Enfoque de Oriente | Edición ABR 2019

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ENFOQUE DE ORIENTE Edición N° 271 | Abril de 2019 | ISSN 2539-1984

NO TODOS LOS HÉROES

USAN CAPA

Campesino. Esta portada también es sonora. Escanea el código y escucha el Podcast realizado en homenaje al campesinado.


#VOZPÓPULI

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enfoque de oriente

¡Viva el paro nacional!

Pronunciamiento en relación al Paro Nacional, 25 de abril 2019 Por: Movete

Más de dos siglos repitiendo la historia, cometiendo los mismos errores, proclamando la misma arrogancia. La rancia clase privilegiada sigue repartiéndose el país intramuros, escondidos del pueblo. Cada apretón de manos nos sentencia. Como Movimiento Social por la Vida y la Defensa del Territorio (MOVETE), estamos convencidos de que es en las calles, movilizándonos y resistiendo, donde recuperaremos lo que la clase privilegiada nos roba en los despachos de la Casa de Nariño. Pasan los años, pero las enfermedades siguen siendo las mismas, y la cura que nos niegan también. Por eso volvemos a movilizarnos, manifestación máxima del poder popular. Esta vez el verdugo se llama Iván Duque. Inexperto, sin mérito alguno, sirviente al que todo el mundo regaña. Duque es el mismo capítulo de la misma serie, la misma cuna de oro, la misma negativa a la negociación, el mismo desprecio por las necesidades, el sentir y la sabiduría del pueblo. Duque trae consigo un nuevo Plan Nacional de Desarrollo donde están contenidas las bases de las políticas públicas que serán implementadas en los próximos tres años. El presidente miente al decir que su Plan de Desarrollo es un pacto por Colombia, un pacto por la equidad. En realidad, el plan de desarrollo está diseñado para aumentar la desigualdad, precarizar las condiciones de la clase trabajadora, encarecer la vida, privatizar el patrimonio público, incrementar la concentración de la tierra, limitar la participación democrática de las comunidades, sustentar la economía en el extractivismo y la especulación financiera, premiar al inversionista extranjero y castigar la industria nacional. Llevamos décadas padeciendo los efectos que tienen las directrices nacionales en las realidades locales. La locomotora minero-energética ha destruido nuestro tejido social y el ecosistema de los territorios. Los proyectos mineros, y en especial las pequeñas, medianas y grandes centrales hidroeléctricas solo han traído desplazamiento, afectaciones a la cultura, desarraigo, cambios en la vocación económica, y la privatización de los bienes comunes, todo en nombre del desarrollo, auspiciado por instituciones como CORNARE y la ANLA, custodios de los intereses del sector empresarial que impulsa este tipo de proyectos. Como movimiento social rechazamos la matriz energética imperante que le pone precio y dueño a las fuentes hídricas, en beneficio de grandes intereses privados, y en detrimento de los bienes comunes y las comunidades. No queremos hidroeléctricas, ni proyectos que quieran captar cualquier fuente hídrica del Oriente antioqueño para producir energía. La nuestra es una región campesina; antigua despensa agrícola del país. Ya no comemos lo que nosotros mismos sembramos. El conflicto armado, los tratados de libre comercio, el abandono estatal, y esa revolución verde que prefiere lo ajeno por encima de lo propio, hacen parte del proyecto nacional de descampesinización cuya pretensión es que los campesinos sigan conformando los cinturones de miseria de las grandes ciudades o se conviertan en mano de obra barata de la agroindustria. Ya es hora de que el campesinado sea reconocido como sujeto político de derechos y las directrices gubernamentales estén de lado del que produce la comida. Directora: Mariana Álvarez López 3206720165 Staff: Santiago Agudelo Giraldo. Lucas Rendón Muñoz. Andrés Felipe Garzón Ospina. Colectivo Buena siembra.

Nos sumamos al gran paro nacional para llamar la atención sobre otras problemáticas que enfrenta nuestro bello y explotado Oriente antioqueño. Entre ellas los monocultivos de hortensias y aguacate que contaminan las fuentes hídricas con agroquímicos, promueven la concentración de la tierra, deforestan los ecosistemas y amenazan la soberanía alimentaria. Las figuras de conservación que desconocen a los habitantes como protectores de los ecosistemas, también nos preocupan; pues ese discurso conservacionista está diseñado para proteger nacimientos de fuentes hídricas cuyo caudal será captado más adelante por algún proyecto hidroeléctrico, o para venderle bonos de contaminación a empresas nacionales y extranjeras. Proyectos que mercantilizan la naturaleza, y desconocen los derechos fundamentales al retorno y a la restitución de las víctimas del conflicto armado. Asimismo, el modelo de integración territorial desigual e inequitativo que se quiere imponer, el cual privilegia a grupos de poder regionales y nacionales, yendo en contravía de las poblaciones humildes de la región, promoviendo un modelo de desarrollo insustentable en nuestros territorios; rechazamos además las lógicas de muerte machistas y patriarcales que desconocen la labor política y social que ejerce la mujer en los territorios, queriendo reducirle a un objeto más de colonización y disputa. Son estas las razones por las que paramos. El Movimiento Cívico nos enseñó que debíamos convertir la protesta en propuesta, sin dejar de protestar. En los últimos años hemos puesto especial empeño en imaginar y materializar alternativas de vida digna: circuitos económicos solidarios que eliminen los intermediarios y generen un comercio justo y directo entre el productor y el consumidor, la autogestión de los acueductos comunitarios, propuestas de turismo ecológico y comunitario, y el reconocimiento de los derechos políticos, reproductivos y sexuales de la mujer; entre otras propuestas que nos permitan permanecer en el territorio. En el país que soñamos no matan más de 600 líderes sociales en dos años y medio, ni se incumplen acuerdos de paz, ni se cierran las puertas de diálogo con el ELN, ni existen grupos paramilitares, ni se pacta con los gremios cosas que no se van a cumplir, ni se confisca la memoria, ni se prohíbe la protesta social, ni se encarcela al que piensa diferente, como sucedió con nuestro compañero Ancízar Morales. El país no podrá ser sin nosotros. Si nos dejan a un lado nos tendrán aquí, convocando a otro paro. POR LA DEFENSA DE LA VIDA, EL AGUA Y EL TERRITORIO ¡MOVETE PUES!

Diseñador: Wilson Rojas Flórez / Secuencia Uno Portada: Campaña e imagen de la Liga de la resistencia. Cortesía: La Liga de la Resistencia. Circulación impresa, mensual y gratuita.

Facebook: Enfoque de Oriente Twitter: @EnfoqueOriente Instagram: @enfoquedeoriente periodicoenfoquedeoriente@gmail.com Enfoque de Oriente es el espacio para la visibilización de los textos que se publican; sin embargo, quien los escribe es el total responsable de lo que allí se dice.


3 #RutaOriente

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Capítulo Zona Páramo Episodio 2:

Nariño

La bebida de los dioses: La bebida de los dioses. Así llamaron al chocolate cuando los españoles arribaron al nuevo mundo, identificándola como una sustancia capaz de dar energía a los cuerpos fatigados de la colonia, de color oscuro y aroma inconfundible. Hoy, 500 años después, en Nariño Antioquia el cacao sigue siendo la bebida de los dioses, un fruto que varía en diferentes tonos ocre durante su maduración, pende de un árbol cuyo tamaño no es grande, como si la Pacha dejara a la altura de la humanidad su bondad. Que se lo comuniquen al pentágono: el cacao puede sustituir el cultivo ilícito de coca, para que sus hijos no mueran de paro cardiaco ni nuestras mulas tengan que dejar su tierra. Somos agrodescendientes, por eso el cacao podría alegrarle la vida a un niño, un joven o un viejo. Pregunten a los amantes qué mantiene vivo su amor y sus fechas especiales; pregunten a las madres qué le sirven a sus hijos para las largas jornadas, y a la Nacional de chocolates, pregúntenle qué la volvió una industria de las más grandes del país. Por esto los campesinos se asocian y trabajan juntos: para eliminar los intermediarios; para que los esfuerzos de sus manos no engorden las billeteras de los tiranos, por su autonomía y decisión en el mercado; para tener una vida digna en el campo y no tener que ir a las ciudades a morir de mendicidad. Vemos a lo ancho de las carreteras de Nariño donde ya no hay minas antipersonas sino personas sembrando paz, vida y cacao, una planta que se cuida solita, tan solo le basta la tranquilidad y que desaparezca la guerra, pues el plomo la aturde y cierra los labios de quien la bebe. En Nariño, otro municipio de este bello Oriente antioqueño, en la zona de páramos, la paz es dulce, espesa y sabe a chocolate.

