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La tercera vía: El desarrollo sostenible
A pesar que el desarrollo sin planeamiento y sin reglas que se da actualmente en la Amazonía no responde a la visión desarrollista que, en su forma idealizada implica respetar la legislación, las consecuencias de la situación actual se parecen mucho a las descritas para esa opción, teniendo como resultante principal un elevado ritmo de deforestación y degradación del bosque natural que lleva al colapso ambiental ya mencionado.
La ter cer a vía: El desar r ol l o sosteni bl e
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Queda claro, pues, que las visiones extremas no son viables por sí solas. La visión “desarrollista” provocará graves confl ictos socioambientales en el corto plazo y conlleva una alta probabilidad de causar un desastre en el medio o largo plazo mientras que la visión “conservacionista” es poco atractiva debido a las restricciones que impone al desarrollo que implican menor crecimiento económico y un progreso social más lento. También es evidente que la situación actual no es ninguna de las anteriores pues es esencialmente anárquica, no obedeciendo a un plan concertado y, gradualmente, lleva la región a un colapso aún más rápido y severo que en la visión desarrollista. Esta forma actual de desarrollo desordenado implica asimismo un enorme desperdicio de recursos naturales de alto valor económico actual y potencial.
Entonces es preciso defi nir cuál sería el tipo de desarrollo que permitiría un crecimiento económico sufi cientemente atractivo como para ser apoyado por las mayorías nacionales pero que no implique un riesgo demasiado elevado de desperdicio de recursos naturales y de debacle en un plazo previsible. Es decir que se debe incursionar en la dosifi cación del desarrollo en el espacio y en el tiempo que, en la Amazonía, se refl eja en el porcentaje de tierra cubierta de bosque que quedaría. Esa tercera vía que para efectos de la discusión será denominada “desarrollo sostenible”, muchas veces no agrada precisamente por ser intermedia o moderada.
El desarrollo sostenible de la Amazonía peruana puede lograrse para satisfacción de la mayoría si se parte de algunos consensos que parecen posibles de ser obtenidos a pesar de obligar a los que defi enden ambas visiones a ceder un poco. Entre esos consensos destacan: (i) reducir al mínimo la informalidad y la ilegalidad en todos los campos de la actividad económica amazónica, especialmente en cuanto a la tenencia de la tierra; (ii) preservación efectiva de un porcentaje –a ser defi nido– de la Amazonía bajo forma de áreas naturales protegidas u otras equivalentes; (iii) respetar el derecho de los indígenas a ser dueños de sus tierras en un porcentaje a defi nir de una vez por todas; (iv) reconocer que algunos ríos amazónicos –no todos– pueden ser aprovechados para generar energía eléctrica pero solamente para atender las necesidades nacionales y cumpliendo requisitos socioambientales; (v) tolerar la explotación de hidrocarburos y de recursos minerales en lugares a defi nir pero siempre ejercida en base a las mejores técnicas ambientales económicamente viables; (vi) reconocer que las actividades económicas tienen un impacto socioambiental inevitable que debe ser aceptado en niveles tolerables a defi nir mediante verdaderos estudios de impacto ambiental cuyas recomendaciones se cumplan efectivamente y que no deben afectar la totalidad del territorio amazónico; (vii) reconocer que las infraestructuras de transporte son indispensables para cualquier forma de desarrollo pero que deben
hacerse con sentido común, es decir dando prioridad a la más económica y a la menos agresiva ambientalmente y solamente donde realmente se justifi ca; (viii) el bienestar social, incluyendo servicios públicos de calidad, es un objetivo a ser perseguido en el más breve plazo y; (ix) sin disciplina social no habrá progreso.
