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Jesús A. Cosamalón Aguilar
MONEDAS, BILLETES Y SOCIEDAD EN EL PERÚ, 1826-1901 | 331
El Gobierno siempre se preocupó por este problema, principal causa de la disminución de sus fondos y la constante crisis fiscal. Por ejemplo, en 1835 se pidió al director de la Casa de Moneda que acelere la amonedación “de cuantas partes existan en el establecimiento, incluyéndose cualquier rezago que haya y que avise V. S. desde luego qué cantidad pertenece líquidamente al Estado por derechos de amonedación y cinco por ciento de esas mismas partes”.23 Incluso se llegó a remitir medallas de la Legión de Honor con el objeto de amonedarlas, dada la urgencia de fondos en 1841. Un oficio remitido al director de la Casa de Moneda señala que:
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Con el marino don Tomás Urbina, remitimos a vuestra señor de orden suprema cuarenta y una medallas de oro, de la llamada Legión de Honor para que se amoneden en este mismo metal y en él entre tanto se servirá vuestros diezmos el peso bruto de ellas para el asiento de la partida y en qué día debemos ocurría por su valor con el valor que ha de fijarse.24
Los diplomáticos extranjeros, preocupados por la sostenibilidad y ampliación del comercio, consideraban que esta baja monetización sumada a los altos aranceles ocasionaba que los productos extranjeros de mejor calidad no puedan ingresar al mercado peruano. Uno de ellos, elaborando una reveladora conexión entre consumo y civilización, señalaba que, en el caso del jabón, era evidente que el producto local era de una lamentable calidad y demasiado oneroso:
El jabón nacional es de mala calidad y muy caro, digamos 20 dólares o 5 L por cien libras de peso al por mayor; la consecuencia es que la masa de la población que es india, casi nunca lo utiliza y continúan con los mismo hábitos de suciedad como sus antepasados hace seiscientos años; así aumenta su degradada condición y casi puedo decir que su envilecimiento moral por vivir como un hato de puerco, en todas sus costumbres sociales, es muy difícil que sientan la dignidad de los hombres y consecuentemente no pueden abrigar ningún deseo de mejoramiento ya sea mental o moral.25
La base de esta incivilización era su escaso consumo, ocasionado, entre otros factores, por su escasa participación en la economía monetaria. No compraban
23. Archivo de la Casa de Moneda, legajo 92, CMR 00240, oficio dirigido al director de la Casa de Moneda que le ordena acelerar la amonedación, Lima 14/12/1835. 24. Archivo de la Casa de Moneda, legajo 96, CMR 00368, oficio dirigido al director de la Casa de Moneda; se remiten 41 medallas de oro de la Legión de Honor para su amonedación.
Lima 3/10/1841. 25.
“De Belford A. Wilson a George Canning” (1834), p. 102.