Un termal al pie del páramo: Después de conquistar la cúspide en las altas montañas de Sonsón descendimos al paraíso. Era mentira eso de que estaba en los cielos esperándonos, no eran nubes ni puertas celestiales, era agua proveniente de las entrañas de la tierra. Limpiar, purificar, abrir los poros de la piel, masajear los músculos, despejar la mente. Ahí estás otra vez tú y tu eterno dar, como un premio para quien sabe cuidar. Pasar del frío más intenso en el páramo a una piscina natural de agua caliente. ¡Qué linda forma de dar, madre mía!, tus hojas son sombras, tus frutos comida y tus aguas son refugio para el alma. La abundancia se traduce en amor, el amor es tener un río dulce, frío y refrescante justo al costado de una cuna de agua tibia; como en un vientre, nos bañamos, nos curamos y volvimos a nacer.

Por: Lucas Rendón M.


4 #MOVIMIENTOSOCIAL

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Las luchas indígenas por el territorio: el caso Nasa del Norte del Cauca Por: Sara Villegas Guzmán y Bryan Vargas Reyes 2

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La lucha por la tierra y el territorio ha sido una constante a lo largo de la historia colombiana. Con la llegada del colonizador español, la conquista trajo consigo el despojo de tierras y territorios y el consiguiente aniquilamiento de quienes se opusieron a tales actos. El carácter paternalista de la Corona Española solo sirvió para la expedición de ordenanzas reales que en la práctica nunca se cumplieron, teniendo en cuenta el adagio popular “se acata, pero no se cumple”. Los colonizadores vieron en estas tierras ricas y fértiles un medio para satisfacer sus propios intereses, reclamando derechos sobre ellas, adjudicándolas y explotándolas a su parecer. Fue allí, donde surgió el conflicto por la tierra y el territorio, que ha prevalecido hasta nuestros días. Mientras que para los invasores la tierra sólo constituía un objeto de lucro, de compra y venta; para los indígenas era (y es) la base de la vida misma.4 Con el encubrimiento de la conquista, utilizando la falsa idea de proceso civilizatorio, se buscó convertir al indio en un sujeto “civilizado”, permitiendo su inserción (violenta) en la economía, especialmente la extractiva. Concebido entonces como inferior, pero útil para los propósitos de la colonia, esta forma de ver al otro intentó exterminar al indígena, arrasando su cultura, sus espacios sagrados, violentando y desarmonizando su territorio.

El paradigma que encarnan los indígenas en resistencia no solo exige un gesto externo de respeto por la diversidad cultural. No bastan las palabras, mucho menos aquellas que disfrazan y encubren para adornar los discursos del poder. 3

Con el fin de la colonia y el triunfo de la república, la situación no cambió y en muchos casos empeoró. Las leyes coloniales de protección y confinamiento de los indígenas en resguardos, pasaron a ser leyes de la república en donde se intentó la parcelación y reparto de los mismos a favor de los intereses privados de unos pocos. Muy ligado a este proceso histórico de acumulación por despojo, encontramos tanto en la época de la colonia como en la república, una idea de progreso en donde se cree ciegamente que las sociedades avanzan sin freno hacia el futuro, sin importar el nivel de destrucción de la naturaleza que se necesite para dicho fin. Esta idea, bajo el paradigma actual de la modernidad, se alimenta todo el tiempo de la dominación ejercida por los modelos coloniales aún persistentes, en donde se ve al indígena como obstáculo al desarrollo de la sociedad mayoritaria.

Escanea el código y escucha el Podcast realizado por Enfoque de Oriente “Minga por la vida y la paz”, un homenaje sonoro a la lucha incansable de nuestrxs hermanxs indígenas en la juntanza colectiva y la reivindicación de los derechos populares, naturales y humanos.

“ Proceso de liberación de la madre tierra ”, fotografía por Bryan Vargas


5 #MOVIMIENTOSOCIAL

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Con la entrada del Siglo XX y la consolidación de la república, la lucha de los pueblos indígenas por la tierra no cesó. Es así como, siguiendo el ejemplo de 5 liderazgo de Manuel Quintín Lame, se trazaron las bases para la defensa de los derechos indígenas; bases que a su vez, décadas más tarde serían articuladas en el Norte del Cauca bajo la plataforma de lucha del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) en los años 70’s. Todos los pueblos indígenas coinciden en que las causas de sus luchas (históricas y permanentes hasta nuestros días) residen en el territorio y en la reclamación de sus derechos sobre las tierras que legítima y ancestralmente les pertenecen, pues no se concibe una vida en comunidad o un progreso comunitario que no gire en torno a la madre tierra. El territorio constituye en sí mismo un recordatorio sobre sus orígenes, sus prácticas y su cultura; la lucha es y ha sido constante, pues es evidente que los foráneos no respetan el lugar que ellos ocupan ni tampoco su cosmovisión, en donde la tierra es un ser vivo y en donde existe una apropiación colectiva y no a título personal sobre el territorio. El proceso histórico y el manejo actual que se le ha dado a los derechos territoriales en cabeza de los grupos étnicos del país, los han llevado a una lucha más allá de las barreras jurídicas e institucionales, generando nuevos espacios de resistencia y pugna ante las controversias en la disputa por el territorio. Un ejemplo que vale la pena citar, es el del pueblo Nasa del Norte del Cauca, que resiste al despojo y desplazamiento al que han sido sometidos históricamente mediante el proceso de liberación de la madre tierra, acto político de toma de haciendas, pero también de carácter ecológico al abogar por la defensa de la tierra ante los abusos de químicos y monocultivos. Bajo la premisa de recuperar la tierra de los resguardos y realizar la defensa del territorio ancestral y de los espacios de vida de las comunidades indígenas, el pueblo Nasa del Norte del Cauca inicia la liberación de la madre tierra, la cual se enmarca en un escenario de movilización y protesta social que no es nuevo y que tiene como antecedente la recuperación de tierras de la época de los 70’s, en el que los principales componentes motivadores son la indignación y la percepción de injusticia social. La liberación es entonces “una reivindicación por la tierra y para la tierra. Es la orientación dada teniendo en cuenta el Derecho Mayor o Ley de Origen, en aras de 6 proteger el territorio y a su vez, dar sustento alimentario a las familias”. Según la cosmovisión Nasa, el sol es quien da vida a la tierra, protege al pueblo de la oscuridad, resguarda del frío y permite que en la tierra crezca el alimento, “Tata Sek o Tay” que significa “El sol es nuestro padre”.

La lucha por recuperar la madre tierra es válida toda vez que se traduce en la intención de proveer al pueblo Nasa de alimentos, pero es también el espacio en donde los Nasa, como guardianes del territorio, procuran defenderla de los excesos y abusos. En el marco de este proceso, se ha intentado buscar a través de tierra la reparación simbólica de los daños causados a la comunidad. Por ejemplo, la liberación de la Hacienda La Emperatriz es el reclamo por el asesinato de 20 miembros de la comunidad en el Nilo, es la reparación que solicitan ante esta tragedia y las ocurridas en Gualanday, San Pedro, El Naya y López Adentro.7 La mayor parte de la tierra del norte del Cauca está sembrada de caña, las comunidades que allí habitan estiman que unas 250.000 hectáreas están dedicadas a la producción de azúcar y biocombustibles, mientras que los 111.642 habitantes del pueblo Nasa del norte del Cauca sólo cuentan con 206.288 hectáreas de estas tierras; el 82% (169.556 hectáreas) sirven para dejar crecer el monte y habitar a los animales, sólo el 18% restante (37.132 hectáreas) son aptas para actividades agropecuarias.8 El pueblo Nasa exige tierras reivindicando el hecho de que son sus propietarios ancestrales y justificando el volver a ellas para garantizar la soberanía alimentaria, la protección, el ejercicio y goce de sus derechos fundamentales, así como también el reconocimiento de su cosmogonía y el respeto por sus tradiciones. Resisten a la cultura occidental, que con sus ideas desarrollistas, reemplazaron la memoria colectiva por la institucional, los derechos colectivos por los individuales y los espacios de deliberación colectiva por una institucionalidad excluyente y violenta del otro-diferente. Mientras que esto ocurre, la lucha indígena se articula en un espacio de resistencia en el cual no sólo están llamados a participar los indígenas sino que se genera un ambiente de esfuerzo colectivo, denominado minga, en donde también se pretende la articulación obrero/campesino/afro/indígena/popular para resistir los embates del capitalismo y el abandono del Estado. ________ 1 Estudiante de Derecho de la Universidad de Antioquia. Miembro del grupo de investigación en políticas públicas, adscrito a la Facultad de Derecho de la Universidad Militar Nueva Granada. 2 Abogado de la Universidad Nacional de Colombia. Miembro del grupo de investigación Colectivo de estudios poscoloniales/decoloniales de/para América Latina, adscrito a la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional de Colombia. Miembro del grupo de investigación Estado y usos sociales de la ilegalidad (E-Ilusos), adscrito a la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia. 3 Rivera Cusicanqui, Silvia. Mito y desarrollo en Bolivia. El giro colonial del gobierno del MAS. Bolivia: Plural editores, 2015. 4 Friede, Juan. El indio en lucha por la Tierra. 3era Edición. Bogotá: Punta de Lanza. 1976. 5 Líder indígena que asumió la defensa de su gente y la lucha por la tierra, en contra de la explotación. Trazó las bases sobre la defensa de: 1) Consolidación de los Cabildos; 2) Recuperación de Tierras perdidas; 3) Liberación de los terrazgueros; 4) Afirmación de los valores culturales. 6

