apuesta por la negación e invisibilización del conflicto que habita la generalidad y, especialmente, las periferias del territorio. En Colombia, no sólo vivimos la feminización de la pobreza, tambiénla feminización de las víctimas del conflicto social, político y armado, profundamente vigente. Este ocho de marzo, llevamos espacialmente el nombre de las firmantes de la paz, y de aquellas mujeres cuyas historias figuran en los 6.402 casos de ejecuciones extrajudiciales y todas las que no figuran en la cifra pero fueron ultrajadas en sus derechos fundamentales, y a las que les arrancó la vida un conflicto que las utilizó/a como botín de guerra, un Estado que las tortura por el hecho de ser mujeres, por rebelarse, que las secuestra como prisioneras políticas. Denunciamos y hacemos visible en el Oriente antioqueño, el ensañamiento de los feminicidas, violadores y asesinos, contra las niñas. Seguimos gritando el nombre y clamando justicia por Sofía Henao Gallego, de 18 meses, María Ángel Molina, de cuatro años, Michel Yulieth Lara García, de 12 años, Yuliana Samboní, de siete años, y todas las niñas y las mujeres a las que les han arrebatado la vida los feminicidas, el patriarcado y el Estado que no garantiza condiciones de vida y dignidad para las mujeres. Manifestamos además que seguiremos luchando y reclamando por el derecho a la vida libre de violencias,

Directora: Mariana Álvarez López direccion@enfoquedeoriente.com Contacto: 3226693229 Diseñadorxs: Enfoque de Oriente Editora general: Manuela Betancur Pérez info@enfoquedeoriente.com

a decidir sobre nuestras cuerpas, por los derechos y el reconocimiento de las mujeres trans, por la regulación del trabajo no remunerado de las mujeres; por la Interrupción Voluntaria del Embarazo sin restricciones, por el acceso a la justicia y a la tierra para las mujeres rurales; por la desmitificación del amor patriarcal; por la memoria histórica de las mujeres en reivindicación de nuestros derechos, por el reconocimiento de la lucha de las mujeres en la preservación de las aguas y la defensa de los territorios; por la paz, la justicia social, la reparación y las garantías de no repetición de la historia de las mujeres en el conflicto armado del Oriente antioqueño. Declaramos que las mujeres de esta región somos las nietas de las brujas quemadas, y las que no pudieron quemar. Somos las hijas de las negras libertarias, revolucionarias, que trenzaron en sus cabezas sus propios caminos. Somos las hermanas de las aguas que no pudieron represar, somos olas grandes que rugen en digna rabia y cargan la sed de la vida. Somos las herederas de las indígenas que no conquistaron, las que combatieron las colonias y se enterraron despistando al enemigo y compartiendo su legado. Somos las piedras preciosas que no se funden, las mariposas que vuelan entre continentes, guiadas por aires violetas y verdes que pintan los cielos de esta actualización de la historia. Siendo tantas, somos incluso las quemadas, las no liberadas, las muertas, las represadas, las conquistadas, las asesinadas, las silenciadas. Y ante tanto, frente a todo somos las hijas del fuego, somos la herencia de la madre política, y quemaremos todo lo que sea necesario en nuestro propio favor. Porque nos declaramos desde siempre y para siempre, vivas, sin miedo y presentes; presentes; presentes, a pesar de la muerte EO. Da clic en el código QR y escucha la #CharlaVioleta de Ana María Por Favor, Celebrar o conmemorar: una mirada al Día Internacional por los Derechos de las Mujeres.

Colaboradores y colaboradoras en esta edición: Alejandra Morales Ríos Ana María Carmona María Paula Ochoa Laura Escobar Bonnet Mayra Hernández ClanDestinx Fanzine Ximena Amariles Doris Lorenzana Luisa María Gallo G Fulana Malafama Andrés Felipe Restrepo Ana María Martínez Alejandra Morales Marsaurust Andrea Betancur Pérez Portada: Somos La Resistencia Por: @antro.pofaga

Facebook: Enfoque de Oriente Twitter: @EnfoqueOriente Instagram: @enfoquedeoriente info@enfoquedeoriente.com www.enfoquedeoriente.com Enfoque de Oriente es el espacio para la visibilización de los textos que se publican; sin embargo, quien los escribe es total responsable de lo que allí se dice.


3 #territorio

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Foto: web creafam.coop

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Una cooperativa hecha por mujeres en el Oriente antioqueño Por: Alejandra Morales / Mujeres Confiar.

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n 1993, la vida en Granada transcurría entre montañas, mulas y juergas de arrieros y agricultores. Los fines de semana los billares, las heladerías y los bares se llenaban de campesinos con sus camisetas abiertas hasta el ombligo, y en las mesas se atiborraban cigarrillos y botellas de aguardiente, ron y cerveza, transformando la tranquila y religiosa vida granadina en una fiesta. Entre los hombres y mujeres era común ver corretear niños detrás de los perros que fielmente acompañaban a sus dueños en sus faenas; y jóvenes que seguían el ejemplo de sus mayores, sucumbiendo también a las trifulcas que terminaban armándose cuando el alcohol se subía a la cabeza. Preocupadas por las situaciones violentas a las que estaban expuestos sus hijos, y ante la falta de espacios adecuados para ellos, un grupo de aproximadamente 30 madres, entre amas de casa y profesoras, juntó fuerzas para buscar alternativas de educación y recreación fuera de los entornos adultos, así que conformaron GRUFARRE, Grupo Familiar Recreativo. “Comenzamos con procesos de tardes recreativas, nos reuníamos todos los miércoles con nuestros hijos y otros niños y niñas, nos concentrábamos en el parque principal con bicicletas, patines, monopatines, triciclos y organizábamos actividades para todos, era una integración familiar en la calle; en un momento vimos la necesidad de hacer algo por los jóvenes y decidimos abrir un gimnasio. Con éste no nos fue muy bien porque todas las actividades las teníamos que financiar haciendo rifas de anchetas, hasta de una vaca que la alcaldía nos proporcionó, pero viendo que no alcanzábamos a dar cobertura con esos recursos nos tocaba incluso sacar plata de nuestros propios bolsillos para poder pagar el arriendo del gimnasio y para el instructor, entonces entendimos que era necesario conseguir mayores recursos”, relata Consuelo Tamayo, una de las fundadoras del grupo que para entonces se desempeñaba como docente.

Entonces, tras cinco años, quisieron llevar su idea a otro nivel para continuar impactando positivamente a la población, a Yolanda Zuluaga se le ocurrió entonces constituir una cooperativa. Muchas de ellas ya conocían la dinámica de estas organizaciones, pues Granada es considerado el municipio emblema del cooperativismo en Colombia y para ese momento existían varias experiencias exitosas. “Cada una aportó veinticinco mil pesos para un total de $625.000. Así empezamos con un escritorio prestado y una oficina de nueve metros cuadrados, donde recibíamos a quienes se querían asociar. A los dos días no cabía la gente, como éramos amas de casa y mujeres conocidas, muchas personas creyeron en nuestra idea y nos expandimos tanto que a los dos meses tuvimos que alquilar un local más amplio, la gente quería estar en nuestra cooperativa porque sabía que su fin principal era dedicarnos a tener espacios recreativos para toda la familia”, cuenta Consuelo. Comenzaron con el anhelo de crear un centro recreativo, con instalaciones como piscinas y atracciones mecánicas donde toda la familia pudiera entretenerse, pero cuando el sueño apenas estaba echando raíces se atravesó el conflicto armado. El primer gran golpe que recibieron los granadinos fue el 3 de noviembre del 2000, cuando un comando del Bloque Metro de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá invadió el parque principal y asesinó en menos de media hora a 19 personas. A partir de ahí, el pueblo vivió hostigamientos, retaliaciones de un grupo y otro que veían en Granada un territorio estratégico en su frente de guerra, debido a su cercanía con la autopista Medellín Bogotá y a algunas centrales hidroeléctricas. Empezaron los toques de queda, las amenazas constantes y los asesinatos todos los días, principalmente en las veredas.


