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3.2. Dos leyes en torno a la Junta Electoral Nacional

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Aristocrática

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Lo primero que debe verse, y comprenderse a la luz de los incidentes e irregularidades que se presentaron para ejemplificar las dificultades de este proceso, es que casi la mitad de los ciudadanos inscritos en el Registro Civil para votar no ejercieron el sufragio (además de campañas que promovían el abstencionismo electoral). Este porcentaje se irá reduciendo a medida que se vayan realizando más procesos electorales, lo cual puede sustentar la hipótesis de que con el tiempo las instituciones se fortalecen. Sin embargo, nunca dejarán de ser por ello un porcentaje significativo.

Vemos que los resultados dan finalmente a Eduardo López de Romaña una abrumadora mayoría. De esta forma se convierte en el primer Presidente ingeniero del Perú y en el primer Presidente del siglo XX (Basadre 2005). Puede verse cómo es que la oposición es inexistente en la competencia electoral. Lo que buscaba la alianza entre los civilistas y los demócratas pudo conseguirse: una alternancia previamente pactada que no se pusiese en riesgo a través de elecciones competitivas, dotadas de fuerte incertidumbre.

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Es a partir de aquí que el Partido Civil empieza a ganar hegemonía, consolidándose como la “agrupación que reunía a lo mejor de la clase dirigente, llegó a monopolizar desde 1899 a la Junta Electoral Nacional porque manejó los Poderes Ejecutivo y Legislativo. Tenía como aliado al Partido Constitucional que estaba compuesto por los seguidores y amigos del General Andrés A. Cáceres, héroe de la Breña y derrocado gobernante de 1894” (Basadre 1980: 57).

3.2. Dos leyes en torno a la Junta Electoral Nacional

La primera ley que se dio durante el gobierno de López de Romaña fue la Ley de 10 de Octubre de 1899. Dicha Ley terminó promoviendo la restauración la Junta Electoral Nacional, junta que había sido

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