Edición 285 | Enfoque de Oriente

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enfoque de oriente

Edición N°285 - 2021 | ISSN 2539 - 1984


2 #editorial

enfoque de oriente

Solo el pueblo NARRA al pueblo

S

olo duele aquello que se ama; por eso, hablar de lo que le sucede y le ha sucedido a Colombia, duele, y nos duele porque el vínculo directo con la matria se ha fundado en el amor; en este amor sincero y profundo al que han abonado millones de personas que han visto al país nacer, crecer, caerse, resurgir. Lo mismo sucede con el periodismo, debe existir un amor igualmente profundo no solo por el contar de las historias; primeramente, por el acompañar y escuchar a las comunidades; aquellas que por años han sido despojadas de sus historias, de sus verdades, de sus campos, de sus lenguas; las que narran sus vidas en las periferias, en las otras Colombias, despojadas de sus tierras, de las aguas, de la vida. Las comunidades que resisten ante el olvido; las que todos los días se levantan para alargar la memoria de este país que por años vive entre el conflicto, la hambruna, la desigualdad, la falta de oportunidades, la desmemoria, la insistencia en una guerra; del país que le ha dicho No a un acuerdo de paz; el mismo que resurge como ave fénix con dosis de esperanza; este, el rincón de las cantadoras y las artistas, de las madres y sacerdotes en primeras líneas, del personal médico que auxilia y trabaja aún sin garantías, de los maestros y maestras en clases de historia llamando las cosas por su nombre; de las esposas que esperan a sus esposos, de las madres que buscan a sus hijxs, de los pueblos originarios que intentan sanar los territorios, de los y las estudiantes, de la clase obrera y trabajadora, de las mujeres y las maricas; de las gentes que al día de hoy resisten en las calles, insistiendo en un despertar social que se ha hecho sentir como un gran Paro Nacional. Por su parte, el periodismo, enmarcado en una época trazada a partir del neoliberalismo, se habría y se ha materializado en el mal nombrado dominio de masas, por parte de agencias y empresas de la comunicación al servicio de los grandes poderes económicos y políticos; lo que terminó en una costumbre: la costumbre a aquellos relatos que mercantilizan la información, que castran la opinión, que invalidan las otras formas de coexistir en un país como el nuestro, abonando al relato de una guerra silenciosa. Por otro lado, los medios de comunicación alternativos, comunitarios y populares, han permitido que cada rincón del país se narre a sí mismo en tiempo real y con sus propias voces. Van quedando por fuera de estos relatos de regiones diversas, la manipulación política y económica de esta historia que

Directora: Mariana Álvarez López direccion@enfoquedeoriente.com Diseñadorxs: Enfoque de Oriente Editora general: Manuela Betancur Pérez info@enfoquedeoriente.com

hoy se está escribiendo. El verdadero criterio ético y político del periodismo va saliendo de la sala de urgencias a la que la inútil industria de la información, con sus estructuras de poder, la había llevado. Es en este punto, en la falta de legitimidad y credibilidad en los medios tradicionales, cuando se hace importante que la sociedad encuentre alternativas para informarse; y además, la posibilidad de sentir que sus ideas, historias y realidades tienen espacio en un medio de comunicación construido de manera comunitaria. Es aquí, cuando, más que otras veces, el papel de los medios alternativos, comunitarios y populares tiene sentido. Los medios comunitarios que reconocemos el papel de cada persona en este ejercicio, desde quien escribe, publica, diseña, sale a las calles, registra, problematiza; hasta el o la reportera comunitaria que en la confianza y la lealtad leída hacia su relato y contexto, confía sus historias, reportes, fotografías, testimonios, no usurpamos sus voces, por el contrario, ponemos toda la capacidad informativa para que lxs nadie, expandan su voz y que entonces esas voces puedan escucharse tan fuertes como las consignas en las marchas. No es fácil, pero el doler, reír, soñarnos un mundo mejor, juntxs, desde el quehacer en y desde las formas de resistir que cada quien encuentra, hace que tenga sentido estárnosla jugando por el contar las historias de esta región que, en últimas, son una fracción de la historia nacional, de esa memoria histórica que construimos y que estamos decididas a cambiar en el tránsito del relato que siempre ha estado escrita por los vencedores. Dejamos saber que como Enfoque de Oriente seguimos comprometidas en esta decisión política, humana, social y comunicativa, de aportar a la narrativa colectiva desde la base, con el corazón puesto en favor de lxs vilipendiadxs, visibilizando las realidades que los grandes medios nacionales y regionales, yendo en picada, se niegan a mostrar. EO

