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Otras observaciones

Si bien esta hipótesis resulta tentadora, no tenemos suficiente evidencia que la corrobore. Nuestro conocimiento sobre el sistema hidráulico de Akapana consiste de piezas inconexas, sin mayor evidencia de cómo podrían encajar entre sí ni de cuál pudo haber sido su función. ¿Qué pudo haber drenado un canal tan grande, tan cerca de la cima y paralelo al borde del montículo? Esto desafía completamente nuestra imaginación. Que un canal con esas características podría haber drenado hacia un caño pequeño y con una capacidad, según cálculos conservadores, cuarenta veces menor a la del canal, simplemente no es convincente. Todos los que han experimentado la época de lluvias en Tiahuanaco comprenden la importancia del drenaje, ya que las lluvias son repentinas y violentas, y pueden empapar todo el terreno en tan solo un instante. ¡Recordemos la experiencia de Courty mientras excavaba el Templete Semisubterráneo! Aun así, si es que asumimos que la única función de los canales era el drenaje, es evidente que muchos de ellos parecen demasiado grandes. Kolata (2003, p. 185) pensó que «hay claramente una dimensión de este intricado sistema de drenaje que trasciende la simple utilidad […]». Consideró esa dimensión en «una profunda mímesis entre Akapana y las montañas naturales de la cordillera Quimsachata […]» (2003, p. 186). Esta mímesis juega con la idea de que para los tiahuanaco, «las montañas eran sagradas debido a que eran la fuente de agua que nutría a las personas y a sus campos» (2003, p. 186). Hay una cierta poesía en la interpretación que Kolata hace del sistema de canales, pero, como notamos antes, no contamos con suficiente información como para entender el funcionamiento integral de esta red.

Otras observaciones

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En la cima del montículo, o en su última plataforma, había otras estructuras y, posiblemente, un patio hundido. Una depresión importante en el centro de la plataforma de la cima sugiere la existencia de este último. Esta depresión, sin embargo, pudo haber sido el resultado de los primeros saqueos de los españoles, cuyos desechos podrían haber sido arrojados por el lado este de la colina, lo que ha oscurecido actualmente la configuración del montículo en ese lado. Aunque es factible, la existencia de un patio hundido aquí no ha podido ser demostrada fuera de toda duda9 . En relación con las estructuras, hay, en primer lugar, una fila de «pilares» de andesita, uniformemente espaciados y todavía en pie, que van de este a oeste, lo que indica que un muro de construcción similar al muro base se ubicó una vez aquí (figura 2.29).

9 Manzanilla (1992, p. 22) aboga por la presencia de un patio, para lo cual se basa en un barrido de sondeo eléctrico.

Figura 2.29. Pilares en la cima de Akapana.

Segundo, hay numerosas piedras de gran tamaño desperdigadas en la plataforma superior y las laderas de la depresión central, así como fragmentos de una entrada monumental, lo que sugiere que algunas estructuras de gran tamaño solían ocupar esta plataforma. Por último, están los cimientos de arquitectura a pequeña escala en los extremos norte y sur del montículo, tal y como reveló la excavación de Manzanilla.

No hay una relación inmediatamente evidente entre estos últimos y las piedras de gran tamaño. Se necesitará más trabajo para aclarar la conexión entre las estructuras que excavó Manzanilla y las sugeridas por las grandes piedras, y para descubrir la ubicación original de las piedras que hoy se encuentran dispersas.

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