A través de la campaña ‘Todos Juntos por Granada’ se logró congregar a empresas públicas y privadas, y junto a la administración, las cooperativas y colonias, recogieron alrededor de 550 millones de pesos, con los que acudieron al gobierno nacional pidiendo ayuda para levantar de nuevo el pueblo destruido Pese a esto, el desplazamiento masivo generó una fuerte debacle económica para la cooperativa, pues gran parte de sus asociados habían perdido sus casas y sus familiares, por lo que habían salido hacia otras ciudades, a veces sin un peso en el bolsillo. La situación hizo que CREAFAM buscara otras formas de llegar a la gente que usaba sus servicios. “nosotras inmediatamente pensamos en ubicarlos y tener sedes en las ciudades donde estuvieran para tenerlos cerca y brindarles la ayuda que necesitaran, no queríamos ubicarlos para cobrarles, sino para apoyarlos. La primera ciudad a la que llegamos fue Cali y tuvimos un acompañamiento incondicional de la colonia granadina, porque uno iba encontrando al otro, y así tratábamos de colaborarnos de acuerdo a nuestras capacidades”, cuenta Tamayo. De esta forma, llegaron también a Barranquilla, Medellín, y el Eje Cafetero. Curiosamente, la historia se repitió en varias cooperativas: el desplazamiento permitió que se expandieran detrás de sus asociados y asociadas Hoy, CREAFAM tiene presencia en Antioquia, Valle, Quindío, Risaralda y Atlántico con 17 agencias con más de setenta mil asociados y sigue contribuyendo a la creación de conciencia de que la solidaridad es un modo de vida, y que sólo a través de ella se pueden lograr grandes cosas. En Granada, y en general en todo el oriente antioqueño, las cooperativas han sido manifestación del sentir fraternal de las comunidades que se han formado a sí mismas a través del poder de la solidaridad y la importancia de la familia, muchas veces abandonadas por el Estado a merced de la guerra. Y en esta lucha por mantenerse a flote, han sido las mujeres trabajadoras quienes han sabido sacar la cara por ellas y sus familias.

Foto: Hacemos Memoria

La situación empeoró el 6 de diciembre de 2000, cuando en horas de la mañana se parqueó un carro cerca al parque principal, y poco después voló en pedazos: llevaba 400 kilos de dinamita dentro y había sido detonada a control remoto por guerrilleros de los frentes 9, 47 y 34 de las FARC con la intención de atentar contra la estación de policía, sin embargo terminó llevándose la vida de 23 civiles y 5 uniformados, dejando 25 heridos, y convirtiendo parte del municipio en un cementerio de escombros después de casi 20 horas seguidas de combate. La toma había dejado también 82 locales y 127 viviendas destruidas, así como 106 más averiadas. A partir de ahí, el éxodo de la población campesina y pobladores de la zona urbana hacia otras ciudades, que había comenzado de forma paulatina hace algunos años, aumentó de manera alarmante. Durante los siguientes cuatro años serían desplazadas más de 9 mil personas, dejando veredas como El Vergel, La María y El Tablazo prácticamente deshabitadas. Para 2002, más de la mitad de la población se había ido. Una vez más en la historia de Granada miles de personas se iban de su tierra a buscar suerte a otras partes, tal como en años anteriores en los que, acosados por la pobreza y la mano oscura de las grandes industrias que los despojaron de sus propiedades, tenían que dejar todo lo que conocían y rehacer su vida. Ante esta situación, quienes habían partido años antes tampoco se quedaron quietos y, gracias a la motivación de las cooperativas, vieron en esta situación la forma de mostrar que la solidaridad y la unión, más que un valor, es una forma de vida. Tan sólo dos días después de la toma, representantes de varias colonias granadinas en otras ciudades, junto con las cooperativas del municipio, entre ellas CREAFAM, se reunieron en Medellín para planear la reconstrucción del pueblo. El 9 de diciembre, tres días después de la toma, se realizó ‘la marcha del ladrillo’, en la que alrededor de cuatro mil personas se movilizaron por las calles del pueblo con un ladrillo en la mano, con el que simbolizaban su reconstrucción.

#territorio

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#dlapáginavioleta

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uándo veo a mi abuela sentada en esa silla mecedora que por generaciones ha sido huésped de las almas que han dejado su último suspiro en ella, sólo me pregunto, ¿por qué se aferra tanto a esa cosa? Ella sabe que hay miles de sillas como esas y mucho más cómodas. La verdad es que tiene algo que atrae, también me gustaba mecerme en ella hasta que supe la historia, pero es como si de alguna manera en la casa supieran todo lo que ha pasado allí y como si conservando la silla también conservaran a las personas que allí murieron.

Eldealma las cosas

He podido ver cómo se siente en mi cuerpo el dolor del otro y me he preguntado para qué sirve el cuerpo, para qué siente. A veces solo me siento como un recipiente, no hay un hilo por donde pueda comenzar la historia, se supone que debería decir que esta historia comienza por mi nacimiento, pero no. Yo nací con mi bisabuela porque nací con las historias dolorosas de las mujeres de mi familia, incluso puede que haya nacido antes, pero la memoria de quienes me rodean me han parido allí con ellas. La incidencia que han tenido los hombres en la vida de las mujeres de nuestra familia ha sido particularmente horrorosa. Sin embargo, el destino de los hombres de la familia también ha sido marcado por la violencia. Son tantas cosas que decir. Un entramado que pareciera no desenredarse. Hasta donde conozco la historia, mi bisabuela fue maltratada por su esposo y cuando nacieron los hijos varones, mi bisabuela fue quien se encargó de enseñarles que a la mujer hay que ponerla en cintura, como se dice, y a sus hijas mujeres les enseñó que a Dios no le gustaba que desobedecieran a los maridos. A veces me pregunto: ¿qué hubiese sido de la vida de todos si Dios fuera mujer? El caso es que mi abuela creció creyendo que la presencia de un hombre en su vida era tener a Dios en la casa.

Por: Mayra Hernández

Mi bisabuela, mi abuela, mi madre, mi tía, mis amigas. Mis abuelos, mi padre, mis amigos, Es una historia que no se cuenta sola. Mi bisabuela, fue abusada por su padre y por su esposo, mi abuela lo supo en los últimos días de vida de su madre, pues debió cuidarla. Resulta que mi abuela también había sido tocada por su abuelo, el mismo abusador de su madre. Mi abue creció en Nechí y allí vivió con sus 5 hijos, mi abuelo trabajaba en una finca y sólo iba los fines de semana a la casa. Una noche se metió un grupo armado y sacaron a muchas mujeres de las casas, las llevaron al cementerio y abusaron de ellas, incluidas entre ellas a mi madre. Mi abuela trató de protegerla en todo momento pero fue golpeada, incluso trato de tomar el lugar de mi mamá pero no la dejaron. Después de ese acontecimiento llegaron a Caucasia. De los 5 hijos de mi abuela las últimas dos eran mujeres, mi madre Yadis, y mi tía Luz, la menor. Al año de llegar a Caucasia , sentada en el corredor de la casa y en esa silla mecedora espeluznante, cuando estaba cumpliendo 15 años, fue asesinada mi tía Luz. Mamá se fue a Cali, nació mi hermano mayor y después de eso el papá de mi hermano la abandonó. Volvió a casa, conoció a mi padre, nací yo y al año y medio nació mi hermano menor. Cuando sólo teníamos 3 y 1 año, asesinaron a mi padre, el 18 de enero del 2000, 26 días después de mi tercer cumpleaños, 6 antes del suyo y 13 días antes del de mi hermano menor. En esa silla mecedora cantó mi último cumpleaños. Otro dato curioso de la familia, es que los eventos trágicos están ligados a fechas especiales, casi siempre a cumpleaños, desde que nos hicimos conscientes de ello, no celebramos, sólo dejamos pasar el día, a veces con la ansiedad de que nada malo ocurra. Es como si en cada cumpleaños, se cumpliera un ciclo, no sé qué tan supersticioso parezca, pero preferimos verlo como patrones.

Collage: Doris Lorenzana.


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#movimientosocial

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Hilando luchas Por: Ximena Amariles González.

