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Las huacas

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Bibliografía

Bibliografía

Dioses de Lambayeque discurso mítico de principio a fin. Este problema de interpretación llevó de la mano a algunos investigadores a excavar sitios arqueológicos con el fin de comprobar el texto de esta tradición oral, identificando al templo de Chot mencionado en la “leyenda” con el topónimo actual de Chotuna para identificar un edificio piramidal en la parte baja del valle de Lambayeque, cerca del mar. En este contexto también se encuentra el conjunto de Chornancap, un escenario más propicio para explicar el desembarco de Naymlap en las costas de Lambayeque, por su mayor cercanía a la costa. El relato de Naymlap, orientó a los arqueólogos a explicar el descubrimiento de un mural de tradición lambayeque en el sitio de Úcupe, que muestra un conjunto de personajes de grandes tocados emplumados, como expresión de la dinastía que la “leyenda” mencionaba como los sucesores de Naymlap (Meneses y Alva, 1986).

Las excavaciones en Batán Grande, permitieron el hallazgo de un fragmento de pintura mural de Huaca Las Ventanas, que muestra un personaje, que por primera vez se relacionaba con las esferas celestes: el sol y la luna, en medio de un ambiente marino. Este personaje, identificado como “Dios Sicán”, sostiene una cabeza humana en la mano derecha y un cuchillo de sacrificios con la mano izquierda. Finalmente, los estudios en Huaca Las Balsas de Túcume, permiten evidencia suficiente como para proponer la existencia de un complejo mítico, más allá de la percepción monotemática de una sola deidad lambayecana.

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Las huacas

Luego de examinar lo complejo de la iconografía objeto de nuestro estudio, queremos poner nuevamente en debate la validez de las propuestas arriba mencionadas, considerando un modelo distinto basado en la mítica y religiosidad andina en su conjunto, de acuerdo con la cual, el panteón religioso lambayecano fue mucho más complejo del que hemos aceptado hasta ahora. En el área andina hemos tenido un desarrollo milenario con deidades muy diversas que han utilizado a la naturaleza en su conjunto como formas de expresión, siguiendo la lógica de una observación constante de los hitos que marcan el tiempo y el espacio en todo tipo de actividad humana. Si estamos de acuerdo con ello, podríamos tener a priori un panteón de dioses muy amplio que se expresa tanto en el mundo celeste, como en el mundo subterráneo o nuestro mundo, complejo mítico dentro del cual debemos integrar el concepto de waka estrechamente vinculado con el de pacarina de origen. Un ente considerado waka podía ser al mismo tiempo pacarina o lugar de origen de un linaje determinado.

El término waka, muy utilizado en la jerga de los arqueólogos, no ha sido debidamente asimilado o aplicado al entendimiento de la cultura lambayeque en el campo de la estructura ideológica, expresada en la compleja y rica iconografía que hoy nos ocupa. El término tiene sus orígenes en las sociedades prehispánicas y estuvo referido en la sociedad inca, a sacralizar aquello que estaba relacionado con los dioses, significando: “templo, adoratorio, objeto sagrado, dios familiar o doméstico, idolillo; sin embargo existe también en quechua otro término para expresar sagrado: willka. Por ejemplo wilka mayu (río sagrado)” (Mejía, 2011, 181), Por lo tanto, con este término también se consideraban a los ancestros en el mundo de la muerte. Los cuerpos momificados de los incas o cabezas de linajes en toda comunidad eran considerados como waka y así sacralizados. Su condición de semidioses en este mundo, los convertía en deidades con nombre específico en el campo de la muerte. Así, era “huaca” todo lo que usaban: sus palacios, su ropa, ornamentos, objetos que simbolizaban su mando, su vajilla, ornamentos, vestidos, los desechos de su comida, incluyendo las vísceras luego de su muerte. Los dioses propiamente dichos fueron conocidos como “huacas”, tal como se puede apreciar en las tradiciones de Huarochirí (Taylor, 1987).

Con el término waka se podía hacer referencia a todo aquello que se refiere al mundo celeste o nuestro mundo, que se convertía en sagrado. De este modo, la vía láctea, el sol, la luna, constelaciones, estrellas particulares eran “huacas”, como también lo eran las montañas, lagunas, cavernas, ríos, rocas de determinadas formas y ubicaciones especiales, fuentes de minerales, aguas termales. Bosques o determinados árboles, lianas, plantas medicinales, podrían ser convertidos en huacas y por lo tanto sujetos de culto. En general, todo en la naturaleza, incluyendo animales de todos los órdenes: mamíferos, animales marinos, insectos, aves, reptiles, batracios, podían ser convertidos en huacas. Es decir, podían ser sagrados. Piedras de determinado color o forma que eran encontradas en los caminos, podían ser convertidas en huaca y ser sujetos de culto. Los fenómenos meteorológicos tenían también una jerarquía de gran importancia: el viento, la lluvia, el trueno, el rayo, el granizo, el arcoíris, la nieve, eran personajes

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