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I . IN T R O D U C C IÓ N
época. Interesa, pues, constatar una cierta relación de continuidad entre los documentos coloniales estudiados que aparecen como respuesta a exigencias de diseminación de la información, percibidas por sus autores o sus lectores como más o menos evidentes.
El considerar a los textos coloniales como productos que emergen de un proceso específico de producción de información facilita el estudio de sus desarrollos futuros, en actualizaciones que pueden parecernos a primera vista como desconectadas. El proceso de reubicar al documento histórico en el contexto que le dio origen puede ser desestabilizador, especialmente cuando esos textos han sido conceptualizados a partir de su estudio fuera de contexto, como si no hubieran sido el resultado —siempre parcial— de una conjunción específica de los factores personales, sociales, políticos, religiosos y económicos que entraron en juego en ese momento dado.11 Pienso que esta reinstalación discursiva me va a permitir observar con más claridad la carga ideológica presente en el texto. Y en esto es en lo que radica el valor de la semiótica: ofrece los instrumentos para analizar códigos organizados en discursos, en busca del sistema de ideas que los sustentan y marcan. Siguiendo a Lotman y Uspensky (1990), pienso que la cultura es un mecanismo articulador que organiza y preserva la información que una comunidad considera valiosa. Interesa extraer de allí el criterio del colonizador, representado éste por cada uno de los cuatro escritores, ya que esa es la clave para comprender los significados y sentidos que llenan la trama semánticosintáctica que es el discurso. Esta actualización del sistema de ideas en los documentos es lo que los convierte en discursos y lo que, a su vez, explica la existencia del documento mismo. La identificación del criterio prevaleciente en el texto es lo que va a aclarar la perspectiva del autor: por qué se le dan connotaciones particulares a los contenidos, por qué se trataron ciertos aspectos y se silenciaron otros, por ejemplo.
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Julia Kristeva desarrolló el concepto de intertextualidad 12 en la esfera de lo poético, como una contribución a las metodologías de análisis que estaba ofreciendo la semiótica. Su aporte no se limita al campo específico del quehacer poético, sino que lo supera, incorporándolo, más bien, a un quehacer simbólico, expresivo. Además, no creemos que ella haya considerado “lo poético” en sentido estricto, sino en el amplio campo que se le abre dentro de la expresión literaria y comunicativa en general. Dice Kristeva: “El significado poético lleva a significados discursivos diferentes, de manera que en el enunciado poético pueden leerse muchos otros discursos” (1969: 255).13 Los significados, entonces, están cargados de conexiones con otros significados que los ligan a otros discursos. El texto sería el punto de encuentro de una serie de otros discursos, a los que podemos llegar por alusiones explícitas o implícitas. Ese espacio textual múltiple, habitado por los otros discursos que han sido convocados por la alusión dada o que han sido aludidos de manera más concreta, le da una dimensión adicional al texto, liberándolo, hasta cierto punto, de sus propias restricciones de tiempo y de espacio, haciéndolo participar de los tiempos y espacios de otros textos.14 Por un lado, esto significa un enriquecimiento del texto y, por otro, constituye una pista para poder seguir y, eventualmente, identificar, a esos otros significados a los que se alude, existentes en los otros textos. Tal como lo afirma Dominique Maingueneau (1980: 139), “Las relaciones intertextuales son variadas: plagio, parodia, polémica, comentario, imitación, etc., pero están atravesadas por el problema de la cita, llamada enunciado referido”.15 Al referirse a la cita como un problema, la autora se refiere a que ésta no es neutra ya que siempre “[…] remite a los fundamentos ideológicos y textuales del discurso citante […]” (1980: 142).
Para cada documento identificaré, tan exhaustivamente como sea posible, las fuentes, los nexos intertextuales 16 y su propia función como
11. “La existencia misma de la cultura implica la construcción de un sistema [semiótico] de reglas para traducir la experiencia directa al texto” (Lotman y Uspensky 1990: 412). (Traducción de la autora). 12. “Así se crea, alrededor del significado poético, un espacio textual múltiple cuyos elementos son susceptibles de aplicarse al texto poético concreto. Llamaremos a este espacio intertextual” (Kristeva 1969: 255). (Traducción de la autora). 13. (Traducción de la autora). 14. “En efecto, un discurso está lejos de presentarse como un conjunto homogéneo de enunciados que remiten a un sujeto único de enunciación […]” (Maingueneau 1980: 139). 15. “Cuando se considera ahora la función de las citas, hay que tener en cuenta que estos enunciados referidos tienen estatus diferentes, en particular según el tipo de discurso. A título indicativo, podemos dar algunos ejemplos de estos estatus muy diversos: - La cita-prueba: se introduce una cita en el curso de una argumentación, ya sea para refutar, para defender o para sostener un argumento […] En este caso, se está ante una cita-autoridad. - La cita-reliquia: […] las citas que no tienen otro estatuto textual que el de encarnar un fragmento de ‘discurso verdadero’, auténtico y, en consecuencia, de autentificar el discurso citante, de conferirle el sello fundador” (Maingueneau 1980: 142). 16. “[…] el texto es considerado como el producto de un trabajo sobre textos anteriores o contemporáneos” (Maingueneau 1980: 139).
