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José Figueroa Rubio
El terremoto de Huaraz Los sinchis bajaron del cielo
José Figueroa Rubio 47
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Hace 50 años la naturaleza liberó su energía destructiva sobre el Callejón de Huaylas sumiendo en el dolor y la desolación a todos los pueblos del valle del Río Santa.
Fue el domingo 31 de mayo de 1970, mientras los peruanos nos preparábamos para ver el debut de la selección peruana en el mundial de México, se produjo el sismo más destructivo de la historia del Perú, a las 15:23 horas y con una intensidad de 7.8 grados de la escala de Richter; el epicentro se ubicó en el Pacífico frente a las ciudades de Casma y Chimbote.
En las primeras 24 horas no se tenía información de la magnitud del desastre en el Callejón de Huaylas, hasta que por intermedio de una red radial de los Franciscanos se supo que Huaraz y todos los pueblos del Callejón estaban destruidos; el Gobierno Militar dispuso que saltaran en la zona un grupo de paracaidistas de la Escuela de Paracaidismo del Ejercito, para apreciar y evaluar un salto masivo con la tropa, ellos lo hicieron con equipos comandados, al observar que todo el terreno estaba saturado de piedras desprendidas de los cerros, opinaron que hacer un salto masivo era demasiado riesgoso; ante esta situación el General Velazco Alvarado ordenó “entonces que salten los Sinchis”. Inmediatamente la orden fue transmitida por la linea de Comando de la Guardia Civil y el 01 de Junio por la tarde el Primer Jefe de los Sinchis, Teniente Coronel GC. Ernesto Aguilar Heredia recibió la orden para trasladar a Lima una fuerza operativa de 120 hombres para saltar en las localidades de Huaraz y Anta llevando auxilio y consuelo a la población sobreviviente que aturdidos y desconsolados vagaban por el campo sin explicarse lo que había pasado.
47 José Figueroa Rubio. General de la Guardia Civil, (Sinches) Docente en Centros Superiores de la PNP, escritor, investigador institucional, conferencista y dirigente en instituciones policiales.
1970 La hecatombe de Áncash 320
En el Decreto de creación de la 48 Comandancia se le asigno su Misión y Funciones, y entre ellas estaba de “procesar consuelo a la población en desastres y calamidades”. El martes 02 de junio, fueron traslados a Lima dos escuadrones reducidos al mando del Tnte. Crnl. GC. Ernesto Aguilar Heredia, permaneciendo en el grupo 8 de la FAP en espera de buenas condiciones de tiempo, como ello no fue posible fueron instalados en la 24° Comandancia “El Potao” hasta el día siguiente. El 03 de Junio a primera hora, se trasladaron al grupo 8 de la FAP; el Comandante Aguilar Heredia impartió las últimas instrucciones de detalle para el salto que se realizaría en dos lugares: Huaraz y Anta; a media mañana partieron los aviones de la FAP al mando de los Comandantes Alfonso Salas y Manuel Anselmi; cuando los aviones sobrevolaron el Callejón de Huaylas observaron que estaba cubierto por un colchón de polvo que no permitía a simple vista observar el terreno, primero saltaron los “probadores del aire” al mando del Teniente GC. Virgilio Ocampo y varios DRAPLAS, al aterrizar apreciaron que no había un espacio libre de piedras para el aterrizaje, pero maniobrando y conduciendo bien su paracaídas podían aterrizar sin consecuencias, esta apreciación fue comunicada por radio al Comandante que estaba en la puerta del avión, listo para saltar; los aviones se colocaron en una posición basada con sus equipos auxiliares y cuando sabían que estaban sobre la ciudad de Huaraz, el piloto prendió la luz verde y el timbre para avisar que ya debían saltar, el primero en abandonar el avión fue el Comandante Aguilar Heredia, su ayudante Cap. Humberto Piérola y el Armero Valentín Alvares Campos, el comunicador Sargento Jorge Paz y el documentario Sargento Vladimir Baca Flores; luego saltaría el Primer Escuadrón con el Cap. Oliva Cabrera, Tnte. Tito Díaz Amayo y Tnte. Julio Cano Delgado pertenecientes al Segundo Escuadrón.
Entre los Clases que saltaron, figuraron: Sgto. Segundo Vargas Vega, Jorge Girón del Carpio, Victor Saucedo Zamora, Anibal Flores Díaz, David Castillo Escudero, Guardias Joel Saavedra Mego, Roberto Aspajo Mori, Felix Coaguila Poma, Juan Paz Acosta, Juan Casique López, Simón García Trigoso, Raúl González Vela, Prudencio Gonzales Sosa, entre otros.
Los aviones retornaron a Lima y a las 14:00 horas se embarcó el Segundo Escuadrón que debería saltar en el campo de aterrizaje de Anta, al mando del Cap. GC. Pedro Naquira Flores y los Tenientes
Julio Ñavincopa, Julio Cano Delgado y Fernando Vargas; cuando aparecieron los paracaidistas en el cielo, la gente no sabía qué hacer, los niños corrían alborotados al lado de los paracaídas, las mujeres agradecían a Dios y los ancianos levantando los brazos al cielo en señal de agradecimiento.
