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Lorenzo Samaniego Román
Sechín y el sismo de 1970
Lorenzo Samaniego Román 22
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Atardecía tranquilamente en Chan Chán, colosal ciudad chimú, un visitante nacional y su familia recorrían la ciudadela Tschudi mientras en el interior del kiosko, al lado izquierdo del ingreso a la ciudadela, escribía una carta a mis padres cuando empezó el movimiento sísmico, el obrero que me acompañaba exclamó ¡arqueólogo, terremoto!, le respondí es un temblor ya pasará, pero continuaba, salí asustado del kiosko, el suelo no dejaba de temblar, pensé lo peor, en cualquier momento se abriría el suelo. En tanto, al interior de la ciudadela se producían desplomes acompañados de polvareda, el obrero había desaparecido.
Por fin, dejó de temblar el suelo, ingresé para ver dónde se habían producido los desplomes en la ciudadela, era de los muros restaurados y los visitantes horrorizados, pero sanos.
Poco a poco volvió la calma, recorrimos las partes afectadas de la ciudadela y era imprescindible informar a la sede en Lima, pues era domingo 31 de mayo de 1970 y seguro la filial de Trujillo debería estar cerrada.
Apareció el obrero, quedó al cuidado del monumento y en la movilidad de los visitantes me trasladé a la ciudad.
Hacía tres días que había llegado de Lima para hacerme cargo de Chan Chán como Inspector de Monumento Arqueológico del Norte, reemplazando a mi colega Alberto Bueno Mendoza que retornaba a Pachacamac.
Pensé encontrar una cabina de teléfono o de donde llamar a Lima, pero el servicio de luz y otros habían colapsado, se notaba el daño en algunas iglesias, muchas viviendas y algunos edificios. El terremoto
22 Lorenzo Samaniego Román. Doctor en arqueología por la UNMSM, miembro vitalicio del
Colegio de Arqueólogos del Perú. Docente universitario. Con 50 años trabajando en el Centro
Arqueológico de Sechín.Autor de muchas publicaciones de su especialidad.
1970 La hecatombe de Áncash 175
había hecho estragos y la población confundida, preocupada y temerosa transitaba por las calles, el comentario general era el sismo en Trujillo, no se mencionaba otras ciudades.
Llegó la noche y no pude enviar ningún mensaje, todos los servicios de comunicación afectados, entonces tomé la decisión de ir a Casma por tener conocidos y poder llamar a Lima para informar de lo sucedido en Chan Chán y también de Sechín, porque el comentario general era que solo en Trujillo se había producido el sismo, por tanto, de Casma podría comunicarme con el doctor Arturo Jiménez Borja, en aquel entonces Sub director de la Casa de la Cultura del Perú.
Llegué hasta el control de vehículos en las afueras de la ciudad, no permitían el paso vehicular hacia el sur, me resigné a ´pasarla noche allí y al día siguiente retornar a Chan Chán.
Después de la medianoche un ómnibus de la empresa Chinchaysuyo logró pasar el control y en él apiñado con otros pasajeros me embarqué rumbo a Casma.
En varios tramos de la carretera tuvimos que bajar porque habían rajaduras en la pista y el vehículo debía tener poco peso y en algunos casos empujar los pasajeros.
Recuerdo que pasamos Chimbote casi a oscuras y se comentó que el sismo había afectado a la ciudad, pero no pude ver los daños, pasamos rápido, el bus tenía como fin de itinerario la ciudad de Lima.
Por fin llegué a Casma, bajé en la plaza principal, estaba un poco oscuro, cuando empecé a ver mejor, me quedé estupefacto, incrédulo, la ciudad estaba en ruinas, entonces sentí dolorosamente la destrucción del terremoto, los amigos que tanto aportaron en los primeros trabajos de Sechín con sus casas destruidas y durmiendo a la intemperie, como el resto de la población.
El epicentro del sismo había sido en el mar frente a la ciudad de Casma y lo peor había sucedido en el Callejón de Huaylas, en pocos minutos el pueblo de Yungay había quedado sepultado con más de veinticinco mil habitantes por el aluvión de lodo y piedras proveniente desde el nevado Huascarán.