Colaboradores y colaboradoras en esta edición: Juan Pablo Acosta Navas Daniel Ortega Johny Galvis Yojan Valencia Johan Andrés Castro Marulanda Marsaurust Liceth Zuluaga Narváez Átomo Mar Mujeres El Santuario Jeniffer Rueda Corporación Jurídica Libertad Portada: 'Somos artistas, no terroristas' Mario Toro Quintero

Escanea el código QR para ver el Foro "Hablemos de lo que nos duele: periodismo alternativo en el Paro Nacional", espacio para el que escribimos esta narrativa y en el que participamos en compañía de Aquinoticias, José Alberto Tejada y Jonatan Buitrago del Canal 2 de Cali, en la moderación de Daniel Santa.

Facebook: Enfoque de Oriente Twitter: @EnfoqueOriente Instagram: @enfoquedeoriente Contacto: 3107460527 www.enfoquedeoriente.com Enfoque de Oriente es un medio de comunicación comunitario y popular, habilitado para visibilizar las narrativas de quienes habitan los territorios. Los textos que aquí se publican tienen relación directa con las visiones del mundo de sus autores.


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Escanea el código QR para ver el boletín del Paro Nacional 28A - 2J, en Antioquia. Por las garantías a la protesta social y la lucha contra la impunidad


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#territorio

Foto: Johny Galvis

Visita de trabajo de la CIDH a Colombia, ¿y ahora qué? Por: Juan Pablo Acosta Navas

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l Paro Nacional en Colombia iniciado el 28 de abril de 2021 arroja unas cifras tenebrosas sobre el uso excesivo de la fuerza por parte de la Policía y el ESMAD; al 15 de julio, las ONG Temblores e Indepaz registran más de 4.852 agresiones (pero podrían ser muchas más por los habituales subregistros) lo que evidencia que no se trata de simples casos aislados, y mucho menos que la respuesta violenta y brutal por parte de la fuerza pública ante las manifestaciones, obedecen a simples “manzanas podridas” de la institucionalidad. Tras las primeras denuncias y registros audiovisuales de ONG, organizaciones sociales y ciudadanos frente a la brutalidad policial, un sector de la sociedad colombiana asentó sus expectativas de cese de la represión y de la posible violación de derechos humanos en la visita de trabajo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH que se desarrolló entre el 7 y 11 de junio. CIDH, SIDH, CADH y Corte IDH ¿eso con qué se come? La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, junto con la Corte Interamericana de Derechos Humanos, Corte IDH, son los órganos autónomos e independientes de la Organización de Estados Americanos, OEA, que conforman el Sistema Interamericano de Protección de Derechos Humanos, SIDH. La CIDH tiene su sede en Washington y la Corte en Costa Rica, la primera se encarga de la observancia, promoción y protección de derechos humanos en las Américas a través de diversos mecanismos y medidas no jurisdiccionales; mientras que la Corte IDH, como todo Tribunal Internacional, cumple funciones jurisdiccionales (investiga, juzga y produce fallos que condenan, en este caso, la responsabilidad internacional de los Estados del continente que ratificaron la Convención Americana), pero también cumple funciones consultivas.

La piedra angular del SIDH es el tratado internacional que conocemos como Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH) o Pacto de San José de Costa Rica (1969). Colombia hace parte de este y otros tratados interamericanos que protegen los derechos humanos, por lo cual el Estado está obligado a respetarlos y garantizarlos. Pese a lo anterior, el Estado colombiano ha sido declarado responsable por violar los derechos humanos contenidos en la Convención en más de veinte casos, que van desde desaparición forzada (caso Rodríguez Vera y otros [Palacio de Justicia]) hasta masacres perpetradas por agentes estatales de manera directa, o en connivencia (complicidad) o aquiescencia (autorización o “dejar hacer”) con paramilitares (Masacres de Mapiripán, Ituango, La Rochela, Santo Domingo, Pueblo Bello). ¿Y qué pasa con la visita de la CIDH? La visita de trabajo de la CIDH se desarrolló entre el 7 y el 11 de junio, se habilitó un formulario de recepción de testimonios sobre los excesos y la violencia desplegada por parte de la fuerza pública,y otras violaciones de derechos humanos denunciadas por algunas ONG y la sociedad civil, las cuales fueron relatadas por decenas de personas y escuchadas por la CIDH. Pero esta visita de trabajo es diferente a la visita in loco, puesto que en esta última asiste el pleno de la Comisión, y al finalizar se emite un informe sobre las violaciones a los derechos humanos advertidas en el país, informe que tendría una carga simbólica y un peso político mayor para el Estado colombiano como un llamado urgente a cesar los abusos en el marco del Paro Nacional para no “figurar como un Estado violador de derechos humanos” ante la “comunidad internacional”. Como lo recuerda DeJusticia a diferencia de la visita in loco, en la visita de trabajo no se produce un informe de país al final, sino que se emiten unas observaciones generales y un comunicado de prensa


con recomendaciones dirigidas al Estado. Colombia ha permitido siete visitas in loco y nueve visitas de trabajo (en 1980, 1990, 1992, 1997, 2001, 2012, 2014, 2015 y 2018). ¿Y qué esperar después de la visita? La CIDH presentará sus hallazgos e impresiones de la visita de trabajo en próximos días, pero esta comunicación no constituye un juzgamiento ni una condena al Estado colombiano ni a ninguno de sus funcionarios de manera puntual. Las recomendaciones para que cese la represión y la violencia policial, aunque serán importantes para visibilizar lo que ha ocurrido en Colombia durante cerca de seis semanas desde el 28A hasta la visita de la CIDH, pueden quedar engavetadas ante la actitud de “oídos sordos” que el gobierno ha tomado de manera reiterada durante el Paro en relación con los manifestantes, las víctimas, las ONG y las organizaciones de derechos humanos.

También, muchas personas se preguntan si eventualmente podría abrirse un caso ante la Corte IDH para determinar la posible responsabilidad del Estado colombiano en la violación de derechos humanos durante el Paro, la respuesta es que sí puede ocurrir, pero el proceso es lento y puede tardar años (o incluso décadas). De acuerdo con el reglamento de la Corte IDH, solo la CIDH (art. 35) o los Estados (art. 36) pueden someter un caso ante este Tribunal y deben surtirse en ambos escenarios varias etapas y procedimientos que pueden tardar bastante, además debe demostrarse que el Estado “no quiso o no pudo” investigar las violaciones de derechos humanos cometidas durante el Paro y que se agotaron los recursos internos. Para ejemplificar esto, justamente la Comisión durante la segunda semana de junio de 2021, decidió someter el caso de la desaparición forzada del soldado Óscar Tabares ocurrida en 1997, es decir 24 años después de ocurridos los hechos, el caso se somete a la Corte IDH por las irregularidades en la búsqueda del soldado tan pronto ocurrió su desaparición y por las fallas posteriores durante la investigación del suceso cuyos presuntos responsables serían miembros de la fuerza pública.

#territorio

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Escanea el código QR para conocer las Observaciones y recomendaciones de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos tras su visita a Colombia

Foto: Johan Andrés Castro Marulanda.

Solo resta aguardar el comunicado de la CIDH con los hallazgos de su visita y esperar que tenga suficiente eco a nivel global para que el Estado colombiano cese la brutal represión contra los manifestantes, y esto nos encamine hacia una reforma estructural de la Policía Nacional, el desmonte del ESMAD y un cambio urgente y sustancial en la doctrina militar en la cual la fuerza pública deje de ser un actor de la guerra para convertirse en una institución que garantice la vida y la paz tan anhelada y a la vez esquiva que Colombia merece alcanzar tras tanta sangre derramada durante las últimas décadas. Por lo pronto ¡Qué viva el Paro, hasta que la dignidad se haga costumbre!


