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La orden de atacar y la contraorden

del ferrocarril de Pisagua. En esta travesía hubo a veces separación excesiva entre la vanguardia y el res to de las tropas. Al acampar el 17 en Agua Santa hubo necesidad de desafiar a los ra yos del sol. Solo al caer la tarde se decidió el traslado a Ne gri tos, situado a media legua y pro vis to de po zos de agua. Ella compensó en par te la escasez de alimen tos. La salida de Ne gri tos en la tarde el 18 fue solemne. "Un sublime sentimiento de entusiasmo se apoderó de todos los ánimos, moviéndose como por un solo resorte" (escribió el militar boliviano Lisandro I. Quiroga en su poco conocido folleto La cam pa ña de los 18 días). "La fraternidad del Perú y Bolivia pocas veces encontrará una hora de más elocuentes manifestaciones. Las bandas militares del Perú entonaron el himno boliviano; las nuestras el del Perú, permaneciendo durante su ejecución todos con la cabeza descubierta y después atro nado res vivas a la alianza llenaban el ai re. Por fin los comandan tes generales de división y los je fes de cuerpo se die ron un abra zo que simboliza el de los pueblos armados que representaban".

La marcha fue penosa. Había solo de 3 a 4 leguas entre Ne gri tos y Santa Catalina y la ca rencia de guías libró el destino del ejérci to al acaso en el desier to. Al rayar la au ro ra del 19 las tro pas estaban al nor te de la oficina de Santa Catalina y el comando supuso que había cortado al enemigo su retirada. Este ocupaba, sin embargo, a corta distancia, las alturas de San Francisco. Muchos opinaron por ataque inmediato e instantáneo aprovechando de la sorpresa, sin que se escuchara esta opinión. Bajo los rayos abrasadores del sol, los aliados estuvieron todo el día sin comer, si bien halla ron un poco de agua en la oficina salitre ra del Por ve nir, situado al pie de San Francisco. Serían unos 4.000 peruanos y 3.500 bolivianos. Buendía había recibido el 14 un telegrama en cla ve del di rec tor de la gue rra en que le decía: "Ataque Ud. en el ac to y sin trepidar". Una orden posterior le indicó que esperara a Daza.

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Entre quienes tenían la responsabilidad de dirigir al ejército, iban en aumento la desorganización y la discordia. Según manifiesta Cáceres en sus memorias, "con motivo de la ruta que se debía seguir, promoviose una acalorada discusión entre los je fes, en la cual se exalta ron los ánimos y poco fal tó para que se dieran de sabla zos. El comandan te Rubin de Ce lis, ayudan te del general Buendía, vino en tonces a noticiarme de lo que pasaba y a decirme que fuera yo a apaciguar a los jefes".

LA OR DEN DE ATA CAR Y LA CON TRAOR DEN.- El mismo Cá ce res cuenta que en la tarde

del 19 vino pri me ro la orden de atacar y luego la de pos tergar el ataque hasta el día siguien te, recibida con amargas crí ticas por muchos je fes. "Cuando abrumados por el hambre y el sol (dice Quiroga en confirmación de este dato) nuestros infelices soldados estaban en una especie de sopor bajo los pabellones de sus ri fles, a las 3 p.m. se nos aproximó el co ro nel Suá rez y personalmen te a cada cuerpo anunció que se había re suel to atacar aquella tarde, formándonos en consecuencia en columna de ataque. La primera línea de las tres en que estaba dividido el ejérci to ocupaba nuestra de re cha y sus columnas se forma ron en la pampa que se extiende hacia el es te. La segunda línea se adelantó por el costado izquierdo nuestro, o derecho enemigo, permaneciendo atrás la línea de re serva. Cuando habíamos ya avanzado en actitud hostil sobre el enemigo y estábamos a una cuadra del pie del ce rro, nos manda ron hacer al to y el je fe del E. M. G., que estaba en los cuerpos que formábamos la segunda línea llamó a consulta a los pri me ros je fes de cuerpo. Nos detuvimos más de media hora hasta que, después de aquellas deliberaciones tan ex temporáneas, se volvió el co ro nel Suá rez a di ri gir a cada cuerpo y en un discurso bre ve nos dijo 'que la hora era avanzada para completar esa tarde la vic to ria por lo cual con ve nía pos tergar el ataque para el siguiente día en que al amanecer subiríamos a las posiciones enemigas, que mientras tan to fuésemos a descansar y to másemos el rancho que se nos iba a distri buir'".

Se gún Suá rez en una comunicación a Buendía (Pu no, 12 de agos to de 1885) la contraorden se inspiró en la desorganización y el descontento que reinaban en el ejército boliviano.

[ 1879 NovIembre 25 ]

LA BATALLA DE SAN FRANCISCO. Las primeras informaciones sobre la batalla del cerro San Francisco fueron contradictorias. Recién el 25 de noviembre de 1879, una semana después del enfrentamiento, El Comercio confirmó la noticia y publicó el reporte de su corresponsal. Este decía: "Tres horas duró el empeño sostenido con bizarría por nuestra parte –La noche vino a marcar la indicación de retirada. Nuestras tropas habían sido rechazadas con sensibles pérdidas. La marcha en retirada se efectuó en orden, protegida por parte de la artillería y el batallón Zepita –La caballería funcionó en esta acción: creemos que operaría favoreciendo la marcha retrógrada de los rastros de los cuerpos comprometidos. Nuestras bajas se calculan en cerca de dos mil hombres –No se tiene noticia de las del enemigo".

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