La tragedia real era en Ancash, en pocos minutos se perdieron miles de vida humanas, la destrucción de sus pueblos y uno de ellos era Casma.
Tanto dolor y lágrimas en breves minutos, era increíble y difícil de aceptar.
Había llegado a las cinco de la mañana del primer día de junio y cuatro horas después con el amigo Emilio Sam Chang, miembro del Comité Arqueológico de Casma, nos trasladamos en su vehículo a Sechín, al llegar comprobamos con pesar que los trabajos ejecutados con mucho sacrificio entre octubre a diciembre de 1969 con la ayuda del Comité Arqueológico ya mencionado y otros, había sido desbaratado por el sismo, pero comentamos que algo debíamos hacer, “sin miedo”, frase que utilizaba Emilio ante cualquier dificultad, renovando mi compromiso con Sechín, que luego de los trabajos realizados era evidente su importancia histórica, en especial, por sus piedras grabadas y lo mucho que faltaba por descubrir.
Nuestras intenciones y deseos se hicieron realidad nueve meses después, luego de intensas gestiones, ante CRYRZA, la Comisión de Reconstrucción y Rehabilitación de la Zona Afectada por el sismo del 31 de mayo de 1970, que aprobó el PROYECTO CASMA para la puesta en valor de Sechín elaborado por el suscrito que antes lo recibió el doctor Arturo Jiménez Borja como Sub Director de la Casa de la Cultura del Perú, y luego el ingeniero Leoncio Laynes, Jefe Zonal de CRYRZA en Casma, quién lo derivó con un informe a la sede central en Lima, allí dos recordados amigos de Jiménez Borja, el arquitecto Santiago Agurto Calvo, quien llegó a ser Director Técnico de CRYRZA y el doctor Oscar Urteaga Ballón, apoyaron la aprobación y financiación por un millón de soles del PROYECTO CASMA.
Así, el primer día de marzo de 1971, iniciamos lo trabajos arqueológicos en Sechín, en condiciones muy difíciles. pero con el ánimo y el objetivo de contribuir a la rehabilitación de Casma y por supuesto de Ancash, de tal modo, veintinueve meses después, en julio de 1973 las ruinas de Sechín se había convertido en uno de los primeros monumentos arqueológicos puestos en valor en el Perú y se abría al público para que conociera el único edificio exornado con más de trsecientas piedras grabadas en toda la costa del Pacífico y sin duda anterior al centro ceremonial; es más, los orígenes del arte lítico de
este centro y uno de los representantes de la cultura Sechín en la cuenca del río Casma.
Los esfuerzos y esperanza del Comité Arqueológico de Casma, sin olvidar al señor Artemio Trujillo Proaño, doctor Humberto Zavala Orihuela, Celestino Sam Chang entre otros; el financiamiento de CRYRZA (luego ORDEZA), como el invalorable apoyo del General EP Luis Vera Velarde, Jefe de CRYRZA y ORDEZA; las gestiones y el aliento del doctor Arturo Jiménez Borja, y la responsabilidad del Instituto Nacional de Cultura, pudieron hacer realidad la ejecución de los trabajos , convertir en realidad la ejecución de los trabajos, convertir en realidad muchos sueños y el homenaje permanente a los pueblos afectados por el sismo del 31 de Mayo de 1970.
En suma, la puesta en valor de Sechín es producto de la tragedia que vivió Ancash en 1970 y el deseo ferviente de contribuir a su recuperación, fortalecer su identidad cultural y el desarrollo del turismo.
Finalmente, nuestra labor siempre ha sido: “Servir a los monumentos, antes que servirnos de ellos”, inolvidable consejo de Arturo Jiménez Borja.
Cabezas humanas y otro simbolizando la muerte en Sechín (3 800 años)
El doctor Samaniego explicando al Primer Ministro Doctor Sandro Mariátegui Ch. y Ministro de Educación Doctor Valentín Paniagua C., 25/08/1984.
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