Imagen: Cartografía cuerpoterritorio realizada por mujeres integrantes de Así mujer, Feb.2019

El re-encuentro

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as preguntas, silencios y voces reconocidas y compartidas a lo largo del camino me llevaron a cuestionar hace ya algunos años la historia aprendida desde siempre, historia compuesta por la ausencia de las mujeres en ella. Fue aquello precisamente lo que me encaminó a volver al reencuentro con unas raíces propias, aún latentes. Raíces que se entretejen con el reconocimiento de un sur que se recuerda, revoluciona y redescubre a sí mismo, al reconocer los múltiples sistemas de dominación que lo han oprimido, pero a la vez, las palabras, cantos, danzas y encuentros a partir de los cuales desde hace más de 500 años se ha abrazado y reafirmado la vida. Este camino, me condujo a preguntarme, teniendo como referente una lectura interseccional que problematiza los complejos y sutiles entretejidos que conectan la colonialidad con el patriarcado, por las maneras diversas en que las mujeres situadas que habitan el Sur, siendo éste comprendido como un sur no geográfico sino más bien como un sur metafórico que hace referencia a un sur antiimperial, se resisten y re-existen desde espacios cotidianos y comunitarios movilizados desde la organización y la creación

colectiva. Así, en compañía de las mujeres, y recordando a las ancestras que me habitan y la tierra que piso, empiezo a reconocer y comprender las raíces y posibilidades del encuentro entre y con las mujeres; la importancia de la construcción desde abajo y desde adentro; de recordar, resignificar y compartir saberes y haceres propios; de fortalecer la juntanza y de hilar luchas que nos permitan fracturar realidades y crear otras posibles. Desde el año 2010 las mujeres que integran Así Mujer, Asociación de Mujeres Rurales de Rionegro, han venido fortaleciendo procesos identitarios, políticos y territoriales en favor del buen vivir de las mujeres rurales de Rionegro y el Oriente antioqueño*. Dando lugar a un proyecto que tiene por propósito fortalecer un tejido de la mujer rural que les permita ser y estar de modos distintos a los establecidos social y culturalmente y, así mismo, cuidar y defender el territorio habitado, poniendo de manifiesto que las mujeres son en sintonía con aquella ruralidad a la que se enraízan, a la que recuerdan, extrañan y abrazan.


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A lo largo de estos años, el encuentro y la juntanza creada y recreada por las mujeres les ha permitido configurar distintas luchas*, mirarse y nombrarse de otros modos, habitar sus casas y comunidades teniendo como fundamento el reconocimiento de ellas mismas, en tanto mujeres rurales, como cuidadoras de la vida, sabedoras y hacedoras, compañeras de camino, mujeres con historia y con raíces y, a la vez, con la posibilidad de cambiar la historia, su historia. Las mujeres han ido de tal forma, involucrando palabras, imágenes, rupturas, recuerdos y sueños con los que ahora se identifican, a partir de los cuales han ido enrumbando su caminar. Del mismo modo, las miradas que las mujeres han fortalecido, las voces que han alzado y compartido, les ha permitido leer el territorio que habitan desde una postura política que involucra su comprensión como mujeres arraigadas a un contexto que les hace un llamado necesario a movilizarse desde la denuncia y el anuncio, desde la rabia digna frente a la injusticia y desde el amor hacia la vida y la humanidad. De esta manera, las luchas que las mujeres han ido generando desde espacios cotidianos con el propósito de conducirse por otros caminos, han venido siendo hiladas con luchas en favor del cuidado y la defensa de los territorios habitados, así como de las tradiciones, historias, saberes y haceres propios de las poblaciones campesinas. “Nosotras las mujeres de campo, mujeres rurales estamos impregnadas de olores y sabores, de imágenes con paisajes de verde de diferente tono, con sonidos que nos ofrecen una interminable sinfonía: canto de aves, croar de ranas, canto de grillos, mugido de reses. Cerramos los ojos y con nostalgia vienen esos recuerdos de una infancia feliz. Quién no añora la bruma mañanera que se confunde con el humo cálido del fogón, ese calor del amoroso hogar que acompañaba las tertulias y relatos de los viejos alrededor de esos leños en brazas, hoy solo son recuerdos; la modernización de nuestro territorio ha llegado como un ciclón, arrasando con todo, hasta con nuestra historia. Los valles por donde corríamos en busca de agua, de leña, mortiños, de ricas guayabas, se han convertido en enormes bloques de cemento, trayendo vivientes que no sienten como nosotros, costumbres citadinas que no encajan en nuestro campo”. (Fragmento escrito por una de las mujeres que integra Así Mujer, 2019). Las mujeres se han propuesto por tanto, construir desde adentro, desde ellas mismas como mujeres y, a la vez, hacia afuera, un afuera que también está adentro, en conexión con con su comunidad y su territorio. Esto, a través del cuidado del agua; la siembra limpia con la que están comprometidas, como ellas lo dicen; desde el reciclar y reutilizar; desde el recordar, recrear y resignificar saberes populares y ancestrales que cuidan de la historia y la vida del campo; desde el protestar contra quienes quieren desplazarlas de sus territorios y desde el compartir aquello que saben con las poblaciones más jóvenes, así como con otras mujeres y hombres rurales y urbanos con la intención de crear y fortalecer diálogos de saberes intergeneracionales e interdisciplinares que les permitan continuar dejando semillas para recordar lo hecho y lo por hacer.

9 La solidaridad, como construcción colectiva y territorial que fundamenta la lucha, se refleja por tanto, en la posibilidad de reconocer y fortalecer los hilos que se tejen entre apuestas y escenarios de actuación diversos que comparten caminos y rutas comunes. Estas son por tanto luchas que permiten plantear actuaciones realmente justas, que reconocen el fino entretejido que subyace a las diferentes formas de opresión, así como a las resistencias y re-existencias generadas por comunidades diversas. Y es que (Boaventura de Sousa Santos, 2018) quienes se resisten a la dominación global, es decir, al capitalismo, al colonialismo y al patriarcado tienen que unirse, articularse “[…] porque la tragedia de nuestro tiempo es que la dominación está unida, es decir, el capitalismo actúa junto con el colonialismo y el patriarcado, y la resistencia está fragmentada”.. No se puede estar en contra de una de ellas y dejar las demás intocadas. Las mujeres que integran Así Mujer nos enseñan de tal modo, que todos y todas hacemos y construimos comunidad, que nuestras luchas e identidades están necesariamente inscritas en un escenario comunitario, lo cual constituye una propuesta alternativa a una sociedad que reproduce la individualidad y la competencia como parte del sistema dominante. Que las experiencias y aprendizajes compartidos por todas las mujeres que se revolucionan y revolucionan el mundo y los mundos a lo largo y ancho del continente, nos inspiren a continuar creando y recreando una apuesta feminista situada y solidaria que se teje y desteje en compañía de otros y otras, poniendo de manifiesto los hilos que atraviesan y anudan la diversidad de nuestras re-existencias. Apuesta que da vida y movimiento a un feminismo entendido y asumido, recordando la postura de los feminismos comunitarios de nuestra Abya Yala, como lucha y propuesta política de vida de cualquier mujer en cualquier lugar del mundo, en cualquier época de la historia que se haya revelado ante el patriarcado que la oprime. A un feminismo intuitivo comprendido como una herramienta de rebelión en las manos de muy diversas mujeres que se están saliendo de los moldes para desestructurar la sociedad patriarcal que aún hoy habitamos y nos habita. Apuesta que, a partir del encuentro con aquellas rebeldías que toman forma desde la cotidianidad, contribuya a abrir caminos y horizontes compuestos por preguntas, reflexiones y movilizaciones que puedan ser la base para la construcción de otros saberes, otras miradas, otros lenguajes, otras formas de pensar, otros modos de habitar y otras maneras de leer, enseñar y aprender, de otras formas de encontrarnos con la vida, la tierra y la naturaleza. * Este texto fue construido teniendo como referente los hallazgos identificados en el marco de la investigación Un rostro con diversas voces. Contribuciones de las mujeres campesinas a una pedagogía intercultural crítica (2020). * Integrante del semillero Género, Subjetividad y Sociedad de la Universidad de Antioquia, seccional oriente. E-mail: ximenaamariles@gmail.com * Sumaq Kawsay en quechua. Proyecto de vida movilizado por los pueblos indígenas de Abya Ayala (América Latina) que implica la excelencia espiritual y material y, en este sentido, el derecho a vivir una vida en plenitud. Para las mujeres el buen vivir implicaría entonces, condiciones de reciprocidad, equidad y respeto, esto es, el acceso y ejercicio pleno de sus derechos en igualdad de condiciones, teniendo a la vez como fundamento una perspectiva diferencial e interseccional. * Comprendiendo la lucha como categoría histórica y social que deviene del movimiento y búsqueda continua de las comunidades por la humanización, por la vocación de ser más, búsqueda que se erige como resultado y, a la vez, alternativa al silencio, la opresión y la lógica de muerte reproducida por el entretejido de sistemas dominantes: patriarcado, colonialismo y capitalismo (Freire, 2012).