Diálogo realizado con una ex lideresa de la comunidad – 2017. Diálogo realizado con liberadores que ocupan la Hacienda La Emperatriz – 2017. 8 Palabra del proceso de liberación de la madre tierra. Pueblo Nasa, Norte del Cauca, Colombia. 2016. 7

“ Bandera del CRIC ”, fotografía por Bryan Vargas


6 #LAPĂ GINAVIOLETA

enfoque de oriente

En tiempos de censura, los rostros hablan

Por: PiraĂąas Crew

Estamos reunidas con el propósito de feminizar la ciudad y denunciar la censura de mujeres luchadoras y defensoras de derechos humanos. Como mujeres, nos han dicho que necesitamos unos brazos fuertes, masculinos, que nos rodeen y nos cuiden; asociando el amor y el cuidado a la posesión y los celos, afirmando que aquel que te cela es porque te quiere. Como graffiteras nos han dicho que la calle no es nuestro lugar, que es peligroso, impidiendo la expresión de nuestro arte y relegåndonos a oficios de artesanía. Como feministas nos han dicho la lucha que es una causa perdida, minimizando el debate a que el feminismo es machismo al contrario, borrando las reivindicaciones por la igualdad y la equidad que han costado tanto. Esto es solo un síntoma de una ciudad violenta, que agota y censura movimientos sociales y artísticos; pero resistimos en lo cotidiano siendo mujeres, queer, feministas y graffiteras. La ciudad estå masculinizada, todo en tÊrminos de destruir para hacerlo mås grande y vistoso: cemento, producir, vender, mano dura‌ Nuestra mayor ficción, que nos moviliza, es la feminización del mundo, donde son posibles otras masculinidades y donde la Êtica ciudadana es el erotismo: un compromiso estÊtico con el cuerpo del otro. Por eso exigimos: - Mayor presupuesto para fortalecer procesos sociales y culturales en los vecindarios de la ciudad #NoSinMujeres. - Un programa claro de acompaùamiento a mujeres víctimas de violencia, que la hayan vivido en carne propia o en la carne de sus seres amados, como por ejemplo el homicidio de sus hijos. - No negar o discriminar a los que exploran la diversidad de su sexualidad. - No tener políticas de mano dura como la militarización de la ciudad. Como mujeres podemos proteger y frenar la violencia, como graffiteras podemos hacer arte callejero y uso del espacio público, y como feministas podemos reclamar la ciudad que queremos con nuevas masculinidades. Las mujeres hemos participado de múltiples logros sociales en la ciudad que han sido invisibilizados, y es momento de avanzar para que ocupemos lugares en lo público e incidir realmente en la toma de decisiones. Como Piraùas, extendemos la invitación a pensarnos una ciudad* libre de estereotipos, como escenario para imaginarnos y recrear nuevas maneras de habitarla y vivirla.

Corta y florece Por: Violeta

En tiempo de censura, los rostros hablan. En tiempos de sequĂ­a las flores florecen. En tiempos de rupturas, las fibras se unen. En tiempos de silencio, los muros se pintan. Acaso, Âżhemos ya las mujeres abandonado todos nuestros temores? AquĂ­ estĂĄn, ahĂ­ estamos, las mujeres en las calles, entre pancartas, con camisetas moradas o desnudas; untĂĄndonos las manos de pintura, poesĂ­a, decisiĂłn, rabia, rebeldĂ­a, conciencia, historia. La lucha toda nos ha indicado que nunca hemos sido perdedoras, siempre hemos sido oprimidas; que la Ăşnica fuerza que ha roto las cadenas se ha valido del reconocimiento monstruoso del capital y el patriarca, que impone y subyuga por dominio, por tradiciĂłn, por “naturalezaâ€?. La lucha toda nos ha demostrado que la supervivencia de las mujeres en las ciudades, en las calles, de noche, hablando de feminismo y fumĂĄndonos un cigarro, siempre ha tenido sentido desde que entendimos que hay que cortar para florecer. Hemos florecido fracturando la historia, gritando en nuestro propio nombre, pintando nuestro propios muros, escribiendo nuestros propios relatos, andando nuestras propias rutas, desafiando las noches y las calles solas, rayando y gritando en las paredes y en los diarios. Proponemos todo el tiempo nuevas formas de encontrarnos, de reconocernos, construirnos, cuestionarnos y deconstruirnos, pues ha sido ya suficiente. Todo el peso de las cadenas ha pesado en nuestras elecciones: por eso somos como somos: atrevidas, voraces, impulsivas, acadĂŠmicas, callejeras, lectoras, cantadoras, graffiteras. Son estas las razones por las que el mundo, el feminismo, las calles, las ciudades, necesitan y tramitan las nuevas relaciones, las nuevas maneras del encuentro, del amor, de la compaùía, de la creaciĂłn, de la decisiĂłn. No nos pregunten por quĂŠ somos como somos; la historia siempre lo ha sabido y ha sido consciente de su omisiĂłn. En cambio, presten atenciĂłn a las paredes que mientras el tiempo misĂłgino oculta en conveniencia de sus propias tradiciones, las paredes se cortarĂĄn y florecerĂĄn, gritando y diciendo que la calle y la noche tambiĂŠn son nuestras, que

*MedellĂ­n _________________ Patrocinadores:

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Mural realizado por PiraĂąas Crew y Buena Siembra, sector La GalerĂ­a - Rionegro. Marzo, 2019


Hermana indígena:

no podré gritar si tú callas

No sabían pues los colonos que la sangre indígena aferrada a su fortaleza siempre vuelve a la raíz; pues la resistencia, envuelta en cientos de años, no tiene cómo escapar de sus principios... Así, la mujer indígena y sabia, el jaibaná, el relato de las abuelas y el amor de la infancia, habitan en la tierra hasta nuestros tiempos, y lo harán en los venideros. Por: Mariana Álvarez López. Quizás no hemos tenido la conciencia limpia de aureolas para llegar al centro e identificación de nuestra raíz. Tal parece no es la preocupación, ni siquiera una misión existencial. Nos hemos desligado de aquel sitio íntimo donde el adjetivo humano es la razón de las cosas; le hemos dictado la sentencia al olvido para que nos acompañe desde que cortamos el cordón umbilical. Entonces, ¿cómo volver a un lugar desconocido? ¿Cómo llegar y darse cuenta de que es ese el núcleo personal de la historia? El indigenismo en su vínculo incesante con el propio centro, con la madre de todas y el cuidado de las cosas, ha sido tal vez el relato y la praxis cercana, sino al encuentro, a la búsqueda de la raíz. Pero no le reconocemos. Obviamos en la fractura de la historia la resistencia nítida de nuestras hermanas indígenas, cada vez que patrocinamos la interseccionalidad violenta que a ellas se les impone, con la que ya han sabido convivir, pero no se conforman a hacerlo y por ello se reúnen para superarla. En Antioquia existen al día de hoy cinco comunidades indígenas: Senú, Gunadule (Kuna Tule) y Embera -compuesta por tres subgrupos-: Eyábida, Chamibida (Chamí) y Dóbida-. Todas, han resistido a un sinnúmero de dinámicas que intentan flaquear su existencia, desde la explotación de los territorios, los desplazamientos forzados, el conflicto armado, la pobreza, la ausencia del Estado y la indiferencia perpetua del capuniá*.[P1] Ahora, las mujeres indígenas -que también resisten a este cúmulo de situaciones y opresiones- lidian con temas añadidos que intentan justificarse en la condición o la suerte biológica del ser mujer, por ejemplo las trabas para acceder a la educación, el trabajo doméstico como tarea fundamental, el arrebato de conocimientos o ritos tradicionales aptos o no para mujeres, la ablación del clítoris, el matrimonio a temprana edad, la no posibilidad de desobedecer al género y explorar nuevas identidades sexuales, su escasa participación política, la anulación de su diagnóstico y conocimiento medicinal… No es necesario hacer mayor énfasis para dejar en claro que la interseccionalidad, la heteronormatividad, el andropocentrismo y la violencia de género, son realidades dominantes en la vida de las mujeres, y que evidentemente las indígenas no están exentas de ellas. Son las mujeres indígenas las que desde el inicio de los tiempos han fortalecido su cultura; son la alianza entre la tradición y el legado; la memoria viva de ritos, creencias, formas de vivir y de sentir con la madre naturaleza; son la voz viva de las montañas, de las hijas nuevas, de las abuelas y de las plantas. Simbólicamente son la representación amplia de una cultura íntima, del encuentro con la raíz. Y, necesariamente, son las involucradas y urgidas a vivir su propia revolución. He conversado con algunas mujeres indígenas, pertenecientes a las comunidades en el Departamento, ninguna se ha nombrado o reconocido feminista, aunque caminan por la validación de sus derechos, quizás temerosas de no quebrantar su cultura y tradición, o de adherirse a la palabra que causa escalofríos. Ya se ha dicho que el sistema patriarcal deriva de un sistema capital y de ellos una cultura que les reconoce y sus sociedades bien los pone en práctica. El temor recae una y otra vez en el inesperado cambio de nuestras formas de relacionarnos, de proponernos social y comunitariamente para el encuentro y la discusión, de ponernos a prueba en el intento de hallarnos -lo que ya hemos mencionado como el vínculo con la raíz-. Es esta entonces la fiel prueba de que nuestra raíz muta -crece igual que un árbol- y tiene derecho a fracturarse para hacerse más fuerte. Considerar que una cultura milenaria siendo tendenciosa a dinámicas y relaciones también machistas, debe conservarse como lealtad a la historia y los ancestros, es faltarnos como humanidad, es quebrantar la ley justa y universal de vivir todas en armonía.

