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DEMOCRACIA Y RADICALISMO
Historia de las ideas en el Perú contemporáneo. Lima: Moncloa Editores, 1967, Extracto seleccionado, págs.458-462.
Historia de las ideas en el Perú contemporáneo
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Augusto Salazar Bondy (Lima 1925-1974)
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Filósofo y educador de la Universidad de San Marcos. Fue uno de los grandes críticos de las desigualdades sociales y de la dependencia externa en el Perú.
Comprender lo que es, es la tarea de la filosofía –escribió Hegel en el Prefacio de la Filosofíadel
Derecho–, porque lo que es, es la razón. Por lo que concierne al individuo, cada uno es hijo de su tiempo; así también la filosofía es su propio tiempo aprehendido en el pensamiento. Es tan insensato imaginar que una filosofía puede trascender su mundo presente, como que un individuo puede dejar atrás su época, saltar sobre Rodas. Si su doctrina va efectivamente más allá del mundo que es y erige un mundo tal como debe ser, éste existirá ciertamente, pero sólo en la opinión, en ese elemento inconsistente en el que, por la fantasía, se puede construir cualquier cosa”. Bueno es recordar esta profunda lección hegeliana cuando se quiere trazar la perspectiva futura del pensamiento peruano. La filosofía peruana ha nacido de una historia concreta que le señala su camino y le impone sus límites. Cualquier posibilidad que pueda ser reconocida como suya está en ese camino y en la superación –quiza no sólo por él, pero también por él y desde él– de las limitaciones de nuestra cultura.
Estas limitaciones traducen un defecto de origen. Hasta qué punto ha sido grave este defecto de origen, lo muestra claramente el hecho de que todavía hoy, más de cuatro siglos después de la conquista, sufrimos de un hondo problema de personalidad nacional. Nuestro mundo espiritual sigue padeciendo del mal de la falta de integración y de autenticidad, porque corresponde a una nacionalidad que ha nacido dividida y se ha mal formado siguiendo patrones extraños y, además, desigualmente aceptados y elaborados, y ha debido soportar la sucesiva acción desquiciadora de otras culturas e influencias nacionales. Nuestra existencia social ha sido y sigue siendo una existencia alienada y esto significa que el verdadero sujeto de la historia, oprimido y relegado, escindido y mediatizado, no se ha encontrado todavía a sí mismo como comunidad viva y no ha logrado construir su propia historia.
La filosofía no ha podido menos de reflejar esta situación. La precariedad, el carácter imitativo, la falta de sustento tradicional tienen aquí su explicación última. En esto va a la par con la literatura, el arte, la ciencia, es decir, con todas las manifestaciones de una cultura superior que sólo florecen en la tierra de unaexistencia nacional integrada. Pero el caso de la filosofía es quizá más agudo y notorio porque ella es la culminación de la existencia
colectiva en la reflexión. Desorientada y sin autenticidad, aprisionada por estructuras de dominación, la comunidad nacional no ha podido hacer surgir un pensamiento filosófico original y vigoroso. No ha habido ese coronamiento de la cultura por la meditaciónuniversal que es propio de las sociedades libres y de las culturas bien desarrolladas y, consecuentemente, han faltado también todos aquellos fenómenos de asimilación y levantamiento de motivos, valores y problemas, de acción orientadora de la cima y de reacción fecunda de la base cultural, de impulsos espontáneos y conducción reflexiva que dan su fuerza y su sello históricos a cada etapa de la filosofía.
Quiero insistir sobre esta tesis: la frustración del sujeto histórico en la vida peruana ha sido especialmente grave para la filosofía hasta nuestros días. La filosofía no es auténtica y fecunda sino en cuanto es reflexión de la realidad, en el doble sentido de la preposición, esto es, como pensamiento emanado del ser propio y originario y como toma de conciencia de ese ser, de su proceso y su lugar en el mundo. Por eso ella es esencialmente una meditación centrada en el hombre. Ahora bien, una existencia alienada no puede superar la mistificación de la filosofía; una comunidad dividida y precaria, no puede generar una reflexión genuina y productiva. La filosofía peruana no ha podido hasta hoy hablar a todos y ser oída por cada uno en su propio lenguaje, porque le ha faltado la unidad de unamisma esencia cultural; y no ha podido recibir de todos el impulso vigorizador del pensamiento, no hapodido hacer que todos, convergiendo cada uno desde su propia situación y perspectiva vital, la impulsen y alienten, porque la existencia social nacional no ha encontrado todavía el camino común de todas las existencias personales.
Se hace claro así que los obstáculos con los cuales ha tropezado y tropieza aún nuestra filosofía no pueden atribuirse a una actitud personal equivocada de quienes han conducido el movimiento filosófico. Entenderlo de este modo –como se ha hecho aquí y en otros países de fisonomía histórica semejante a la nuestra– es confundir la psicología con la historia de la cultura. Para probar que éste no es el planteo correcto bastaría, por lo demás, recordar que la actitud más frecuente de los pensadores peruanos no ha sido la de la teorización pura, sino más bien la contraria, la del pensamiento aplicado. Que pese a esta actitud su intento haya sido fallido es significativo y pone de manifiesto que no se trataba de un defecto de disposiciones psicológicas o, en todo caso, de la falta de una decisión personal de vincular el pensamiento y la acción, sino que el impedimento básico surgía de la dirección general de la cultura y la historia en que todos ellos estaban inmersos.
Habrá quienes se sorprendan de lo que digo y piensen que mis expresiones desconocen la esencia universal de la filosofía. Olvidan que esa esencia no es nada más que una palabra vacía si no se realiza en la historia, ya que se negaría como universalidad al no ser capaz de incorporar los productos de la vida en todas sus formas, comenzando por las de la historia inmediata. Olvidan además que la filosofía la hace el hombre en su historia y en ella responde el ser personal y social con toda la carga de su existencia concreta. Nuestra filosofía no ha alcanzado la universalidad original justamente en la medida en que no ha estado respaldada por la realidad.
Con estas consideraciones no me estoy poniendo en uno de los lados que se enfrentan en la ya antigua polémica en torno a la filosofía americana, por lo menos en los términos en que ella se ha planteado hasta ahora. No creo que la filosofía deba ser un análisis de la circunstancia histórico-social que la convierta en mera sociología o en historia de las ideas. No creo tampoco que podemos esperar la originalidad por un proceso de adopción de ideas y normas que no tome en cuenta nuestra situación antropológica. Se trata, para mí, de comprender por qué nuestra filosofía ha tenido los caracteres que ofrece hasta hoy y por qué sin un nuevo signo histórico no podemos esperar un radical cambio. Y se trata también de pensar las condiciones según las cuales alcanzaremos el nivel de creación y de realizaciones que anhelamos. Esto no podrá ocurrir, repito, hasta que no se supere la alienación de la vida comunitaria peruana y no se constituya una nacionalidad integrada y con ella una cultura nueva y orgánica.
Entretanto, el espíritu filosófico tiene varias tareas por delante: la primera es una tarea didáctica, de formación de conciencia, de preparación del espíritu nacional para la comprensión del mundo y la existencia; la segunda es una tarea de afinamiento de los instrumentos racionales, de familiarización con las técnicas y los métodos del pensamiento más , 139