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Collage: Marsaurust.

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El nacimiento de las orquídeas

Por: Luisa María Gallo G.


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egún Human Rights Data Analysis Group, en el marco del conflicto armado han sido sepultados más de 462 cuerpos sin identificar en el cementerio de Rionegro. Este relato ficcionado tiene sus pies en la historia de tantas familias, especialmente de mujeres, que han buscado pistas que les permitan encontrar a los seres que les fueron arrebatados. Muchas veces se sentía cansada de subir escalas. Sentía el esfuerzo de su cuerpo por los kilos de más que pesaban como piedras cada vez que alzaba una de sus piernas. Sin embargo, para llegar allí era diferente. Sacaba -de Dios sabría dónde- la fuerza para escalar hasta la colina, uno de los puntos más elevados del pueblo. Cada día hacía lo mismo, era su propia búsqueda. Su familia creía que su obstinación había dejado de ser valiente. Ahora la veían como una madre que no conocía el valor de la aceptación, pero ¿cómo hacerlo? Años antes había llegado a Rionegro, al pueblo que había recibido a tantos que, como ella, habían sido desplazados por la guerra. Allí eran menos que los que habían vivido en la montaña. Su familia se había ido, partiendo como el nacimiento de un río que toma nuevos rumbos. En su caso, muchos de ellos no habían alcanzado la dimensión para ser siquiera una quebrada. Algún deslizamiento los había taponado quitándoles toda posibilidad de vida.

vio una fachada blanca con una bola vinotinto encima y dos columnas gruesas a lado y lado que la invitaban a entrar. Parecía el portón de una finca de ricos. Pasó cerca de la reja y caminó mirando ese montón de tumbas blancas adornadas con flores marchitas o de mentiras. Ana Lucía. Luis Jaime. Juan José. Emilio. N.N. Así le dijeron que estaban muchos sepultados de los que no sabían casi nada. Se detuvo y pensó en la calma que sentiría si allí de verdad pudiera encontrar al menos a alguno de sus hijos. Sería una incertidumbre menos y unas oraciones más claras para pedirle a su Dios que lo aceptara en el cielo, que le diera paz eterna. En esas estaba cuando se le acercó un hombre. Era el sepulturero. La saludó y ella le contó qué era lo que estaba buscando. Él le respondió que así como había visto esa lápida marcada, había otras 461 con las mismas letras en los últimos años, que a ese cementerio eran muchos los cuerpos sin identificar que habían llegado. Le pidió que caminara con él y sacó sus cuadernos. Listas y listas de nombres, fechas y números. Cada tanto veía algún renglón donde se leían dos ene juntas.

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Mientras caminaba entre las tumbas escuchó un fuerte ruido y buscó de dónde salía. En una lápida blanca que, con letras rojas, marcaba N.N. vio cómo salían muchas orquídeas blancas y amarillas.

La primera vez que subió ese montón de escalas grises no había imaginado que ese ritual le daría sentido a sus pérdidas. Dos de sus hijos. Dos de su vientre. Dos sin madre. Dos sin nombre. Además de que creía que en ese lugar podría encontrar algo que la condujera a ellos, subía para mirar hacia el frente y hacia arriba. Desde La Colina del Cementerio había visto la evolución de los edificios que empezaban a construirse en el pueblo y ese cielito tan azul que, así como el paisaje, a veces perdía color. En ese lugar podía tener contacto con un poquito de verde, para recordar su vida anterior con los sonidos de los pájaros y fantasear que le echaba agüita otra vez a las orquídeas que estaban fuera de la casa de tapia. Imaginaba la alegría de encontrar los huevos que habían puesto las dos gallinas rojas y la leche tibia en las madrugadas frías luego de ordeñar a la vaca negra llamada Noche.

Ese mismo día que conoció el lugar donde están acostados los muertos, le contaron que justo en la entrada estaban los restos de algunos señores que habían hecho parte de la historia del país, que habían ayudado dizque a que fuéramos libres. Ella no supo quiénes, pero tampoco se interesó, además no entendió a cuál libertad se referían. Solo

Le pidió al hombre que buscara el año en el que habían desaparecido sus dos hijos. Dos mil tres. Pasó las páginas y vio que empezó a abundar el registro de los sin nombre en el cuaderno. O sea que había más mamás como ella. El sepulturero le contó que ese año desgraciado, algunos uniformados habían llevado en varias ocasiones los cuerpos de hombres y mujeres sin ningún dato. En ese momento se sintió triste y pensó que sería mejor volver al día siguiente.

Mientras caminaba entre las tumbas escuchó un fuerte ruido y buscó de dónde salía. En una lápida blanca que, con letras rojas, marcaba N.N. vio cómo salían muchas orquídeas blancas y amarillas. Eran de las mismas que sembraba en la finca. La fuerza de las flores había agrietado el cemento. Miró sin poder creer lo que veía y tocó una de las orquídeas con sus dedos agrietados. Esperó hasta que dejaron de brotar. El sepulturero a lo lejos la miraba sin poder moverse. Ella miró al cielo. Decidió volver a casa. En su corazón sentía que ese cuerpo ya tenía nombre. Seguiría subiendo esas escaleras grises hasta que alguien en ese país tuviera la voluntad para buscarle identificación a todos esos cuerpos y entonces ella supiera, ya no solo con su corazón, que allí estaba uno de sus hijos.

#detintayotrosdelirios

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#dlapáginavioleta

alejandra morales carmona

zamira riso mejía

auténticas li

auténticasl Por: Alejandra Morales.

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Cuántos insultos, señalamientos, amenazas y crímenes de odio, tienen que pasar antes de dejarnos vivir la vida que soñamos? (grita una chica trans)...

La población sexualmente diversa es también conocida como la comunidad LGBTIQ+ (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Travestis, Transgénero, Transexuales e Intersexuales) esto, por mencionar algunos, porque cada día se suman más y más letras a esta sigla que agrupa a un sinnúmero de personas con gustos sexo- afectivos diferentes a los establecidos por la heteronorma, sin desconocer a todxs aquellos que prefieren no ser encasillados en ninguna de estas, pues lo que se busca más bien es, reconocer y resaltar los diferentes procesos y luchas que han tenido que batallar cada una de las personas con gustos que trasgreden, pasan la línea y se salen del molde, si de autodescubrimiento, resistencia y amor se trata. Hoy, en pleno siglo XXI, temas como género y diversidad sexual están más vigentes que nunca, ocupando agendas en temas políticos sociales y culturales, pues, las mal o bien llamadas “maricas” no se han quedado quietas y cada día van ganando espacios de los que nunca debieron ser excluidas. Actualmente, en el Oriente antioqueño existen diferentes grupos conformados y colectivos diversos, que buscan e idean diferentes estrategias, no solo para su reconocimiento sino para ayudar y beneficiar a la población en general; es aquí donde cabe resaltar la lucha, resistencia, compromiso y trabajo de algunas mujeres trans del Oriente. Pero, antes de ello, invito a preguntarse:¿Qué es eso de ser mujer? ¿Qué es una mujer trans? Desde décadas atrás, se ha limitado el concepto de mujer al sexo biológico; dejando de lado; otras formas posibles y existentes de ser mujer. Una mujer trans, más que apariencia física es una fusión de cultura, género, identidad, diversidad, activismo, lucha, franqueza y resistencia; que no puede ser comprendida y

