Pizarro, el Rey de la Baraja que, para los burócratas del Consejo de Indias, un argumento que les permitía limitar o incriminar a los conquistadores era la ejecución de un rey, como ocurrió a Cortés con la muerte de Moctezuma. Un argumento que años .-spués, en 1572, también emplearon contra el virrey Francisco de íblec. por el asesinato de Felipe Túpac Amaru, el último inca de Vilcabamba, en 1572. Ya Maquiavelo advierte: «Que otros tomen los roles que causan rencor, y los que dan gratitud debe tenerlos el Príncipe». Uno de los ejemplos que ofrece Maquiavelo respecto a la transferencia del castigo atañe a César Borgia, el cual habiendo ocupado la Romaña encontró que allí existían abusos y bandidaje y decidió establecer la paz. Para ello envió al noble Remy d’Orque, «hombre cruel y expeditivo». Siguiendo sus instrucciones, este recuperó la calma y la unión. Mas al llegar Borgia a la ciudad, percibió los odios generados por d’Orque y para que se supiera que la crueldad no procedía de él sino de la mala naturaleza del ministro, «una bella mañana» hizo que este fuera ejecutado partiéndosele por la mitad con un «cuchillo sangrante». «La ferocidad del espectáculo logró que el pueblo quedara al mismo tiempo contento y estúpido» (El Príncipe, VII). En Cajamarca, Pizarro pudo cumplir con esta transferencia simbólica de responsabilidad y de castigo aun después de haber matado entre tres y cuatro mil indígenas durante la toma de Atahualpa en la plaza y en la persecución de los restos del ejército por la caballería. Y ello fue posible porque Atahualpaera odiado por el exterminio de muchos pueblos. Pizarro había encontrado Tumbes destruido, el cacique de Caxas describió a Hernando de Soto que las cuatro quintas partes de «sus indios» habían sido muertos e igualmente había ocurrido antes en la isla de Puná y en otros lugares donde el exterminio alcanzó las mismas proporciones, según el testimonio de muchos caciques. Puede calcularse que en la guerra atahualpista, solamente en la región del norte, fueron directamente eliminados unos doscientos mil varones en las batallas contra las tropas huascaristas, desde la primera en Tumibamba, en el actual Ecuador, hasta las de exterminio de diferentes pueblos, como el de los cañaris más adelante. Por ello se plegaron a Pizarro. Esa enorme mortandad desatada por la 94