7 #LAPÁGINAVIOLETA

enfoque de oriente

No podremos gritar libertad si nuestras hermanas indígenas aún no pueden estudiar por temor o juicio de renunciar a sus roles de madres y esposas adolescentes, adultas o viejas. No podremos gritar libertad mientras la bienvenida al mundo para las mujeres indígenas sea la ablación del clítoris como negación al placer y rito de iniciación. No podremos gritar libertad mientras políticamente nuestras hermanas indígenas no tengan poder, no puedan tomar decisiones, no puedan comandar sus vidas y caminos. No podremos gritar libertad si se imposibilita la desobediencia en el género, la oportunidad de encontrarse en otras formas no binarias impuestas, la necesidad de encontrarse con la mujer que se quiere llegar a ser. No podremos gritar durante días, quizás meses o años; sin embargo, mientras la revolución silenciosa siga pisando los territorios, abrazando a otras mujeres y deshomogeneizando conceptos, prepararemos el grito unísono de la liberación, porque mientras no podamos hacerlo conjuntamente estaremos lejanas del núcleo personal de nuestra historia, de la historia de otras y tantas mujeres que -como diría Pizarnikhacen de la vida un rincón sensible, luchador, de piel suave y corazón guerrero. ______ *Hombre blanco.

Chipará Por: Crear puentes

Ha nacido el fruto de tu vientre, Chipará; tus semillas hoy son memorias escritas en la carne; siempre lo han sido como en la primera noche: Esa, donde Maroya como señora celestial y de la penumbra oscura, y ante la plétora de frutos de aquel arcaico árbol, dió vida a tu misión en esta tierra de hombres y mujeres en blanco, dió sagrado aliento a tu profuso color negro, dió tu bendito don para embellecer y proteger. Así naces para pintar los días, las noches, y los sucesos de la humanidad en esta tropicalísima parte del mundo, así naciste en este convulso nido de víboras, tapires, jaguares y guerras, así nacerás y prevalecerás en las manos brunas de las hijas de tu estirpe, Chipará. __________________ *Chipará: jagua.


8 #bienestar

enfoque de oriente

Justicia ecolĂłgica: un juicio que

ya no

corresponde

al ser humano Por: Santiago Agudelo Giraldo Comunicador para el cambio social.

fotografĂ­a por Wilson Rojas


9 #bienestar

enfoque de oriente

Al ser humano moderno, o, de manera más precisa, a cada uno de nosotros, nos correspondió surgir en el brevísimo episodio que rompió los enlaces orgánicos de la biogeoquímica. El antropoceno, de manera contundente, ha transgredido el equilibrio natural de la vida en la tierra. La teoría del conocimiento, en conjunto con las instituciones y los modelos de vida propios del sistema patriarcal han fomentado la estabilización y normalización de las desigualdades y las desproporciones. La voracidad económica no respeta a las soberanías populares, ni tampoco toma en cuenta las soluciones que -desde los territorios, en ejercicio de su autodeterminación- se exponen. Mientras que los primeros habitantes y verdaderos reyes de estas tierras, la vida y las especies, no tienen la mínima potestad para ser tomados en cuenta según los términos que le propone la humanidad; sí han tenido, tienen y seguro tendrán la capacidad de expresar su malestar. En la Corporación Acordes del municipio de Marinilla, se realizó el foro Justicia Ecológica y Tejido Territorial, en este se pudieron apreciar distintas perspectivas -mediante cuatro ponencias- para entender el conflicto vital que representa la acción irresponsable, agresiva, delictiva y desmedida que el ser humano ha realizado sobre la tierra, las especies y las distintas formas de vida; visibilizando, además, desde cada ponente, algunas de las acciones por el cambio, y específicamente las soluciones que han optado por llevar a cabo en sus propias historias, las de sus comunidades, sus territorios y, por supuesto, incentivando la sensibilidad, la investigación y el debate en los escenarios académicos. Para las ponencias tomaron parte en primer lugar el Colectivo Humus Sapiens, en voz de Juan Pablo Castro, quien expuso la solución a la que han acudido: la agricultura regenerativa (valiendo la pena recordar que en la edición #266, con el texto el terror de los agrotóxicos, tuvimos la oportunidad de conocer parte de esta propuesta y las problemáticas a las que pretende responder). Posteriormente, Juan Guillermo (Chibchacum), del Colectivo Ciudad Solar, expuso un análisis que tomaba en cuenta la ecología social y el conflicto armado, acudiendo principalmente a un análisis desde la historia profunda (de la vida en naturaleza) y la historia socioambiental (de la relación del hombre con la naturaleza). Luego la Red de Acción Frente al Extractivismo (RAFE), mediante Andrés Felipe Jiménez y Alejandra Villada, hablaron de la experiencia de este ejercicio comunitario en la defensa del territorio. Ya para concluir este encuentro, Natalia Posada, con la ponencia cuerpo y territorio, socializó un recorrido por los fundamentos epistemológicos y prácticos que dan sostén a la propuesta ecofeminista.

Es claro que para hacer un llamado a la justicia ecológica son múltiples las posiciones y perspectivas, lo fundamental en todo caso pasa por la necesaria revolución de nuestras ideas en relación con la naturaleza, con las formas de organización y dominación que nos provee el patriarcado y el capital, con el modo de vida consumista y desproporcionado que caracteriza nuestra cotidianidad, proponiendo “soluciones y no alternativas” como recalca Juan Pablo Castro, pues, ante la crisis fundamental que representa la mano del hombre con la ciencia sobre la tierra, la responsabilidad y el deber se vuelven obligación. Para movilizarnos en este sentido es preciso fracturar las estructuras simbólicas, lingüísticas, prácticas y teóricas a través de la permanente crítica y el contrasentido, respondiendo a la dominación con soberanía, replicando y alimentando las corrientes propias de los nuevos movimientos sociales. En este caso es preciso valorar asuntos como la ética del cuidado, la maternidad, la feminidad y la sensibilidad, características propias de la humanidad más que del género, para configurar nuevas relaciones de identidad, poder y territorio. Debido a que actuar en el territorio es una de las escalas principales para dar pie a la soberanía y la autodeterminación, es preciso llevar el conocimiento y la investigación a las categorías militantes. La RAFE se ha valido de propuestas y ejercicios comunitarios para la defensa del territorio incluyendo una sintonía permanente entre lo académico, las acciones cívicas y populares, la pedagogía, la comunicación y, por supuesto, la protesta. Promover estos ejercicios de educación para el cambio social, la emancipación y la soberanía, en conjunto con la aplicación y activación de los mecanismos para la defensa de la Constitución, debe ser parte del plan estratégico de las organizaciones sociales en toda la región. Con la intención de poder llevarlo a cabo, es preciso acudir a las capacidades y habilidades, pero con mayor importancia a la voluntariedad de quienes conforman los movimientos y grupos de acción del Oriente antioqueño, siendo prioritario fortalecer sus propios mecanismos organizativos y de funcionamiento. La vida y las especies estaban en América y el mundo antes y lo estarán después de la venida del ser humano. Como lo señala Juan Guillermo (Chibchacum) el paisaje de estas tierras ya había sido intervenido por el armadillo y otros mamíferos, el bagre ya transitaba libre el Magdalena. Si bien el antropoceno puede ser reconocido como una era geológica, el ciclo que representa se encuentra en su final –siendo posible que este ya hubiese terminado-. Si el ser humano tuvo un poder considerable sobre los ecosistemas terrestres, en el juicio ecológico por la preservación de la vida en la tierra, el hombre es insignificante y solo la naturaleza tiene la decisión.


