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La retirada de los chilenos
izaron una bandera blanca y, cuando los guerrilleros se acercaron, hicieron descargas sobre ellos. La lucha fue fe roz. Además de los de Co mas, Apata y Concepción, participa ron vecinos de pueblos cercanos. Después de la media noche, sin cesar el comba te, el cuar tel fue incendiado después de no pocos esfuer zos. Los chilenos se re plega ron al patio del cuar tel, luego al patio de la pa rroquia y finalmen te, sin dejar de disparar, volvie ron al cuar tel. Gas tó se reti ró con sus soldados al amanecer del 10 de julio cuando consideró que su presencia era innecesaria y, además, por la falta de municiones y de ba yo netas y para cumplir otras órdenes de Cá ce res. Según la versión peruana, a eso de las nue ve de la mañana del 10 se rindie ron unos diez o doce chilenos y salie ron con los bra zos en al to, descal zos y sin uni formes. Ya habían sido muertos Carrera Pinto y los subtenientes Julio Montt Salamanca, Luis Cruz Martínez y Arturo Pérez Canto. Los guerrilleros fueron implacables con los vencidos y también con las tres mujeres chilenas que allí estaban y que habían combatido y ayudado a combatir enconadamente. Tuvieron presente no solo que, cuando eran capturados por los invasores se les pasaba inmediatamen te por la armas sin piedad, sino, además, las exacciones de la pro pia guarnición de Concepción y también el hecho de que pueblos enteros como Huaripampa habían si do saqueados e incendiados, con asesinato de las familias que habían buscado asilo en el templo. Solo salvaron un soldado muy joven apellidado Arenaga a quien defendió el mayor Juan Manuel García y continuó residiendo en Apata y allí dejó familia; y un niño de 5 años. Los cadáve res de los vencidos en Concepción fueron horriblemente profanados. Entre los muertos peruanos estuvo Andrés Avelino Ponce, comandante de los guerrilleros de Apata. El comandante Ambrosio Salazar difundió la versión acerca de su actuación principal en esta jornada; pe ro ello es ma te ria de deba te, sin que implique negar que fue uno de los más ardo ro sos y pertinaces combatientes.
Terminada la lucha, los peruanos desocuparon la ciudad y, junto con ellos, emigraron muchos habitantes de ella, temerosos de las represalias del grueso del ejército chileno que, en su retirada debía pasar por allí. Canto llegó al día siguiente. Mandó fusilar y degollar. Todas las casas fueron saqueadas e incendiadas. Concepción quedó convertida en ruinas. Desaparecieron hasta los libros de cabildo y los archi vos pa rroquiales. A su paso por Ma tahuasi, San Lo ren zo, San Jerónimo y otros pueblos, los chilenos se entregaron también a actos de violencia, como si hubieran querido seguir vengando lo ocurrido en Concepción. Muebles, ropa y mercadería de es tos pueblos fue ron ofrecidos por los soldados en Jauja a pre cios ínfimo. Los cora zo nes de los oficiales chilenos que murieron en Concepción fueron enviados a su patria.
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la RE tI Ra Da DE loS cHI lE NoS.- Después de llegar el 12 de julio a Jauja, los chilenos desocuparon esta ciudad el 13. Cáceres pasó de Huancayo a Jauja en marchas forzadas en persecución del enemigo que se re tiraba de pri sa. El 14 de julio llegó Can to a Tarma con su Estado Ma yor y duran te el res to del día entra ron muchos dispersos en gran confusión. La población recibió amenazas y fue obligada a proporcionar víveres y alojamiento. El pongo indio Cecilio Simaymanca, de la hacienda Maco, que traía comunicaciones para don Daniel Zapa tel, las ocul tó sin re ve lar nada a pesar de que fue suje to a torturas; lo gró evadirse del lugar donde estaba preso y sacó las cartas para entregarlas a sus destinatarios. A este humilde indígena debieron la vida no solo Zapatel sino otras personas como los señores Peralta, Medina, Moya y va rios más.
En Tarma-Tambo, donde los chilenos colocaron sus avanzadas, hubo combates, así co mo en San Juan Cruz. En la noche del 17 los chilenos desocupa ron Tarma, sin que la población lo supiera. Gran júbilo cundió el 17 an te esta noticia y Cá ce res entró en apo teosis, en Tarma el 19. Los chilenos se di ri gie ron a La Oroya y con las fuerzas de Ce rro de Pasco emprendie ron la marcha a Lima. la VIctoRIa DE taRMa
En esta provincia, fundada en 1538 por los conquistadores españoles, ocurrieron varios enfrentamientos entre tropas caceristas y chilenas. En la noche del 17 de julio de 1882, el ejército chileno se vio obligado a abandonar la zona. tres días después, el general cáceres hizo su entrada triunfal en esta localidad. la fotografía que vemos aquí corresponde al distrito de Yauli, entre las ciudades de tarma y la oroya, a fines del siglo XIX.