analizada desde la mirada médica y científica, ni mucho menos religiosa y moral, sino, desde aquella que ve un cuerpo que es atravesado por diferentes elementos de la cultura y la sociedad, un cuerpo que entra en proceso de autodescubrimiento y posteriormente de cambio, en un contexto de odio, discriminación y no aceptación. Es por ello que cada una de estas identidades y cuerpos son símbolo de autenticidad y perseverancia, que bajo ninguna circunstancia pueden ser sometidos a seguir cánones estéticos o estar sujetos a imaginarios de lo que es y hace una “mujer”; porque, sus cuerpos no solo son un instrumento de transformación sino, su medio para estar en constante descubrimiento y construcción, lo cual les ayuda a reafirmar y potenciar sus identidades haciendo de su tránsito un traje único y perfecto para cada una de ellas. Un ejemplo claro son Zamira, Diana, Alexandra y Alejandra, mujeres trans de la región, comprometidas con sus territorios, con una visión clara y contundente de los riesgos que representa mostrarse tal cual son en este espacio donde aún existe gran parte del legado patriarcal, además, de un sesgo hacia las nuevas posibilidades y diferentes formas de ser mujer. Aun así, no han escatimado esfuerzos en tejer redes para fortalecerse y ser la voz de aquellas que no quieren, no pueden o ya no están. Dentro de este contexto y desde el ámbito de la Gestión Cultural, se han venido buscado diferentes estrategias, medios y espacios para aportar a la pedagogía social alrededor de las identidades y los cuerpos de mujeres trans en el Oriente antioqueño, descubriendo el rol tan importante e indispensable que cumplen estas cuatro mujeres en su territorio. Cuerpos erguidos, miradas profundas y pronunciadas sonrisas son el arma más contundente que tienen para comunicar y articular procesos que les permite moverse a través de diferentes canales y medios, para llevar ese mensaje claro y conciso de que están para quedarse y que ni la misma muerte es algo que les genera temor.


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diana marcela gómez martínez

ideresas slideresas alexandra carmona saldarriaga

En el afán por descubrir y conocer más de estas mujeres, en el mes de febrero realicé un recorrido por algunos municipios del oriente antioqueño y al caminar en compañía de Zamira Riso Mejía por San Luis -un pueblo que por años lo azotó la “chusma”-, chiflidos van y vienen; al parecer no es muy común ver en el parque principal a una mujer trans morena de ojos achinados, cabello negro y grandes caderas. Quizá sea falta de costumbre o también una forma de llamar su atención. Sin embargo, esto no la toma por sorpresa, ni mucho menos la desestabiliza emocionalmente, porque su seguridad le ayuda a luchar, a pesar de no haber nacido en esas tierras, no solo por sus derechos, sino por los de muchos sanluisanos. Algo muy diferente sucede en el municipio de Cocorná, a Diana Marcela Gómez Martínez la saludan por donde pasa. Esta mujer que mide un metro con 86 centímetros de estatura, es delgada, de ojos saltones, de cabello rubio y trabaja incansablemente por la visibilización y la construcción de espacios para el diálogo y el aprendizaje continuo. Las bases sólidas y el apoyo familiar que tuvo desde su niñez, hoy hacen de ella una mujer segura y empoderada que no se deja intimidar por nada ni por nadie. Luego, al llegar a la Jerusalén del maíz, ni el frío proveniente del páramo de Sonsón impiden que Alexandra Cardona Saldarriaga se ponga sus

vestidos de manga corta y camine entaconada por las empinadas calles. Ella es una mujer que rompe todos los esquemas, su particular forma de ser llama la atención y se roba una que otra mirada; es extrovertida, descomplicada y muy afectuosa, no le importa el qué dirán; es la única mujer trans en su municipio que defiende a capa y espada la diversidad sexual y de género; además, no conozco otra mujer que tenga tanta claridad de palabras y conceptos al momento de referirse al gran abanico de posibilidades que existe en la diversidad sexual. Finalizando mi recorrido en la Parcela Inmortal de Antioquia, Argelia de María, entre esmaltes, limas y cortauñas, me encuentro yo: Alejandra Morales Carmona. Trabajo desde muy temprano en la labor de embellecer las manos de mis clientas, que más que eso, son amigas que depositan su confianza en mí para para esmaltar sus uñas a las que yo veo como un lienzo;lienzo que me permite plasmar sin atadura alguna lo que soy, lo que siento y lo que me representa. Soy una mujer delgada, de cabello largo, sonrisa pícara y ojos grandes; no me asusta montarme en una moto de alto cilindraje, de hecho es mi mejor compañía. También soy Gestora Cultural en formación de la Universidad de Antioquia y en los últimos años me he dedicado a descubrirme y de paso a luchar por los derechos

que al igual que a mí, les han arrebatado a muchas desde muy niñas. Aunque en estos municipios aún resulta difícil concebir y reconocer la legitimidad de nosotras como mujeres trans, es algo que no nos importa, por el contrario, es una razón más para seguir con paso firme. Al capítulo y los argumentos de que somos enfermas, desadaptadas y demonios hace mucho rato se le han acabado las páginas. Así como Zamira, Diana, Alexandra y Alejandra (yo) hay otras mujeres trans en los demás municipios del Oriente antioqueño que vienen liderando, desarrollando y participando de diferentes procesos en pro de la visibilización, el reconocimiento y la empatía para con ellas y la población sexual e identitariamente diversa; por ello, este escrito hace un llamado a que nos identifiquen, nos reconozcan, se acerquen a nosotras y a nuestras historias; a que se den cuenta del rol tan importante que cumplimos en cada espacio al que llegamos, aferradas a las ganas de vivir, de ayudar y de servir, con el deseo latente de que a todas las mujeres trans se nos permita tener un tránsito amable y sano; que cesen los crímenes de odio para que podamos caminar libres y tranquilas, siendo felices y brillando como lo que somos; auténticas mujeres.


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“A mí me echaron del colegio porque quedé en embarazo y los maestros y el director decían que yo podía perjudicar a las otras niñas. Me dolió mucho porque yo quería seguir estudiando, mi meta era salir adelante, ayudar a mi familia” Eyinelsi Asprilla

Foto: Andrés Felipe Restrepo

Mujeres

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Por: Andrés Felipe Restrepo

yinelsi Asprilla tiene 24 años, pero al contar su vida parece una mujer mucho mayor. Aprendió que, en ocasiones, es más importante quien te pueda dar para comer a quien te proporcione cariño. Es oriunda de la comunidad de Pogue sobre el Río Bojayá. Pero la vida la ha puesto a andar por Colombia para buscar otra oportunidad o, para salvarse de la vida misma. En Bojayá, Tumaco, el Río Caunapí, Quibdó, Bogotá y San José, aprendió a trabajar como empleada doméstica, o cajera en un Super Giros, aunque también supo que era trabajar en el mundo de los cultivos de coca en el sur del país, como cocinera de los raspachines; hoy junto a su compañero pasa sus días entre la pesca y las labores del hogar. Se siente obligada a permanecer en su relación; su situación de vulnerabilidad la ha llevado a generar una dependencia, principalmente económica de su compañero, realidad que no solo vive Eyinelsi. En Colombia, principalmente en el sector rural, muchos hogares tienen como proveedor socioeconómico al hombre, y las mujeres, aunque se dedican a la economía del cuidado, no obtienen por ello ninguna remuneración, lo que sucede es un perpetuó sometimiento que cercena su capacidad de decisión, su autonomía, no solo de independencia económica, sino de todos los aspectos de su vida. “Él era un hombre mayor que yo, yo tenía 13 años y él 22. Mi relación con él fue obligada, yo no quería, porque yo estaba enamorada de otra persona. Y pues, como esa persona a mí no me daba pues… Usted sabe que uno a veces coge los novios y son cosas de niños …Y yo de ver tanta y tanta cosa;que mi papá cuando me venía la menstruación y no me podía ni comprar la toalla, yo de ver que él sí me lo daba, me metí con el muchacho. Entonces pues ahí ya sin querer, estuvimos la primera vez. Y en mi primera vez, quedé en embarazo”.

