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Huáscar. Desesperación y providencialismo

Alan García Perez

De acuerdo a la consigna de Maquiavelo, «quien hace la fuerza de otro hace su propia desgracia». Francisco Pizarro fue muy consciente de ello y de evitar que las diferentes razones de autoridad y de legitimidad que otros tenían se juntasen, porque de esa manera podrían equilibrar su mando. Almagro significaba la duplicidad de la lealtad y la envidia, la organización, la provisión de bienes y además había sido el responsable de reclutar a personas que podrían sentirse ligadas a él. De Soto era el aventurero exitoso y audaz, capaz de ganar admiración. Hernando representaba la soberbia tradicional de la hidalguía, al que algunos podían sentirse obligados a obedecer. Esos y otros representan facetas a las que, por separado, Pizarro superaba largamente, pero juntos podrían significar un contrapeso. Aplicó por tanto la táctica de neutralizar por separado a cada uno de sus rivales.

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Napoleón lo demostró en su plan de batalla contra las coaliciones europeas, precipitándose prontamente contra el ejército adversario para impedir su unión a los otros y Waterloo fue su fin por el retomo al campo del prusiano Blucher gracias a la incapacidad del general francés Grouchy, que no pudo detenerlo. La unión de los otros era el peligro a impedir. Grecia, por primera vez unida, detuvo la inmensa maquinaria militar de Jerjes y mucho después, también unida, pudo conquistar el reino de Babilonia en tiempos de Alejandro. Se cuenta que Hitler bebió champagne la noche del ataque japonés a Pearl Harbor, pues concluyó que de esa manera distraería hacia el otro lado del mundo el inmenso poder norteamericano, pero el análisis y la estrategia de Roosevelt fueron superiores y respondieron declarando la guerra a Alemania y concentrando su mayor fuerza en el escenario europeo.

Pizarro, como hemos mencionado, permitió la desobediencia de Hernando de Soto y los reclamos de Almagro en varias ocasiones, pero utilizó a Almagro para equilibrar a Hernando de Soto, como lo demuestra el episodio de Vilcaconga. Confiado en su dominio respecto de Almagro, lo envió a detener o comprar a Alvarado, sin temor a su posible unión, como podría haber ocurrido de haber enviado a De Soto. A este lo bloqueó enviando, después de él, a Hernando, su hermano, a los baños del Inca, para mostrarle al Inca y al propio De Soto la verdadera jerarquía del poder en el campo

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