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Avance y retirada de Daza

se pondría el presidente. Reunió este primero un consejo de guerra de jefes bolivianos, donde ya surgieron algunas voces discrepantes; marchó luego de Tacna a Arica, donde demoró tres días en nuevas juntas, mientras los soldados consumían barriles de bebidas alcohólicas. Después de estos tres días de "báquico estaciona rismo en Ari ca", Daza emprendió la marcha el 11 de noviembre (y no el 8, como se había acordado al principio) a las once de la mañana bajo un sol abrasador. Una correspondencia de Arica publicada en El Nacional de Lima habla en forma entusiasta del desfile que entonces tuvo lugar."A la cabeza estaban los granaderos de Daza o Colorados; setecientos soldados de musculatura y talla hercúleas, veteranos escogidos todos con sus altos morriones y chaquetas punzó y pantalones blancos (decía el corresponsal), con sus robustos pies desnudos (calzaban ojotas) y con sus Re ming ton apoyados en sus anchas manos y fuer tes bra zos. La Décima de César y los Granaderos de Napoleón (agregaba) no causarán efecto más importante que el Colorados". Lo seguían los llamados "ama ri llos" de Sucre por el color de sus trajes de ba ye ta, el Aroma 4° o "verdes" de Cochabamba, el Viedma de esa ciudad, ciento cuarenta artilleros armados de carabina, los coraceros de Daza y otros regimientos. Serían unos tres mil hombres de infantería mal contados. La artillería fue dejada en Tacna. El montonero tacneño Gregorio Albarracín, que marchó a la descubierta de cien jinetes, tuvo bajo su comando al único destacamento peruano en esta expedición.

Los jefes más ilustrados de la llamada Legión Boliviana acusaban a Daza y al comandante de su Estado Mayor, general Casto Arguedas, de ignorar los conocimientos más comunes y rudimentarios de la profesión, especialmente en lo concerniente a la organización militar. Daza tenía, a su vez, recelos y prevenciones contra varios de sus subordinados inmediatos. Se vivía en este ejérci to en un ambien te de suspicacias y de chismes. Al salir de Ari ca los soldados no fue ron obligados a llenar sus cantimploras con el agua salvadora de los are nales y "los que llevaban algo en ellas (dice el general boliviano Juan Jo sé Pé rez) era vino o aguardien te". En vez de marchar de noche, dadas las condiciones del desier to, como se le aconsejó, Daza insistió en marchar de día ase ve rando que con ello evitaba los peli gros de la deserción de sus soldados.

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AVAN CE Y RE TI RA DA DE DA ZA.- Du ro es el paso por las quebradas que están entre Arica e Iquique cuya distancia es de 41 leguas peruanas. Laderas que parecen muros, aguas nauseabundas, insectos implacables hállanse en su inmensidad desolada que el sol calcina durante el día. Tres enormes grietas, oasis y abismos, cortan en diversos parajes esta altiplanicie: Vítor, la más sep tentrional, Chiza y Ca ma ro nes. La tra ve sía debía ser hecha en cinco días, tiempo que solo para los soldados de las serranías podía servir para cumplir tan difícil itinerario. Aquel ejército no tenía servicios de aprovisionamiento ni de sanidad. La falta de víveres hizo estragos desde el principio. La primera noche acampó en un altura medanosa a 5 leguas de Ari ca. Al segundo día durmió en Chaca, en la quebrada de Ví tor, después de atra ve sar 5 leguas en una pampa de are na. El 13 se detu vo en un médano de la misma pampa. El 14 por la noche llegó a la quebrada de Ca ma ro nes no lejos del mar. Allí descansó dos días y sufrió deserciones. El 16, Daza te le grafió a Prado: "Desierto abruma, ejército se niega a pasar adelante". Por fin, Prado contestó: "Recibido parte del ejército; mañana estará en Agua Santa, donde probablemente se dará batalla. Sea cual fuere el éxito del comba te, ya que el ejérci to de Cama ro nes no puede avanzar, creo con ve nien te, si a us ted le parece, que comience a regresar a la mayor brevedad". Prado no pudo o no creyó conveniente ponerse a la cabeza de sus tro pas ordenando a Daza que lo esperase y pre viniendo de ello a Buendía con el fin de evitar que el ejército de Tarapacá empeñara la batalla. Alegres dianas fueron tocadas en el campamen to de Daza y a las cinco de la tarde los batallones comenza ron a desfilar, en ascenso, lento, por la cuesta de Camarones hacia Arica.

El general boliviano Juan José Pérez (ya mencionado, muerto más tarde en la batalla de Tacna) reveló que Daza, temeroso de sucumbir o de que se debilitase en la expedición

[ 1879 DIcIembre 11 ]

LA CAPTURA DE LA PILCOMAYO. El jueves 11 de diciembre de 1879, en una edición extraordinaria, El Comercio informó sobre la captura de la cañonera Pilcomayo. El relato del combate fue tomado del parte oficial del comandante de la nave, Carlos Ferreyros. Este decía: "A las 4:30 p.m. las embarcaciones del "Blanco" nos abordaban conservando nosotros nuestros pabellones al pico y topes, que fueron arriados por los enemigos, los que inmediatamente se dirijieron (sic) a combatir el incendio e inundación obligando a nuestros 1º y 2º injenieros (sic) a que les enseñaran el lugar de las válvulas y las cerrasen provisionalmente. A esta hora las dos cámaras eran presa de las llamas y el agua alcanzaba a diez pies en la sentina, estando la santabárbara totalmente inundada. El fuego de proa, que no había tomado tanto incremento, continuaba sin embargo".

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