del río

Decisiones que traen sus consecuencias y que, a golpes, le ha enseñado la vida. “Nosotros vivimos en Pogue como 4 años. Y en Carmen del Darién en Domingodo vivimos 3. Y entonces, él me pegaba mucho. Él se iba a tomar y cuando llegaba, los tragos los descargaba sobre mí. Cuando yo lo denuncie, él quedó muy ofendido conmigo. Fue al colegio e intentó robarse a la niña. Y pues entonces yo le hice dos denuncias a él, por maltrato y por lo que hizo del robo con la niña. A mí se me murió un niño de un añito, era de él también. Tenía año y un mes. Dicen que fue un tío de él, hermanito del papá quien lo ahogó. Por envidia”. Eyinelsi, aprendió a huir; aprendió a vivir sola y a sobrevivir. Siempre con la cabeza en alto. Aprendió que la vida le pone obstáculos constantemente. Es como si la vida le hubiera enseñado que ni siquiera amigas puede tener. “No me gusta reunirme, no me gusta que digan: vos dijiste, o sea, que me estén averiguando cosas, no me gusta; porque, por ejemplo, usted ve cuando aquí en el campo, cuando ven 4 o 5 mujeres reunidas están o dicen que están haciendo chismes, nunca piensan que estamos hablando de cómo pasó uno la niñez, nunca piensan que recordamos todo lo que vivimos cuando éramos niños”. Afortunadamente tiene un pequeño tesoro que le enseñó a aferrarse a la vida, y es el amor por su hija de 8 años. Esa pequeña por la que no pudo estudiar más, pero que hoy la hace seguir adelante. “A mí me tocó duro. Porque, por ejemplo, estaba mi hija estudiando y yo estudiaba en la noche y cuando, en la noche a veces no tenía con quien dejarla, me tocaba llevarla al colegio y era muy maluco. Más todavía me exigían una copia a mí y se la exigían a ella, yo no podía comprarla para mí porque primero estaba mi hija, o sea, la primera opción siempre será ella”.


¡Qué se resquebraje! Por: Andrea Betancur Pérez.

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l cristal, como comúnmente se le conoce al vidrio óptico o vidrio plomo, es admirado por su brillo y característica incolora; todo visto a través de él se verá perfecto, debido a su transparencia indiscutible. Así de transparente y fina es la barrera que nos impide actualmente subir escaños en el camino de las decisiones públicas y los altos cargos, tan perfecta que es casi imperceptible ante los ojos del común. Esta barrera, que se ha denominado ‘techo de cristal’, no siempre fue de cristal, mientras menos se cuestionaban las injusticias e inequidades en contra de las mujeres más oscuro era; sin embargo, con las luchas y las victorias que se han conquistado a favor de la equidad y libertades de las mujeres, este se ha vuelto mucho más claro y difícil de reconocer, y en esto, el sistema patriarcal ha sido un modelo que trabaja el cristal perfectamente, ha sido un vidriero profesional. Actualmente en Colombia las mujeres representan el 51.2% de la población total, es decir, la mayor parte de esta, sin embargo, no significa que poseemos por lo menos la mitad de representatividad en todas las instancias decisorias de nuestro país, y a pesar de que las luchas por la paridad son constantes, aún el camino es largo y lleno de trabas. Solo el 19.7% del Congreso está conformado por mujeres, porcentaje que no varía considerablemente en la Cámara de Representantes, siendo para esta el 18.7%. En la participación local, debido al escaso control político y la poca formación ciudadana, las cifras son aún más desalentadoras, de 1.099 alcaldías, sólo 132 de ellas están encabezadas por mujeres, es decir el 12%, y en 9 departamentos aún no existen mujeres alcaldesas. Para el caso de los concejos municipales en Antioquia, sólo el 17.9% están conformados por mujeres, en comparación del 82.1% de la cifra masculina. Que el tiempo avance no es, indiscutiblemente, sinónimo de progreso social, y esto se puede evidenciar en el Oriente antioqueño en donde actualmente, sólo en 4 municipios de los 23 de la subregión, aumentó la representación de mujeres en los concejos, estos municipios fueron El Santuario, Guatapé, Marinilla, y San Luís, con la presencia de 3, 2, 3, y 4 mujeres respectivamente. En siete municipios la participación de mujeres se mantuvo, y en 12, disminuyó o Algunos de los municipios que generan mayor preocupación son Alejandría y La Ceja, en donde no se ha contado con participación de mujeres en estos escenarios desde hace más de 6 años.

Es preocupante que en 12 de los 23 municipios del Oriente antioqueño se haya reducido la representatividad de mujeres, encontrando incluso 7 municipios en los que esta representatividad es nula, como lo son Alejandría, Cocorná, Concepción, Granada, La Ceja, San Francisco y San Rafael. Wilder Valencia, Concejal del municipio de San Francisco plantea que “la toma de decisiones al interior del Concejo municipal, especialmente en decisiones con sentido de género, se ha visto limitada a raíz de la falta de representatividad directa de la mujer en las curules del Concejo”. Bajo esta perspectiva, el Concejal plantea que “seguir avanzando hacia la igualdad entre los géneros, donde entendamos que todos somos merecedores y generadores de derechos, así como el respeto por el otro, y el trabajo en equipo entre hombres y mujeres para generar espacios de participación igualitarios, y fortalecer la participación de la mujer en espacios de decisión son algunos de los grandes retos para San Francisco”.

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16 Los municipios con mayor porcentaje de representatividad de mujeres en el Concejo municipal son Guatapé y San Luís con 33.3% y 36.3% respectivamente, y de los 23 municipios, 3 tienen a una mujer en cabeza de la alcaldía, estos municipios son San Carlos, Alejandría, y El Peñol. No obstante, estas cifras que muestran un avance son bajas y no responden al porcentaje de mujeres en la región. De las 259 curules que conforman todos los concejos municipales del Oriente antioqueño, sólo 34 corresponden a mujeres, es decir, tan solo el 13.3% en comparación con el 86.3% de curules ocupadas por hombres. Este porcentaje visto desde el ideal mínimo de la paridad de cuotas en Colombia, que equivale al 30% de cargos decisorios ocupados por mujeres, tendría un déficit de 16.7 puntos porcentuales, sabiendo también que dicho porcentaje mínimo de paridad no responde a la representatividad real en proporción con la población femenina de Colombia. Según datos del Mecanismo de Aceleración Política de las Mujeres en América Latina y el Caribe, ATENEA, promovido por el PNUD y ONU Mujeres, se evidencia que la implementación legal y práctica de la Paridad Participativa en Colombia posee aún baches que dificultan el verdadero empoderamiento de las mujeres dentro de esferas de decisión. Para traer un caso puntual podemos hablar de la conformación de la Cámara de Representantes. La cuota de género no aplica en más de la mitad del territorio colombiano, ya que dicha ley es obligatoria solo para las circunscripciones territoriales que posean cinco o más curules, ciertamente, en 22 circunscripciones (19 departamentos y las circunscripciones especiales indígena, afrodescendiente e internacional) no se cuenta con dicha característica.