De todos los consensos posibles y necesarios el primero es el más importante. De hecho, uno de los temas cruciales para el desarrollo sostenible de la Amazonía es el de la titulación de tierras. Nada estimula más la ocupación desordenada del espacio y el mal uso de los recursos que la falta de defi nición sobre la propiedad de la tierra. La titulación y demarcación de la propiedad sobre la tierra, sea esta privada, comunitaria, pública nacional o regional, es condición esencial para un desarrollo equilibrado y durable. Esta acción debería guiarse en función de la apertura de vías de comunicación previstas, dando prioridad geográfi ca para las áreas en las que las carreteras ya han llegado o llegarán en breve. De otra parte, la prioridad social debe ser para los pueblos indígenas y los pobladores ribereños o tradicionales que son los más indefensos ante los invasores de otras regiones que llegan gracias a la apertura de carreteras. En el contexto de las prioridades mencionadas debe también priorizarse la titulación en las zonas de amortiguamiento de las áreas protegidas nacionales y regionales. En la medida en que sea posible, esta titulación debe seguir las pautas determinadas por los procesos de zonifi cación ecológica-económica y de ordenamiento territorial.
Muchas veces se critica la destrucción de bosques naturales para plantar, por ejemplo, palma aceitera. Y hacerlo es realmente absurdo cuando se sabe que hay más de diez millones de hectáreas de tierra deforestada y casi sin uso en la Amazonía peruana. Pero, por otra parte, como no se sabe a quién pertenece esa tierra, no hay forma de albergar inversiones considerables como las requeridas para hacer cultivos permanentes como la palma aceitera o plantaciones forestales industriales.
Festival internacional de orquídeas en Moyobamba, San Martín.
a. Phragmipedium peruvianum (Kovackii).
b. Cattleya rex.
c. Odontoglossum sp.
d. Epidendrum secundum.
e. Telipogon sp.
f. Cyrtochilum mianthum.
g. Maxilaria sp.
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Si las áreas naturales protegidas fueran sufi cientemente representativas y realmente protegidas, es decir efectivamente manejadas, la nación ya tendría una buena base para permitir el desarrollo bien hecho en el resto del territorio. Más aún si a eso se suma el espacio que la nación reconoce o debe reconocer que formaría parte de la herencia de los pueblos indígenas amazónicos que, en principio, en su mayor parte debe quedar bajo bosques. Sumando a eso algunas otras áreas boscosas como las sometidas a un verdadero manejo forestal, dedicadas al ecoturismo o que son de uso militar, se podría alcanzar un porcentaje protegido que limitaría el riesgo de quiebra del régimen hidrológico que se prevé puede transformar la Amazonía en una región crecientemente desértica.
Lamentablemente, muchos creen que las áreas naturales protegidas son espacios congelados, sin uso. Pero olvidan que ellas son la garantía de sobrevivencia de la diversidad biológica que rápidamente desaparece en todos los demás lugares. Y, como es bien conocido, la economía y la calidad de vida actual y futura de la humanidad dependen muchísimo de ella. Las áreas protegidas, deben ser consideradas como parte esencial de la infraestructura regional, en especial para garantizar la seguridad del desarrollo. Pero, para cumplir ese rol deben reunir dos condiciones básicas que aún no se cumplen: (i) ser efectivamente manejadas, dotándolas de infraestructura, personal y medios sufi cientes para cumplir sus funciones equipadas y, (ii) ser representativas de la diversidad ecológica regional. Es, en efecto, imprescindible mejorar la representatividad del sistema de áreas naturales protegidas, estableciendo aquellas que han sido propuestas por razones científi cas y en especial las que contribuyen a consolidar o crear los corredores ecológicos propuestos, para asegurar la supervivencia de las especies en el largo plazo y ante el cambio climático previsible. Esos corredores pueden estar constituidos por diversas formas de uso de la tierra, incluidas, entre otras, las comunidades y las concesiones forestales.