#bienestar

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Rebelarnos o extinguirnos: la agroecología una herramienta para la transformación social Por: Juan Pablo Castro Integrante del Colectivo Humus Sapiens

En un periodo de privatización, de extracción, de miedo, de codicia por encima de la vida, de la cultura conquistada; en tiempo de incertidumbre, es importante el no temer más, nunca tengas miedo del poder engañoso, deshonesto y brutal. Estamos viviendo las etapas finales de un sistema muy engañoso que ha hecho que todo lo que es muy costoso para el planeta, para la vida, para el campesino, para el productor, parezca barato para el consumidor; entonces la producción de muy alto costo con transgénicos, con patentes, regalías, con combustibles fósiles como materias primas para fertilizantes sintéticos (combustibles de armas de guerra) y agrotóxicos, se presenta como tecnología para la producción “barata” de comida “económica”, lo cual es una profunda y peligrosa mentira, pues es una producción muy costosa que mata campesinos en todo el mundo mientras intoxica silenciosamente a todas las personas del planeta, las enferma, produciendo cáncer, daños congénitos, teratogénesis, mutagénesis y deformidades, físicas y/o psicológicas. Los agrotóxicos asesinan toda forma de vida que encuentran en su camino, intoxicando el suelo, el agua y por ende el cielo. Un ejemplo evidente de lo mencionado son los especímenes del orden himenóptera, de la familia apidae, abejas, avispas y hormigas, insectos neurointoxicados en todo el planeta por los fosforados y los neonicotinoides de Bayer y Syngenta que se aplican en las cosechas “alimentarias” bajo el falso y patrocinado discurso de venta y comercio de venenos por la FAO, que en su lucha interminable de erradicar “el hambre en el mundo” aplica el erróneo y corrupto concepto de plagas y enfermedades en plantas para encaminar a los productores agrícolas, desde el campesino a los grandes consorcios productores, a que consuman venenos en la agricultura. Aunque la salud de los animales y de las plantas no se encuentra en bodegas ni en farmacias, quizás el suelo sea un mejor lugar para buscar y hallar la verdadera salud. Todo lo que no pueden fabricar, lo roban. Los poderosos van a las comunidades más pobres para desviar su agua mientras corrompen y cabildean el “Estado” servil; claros ejemplos son: la producción de tecnología, como es la extracción de coltán por parte de niños del Congo, niños sumergidos en conflictos geopolíticos, guerras civiles orquestadas por Bayer, quienes denunciados en la BlackList de Hans Weiss, se ven envueltos en el patrocinio de armamento militar para milicias paralelas y en contra del estado en África; o como lo fue y es la producción de fósforos (Cerillos) de la Union Carbide actualmente Dow-Dupont, denunciada en “Era Media Noche En Bophal de Dominique Lapierre & Javier Moro”, por las intoxicación de casi toda una ciudad, que un 3 de diciembre de 1984, por efectos de un agente insecticida, en síntesis de producción – Isocianato de Metilo-, que se escapa de uno de los reactores que se encontraba en malas condiciones y como resultado asesina, tan solo en las primeras semanas, a unas 15.000 personas. También, encontramos la obvia negligencia estatal de un “Estado” administrador y lacayo en uno de los países más megadiversos del mundo, como lo es Colombia -con la mayor riqueza hídrica de todo el planeta-, aquí los mandatarios de manera negligente no regulan ni judicializan penalmente los daños ambientales producidos por la industria asesina y extractora de petróleo y carbón; o sino, tenemos el caso textil de niñas que mueren en Bangladesh mientras laboran en fábricas esclavistas, donde se presenta ropa barata a un alto costo, al punto de la vida misma como cobro. Estos, todos, son falsos baratos para consumidores enfermos.


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Permitir que los sistemas forestales, los sistemas de agua -con sus peces y pescadores-, los sistemas alimentarios -con sus miles de plantas-semillas y campesinos- y los sistemas climáticos planetarios sean destruidos, es la evidencia más clara de la estupidez que nos gobierna hoy, y por ende nuestro desafío es realmente contra la estupidez. Terminad con el agua ya encontrarás un sustituto, terminad con la comida, ya encontrarás un sustituto; pero, ¿hay sustitutos para las verdaderas cosas que hacen que la vida funcione? No. Lógicamente la respuesta es no. La comida que dicen haber encontrado como sustituto es comida falsa y envenenada que está haciendo grandes daños a la salud de los seres vivos, incluyendo al humano. Si el hambre es la ley, la rebeldía es la justicia. Reconozcamos este periodo del fin del mundo. ¿Cómo sembramos las semillas de un mundo esperanzador, un mundo diferente, un mundo de verdad, un mundo donde prevalezca la vida antes que la codicia? Cada joven debe de reconocer que trabajar con sus manos, con su corazón, con sus tripas y su mente, que están interconectados, es la evolución más elevada de nuestra especie; trabajar con nuestras manos no es una degradación, es nuestra verdadera humanidad. Comienza tu huerto, construye tu hogar, protege las semillas, cocina, fermenta, crea comunidad, crea familia. No somos productores y consumidores atomizados, somos parte de la familia de la tierra, de la familia humana, de una comunidad alimentaria en este planeta que es dependiente del sol y del suelo. El alimento nos conecta, todo es alimento. La tierra ha vivido tiempos muy cálidos, tiempos muy fríos. Ha vivido con dinosaurios, sin dinosaurios; vivirá con seres humanos o sin seres humanos, somos prescindibles. Somos nosotros quienes debemos proteger nuestro hogar. Los valores que necesitamos son los valores del conocimiento, de cómo vivir en armonía con la naturaleza; una razón fundamental para rescatar el conocimiento verdadero, profundo y ancestral de las madres, de las abuelas y los abuelos, de la mujer y el hombre en equilibrio. Para comprender profundamente el accionar de la agricultura como el impulso del verdadero desarrollo de una nación como Colombia es fundamental reconocer los cimientos de la humanidad respecto a las dimensiones culturales y por ende de históricas, sociales, económicas, políticas, científicas y espirituales que sostienen y dan pie a una verdadera nación de humanos; pero, para ello, es primordial en primera instancia entendernos y encontrarnos como seres vivos, hijos de la tierra, creados en el útero (núcleo) de las estrellas y paridos por los ríos vaginales de este planeta. Quizás la agricultura regenerativa es el cimiento donde puede germinar la semilla de un mundo esperanzador. ______ Reflexiones de una Agricultura de Verdad – Con Base en lo enseñado e impartido por Vandana Shiva & Sebastiao Pinheiro, Agroecología Profunda

fotografía por Santiago Franco


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Mañana en la montaña Por: Nina Camac

Justo antes del amanecer pellizca más el frío. En la retirada de las estrellas parece que el firmamento se queda del todo desocupado de astros por un ratico y completamente a oscuras. Todo está más quieto pero con una expectativa tensa del gran evento: amanece. Mucho antes de que el sol aparezca ya hay una claridad azulada que se vierte sobre las hojas de los árboles y hace que los fantasmas que se dejaron notar en la noche con algunas pisadas por el corredor desaparezcan. Se comienza a escuchar cerca el parloteo de dos barranqueros. La hierba, levantándose, va dejando caer el rocío a la tierra. Dan unas ganas tremendas de tomar café para combatir el escalofrío, el agarrotamiento de las articulaciones, algunas tristezas que las corrientes de los sueños removieron en la noche, mientras se escucha ladrar a los perros comunicando entre ellos que todo está bien. Se despereza uno como si se estuviera quitando algo de la niebla que le ha caído encima en la noche, quitándose los bejucos del cabello, los palitos, los terrones, las hojas desmayadas, los sueños. El sol da inicio a todo. Aparece como si hubiera escalado la cordillera y ahora está sobre ella, listo para tirarse un clavado al cielo. Aunque cuando uno mira al cielo aún se ve la luna.