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#movimientosocial

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La búsqueda de la equidad en Colombia: una fuerza que crece y se legitima entre las sombras de la violencia

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Por: Liceth Zuluaga.

oy, a varios meses del Paro nacional, son muchas las exigencias que se van sumando a la lista de peticiones de los sectores vinculados a esta movilización masiva, que, entre otras cosas, viene haciendo historia. La lucha de hoy está abriendo camino y dando luces de ese país en el que se proyectan las generaciones del presente y al que aún le cuesta tanto concebir a las generaciones del pasado. En las calles de la Colombia diversa, pluriétnica y multicultural, masivamente, se ha dado cita una generación de jóvenes que han visto en juego las posibilidades de permanencia y una vida digna en su país. Junto a ella marchan adultos, niñas y niños, quienes, junto a Wiphalas, bastones de mando, cánticos, recorridos y tambores, manifiestan su inconformismo y desacuerdo con el gobierno colombiano, actualmente en cabeza de Iván Duque Márquez. El líder del país es un político de derecha tradicional que no ha dudado en manifestar su empatía por el sector privado y su despotismo por las necesidades urgentes y las desigualdades históricas que ha atravesado gran parte del pueblo colombiano. Es a partir del uso de la fuerza, de la militarización de regiones y de la represión sin precedentes como el mandatario ha respondido a las demandas. Todo este accionar, no es más que la muestra del desentendimiento voluntario de una clase política sobre las necesidades inmediatas, que tienen que ver con: salud, educación (inicial, básica, media, universitaria), seguridad alimentaria, derecho al trabajo, vivienda, renta básica para la población vulnerable, vida digna, entre otras tantas. Ahora bien, durante los bloqueos y las multitudinarias movilizaciones en Colombia, el gobierno nacional y algunos representantes del sector empresarial, han manifestado su profunda preocupación por diferentes temas que tienen que ver con el supuesto colapso del sistema hospitalario, por el incremento de contagios de COVID-19 en las movilizaciones, y el bloqueo de vías que afecta la circulación de alimentos y pone en riesgo la seguridad alimentaria de la población. Adicional a esto, les preocupa el cierre de diferentes empresas y el desinterés de empresarios extranjeros por invertir en el país. También la violencia en contra de la propiedad privada ha sido tema de interés para este sector y, por cierto, razón para defenderla con armas y desde camionetas blancas en complicidad de la policía nacional. Durante las protestas, el accionar de la ciudadanía ha sido categorizado como violento porque impide el desarrollo tranquilo de la vida en el país, pero tranquilidad es lo único que no tienen quienes se movilizan, quienes representan a la Colombia empobrecida y olvidada por el estado.

Foto: Mario Toro Quintero.