En relación con el sistema electoral y su interacción con la Ley de Cuotas, el Mecanismo ATENEA devela que “la cuota electoral vigente no contempla alternancia ni mandato de posición dentro de los partidos, lo que facilita que las mujeres sean ubicadas en lugares periféricos de las listas, que, aunado a la existencia de voto preferente, limita las oportunidades de elección de las mujeres”. Sumado a la patriarcalización matizada de la ley de cuotas, encontramos que otros de los hechos que le agregan grosor al techo de cristal son algunos de los imaginarios y concepciones culturales que se han enraizado en la cotidianidad de gran parte de la población. Según datos del Informe sobre la calidad de la ciudadanía en Colombia, realizado por la Registraduría en el 2018, se encontró que existe aún un 11% que está de acuerdo con la afirmación de que “en general, los hombres son mejores líderes políticos que las mujeres” y un 20% considera que depende de la situación; es decir, aún existe un 31% que no da por hecho que las mujeres tienen las mismas capacidades políticas que los hombres, esto en un país que alardea con la paridad y equidad no es un dato secundario. Según el Informe Global del 2020 sobre las brechas de género, realizado por el Foro Económico Mundial, Colombia ocupa el puesto número 22 en el Índice Global de la Brecha de Género (IGBG), sin embargo, continúa siendo un país en donde las mujeres recibimos por nuestro trabajo un ingreso 12.1% menor al de los hombres, siendo casi el doble para nuestras compañeras del sector rural, con un 33.6% específicamente; un país en donde la tasa de desempleo de las mujeres es del 22.9% en comparación al 13.8% de la de los hombres; un país en el que el 77% del trabajo doméstico y de cuidado no remunerado es aportado por las mujeres; un país en donde sólo 132 de las 1.099 alcaldías están dirigidas por mujeres, es decir, tan sólo el 12% de estas; un país en donde sólo el 19.7% del Congreso está conformado por mujeres; un país en donde solo el 18.9% de la empresas están dirigidas por mujeres, un país que habla de paridad, pero que un su práctica conoce muy poco. Luego de 72 años aún sigue tan vignte como nunca la cita de Simone de Beauvoir en su libro el segundo sexo “La burguesía conservadora sigue viendo en la emancipación de la mujer un peligro que amenaza su moral y sus intereses. Algunos varones temen la competencia femenina. En Hebdo-Latin, un estudiante declaraba el otro día: “Toda estudiante que llega a ser médico o abogado nos roba un puesto”; Son las palabras de alguien que no se cuestiona sus derechos en este mundo”. Para terminar quiero citar a Ferderico Engels: “Un pueblo que oprime a otro pueblo no puede ser libre”, yo me atrevo a cambiarla y decir que “un sexo que oprime a otro sexo no puede ser libre”. Terminar con el patriarcado nos libera como sociedad, pues todos nos vemos coartados por sus ideales y su statu quo. LLegará el momento en el que el techo de cristal se resquebraje por completo, y cuánta sería nuestra suerte como sociedad si eso no fuera una ofensa para nadie.


Una conversación sobre la ética y la economía del cuidado Por: Ana María Carmona Socióloga Integrante de Colectiva Carmen

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a Ética del Cuidado: Transformando paradigmas: La ética del cuidado tal, y como se estudia hoy en día, es un tema que surge y comienza a discutirse en términos académicos en la década de los ochenta del siglo pasado; en un principio como un complemento al estudio de lo que se denomina como la “teoría del desarrollo moral”, este discurso, que se ha convertido en un nuevo paradigma para las ciencias sociales, busca poner en un lugar central de la producción intelectual la importancia de la empatía, en la forma cómo nos relacionamos y se opone marcadamente a la idea del “individualismo autónomo”, que considera el hecho de que nuestra meta es llegar a ser absolutamente autosuficientes, sociedades individualistas, apelando a ello como un valor supremo. Esta idea, ha sido utilizada como un pretexto por quienes toman las decisiones en el contexto geopolítico global: en torno al gobierno “democrático” en el Estado y al capitalismo actual en el mercado, ha sido el discurso para fundamentar, por ejemplo, las decisiones que se toman bajo el Neoliberalismo, que es la forma actual en la cual los estadosnación (como el nuestro) producen sus políticas económicas, y de esta manera direccionan la sociedad. La relación y la interdependencia entre los seres humanos son la red fundamental sobre la que se basa el tejido de la vida, nuestro accionar y nuestro posicionarnos en el mundo. Aunque creamos en la idea de que debemos aspirar a ser personas autosuficientes, productores de bienestar individual -sociedades atomizadas-; y, aunque realmente por disposición de nuestra naturaleza tengamos durante un periodo de tiempo de nuestra existencia individual esa autonomía: la juventud, la adultez plena; la realidad

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más profunda que encierra nuestra naturaleza humana es que venimos de la fragilidad y hacia ella, de manera inexorable, la mayoría de personas nos dirigimos: ningún ser humano puede desarrollar enteramente sus capacidades y su autonomía si en su primera etapa de vida no es cuidado por otro/otra, y cuando los humanos llegamos a la etapa de la vejez volvemos a necesitar, por diversos motivos, el apoyo, el cuidado de alguien más, para poder vivir bien. La feminización de la economía del cuidado y los estereotipos de género como el trabajo en cuidados no remunerado, que casi siempre se realiza para los familiares, es el que se suele incluir casi exclusivamente dentro de esta categoría, pero es muy importante tener en cuenta que el trabajo en cuidados remunerado también hace parte fundamental de esta economía, pues esta categoría encierra a todas las profesiones y oficios que se basan en la atención a las poblaciones que por diferentes motivos requieren de asistencia: niños y niñas -especialmente menores de 5 años-, personas con enfermedades crónicas-terminales, personas en situación de discapacidad o con capacidades diversas, personas de edades muy avanzadas, así como a los oficios de quienes se dedican a lo doméstico de manera remunerada: aseo a casas, instituciones, preparación de alimentos en diferentes contextos –restaurantes, comedores comunitarios y en el sector del turismo-. Este enorme listado representa una porción importantísima en la producción de riqueza del país, en la medición del PIB (Producto Interno Bruto), según lo que nos contaba una de las invitadas a nuestro conversatorio, representa el 20% anual, y todas estas tareas, oficios, trabajos que, en una inmensa mayoría, tanto a escala nacional como a escala global, son llevadas a cabo por mujeres.


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18 Dada la marcada división sexual del trabajo que en nuestras sociedades impera, el fenómeno de la feminización del trabajo remunerado en cuidados es un hecho fundamental que produce muchas consecuencias especialmente negativas para la vida de quienes cuidan, que como se señala, en su inmensa mayoría son mujeres, entre ellas es importante señalar lo siguiente: Inequidad en cuanto al tiempo dedicado al trabajo no remunerado (categoría que se mide por medio del instrumento “Encuesta Nacional de Usos del tiempo ENUT” del DANE); desigualdad de oportunidades en la formación académica -ya sea por falta de dinero o por falta de tiempo de dedicación exclusiva-; desigualdades en las posibilidades de ascenso en la escala socioeconómica con respecto a otras profesiones que están por fuera de esta economía y el incremento de la brecha de género en términos salariales, que también se considera como consecuencia directa de las diferencias entre oficios-profesiones que se encuentran dentro de esta economía, con respecto a otras. A partir de este punto, comparto un resumen, resaltando los ejes temáticos que surgieron de la conversación, es importante señalar que dichos temas se abordaron en forma de preguntas diseñadas con anticipación y que, en el presente texto se traducen en apartados, ellos contienen partes centrales de las respuestas de nuestras invitadas. Específicamente, los temas abordados fueron: las diferencias entre lo urbano y lo rural en el ámbito del trabajo no remunerado, el problema de la redistribución y la importancia del diseño de políticas públicas para la transformación radical del lugar en que está puesta actualmente la asignación de los cuidados en nuestra sociedad, por parte del estado y del mercado. Diferencias entre lo urbano y lo rural en el ámbito de la economía del cuidado, específicamente del trabajo no remunerado: La población que vive en áreas rurales presenta importantes desventajas con respecto a la población urbana en términos de dependencia de cuidado, especialmente de niños y niñas muy pequeños. Este resultado se relaciona con la mayor tasa de fecundidad en las mujeres rurales. Las mujeres en zonas rurales destinan más tiempo a labores de trabajo no remunerado. Este resultado se atribuye a la mayor exigencia de este tipo de tareas en el campo, debido a la falta de tecnología que facilite el trabajo doméstico y la menor infraestructura en términos de provisión de servicios (agua, energía, estados de las vías terciarias, transporte, entre otros) con respecto a las zonas urbanas. Las mujeres de bajo ingresos, especialmente las que viven en las zonas rurales, no disponen de infraestructura adecuada relacionada con la prestación de servicios: guarderías, centros de atención al adulto mayor y a las personas en situación de discapacidad; hospitales, centros de salud, entre otros... todos estos equipamientos colectivos se encuentran en la inmensa mayoría de los casos fuera del alcance de las familias que no viven cerca a los cascos urbanos o centros poblados.

