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Milton Ovidio Pastor Neyra

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Norka Bríos Ramos

Norka Bríos Ramos

¡Reminiscencias del dolor!

Milton Ovidio Pastor Neyra 78

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Crónica

15:23.32 horas. Epicentro localizado a 44 Km al sur oeste de la ciudad de Chimbote, en el Océano Pacífico, profundidad de 54 Km, provocó un violento alud – desprendimiento del pico norte del Huascarán. 40 millones de m3 de hielo, lodo y rocas – 1.5 Km de ancho, velocidad promedio de 350 Km/h, en tiempo aproximado de 3 minutos sepultó a las ciudades de Yungay y Ranrahirca, fueron 3 días de zozobra con 400 réplicas.

Reminiscencia I

¡Oh andino Mayo! Abundancia en verdor de prados y producción feraz. Mes de azul bonanza que alimenta vidas en alba. En la cima del nevado, asecha la muerte por siglos anidado! La furia quiebra la tarde en explosión de gigantescos cántaros preñados de ferocidad. La oscuridad con rugido de muerte implanta su reino de terror. Hielo, roca y lodo en espuma de muerte azota sin piedad, lacerando su andina savia. La esperanza, cual fugitiva estatua, huye despavorida! Galgadas en estruendo cargan en litera de oro a la fría muerte, que se corona radiante

78 Milton Ovidio Pastor Neyra. Lic. en Educación, Ciencia Política, y en Gestión. Mg. en

Ciencia Política. Estudios de Doctorado en Derecho y Educación. Director de la I. E. Técnicocomercial Argentina. Docente de Postgrado de la UNASAM. y en la Maestría de la Escuela de Gobierno y Planificación.

1970 La hecatombe de Áncash 495

en la fatídica tarde.

El campo santo, la morada del descanso final, acoge ansias de vida palpitante, que fatigados en espanto respiran la vuelta a la vida. Tres días de continuos temblores; gritos desgarrados, oraciones en murmullo…, cuerpos por doquier, llantos sin consuelo con la muerte aun rondando.

Ya es junio en primera quincena, un cielo azul hace contemplar la antípoda, en el verdor de los collados de en frente.

Renace la humanidad en abrigados capullos de esperanza, hay guisados de solidaridad… sirven el maná en platos de amor… Se vuelve a la vida, poco a poco

Reminiscencia II

“Muerte, si otra muerte hubiera que de ti me libertara, a esa muerte pagaría porque a ti, muerte te diera”. (Anónimo)

Es 31 de mayo en Piscobamba, 15:23 horas de un lúdico domingo cualquiera. “Ladrones y celadores” en juego infantil rompen la monotonía de la apacible y bucólica vida, en la noble ciudad. ¡Ruge la tierra súbitamente, con sacudón implacable expresa su furia! Crujen los tejados de los techos, la osamenta de adobe y madera de la catedral, se desploma frente a mis ojos! La población enloquecida irrumpe en la plaza mayor…

el fantasma de la muerte recorre sus calles!

El día en el ocaso se rindió ante una fortalecida oscuridad. Precarias tiendas de campaña acogen a familias golpeadas por el espanto.

De pronto, la ternura acaricia mi corazón, es la mirada protectora de mi madre; me acurruco en su cálido regazo hasta el nuevo día.

Reminiscencia III

Perdido en el tiempo de hielo y lava, mis ojos tañen de dolor y en fuego estallan!

Un sordo silencio… en estación de otoño, pinta las escenas de aquella primavera en el 70. Observo la herida abierta ya sin sangre por el tiempo y me trepidan ramalazos de recuerdos.

50 años después del fatídico hecho, me veo envuelto aún … en reminiscencias de dolor!

Oda a la muerte

Escrita en tiempos de coronavirus, en una noche de insomnio, cuando la esterilidad amenazaba fecundar desilusión y /desesperanza.

“¡Doña Muerte! Es también usted militante de la vida, pues: sólo hay muerte si hay vida. El final de la vida toda;

la llevaría Señora Muerte, a morir sin remedio!”. (MOPN)

Mi humanidad trashumante en agotamiento ingresa a la letanía y el dolor en este confinamiento.

¡Es noche de insomnio!, Una imponente y quimérica sombra flota en la estancia vigilando mi vigilia. Ha estallado la noche de su negruzca chispa… e inunda los ámbitos de mi mortal humanidad.

¡Es noche de insomnio! El silencio ulula cual ventarrón…, destrozándome los tímpanos con implacable y certero chirrido.

¡Señora Muerte, zíngara impredecible! besar quisiera sus mortales labios de témpano y lava. Levantar quisiera el velo de seda en el trémulo palpitar de su piel acariciando el mío.

¡Señora Muerte, zíngara impredecible! Cual núbil zahorí… quisiera jugar en ruleta mortal, glosando su impredecible mirada… y solazarme en el eco de su carcajada inferno-celestial.

¡Señora Muerte, zíngara impredecible! Tomadme con vuestras blancas y delicadas manos y llevadme a acariciar vuestros muslos de marfil.

¡Es noche de insomnio! y la quiero en mi alcoba, recorriendo con mis manos cada resquicio de su perlada silueta. La quiero mi amante, que cual Divina Eugea me brinde su mórbido encanto… en hieródula fascinación… y en el pánico de mi piel erizada sucumbir en licencioso orgasmo!!! hasta…, hasta su fuga con la primera luz del alba… o, hasta mi descanso eterno en la plenitud de vuestro Reino!!!

¡Cuándo me llegue la hora!

Cuando mi fatigado andar sea el heraldo de la brevedad de mi existencia. Cuando sienta a mi cuerpo ya no responder a los placeres mundanos. Cuando el febril insomnio se torne en letanía, en mi alcoba de guerrero crepuscular. Cuando la finitud de la creatividad me lleve al cadalso de la rutina y del dolor… Entonces, buscaré disfrutar de la dulce calma de la eternidad, en tu regazo Piscobamba mía!

Dibujo de Rosario Paredes Mendo

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