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Los muros terraza

Figura 2.48. Estereóbato en el lado sur de Pumapunku con un peldaño que no ha sido terminado de tallar (centro) y relleno con bloques de andesita (derecha).

Los muros terraza

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El trabajo de nuestros colegas bolivianos nos permitió examinar muy de cerca los diversos muros terraza y llegar a nuestras propias conclusiones sobre su configuración y construcción.

Primer muro

Lo que usualmente se conoce como el «primer muro» es el muro de la terraza más baja y externa de Pumapunku. Está íntegramente construido de arenisca y tiene un diseño especial. Sobre dos hiladas de mampostería de sillares regulares, siguen tres escalones, de los que el primero es angosto y alto, el tercero ancho y bajo, y el segundo en un término medio entre ambos (figura 2.49). Los tres escalones tienen el efecto de reducir visualmente la altura del muro, que ya es bastante bajo, de forma que parece más bien una base con una elaborada hilera plinto. Este primer muro podría ser descrito como un estereóbato, es decir, «una subestructura, fundación o plataforma sólida sobre la que se erige un edificio» (Harris, 1983, p. 506).

En el lado sur, el último escalón de la hilera plinto, que está tallada de un solo bloque, muestra un trabajo inconcluso. El escalón no ha sido completamente tallado en varios lugares y las caras superiores de las piedras que forman el nivel de la plataforma no están trabajadas. En los lugares donde se puede observar, las partes correspondientes del lado norte están bien terminadas. El lado sur también revela un curioso cambio de opinión de parte de los constructores. El escalón superior, tan cuidadosamente tallado, fue rellenado en algunos lugares con bloques de andesita hasta cambiar la apariencia del estereóbato (figura 2.48). Los bloques de andesita tampoco parecen haber sido completamente terminados, pues, aunque están bien cuadrados y acabados, tienen una altura y ancho irregular que no encaja exactamente con su posición pretendida.

Queda la pregunta de cuán alta era realmente la parte visible del estereóbato. De las piedras de cimentación, o parte inferior de la primera hilera, hasta el nivel superior mide aproximadamente 1.06 metros, aunque es probable que la primera hilera estuviera parcialmente oculta por el piso que rodeaba la estructura entera. El perfil cerca de la mitad del lado sur de Pumapunku muestra un delgado estrato blancuzco próximo a la mitad de la altura de la primera hilera. ¿Cuál era el nivel sobre el que se elevaba la estructura? No se puede estar completamente seguro, ya que más hacia el oeste, el terreno que circunda la estructura está construido con tierra compactada entremezclada con clavos enterrados que se elevan al nivel de la superficie superior del estereóbato. Aquí, una vez más, podemos estar observando un cambio de idea o una modificación posterior en la que el estereóbato fue enterrado hasta su nivel superior. Esto podría explicar la descripción de Cobo en la que la estructura se erguía sobre un piso pavimentado que era el nivel superior del estereóbato, dejando por ende tres terrazas en lugar de las dos a las que él hizo referencia. Debería recordarse que Cobo visitó Tiahuanaco por primera vez casi 70 años después de que Pizarro entrara a Cusco en 1533. Por lo tanto, es muy posible que la destrucción de Pumapunku hubiera progresado hasta el punto en que la terraza superior, o cuarta terraza, había sido ya desmantelada debido a la construcción de la iglesia y de las casas en el pueblo. Quizá solo había dos terrazas a la vista. No sabemos, sin embargo, cómo reconciliar la descripción de Cobo con las observaciones de Angrand más de 200 años más tarde. Solo nos queda pensar que una u otra estaba equivocada, o quizá ambas.

Segundo muro Entre el estereóbato y el segundo muro hay un espacio nivelado de 2.31 metros de ancho. La superficie del piso entre ambos parece haber sido tierra compactada, consolidada con cuñas enterradas y no pavimentadas. El segundo muro está construido

Figura 2.49. Segundo muro con contrafuertes en el lado sur de Pumapunku.

con mampostería de sillares con hiladas de alturas casi uniformes que varían entre 24.5 y 26 centímetros (figura 2.49). En el lado sur, el segundo muro todavía tiene cinco hiladas de altura en algunos lugares. Donde pudimos determinarlo, las primeras hiladas tienen al menos tres piedras de profundidad o, quizá, cuatro. La cuarta y quinta hilera tienen solo dos piedras de profundidad. Hay evidencia en la forma de las juntas de asentamiento de la quinta hilera de que el muro tenía por lo menos una hilera más. Lo excepcional de esta mampostería es que todas las piedras son perfectos paralelepípedos y, por ende, se encuentran con ángulos rectos en las tres dimensiones euclidianas. La cara del muro, sin embargo, no tiene un solo plano, ya que algunas hiladas sobresalen del plano general del muro, como lo hacen las piedras individuales. Hemos descrito en otra oportunidad esta mampostería como casi isodómica con un aparejo de piedras sobresalientes y hundidas (Protzen & Nair, 1997, p. 153). La forma y tamaño convenientes de las piedras en esta mampostería las convirtieron en las presas favoritas de los constructores coloniales. Este es quizá el motivo por el que los lados oeste y norte de Pumapunku, que están más cerca al pueblo, son también los más depredados.

El plano general del muro está interrumpido por contrafuertes acomodados perpendicularmente al muro y cuidadosamente insertados aproximadamente cada 2.94 metros.

