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JUSTO APU SAHUARAURA (1775-1853
Sin embargo, cuando vamos al contenido de cada periodo encontramos sólo virtudes en la visión de Cortegana, sobre todo en la inclusión, que adopta lo que más adelante dictará, como una de las formas de interpretación del concepto nación. Aunque, como fruto de la percepción del pasado que tiene en su presente, el tiempo virreinal (Así lo llama Quiroz)299: que es visto como negativo en un enfoque, que busca ser cronológico, y por otro lado, el tiempo de separación de la Monarquía católica o independencia es visto con toda relevancia, lo personal de sus actores y los acontecimientos. Quiroz lo considera limeño centrista y lo atribuye a su perspectiva política300 .
JUSTO APU SAHUARAURA (1775-1853)
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Como expresamos en la introducción del capítulo y del presente título, hemos incorporado a Sahuaraura, no por su obra sobre una historia integral que comprenda varias épocas, sino porque esta, de manera expresa, se refiere al tiempo histórico del Incario, confrontándolo con el periodo virreinal y de cara a los tiempos nacionales y republicanos.Recuerdos de la Monarquía Peruana o Bosquejo de la historia de los Incas, publicada en París durante el año 1850, cuya autógrafa escrita en 1838 lleva el título de COMPENDIO BREVE de las principales noticias del Ynca Garcilaso. Ruina del Ymperio Peruano por los Españoles. Gobierno político y civil del Ynca. Entrada de los Españoles al Cuzco, y su destrucción. Subseción de los soberanos Yncas. Descendencia de estos que acreditan las Cédulas Reales del Emperador Carlos Quinto; Felipe Segundo, y Carlos Tercero. Las declaraciones de los Tribunales de las Reales Audiencias de Charcas y Lima; anotadas con sus fechas de meses y nombres, según las Reales executorias301, que existen en poder del Señor Apu Sahuaraura Ynca.
299 En apenas tres páginas Francisco Quiroz usa el concepto tiempos virreinales y Capital virreinal. (Quiroz,
Francisco, De la Patria a la Nación,246-248). Y en la misma página (248) en que usa esta referencia a
Lima, afirma Periodo Colonial. Esta es una muestra de la falta de distinción entre estos dos conceptos. 300Ibíd., 248 301 Según Javier Flores el título termina en este punto. Y continúa: “/Por el Sr./ Dr. D. Justo Apu
Sahuaraura Inca, Canónigo Dignidad de Tesorero, en esta Santa Iglesia Catedral del Cuzco;
Examinador Sinodal, y Visitador General del Obispado. Doctor graduado en Sagrada Teología, y condecorado con la medalla del Libertador Simón Bolívar. Año 1838” [rubricado], teniendo como fuente el título del manuscrito restituido cotejando con la copia de la portada original con la versión de
Ella Dumbar Temple (1949:75), pero deja constancia que el título actual del manuscrito de la Biblioteca
Nacional es como hemos consignado, que coincide con el manuscrito Mindlin que consta de 96 páginas y 17 acuarelas (Flores, Javier, “La añoranza del pasado. Justo Sahuaraura Inca y sus “recuerdos de la
Desde el título se puede apreciar que trata a los tiempos de los Incas como una monarquía, tan igual como las que luego asumieron el poder de estos territorios; y a sus incas, como reyes.
En el fondo, su mirada es que hubo una usurpación del poder o por lo menos un cambio dinástico o monárquico, de la Monarquía peruana, en clave de Sahuaraura, a la Monarquía austro andina en clave de Altuve. Expresado en otras palabras: el paso de un imperio a otro, con soberanía en la persona y no en la nación, siendo el cambio político de naturaleza dinástica, como operó varias veces en Europa de esos mismos tiempos: de Trastamara a Habsburgo, de Valois a Borbón, de Hohenstaufen a Habsburgos, de Tudor a Hanover, sea por sucesión hereditaria por la razón o por la fuerza.Cambios dinásticos que generarongrandes guerras sucesorias, como la que motivó el tránsito dinástico de Habsburgos a Borbones apenas finalizado el siglo XVII en la Monarquía católica, o la Guerra de Sucesión de Polonia.
