3 minute read

Capítulo IV. Ú ltimo medio siglo

Siglo x x

273

Advertisement

que había sufrido muchas modificaciones a lo largo de los siglos, fue siempre uno de los edificios más distintivos de la ciudad. C on sus portales en el primer piso, galería abierta en el segundo y su cambiante coronación —que iba de un simple frontis triangular en el siglo pasado a una enorme buhardilla afrancesada en el presente— formaba armónico conjunto con los portales de escribanos y botoneros que encerraban a la plaza Mayor por dos de sus lados. Para modificar y modernizar este conjunto arquitectónico se convocó a un concurso público de proyectos que ganó el equipo formado por los arquitectos José Álvarez Calderón y Emilio Harth-Terré. Estos profesionales plantearon una solución en base a la retirada de las fachadas de los portales, a una mayor altura de los volúmenes circundantes, a la ruptura de la continuidad de estas fachadas con la construcción de los pasajes Olaya y Santa Rosa y a la construcción de enormes balcones coloniales que ocupaban dos y tres pisos de altura 9. Com o parte de este proyecto se construyó el Palacio Municipal, que en esa época funcionaba en el actual Museo de Arte por culpa de un voraz incendio que redujo a cenizas el antiguo local en 1917. El nuevo edificio fue planeado durante la alcaldía de Eduardo Dibós Dammert (1938-1940 y 1950-1952) y llevado a cabo durante el segundo gobierno municipal de Luis Gallo Porras (1934-1937, 1941-1945 y 1948-1949), quien lo inauguró el 28 de julio de 1944.

P r o g r a m a d e c o n s t r u c c i ó n v i a l e n e l c e n t r o

Durante los últimos años de la década del 30 y los primeros de la del 40, la Municipalidad de Lima, en unión de la Dirección de Urbanismo del Ministerio de Fomento, estructuran un plan para racionalizar el tráfico del centro histórico de la ciudad. Este constituía fundamentalmente en la apertura o remodelación de cinco vías que formaran un cinturón vial alrededor del centro. Estas arterias urbanas formaban una especie de pentágono cuya base era el Malecón de Rimac y cuyos demás lados consistían en el ensanche de los jirones Tacna y Abancay,

9 C. Pacheco Vélez, en L im a a los 4 5 0 años, Lima, Centro de Investigaciones de la Universidad del Pacífico, 1986.

274

L im a

así como en la prolongación de las avenidas Wilson y Bolivia. A pesar de haber transcurrido 50 años, este proyecto no se ha podido culminar en sus aspectos más importantes como son la vía marginal del Rimac, que podría absorber el excesivo tráfico que cruza la ciudad de este a oeste, y la unión de las avenidas Bolivia con Abancay, que completarían este necesario circuito. En cambio, las obras realizadas de este proyecto han hecho enorme daño a la ciudad por haber destruido muchos edificios coloniales, muy valiosos, y haber creado, sobre todo con los ensanches, malos espacios urbanos que le han quitado prestancia al centro, como son las avenidas Tacna y Abancay. La destrucción de edificaciones de gran valor arquitectónico se produjo en casi todas las vías del perímetro mencionado: el ensanche de la avenida Abancay trajo la destrucción total del convento e iglesia de Santa Teresa, «la mejor obra barroca de Lima», según Harold E. Wethey, y del Colegio San Pablo de la Compañía, la destrucción parcial de los conventos de la Concepción y San Francisco, así como la desaparición de infinidad de casonas coloniales. La avenida Tacna destruyó la iglesia de Santa Rosa, el antiguo hospital de marineros del Espíritu Santo y parcialmente el convento de las Nazarenas. La avenida Bolivia borró del mapa a la iglesia de Belén, antigua Recoleta Merce- daria.

This article is from: