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LYDIA FOSSA
época. Interesa, pues, constatar una cierta relación de continuidad entre los documentos coloniales estudiados que aparecen como respuesta a exigencias de diseminación de la información, percibidas por sus autores o sus lectores como más o menos evidentes. El considerar a los textos coloniales como productos que emergen de un proceso específico de producción de información facilita el estudio de sus desarrollos futuros, en actualizaciones que pueden parecernos a primera vista como desconectadas. El proceso de reubicar al documento histórico en el contexto que le dio origen puede ser desestabilizador, especialmente cuando esos textos han sido conceptualizados a partir de su estudio fuera de contexto, como si no hubieran sido el resultado —siempre parcial— de una conjunción específica de los factores personales, sociales, políticos, religiosos y económicos que entraron en juego en ese momento dado.11 Pienso que esta reinstalación discursiva me va a permitir observar con más claridad la carga ideológica presente en el texto. Y en esto es en lo que radica el valor de la semiótica: ofrece los instrumentos para analizar códigos organizados en discursos, en busca del sistema de ideas que los sustentan y marcan. Siguiendo a Lotman y Uspensky (1990), pienso que la cultura es un mecanismo articulador que organiza y preserva la información que una comunidad considera valiosa. Interesa extraer de allí el criterio del colonizador, representado éste por cada uno de los cuatro escritores, ya que esa es la clave para comprender los significados y sentidos que llenan la trama semánticosintáctica que es el discurso. Esta actualización del sistema de ideas en los documentos es lo que los convierte en discursos y lo que, a su vez, explica la existencia del documento mismo. La identificación del criterio prevaleciente en el texto es lo que va a aclarar la perspectiva del autor: por qué se le dan connotaciones particulares a los contenidos, por qué se trataron ciertos aspectos y se silenciaron otros, por ejemplo. Julia Kristeva desarrolló el concepto de intertextualidad 12 en la esfera de lo poético, como una contribución a las metodologías de análisis que estaba ofreciendo la semiótica. Su aporte no se limita al campo específico del quehacer poético, sino que lo supera, incorporándolo, más bien,
11. “La existencia misma de la cultura implica la construcción de un sistema [semiótico] de reglas para traducir la experiencia directa al texto” (Lotman y Uspensky 1990: 412). (Traducción de la autora). 12. “Así se crea, alrededor del significado poético, un espacio textual múltiple cuyos elementos son susceptibles de aplicarse al texto poético concreto. Llamaremos a este espacio intertextual” (Kristeva 1969: 255). (Traducción de la autora).
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a un quehacer simbólico, expresivo. Además, no creemos que ella haya considerado “lo poético” en sentido estricto, sino en el amplio campo que se le abre dentro de la expresión literaria y comunicativa en general. Dice Kristeva: “El significado poético lleva a significados discursivos diferentes, de manera que en el enunciado poético pueden leerse muchos otros discursos” (1969: 255).13 Los significados, entonces, están cargados de conexiones con otros significados que los ligan a otros discursos. El texto sería el punto de encuentro de una serie de otros discursos, a los que podemos llegar por alusiones explícitas o implícitas. Ese espacio textual múltiple, habitado por los otros discursos que han sido convocados por la alusión dada o que han sido aludidos de manera más concreta, le da una dimensión adicional al texto, liberándolo, hasta cierto punto, de sus propias restricciones de tiempo y de espacio, haciéndolo participar de los tiempos y espacios de otros textos.14 Por un lado, esto significa un enriquecimiento del texto y, por otro, constituye una pista para poder seguir y, eventualmente, identificar, a esos otros significados a los que se alude, existentes en los otros textos. Tal como lo afirma Dominique Maingueneau (1980: 139), “Las relaciones intertextuales son variadas: plagio, parodia, polémica, comentario, imitación, etc., pero están atravesadas por el problema de la cita, llamada enunciado referido”.15 Al referirse a la cita como un problema, la autora se refiere a que ésta no es neutra ya que siempre “[…] remite a los fundamentos ideológicos y textuales del discurso citante […]” (1980: 142). Para cada documento identificaré, tan exhaustivamente como sea posible, las fuentes, los nexos intertextuales 16 y su propia función como
13. (Traducción de la autora). 14. “En efecto, un discurso está lejos de presentarse como un conjunto homogéneo de enunciados que remiten a un sujeto único de enunciación […]” (Maingueneau 1980: 139). 15. “Cuando se considera ahora la función de las citas, hay que tener en cuenta que estos enunciados referidos tienen estatus diferentes, en particular según el tipo de discurso. A título indicativo, podemos dar algunos ejemplos de estos estatus muy diversos: - La cita-prueba: se introduce una cita en el curso de una argumentación, ya sea para refutar, para defender o para sostener un argumento […] En este caso, se está ante una cita-autoridad. - La cita-reliquia: […] las citas que no tienen otro estatuto textual que el de encarnar un fragmento de ‘discurso verdadero’, auténtico y, en consecuencia, de autentificar el discurso citante, de conferirle el sello fundador” (Maingueneau 1980: 142). 16. “[…] el texto es considerado como el producto de un trabajo sobre textos anteriores o contemporáneos” (Maingueneau 1980: 139).