Aunque resulta ingrato para don Justo302, la historiografía peruana muy poco se ha ocupado de su obra, que para nosotros resulta pionera en darle su verdadera connotación de monarquía al también llamado imperio inca según las categorías occidentales, pero además valoramos cómo construye el concepto Perú, atribuyéndole el pasado prehispánico como sujeto histórico, llamando como propiamente corresponde Monarquía peruana, asimilando a las categorías o sustantivos Monarquía española, francesa, inglesa, alemana, que igualmente forman parte de la historia lineal e integral de estas decimonónicas naciones formadas contemporáneamente con la peruana. De allí que encontramos por demás desatinado que, sin restarles méritos, quienes se han ocupado de su obra como Javier Flores y Teresa Gisbert le pusieran comillas al término Monarquía peruana, como si fuera algo exótico o pintoresco303 .
Monarquía Peruana””, en Recuerdos de la Monarquía Peruana o Bosquejo de la historia de los Incas,
Fundación Telefónica del Perú, Lima, 2001, 32-34). 302 Su nombre completo era: Justo Apu Sahuaraura Inca Ramos Tito Atauchi Yaurac de Ariza Titu
Condemaita. (Gisbert, Teresa, Sahuaraura y su “Monarquía Peruana”, en Recuerdos de la Monarquía
Peruana o Bosquejo de la historia de los Incas, Fundación Telefónica del Perú, Lima, 2001, 51).
303 Flores, Javier, “La añoranza del pasado”; Gisbert, Teresa, “Sahuaraura y su “Monarquía Peruana””.
Tuvimos que esperar la llegada del siglo XXI para una nueva edición del libro de Sahuaraura, cuya autógrafa manuscrita, pero editada, fue publicada en el 2001 por la Fundación Telefónica del Perú, que la transcribió, e incluyó los artículos de los estimados historiadores antes mencionados, Flores y Gisbert. Luego, en el 2002, Claudia Rosas Lauro publicó una reseña en la Revista Histórica (Lima: Fundación Telefónica del Perú, 2002). La obra de Sahuaraura, cuyo manuscrito se encuentra en la Biblioteca Mindlin304 , comprende tres ideas fuerza, como las menciona Javier Flores305 y recoge Claudia Rosas Lauro en estos términos:
“una genealogía para demostrar el origen noble de autor, una exaltación de la nobleza no solo en el aspecto social sino en los valores que rodean esta categoría; y una visión histórica providencialista de la caída de la nobleza inca y su redención” 306 .
Si bien la historiadora incurre en el uso indistinto de las voces en cuestión, periodo colonial y periodo virreinal en una misma página307, al igual que Javier Flores308, esto no opaca en absoluto el brillante análisis que hace en el último párrafo, evidenciando que la figura de don Justo, como descendiente directo de aquella nobleza, su obra, cuyo título ya es impactante, y la iconografía, “jalonan la historia nacional y especialmente la regional … por medio de los discursos y representaciones que los crean y recrean a lo largo del tiempo”309. Coincide con Francisco Quiroz, al situarlo entre los constructores de un imaginario, aunque Rosas lo concentra en un carácter regional, consideramos que es más que eso, ya que el Incario pasó a ser parte del imaginario nacional de la historia integral peruana, incluso con exclusión de las demás repúblicas que se formaron en los
275 Esta biblioteca está considerada como la mayor colección privada del Brasil, forjada por José Mindlin desde 1927. (Sahuaraura, Justo Apu., COMPENDIO BREVE 2001 [1838]. Presentación de Alfonso
Bustamante y Bustamante, Presidente de la Fundación Telefónica). 305 Flores, Javier, La añoranza del pasado, 45. 306 La Dra. Claudia Rosas Lauro, destaca entre los pocos historiadores que le han dedicado atención a
Sahuaraura, ha escrito una reseña a la publicación de Recuerdos de la Monarquía Peruana (Rosas
Lauro, Claudia, “Reseña sobre Sahuaraura, Justo Apu. Recuerdos de la Monarquía Peruana o bosquejo de la historia de los Incas”, Revista Histórica, Fundación Telefónica del Perú, Lima, 2003: 266). 307 Rosas Lauro, Claudia, “Reseña sobre Sahuaraura, Justo Apu., 2002: 265-268, 2003: 265. 308En esta deformación conceptual incurre Javier Flores usando “Periodo Colonial” en la pág. 16 y “Periodo
Virreinal” en la pág. 20. (Flores, Javier, La añoranza del pasado, 16, 20). 309 Rosas Lauro, Claudia, Reseña sobreSahuaraura, Justo Apu, 268.
