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Una escultura monumental

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Bibliografía

Bibliografía

Las esculturas así como los grupos de petroglifos se localizan sobre todo cerca de ambas riberas del Tambo, así como también selva adentro. La niñez de nuestro guía Sharahuatonqui transcurrió en territorio asháninca, con anterioridad a 1950. Por lo mismo conocía el idioma de los comarcanos así como los testimonios a los que nos iba guiando.

Uno de los conjuntos de esculturas dotadas parcialmente de signos simbólicos del tipo petroglifo, está situado en la quebrada de Canuja sobre la margen izquierda del Tambo. La escultura monumental en cambio, bautizada como el “toro” y con otros nombres, se ubica sobre la margen derecha del río Tambo.

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Una escul t ur a monument al

Partiendo de la orilla y adentrándose unos 10 km en la selva, es que se ubica la imponente escultura monumental.

Aparece solitaria, ya que no hay piedras ni rocas en su entorno.

Se trata de un gran bloque de andesita, que por su silueta alargada debió conducir a los escultores a tallar la fi gura de un animal en reposo.

Originalmente esta roca debió solo asomar a la superfi cie, ya que en sus alrededores no hay piedras grandes ni pequeñas. Por lo mismo debió ser el hombre, quien al retirar la tierra presente en sus bordes terminó por hacer que emergiese a la superfi cie.

De esta manera y valiéndose de la forma alargada de la roca, quienes la tallaron no hicieron más que remarcar los contornos de un cuadrúpedo en reposo. La cabeza subraya en relieve los ojos, las fosas nasales así como la boca. Ésta deja visible la dentadura, que carece de colmillos. Si bien el intemperismo ha borrado en parte estos detalles, los mismos son todavía claramente perceptibles. Sectores del cuerpo de esta escultura aparecen decorados con petroglifos.

El monolito de Canuja, va parcialmente esculpido con una cabeza de un animal. Además presenta signos simbólicos.

Exploración de una escultura gigantesca dada a conocer por primera vez por la expedición al río Tambo.

a, b. Monolito el Toro.

Esta gran escultura alcanza 6 m de largo en su eje longitudinal que corre de este a oeste. Al costado norte de la escultura se advierte una piedra cincelada con un pocito de indudable valor mágico.

No se tiene noticias que en la Amazonía se repitan esculturas gigantescas como la descrita. Consideramos que se trata de testimonios provenientes de una etnia ancestral, no necesariamente antecesora de los ashánincas que hoy pueblan la región del Tambo. Sin embargo no cabe duda que fueron amazónicos sus creadores, acaso pertenecientes a un grupo dotado de una complejidad cultural mayor de la que ostentan los pobladores ashánincas de hoy.

Curiosamente estos no les dan importancia alguna en la actualidad, como tampoco a los enterramientos en urnas de cerámica ya mencionados. A juzgar por ello es que los ashánincas del río Tambo no necesariamente fueron los antepasados de los que tallaron las esculturas referidas.

Al respecto debe tomarse en cuenta que, por lo menos en la actualidad, no elaboran cerámica. Suelen importar cuencos con decoración muy simple, si bien los recipientes que utilizan al presente son en su mayoría ollas de metal, las que obtienen por trueque. Tal vez por lo mismo de no ser ceramistas, los ashánincas contemporáneos no acostumbran sepultar en urnas. Tampoco disponen de cementerios ni usan de rituales funerarios específi cos; se libran del cuerpo de sus fi nados apenas estos expiran y, sin miramientos, los arrojan al río o abandonan en la fl oresta.

Sólo nuevas expediciones permitirán ahondar y de este modo aclarar las muchas interrogantes que todavía presenta el pasado ancestral de la Amazonía.

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