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Capítulo V: Quinta regla Creó una legitimidad diferente
Pizarro, el Rey de la Baraja que, para los burócratas del Consejo de Indias, un argumento que les permitía limitar o incriminar a los conquistadores era la ejecución de un rey, como ocurrió a Cortés con la muerte de Moctezuma. Un argumento que años .-spués, en 1572, también emplearon contra el virrey Francisco de íblec. por el asesinato de Felipe Túpac Amaru, el último inca de Vilcabamba, en 1572. Ya Maquiavelo advierte: «Que otros tomen los roles que causan rencor, y los que dan gratitud debe tenerlos el Príncipe».
Uno de los ejemplos que ofrece Maquiavelo respecto a la transferencia del castigo atañe a César Borgia, el cual habiendo ocupado la Romaña encontró que allí existían abusos y bandidaje y decidió establecer la paz. Para ello envió al noble Remy d’Orque, «hombre cruel y expeditivo». Siguiendo sus instrucciones, este recuperó la calma y la unión. Mas al llegar Borgia a la ciudad, percibió los odios generados por d’Orque y para que se supiera que la crueldad no procedía de él sino de la mala naturaleza del ministro, «una bella mañana» hizo que este fuera ejecutado partiéndosele por la mitad con un «cuchillo sangrante». «La ferocidad del espectáculo logró que el pueblo quedara al mismo tiempo contento y estúpido» (El Príncipe, VII).
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En Cajamarca, Pizarro pudo cumplir con esta transferencia simbólica de responsabilidad y de castigo aun después de haber matado entre tres y cuatro mil indígenas durante la toma de Atahualpa en la plaza y en la persecución de los restos del ejército por la caballería. Y ello fue posible porque Atahualpaera odiado por el exterminio de muchos pueblos. Pizarro había encontrado Tumbes destruido, el cacique de Caxas describió a Hernando de Soto que las cuatro quintas partes de «sus indios» habían sido muertos e igualmente había ocurrido antes en la isla de Puná y en otros lugares donde el exterminio alcanzó las mismas proporciones, según el testimonio de muchos caciques.
Puede calcularse que en la guerra atahualpista, solamente en la región del norte, fueron directamente eliminados unos doscientos mil varones en las batallas contra las tropas huascaristas, desde la primera en Tumibamba, en el actual Ecuador, hasta las de exterminio de diferentes pueblos, como el de los cañaris más adelante. Por ello se plegaron a Pizarro. Esa enorme mortandad desatada por la 94
Alan García Perez
violencia atahualpista fue motivo para que pudiera producirse la transferencia simbólica del castigo y que prácticamente todo el norte del Perú aprobara la ejecución de Atahualpa, así como también lo hiciera el sur por el asesinato de Huáscar.
Coincidiendo con el ya mencionado consejo maquiavélico sobre los roles que causan rencor y los que dan gratitud, que son los que debe guardar para sí el Príncipe, Pizarro decretó tácticamente, al mismo tiempo que la ejecución de Atahualpa, la libertad de las yanaconas y de las ajilas. Consiguió así un mayor fundamento en el campo indígena, en tanto que, con la distribución del rescate de Cajamarca, había consolidado su posición de jefe español incontestable, anunciando además el tesoro del Cusco.
En Gargamela, en 370 a.C. Alejandro enfrentó a Darío con un ejército griego cinco veces menor al persa, y contra la opinión de sus jefes militares inició un avance aparentemente suicida que le permitió alcanzar el lugar de mando de Darío. Aunque no logró capturarlo, obligó a su retirada y ocasionó el desorden y la derrota de los persas. Es cierto que entre los ocho mil indígenas más los cientosesentiocho españoles y los trescientos mil combatientes de Gargamela hay una gran distancia numérica, pero el aspecto fundamental es la estructura de la acción y la decisión del conductor. Pizarro además debió recordar, por la narración de muchos españoles, que en la batalla de Pavia Francisco I fue tomado por las tropas de Carlos V, entre otros por Rodrigo Orgoñez, el mariscal judío del Perú, que moriría en 1538 en la batalla de Las Salinas y que contaba haber escuchado decir al Gran Rey: «¡Tate, que soy el Rey de Francia!».
Además de contribuir a su fama y autoridad personal, la captura del jefe indígena puso en sus manos un inmenso territorio que, como Maquiavelo había ya advertido, sería fácil de mantener, en tanto principado hereditario, por la obediencia de sus súbditos.
La entrada al Cusco. Teatralización de la política
Un cuarto hecho decisivo y trascendental es la entrada a la capital política y religiosa del Tawantinsuyo. Cuando en agosto de 1533 Pizarro decidió su partida al Cusco, donde llegó tres meses des