territorios que fueron parte del llamado imperio del Tahuantinsuyo, pero coincidimos con las palabras finales: “definitivamente el personaje y su obra cobran gran relevancia para nosotros”310 .
La obra de Sahuaraura es bastante corta, de apenas 47 páginas que comprenden una introducción y el cuerpo mismo en un solo capítulo. Contiene, además litografíasde imágenes de 16 incas: trece desde Manco Cápac hasta Huáscar (No considera a Atahualpa)311 y tres posteriores: Manco Inca, Sayri Túpac y Túpac Amaru I y dos más: una que contiene su retrato con escudo y un medallón con la figura de Bolívar; el segundo con tres escudos de las estirpes de Túpac Yupanqui, Pachacútec y Huayna Cápac312 .
Todo indica que terminó de escribirla en 1838, lo que nos ubica temporalmente en las primeras décadas posteriores al virreinato. Habiendo nacido en 1775 ya contaba con 63 años de edad. Si bien la rigurosidad académica lo hizo objeto de severas críticas, como las de historiadores como Temple313 y Vicuña Mackena314, Rosas señala como “muy duros en su juicio” y se aúna a la crítica que Javier Flores les ha hecho por esta inusitada severidad315 .
Lo que para nosotros constituye aporte es conocer no sólo el contenido, sino la visión de un personaje de los tiempos de construcción de la nación, de una historia común temporal y espacial, que fluye desde el título al atribuir a una forma de gobierno, como es la monarquía, andinizando un concepto político occidental y europeo por excelencia,
310 Ibíd., 268. 311 Lo consideraba bastardo y solamente lo menciona como Rey de Quito. 312 Gisbert, 2001, 51. 313Temple, Ella Dunbar, “Un linaje incaico durante la dominación colonial Los Sahuaraura”, Revista
Histórica, [Lima], XVIII, 1949, entrega I: 45-77:“Su relato histórico no pasa de ser un tejido de inexactitudes intencionadas, tergiversando la realidad de acuerdo a sus particulares finalidades (…) su secreta ambición, más o menos disimulada en su obra genealógica, [era] imitar al Inca Garcilaso, pretendiendo en un burdo plagio ser depositario de las tradiciones de su raza”. Citado por Flores, La añoranza del pasado, 36. 314 “Este buen canónigo del Cuzco tuvo en su vejez la manía de creerse el último descendiente de los Reyes
Incas del Perú, y para probarlo hizo imprimir en París esta especie de ejecutoria de nobleza incarial a gran costo, acompañando a su retrato los de todos sus primogenitores los Incas”. Juicio crítico de Vicuña
Mackenna, citado por Ella Dunbar Temple (1949: 74, n. 36) que Javier Flores transcribe (Flores, La añoranza del pasado. Justo Sahuaraura Inca y sus “recuerdos de la Monarquía Peruana”. 2001: 35) 315 Rosas Lauro, Reseña sobreSahuaraura, Justo Apu. Recuerdos de la Monarquía Peruana o bosquejo de la historia de los Incas, 2003: 268
para aplicarlo a un espacio determinado; dándole un nombre distintivo entre esta categoría como llamarla peruana, de tal forma que el sujeto histórico Perú resulta apropiándose con exclusividad de ese pasado.
