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La retirada hacia Arica
LAS BAJAS DE TARAPACÁ
El 27 de noviembre de 1879 se llevó a cabo este sangriento enfrentamiento entre los ejércitos peruano y chileno. El número de bajas fue el siguiente:
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EJÉRCITO PERUANO BAJAS NÚMERO Muertos 236 Heridos 261 Dispersos 76
EJÉRCITO CHILENO BAJAS NÚMERO Muertos 516 Heridos 176 Dispersos No consignado
En efec to, el gran hé roe de Tarapacá fue el soldado peruano anónimo. En los nichos y placas murales de la cripta erigida en el cementerio de Lima lo representan el corneta Mariano Mamani y el soldado Ma nuel Condo ri. Dice una re lación de la época: "Sorprendido por el enemigo cuando menos lo esperaba, casi encerrado en un foso sin salida y cuando por excepcionales circunstancias del momento, así materiales como morales, debía encontrarse tan débil de ánimo como de cuerpo, supo (el soldado) no solamen te salir del fo so para ponerse fren te al enemigo que lo dominaba y fusilaba a discreción, sino también combatir valerosamente durante largas horas y conseguir una victoria tan espléndida como inesperada. Para obtener todo aquello no pudo contar más que con su valor personal sos te nido apenas por el ejemplo y la voz de un pequeño número de buenos oficiales. Sin artillería y sin caballería de que el enemigo estaba abundantemente provisto, sin plan de batalla y sin hallarse confortado por alimentos buenos y suficientes (habiendo sido sorprendido mientras se estaba preparando el mezquino rancho, al cual estaba reducido desde algún tiempo) el soldado peruano se adelantó intrépido y resuelto contra el enemigo, lo fue a buscar hasta dentro de sus mismas posiciones que estaban defendidas por diez buenos cañones y por las bien apro ve chadas aspe re zas del suelo; y luchando cuerpo a cuerpo, en un encarnizado combate varias veces suspendido para tomar aliento y volverlo a empeñar cada vez con vigor siempre crecien te, le tomó sus cañones y sus banderas, lo desalojó de sus posiciones y lo hizo retroceder varias millas en completa derrota".
Muchos fueron los que se distinguieron en esta batalla, empezando por el jefe de Estado Mayor, coronel Belisario Suárez. La segunda división, al mando de Cáceres, inició el ataque, el batallón Ze pi ta tomó va rios cañones y otros el Dos de Ma yo, murieron, como queda dicho, el primer jefe del Zepita, coronel Manuel Suárez y el segundo del Dos de Ma yo, teniente coronel Juan Bautista Zu biaga. Otro de los muer tos fue José Mi guel de los Ríos, natural de Lampa, que había te nido bajo sus órdenes a la división que se re ti ró desde Iquique a Tarapacá y llegó a ese pueblo el 26 de noviembre; Ríos fue he ri do va rias veces y siguió en el comba te y mu rió. Mandaba la tercera división el coronel Francisco Bolognesi; de esta división formaba parte el batallón Guar dias de Are qui pa, uno de cu yos soldados, Ma riano de los San tos, captu ró como se ha re feri do el estandar te enemigo del 2° de línea. Así como el Ze pi ta y el Dos de Ma yo lucharon contra la artillería, los guardias nacionales de Iquique y los bolivianos de la columna Loa dispersaron la caballería. Cuando ayudaba a la división Cáceres, fue herido en la cabeza el jefe del batallón Iquique N° 1, el acaudalado joven tarapaqueño Alfonso Ugarte; y continuó, no obstante, alentando a su tropa. En bra zos de su hermano Andrés, mu rió el capitán Juan Cá ce res. El tenien te co ro nel Isaac Recavarren, el defensor de Pisagua, jefe de Estado Mayor de la 2ª División, estuvo en muchas par tes del comba te y quedó he ri do en una mano.
Las tropas peruanas hicie ron uso, como ya se ano tó, de las armas y de las municiones to madas al enemigo sobre su propio campo y muchas ve ces la lucha fue cuerpo a cuerpo y en ella también fue suya la victoria.
LA RE TI RA DA HA CIA ARI CA.- Pero la victoria táctica no cambió los resultados estratégicos de la campaña de Tarapacá. El aislamiento y las penurias en que los soldados peruanos se debatían y la supe rio ri dad en el núme ro y en el equipo de las fuerzas descansadas que podían marchar contra ellos, impusieron fatalmente la realización del plan de dirigirse a Arica. Los vencedores del 27 de noviembre emprendieron su retirada a Pachica aquella misma noche sin haber probado alimento ni tenido descanso, dejando numerosas armas y municiones. Los ocho cañones y obuses enemigos fueron enterrados bajo la arena. También quedaron abandonados numerosos heridos. Otros de ellos acompañaron a sus camaradas yendo a pie.
Agotadoras habían sido las caminatas de Iquique a San Francisco, y de San Francisco a Tarapacá. Estas nuevas jornadas fueron, sin embargo, peores. Veintidós pavorosos días