Lo que el cautiverio da a la
mirada Pilar Hinojosa
introducción
Esta experiencia en el CERESO (Centro de readaptación social femenino en Atlacholoaya, Mor.) comienza en marzo del 2013 en el marco de las Jornadas Culturales Sé Mujer y el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, asistí a varios eventos con perspectiva de género, entre ellos, el Coloquio “Realidades y Mitos de los Derechos de la Mujer” , en el que cuatro mujeres feministas participaron compartiendo sus conocimientos y experiencia, una de ellas, Elena de Hoyos, habló de su experiencia con la Colectiva editorial de mujeres en prisión y sin pensar me acerqué para decirle que me interesaba dar un taller de Sumi-e en Atlacholoaya, ella se mostró muy interesada y de inmediato iniciamos una linda amistad además de la planeación del taller con las internas.
Punz贸n
primera visita
¿Cómo expresar con palabras mi primera visita a Atlacholoaya?. Cuando decidí dar el taller de pintura empecé también a documentarme, películas, lecturas y mi propia estancia de una noche en los separos, me evocaron un montón de sensaciones, El Apando , el caso de José León Sánchez, el monstruo de la basilica , la historia de José Mujica, actual presidente de Uruguay, Oscar Wilde , muchas emociones me invadieron, todo lo que conocí después de saber de ellos, me trastocó profundamente, me pareció terrible que el ser humano pueda infligir castigos y penas tan inhumanas, era inimaginable pensar en pasar 10 años en un pozo y sobrevivir o siendo inocente ser sentenciado a treinta años de encierro en la isla San Lucas en Costa Rica o las palabras que dicen a los presos en la película Papillon, cuando, por intentar escapar los encierran por uno, dos o cinco años y les dicen, “La regla aquí es silencio total. No estamos buscando su rehabilitación. No somos curas, somos procesadores. Un carnicero procesa animales vivos para hacerlos comestibles. Nosotros procesamos hombres peligrosos para hacerlos inofensivos. Esto lo logramos quebrantándolos, quebrantándolos físicamente, espiritualmente… y aquí. Aquí suceden cosas extrañas con la mente. Saque toda la esperanza de su mente y mastúrbese lo menos posible, le quita fuerza, eso es todo, llévenselo”. Al principio, sentí un gran deseo de llevar alivio y consuelo a las mujeres que viven ahí, además de ilustrar el libro que contaría sus historias de vida. Después, las imágenes que se fueron construyendo en mi mente sobre lo que significa estar y permanecer en el encierro: angustia, miedo, ahogo. ¿Quiénes son ellas, cómo son, qué piensan, qué sienten?, seres sin rostro en ese momento. Al entrar, una a una se van cerrando puertas, reja tras reja, en mi mente se suceden como flashes fotográficos imágenes y sensaciones, sobre todo, interrogantes. ¿Cómo vivir en un lugar del que no puedo salir porque no me dejan, alguien ha decidido que no puedo irme, un día y otro más, así, uno tras otro, y pasa un mes y un año… ¿Cómo vivir y seguir viviendo? Pienso en ellas, qué estarán haciendo a cada momento, seres humanos que al conocerlas entran en mi realidad y la transforman. Al saludarlas, me encuentro con mujeres como yo, sonrientes y alegres de conocerme, pero también tristes por la poda del guamúchil que tanto quieren y otras cosas;; mujeres que sienten y que se organizan para vivir y convivir, que tienen historias que contar y lo hacen valientemente, me emocionó su interés en la pintura, fue una gran experiencia.
El Apando
segunda visita Algunos rostros comienzan a mostrarse, empiezo a conocerlas y a conocer sus letras, surgen más interrogantes, más y más dudas, al volver a Atlacholoaya siento miedo, angustia. Hoy hicimos expresiones zen, surgieron imágenes hermosas. Ellas, con toda honestidad, sacaron de su interior gestos espontáneos y llenos de emoción. Al leerlas, puedo recordar frases que dejaron huella en mí: cuando Galia habla de “este lugar” en el que dice “Sin duda este lugar hace que la vida dé más tristeza que la muerte”;; o cuando Águila de Mar dice “La esperanza se escapa gota a gota”, y Charys escribe “Duele, duele demasiado”;; o Amatista Lee “He tocado fondo en el laberinto de la vida, sabe a soledad, huele a olvido”;; o Sol nocturno en “Tortura” dice, “Las lágrimas nunca llegan a ser derramadas por el vendaje”;; o Alejandra Reynoso, “Por los que me amaron”, y María Elena Basave que nos da una lección de vida al escribir “Soy privilegiada por que puedo ver la vida a través de una mirada distinta por más incierto que parezca el destino”… En estas frases
Celdas ellas nos describen lo que les sucede y nos permiten, sólo por un momento, poner- nos en sus zapatos para quizá poder, no lo sé, entender lo que les sucede. En la visita de hoy hubo un suceso realmente triste. Una interna, a la que me describieron como una mujer alegre, hoy está hecha polvo. Al parecer, tuvo un problema con drogas y, por ello, perdió sus beneficios. De estar a punto de salir libre, hoy se encuentra con un delito federal encima. Frustrante ver cómo quizá, uno puede sabotear la libertad cuando la tiene al alcance de la mano, probable- mente por miedo, ¿a lo que encontrará afuera? Algo como lo que sucede en la película rumana “Si quiero silbar silbo”. ¿Qué por qué voy a verlas?, es tan simple y tan complejo, lo único que deseo al visitarlas es poder compartir con ellas la experiencia de mi pintura y que puedan usarla como un medio de liberación a partir de la expresión. Pero sobre todo, para que no se sientan olvidadas .