El asunto de las hidroeléctricas es motivo de mucho debate pues, obviamente, los pueblos directamente afectados y, en general, los no benefi ciados se oponen a ellas. Pero no tiene sentido oponerse a construirlas cuando son realmente necesarias para el desarrollo nacional. El tema es cuándo, dónde y cómo se hacen, todo lo que es negociable en términos del impacto ambiental y social y del reparto equitativo de los benefi cios. Lo que es inaceptable es la imposición de construir represas en la Amazonía peruana apenas para benefi ciar un país vecino, bajo condiciones fi nancieras
b
a,b. Los cultivos de cacao a lo largo de toda la selva alta han reemplazado en forma exitosa a los cultivos ilegales logrando convertirse en una alternativa rentable para los pobladores del lugar.
perjudiciales para la nación y con costos socioambientales enormes que el otro país no compensará. Hay centenas de opciones de construcción de centrales hidroeléctricas en la cuenca amazónica peruana pero debe llevarse en cuenta que parte de las cuencas deben ser completamente respetadas para preservar el potencial hidrobiológico que es el que más sufre con esas obras.
Las carreteras son el principal vector de la deforestación y ésta, como bien se sabe, es el origen de la pérdida de la diversidad biológica y de los servicios ambientales. Pero no tiene que ser así. Eso ocurre porque esas vías no son planifi cadas ni correlacionadas con el potencial de los territorios que abren ni con otras inversiones que deben precederlas y acompañarlas. Por eso, las decisiones sobre vialidad deben ser planifi cadas con cuidado y ser objeto de las inversiones previas necesarias-titulación de tierras, diseño de asentamientos rurales, establecimiento de áreas protegidas y de comunidades, etc. Asimismo deben estar acompañadas de inversiones en apoyo técnico y crediticio, infraestructura de producción, salud y educación. Igualmente es importante recordar que el buen mantenimiento de las vías existentes es tan o más importante que la construcción de nuevas. Las hidrovías reúnen las mayores ventajas en los aspectos económico –construcción y operación–, social y ambiental. Puede combinarse, eventualmente, una carretera con una hidrovía. Pero la combinación de hidrovía y ferrovía, más aún ambas en paralelo, no tiene lógica económica. Aunque construir hidrovías es ambientalmente menos impactante que construir carreteras o ferrovías, ellas tampoco son inocuas. En general, es mejor adaptar la navegación al río que adaptar el río a la navegación.
La Amazonía tiene mucho espacio que puede ser dedicado a la actividad agropecuaria dentro de parámetros de sustentabilidad aceptables, mucho más que todo lo que se cultiva anualmente en el Perú. Pero, ese hecho no debe estimular más deforestación y más desperdicio. Al contrario, para limitar el desperdicio de tierras y aprovechar económicamente la infraestructura, el gobierno debería concentrarse en reducir el porcentaje de tierra deforestada sin uso, ya habilitado para agricultura, o sea, disminuir progresivamente los períodos de descanso, lo que repercutirá directamente en una disminución de la deforestación innecesaria. También debe hacerse un esfuerzo para aumentar la productividad por hectárea que actualmente es varias veces inferior al potencial, para rentabilizar la actividad rural. Para alcanzar esos objetivos, se debe montar un sistema efi ciente de apoyo y asesoría técnica y fi nanciera dirigido a los pequeños agricultores, con énfasis en las áreas de amortiguamiento de las áreas protegidas para evitar la creciente presión sobre éstas.
Por otra parte, se debe tener en cuenta que la agricultura intensiva, inclusive la de palma aceitera, ofrece grandes ventajas si obedece la legislación y es realizada en la tierra actualmente desperdiciada, es decir deforestada y en prolongado e innecesario “descanso”. La actividad pecuaria no debería ser incentivada, excepto si hay garantía de que será de carácter intensivo. Pastos sin ganado deberían generar multas pesadas.
Para evitar el caos que actualmente domina la explotación forestal es necesario considerar que en el futuro mediato el bosque tendrá más valor económico por sus servicios ambientales que por su madera, siendo la fi jación de carbono y el mantenimiento del ciclo hidrológico los más expresivos. Ahora bien, la madera de bosques naturales tropicales, si se produce cumpliendo cabalmente verdaderos planes de manejo sostenible,