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5. Representación por mayoría y representación proporcional

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Aristocrática

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Finalmente, luego de presentar estos elementos, Nohlen nos menciona los pasos que uno debe seguir para poder hacer un análisis riguroso de los sistemas lectorales. Los pasos en cuestión son los siguientes:

• Análisis de las reglas técnicas y sus efectos.

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• Análisis de las reglas en conjunto e identificación de los elementos que determinan los efectos del sistema.

• Análisis de las variables del comportamiento político que pueden codeterminar los efectos del sistema.

Ahora que hemos visto brevemente los elementos centrales del sistema electoral, podemos pasar a ver los principios de representación. Todo ello con vistas al objetivo fundamental del resumen: ver los criterios de evaluación de los sistemas electorales.

5. Representación por mayoría y representación proporcional

A grandes rasgos podemos partir de las definiciones más esquemáticas y clásicas sobre los dos principios de representación que articulan a los sistemas electorales. La representación por mayoría busca que ganen los escaños quienes obtengan la mayoría absoluta o relativa de los votos. La representación proporcional tiene como meta reflejar a las fuerzas sociales lo más exactamente posible. En pocas palabras, busca que exista una proporción lo más exacta posible, entre los votos y los escaños. Estos dos principios son para Nohlen antitéticos. A diferencia de Sartori (Sartori 1993), para Nohlen (Nohlen 2004) no hay un continuum entre ellos. Cada principio posee, pues, sus propios objetivos políticos.

El objetivo de los sistemas mayoritarios es generar una mayoría en el parlamento para un partido o para una alianza de partidos. La idea es pues, producir gobiernos de este tipo, aun cuando no se tenga necesariamente una mayoría de votos. En el caso de la mayoría relativa, ello es mucho más evidente como posibilidad. Por su parte, la representación proporcional busca reflejar con la mayor exactitud posible a las fuerzas sociales y políticas de una población determinada. Esto implica buscar que la relación entre la cantidad de votos obtenidos y la cantidad de escaños asignados sea la más proporcional posible.

Podemos diferenciar, siguiendo lo anterior, a los sistemas electorales de mayoría o pluralidad y a los sistemas de representación proporcional en base a dos grandes criterios. El primero ya lo mencionamos: el principio de representación. Sin embargo, el segundo no deja de ser menos importante. Nos referimos a la fórmula de decisión, es decir, a la fórmula que convierte los votos en escaños. En el caso de los sistemas mayoritarios, gana el escaño quien obtenga la mayoría (absoluta o relativa) de los votos. En el caso de la representación proporcional requerimos de una fórmula que nos permite convertir los votos en escaños, pero buscando una proporción.

Retomando ambos elementos del sistema electoral, diremos que el principio de representación sirve para distinguir a los sistemas entre sí. Podemos comprender a los principios como los fines y a las fórmulas como a los medios. Y es que, las alternativas entre los fines son pocas, pero podemos tener varios medios diferentes para realizar estos fines. Obviamente existe la posibilidad de combinar algunos elementos que están tradicionalmente en un sistema. Nohlen tiene la convicción de que la complejidad de cada contexto exige pensar en soluciones que combinen diferentes elementos. Por eso reducir el problema y las soluciones a los “tipos puros” es, para Nohlen, un despropósito. Sin embargo, hay dos grandes alternativas en lo que se refiere a principios: representación proporcional o representación por mayoría.

Ahora bien, si queremos estudiar las consecuencias de los sistemas electorales, Nohlen defiende una serie de consideraciones necesarias para que dichos estudios tengan sentido. La primera consideración tiene que ver con la idea de que juzguemos a un sistema electoral por qué tanto realiza o cumple su principio de representación. Como son diferentes (hemos mencionado ya la visión antitética de Nohlen frente a la de Sartori) no tiene sentido criticar un principio con otro principio. En pocas palabras, no tiene sentido decir que un sistema mayoritario tiene el problema de no ser proporcional y que un sistema proporcional tiene el problema de no ser mayoritario, con todos los detalles que esos diagnósticos impliquen. Hacer esto sería hacer, en buena cuenta, una crítica ilegítima, debido a que se estarían midiendo con criterios diferentes los objetivos que se propone cada uno de los dos grandes principios que estructuran a los sistemas electorales. Esta crítica tendría tan poco sentido como la que suele realizarse cuando se comparan sistemas políticos ideales con sistemas políticos reales (Sartori 1988).

Gracias a la comparación (Sartori y Morlino 1994), herramienta que Nohlen considera la más fructífera de la ciencia política, es que podremos evaluar a los diferentes sistemas, estableciendo ciertas tipologías que clasifiquen a los sistemas que compartan un mismo principio. Asimismo, si tenemos claro este horizonte de interpretación crítica, entonces podremos también evaluar a los diversos elementos de cada sistema, viendo si es que efectivamente promueven el objetivo del principio en cuestión.

La otra consideración es que nuestra evaluación del principio de representación no puede desconocer el contexto socio-histórico, la situación determinada en la que opera cada sistema, así como con los desarrollos de la teoría democrática. Se trata, al parecer, de una consideración que busque poder mediar o articular lo normativo y lo fáctico.

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