tercera visita
Como me dio gripa pensé que era mejor no ir, no quería contagiarlas. Sin embargo, ahora me siento mejor y sí iré, es ya la tercer visita, me siento tranquila y voy acostumbrándome. En el camino, como siempre, platicamos con Aida, Marina y Elena sobre lo que vamos a trabajar y decidimos pedirles una reflexión sobre la familia, la de afuera o la de adentro, cada una hablará sobre lo que le evoca el tema elegido, y después con esas emociones a flor de piel, harán una expresión. Así fue, cada una de ellas empezó a hablar y escucharlas me dio alivio. Fue hermoso oír de sus labios, cómo rescatan diferentes aspectos de su estancia en el recluso- rio. Algunas decían “ahora que lo digo me doy cuenta”, surgieron pensamientos positivos y de esperanza, lágrimas y reflexiones. Salí renovada, contenta de saber que cada una de ellas tiene una razón y un reto por el cual seguir adelante, fue una visita muy esperanzadora, me alivió saber que se han dado cuenta que al estar ahí han hecho conciencia de sus actos y sus vidas, y que esa experiencia les permite ver lo que en libertad no podían ver. El cautiverio da a la mirada lo que la libertad le quita… esto me recuerda las reflexiones que Wilde escribió en De profundis, Balada de la Cárcel: “Tengo que lograr que todo cuanto me ha acaecido sea bueno para mí. El lecho de tablas, la comida nauseabunda, las recias sogas que se destrenzan para hacer estopa hasta que las yemas de los dedos acaban embotadas de dolor, las labores serviles con las que empieza y termina cada día, las ordenes crueles que la rutina parece requerir, el espantoso uniforme que consigue que el dolor resulte grotesco de ver, el silencio, la soledad, la vergüenza: tengo que transformar todas y cada una de estas cosas en una experiencia espiritual. No hay una sola degradación del cuerpo que no deba procurar convertir en una espiritualización del alma”. Las internas han sublimado su estancia en el reclusorio. Una gran visita… .
Cuerpos suspendidos
cuarta visita
Cuanto más voy al CERESO más se va normalizando mi percepción de esa realidad. Esta última vez, mi estado anímico era tranquilo y, cuando me levanté, empecé mi día como cualquier otro. Nos encontramos como siempre a las 9:45 para irnos juntas;; al llegar, las custodias fueron más amables que otros días, de hecho sonrieron y algunas se mostraron interesadas en el trabajo que realizamos con las internas. Siempre que entramos las chicas llegan a saludarnos contentas de vernos, en esta ocasión fueron cinco mujeres las que se incorporaron al taller de escritura, el grupo estuvo lleno y el trabajo fue excelente;; al igual que en la última visita, la reflexión giró en torno a sus familias. En esta ocasión debían escribir una cuartilla y luego leerla para después pintar. De nuevo, compartieron su sentir, hablaron de sus seres queridos. En lo que a mí respecta, lo que más mueve mi corazón son los y las hijas, las escucho hablar de sus pequeñas y pequeños que no han visto en mucho tiempo, que se quedaron desamparadxs, lxs que han muerto y todas las experiencias, anécdotas, tristezas, sufrimientos que pasan. No puedo evitar sentir un nudo en la garganta, el dolor que siento en sus relatos es inimaginable, lo que me queda es simplemente aprender de su fuerza y valor para, seguir adelante. Fue hermoso ver cómo las mujeres vestidas de amarillo, que ya son veteranas en el taller, dieron consuelo a las que con sus ropas beige, estaban sentadas ahí, con la esperanza de encontrar ánimo y un poco de luz, las sentí tan vulnerables, como si quisieran mimetizarse con los muros para poder liberarse. Las que tienen tiempo escribiendo están fortalecidas y son sabias. Ellas, con sus textos, al igual que la mano en las cuevas de El Castillo, dicen “Ésta es mi marca, éste es el hombre”, así, ellas dejan una huella de su historia. Una vez más puedo comprobar lo sanador y liberador que es el arte, como dijo Kandinsky, “El arte es el lenguaje que habla al alma de cosas que son para ella el pan cotidiano, y que, solo puede recibir en esta forma” .
Nuestrxs hijxs
quinta visita
La edición de los libros está ya en puerta y los trabajos preparatorios también, Elena me pidió hacer una sesión del taller de pintura a color para ilustrar las portadas. La mecánica fue parecida a las anteriores, sin embargo el color le dio vida a la sesión. Galia, renuente en las primeras sesiones, ahora comentó que el color la atrapa, que disfrutó la sesión y que le hubiera gustado usar colores más vivos, produjimos imágenes que se pueden utilizar. En esta ocasión, casi incorporada por completo, ya no me da miedo ir, lo vivo en paz, siento que mi expresión ahora será a color.
Sublimación
Lo que el cautiverio da a la mirada...