Pareciera que la luna y el sol hubiesen salido al mismo tiempo, así como en muchas cosmogonías aparecen, creados ambos de golpe en unas nupcias astrológicas, asignándole a cada uno su dominio, sus artes y sus iniciados. Afuera, las montañas. Las aves cantan por todas partes. De entre los breñales estallan pitiditos, chillidos largos, silbidos rápidos que forman todos juntos una cadencia nunca igual, nunca repetida. Uno intenta reconocer sus cantos; aquel es un pinchecito, esta otra quizás una mirla. En la baranda del corredor un cucarachero atisba las que maté en la noche y saqué afuera, y entre vuelo y vuelo se las va comiendo. Van y vienen volando a comerse las guayabas, a agarrar a los insectos desprevenidos, a posarse en una ramita y parlotear en su lenguaje secreto. Mientras tanto la niebla se mueve en el valle, bajando y subiendo por las lomas, como unas cortinas que poco a poco, al descorrerse, van dejando ver del todo a las montañas.

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El abuelo me recibe bien. Saluda un poco amargo, pero entre su amargura uno entiende la dulzura sincera de los viejos severos, esa que acaricia después del merecido regaño. El abuelo me envuelve como las nubes bajas de la mañana envuelven a las colinas y me siento yo mismo montaña por un momento. La ruana y el humo son buen abrigo para mirar estas colinas, como las prendas mágicas que le permiten volar al chamán; uno se disuelve con ellas y se va a andar volando sobre la escarpadura de estas tierras. El abuelo va diciendo: ‘mirá ese yarumo allá en el altico, porai demás que pasaban pa entrar al valle, hasta se ve la huella del camino’. Y en verdad parece que uno ve el camino trazado por las andanzas de montones de gente durante siglos, y ve a los acémilas entrar desde el otro lado del altico y subirlo hasta el yarumo cargados con lo que fueran a feriar por aquí. Allá demás que descansaban, descargaban la sal de Arví que traían, de pronto, o el oro de Buriticá, o hasta alguna figurita rosada de un indio sentado con su tabaquito, quién sabe, puede que la trajeran de las tierras del Zipa, allá arriba en la meseta de Bogotá. Soplo el humo del abuelito y la imagen se va con él enroscándose en el viento. El tabaquito me hace recordar. Recuerdo en estas lomas los pies que pisaron la tierra aunque nunca los llegué a ver, las caminatas de la gente que no pude haber conocido, que cruzó las lomas de arriba a abajo durante muchísimos años y hasta todavía. Recuerdo eras atrás, cuando las placas del Pacífico, estrellándose contra las orillas de este continente y hundiéndose bajo él, hicieron levantarse las monumentales peñas de esta cordillera hasta elevarla al ámbito de las nubes, arriba en el cielo, donde los cóndores encontraron habitación y punto de vigilancia, y desde donde mueven los corazones de los humanos con los fuertes ramalazos de sus alas, donde los osos cuidan el páramo y los venados caracolean por las pendientes, donde pueblos milenarios aprendieron a convivir con Wayra y la repiten en sus flautas y en su forma de vivir libre y ligera. La montaña es lo más viejo, es la primera catedral donde esta gente aprendió a conocer del espíritu, del respeto a algo más grande que ellos. Desde que vivo aquí me he vuelto más soñador. Camino por la montaña habitando muchos tiempos. Traspaso un broche y las vacas que mugen son otras, son unas que vienen arriadas desde el valle de Guarcama hace cuatro siglos; paso bajo estas palmas y los pájaros que salen volando son los que asustan los tiros de los chusmeros hace setenta años; al otro lado de esta colina sospecho que están los bohíos de los Tahamíes de hace seiscientos, setecientos, mil años, cargando el maíz sobre sus espaldas para bajar al valle a feriarlo. Sopla mucho el viento y se me enfrían los pies. Vuelvo a entrar. En la cocina ya hace calor con el fuego que puso a hervir la aguapanela. Apenas es poner la arepita para que esté lista con el tinto e ir por unos huevos al galpón. Entre ida y vuelta donde las gallinas, me acabo el tabaco. Entre la nube del humo echo un vistazo en el pasado; camino con mis pies las palabras de los indios cargueros que pudieron haber andado estos mismos caminos, o de los campesinos con su azadón yendo a la parcela, o con un arcabuz o un fusil yendo al campamento de su tropa. Me imagino un poco sucios de tierra los flecos de la falda de alguna mujer yendo al arado, mojándose los pies con el rocío, así como yo; llevándose por delante las telarañas, los trabajos nocturnos que han construído puentecitos entre rama y rama, haciendo una arquitectura de hilos entre los guayabos, entre el eugenio y el sauco, una estructura que a la luz del sol brilla en montones de pequeñísimas gotas de rocío como los vértices de los diamantes.

Me estiro y agarro una guayaba, la muerdo, seguramente igual que como hizo la mujer que va a ordeñar la vaca o que marcha a la par con la tropa. Los espartillos se me ofrecen para masticarlos y al hacerlo la saliva se espesa y llena la boca, haciendo inevitables las escupas a lo largo del mismo camino que escupieron otros americanos como yo, antes, con cariño, otra gente de esta tierra; o los bárbaros que llegaron en sus chalupas, no con tiernas babas de paisano, sino con sus miserables esputos de conquista y sometimiento. Las gallinas me saludan en tromba, o más bien me reprochan el hurto de sus huevos. En sus cacareos recuerdo la protesta del canto de los indios americanos que en el siglo XVI les inspiraron las huacas que son las montañas sagradas, los lagos, los espíritus del monte al despertarse contra los vejámenes españoles; canciones que salían de la pura insumisión de la naturaleza al espantoso expolio de los invasores ibéricos, así como las gallinas me cantan sus quejas por llevarme sus huevos . El Taki Ongoy cantaba con la música insumisa de esta cordillera, que moviendo su larguísimo lomo, como un dragón acostado sobre el continente, buscaba echar al mar a los invasores a punta de canciones. No lo consiguieron esa vez. En estas mangas las vacas se juntan por donde ya hay luz, como para recibir el calor del sol. Las nubes visten por ratos la montaña y luego vuelven a desvestirla mostrando esos muslos largos que bajan hasta formar el valle, esa piel musgosa de monte que rumian las vacas. Vuelvo a la casita traspasando todas estas realidades que han existido y existen sobre esta cartografía arrugada. La montaña siempre lo ha sabido, cómo no va a saberlo si sabe más por ser la más vieja. Ella conoce los caminos que le han hecho y le duelen las hondas chambas que por pura ambición le han abierto, pero como es abuela, y es una abuela tierna, aguanta y aguanta los desmanes de los montañeros. Como es abuela y ha vivido tanto, se acuerda de todo, desde el principio, y sabe quienes son los que han perdido todo respeto. Como es abuela pero es una abuela justa, creo que este vientico que silba al quebrarse en las esquinas de la cordillera es su advertencia, un murmullo cargado de sentido cuando se hace visible con el humo del tabaquito. Quizás está silbando para atravesar los tacos de cera y de indiferencia en los oídos de los montañeros, e inspirarles de nuevo esas canciones del Taki Ongoy, para que siguiendo el camino de la trama y la urdimbre andina, se logre al fin expulsar a los invasores que perviven en sus herederos y pueda nuevamente ganarse el respeto sagrado que se merece. Por ahora desayunaré.

fotografía por Santiago Franco

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16 #TERRITORIO

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El Salto del Fénix Por: Colectivo Ciudad Solar

Caminando por ese filo de montaña, que divide el Valle de San Nicolás del Valle de Santa Rita, desde el cual se divisan el cerro El Capiro, Rionegro, El Carmen, nos mezclamos con un pedazo del paisaje profundo de Colombia. Entre un tapiz de lechugas perdiéndose con olor a Monsanto y campesinos cargando su veneno al hombro, se empieza a divisar el embalse de Guatapé y, un tanto escondida, la zona urbana de El Peñol. Ya vamos llegando a Salto Arriba, una vereda del municipio de Marinilla que por su posición estratégica con el río Negro y el embalse de Guatapé ha sido víctima del abandono del Estado. Un 31 de mayo de 2001 grupos Paramilitares del Bloque Metro, realizaron una masacre en la Escuela Eduviges Gómez de Acevedo (la Escuela de Salto Arriba), 4 personas, entre líderes y habitantes de la Vereda, perdieron la vida en este lamentable hecho; otras 4 aún continúan desaparecidas. Ese mismo año mataron a cerca de 15 personas, con esta cifra el número de asesinatos ascendía a 28, desde el año 1991. La zona era un lugar de constante disputa entre Paramilitares, ELN, y el frente 58 de las FARC; la vereda Salto Arriba y su vereda hermana Altos de la Compañía -en el municipio de San Vicente Ferrer- sufrieron con mayor rigor los lastres de la guerra. ¿Qué ha hecho el Estado, más allá de poner objetos fríos en forma de estatuas, para reconocer a las víctimas? En el año 2018, saliendo del café Acordes, me encontré con una señora que me preguntó: ¿aquí todavía queda la casa campesina? Le respondí que no; seguidamente le dije que me gustaría saber qué había en esa casa campesina. Ella me respondió tímidamente que era el lugar donde les había tocado venir a quedarse después de la masacre en Salto Arriba, y que desde entonces no había regresado a la Vereda. Con asombro, ese lugar me llamaba nuevamente; el azar es solo una excusa para volver a reconocer lo que pasamos inadvertido.