fuente primaria española de documentos más tardíos. Esto es, estableceré las líneas de conexión entre cada texto estudiado y sus contemporáneos, observando sus mutuas influencias. En el caso de Cieza, por ejemplo, identifico la presencia de textos contemporáneos al suyo (Las Casas, Santo Tomás, etc.) y la presencia del de Cieza en autores como Antonio de Herrera y Garcilaso de la Vega, el Inka, quienes escribieron sus obras entre cincuenta y cien años después de Cieza. Betanzos, en su tiempo, queda asociado a la “Declaración de los quipucamayos a Vaca de Castro” y a la Historia general llamada índica de Pedro Sarmiento de Gamboa. Posteriormente le sirve de fuente a fray Gregorio García. Ondegardo, por su parte, alimenta los textos más tardíos de José de Acosta y de Bernabé Cobo.
El estudio de los textos coloniales tempranos desde la perspectiva de la lingüística histórica es asimismo complejo, e implica estudiar y conocer las lenguas en contacto (y conflicto) sincrónicamente, tal como se encontraban en la segunda mitad del siglo XVI. Los estudios del castellano escrito de entonces (Rivarola 1990; Alvar 1970) han cobrado un nuevo auge. El estudio del castellano de esa época, que aparece registrado en los textos, contribuye al estudio histórico tanto de los autores como de sus textos. La lingüística histórica pone en evidencia que nuestros autores, no todos pero sí la mayoría, son personas poco educadas formalmente que no utilizan un castellano estándar, formal y cuidado, a la hora de escribir. De los autores estudiados, sólo Ondegardo muestra una especial riqueza léxica y en sus argumentos que genera un estilo que podríamos llamar académico. Betanzos, aunque vinculado con la actividad escrituraria, no exhibe una brillantez uniforme, aunque sí esporádica, en su uso del castellano escrito. Cieza, el menos vinculado formalmente con el mundo letrado, es, de los tres, el que más historia ha escrito, mostrando constante y repetidamente unos textos que registran el habla coloquial y exhiben sus inseguridades de realización fonética al trasladarse al medio escrito.
Al lado de la problemática del castellano del siglo XVI, la presencia del quechua es más compleja. En esta época, aparece salpicada en textos en castellano, pasando por el filtro de la audición de los autores españoles que conocen la lengua sólo muy superficialmente aún. Los recursos gráficos del castellano se utilizan, lo mejor que se puede, para representar, prácticamente por vez primera, la fonética quechua. Los tratadistas y gramáticos, como fray Domingo de Santo Tomás,17 tienen bastantes dificultades para registrar los sonidos específicos de la lengua general, y se ven forzados a utilizar una amplia gama de recursos del repertorio gráfico castellano para representar los sonidos del quechua.18 Al estudiar estas representaciones gráficas en los textos, observamos que podemos llegar al sonido del quechua general en ese momento histórico a través del estudio de los sonidos en castellano que grafican sus caracteres. Por ejemplo, el término castellanizado “huaca” queda representado por lo menos de tres maneras en los textos estudiados: huaca, guaca, uaca, cuando lo que se quiere representar es el sonido /w/: /waka/. La representación gráfica de los sonidos glotales, ausentes del castellano, fue aún más exigente del repertorio de esa lengua, debiendo reunir varias consonantes para intentar representar el sonido. Muchos sonidos quedaron mal representados o sin representación.
El léxico de lenguas indígenas que aparece en los textos estudiados está allí por diferentes razones que van desde una busqueda de lo exótico hasta una evidente carencia del término en la lengua castellana. La inclusión de estos términos va, generalmente, acompañada de su explicación o glosa en castellano para aclarar el significado de algo propio de la cultura indígena que carece de palabra castellana para expresarlo. Estas paráfrasis explican lo que se quiere describir en términos que reflejan lo que los autores han podido discernir de ese objeto o hecho y lo que los lectores españoles puedan comprender. La semántica del término quechua va a depender de la comprensión española de lo que ese término representa. El símil es un recurso muy utilizado también, en el que a partir de un rasgo semántico interlingüístico en común se establece una identidad completa. Esto contribuye a explicar la realidad indígena a partir de conceptos españoles.
La lengua castellana se constituye en el vehículo de difusión de las lenguas indígenas tanto a nivel léxico como a nivel semántico entre los lectores españoles de esos textos. El idioma castellano es el filtro a través
17. “Cerca de lo primero, que es las letras, por quanto los indios y naturales de la tierra del Perú no usavan de scriptura ni jamás entre ellos huvo memoria della, por tanto ni tenían letras ni caracteres para escrivir ni manifestar sus conceptos y antigüedades, sino hacíanlo por una nueva & ingeniosa manera de ciertas quentas y señales de que usavan y usan, y assí no ay cosa particular que tratar acerca de las letras, mas que la dicha lengua, términos y nombres della, en todo y por todo se ha de escrevir con nuestras letras y caracteres, y en toda ella se ha de usar dellos” (Santo Tomás [1560b] 1995: 17). 18. “[…] escribir gramáticas de lenguas nativas implicó, casi siempre, la conquista de un sistema de sonidos extraño a las lenguas europeas y la traducción de ese sistema al alfabeto latino” (Mignolo 1992: 185). (Traducción de la autora).