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Apreciaciones de Piérola sobre el problema monetario en su mensaje de Ayacucho
Mucho se censu ró la emisión de 3.600.000 incas. Los de fenso res del Dictador alega ron, sin embargo, que el inca fue un vale al portador, de precio fijo, con garantía y abonable en oro; pe ro que nunca estu vo a la par o equiparado con la moneda metálica, pues aun cuando se le asignó el valor de 8 soles y luego de 15 respec to a los bille tes an te rio res incon vertibles, jamás lo acep tó el comercio a es te tipo. Aun suponiendo que el inca papel hubiera sido equivalen te al inca o sol de plata (decían) la emisión de 3.600.000 incas equivalía a la misma suma en metálico pagadera en una fecha específica; lo que implicaba un gasto no desmesurado por mes para sostener como 20 mil hombres entre Lima y Ca llao, el ejérci to de Arequipa, las gendarme rías de la República, las obras de fortificación no solo en lo que fue el teatro de las batallas sino también en luga res como San Cristóbal, San Bartolomé y otros, los contingentes de los departamentos, el pago de créditos diferidos y demás obligaciones perentorias del Estado. No pequeña cantidad de incas quedó en poder de algunos empleados, de cier tos je fes y de los caje ros de los cuerpos y otra par te ayudó a Piérola, Montero, Del Solar y Cáceres para organizar la resistencia.
Quienes justificaban la política monetaria de la Dictadura preguntaban a sus adversarios qué debió hacer Pié ro la en noviembre, una vez agotados los re cursos de la nación y cuando el 17 de setiembre habían caído en poder de los chilenos billetes emitidos poco antes para el Perú. Tenía la al ternativa de imponer cupos o confiscar bienes mal habidos; pe ro no lo hi zo. En cuan to al decre to sobre pago de habe res, criticable como fue, respondió al hecho de que el bille te de a sol no valía ya 10 centa vos y de que, por otra par te, todos los artículos necesa rios para la vida habían alcanzado precios fabulosos.
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A pesar de todo, queda ron después de la de rrota 2 millones de soles en incas en la caja de la junta emisora de billetes fiscales (según el folleto titulado Contes ta ción al ma ni fies to del doc tor José María Quím per, ex mi nis tro de Ha cien da del Pe rú, publicado en Panamá en 1881). Dicha suma (agregó es te mismo documen to) fue entre ga el 16 de ene ro al general Beingolea por orden del secretario de Relaciones Exteriores, Pedro José Calderón.
APRECIACIONES DE PIÉROLA SOBRE EL PROBLEMA MONETARIO EN SU MENSAJE
DE AYACUCHO.- En su mensaje a la Asamblea de Ayacucho el 28 de julio de 1881, Pié ro la afirmó que el 24 de diciembre en que comen zó la Dictadura no había en caja un solo céntimo. La suma, enviada a Eu ro pa por el ministro Químper debía, en su ma yor par te, emplearse en cubrir gravísima responsabilidad de carácter inaplazable y delicadísimo contraída por ese ministro; y el resto apenas bastaba para cancelar consumos de guerra ya realizados y por su naturaleza no di fe ri bles. El papel moneda de curso for zo so y de emisión ilimitada existía ya por la suma de 18 ó 20 millones y co rría en el mercado al tipo de 11 peniques por sol. El Gobierno decidió quitarle aquel carác ter y hacer una emisión de 60 millones de cuar tos de sol, en bille tes al portador que no podría ser aumentada; pe ro refundiendo en ella los 18 ó 20 millones que ya existían, convirtiéndolos al tipo también de 25 centavos por cada sol. "Esta operación (afirmó) realizada sin detrimento alguno de la justicia y en servicio, por el contrario, de los tenedores de papel moneda existente, permitió al Gobierno disponer de cosa de 5 millones de soles metálico, reduciendo la deuda to tal a solo 15 millones, en vez de los 18 a 20 que encontró, sin in te rés y con una amortización de 900 mil soles al año. Lo que equivalía a realizar de par te del pueblo y en proporción a las facultades de cada uno, un empréstito sin interés, de lenta amortización y disminuyendo, lejos de aumentar, los gravámenes que pesaban sobre el Tesoro, al paso que se conjuraba la dañosa incertidumbre de los tenedores de papel moneda, único medio circulante entonces posible".
A es tos 5 millones se unie ron los 250.000 que se obtu vo del Banco del Pe rú por re sarcimiento al público; los 250.000 per te necien tes a la suma en que se transó un antiguo plei to; y 80.000 conseguidos mediante un préstamo logrado gracias al ministro Sanz en Europa. A ellos se agregó, en noviembre de 1880, la emisión de bille tes en incas, a cor to pla zo, y que no pasó en MANUEL BEINGOLEA (1820-1896)
El general limeño fue quien recibió de manos del secretario de Relaciones Exteriores, Pedro José Calderón, el dinero que sobró tras la mala experiencia con los billetes inca. Esta suma, equivalente de 2 millones de soles, fue destinada al pago de acreedores peruanos en Europa. Beingolea había luchado por el Perú en la mayoría de sus conflictos externos, desde 1835. Asimismo, había participado en las batallas de Yungay (1839), Ingavi (1841), La Palma (1855), y en el combate del 2 de Mayo (1866), en contra de la Escuadra Española del Pacífico.