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El “gigante” lambayecano
Dioses de Lambayeque Su alto estatus está definido por su vestimenta y sus ornamentos, siempre tiene un gran tocado, pero además luce orejeras y una túnica que puede o no tener mangas. Este vestido muestra decoración lo que dice de su alta calidad. Un objeto de plata de la colección del Museo Larco (Fig. 202, ML 100433) lo muestra con un tocado distinto, pero el vestido es idéntico al que publica Shimada en 1995 (Fig. 200), lo que podría sugerir una reiteración de su identidad.
El personaje puede ser representado de pie o sentado. Cuando el personaje está de pie se puede observar además que los pies están decorados con círculos con punto central en los tobillos, lo que constituye parte de un simbolismo mágico coherente con su alto estatus. En la colección del Museo Larco lo podemos encontrar en la vasija de cerámica ML020650 (Fig. 201) y de modo reiterado en tejidos de la costa norte.
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Fig. 199 Fig. 200
Fig. 201 Fig. 202
El “gigante” lambayecano
Una vasija de la colección del Museo Larco (Fig. 203, ML020129), muestra a un personaje cuya particularidad puede ser resumida en su gran estatura. Este rasgo marca una diferencia con el patrón iconográfico de personajes antropomorfos, que siempre lucen extremidades superiores e
Dioses de Lambayeque inferiores “normales”, cuyo canon estético divide al personaje en un conjunto de cuatro partes relativamente equivalentes en tamaño: El tocado, la cabeza, el tronco y las extremidades inferiores.
Estos parámetros en las expresiones plásticas han sido remplazados cuando se representa a un personaje fuera de los estándares, con otro tipo de proporciones. En este caso, las extremidades inferiores y superiores son por lo menos cuatro veces más grandes, de modo que ocupan todo el largo del cuerpo ovoide de la vasija. Esta desproporción en la expresión plástica, puede estar reflejando una anomalía que puede considerarse dentro de los conceptos de gigantismo debido a problemas de tipo hormonal, anomalía estadísticamente previsible en cualquier sociedad. Algunos contextos arqueológicos han proporcionado información bastante interesante respecto de individuos cuya estatura los convierte en “gigantes” respecto de las medidas estándar de las sociedades prehispánicas en la costa norte, específicamene en el sitio de Dos Cabezas, excavados por Donnan y Cook (Castillo, 2000:109-110).
El personaje luce atuendos propios de deidades y/o personajes del más alto estatus: gran tocado emplumado de forma semicircular detrás del cual tiene un tocado semilunar emplumado bastante grande. Luce la cara máscara de los dioses y a ambos lados de la cabeza está adornado con cabezas de serpiente dragón. Tiene orejeras y collares o pectoral y su vestido está diseñado conforme a una red, aspecto que encierra otras connotaciones simbólicas. Un aspecto interesante es la forma de representar las piernas que no son verticales, sino ligeramente arqueadas y los pies, no están al mismo nivel, lo que le da a la figura un sentido de movimiento. Entre las piernas cuelga desde el vestido, un adorno alargado que puede ser parte de la ropa interior.
Fig. 203
No son pocas las referencias en el plano mítico universal y andino, a personajes gigantes con diversos roles, que tal vez fueron inspirados en el hallazgo de huesos fósiles de megafauna. Refiriéndose a la Isla de Santa Elena, el cronista Agustín de Zárate dice: “…dicen los indios de la tierra que habitaron unos gigantes, cuya estatura era tan grande como cuatro estados de un hombre mediano. No declaran de qué parte vinieron: manteníanse de las mesmas viandas de los indios, especialmente pescado, porque eran grandes pescadores…comía cada uno más que treinta indios…eran tan crueles, que sin causa ninguna mataban muchos indios, de quien era muy temidos”. Luego continúa: …”dicen que bajó del cielo un mancebo resplandeciente como el sol, y peleó con ellos, tirándoles llamas de fuego, que se metían por las peñas donde daban y hasta hoy están allí los agujeros señalados: y así, se fueron retrayendo a un valle, donde los acabó de matar a todos”. Finalmente, hace referencia al hallazgo de “grandes costillas y otros huesos” teniendo “por cierto lo que los indios decían” (Citado por César Toro, 1990, Tomo 1: 350).
Del mismo modo, aun hoy podemos escuchar mitos relacionados con los gigantes en comunidades amazónicas, en los que Iwa es centro de diversos episodios, muchos de los cuales tienen especial importancia, pues es el único poseedor del fuego, ausente del mundo de los aguarunas (Jordana, 1974)
En la tradición oral de la sierra peruana, a todo lo largo, son conocidas las historias de gigantes, entre las que podemos mencionar a los Huillca vecinos de la laguna de Huanta, en donde vivía Turuncana, el jefe y padre de ellos, que solamente se alimentaban de arcilla y agua salada. Lucha contra Mancharu, pretendiente de Chirapa (el arco iris), pero es vencido, la laguna se vació y desde ese momento todos los gigantes se convirtieron en las altas montañas de la región (Bendezú, 1954: 8-9).
Considerando lo interesante del tema, estamos seguros que una búsqueda mayor permitirá encontrar elementos complementarios, pues esta propuesta se basa en el hallazgo de una sola pieza de cerámica en el Museo Larco, que la inspira.