Es difícil juzgar el diseño original de los contrafuertes a partir de lo que queda de ellos. Se extienden cerca de 90 a 95 centímetros desde el muro base y parecen haber sido escalonados hilera por hilera mientras ascendían. Considerando la masiva construcción del muro, con hiladas inferiores de entre 1.80 y 2 metros de ancho, e hiladas superiores de 1.40 a 1.60 metros, y una altura que no sobrepasa los 1.90 metros (véase abajo), los contrafuertes parecen haber jugado una función más estética que estructural.

Tercer muro

En el lado sur podemos observar solo las piedras de cimentación del tercer muro y una piedra aislada de la primera hilera. No obstante, no podemos estar completamente seguros de que esta última piedra se encuentre en su posición original, aunque asumimos que sí. Si aceptamos que la segunda terraza fue tan ancha como la primera y que su nivel superior tuvo la misma altura que la base del tercer muro, podemos inferir que el segundo muro pudo haber tenido hasta ocho hiladas y que la primera hilera del tercer muro pudo haber tenido cuatro piedras de profundidad.

Cuarto muro

Escalante propuso que las grandes piedras tipo losa descubiertas principalmente al norte, aunque también en los lados oeste y sur, pudieron haber sido colocadas de forma vertical para formar el cuarto muro de la terraza. Posteriormente sostuvo que estas piedras no pertenecían a ninguna de las plataformas inferiores y que la posición en la que fueron descubiertas hacía suponer que las losas se habían deslizado desde la cima del montículo (Escalante, 1993, p. 217). Si Escalante está en lo cierto, entonces el cuarto muro terraza pudo haber tenido una apariencia muy distinta al segundo y tercer muro, una apariencia más como lo que Cobo describió como «grandes losas, parejas y llanas».

Como mencionamos antes, solo quedan las piedras de cimentación del cuarto muro. Por ello, no tenemos indicación de cómo fue construido este. A priori, no tenemos razones para creer que fue construido de forma distinta a los otros y no hay motivos objetivos para pensar que las losas no tenían conexión con los muros terraza inferiores. Hasta donde sabemos, ninguna de las losas fue encontrada in situ. El montículo ha sido tan gravemente perturbado, que la posición actual de las losas difícilmente implica algún uso o procedencia. Las losas tienen muescas —algunas tienen cuatro, dos en cada lado opuesto, mientras que otras tienen tres, una y dos en lados opuestos—. Nosotros consideramos que estas muescas eran puntos de apoyo que se usaban para palanquear y colocar las losas en lugar y no ranuras para algún tipo de llave que sirviera para sujetarlas, como sugirió Escalante (1993, p. 217).

De hecho, muescas similares pueden observarse en las grandes losas de arenisca que forman el último peldaño del estereóbato. Si nuestra hipótesis se sostiene, las losas podrían haber estado colocadas de forma horizontal, con las muescas mirando hacia abajo. En esta posición, las losas podrían haber servido como hilera de remate o incluso como cornisa en los muros de terraza, de forma similar a la cabecera del primer muro terraza en Akapana.

Escalera oeste

El trazado visible de la escalera en el lado oeste de Pumapunku consiste hoy de una base escalonada, un amplio descanso y los restos de unos cuantos escalones que probablemente llevaban a la cima del montículo (figura 2.45). Así pues, la base escalonada posiblemente ascendía hasta la cima del nivel superior del estereóbato. También es reminiscente de las escaleras que llevan hasta el Templete Semisubterráneo y de las que se ubican al este del Kalasasaya. Están talladas de grandes losas de arenisca, algunas lo suficientemente gruesas como para abarcar dos escalones. Curiosamente, la mitad sur de la grada inferior es ensanchada por dos piedras pequeñas talladas de dos hiladas de alto.

El descanso tiene una pendiente muy suave hacia el oeste y muestra indicios de haber sido pavimentado. La pavimentación parece haber sido una grada más alta que la grada superior de la base escalonada. Clavos enterrados, con su extremo superior nivelado, son visibles aquí y pueden indicar la extensión del pavimentado. En el extremo norte de la excavación —un área elevada con clavos enterrados sin tallar, algunos erguidos 60 centímetros por encima de la superficie pavimentada— sobresale del descanso. En la parte posterior del descanso —el lado este— se encuentran los restos de tres escalones hechos de pequeñas piedras cortadas. El primer peldaño tiene dos hiladas de altura y está conservado en casi todo el largo de la excavación. Pequeñas piedras cortadas, que forman un pequeño muro y están dispuestas perpendicularmente a los peldaños, interceptan la escalera cerca de 3 metros desde el extremo norte de la excavación. La primera grada parece haber sido removida más allá de dicho muro, mientras que las dos gradas superiores parecen continuar hacia el borde de la excavación. La construcción de los tres escalones recuerda a la escalera dentro de Putuni excavada por Courty (véase Posnansky, 1945, vol. 2, fig. 35, página opuesta 132).

Escalante y National Geographic sitúan las entradas en el acceso oeste a Pumapunku en su respectiva reconstrucción del montículo (Escalante, 1993, p. 230, figura 188; National Geographic en español, junio de 2002). Considerando lo que hemos visto y registrado, hay poca evidencia para tal reconstrucción. Más aun, es improbable que se pueda establecer con algún grado de exactitud cómo se relacionaban

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