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Nicéforo Caldas López
Dolorosa evocación y consecuencias del terremoto de 1970
Nicéforo Caldas López 28
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Eran las 15.23 horas del día 31 de mayo de 1970, hace 50 años cuando rugió, tembló y retumbo la tierra de la región Áncash; vivimos uno de los terremotos más catastróficos de la historia del Perú, el mayor del siglo XX en el hemisferio occidental de la tierra, afectando con destrucción y desolación a miles de habitantes, generando la muerte y desaparición de 66,750 personas. La magnitud de 7,9 en la escala sismológica, según el Instituto Geofísico del Perú, que duró 45 segundos generó un aluvión de 40 millones de metros cúbicos de hielo, lodo y rocas, alud que bajó del Huascarán prácticamente enterrando a Yungay y gran parte de Ranrahirca, con un saldo fatal de 25,000 personas fallecidas; hoy Yungay convertido en un gran Campo Santo lleno de cruces blancas y negras.
Según datos tomados de la obra “Historia de los sismos más notables ocurridos en el Perú” del autor E, Salgado fueron 186,000 personas damnificadas; 60,000 viviendas destruidas; se desplomaron templos, edificios, casas, puentes, todos ellos sean de material noble, adobe y/o tapia; las pistas partidas sobre todo en la Panamericada Norte, Pativilca, Casma, Huarmey, Chimbote. 6,730 aulas destruidas; la densa nube en el cielo ancashino duró una semana; el hielo demoró dos semanas en destruirse y el lodo un mes en secarse.
Entre Ancash y La Libertad la capacidad eléctrica fue reducida al 10% por los daños causados a la Central Hidroeléctrica de Huallanca. El sistema de irrigación dañado afectó a 110,000 hectáreas de terreno sembrable. El 77% de los caminos de Ancash y de La Libertad se interrumpieron. Se destruyó y desapareció el único ferrocarril de Áncash de Chimbote a Huallanca; fue el sismo más destructivo en la historia del Perú, no solo por la magnitud de la
28 Nicéforo Caldas López. Nació en Pomabamba en 1946. Ejerció la docencia en colegios de Pomabamba. Redacctor y editor de revistas. Escribió la obra Opísculo sobre el monseños Fidel Olivas Escudero.
hecatombe, sino porque generó la muerte de escritores, doctores, religiosos, médicos, profesores, niños y jóvenes sobre todo en Yungay, Ranrahirca, Huaraz, Carhuaz, Caraz, Chimbote; muertes que nos dejaron pasmados en profunda angustia, dolor y soledad y hoy; después de 50 años los que fuimos testigos de la desgracia sufrimos con igual intensidad en cada evocación del hecho, lloramos y elevamos plegarias al autor de la vida por aquellos que cual bandada de palomas mensajeras volaron a la patria celestial.
En Pomabamba fallecieron pocas personas, pero la destrucción vial fue total, la carretera o mejor dicho la única trocha carrozable que llega a esta ciudad totalmente bloqueada; una de las torres del Templo de San Francisco de Asís se desplomó, las casa y las construcciones de las instituciones cuarteadas con cientos de damnificados; las réplicas del movimiento telúrico duraron 08 días.
Las consecuencias de este fatídico terremoto en la Región Áncash fueron dolorosas, totalmente destructiva y la rehabilitación lenta.
Es necesario destacar la solidaridad de los países de Europa y América que a través de las diversas organizaciones mundiales brindaron su apoyo; cuya cooperación no solo fue en el momento de la emergencia, sino en la rehabilitación de la zona afectada, en el futuro desarrollo de la Región Áncash. Citamos como la mejor obra el asfaltado de la carretera: Pativilca, Recuay, Huaraz, Carhuaz, Yungay y Caraz; tuvo que pasar esta desgracia para ver realizado el sueño de decenas de años. En Pomabamba, Mariscal Luzuriaga, Sihuas seguimos esperando más de 50 años el asfaltado de nuestra trocha carrozable; ojala que esta pandemia que ha generado el COVID-19 sacuda el corazón y el ser en sí de nuestras autoridades regionales y nacionales para que cumplan la filosofía de apoyar a las zonas más vulnerables, a los pueblos olvidados, marginados, alejados como Pomabamba “Corazón de los conchucos” título honorífico dado por la Congregación de los Franciscanos desde 1709 por ser medio y corazón de los Conchucos para la Evangelización. Pomabamba una de las provincias más antiguas del Perú con 457 años de existencia, tierra ubérrima, bella con hermosos lugares turísticos, Capital Folklórica de Ancash, con aguas termo medicinales, con tradición e historia admirables, sin embargo, la más olvidada. Esperamos que se haga realidad el soñado asfaltado ofrecido por ocho presidentes de la República del Perú, que ninguno de ellos lo ha concretizado hasta hoy. Que nuestros enfermos
no sigan muriendo en el camino, ojalá que lleguemos a las grandes ciudades en el menor número de horas, que nuestros viajes dejen de ser tediosos, largos, cansados y costosos.
A raíz del terremoto de 1970 que asoló varias ciudades del Callejón de Huaylas y que motivó la solidaridad de varios países, Yungay recibió el nombre de “Capital de la solidaridad internacional”. Los pomabambinos, piscobambinos y sihuasinos no podemos olvidar en este apoyo de solidaridad la presencia del Gobierno Suizo quienes construyeron hospitales, centros médicos, núcleos escolares, aulas escolares, bibliotecas, un horno en Pauchos para elaboración de ladrillos; nuestro reconocimiento y gratitud, ayer, hoy y siempre.
Que el Dios de la vida en este medio siglo del triste recuerdo de la destrucción de la región Áncash nos haga reflexionar y conceda energía para que cual nos levantemos como hermanos unidos y solidarios para trabajar por el bien y desarrollo de nuestros queridos pueblos.