Las dos versiones que alzan sus voces en medio del Paro Nacional, la de las elites que habla del riesgo de una seguridad alimentaria por el bloqueo de vías, y la de esa ciudadanía que se moviliza porque hoy en el país mueren niñas y niños por desnutrición, instala una discusión en la que se hace visible que el desgaste y cansancio de unos que exigen, ha puesto en juego el privilegio de otros y eso les incomoda. Los derechos en Colombia, son derechos de papel, derechos selectivos a los que solo pueden acceder quienes tienen cómo pagar por ellos. ¿Cómo se entiende el concepto de la violencia? Cuando se habla de ella, es necesario comprender que existen diferentes formas en cómo esta se manifiesta. Según Johan Galtung, existen tres tipos de violencia: la violencia directa, la violencia cultural y la violencia estructural. La violencia directa es la visible, la que sabemos explicar cuando de cara a ella nos encontramos con comportamientos que van en detrimento a la vida y la propiedad. La cultural se presenta por medio de elementos simbólicos y que van desde la religión, las artes, el lenguaje y otras. Es justamente la violencia cultural, la que se encarga de justificar y legitimar la violencia estructural, esa que nos habla de una privación a los derechos fundamentales y la disminución real de satisfacción de necesidades básicas. Han sido vandalizados edificios, pero también violentadas sexualmente muchas mujeres en las propias instalaciones de la Policía. Se han y se seguirán cerrando vías, no bloqueando estrictamente el paso, eso sí, disminuyendo la rápida circulación de los alimentos, pero durante años vienen muriendo de sed y hambre niños y niñas en La Guajira. Han colapsado los hospitales por el alto número de contagios durante las movilizaciones, pero durante el periodo de pandemia se ha priorizado la compra de tanquetas militares, visores nocturnos de alpinismo para soldados y nuevos uniformes para la fuerza pública. Las universidades públicas, endeudadas, han detenido sus actividades afectando los procesos de formación a los pocos jóvenes que pueden ingresar, a causa de la falta de interés e inversión en la educación para una población que exige a gritos su derecho a la educación pública, gratuita y de calidad. Colombia es un escenario de contrastes en el que la enajenación, a algunos, solo les permite contar los vidrios rotos y no las vidas perdidas. Donde el hambre solo importa cuando no es la de los indígenas. Donde las pérdidas en las ganancias solo se hacen visibles cuando se trata de empresarios y no de campesinos que pierden cosechas enteras, por la falta de vías para hacer llegar sus productos a las ciudades. En Colombia a los ríos los convirtieron en empresas para la producción energética, así eso implicara desviarlos y poner en juego la vida de quienes de ellos bebían. El mismo Galtung alguna vez dijo: no se trata solamente de ver un escenario de violencia y destrucción, sino también la posibilidad de justicia y paz. La alienación en sí misma es violencia estructural, hace parte de esa deshumanización que no nos permite sentir el dolor por los demás, es la pérdida de la empatía.


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Por: Mar.

ada vez que te miro en lo scuro de tu historia, me dejas saber que si escarbo, encuentro más. as he visto llorar; a las madres que no han vuelto a abrazar a sus hijxs. También veo a lxs lvidadxs. A lxs que no aparecen los libros, y están muertxs en las calles; a lxs arrebatadxs y convencidxs de la lucha.

#detintayotrosdelirios

c o l o m b i a

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atria querida, ¡cuánto puedes doler! astará la vida para ello? ngenuamente, todas las noches, voy al sueño de verte digna y libre, rdiendo en el fuego del pálpito de lxs que volverán siendo millones para verte vencer.

Foto: Mario Toro Quintero.


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Foto: Mario Toro Quintero.

#vozpópuli

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¿Reformar o no a la Policía Nacional? D

urante el Paro Nacional se ha demostrado en las calles de Colombia la falta de legitimidad y credibilidad en las instituciones del país. El Gobierno Nacional, la Defensoría del Pueblo, la Fiscalía y los medios de comunicación han sido cuestionados por su actuar en este periodo; sin embargo, quien ha recibido mayores críticas ha sido la Policía Nacional, debido a las vulneraciones de derechos humanos en el marco de las protestas. Desde diferentes sectores se habla de la necesidad de una reforma estructural a la Policía Nacional. Conversamos con Andrés Álvarez, abogado y profesor de la Escuela de Derecho de la Universidad Eafit, sobre la Policía, su naturaleza, objetivo y la posibilidad de que se dé esta reforma de la que hemos oído hablar por estos días. Enfoque de Oriente: ¿Cómo define la constitución política a la Policía Nacional desde su naturaleza y objetivo? Andrés Álvarez: La Constitución Política define a la Policía como un cuerpo armado de naturaleza civil, y tiene una función especial que es el mantenimiento de las condiciones necesarias para el ejercicio de los derechos y libertades públicas, y para asegurar que los habitantes de Colombia convivan en paz.

E.O: Explíquenos un poco más eso de “cuerpo armado permanente de naturaleza civil”, ¿a qué se hace referencia con el término de naturaleza civil? A.A: Cuando se habla de naturaleza civil es para contraponerse a la naturaleza militar que tienen fuerzas militares como el Ejército, la Armada o la Fuerza Aérea. Eso quiere decir que la Policía no es un órgano que esté puesto en la Constitución para defender la soberanía del Estado o el régimen constitucional vigente de los grupos armados ilegales; sino más bien, la Policía busca mantener la convivencia ciudadana y ofrecer apoyos fundamentales para el ejercicio judicial. Cuando hablamos del Estado, hablamos de un sistema de normas que tiene una naturaleza coercible, es decir que la garantía de las normas se apoya en el uso de la fuerza estatal, y es la Policía la que tiene esa función de garantizar, a través del derecho y del uso de la fuerza, las libertades, los derechos y obligaciones que tienen los ciudadanos bajo unos marcos normativos determinados. Siempre que se habla de naturaleza civil lo que estamos diciendo es que la Policía no entra en la lógica de un conflicto armado o una guerra internacional, pues esas funciones la constitución se las asigna a las fuerzas militares.