Después de la algarabía popular, por el aterrizaje de los paracaidistas, procedieron a reagruparse por Escuadrones, Pelotones y Escuadras bajo sus respectivos comandos en Huaraz. El Comandante Aguilar instaló su puesto de Comando en la GUE Mariscal Luzuriaga, los comunicadores procedieron a instalar las antenas de radio para reportar a la Dirección General las novedades y se procedió a instalar un puesto de atención medica con el médico, enfermeros y sanitarios de la unidad para atender a los accidentados y heridos; se instalaron albergues para atender a los niños huérfanos que habían sobrevivido y a los ancianos, así mismo se procedió a instalar ollas comunes para preparar alimentos calientes contando con el apoyo de señoras y utilizando los recursos de alimentos que se podían encontrar, la tarea más dramática y penosa de los Sinchis fue rescatar los cadáveres de las personas que habían quedado dentro de las casas destruidas para darles sepultura, y algunos familiares ofrecían resistencia porque querían velar a sus cadáveres y quitarles la ropa que tenían.
En los días subsiguientes y cuando el tiempo lo permitía, aviones de diferentes nacionalidades lanzaban carga a lo largo del Callejón, consistente en alimentos, ropa, medicinas que en algunos casos se perdía en el río y en otros la gente los cogía a su libre albedrío.
Se procedió a identificar a las autoridades sobrevivientes, subprefecto, alcaldes y gobernadores para que empezaran a organizar a la población y con los medios disponibles prestar servicios y auxilio.
Con la maquinaria disponible de la Dirección de Transportes se procedió a retirar las piedras del campo de aterrizaje de Anta, así mismo se construyó un helipuerto para que entraran los helicópteros con ayuda; el primer helicóptero que entro norteamericano fue un Chinook con personal médico de los Boinas Verdes de Estados Unidos, también arribó personal de la Cruz Roja Internacional con personal médico y gran aporte de medicinas; la maquinaria pesada de transportes se encargó de limpiar las vías de acceso terrestre de la Costa hacia el Callejón de Huaylas; con los vehículos disponibles, los Sinchis se trasladaron llevando ayuda a otros pueblos hacia el norte como Carhuaz, Yungay, Ranrahirca, Huallanca, etc. Retornando con
pacientes que necesitaban atención médica en los hospitales de campaña.
La desaparición de la ciudad de Yungay merece una mención especial, esta pequeña población gozaba de la admiración de turistas propios y extraños, estaba asentada en la parte baja del Huascarán con sus nieves perpetuas parecía un guardián que cuidaba las aguas azulturquesa de la laguna de Yanganuco, como si el Huascarán estuviera celoso de tanta belleza; en el momento del sismo se desprendió de una gran masa de hielo del sector noroeste del nevado (se calcula un estimado de 40 millones de metros cúbicos de hielo), el hielo desprendido cayó a gran velocidad y por fricción se convirtió en un aluvión de fango que arrastraba cultivos, animales y campesinos, cayó sobre la laguna de Yanganuco la misma que se desbordó y siguió bajando hasta chocar con una pequeña elevación al este de la ciudad de Yungay, al chocar este obstáculo provocó que se elevara una ola de fango y piedras hasta una altura de 25 metros cayendo sobre la ciudad de Yungay y Ranrahirca, cubriendo sus casas, locales públicos con sus habitantes adentro; desapareció la Municipalidad, la Iglesia, el Colegio y la Agencia Bancaria, para muestra quedaron paradas cuatro palmeras donde había sido la Plaza de Armas; el aluvión cruzó el río hasta los otros contrafuertes del lado oeste dejando su señal de color barro; después de esta hecatombe solo quedó el silencio mortal sobre Yungay y la Perla del Callejón de Huaylas será solamente un recuerdo. Las pocas personas que pudieron salvarse fueron aquellas que habían concurrido al circo “Verolina” que había tendido su carpa cerca el cementerio.
El 09 de Junio a las 11:00 horas, aterrizó el primer avión en el rehabilitado campo aéreo de ANTA, fue un C-47 de la FAP, después llegaron aviones de diferentes países llevando ayuda, los boinas verdes sacaban heridos con su helicóptero para llevarlos a un hospital naval que estaba frente a la bahía de Chimbote, con la apertura del aeropuerto empezaron a llegar las autoridades militares del Gobierno; las tareas estaban más organizadas por lo que los Sinchis se dedicaron a cumplir misiones de seguridad de los almacenes de víveres, ropa, medicinas y a recorrer las localidades más distantes aprovechando los helicópteros norteamericanos.
Un comando militar a cargo del General EP. Freyre García asumió la dirección y control de la zona de emergencia que se encargaría de la reconstrucción.
Los Sinchis permanecieron en la zona del Callejón de Huaylas hasta el 23 de Junio, osea 20 días de trabajo intenso en auxilio de la población aterrorizada, trabajo que fue cumplido con gran espíritu de ayuda y vocación de servicio; la Dirección General de la GC dispuso el repliegue de los Sinchis a su base en Mazamari.
Los Sinchis regresaron a su Unidad en silencio, tal como habían llegado, nadie los aplaudió ni los felicitó, pero ellos guardaban en sus corazones que habían cumplido una misión que sería histórica, la primera operación aerotransportada de auxilio humanitario en América Latina y una de las pocas realizadas con el mundo.
Desde estas páginas nos inclinamos reverentes ante los civiles desaparecidos que perdieron la vida en el Callejón de Huaylas ante un fenómeno telúrico de fatales consecuencias y al mismo tiempo reconocemos y exaltamos la participación del Batallón de la 48´ Comandandia de la Guardia Civil, los Sinchis que demostraron su capacidad, eficiencia y valentía ante lo desconocido.
Honor y Gloria a nuestra Abnegada y Ejemplar Unidad.
04 de mayo del 2020.