Para el año 2016, ese lugar me llenaba de preguntas. En una sesión del Concejo Municipal de Marinilla, que se realizaba en la Vereda, por coyunturas alrededor de un proyecto hidroeléctrico que se estaba “socializando” con la comunidad, reapareció el Estado. Rapaces socializadores del proyecto hidroeléctrico con lenguas afiladas -como lo mencionaba el líder del acuerdo veredal- tomaban fotos y pasaban listas de asistencia. Todo un montaje; como siempre. La comunidad insistía en que a ellos no les beneficiará en nada el proyecto, y que, además, no querían que sucediera lo mismo del relleno sanitario del Municipio en el año 2009, cuando les prometieron una serie de proyectos, en reparación a las afectaciones causadas por el mismo, que nunca llegaron. Este año se iba tejiendo el camino nuevamente. Gracias a Alan, un amigo, había conocido a Yolima, una mujer cargada de energía que se había echado al hombro la vida del corazón de la Vereda, pues la alegría de los niños y niñas era suficiente para hacer de la escuela un lugar lleno de historias por construir. La escuela, ubicada entre un proyecto hidroeléctrico y una pinera de Faber Castell es un lugar donde se hace memoria, mientras se llena de vida en medio de la ruralidad. Sin importar las adversidades, que si el Estado llega con algo de comida para el restaurante escolar, o si se construyen los baños, la escuela seguirá siendo el espacio para aprender, para el encuentro, para echarse una jugada de microfútbol, o para desahogarse con la profe. La escuela es un lugar para la resistencia. Una vez en el camino nos encontramos con la espontaneidad, la inteligencia y la sonrisa de niños como Jonatan, es cuando vale la pena la búsqueda de la paz, la búsqueda por hacer de los rincones y los límites de los mapas los lugares más importantes de estas montañas; esos lugares donde esculpir la tierra (ser agricultor) debe ser un orgullo para los jóvenes; donde las manos con más capas de piel le dan el sabor a las comidas; donde las personas que habitan el territorio inyectan la energía que mueve a más gente, que mueve las ciudades. La escuela de Salto Arriba es ese lugar mágico entre la arrugada cordillera central, donde -en medio de las cenizas- hay un fragmento de territorio que reconoce su historia para hacerse fuerte, viendo en los niños y niñas la esperanza, el amor para saltar, renacer y volar como fénix.


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Los bocachicos saltan a los muros Por: Buena siembra

Un río libre corre por todo el cañón. A quienes lo habitaron los llamamos pantágoras o si se prefiere los hijos del Samaná Norte. Allí, sobre un complejo ecosistema cárstico -que en casi ninguna lugar del mundo existe-, aquellos hijos del río cuentan sus leyendas en las piedras como un periódico para la eternidad. Entre los 60 kilómetros de navegación, las montañas se levantan como una enorme cuna a la vista y abrigo de quienes lo habitan. ¡Nosotros! No los cables, ni las torres, ni el cuarto de máquinas. Quienes lo habitan, pescan, y ese es su desarrollo, no las hidroeléctricas que ofrecen empleo como destrucción de la vida. Somos Samaná, somos bocachico, somos arena y rocas firmes contra la avalancha del desarrollo de las economías inhumanas y extractivistas. De la compraventa del progreso instalado en la riqueza de estas tierras. Somos y estamos hechos de agua y no de gasolina, nuestro corazón vive y late al ritmo de la música en el carnaval producto del fluir, el ritmo y la danza. ¿Un río quizás? Lo es. Por eso festejamos la vida, en defensa de un río, en San Carlos, Antioquia.

Escanea el código y escucha esta #Audionota. Un relato vivido y narrado en defensa de nuestros ríos.

Abajo donde vive el piojo de burro, en Puerto Garza Narices, extendimos nuestras manos como guardianes de cada gota que brota desde el Páramo de Sonsón hasta el Magdalena, para no perder su cauce ni nuestra libertad. Aún lloramos al río Cauca en hidroituango, por eso cada lágrima rebosa en los límites de la obstinada razón humana. Hemos entendido que la buena siembra se logra con los ríos libres, con la soberanía alimentaria y sobre todo, con nuestra dignidad como hijos de la tierra y producto del agua. Sembramos resistencia, la buena siembra acompaña, caminando las luchas que defienden nuestro territorio; ponemos todo de nuestra parte; los pinceles, la pintura, la imaginación, nuestro cuerpo, nuestra palabra y nuestra existencia. Esta es la razón de ser, ¡la defensa por la vida! de los ríos y nuestros líderes.


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¡Los ríos no se venden, los ríos se defienden¡ Por Carlos Hernando Olaya Rodríguez

¡Los ríos no se venden, los ríos se defienden! fue la consigna que se coreó ampliamente en la Marcha Carnaval realizada en el municipio de San Carlos el 22 de marzo de 2019, al conocerse la declaración del presidente de Celsia ante los medios de comunicación de que ya no construirían, sino que venderían el proyecto hidroeléctrico Porvenir II. La noticia fue acogida con beneplácito por los grupos ambientalistas, al igual que por las comunidades impactadas por este proyecto, al considerar que esa decisión es el resultado de las acciones que desde tiempo atrás se han venido emprendiendo para defender al río Samaná norte. Por eso la marcha carnaval programada como acción colectiva en el marco del día mundial agua y en defensa del rio Samaná norte, se convirtió en una gran fiesta por la vida y la defensa del territorio. Delegaciones del Movete (Movimiento por la Vida y la Defensa del Territorio) y colectivos ambientalistas de todo el Oriente antioqueño desfilaron por el casco urbano de San Carlos, con pancartas, chirimías y múltiples expresiones artísticas de grupos culturales locales e intermunicipales, así como del área metropolitana del Valle del Aburrá. La fiesta continuó al día siguiente en el corregimiento Puerto Garza, donde se hicieron presentes los pescadores del corregimiento la Pesca de Puerto Nare, quienes llegaron en sus lanchas para manifestar su vinculación a la defensa del río. No faltaron las declaraciones de personajes que hacen eco del pregón del desarrollo que supuestamente traerían este tipo de proyectos a la región. No sabe uno si reír o llorar con las aseveraciones que se difundieron, en las cuales se percibe un total desconocimiento de las graves afectaciones que este tipo de obras han significado, tanto para los habitantes de las áreas impactadas como para los entes municipales, en todos los lugares donde se han instalado las hidroeléctricas. Las promesas de empleo, la hipotética construcción de puentes y carreteras, así como el acceso a los porcentajes de las transferencias del sector eléctrico, parece ser la única cosa que alcanzan a percibir aquellos alcaldes y concejales que no saben cómo sacar de la pobreza a sus municipios. Desconocen -los difusores de este discurso- que la destinación de las transferencias se da solo para el manejo de las cuencas intervenidas. Lo grave del asunto es que los recursos que por estas vías han llegado a municipios y regiones afectadas por represas, han sido manejados al antojo de los funcionarios de turno, constatándose una corrupción rampante en el manejo de estas partidas, algo que parece común en las áreas donde se instalan las llamadas obras de desarrollo. Por nuestra parte, aunque consideramos muy importante la declaración del Presidente de Celsia de no insistir en la construcción de represas, todavía queda la incertidumbre sobre la suerte futura del rio Samaná. Principalmente, porque los propietarios de Celsia se rehúsan a ver afectado su patrimonio por los errores en sus decisiones de invertir en un sector altamente cuestionado como es la generación hidroeléctrica. Por eso anuncian que intentarán vender su proyecto. Al respecto consideramos que aunque Porvenir II no tendría interesados en su compra, dada la contundencia en las acciones colectivas que se han hecho en el proceso comunitario de defensa del río Samaná, por lo cual obviamente los propietarios de Celsia desisten de sus pretensiones, queda el interrogante sobre la suerte de este Río. Por eso es preciso recordarles a los directores de Celsia, y a cualquier otro inversionista, que el Samaná no está en venta. Sea esta la ocasión para presentar de nuevo a la opinión pública los argumentos centrales de nuestra posición respecto a las hidroeléctricas: Durante mucho tiempo, y aún hoy, diversos sectores de opinión han sostenido que las hidroeléctricas son una fuente de energía limpia, amigable con el entorno. Sin embargo, a la luz de una serie de estudios se constata que la generación de energía hidroeléctrica no es tan limpia como se cree, al producir un deterioro ambiental irreversible, ser factor de destrucción de ecosistemas, producir gases de efecto invernadero y propiciar agudos conflictos sociales.