E.O: En medio de los cuestionamientos que se le han hecho a la Policía Nacional, desde diferentes sectores se habla de que esta institución debería ser parte del Ministerio del Interior y no del Ministerio de Defensa ¿por qué se dice eso? ¿Qué implicaciones tendría? A.A: La fórmula para mí, teniendo en cuenta la naturaleza civil, es que la Policía haga parte del Ministerio del Interior; sin embargo, lo que hace el presidente de la república en la propuesta que está formulando es ampliar las competencias del Ministerio de Defensa y llamarlo “Ministerio de Defensa y Seguridad Ciudadana”, de tal modo que lo que se busca con esa reforma es ampliar las competencias del ministerio y hacer la distinción entre lo que serían las competencias de las fuerzas militares y las de la Policía como tal. Ahí ya se intenta hacer una separación de competencias entre fuerzas militares y las policiales, pero creo que lo más adecuado es que la Policía Nacional pertenezca al Ministerio del Interior, teniendo en cuenta su naturaleza civil y que debe ser un organismo pensado no para defender la soberanía, sino para garantizar la convivencia ciudadana.


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E.O: ¿Qué particularidades o diferencias puede tener la Policía Nacional de Colombia frente a otros organismos policiales de otros Estados del mundo? A.A: La primera diferencia es precisamente que haga parte del Ministerio de Defensa, eso es algo atípico. También la competencia para juzgar los delitos cometidos por los miembros de la Policía Nacional; en el caso colombiano es el de una jurisdicción especial que es la Justicia Penal Militar, pero sí en la constitución hablamos de una naturaleza civil de la Policía, pues lo más lógico debería ser que sean juzgados por la jurisdicción ordinaria. Sin embargo, la diferencia principal que ha tenido la policía colombiana en comparación con la de otros estados no es el marco legal, sino la historia y el contexto colombiano de cuando se empiezan a establecer las normas de la Policía que es en la década de los 90s, la época más dura del conflicto armado interno. En esa época, la Policía empieza a jugar un papel muy importante como si fuera una fuerza militar y actúa dentro del conflicto armado interno, teniendo un enfoque más militar que de convivencia ciudadana. Además, si rastreamos un poco antes de los años 90, cuando ocurre la guerra entre el Estado colombiano y los carteles del narcotráfico, en medio del enfrentamiento, la Policía empieza a asumir tácticas militares para oponerse a los grupos de narcotraficantes, es ahí donde las competencias de las fuerzas militares y de la Policía se solapan y se pierde la distinción entre ambas.

E.O: Volviendo al tema de la reforma estructural a la Policía Nacional de Colombia, ¿qué tan viable es esta reforma? ¿Cuáles considera usted que deben ser los principales puntos a reformar? A.A: En cuanto al proceso legal eso tiene distintas aristas y niveles. Si vamos a hablar de una reforma que metiera a la Policía dentro de la jurisdicción ordinaria, pues eso requeriría de una reforma constitucional; pero, otras cosas como el cambio del Ministerio de Defensa al del Interior, se podrían hacer mediante una reforma legal o mediante un decreto presidencial. Entonces, podemos decir que los niveles de cambios normativos son distintos, eso en cuanto a la forma. Ahora, en cuanto al fondo, que es el asunto más importante, lo primero que se tiene que establecer en una reforma eficaz de la Policía Nacional es una delimitación de competencias; que se conozca muy bien en cuáles escenarios actúan las fuerzas militares, y en cuáles actúa la Policía. La constitución es clara frente a eso; mientras las fuerzas militares tienen como finalidad la defensa de la soberanía, la independencia y el régimen constitucional y legal vigente; pues a la Policía le corresponden las actividades relacionadas con la garantía de los derechos y libertades ciudadanas, y sobre todo los asuntos de convivencia. Es muy importante hacer un cambio de enfoque en la Policía para que ya no se entienda como una institución del Estado en el conflicto armado, sino que tenga un enfoque de convivencia ciudadana, y