La redistribución: una solución posible al problema de inequidad dentro de la economía del cuidado. Es posible y es urgente rediseñar la forma en cómo se distribuye la carga de trabajo de cuidado no remunerado que tienen en su gran mayoría las mujeres, entre los diferentes agentes: familia, Estado, comunidad y mercado, que es lo que algunas autoras denominan como “El diamante del cuidado”. Las tareas de trabajo doméstico dentro del hogar se pueden realizar entre hombres y mujeres, lo cual supone superar una serie de barreras relacionadas con los estereotipos de género, donde ciertas actividades de cuidado se suponen femeninas. La distribución del trabajo no remunerado por fuera del hogar, es la tarea pendiente que el Estado tiene que reconocer y asumir como su responsabilidad, porque, de hecho, existen estructuras familiares donde no es posible que las cargas del trabajo en cuidados se disminuyan; hay hogares donde solo existe un adulto que provee cuidado -hogares con madres cabeza de familia, por ejemplo-, por tanto no hay con quien compartir las responsabilidades, y en los que además, no se tienen suficientes ingresos para acudir al mercado del cuidado remunerado como manera de suplir esta enorme necesidad. ¿Por qué es importante pensarnos el trabajo doméstico y de cuidado no remunerado como un problema de política pública?: Básicamente, porque de ello depende nuestro bienestar; la posibilidad real de un “Buen Vivir” como personas y como comunidad. Entre las tareas pendientes, tanto por parte del gobierno como de los ciudadanos, se encuentran: 1. La urgencia del diseño de políticas públicas encaminadas a retribuir el trabajo no remunerado y redistribuir las cargas de cuidado entre los diferentes agentes del sistema económico. Se debe analizar cómo las responsabilidades de cuidado están distribuidas entre los cuatro agentes (la familia, el Estado, el mercado y la comunidad) al cuidado de niños y niñas, de personas con enfermedades crónicas, de ancianos, de personas con capacidades diversas, y de cómo se pueden redistribuir para combatir la inequidad. 2. La necesidad de mejorar los salarios de quienes se dedican a este sector económico, poner el cuidado de la vida en el lugar que corresponde, como centro del proyecto político del Estado y no como periferia. 3. La Importancia de decidir bien quienes nos representan en los escenarios políticos, en las esferas que toman las decisiones sobre hacia dónde vamos como sociedad, reconocer que necesitamos una verdadera transformación y, sobre todo, actuar, en la medida de nuestras posibilidades, para lograr esas transformaciones.

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La distribución del trabajo no remunerado por fuera del hogar, es la tarea pendiente que el Estado tiene que reconocer y asumir como su responsabilidad.


Elección desesperada de un epitafio antes de morir

Por: Laura Escobar Bonnett. Fotos: Fulana Malafama.

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esde que tengo uso de razón, he meditado cuál sería mi epitafio predilecto. Ya van 20 años, aún… no lo defino, solo espero que alguien más no lo haga por mí. Me gusta gritar, graznar, chillar, susurrar, gruñir por sobre todo, pero nunca, ¡nunca! callar. Me gusta opinar, criticar, elegir, optar, reflexionar, pero sobre todo, pensar. ¿Saber lo que soy? No podría encasillarlo en los apretujes léxicos; por el contrario, sí podría desinhibirme hablando de mi valor, más allá del acto mismo y puro de ser, sin más, ni menos. ¿Tú? eh, sí, ¡tú!, léeme, respírame en la nuca, más allá de un sexo, soy porque existo, porque los viernes me afeito las axilas o las piernas o ese bozo que tanto te repugna y que hasta Cantinflas envidiaría en su condición similar a la mía de ser, por si quiero, y si no, no lo hago, soy al fin y al cabo porque tengo vida, porque no espero que me pretendan no-ser. ¿Qué hago? ¿Amputarme?, ¿lastimarme por mi honorable condición de ser? ¡Ah, sí!, también me sale sangre por una cavidad que no define nada pero que para mí lo es todo, lo es todo porque encarna en su esencia misma mi lucha de ser, una lucha que no es más que el demostrar lo que muchos denominan privilegio pero que para otros, lo que para muchas otras, que entendemos su verdadero significado, es conquista, no privilegio, pues no hay nada que haya surgido de la nada, ni mucho menos nada cayendo del cielo, porque si aún quedan algunos derechos, es porque algunos damos todo por ellos. Crecí en medio de dogmas que ahora puedo discernir. Me preparo para un grandioso día de conquista, no exactamente es viernes de depilación para conquista de romance, es lunes de conquistar la vida en pleno apogeo. Son las 2:00 PM y me uniformo paradójicamente de guerrera, y digo, paradójicamente, porque me siento acompañada, siento que hablo y entiendo el lenguaje que en este instante se vive entre la rebelión de mis iguales. De vuelta a casa… es otro cuento, todos los días lo mismo, no como hoy; apurando el paso mientras llego a la estación del metro, mirando a lado y lado, en hora pico ¡Primera prueba superada, llegué a la estación!, he ahí la siguiente prueba de valía, que no rocen sus sucias extremidades, bajas, altas, minúsculas

o protuberantemente incisivas sobre mi cuerpo de forma malintencionada mientras el tren recorre a gran velocidad y hace que unos a otros no podamos poseer un mínimo de espacio personal e incluso respiremos unos a otros nuestras propias bacterias, y pienso: ¡Dios mío, la gente solo sabe follar y parir, qué hastío!, con suerte, nadie me tocó el trasero o se apretó contra mis senos disparejos; el trayecto continúa y ahora la tarea es evitar los lugares oscuros o rodeados de maleza. Apretando las llaves con fuerza y pensando qué dirección tomar para por fin coronar e incrustar la llave en aquella cerradura que simboliza más que el poder llegar a casa, el poder respirar tranquila. Retomando, les decía, es 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, del triunfo. Pronto tengo pie en calle, pie en cemento, grito callejero… ¡Es hora de aullar como los lobos en contra de las hienas! De pronto, al fondo del pasillo abierto, largo, denso, furibundo, caótico y bullicioso se escucha un coro que se asemeja a la voz de un gigante cuyo efecto sonoro grave resuena por toda la ciudad, por todo el pavimento… “Hay que estudiar, hay que estudiar, para no ser un policía nacional”Una y otra, y otra, y otra vez. Y qué decir de la marcha con tan unísono coro. ¡Cuán sublime cuando nos unimos, todas, hermanas, a hacernos valer! Pero, ¿cómo me iba a olvidar de las hienas? No todo es tan lindo como parece, no podía faltar el caos, que también es bello. Yo sangro si me cortan y menstruo aún si no lo hacen; tú matas y haces sangrar por elección, es la vida que elegiste, pero no puedes ufanarte de ser, porque no sos, quien no es no siente y le da igual verduguear al pueblo que mismo le parió; matas por profesión y obsequias al rico protección. La realidad se difumina entre gases, alaridos, llanto, balas y bolillo. ¡Nos están tirando gases lacrimógenos!


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20 Entonces, como una nube negra y densa, el lado opuesto de la calle se llena de traición. Qué decir de mi país, ni la palabra justicia es posible pronunciarla porque ya eres objetivo militar. Un término ni siquiera deficiente, simplemente inexistente; acá las hienas tienen permiso y licencia para agredir o matar según caprichos u órdenes particularistas, pero en fin. Me toman por el cuello y estampan mi cabeza contra el suelo, siento la sangre manar de mi ser ahora más que nunca; cubre mis ojos, mi rostro, pero es la evidencia de que soy. Siento pasar los segundos como si fuesen infinitos, pero sé, me quedan pocos, bolillo tras bolillo hasta dejarme casi inconsciente; tengo los segundos contados y para tal suceso, probablemente mi muerte quede en total impunidad, al parecer fue lunes de conquistar la vida, pero de pescarse la muerte. Parece que tengo por fin mi epitafio, porque nunca cierro la boca, porque mis palabras muerden, rompen muros, desarman fronteras, conquistan derechos, aún después de la muerte he de gritar…y con mis últimas fuerzas lo grito, porque nunca callo, hasta morir… “Estuve más muerta las veces que callé”. En memoria de las vidas perdidas bajo los abusos de autoridad en el contexto de las manifestaciones y las dinámicas patriarcales que han normalizado el machismo en el imaginario colectivo de nuestro contexto. R.I.P.

Fotos: Fulana Malafama.


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