Hoy por hoy los impactos socioambientales asociados con la construcción de represas son evidentes: la inundación de terrenos para formar el reservorio, el bloqueo y la alteración del cauce natural de un río ejercen impactos directos en los suelos, la vegetación, la fauna, la pesca, el clima, en las tierras silvestres y las poblaciones humanas y no humanas localizadas río arriba y abajo de los embalses. En las primeras fases de desarrollo de las centrales, es decir, durante su construcción y en su proceso de establecimiento, se intervienen los bosques del área y los cauces de los ríos. Así mismo, con la apertura de las vías de acceso, el traslado de materiales de construcción, la tala de material vegetal, entre otros asuntos, implican habitualmente un número significativo de destrucción de la masa arbórea, el desvío y las modificaciones del curso de los ríos. En definitiva, un cambio brusco de todo el entorno natural. Las consecuencias quedan a la vista, y no se necesita de la ayuda de expertos para observar las alteraciones que sufre y que sufrirá un río sometido a un proyecto de explotación energética. Al represar un río y crear una laguna, se producen cambios dramáticos en el flujo, calidad, cantidad y uso del agua. Los proyectos hidroeléctricos, en particular, tienden a crear cambios importantes en los modelos de flujo del río, porque se controla el almacenamiento y la descarga del agua, según los ciclos de demanda energética, lo cual modifica los ciclos hidrológicos a los cuales el medio ambiente ribereño está adaptado. Así mismo, si el terreno inundado tiene muchos árboles y no se les desaloja completamente antes de inundarlo, la descomposición de esta vegetación agotará los niveles de oxígeno en el agua. Esto afecta la vida del pescado y de las demás especies acuáticas, causando grandes pérdidas en la economía de los pescadores y en el medio ambiente. Además, los productos de la descomposición anaeróbica incluyen el sulfuro de hidrógeno, que es nocivo para los organismos acuáticos y corroe las turbinas de la hidroeléctrica, y el metano, que es un gas de efecto invernadero. El agotamiento del oxígeno ocurre primero en el agua más profunda, donde el oxígeno empleado por las bacterias en el proceso de descomposición no es reemplazado por la fotosíntesis de las plantas. Si la toma para la generación de energía está ubicada a un nivel bajo del reservorio, como usualmente ocurre, el agua que se libera de las turbinas puede carecer de oxígeno y tener sulfuro de hidrógeno. Asimismo, el agua profunda puede tener un PH inferior y ser más fría que el agua superficial. Al liberar agua con estas características, se afectan negativamente las comunidades de plantas y peces del río abajo de la represa. En las temporadas en que bajan los niveles del agua en la represa, las plantas colonizan los márgenes del reservorio, para ser sumergidas cuando el nivel sube. Para regiones de baja pendiente estas zonas de inundación periódica pueden abarcar varios miles de kilómetros cuadrados. Las vegetaciones asentadas en el fondo del reservorio se descomponen sin oxígeno, resultando en un aumento del metano disuelto. Esto es significativo ya que el efecto del metano sobre el calentamiento global es 21 veces más fuerte que el dióxido de carbono. Por otra parte, las partículas en suspensión que trae el río se asientan en el reservorio, limitando su capacidad de almacenamiento y posterior dispersión, privando al río aguas abajo de los sedimentos. Muchas áreas agrícolas de las planicies de inundación han dependido siempre de los limos ricos en nutrientes para sostener su productividad. Como el sedimento ya no se deposita aguas abajo, esta pérdida de nutrientes deberá ser compensada mediante el uso de fertilizantes. También cabe mencionar que los efectos adicionales de los cambios en la hidrología de la cuenca del río, incluyen las variaciones en el nivel freático, aguas arriba y abajo del reservorio, causando impactos ecológicos directos.


El impacto mayor para la fauna se originará en la pérdida de hábitat. Esto produce una afectación de los modelos de migración de la fauna. Es así como se producen los problemas de desplazamiento y migración de peces, producto de la creación de una barrera artificial. El llamado “efecto barrera” en todo el cauce del río, que imposibilita el remonte de los peces, ocasiona que, al verse ellos impedidos de transitar libremente comiencen a sufrir problemas en sus ciclos reproductivos, resultando en una clara disminución de su población. Dependiendo de los variados tipos de peces presentes en la zona, la falta de conectividad puede acarrear diversidad de resultados, pudiendo llevar a la disminución de la población y su eventual extinción local. Por otra parte, a diferencia de la estructura típica del cauce de los ríos, al disminuir el caudal, generalmente significa un aumento en la velocidad y profundidad de las aguas, que da paso a un ambiente “pobre” donde la mayoría de los peces no tolera tales condiciones por mucho tiempo, y donde se atenta directamente contra los tipos o formas de vida como huevos (embrión separado del ambiente por una membrana), larvas (fase desde la eclosión del huevo hasta adquirir escamas) y futuros peces donde se hará difícil su supervivencia. Entre los efectos indirectos de la represa se incluyen los que se asocian con la construcción, el mantenimiento y el funcionamiento de la represa (se bloquean los caminos habituales de acceso de los lugareños, se ocupan grandes espacios con campamentos de construcción, se extienden líneas de transmisión de energía, etc.), al igual que el establecimiento de actividades agrícolas o industriales nuevas, posibilitadas por la represa, diferentes a las que estaban establecidas previamente. Todos estos cambios afectan directamente a las poblaciones ribereñas que viven del ecosistema intervenido con una hidroeléctrica.1 Planteamientos centrales en oposición a la construcción de hidroeléctricas: Las comunidades e industrias que se encuentran distantes de una hidroeléctrica, comúnmente perciben sus beneficios (aunque el costo de las obras es trasladado a las tarifas de los servicios); pero quienes soportan los costos económicos, ambientales y sociales ocasionados por una represa son los habitantes del área donde ésta se instala, quienes, además, no reciben casi ningún tipo de beneficios con estas obras. Una hidroeléctrica ocasiona el desplazamiento significativo de las personas que viven en el área donde se construye. Muchas veces deben trasladarse pueblos enteros para la realización de estos proyectos, mientras que a las personas que permanecen en la cuenca del río, a menudo, se les restringe el tránsito por el lugar, el acceso al agua, la tierra y los recursos bióticos. De la misma manera, se interrumpe la pesca artesanal ribereña y la agricultura tradicional a causa de los cambios en el caudal y la reducción en el asentamiento de limos.

Las áreas de inundación de muchos ríos que se proyectan para la construcción de hidroeléctricas son de gran importancia para la población humana y de los animales silvestres; al reducirse el tamaño de estos terrenos, se produce un cambio en el uso de la tierra y las poblaciones se verán obligadas a trasladarse de lugar de habitación. Además, a menudo las represas aumentan las enfermedades relacionadas con el agua como la malaria, la leishmaniasis, la esquistosomiasis, la oncocercosis y la encefalitis, mucho más si son endémicas en el área. Otros de los problemas sociales surgen a raíz de la migración de nuevos grupos humanos al área, es decir, los trabajadores de la construcción y los empleados de la central hidroeléctrica, los jornaleros temporales que trabajan en las actividades inducidas por la represa, y las personas procedentes de distintos lugares que acceden al área atraídos por la obra. Las consecuencias son: problemas de habitación, de salud, agotamiento de los servicios públicos, conflictos sociales e impactos ambientales negativos de varios tipos. Por lo anterior, hoy por hoy, la decisión de construir una hidroeléctrica ya no es una decisión definida solo por los políticos de turno. El asunto ha pasado a ser un tema de debate internacional, las hidroeléctricas son el foco de un debate sobre las estrategias y las alternativas del desarrollo, en la cuales las comunidades impactadas se constituyen en protagonistas de primer orden. Que sepan entonces todas las multinacionales y empresas extractivistas que en el Oriente antioqueño ¡los ríos no se venden, los ríos se defienden! 1

Ver en YouTube “Represando el Porvenir”. https://www.youtube.com/watch?v=w3Okc9wNfMk

#TERRITORIO

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#DeTintaYOtrosDelirios

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Escanea el código y escucha el relato vivo de Ancísar Morales. Una pieza sonora en respaldo y homenaje a nuestrxs líderes sociales.


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