eso debería estar acompañado de unos mecanismos más eficaces de control. Uno de los principales problemas de la Policía es la desconfianza ciudadana porque se le endilgan casos de abusos y corrupción, y muchos de estos quedan en la impunidad, lo que hace aún más importante que existan mecanismos de control que le brinden garantías a los ciudadanos en el ejercicio de sus derechos, pero que también sean eficaces para los miembros de la Policía que estén involucrados en estos casos. Finalmente, lo que debe estar muy claro es el marco regulativo de la Policía, de tal manera que los ciudadanos se sientan confiados cuando se encuentran con la Policía Nacional; pero que también los miembros de esa institución tengan sus funciones muy claras, sepan cuáles son sus protocolos y tengan plena seguridad jurídica a la hora de ejercer su función. Este es un contenido creado desde #EnfoqueSonoro, así que si deseas escuchar la entrevista completa puedes acceder a través de este QR:


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#lapáginavioleta

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Naturaleza combativa,

como las rocas y las maricas Por: Daniel Ortega

Marica: insulto a lo que no es como ‘debería’ *Con un enfoque generalizado (a lo que -o a quien-) debe ser masculino (y es femenino) o no tan masculino como ‘debería’. Lo que ‘debería’ viene normalmente de los intereses o comodidades de mayorías o minorías poderosas. Pa mí, lo marica es lo que debería, el fluir natural de las cosas. Eso tan bonito deja de ser insulto ¡Qué chimba ser marica!


L

a maricada es inherente a la naturaleza y la naturaleza parece salirse siempre de las manos de las culturas y de la realidad imaginada. La naturaleza es marica, no entiende de culturas, ni megaproyectos; no se ajusta a las necesidades de los hombres ni se somete a sus leyes. Por eso, históricamente, todo lo marica: los bosques, las areperas, los cacorros y las rocas, han sufrido la muerte, la censura o la omisión ejercida por el patriarca; han resistido con su existencia haciendo saber que las leyes deben adaptarse a la realidad natural y objetiva, y no al revés. La roca, para la revolución que deberá siempre ser marica, se deja empuñar para derrocar las instituciones; la roca, metamórfica, ígnea o sedimentaria, es maricona porque está llena de todo lo que el mundo le ofreció para conformarse, es un recordatorio de dónde termina la materia que también nos conforma y de que todes somos naturaleza, todes somos maricas. En la página 46 del libro ‘De animales a dioses, breve historia de la humanidad’, de Yuval Noah Harari, dice: “Entre ficciones, constructos sociales o realidades imaginadas (...) desde la revolución cognitiva, los sapiens han vivido en una realidad dual. Por un lado, la realidad objetiva de los ríos, los árboles y los leones; y por otro, la realidad imaginada de los dioses, las naciones y las corporaciones”. Parafraseando a Cesar Hermida en su artículo ‘De animales a dioses’ para el diario Telégrafo de Ecuador, la primera realidad objetiva es herencia animal, no incluye solo la naturaleza de ríos, árboles y leones, también la del alimento, la sexualidad, el abrigo, la vivienda, y el movimiento corporal de la vida. La segunda es la subjetividad cultural colectiva del grupo, es la inventada, la consciente: el dinero, los cargos y como nos hemos organizado. Esta última, aunque imaginada, se ha mofado de las realidades que gritan nuestros cuerpos deseantes y de la ternura de nuestros corazones; ha puesto a girar la naturaleza que somos alrededor de las economías, los poderes y los egos de los hombres, ha individualizado intereses subjetivos que ignoran los naturales, los objetivos, los que surgen en la honesta involuntad. Cuando era más pequeño vivía en una casa al frente de una cantera (un lugar donde sacan de la montaña distintos materiales como rocas y arena, sobre todo para construcción, en una actividad de minería a ‘pequeña escala’).Una noche se nos vinieron encima varias rocas, dañaron la casa, partieron el mueble de la sala a la mitad y al salir, teníamos la montaña al frente: rocas, pantano y palos se habían apoderado de la carretera que alguna vez fue suya. Se equivocan quienes le piden a la montaña y al río que esperen, que se muevan y hagan bajo las lógicas de los hombres; se equivocan y quedan atrapadas esas personas entre derrumbes y paros nacionales. Yo creo que a la maricada que habita a cada persona le pasa eso que a las montañas apeñuscadas por la construcción de carreteras o la actividad minera: hay un momento de cansancio y grito, hay un reclamo por el espacio que se le arrebata. Como cada tanto tiempo,que la montaña bloqueaba las vías de Amagá a Titiribí en el Suroeste de Antioquia, todo empezaba con dos o tres piedritas que caían como dando aviso. Cuando se acepta la maricada que libera y nos recorre, como recorren las aguas subterráneas a las formas rocosas que están en el interior de las montañas y los montes, las que terminan en las cañadas, los acueductos y las casas, lavando los cuerpos y calentándose para un sancocho, entiende uno que la maricada es la vida pasándole por dentro y que hemos construido sociedades hostiles para vivir.

