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Piedras «cuña»
Dicho proceso presupone la existencia de herramientas adecuadas para ejecutar las funciones de control: una unidad estándar de medida, así como escuadras y escatillones o sus equivalentes.
Si bien la prefabricación y producción masiva de piedras son dos posibilidades distintas, la evidencia demuestra que no toda la mampostería de aparejo regular y casi isodómica fue construida de esta forma. Por ejemplo, en el muro que conforma el segundo escalón de Pumapunku, con su aparejo de piedras sobresalientes y hundidas, donde una de las piedras se proyecta por debajo de otra, se encuentran protuberancias residuales en el borde frontal de las piedras (figura 6.10). Dichas protuberancias indican que la parte superior de las piedras no fue cortada y que las hiladas fueron niveladas hasta su altura correspondiente in situ. Como vimos antes, la última hilera del primer escalón, o estereóbato, en el lado sur nos brinda mayor evidencia, ya que toda su superficie superior se dejó sin tallar (figura 2.45). En el lado norte, la hilera correspondiente ha sido nivelada, lo que sugiere que, de hecho, el lado sur no fue terminado. Y sobre la última grada del primer escalón, también en el lado sur, uno puede observar el progreso del tallado sobre el escalón; todavía quedan secciones sin terminar. Por ello, es posible que en ocasiones los tiahuanaco hubiesen nivelado una hilera completa in situ para luego colocar una nueva hilera de piedras rectangulares talladas sobre esta. Por otro lado, el segundo muro del ala sur de Pumapunku y el segundo muro en el lado este de Akapana no muestran señal alguna de trabajo in situ. Ambos muros podrían haber sido construidos con piedras prefabricadas.
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Piedras «cuña»
Al construir un muro, los incas usualmente empleaban varios equipos de construcción que trabajaban lado a lado. Cuando dos de estos grupos se encontraban en un punto, el vacío final en el muro se llenaba con una piedra «cuña» que se introducía en el aparejo de la mampostería desde la parte frontal del muro (Protzen, 1993, pp. 195-199). Como en el último vacío no queda más espacio para maniobrar las piedras para el engastado usual de una por una, los albañiles incas tuvieron la ingeniosa idea de confeccionar piedras cuña que encajaban con sus vecinas solo a lo largo de una sección muy delgada en su parte frontal, cerca de la cara del muro (figura 6.11). Una vez que se sabe qué buscar, es relativamente fácil encontrar las piedras cuña en un muro incaico de piedra tallada y determinar la secuencia de su construcción. A pesar de que existen diversos reportes que corroboran el uso de piedras cuña en Tiahuanaco, estas no parecen existir o, por lo menos, no hemos podido encontrarlas. Las supuestas cuñas en Putuni (Arellano, 1991, p. 265), pequeñas y endebles piedras encontradas en una esquina de piedras más grandes, no son cuñas, sino arreglos (figura 6.12).
Figura 6.10. Protuberancias residuales en el muro del segundo escalón que sugieren un engastado in situ. Figura 6.11. Piedra cuña inca.
Figura 6.12. La llamada piedra «cuña» en Putuni.