Pero también está de por medio el elevamiento de los tiempos del incario por encima de los que le dieron fin, lo que se desprende de la referencia sobre el inicio del proceso virreinal, que lo califica como: “dando un aspecto de conquista, a una invasión descarada, sangrienta y feroz”, como también de sus actores, como hace con Pizarro a quien llama de “baja esfera, pues no supo leer ni escribir”; y de Almagro a quien se refiere como de “oscuro nacimiento” y conjuntamente con Luque los califica como unos aventureros que vinieron “para descubrir o invadir un imperio floreciente”316. En igual forma encara el costo de la evangelización: “¡Ó Cruz bendita instrumento de la Redención del Mundo, cuanta Sangre de los Yncas, derramada por los Españoles habéis costado, para conoceros, adoraros y bendeciros!”317 .
Igualmente, el conjunto de los tiempos virreinales es referido como guiado “por la codicia de oro y plata”318 y por consiguiente de negativo valor frente a los tiempos de la monarquía nativa. Pero lo más importante para nosotros, para confirmar nuestra hipótesis, deviene del propio interés del autor, su particular y personal situación como heredero y descendiente directo de los incas. Así, publica los emblemas de sus abuelos y el relato de su entroncamiento, en cuya línea, hasta su persona se puede observar la existencia de una nobleza nativa, reconocida por la Monarquía católica.
No es del caso hacer un resumen, pero si unas cuantas líneas, en cuanto a la confrontación temporal entre los tiempos republicanos y virreinales con el pasado de los incas, a quienes nombra como emperadores. En la introducción describe una demarcación territorial casi perfecta, en los cuatro conocidos suyos, y además una ponderación de su organización funcional de gobierno en temas de justicia, guerra, política y hacienda, y un
316 Sahuaraura, Justo Apu, Recuerdos de la Monarquía Peruana o Bosquejo de la historia de los Incas,
Imprenta de Rosa, Bouret y Cia., Paris, 1850, 7. 317 Sahuaraura, Compendio Breve, 61. 318 Sahuaraura, Justo Apu, Recuerdos de la Monarquía Peruana o Bosquejo de la historia de los Incas, 8.
aparato burocrático del poder, distribuido en quienes llama “mandarines”, asemejándolos al virrey, ya que según Sahuaraura, sólo ante el inca podían apelarse sus decisiones319 .
No cabe duda sobre la añoranza por el pasado, pero Sahuaraura lo lleva al futuro, al mencionar una leyenda o profecía, por la cual:
“pasados tres siglos, y un poco más, volverían a ver mis hijos, y descendientes el Ymperio restaurado a su antiguo ser, con la ayuda de un pueblo llamado Ynglaterra, y entonces, los llantos trocaran en gosos sempiternos, y el nombre del Ynca será admirado y deceado de las naciones vecinas. Así dijo el Ynca a su esposa, y desapareció anegado en llanto de entre sus hijos, pero con la esperansa dulce, y halagüeña, de que se cumplirá su pronóstico, y que esta será breve”320 .
En su exagerada imaginación menciona a Manco Cápac, que desde el cielo y en su otra vida, ve cómo está cerca el cumplimiento de esa profecía y finalmente cumplida con la Batalla de Ayacucho de 1824, por lo que el Ynca (narra Sahuaraura) saliendo de los Campos Elíseos les dice:
“ya llegó el día felis, el día dichoso, el día grande, el día deseado de las generaciones, vuestras cadenas quedan rotas, yá sois libres, la tierra es vuestra, entrad en vuestras antiguas poesesiones, ya podeis decir con noble orgullo Ni hemos tomado tierra agena, ni retenemos cosa que no sea nuestra: sino la herencia de nuestros Padres que nuestros enemigos posesyeron algún tiempo injustamente. Y nosotros habiendo tenido oportunidad, hemos recobrado la herencia de nuestros Padres (Escrito en latín)”321 .
319 Ibíd., 6. 320 Sahuaraura, Justo Apu, Compendio Breve 2001 (1838). 321 Sahuaraura, Justo Apu, Compendio Breve, 68