Foto: Yojan Valencia

El asfalto que sostiene las ciudades es absurdo para nuestros pies blanditos y la complejidad del sexo, del amor y el ser, se desborda como las plantas que crecen por los bordes de las aceras de este cis-tema sin sentido ¡Qué se rompa el asfalto! Que se vuelva roca de nuevo, que salga del closet y deje ver que no es carretera, que es arena y roca de la montaña, sedimentos que vinieron de un río y fluidos químicamente activos, partículas de diversos tamaños transportadas por el agua, el hielo o el viento, que terminaron siendo pisadas por un guevón y bloqueadas por una marica para reclamar sus derechos.

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#detintayotrosdelirios

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El canto de las flores

Creación colectiva: Mujeres El Santuario

Un cuerpo que no ha sido cuerpo sino un laberinto sin salidas. Mil y una noche de miedo, Ni una más de olvido. ¡Un cuerpo de mujer! ¡Un cuerpo de niñas, niños! Cuerpos de hombres agredidos ¡Partidos al ritmo de una metamorfosis impuesta violentamente por el Estado! Una justicia indiferente, Un alma que ha sido víctima de manos asesinas. Quiero gritar ¡Colombiana soy!; Desangrándome en mil guerras Rompo cadenas de opresión, Un ser nuevo tienes hoy. Escúchame Latinoamérica, Nacimos hijas del sol. No soy un objeto, soy voz de vida, Un dolor que se ha hecho carne. Quién dio la orden, nunca parió un hijo.

a j e s ú s ta m b i é n l o m at ó e l e s ta d o

enfoque de oriente Collage: @marsaurust


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@atomocartun


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#MOVIMIENTOSOCIAL

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S

i pensamos en el bienestar y la vida digna de diversas comunidades en nuestro departamento, no tendremos una ecuación que por sí misma logre tal cosa. Sin embargo, en diferentes territorios, entre veredas y barrios periféricos, se hace necesario sensibilizar, acompañar, y resaltar los liderazgos comunitarios como parte fundamental e imprescindible en la exigencia de justicia social y la búsqueda porque se garanticen los Derechos Humanos y la construcción de paz. Bajo esta panorámica, comprendiendo que así como estos líderes y lideresas son imprescindibles en sus territorios y también en los logros relacionados con la construcción de territorios autónomos con capacidades de acción colectiva, no podemos pasar por alto el nivel de estigmatización al que se les expone, además de la sistematicidad en las amenazas y asesinatos al que injustamente les someten, sin contar con garantías para la vida como responsabilidad del Gobierno nacional. Imprescindibles, es la campaña y el adjetivo con el que reconocemos la labor de aquellos liderazgos sociales que trabajan en favor del bienestar de sus comunidades, en territorios del país en donde persiste el conflicto armado. Es esta una invitación a la acción colectiva y la articulación de voluntades en acompañamiento a quienes defienden la vida de múltiples maneras.


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