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JOSE VALEGA (1887-1961
borrado como fue en las colonias norteamericanas de Inglaterra y Francia. Concluyendo que el uso conceptual dereino y colonia no es indistinto, sino que guarda un orden para referirse en un caso, a una unidad política y geográfica como reino y para el orden sociológico y antropológico como colonia.
JOSE VALEGA(1887-1961)
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José M Valega publicó en 1917 Causas i motivos de la Guerra con Chile491y, en 1939 su obra clásica, en la cual centramos nuestro análisis: El Virreinato del Perú: historia crítica de la épocacolonial en todos sus aspectos492 .En esta última, desde el título apreciamos una doble referencia (ver resaltado nuestro), pero debemos entender, que una está referida al modelo político de gobierno y la otra al modo de vida social y económico, lo que se verifica desde el inicio, ya que el título general del Libro Primero es El Virreinato del Perú, pero el primer apartado de los Preliminares es: Puntos de vista peruanos en la Historia Colonialy en su interior ratifica: “No han sido muy pródigos los esfuerzos realizados por nuestros hombres de estudio en la investigación honda de nuestra cultura, de nuestra sociedad, de nuestra vida genuinamente peruana, en la época colonial” (p. 5). Sin embargo, lo que parecería una constante coherente entre estas dos dimensiones, una política y otra social, se rompe cuando a pocos renglones va a usar la otra voz diciendo: “Recientemente, serias investigaciones sociológicas y densos estudios de nuestros historiógrafos y científicos están enfocando con certeza, en forma coordinada, las palpitaciones del alma peruana en los días virreinales”.
Lo que nos revela un uso indistinto, más que una aplicación conceptual. Diríamos que responde a un tema de redacción para evitar una tautología gramatical o a un convencionalismo de su tiempo, como se puede corroborar en la misma página al referirse a varios factores, señalando al social “Perú Colonial”; al político:“Calificado por la organización misma de la colonia”; al legal“reglamentaciones especiales de la colonia peruana” y finalmente, refiriéndose al factor geográfico, ya engloba todo: “Exhibido en
491Lima: Impr. La Moderna, 1917 492Lima: Cultura Ecléctica, 1939
las nutridas cédulas que delimitaban política, judicial y religiosamente la colonia peruana.”. Para que no quede duda del uso indistinto, antes de pasar a otra página nos dice: “Una historia colonial, que contenga todos los matices de nuestra vida virreinal”. En una sola frase, casi en una sola línea, apreciamos ese uso indistinto sin advertir que no tienen el mismo significado.
Hasta este punto tenemos 1) Virreinato del Perú; 2) Época Colonial; 3) Historia Colonial; 4) días virreinales; 5) Perú Colonial; 6) Colonia peruana. Son seis formas distintas que para el historiador significan lo mismo, pero que no constituyen conceptos iguales, lo que nos confirma el uso indistinto para significar lo mismo, que gran parte de la historiografía ha usado.
El grado de uso indistinto continuará en aumento, el título del apartado es Explicación de la tardanza en escribir una Historia peruana del coloniaje, y sorprendentemente en la primera línea nos dice: “Muchos elementos han contribuido a retardar, hasta hoy, la obra peruana en la facción de la historia virreinal”.(p. 6) Sin embargo, debemos reconocer en Valega su preocupación por las investigaciones sobre los tiempos en cuestión, como que resalta los esfuerzos de los cronistas, de la Sociedad de Amantes del País en lo que llama “los últimos años de la colonia” como “primer esfuerzo nacionalista por presentar un punto de vista americano en el complejo de problemas coloniales” .
Hasta aquí podría parecer que en el balance conceptual más fuerza tiene colonia que virreinato, pero en el Capítulo I la situación cambia y se puede percibir, que al hablar del orden político propiamente, como la Creación del Virreinato y en el título de este capítulo, se aprecia con nitidez el manejo del concepto Perú como unidad política y orden social, distinguiendo adecuadamente los tiempos de las gobernaciones de Nueva Castilla y Nueva Toledo del propio Virreinato, indicando que nace en virreinato como reacción, entre otros aspectos, al desorden y abusos generados por las disputas de los llamados conquistadores, que no producían a la Corte “el beneficio en la proporción que debía
corresponderle, dada la magnitud de la colonia”, pero con prontitud su lenguaje se pone acorde con el verdadero concepto político y nos dice:
“Por ello Carlos V, recogiendo datos concretos de los problemas fundamentales del Perú, planteó la aplicación del sistema virreinal i el 20 de noviembre de 1542 las ordenanzas de Barcelona, asimilan, en categoría, al pueblo de Manco con el país de Moctezuma, bajo la forma virreináticia, interviniendo la Corte en el gobierno de América” (p. 6,7) Y continúa en el siguiente párrafo: “El virreinato resolvía, debía resolver, mejor dicho, la cuestión biforme del problema peruano: paz y riqueza.”
No cabe duda de que hay un disloque entre la voz y el significado. Si llegáramos a este punto de la lectura de su obra, al advertir que no tienen el mismo significado y precisáramos al padre Valera, para que se definiera por uno o por otro, Virreinato o Colonia, estamos seguros que optaría por el concepto Virreinato. Y decimos esto no por simpatía con el concepto, sino porque en adelante, sólo es virreinato el que usa para la referencia en cuestión.El autor adopta la división entre conquista y virreinato, como harán muchos historiadores. Así tenemos:
“América por tales razones, no podía ser, en los primeros tiempos, sino la sentina de España; el lugar de refugio de los desalmados en gran parte, sin que la Corte pudiera evitarlo, no obstante, el control de la Casa sevillana de Contratación; control comercial y fuente de estadística, ya en plena organización virreinal”. (p. 7)
En el apartado final de este capítulo I Las Nuevas Leyes sigue la misma corriente: “Fueron inspiradas por la más alta sabiduría i la gran piedad del más noble defensor del indio: Las Casas”. (p. 7) Lo que más debo resaltar es el uso de la voz Perú sustantivada y como concepto político, por encima de su forma de gobierno, ya era aquel nombre para todos los tiempos, el antes, durante y después del contacto entre la más
poderosa monarquía de Europa y la más poderosa de América. El Perú de los Incas, el Perú Virreinal y el Perú Republicano:
“Las primitivas gobernaciones eran remplazadas por dos grandes virreinatos, uno en el Norte, México; i otro, en el Sur, Perú. Se reconocía el carácter de súbditos del reino a los naturales de América”.(p. 8) … “Se mandaba pagar jornal al indio, prohibiéndose el servicio personal i el trabajo en las minas i en la pesquería de perlas.”.
Otro es el problema si se cumplían o no estas prescripciones, lo que no puede alterar la condición política en este espacio, la de un reino tal y como eran los reinos peninsulares. Refirma lo dicho cuando usa el concepto sustantivo de Perú, ubicado no sólo en el tiempo sino diacrónicamente:
“Y cuando al cabo de tan nocivas tardanzas, esta se hubiera impuesto victoriosamente, la retardada irrupción habría acarreado al Perú Autóctono la misma infeliz suerte, que hoy toca a los países mongólicos menores, a las chinas secundarias y subalternas, Corea y Anam.”(p. 9).
Su referencia al Perú como concepto y sustantivo que traspasa los tiempos políticos se hace ostensible:
“El Perú tras la conquista no quedó sojuzgado como región vasalla, sino unido a la Corona de Castilla, como parte de ella, como su ampliación o auctuario del propio modo que todas las demás Indias Occidental”. (p. 9)
Y finalmente queda muy claro su concepto político cuando afirma: